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Por: GooG
En algn lugar remoto por el albor del cosmos, hay un hermoso agujero
opaco cuyo centro gravitatorio atrae hacia si todas las miradas
alrededor. Es la mdula de una galaxia bien luminosa que en espiral gira
hacia la izquierda llena de rocas, tapizada de soles y sumergida en ter
toda la extensin de los siete brazos que la componen.
En la danza csmica que llevaba haciendo desde hace miles de aos,
aparecieron como desaparecieron estos curiosos seres alados. Estas
concentraciones de luz hechas plumas, eventualmente, desde donde
quiera que se encuentren, emprenden una peregrinacin siguiendo,
como burros a una zanahoria suspendida frente a ellos, una intuicin
serena evidenciada en sus plumas, hacia el centro opaco, e hper denso,
de su vecindario csmico.
Estos seres emplumados, despliegan sus alas en el cosmos del vaco, y
van navegando desde cada rincn de esa galaxia al encuentro de la
oquedad que se ubica al centro, jalados por la hper densa gravedad de
su presencia. Pero algo extico ocurra cerca del horizonte de sucesos en
la circunferencia extendida de esta oscura oquedad, una vez que se
alcanzaba ese punto.
Su vuelo ligero emulaba al de una pluma cayendo del nido de cualquier
pjaro durante una ventisca de verano, y casi al caer al suelo tapizado
de hojas secas, cruzando el horizonte de eventos que rodeaba la
circunferencia opaca de aquel sper masivo agujero oscuro, se prendan
en llamas y as permanecan hasta chocar con su superficie.
Es en esa regin csmica, que estos mensajeros alados experimentan lo
que algunos llaman encarnar un instante, que no es otra cosa que
dormir soando, y que en la distancia se observa como de repente, se
enciende la cabeza de un cerillo en un espacio oscuro, y as comienza a
rayar el vaco del cosmos con sus flamas, de cara a su encuentro con la
superficie de aquel hoyo negro.
As es como estos mensajeros alados, cuyas plumas y cuerpo se
comienzan a encender al tiempo en que penetran la atmosfera del
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