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EL MENSAJE DEL SELLAMIENTO Y LOS 144.000

POR JUAN N. LOUGHBOROUGH

1.- ¿Cuándo obtuvieron los adventistas la luz sobre el mensaje del sellamiento?

2.- ¿Cuándo empezó la obra del sellamiento?

3.- ¿Serán contados con los 144.000 algunos de los del pueblo de Dios que hayan muerto en el período
de 1844 adelante?

Más dos artículos cortos del mismo folleto:

UN SUENO IMPRESIONANTE

TIEMPO DE DURACION DE LAS PLAGAS

Traducido del folleto “Questions on the Sealing Message” (Preguntas Sobre el Mensaje del
Sellamiento) de que es autor Juan N. Loughborough, pionero del Movimiento Adventista del Séptimo
Día.

Editorial e Imprenta de la Misión


"La Verdad Presente"
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Avenida Cartagena 4273


Fono 96761 - Santiago de Chile
NOTA DE LOS EDITORES DE LA PRESENTE EDICION EN CASTELLANO

En un testimonio dado por la Hna. E. G. White al Hno, Moisés Hull, se encuentra una referencia
que la sierva del Señor hace del Hno. J. N. Loughborough, autor de este folleto. Este testimonio dice
así:
"Vi que si el Hno. Loughborough y Ud. hacen de Dios una fuerza, una obra para su humilde
pueblo será ejecutada por Uds., ya que dos por si solos pueden constituirse en un ejército. Aproximáos
el uno al otro, orad en unidad y por separado, sed francos el uno para el otro. El Hno. Hull debe confiar
en los juicios del Hno. Loughboroagh, y escuchar sus consejos y sugerencias". Testimonies for the
Church" (Testímonios para la Iglesia:437).

OBSERVACIONES GENERALES

A los estudiantes bíblicos del Movimiento Adventista que estén interesados en las enseñanzas de
Dios entregamos el presente folleto sobre los 144.000, las primicias de Apoc. 14:1-5, escrito por el
pionero adventista J. N. Loughborough, que al escribirlo realizó una valiosa obra.

Puesto que hay muchas teorías contradictorias y especulativas sobre este asunto, creemos
firmemente, por lo tanto, que es nuestro deber someter esta obrita a la observación de aquellos que
estén ansiosos de conocer lo que el Espíritu de Profecía dice sobre este tema.

Que ella traiga nuevamente bendición y consuelo a aquellos que son sinceros de corazón, como nos
ha traído a nosotros, es el sincero deseo de

El Comité Literário

DE D I C A T O R I A

A aquellos que, confiando únicamente en la ayuda divina, tratan de conseguir lo descrito en


Apoc. 14:5, que dice: "Y en sus bocas no fue hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del
trono de Dios".

- EL AUTOR
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P RE F A C I O

La presentación a nuestro pueblo de las siguientes páginas, las estimo en armonía con lo que se
declara en "Testimonies for the Church", tomo 7, pág. 228: "Al aproximarse al término de su vida en el
servicio de Dios, ellos serán conmovidos por el Espíritu Santo para volver a contar la experiencia que
han tenido en conexión con la obra de éste, la historia del maravilloso trato de El con su pueblo, etc.
Referente a los beneficios que se deriven por la entrega de tales cosas a nuestro pueblo, leemos de
la pluma de la Hna. White en el "South African Missionary" (Misionero Sud Africano), del 20 de
Febrero de 1911: "Nada tenemos que temer del futuro, excepto que olvidemos el camino que el Señor
nos ha trazado, y sus enseñanzas en nuestra historia pasada".
Tocante al tema de este folleto —los 144.000 sellados— he sido grandemente influenciado por el
Espíritu de Dios para escribir y publicar los hechos en cuanto a como se obtuvo el mensaje del
sellamiento, de acuerdo no solo con la Biblia sino que también por instrucciones directas dadas a la
Hna. White por medio de visiones; también en cuanto a como fue recibido y enseñado el mensaje por
nuestros ministros y el pueblo hasta el año 1894, cuando la teoría de la "nueva luz" encontró su
defensor
en uno que posteriormente apostató de la fe, y murió sin ver el cumplimiento de sus espectativas, o sea
de que él viviría hasta el fin del tiempo, y sería por ende uno de los 144.000. Su pretensión era que,
testimonios posteriores de la Hna. White enseñaban que el total de los 144.000 sería formado de
aquellos que no habían muerto.
Cuando descubrí que algunos estaban enseñando que “todos los 144.000 que serán sellados están
vivos", pensé que era tiempo de que alguien hablase y enseñase que no es el sistema de los profetas de
Dios hacer en cierto tiempo daclaraciones positivas, y enseñar después enteramente contrario a ellas.
La tal no era seguramente la conducta de los profetas de la Biblia. El total de la verdadera "nueva luz"
se produce tomando la instrucción dada por todos ellos sobre el asunto, separada de otras cosas de las
cuales ellos hablan, y dar a esta instrucción una aprobación general, como se verá cuando hagamos el
análisis del escrito.
Lo substancial de este tratado lo presente en dos discursos en un campamento de evangelización
de Stockton, California. Los que oyeron los discursos pidieron que fueran publicados de modo que
ellos pudiesen leerlos. Como el asunto es uno en el cual existen algunas controversias, pensé que
nuestros editores no querrían imprimir el asunto en sus periódicos y tomar la responsabilidad de
publicarlos en ninguna forma. Así pues, he decidido sacarlo a luz en forma de un librito que pudiese ser
obtenido del autor por correo. Al principio creí que podría hacerlo en forma de un panfleto de cinco
centavos, pero encontré que por la revisión que se hace para la imprenta y la ampliación, cinco
centavos no pagan los gastos de impresión y correo. Por eso le he asignado un precio de diez centavos,
con la promesa para el Señor de que todas mis ganancias de las ventas, deducido el diezmo, sería
repartida entre la obra de las ciudades del Este de este país (EE. UU.), y las misiones extranjeras.
Quiera hacer el Señor de la
lectura de este folleto una bendición, como lo ha sido para el autor la investigación de los originales del
mismo, en los meses recién pasados.

J. N. Loughborough
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Lodi, California, 1 de Julio de 1926.

EL MENSAJE DEL SELLAMIENTO


Tengo ante mi tres preguntas que se me ha pedido responder:
Primera.— ¿Cuándo obtuvieron los adventista la luz sobre el mensaje del sellamiento?
Segunda.— ¿Cuándo empezó la obra del sellamiento?
Tercera.— ¿Serán contados con los 144.000 algunos de los del pueblo de Dios que hayan muerto
en el período de 1844 adelante?
En cuanto a la primera pregunta, vemos que en 1845, algunos adventista empezaron a estudiar el
mensaje del tercer ángel de Apoc. 14:9-12. Vieron claramente que la observancia del séptimo día, el
Sábado, estaba incluido en la de los diez mandamientos, como está expuesto en aquel mensaje. Al
estudiar el mensaje, leemos una declaración de la Hna. E. G. White en "Testimonies for the Church", t.
l, págs. 78 y 79. La declaración se refiere a la situación existente en 1846 y tiempo siguiente, y dice:
"Cuando en aquel tiempo empezamos a presentar la luz sobre el asunto del sábado, no teníamos una
idea claramente definida del mensaje del tercer ángel de Apoc. 14:9-12. La responsabilidad de nuestro
testimonio al presentarnos delante del pueblo fue que el gran movimiento del segundo advenimiento
era de Dios, que el primero y segundo mensaje habían sido presentados y que debía darse el tercero.
Vimos que el tercer mensaje terminaba con estas palabras: "Aquí está la paciencia de los santos; aquí
están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". Y vimos tan claramente en aquel
entonces como ahora lo vemos (el "ahora" se refiere a 1868, cuando fue publicado el tomo 1 de
"Testimonies for the Church" por primera vez), que estas proféticas palabras sugerían una reforma del
sábado, pero en cuanto a lo que constituía el culto de la bestia mencionada en el mensaje o qué era la
imagen y la marca de la bestia no teníamos una posición definitiva.
Dios, por medio de Su Santo Espíritu, permitió que la luz brillase sobre sus siervos, y el asunto
gradualmente se mostró a sus entendimientos. Requirió mucho estudio y afanoso cuidado el
escudriñarlo completamente, eslabón tras eslabón. Por el cuidado que se ha tenido, el afán desplegado y
la incansante labor, la obra ha avanzado hasta que las grandes verdades de nuestro mensaje —que es un
todo claro, unido y perfecto— han sido dadas al mundo.
Aunque para el año 1848 nuestro pueblo tuvo clara luz sobre los diferentes aspectos del mensaje
del tercer ángel, su atención no había sido llamada especialmente hacia el mensaje del sellamiento.
Ellos creían, de acuerdo con Apoc. 14:1-5, que sobre el Monte Sión habría 144.000 que estarían
redimidos. Esta hueste fue también mencionada por la Hna. White en su primera visión, que se
encuentra en "Experience and Views" (Experiencias y Visiones), edición antigua, p. 12, pero aun no
habían ellos,
hasta entonces, estudiado la luz sobre el sellamiento de los 144.000.
Como lo veremos, fue para el conflicto de las naciones de Europa, en !os primeros meses de
1848, cuando vino luz a este pueblo respecto al mensaje del sellamiento. Considerando brevemente ese
conflicto, sus causas y desarrollo, veremos como se obtuvo la luz referente al mensaje. En el "Library
of Universal Knowledge" (Biblioteca del Conocimiento Universal), p. 536, leemos de aquel conflicto
en 1848: "Aquella revolución fue causada por el pueblo francés que pedía una forma de gobierno
republicano en el período de gobierno de Luis Felipe; y por un tiempo hubo forma de gobierno
republicano, extendiéndose el contagio revolucionario temporalmente en la mayor parte del continente
europeo.
Desde el tíempo del Reinado del Terror en Francía, el deseo de las masas fue asegurar para el pueblo
un mayor control del Gobierno y satisfacer el deseo vehemente del pueblo de nacionalizarse — tener,
en realidad, un verdadero gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Por intermedio de los
oficios del papado, un Borbón Luis Felipe, fue colocado en el trono, y parecía imposible inducir al
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Papa a que se sometiera a un gobierno cualquiera, excepto a aquel que fuere proyectado por él mismo
Véase "Western Europe'' (Europa Occidental), de Robinson.
La situación creó animosidad no tan solo contra Luis Felipe, sino también contra el Papa que
mantenía un gobernante Borbón. Por fin los reprimidos sentimientos estallaron en un conflicto tan
repentino en sus crecientes manifestaciones como lo es el estallido de un volcán. Por los hechos
declarados en los impresos públicos de aquel tiempo, se ve que, al parecer, Luis Felipe no estaba al
tanto de la intensidad del sentimiento que existía en la mayoría del pueblo en contra da su manera de
gobernar, pues el día 21 de Febrero de 1848, él dijo a su ministério: "Jamás estuve más firme sobre el
trono del imperio de Francia que lo que lo estoy esta noche". Al día siguiente, pasó revista a sus
soldados. Después del desfile, cuando los soldados, teniendo sus fusiles en pabellón, descansaban en el
terreno, un compañero, pequeño de estatura, que tenía en su mano una bandera, trepó sobre un cañón y,
mientras batía la bandera en el aire, gritó: "¡Abajo el papa! ¡ABAJO EL, PAPA!". Probablemente
conversaciones sobre este asunto era lo que él había oído en su casa. Los soldados se apropiaron de la
frase proferida y, con creciente vigor, fue pasada esta de un extremo a otro de la fila, y finalmente con
el agregado de "y abajo el rey".
Referente al repentino estallido de aquella rebelión, leemos en "Western Europe", de Robinson,
capítulo 40:
"El creciente descontento y la demanda de una reforma, mostró repentinamente toda su fuerza y
extensión. Pareció, durante un tiempo, como si toda la Europa occidental estuviese a punto de sufrir
una revolución tan completa como la que Francia había experimentado en 1789.
De común acuerdo, como obedeciendo a una señal preconcertada, los partidos liberales de
Francia, Italia, Alemania y Austria, durante los primeros meses de 1848, derribaron o ganaron el
control del gobierno y procedieron a llevar a cabo sus programas de reforma, y esto de la misma
manera completa con la cual la Asamblea Nacional de Francia había hecho su obra en 1739. El
movimiento general afectó a casi cada estado de Europa Central.
El 24 de Febrero de 1848 una poblada asaltó las TuIlerías. El rey abdicó en favor de su nieto.
Pero fue demasiado tarde. El y toda su familia fueron obligados a abandonar el país. El populacho
invadió la asamblea como cuando existía el Reinado del Terror, gritando: "¡Abajo los Borbones, el
anciano y el joven! ¡Que viva por mucho tiempo la república!".
De esta revolución de 1848 y de su súbito aplastamiento, Horacio Greely dijo en e! "Tribune" de
Nueva York: "Lo que dió principio tan repentinamente a aquella confusión en Europa, fue algo
maravilloso para nosotros los políticos; pero mayor maravilla fue aun lo que repentinamente la detuvo".
Tengo aun copia de un testimonio dado a la Hna. White en 1852, en el cual se hace referencia a la
guerra de 1848. Este fue encontrado entre los papeles del Hno. Bates, después de su muerte. En él se
encuentran estas palabras: "El deseo aquel era el destronar reyes; pero no era posible aquello, pues los
reyes deben existir hasta que Cristo dé comienzo a su reino. Vi que en Europa habría mengua por una o
dos veces, justamente mientras las cosas se moviesen de modo que se llevasen a cabo los designios de
ellos. Así los corazones de los malvados se enardecerían. Pero la obra no podrá terminarse (solo parece
que terminará), pues los propósitos de sus reyes y gobernantes eran intentos de derribarse unos a otros,
y los propósitos del pueblo obtener la ascendencia. Vi que todas las mentes intencionalmente
proyectaban y extendían sus pensamientos a base de la inminente crisis que estaba delante de ellos".
Hubo una mengua después de la revolución de 1848. En la presente guerra, que empezó en 1914,
se manifiesta aun en mayor escala la determinación de derribar reyes y gobernantes, y una también
mayor intensidad en vigilancia, que cuando aquella revolución en 1848. El testimonio parece indicar
una segunda mengua antes que venga el conflicto final de las naciones.
De aquel estallido ocurrido en Paris, hemos ya leído que Luis Felipe y toda su familia huyeron de
Francia. La furia del populacho fue tal, que él temió por sus vidas, y llevó a cabo la huída de ellos
colocando a su família en un coche, mientras él se disfrazó con los vestidos del cochero, y a la hora de!
crepúsculo pasaron por las puertas de Paris sin ser reconocidos, efectuando así su huída a Inglaterra.
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De un panfleto titulado "The Seal of the Living God" (El Sello del Dios Vivo), publicado por el
anciano de iglesia José Bates, de fecha l de Enero de 1849, obtenemos algunos hechos en cuanto a
aquella revolución de 1848, y a la recepción de la luz sobre el mensaje del sellamiento. En la p. 45
leemos: "Los periódicos han declarado que el 22 de Febrero último Francia terminó por desorganizarse,
depuso a su rey, y quemó su trono, y él mismo y su familia huyeron a Inglaterra en busca de
seguridad". En la página 49 leemos de la furia de aquel conflicto: "Ved cuánta embestida y lucha ha
habido y hay entre el pueblo por derribar a los potentados de Europa, a saber, en Prusia, Hanover,
Sicilia, Nápoles, Venecia, Lombardía, Toscania, Roma, etc. Ved el informe del "Times" de Boston, del
28 de Octubre de 1848, sobre la huída del emperador de Austria desde Viena, la capital de sus vastos
dominios, y de la insurrección y el sitio de aquella ciudad por espacio de 8 días, desde el 9 de Octubre;
cómo ellos, en su obra de destrucción, al obtener la victoria, arrancaron líneas de ferrocarril, y
demolieron puentes para detener toda comunicación. Ved, asimismo, un estado de cosas similar en
Berlín estando bajo el dominio del rey de Prusia". Esto nos da una cierta idea de la revuelta que estalló
en el continente europeo el 22 de Febrero de 1848.
En el mes de Marzo del mismo año, en Hydesville, Wayne County, Nueva York, comenzaron los
golpes del espiritismo moderno en casa de Ia família Fox y Fish, la cual fue trasladada a Rochester,
Nueva York, a fin de obtener más investigación pública. Durante algún tiempo estos golpes fueron
llamados "los golpes de Rochester". Los adventistas del primer día dijeron entonces, con gran celo:
"Este conflicto de Europa culminará con el Armagedón, y el Señor está por venir. Estos golpes
espiritistas son los espíritus de demonios, que salen para reunir las naciones para la batalla del gran día
del Dios Todopoderoso". Como nuestro pueblo tenía la luz del mensaje del tercer ángel y del Sábado, y
tenía confianza en que esta verdad debía proclamarse al mundo, no aceptaron la pretensión formulada
por los adventistas del primer día, de que el Señor estaba por venir. Esta gente decía a los guardadoras
del Sábado: "Haríais mejor en desistir de vuestro mensaje del Sábado. Estáis demasiado atrasados con
él. Uníos a nosotros en el aviso al mundo de que se prepare para la inmediata venida de Cristo".
Tal era la situación en el verano de 1848. Esta situación llevó a los adventistas del séptimo día a un
estudio de la luz de la verdad en la forma más seria y con oración. El Señor llevó los pensamientos de
ellos al asunto de la retención de los vientos (guerras) y a la obra del sellamiento y a la determinación
de encontrar el significado de la situación. Ellos encontraron en el estudio de las Escrituras que el
séptimo día, el Sábado, era la señal del Dios vivo, y el sello de su ley. Esta luz recién recibida de la
palabra de Dios dio aun mayor fuerza al mensaje del Sábado, y les dio una doble seguridad de que este,
en su calidad de mensaje del sellamiento, debía ser proclamado al mundo antes de la venida de Cristo.
En su libro, el Hno. Bates se refiere a una reunión celebrada en la casa del Hno. Otis Nichols, en
Dorchester, cerca de Boston, Massachussetts... "La habíamos hecho (la forma de dar a conocer el
mensaje) objeto de oración, en la reunión de la Conferencia de Topsham, celebrada un poco antes, y no
siendo clara la forma de dar a conocerlo, resolvimos (ahora), por lo tanto, en unidad, remitir todo a
Dios. Después de algún tiempo empleado en oración pidiendo luz e instrucción, Dios envió una visión
a la Hna. White.
Luego, el Hno. Bates da a conocer palabras que ella habló mientras estaba en visión, las cuales él
copió mientras ella las decía. De estas palabras, citamos las siguientes: "El (Dios) se agradó mucho
cuando su ley comenzó a tener mayor fuerza. Aquella verdad (la verdad del Sábado) surge y va en
aumento, con más y más fuerza. ¡Es el sello! ¡Se levanta! Surge, proveniendo de la salida del sol. A
semejanza de este, que primero es frío y después proporciona calor, así también cuando la verdad
surgió no
irradiaba más que un poco de luz, la cual después ha ido aumentando. ¡Oh, el poder de estos rayos!".
Luego vinieron palabras que inutilizaron las pretensiones de los adventistas del primer día, de que
los ángeles no estaban ya más reteniendo los vientos de guerra y contienda, sino que les estaban
dejando soplar". Las palabras que se hablaron en visión fueron: "Los ángeles están reteniendo los
vientos. Es Dios quien sujeta las potencias. Los ángeles no los han soltado, pues no todos los santos
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están sellados. El tiempo difícil ha comenzado. Si, ha comenzado. La razón de por qué los cuatro
vientos no han sido soltados es porque no todos los santos han sido sellados. Las dificultades están
aumentado más y más; esas dificultades no cesarán jamás hasta que la tierra esté libre de los malvados.
Pero ellos (los vientos) están listos precisamente para soplar. Hay un impedimento para que ellos
soplen- y es que no todos los santos están sellados. Si, da tu a conocer las cosas que has visto y oído y
la bendición de Dios estará en esto".
Después de salir de esta visión, la Hna. White dijo a su esposo: "Tengo un mensaje para ti, James.
Da principio a la impresión de un pequeño periódico, el que será pequeño en el comienzo. Repártelo
gratuitamente. Los lectores te enviarán el dinero para imprimirlo. Será un éxito desde el comienzo. Vi
que este pequeño comienzo era a semejanza de torrentes de luz que brillaban alrededor del Mundo".
En una visión dada a la Hna. White en Rocky Hill, estado de Connecticut, el 5 de Enero de 1859,
ella tuvo otra presentación de la obra del sellamiento. Esta presentación que ella vio, y que está escrita
por ella misma, se encuentra en "Early Writings" (Primeros Escritos), edición antigua, págs. 29 a 31, y
dice así: "Vi cuatro ángeles los cuales tenían una obra que hacer en la tierra, y estaban en vías de
ejecutarla. Jesús estaba vestido de vestiduras sacerdotales. Misericordiosamente él contemplo al
remanente, luego levantó sus manos en alto, y con voz .de profunda compasión clamó: "Mi sangre,
Padre; mi sangre, mi sangre, mi sangre". Luego vi una luz, brillante en extremo, que venía de Dios,
que estaba sentado sobre el gran trono blanco y la cual era derramada sobre Jesús y su alrededor. Luego
vi un ángel que tenía una misión de parte de Jesús volar rápidamente hacia los cuatro ángeles que
tenían una obra que hacer en la tierra, y el cual, agitando hacia arriba y hacia abajo algo que tenía en su
mano, clamó en alta voz: "¡Detenéos! ¡Detenéos! ¡Detenéos! hasta que los siervos de Dios sean
sellados en sus frentes!".
La explicación dada a ella por el ángel que la asistía fue: "Que los cuatro ángeles tenían poder
procedente de Dios para retener los cuatro vientos y que estaban por soltarlos, pero que, mientras sus
manos estaban abriéndose para ello, y los cuatro vientos estaban por soplar, los misericordiosos ojos de
Jesús contemplaban al remanente que no estaba sellado, y levantaba sus manos hacia su Padre e
intercedía ante él demostrando así que su sangre había sido derramada por ellos. Luego, a otro ángel se
le dio la misión de volar rápidamente en dirección de los cuatro ángeles, y ordenarles detenerse, hasta
que los siervos de Dios fuesen sellados con el sello del Dios vivo".
Siendo fortalecidos así con luz de las Escrituras y el testimonio del Espíritu de Dios, aquellos que
tenían la luz del mensaje del tercer ángel estaban escudados en contra de las pretensiones de los
adventistas del primer día, con su "mensaje del nuevo tiempo", y estaban llenos de nueva energía para
avanzar luchando en la proclamación del mensaje del tercer ángel, teniendo confianza en que Dios, con
quien ellos estaban, despejaría el camino para que éste, el último mensaje para el mundo, llevara a cabo
su propósito.

¿CUÁNDO EMPEZÓ LA OBRA DEL SELLAMIENTO?


Los testimonios ya citados en cuanto a la recepción del mensaje del sellamiento por los
adventistas del séptimo día son también buena prueba en cuanto al tiempo en que el sellamiento
empezó. Los cuatro vientos de la guerra estaban a punto de soplar cuando estalló aquella conmoción
entre las naciones de Europa. Los cuatro ángeles tenían la misión de retener aquellos vientos de guerra,
a fin de que
la obra del. sellamiento no fuese impedida. Un obstáculo fue puesto, de modo que el sellamiento
pudiese avanzar.
Observaremos otros testimonios que muestran que la obra del sellamiento estaba en marcha en
aquel tiempo. En "Experience and Views" y "Early Writings" edición antigua, pág. 35, hablando de lo
que entonces ocurría, leemos: "Satanás está usando de toda inventiva ahora, durante este tiempo del
sellamiento, a fin de mantener las mentes del pueblo de Dios apartadas de la verdad presente y hacerles
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vacilar. Vi que Dios estaba extendiendo una cubierta sobre su pueblo a fin de protegerle en el tiempo
de angustia, y que toda alma que estaba de parte de la verdad y que era de corazón puro, habría de ser
cubierta con la capa del Todopoderoso".
Del mismo testimonio, pág. 36, leemos: "Vi que Satanás estaba trabajando por estos medios para
distraer, engañar y disuadir al pueblo de Dios precisamente ahora en este tiempo del sellamiento.
Satanás estaba probando cada arte suyo a fin de retener a los hijos de Dios donde ellos estaban, hasta
que el sellamiento hubiese pasado, hasta que la capa hubiese sido extendida sobre el pueblo de Dios, y
así quedasen ellos sin un refugio que les protegiese de la ardiente ira de Dios durante las siete últimas
plagas. Dios ha empezado a extender esta, capa sobre su pueblo y pronto será extendida sobre todo el
que ha de tener un refugio en el día de la matanza".
Citaré de un tratado editado en 1852, una visión dada a la Hna. White, en el hogar del Hno.
Harris, en Centerport, Nueva York, el 24 de Agosto de 1850: "Vi que Satanás trabajará ahora con más
fuerza que nunca antes, pues él sabe que su tiempo es corto, y que el sellamiento terminará pronto. Y
él trabajará con toda clase de insinuaciones para arrancar a los santos de su actitud vigilante y hacerlos
que se duerman en la verdad presente, y duden de ella, a fin de impedir que ellos sean sellados con el
sello del Dios vivo. Leemos en "Early Writings" y "Experience and Views", pág. 49, edición antigua:
"El tiempo del sellamiento es muy corto y pronto terminará. Ahora es el tiempo, mientras los cuatro
ángeles están reteniendo los cuatro vientos, para que hagamos de nuestra vocación una elección segura.
A estas claras declaraciones se debió que nuestro pueblo y nuestros ministros del evangelio, creyesen y
enseñasen desde 1894 adelante que la hora del sellamiento había estado en marcha desde 1848, y que
los 144.000 estaban siendo sellados. No veo como podríamos nosotros exponer otra idea, de los
testimonios que hemos citado, que aquella de que la obra del sellamiento comenzó en 1848-1850.

¿SERÁN CONTADOS CON LOS 144.000 ALGUNOS DE LOS DEL PUEBLO DE DIOS QUE
HAYAN MUERTO EN EL PERÍODO DE 1844 ADELANTE?
Algunas personas, más especialmente aquellas existentes desde 1844 adelante, han pretendido de
que nadie será contado entre los 144.000, sino aquellos que vivan hasta la segunda venida de Cristo; y
que esto tiene que ser así, pues de acuerdo con Apoc. 14:3-4, ellos son "redimidos de entre los
hombres" y "de la tierra". De acuerdo con Daniel 12, hay una resurrección parcial en el "tiempo de
angustia", precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Leemos: "En aquel tiempo se levantará
Miguel... Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para vida eterna y
otros para vergüenza y menosprecio eternos".
Seguramente que aquellos que despierten a la vida eterna estarán vivos y "entre los hombres"
cuando Cristo venga.
Si algunos estaban siendo sellados en los anos 1848-1850, esperaremos que ellos sean naturalmente
de aquellos que despertarán para vida eterna, y así entonces estén con los 144.000. De esta resurrección
leemos en "Early Writings" y "Spiritual Gifts" (Dones Espirituales), edición antigua, pág. 145: "Había
un diáfano lugar de gloria asentada, desde donde vino la voz de Dios a semejanza de muchas aguas, la
cual sacudió los cielos y la tierra. Hubo un grande terremoto. Se abrieron los sepulcros, y los que ha-
bían muerto en fe cuando se predicaba el mensaje del tercer ángel, guardando el Sábado, salieron
glorificados de sus lechos polvorientos, para oír el pacto de paz que Dios iba a hacer con los que habían
guardado su ley".
En "Spiritual Gifts", págs. 145 y 146, leemos: "Al anunciar Dios el día y la hora de la venida de
Jesús y entregar a su pueblo el pacto sempiterno, dictó él una sentencia, y luego hizo una pausa,
mientras las palabras rodaban sobre la redondez de la tierra. El Israel de Dios permanecía de pie con
sus ojos fijos en lo alto, escuchando las palabras que salían de la boca de Jehová y que rodaban por el
globo terrestre a manera de sonidos procedentes del más horrísono trueno. El acto era majestuosamente
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solemne. Al finalizar cada sentencia los santos exclamaban: ¡Gloria! ¡Aleluya! Sus semblantes estaban
iluminados con la gloria de Dios, y brillaban con gloria como el semblante de Moisés cuando bajó del
Sinaí (glorificado). Los malvados no pudieron mirarlos por causa de esta gloria. Y cuando la bendición
para vida eterna fue pronunciada sobre aquellos que habían honrado a Dios, al guardar su Sábado
santamente, resonó un potente grito de victoria sobre la bestia y sobre su imagen".
Acerca de lo mismo, leemos en "Testimonies for the Church , t. l, p. 59: Pronto oímos la voz de
Dios como ruido de muchas aguas, que nos dio el día y la hora de la venida de Jesús. Los santos vivos,
144.000 en total (recuérdese que los observadores del Sábado resucitados están entonces entre los
santos vivos), conocieron y comprendieron la voz en tanto que los malvados creyeron que era un trueno
y un terremoto. Guando Dios con su voz señaló el tiempo, derramó sobre nosotros el Espíritu Santo y
nuestros rostros comenzaron a iluminarse y a brillar con la gloria de Dios, como el de Moisés cuando
bajó del Monte Sinaí.
Los 144.000 estaban todos sellados y perfectamente unidos. En sus frentes estaban las palabras
'Dios', 'Nueva Jerusalén', y una gloriosa estrella en la cual estaba el nuevo nombre de Jesús. Los
malvados se airaron al ver nuestro estado feliz y santo, y se precipitaron violentamente hacia nosotros
para echarnos mano y ponernos presos; nosotros entonces extendimos nuestras manos en el nombre del
Señor y ellos cayeron impotentes en tierra".
Si se sostuviera que nadie sería contado entre los 144.000 sino aquellos que vivan hasta la
segunda venida de Cristo, sin probar la muerte ¿qué sucedería con aquellos observadores del Sábado
que en 1848-1850 estaban siendo sellados? No hay ahora vivos media docena de los que entonces
estaban guardando el Sábado. Si aquellos fueron en aquel entonces sellados, estarán entre los que serán
resucitados a la vida eterna por la voz de .Dios.
Hay algunas cosas que están relacionadas con el caso de la Hna. White que son puntos
importantes en el asunto de los 144.000. Ella está ahora en el descanso. Pero como ya se ha informado
en "Experience and Views", en su primera visión existe una representación de lo que va a tener lugar en
el reino: "Sión estaba precisamente delante de nosotros, y sobre el monte había un glorioso templo, y
alrededor de él había siete colinas sobre las cuales crecían rosas y lirios... Guando estábamos para
entrar al
templo, Jesús alzó su hermosa voz, y dijo: 'Solo los 144.000 entran en este lugar', y nosotros gritamos
jAleluya!". Sea como fuere, parece que en esta visión da a conocer cosas que ocurrirán en la nueva
tierra, ella entró en aquel templo, pues dijo: "Este templo estaba sostenido por siete pilares, todos de
oro transparente, adornados con perlas de lo más valiosas. Las cosas maravillosas que yo vi allí, no
puedo describirlas... Vi allí mesas de piedra sobre las cuales estaban grabados en letras de oro los
nombres de los 144.000. Después de contemplar las glorias del templo, salimos, y Jesús nos dejó, y se
fue a la ciudad". De lo anterior, llegaríamos a la conclusión de que en la nueva tierra la Hna. White
sería una de los 144.000.
En la pág. 33 de "Experience and Views", edición antigua, ella habla de lo que el ángel le dijo
cuando ella visitó, en visión, al planeta Saturno: "Rogué al ángel que me asistía me dejase quedar en
aquel lugar. No podía soportar el pensamiento de volver a este sombrío mundo nuevamente. Entonces
el ángel me dijo: "Tienes que volver, y si eres fiel, tu, con los 144.000, tendrás el privilegio de visitar
todos los mundos y ver la obra de Dios". Seguramente que esto es algo así como si algunos de los
144.000 fueran de aquellos que serán resucitados de entre los muertos.
No obstante estos hechos contenidos en los testimonios presentados, algunos aun insisten
afirmando que lo que se dice en "Great Controversy" ("El Conflicto de los Siglos"), pág. 649, indica
que los 144.000 estarán compuestos en su total por aquellos que jamás han muerto. Veamos lo que allí
se dice, y la condición en la cual la mencionada declaración se hace. Hela aquí: "Habiendo sido estos
trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados como las primicias para Dios y el Cordero".
(Los
observadores del Sábado resucitados a la vida eterna estarán seguramente entre los vivos para la
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segunda venida de Cristo). "Estos son los que salen de grande tribulación; han pasado por el tiempo de
angustia, que ha sido de una magnitud como jamás hubo una desde que han existido naciones sobre la
tierra". Esa angustia de las naciones será durante la sexta plaga; y es en aquel tiempo, de acuerdo con
Daniel 12:1, cuando la resurrección parcial tendrá lugar, trayendo a la vida a los observadores del
Sábado
que han sido sellados. Esto será cuando la séptima plaga esté aun en el futuro. De la situación en aquel
tiempo, leemos en "Experience and Views", pág. 29: "Estas plagas airaron a los malvados en contra de
los justos; ellos creyeron que nosotros habíamos traído los castigos de Dios sobre ellos y que las plagas
serían detenidas si ellos pudiesen raernos de la tierra. Salió un decreto de muerte para los santos que les
hizo clamar por su liberación día y noche. Esto es lo que se denomina el "tiempo de la angustia de
Jacob". Luego todos los santos clamaron con angustia de espíritu y fueron liberados por la voz de Dios.
Los 144.000 triunfaron. Sus rostros fueron iluminados con la gloria de Dios". Hemos visto ya que esta
glorificación se efectúa con los observadores del Sábado resucitados, como también con aquellos que
no habían muerto, cuando Dios entrega su pacto sempiterno a aquellos que le habían honrado
guardando su Sábado.
Referente a esta escena, leemos en "Spiritual Gifts", pág. 143: "Vi un escrito, copias del cual eran
esparcidas en diferentes partes de la tierra, en el cual se daba orden que a menos que los santos
abandonaran su particular fe, desistieran de observar el Sábado y observasen el primer día de la
semana, el pueblo estaría en libertad, después de cierto tiempo, para condenarles a muerte... Satanás
deseaba tener el privilegio de destruir a los santos del Altísimo; pero Jesús ordenó a sus ángeles ejercer
vigilancia sobre ellos. Dios tenía que ser honrado mediante un pacto que haría con aquellos que habían
guardado su ley, a la vista de los paganos que estaban alrededor de ellos; y para Jesús sería la honra al
trasladar él mismo, sin que vieran la muerte, a los fieles, a los que esperaban, a los que por tanto tiempo
le habían esperado. "Guardar la ley a la vista de los paganos", era hacerlo a la vista de estos
inquisidores que tenían en su poder el decreto para condenarles a muerte, en forma corriente, bajo
condiciones tranquilas.
De este testimonio, "trasladándose sin ver la muerte", ha surgido la pretensión de que nadie
estará entre los 144.000 sellados sino los que estén vivos hasta la pronta segunda venida de Cristo.
Vemos que la muerte de la cual ellos son salvos es la muerte autorizada por el "decreto que se ha hecho
circular". Téngase presente que los observadores del Sábado resucitados están incluidos entre los
perseguidos a causa del decreto. De esta forma, ellos serán trasladados para la venida de Cristo sin
sufrir la
muerte que les amenazaba. Este decreto es el que crea para ellos "el tiempo de la angustia de Jacob". Su
angustia (la de Jacob) era por las noticias de que Esaú venía con cuatrocientos hombres armados. A
menos que el Señor le ayudase, parecía como si la muerte fuese para él y toda su familia.
Hay otro testimonio de "Great Controversy", pág. 649, usado por aquellos que pretenden que
ninguno que haya muerto en el mensaje estará entre los 144.000: "Ellos han estado sin intercesor
durante el derramamiento final de los castigos de Dios. Pero han sido liberados, pues han lavado sus
ropas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Han visto la tierra asolada por el hambre y las
pestilencias, y al sol teniendo el poder de quemar a los hombres con gran calor, y ellos mismos han
resistido el sufrimiento, el hambre y la sed". Esto es todo lo que se dice de todos los 144.000; y en los
observadores del Sábado resucitados esto será en parte verdad, pues soportan el período de la angustia
de Jacob. Son resucitados durante la sexta plaga y ven el derramamiento final de los juicios de Dios
durante la séptima plaga y están entre aquellos que son liberados del decreto de muerte.
En "Spiritual Gifts", págs. 146 y 147, leemos más aun de lo que sucederá con los resucitados
vivientes y con los observadores del Sábado vivientes, después que la voz de Dios declare el pacto
eterno, cuando los malvados se sientan airados en contra de silos: "Pronto apareció la gran nube blanca,
sobre la cual estaba sentado el Hijo del hombre. Cuando primero apareció en la distancia, esta nube
se veía muy pequeña. El ángel dijo que ella era la señal del Hijo del hombre. En tanto se acercaba a la
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tierra, pudimos contemplar la esplendorosa gloria y majestad de Jesús que avanzaba en son de
conquista... Su semblante estaba tan brillante como el sol de mediodía. Sus ojos eran como llama de
fuego, y sus pies tenían la apariencia fino bronce. Su voz se oía semejando muchos instrumentos
musicales. La tierra temblaba delante de él. Los cielos huían de él semejando un pergamino que se
enrolla, y toda montaña y toda isla fueron desplazadas... Aquellos que poco antes quisieron haber
destruido a los fieles hijos de Dios rayéndoles de la tierra, ahora contemplaban la gloria de Dios que
descansaba sobre estos. Y en medio de todo su terror, oyeron ellos las vocea de los santos diciendo en
gozosa entonación: 'Mirad, éste es nuestro Dios'. Le ‘hemos esperado y él nos salvará'. La tierra fue
sacudida con gran poder en tanto que el Hijo del hombre llamó a los santos dormidos. Ellos
respondieron al llamado, y salieron vestidos de gloriosa inmortalidad, clamando: ‘¡Victoria, victoria
sobre la muerte y el sepulcro! Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón? Oh, sepulcro, ¿dónde está tu
victoria? Luego, los santos vivos y los resucitados elevaron sus voces en un dilatado y arrebatador grito
de victoria. Aquellos cuerpos que habían bajado a la tumba llevando las marcas de la enfermedad y la
muerte, resucitaron en inmortal salud y vigor. Los santos vivos son transformados en un momento, en
un abrir y cerrar de ojos; y arrebatados hacia arriba en unión de los que han resucitado, uniéndose,
juntos con el Señor en el aire; Oh, ¡qué reunión más gloriosa! Amigos a quienes la muerte había
separado, estaban unidos para nunca más separarse".
Si aun hay alguna duda referente a que los resucitados observadores del Sábado serán contados
con los 144.000, considérese lo que sigue a continuación proveniente de palabras de la Hna. White,
dichas en 1909. En el ano 1909, en la Conferencia General, el anciano de iglesia Irwin se hizo
acompañar de un taquígrafo en una visita qua le hizo a la Hna. White. El deseaba hacerle algunas
preguntas y tener una copia exacta del contenido de las respuestas.
Entre otras preguntas se hizo esta: "¿Estarán entre los 144.000 aquellos que han muerto en el
mensaje? En respuesta, la Hna. White dijo: "Oh, Sí, aquellos que han muerto en la fe estarán entre los
144.000. De este asunto, estoy cierta". Estas fueron las palabras exactas de la pregunta y de la
respuesta, como el Hno. Irwin me permitió copiarlas del informe de su taquígrafo.

EL NUMERO DE LOS SELLADOS


Puede que :ahora surja la pregunta: "Si el mensaje del sellamiento ha de ir por todo el mundo con
poder pentecostal, y la tierra ha de ser iluminada de su gloria, y si, como recientemente lo declaró el
Hno. Daniells, el mensaje resultará en millones de cristianos que serán preparados para la segunda
venida de Cristo, ¿no es 144.000 un número pequeño de sellados? Es solo una fracción de millón. En
su palabra, el Señor ha hablado de aquellos que serán salvados para su venida denominándolos
"manada
pequeña". Lucas 12:32.
Ellos constituyen un pueblo que ha •estado sujeto a una prueba rígida. El profeta Daniel habla de
ellos: "Muchos serán purificados, emblanquecidos, y probados". Daniel 12:10.
Algunos traducen esto como "completamente probados". En este caso, puede ser verdad, pues
"muchos son llamados, pero pocos escogidos". Mateo 22:14. En "Testimonies"', t. 5, p. 136, publicados
en 1881, leemos: "Una gran proporción de los que ahora parecen ser genuinos y verdaderos resultarán
ser metal sin valor'". En las págs. 213 y 214, leemos: "No todos los que profesan guardar el Sábado,
serán sellados. Hay muchos, aun entre los que enseñan la verdad a otros, que no recibirán el sello de
Dios en sus frentes. Ellos tuvieron la luz da la verdad, conocieron la voluntad de su Maestro,
comprendieron cada punto de nuestra fe, pero no hubo obras correspondientes a esta fe... Por su falta de
devoción y piedad y su fracaso en alcanzar una elevada norma religiosa, hicieron que otras almas
estuvieran satisfechas de su posición... Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios en tanto
nuestros caracteres tengan una mancha sobre ellos. A nosotros nos es dejado el remediar los defectos de
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nuestros caracteres, limpiar el templo del alma de toda corrupción. Luego la lluvia tardía caerá sobre
nosotros así como la lluvia temprana cayó sobre los discípulos el día de Pentecostés. "En la pág. 136
del mismo tomo leemos: "Pronto el pueblo de Dios será probado por pruebas internas, y la gran
proporción de aquellos que ahora parecen ser genuinos y verdaderos resultarán ser metal sin valor. En
vez de ser fortalecidos y confirmados por la oposición, amenazas y abusos, cobardemente tomarán el
lado de los opositores''.
En "Spirit of Prophecy" (El Espíritu de Profecía), pág. 426, leemos: "En tanto la tormenta se
aproxima, una numerosa clase de personas que han profesado fe en el tercer mensaje, pero que no han
sido santificados por él, abandonan su posición y toman refugio bajo el estandarte de los poderes de las
tinieblas. Uniéndose con el mundo y participando de su espíritu, ellos llegan a ver las cosas en casi la
misma luz que los mundanos tienen, y cuando la prueba se presenta, ellos están preparados para
situarse en el lado fácil y común. Hombres de talento y palabras agradables, que en un tiempo se
regocijaron en la verdad, emplean sus fuerzas en engañar y extraviar almas" En este mismo sentido está
escrito en "Great Confrroversy", pág. 609.
En "Testimonies", t. 5, p. 216, leemos: "El sello de Dios no será jamás colocado sobre la frente
de... el hombre o mujer ambicioso o amante del mundo. Nunca será colocado sobre la frente de
hombres o mujeres de lengua falsa o corazón engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin
mancha delante de Dios — candidatos al cielo". En p. 81 leemos: "Más de una estrella que nosotros
hemos admirado por su gran brillo, desaparecerán entonces en la obscuridad. A semejanza de una nube,
el tamo (paja) será llevado por el viento aun desde aquellos lugares en que vemos hermoso trigo".
En el tomo 6, págs. 400 y 401, leemos: "Mientras las pruebas aumenten a nuestro alrededor, tanto
la unidad como la separación se verán en nuestras filas. Algunos que ahora están listos para tomar las
armas de guerra, pondrán de manifiesto en tiempos de verdadero peligro el hecho de que ellos no han
edificado sobre la sólida roca; cederán a la tentación. Los que han tenido gran luz y, preciosos
privilegios, pero no los han perfeccionado, se apartarán de nosotros por uno u otro pretexto. No
habiendo
recibido el amor de la verdad, serán cogidos en los engaños del enemigo; escucharán los espíritus
seductores y las doctrinas de demonios, y sé apartarán de la fe".
Sea lo que fuere que haya de verdad referente a los millones que oirán el mensaje del tercer
ángel,.los 144.000 parecen ser un grupo especial con características propias, agrupados en porciones de
12.000 cada una, ostentando el nombre de las doce tribus de Israel, “sin engaño en sus bocas", "sin falta
delante del trono de Dios''. No todos ellos son americanos, ni todos usan el idioma inglés; mas ellos son
''sin mancha, o arruga, o cosa parecida".
Si, como recientemente lo expresó el anciano de iglesia Daniells, la predicación del mensaje
"prepara a millones de personas para ser salvadas a la vertida de Cristo", y el Señor en su compasión
perdona los pecados cometidos por ignorancia, los cuales existen en los paganos convertidos que no
han tenido la oportunidad de aquellos que han tenido mayor luz, alabanza sea al nombre del Señor.
Eso no es excusa para los que hemos tenido mayor luz, y que podríamos entonces tratar de pertenecer a
uno de los doce grupos de los 144.000 sellados.
En la "Review". ("Review and Herald") del 22 de Mayo de 1889, la Hna. White dijo: "Dentro de
poco todo el que sea hijo de Dios tendrá el sello sobre si. ¡Oh; como deseo que él pueda ser colocado
sobre .nuestra frente! ¿Quién puede soportar el pensamiento de ser dejado a un lado cuando el ángel
salga a sellar a los siervos de Dios en su frente?
Entre las faltas existentes "entre los profesos guardadores del Sábado existe una de la cual leemos
en "Special Testimonies for Ministers" (Testimonios Especiales para Ministros), N.° 7, .escrito el 10 de
Septiembre de 1896: "Existe una maldición para los que retienen el diezmo y no lo entregan a Dios. El
dice: ¿Robará el hombre lo que es de Dios? Sin embargo, vosotros me habéis robado. Mas vosotros
decís: ¿Qué te hemos robado? En los diezmos y las ofrendas. Maldito sois con maldición: pues me
habéis
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robado; toda esta nación me ha robado. Traed todos los diezmos al alfolí, para que haya alimento en mi
casa. Dios nos ayude a arrepentirnos. 'Volved a mi', dice él, 'y yo volveré a vosotros'. Los hombres que
sientan deseos de cumplir con su deber, encontrarán que este está expuesto en claras líneas en este
capítulo. Nadie puede excusarse de pagar sus diezmos y ofrendas al Señor. Acerca de los que no pagan
el diezmo, leemos en el tomo 2, p. 199: "Ellos están reteniendo y robando lo que es de Dios... Esta es
una razón de por qué nosotros, como pueblo, somos tan enfermizos, y tantos están cayendo en el
sepulcro.
Existen avaros entre nosotros". En el tomo 3, p. 398, leemos: "Hay solo unos pocos que consideran la
solemne petición que Dios les hace en el sentido de que consideren como su primer negocio el cubrir
las necesidades de la causa de Dios, y dejar que los propios deseos de ellos sean servidos al final. Hay
solo unos pocos que invierten en la causa de Dios proporcionalmente a lo que ellos poseen".
"Pero", podéis decir vosotros, "hace algún tiempo que esos testimonios fueron escritos. ¿No han
mejorado las cosas desde aquel tiempo?" Durante el año 1915, cuando a los tesoreros de la iglesia se
les preguntó: "¿Qué proporción de vuestros miembros paga diezmos?". La respuesta fue, "No más de la
mitad". Hemos de llegar a la conclusión entonces que la mitad no tiene nada durante todo el año, o sea
son como un rico hacendado que me decía: "Cuando yo he alimentado y pagado a mis trabajadores,
he cubierto los gastos de mi familia, he comprado una nueva segadora y una nueva trilladora, no queda
mucho por lo cual pagar diezmo". En respuesta a esto, un hermano que de infiel había pasado a abrazar
la verdad, y que creía que el asunto del diezmo era un hermoso sistema, díjo: "Vosotros los hacendados
trabajáis una hacienda para obtener la mitad o un tercio de cosecha por el uso de la tierra. Ahora bien,
en circunstancias en que la vida, la tierra y todo os lo da el Señor, a quien vuestro ser y todas las cosas
pertenecen, consideráis que un décimo de vuestra ganancia es obtenida por pesada labor. Inquilinos
muy pobres tendréis que ser en este caso". ¿Hemos de esperar los que retenemos el diezmo, y a quien
el Señor llama "robadores', que se nos coloque el sello del Dios vivo?

UN SUEÑO IMPRESIONANTE
La primera obra del anciano de iglesia D. T. Bordeau y mía en California, en 1868 y 1869, fue hecha
en Petaluna, Windsor, y Piner District, cinco millas al Oeste de Santa Rosa. En todos estos lugares los
ministros del evangelio predicaron contra nosotros. Finalmente, un connotado ministro cristiano
atrevidamente nos desafió a tener una discusión sobre el asunto del Sábado. Esta discusión se llevó a
efecto el 29 de Marzo de 1869 en Piner.
Habíamos estado muy anhelosos de iniciar la obra en Santa Rosa, asiento del condado de Sonoma, y
devotamente oramos de que esta discusión pudiese abrir una senda. El primer día del debate hubo una
abundante asistencia procedente de la ciudad; pero en el segundo día, como lo fue declarado por el
editor del "Demócrata" de Sonoma "todo lo que marcha sobre ruedas fue al debate". El Hno. Bordeau y
yo tuvimos un devoto rato de oración para que el Señor hiciese que el día siguiente fuese un potente
pre-
dicador en favor de la causa en California. Y así sucedió. En la noche del día 29, el Señor tuvo el
agrado de darme un sueño muy impresionante. En este sueño me pareció que el Hno. Bordeau y yo nos
estábamos esforzando en subir una montaña, y que algo progresábamos en nuestro ascenso. Habiendo
recorrido algunos cientos de pies desde el valle, nos enfrentamos con un abrupto macizo de elevadas
rocas, de unos cincuenta pies de altura, al parecer, y tan recto hacia arriba como los costados de una
casa.
Inmediatamente vimos que no había un medio por el cual pudiésemos escalar el obstáculo. Miramos
hacia la izquierda. Había una inclinada ladera hacia arriba, pero tan suave y vidriosa que llegamos a la
conclusión que el intentar ir por ella sería una ardua empresa, y un fracaso. Entonces precisamente
apareció un mensajero, y nos informó de que ya habíamos alcanzado la altura que debíamos alcanzar, y
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que encontraríamos una senda que nos sacaría de esta dificultad y nos llevaría hacia abajo, al valle, al
cual nosotros deseábamos ir.
Seguimos las indicaciones y encontramos que la roca perpendicular era como un elevado muro a
nuestra izquierda que se extendía alrededor de la roca, y que a nuestra derecha había un profundo
abismo. Al descender gradualmente la senda que teníamos que seguir, esta se hacía más y más estrecha
en tanto avanzábamos, requiriendo constante cuidado y vigilancia para no dar un paso en falso, y de
esta forma no precipitarnos al abismo que estaba a la derecha. Parecía haber también una espesa nube
delante de nosotros que impedía que viéramos a más de cincuenta pies por delante. Al avanzar
nosotros, la nube se movía hacia adelante, de modo que nuestra senda inmediata era claramente visible
y nuestro avance no perturbado.
Después de un rato, como es el caso a menudo en los sueños, hubo un repentino cambio en el
escenario. Estábamos ahora abajo, en el valle, y la espesa nube estaba arriba, sobre la colina, sobre la
senda por la cual habíamos venido. Dónde y cómo habíamos pasado a través de la nube, no lo sabía;
pero la interpretación que se nos dio fue de que el Señor había venido, y Su pueblo había sido
resucitado. Había una compañía de personas en el valle, la cual estaba subiendo a un largo tren de
vagones,
en los cuales toda su armazón parecía ser del más brillante niquelado, vagones más hermosos que
cualquier vagón de millonarios que yo había visto hasta ahora.
Nuestro tren se deslizó suavemente hacia afuera del valle con su feliz carga de pasajeros.
Habíamos recorrido solo una corta distancia, cuando entramos en un valle más extenso donde parecía
haber cuatro vías ferroviarias. En tres de estas vías había trenes de vagones que se extendían tanto
como los ojos podían alcanzar a ver, cargados de gente cuyos rostros brillaban con la gloria del Señor.
Los trenes estaban tan cerca unos de otros que de un paso podía uno pasar de uno a otro tren, mientras
ellos iban
rodando, ya que todos se mantenían el uno al lado del otro llevando la misma velocidad. Vi al Hno. y a
la Hna. White pasar de un tren a otro, saludando a los santos redimidos procedentes de diferentes
estados del país. Al girar y entrar nuestro tren en la cuarta vía, poniéndose en línea con los otros trenes,
el Hno. White exclamó: "¡Y aquí viene el tren de California! ¡Todos vamos a la ciudad!" En esto
desperté, conmovido de la cabeza a los pies por el pensamiento de que esto era una señial de victoria
para el estado de California. Aquel debate que tuvimos no solo fue el punto de viraje en nuestros
primeros esfuerzos en California, sino que, desde que empezó en mi la decrepitud de la edad avanzada,
mucho he tenido que pensar en cuanto a lo que significó el hecho de que el Hno. Bordeau y yo
pasásemos en forma inconsciente a través de aquella nube y saliésemos hacia el lugar de los
resucitados.
Y ahora, un poco de historia referente a mi caso: Hace dos años, estuve enfermo de neumonía,
atendido por un médico y una enfermera durante cinco días; el año pasado nuevamente con neumonía,
atendido por un médico y una enfermera durante once días; este año, con un severo ataque de gripe,
atendido por un médico y una enfermera, durante cinco semanas y dejado en condición tan débil, que
este año me aventuré a asistir solo a una reunión religiosa campestre, la recién pasada en Stockton. Un
día que yo estaba en el campamento de reuniones, una hermana vino donde mi, y me dijo: "Ud. vivirá
hasta que el Señor venga; pues una hermana me contó que en cierta ocasión en que la Hna. White
estaba hablando en el Tabernáculo de Battie Ureek, Michigan, y una cantidad de ministros estaban en
la plataforma, y Ud. entre ellos, ella dijo: 'Algunos de vosotros, ministros, viviréis hasta que el Señor
venga', y señalando hacia Ud. dijo: 'Y Ud. Hno. Loughborough, será uno de ellos". Yo respondí a
esta hermana: "Esto es lo primero que oigo de este asunto". Ella se alejó diciendo: "¡Oh, lo que son los
rumores!".
Con frecuencia han surgido en mi mente ciertas palabras que la Hna. White me habló en el
invierno de 1858. El Hno. White tenía un coche de dos asientos y una pareja de caballos, todo lo cual él
usaba para visitar las iglesias del estado de Michigan. Aquel invierno, él fue necesariamente detenido
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por deberes que tenía en la oficina de la "Review and Herald", y así entonces él me llamó y me dijo:
"Ud. tome los caballos y el coche, y a su esposa y a mi esposa, y visite las iglesias de Michigan".
Mientras viajábamos de lugar en lugar, hubo oportunidad para mucha conversación religiosa. En cierta
ocasión la conversación giro sobre la situación creada con motivo de la guerra en contra de los
observadores del Sábado, la cual sería en tal forma que ellos tendrían qua huir y ocultarse en lugares
aislados. La Hna. White me miró en la forma más seria durante un minuto o más, y luego me dijo,
expresándose en palabras como estas: "Hermano Juan, el Señor me ha mostrado que todos estos
obreros (queriendo ella decir los ministros) que durante los primeros años de la obra han trabajado y se
han sacrificado por el desarrollo de la causa, serán dejados a un lado, antes de aquel tiempo en que el
pueblo tendrá que huir. Todos los ministros que entonces (1858) predicaban el mensaje han sido
puestos a un lado, en sus sepulcros, excepto J. N. Loughborough. Cuando yo pienso que "todos" no
significa todos menos uno, y pienso en la seria mirada que ella me dirigió cuando habló aquellas
palabras, me parece descartada la idea de que yo viviré durante los períodos de tiempo completos en
que se dicten y estén vigentes los decretos que han de dictarse en contra de los observadores del
Sábado. Sin embargo, yo espero estar entre aquellos que serán resucitados para la vida eterna (Daniel
12:2), y que veré venir al Señor, como esta expuesto en este librito.

TIEMPO DE DURACION DE LAS PLAGAS


Se formula la siguiente pregunta: "¿Cuánto tiempo abarcarán las siete últimas plagas?". La fe y
enseñanza de los adventistas del séptimo día ha sido siempre que será el período de un ano. Basan su fe
en tales textos como el de Apoc. 14:19-20, donde esto se presenta en semejanza al pisotear en los
lagares, como aparece en Isaías 61:2; 63:3-4. Allí se le llama "el día de la venganza" y el año de los
redimidos. Adoptando la regia ya establecida, el día sería un año. Algunas personas adoptan la posición
de que el derramamiento de las plagas cubre un período de muchos años. Esto parece estar refutado por
el hecho de que bajo la quinta plaga, el pueblo está aun sufriendo de las llagas de la primera plaga.
Apoc. 16:10-11.
Durante el tiempo de estas plagas, de acuerdo con Apoc. 15:6-8, no hay intercesión en el templo
celestial. La condición del pueblo de Dios en aquel tiempo está expresada de la siguiente manera en
"Great Controversy", pág. 620: "En el tiempo de angustia, el pueblo de Dios sería anonadado si tuviese
pecados inconfesos que apareciesen delante de ellos mientras son torturados de temor y angustia; la
desesperación acabaría con su fe, y no tendrían confianza en pedir a Dios su liberación. Pero mientras
ellos tengan un profundo sentido de su indignidad, no tendrán pecados ocultos que revelar. Sus pecados
han sido juzgados por anticipado". Difícilmente parecería que el Señor en su misericordioso trato con
su pueblo les sujetase a esta condición por espado de una serie de anos. La Hna. White relaciona
precisamente este período en que el pueblo de Dios estará sin intercesor con aquellos textos que tratan
de él como de día y año; y a menudo en sus exhortaciones que nos hace se ha referido al año en que
estaremos sin intercesor.
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EME
Casilla 70
Longaví
Chile

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