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DIOS NOS DA SEGURIDAD PERSONAL

Hablar de Dios es controversial. El choque de creencias entre


las personas es un factor importante en esta polémica ya que se
lacera la fe de algunos grupos religiosos. Debatir sobre estos temas
representa lesionar opiniones incuestionables.
A través de la historia “creer” ha sido una obligación social y
ha significado una acertada estrategia para tener control sobre la
sociedad.
Todos hemos llegado a dudar de la existencia de Dios. Y la
duda es razonable pues resulta complejo entender algo que no
podemos ver o comprobar que exista. Pero ¿porque creemos en
algo tan intangible y que nos deja tantas dudas respecto a su
existencia?
La respuesta: por nuestra incapacidad de enfrentar miedos,
desafíos y adversidades. Somos victimas de ideologías mal
fundadas. La depresión existencial es causa de caer en manos de
personas con fines particulares (no espirituales) y que propagan
alguna creencia.
Dios es un arma de dos filos que puede o no llevarnos al éxito
espiritual. Es un instrumento utilizado para intervenir la libre
expresión de las personas, es el límite perfecto del pensamiento
autónomo, independiente o diferente a la tendencia general.
La fe nos es necesaria porque la inseguridad es inherente al
ser humano; la fe nos hace conservar la aceptación de Dios dentro
de nosotros. Es la base para que nuestra predisposición mental,
positiva o negativa, se materialice. De ahí que existan los milagros y
que se crea fehacientemente en ellos.
Tener fe nos permite cimentar bases morales, nos permite
pensar que podemos llegar a ser “buenos” y aceptados, la fe es una
muestra más de que como seres sociales buscamos la aceptación
de un grupo en el cual nos podamos desenvolver.
Pero ¿Por qué no somos capaces de seguir nuestras propias
convicciones espirituales? ¿Acaso la diversidad de ideas y
pensamientos no es parte de nuestra libertad? La verdad es que
estamos totalmente convencidos de que humanamente no somos
capaces.
Debemos empezar a darle más valor a lo que somos, respetar
que ideológicamente tenemos la obligación de innovar. El
pensamiento religioso lleva muchos siglos estancado, viciado,
manipulado. Dios debe ser más que una imposición filosófica y más
que una obligación moral.
Si la felicidad es nuestro objetivo, difícilmente llegaremos a
ella creyendo en un dios creado por el hombre, un dios que castiga
y premia, un dios que limita nuestro desarrollo intelectual, un dios
que no nos permite ver más allá del horizonte.
Es nuestro deber desarrollar una tendencia libre, que por
supuesto respete el derecho de los demás a elegir, que promueva
el respeto y que al mismo tiempo nos permita tener autonomía
ideológica, criterio independiente y verdadera convicción de
pertenecer ella.

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