SU PERCOLOR
Nippur de Lagash - Grace Henrischen - Malasia
Secreto oculto en el mar ¢ El cosaco67
NIPPUR DE LAGASHSiempre hay algode patético en una colum=
na marchanda, encorvatios bajo sus armas,
esperando el descanso, fa comida, la fort
na, algo que rompa esa monoton(a eterna
de la marcha. Pero éstos atin no lo habfan
hallado y continuaban su ruta de fatiga y
ublera Sabido que me apoyaban sus espadas
‘nel pecho y me sacaban la bolsa en broma me
hublera conduci de otra manera. Yo pensé que
tal vez querrfan robarme pero supongo qué. me
quivoqus, ino? are
Bah, No me molestes més,
vacabundo._
Escucha, ficial.
fue un error.
Hacfa mucho calor y ls soldados arras-
traban su sudor y su cansancio por el
camino polvorienta, Solo se ofa el entre-
|_algo ausenie y algo lejang sin decir una
palabra tba el general, rafeado de su bé-
El oficial suspir6 y removié las nalgas tratan-
ode allviar el dolor de sus rifiones tras fa
larga cabalgeta. Era un oficial cansado, harto
de muchas cosas y entre ellas, de mi.
Te jure que aquelio
2Y sin querer le a>
Trulnaste la cara a
nis tres soldados?
hace
‘hoa, sue qe Soy un hone awl
> |
fos dloses han dato um sentido del humor amplio
y simple y cuando aquellos tres asnos con casco
‘rataron de robarme les rompf las cabezas sin eno-
ja. Después de taio fue una estupidez,.. por parte
Ge ellos, claro . Pero hay ciertas cosas més desa~
(Y una de ellas ef que un diclal gordocres que
{basta un capo para autorizer Insultes )Aver aquelq ef opneral desmont6y cb
serv la ciudad por un largo rata. Algunas
moscas comenzaron a zumbar junto. su
las espant6 con la mano.
FFubo un revuelo de soldados rescatando al o:
Iticial de entre el polvo y las patas de su ca~
ballo pero yo segut silbando,con mi mejor ca-
ra de tonto.
‘ytdenme a
levantarme,
lailast
[a cludad estab allf pequeta y blanca. Habfan sembrado en torno
‘ella érbolese infinitas campos de triga amarillos bajo! sol.
Desde donde estamos no se velan ni templos ni palacios. Solo
Aistingufamos las copas de los érboles sobre las
as, El estrépite de nuestra legada espant a los pf
{queaban los sembrados que dejaron lugar ala inmensa maquina
de bronce y cuera| ;
Envla a ese que arrestaste
a decir los dela ciudad
Er dicial habla comenvado a no"
‘ar la sospechosa relaciOn entre]
las veces,en que me llamaba va
gabundo y aquéllas en que su c
ball lo depositaba de unt mane}
a un tanto brusca en el suelo.
Creo que hab elaborado alaGin
plan con respectoa mfy no le
as $1. que vue
Ves, clara, 10 y jo vemos a tener
und larga converscl6n. eGTas calles eran amplias y Timpias, eripedra~
das con pedras redondas, bordeadas de r=
boles. Las casas eran de ladrillos cocidas
| al sol. De tanto en tanto habfa un pazode.
‘aqua én algGin recolo de la calle. Era una
pequetia ciudad como muchas... pero.esta-
jbael coro de risas y silbidos a mis espaldas, Por
lun momento se me ocurri6 fo que el ficial me
arta si regresaba pero prefert esperar que los
ide la cludad sequirfan la saludable costumbre de
Inodevolver fos prisioneres de Sus enemigos.
[Elecode mis sandalias al gol-
pear las piedras comenzé a po-
rnerme nervioso. Estaba solo
FaNo hay nafie?;Tralgo un mer
ste! 1Salgan de una vez
Tie detuve jadeante e inquieto en un
Crutce de callejuelas y supe que en al-
guna parte alguien me vigilaba. Has-
{a mis narices llegb el olor del pesca
do recién frita,
TMalditos sean! zEs que un prisionero
dad?
yaa tomar toda upaNi una respuesta. Ni el ecode una [Me senté sobre una piedra, caliente | [Llevaba cierto tiempo asf cua
vou. Nada, ly dspera. El yugo me doliéen laes- | |doescuché un rumor de pies J
jpalda, Por alguna raz6n oscu- Idesnudos que venvan hacia \
Ira y mala el buen humor se me ha- || mfcon un andar lento y caden~
fa escapado y tuve el presentimientq | closo.
fe que no me serfa facil recuperar'o.
‘espaldas y brazos musculosos, Llevaban lan-
zas y en las caderas sobresalfan los cuellos
de muerte ge las espadas...
ISentfun roce comode peje sthre el yugoy | [ Observé alos diez hombres con sus pechos anchos y su Tuven
los lazas de cuero que me suetaban a él cay ‘ud titilante como cuentas de colores. Eran jévenes sf, yfuer- 1
lron sobre la calle con un rumor resecode vibo-
ra muerta, El solo imaginar e ilode esa espa-
Si vienes @ decirme que nos entrequemos, la respues~
taes no. Pero note preccupes. La daremos nosotros72
Hizo una sofa y unde
ellos trep6 de dos zance
das al techode una cas.
) ET pare de bronce Heg6 hasta fos Hombres con:
escudosy lanzas/recorri sus filas burléndose
e sus armas y sus érdenes.
Ie senté con ellos en el cireuTo arboladg
len el centrode la ciudad. Ellos se habfan
tendido sobre las losas de esa plaza vacfa
y sus manos reposaban tranquilamente so-
bre las armas. Habtan llevado vino y bebfan|
lentamente
El general noes tonto. No quiere arriescar
[sus hombres en un ataque nocturna._2No
‘Aquél a quien llamatan Dunumit
un poco apartada, con su cabellera de oro
yy la espada en una funda contra el pecho,
Parecta un dios de aquellos que 10s ela
tas pintaban en sus jarronesy sus tem-
los, casi desnudo, descalzo, y sonriente.
Tal vez hubiera si
jor para nosotros
el general fu
ie
mds tonto,
Hablodespacia,con la tranquilidad del que no se
embriaga con palabras sino que las medita pri-
mero con inteligencia.
-Waflana,cuando 6! ataque, no patremos hacer
mucho.
2Qué oourre aqué, Dunumit?Ine sonri6 amistosamente, Eran extratios
6venes, con cuerpos de atletas y sonrisa
ide ancianos,
‘Alguna vez vivimos en cludades como
Jal restode los elamitas. Alguna vez o-
edecimos a un rey y fuimos enviados
‘Ahora estaban en silencio y escucha
ban al joven Dunumil, que sentado an
te mf bajo las estrellas, contaba aquella
historia como para sacar fuerzas de su
recuerdo... otal vez simplemente para
lenar el vacfo de las Roras hasta que
73
Sonri6 pero ahora su sonrisa fue cruel y su
reci6 el de un dios de fa venganza.
Nos carssamos de tao yde talosy hutmos de
‘nuestra ciudad. Eramos solo un grupo de ami
‘0s con nuestras familias que se negé a se-
uir siendo esclavizados por nuestro rey, por
pe verdugos y sus mercenarios.
ilegara el amanecer de sangre.
4 querras y pagimas impuestos de san-
fre. Alguna vez supimos lo que es la
iranfa y el temor y los soldados patru>
Hlando las calles...
‘Con un ademén amplio se.al6 ls érboles que ape
inas susurraban bajola brisafresca de la noche,
Y fajo estos arboles estuvimos diez dia
| do. Cada uno querfa hacer una cosa dis
sy décim da alguien (no recuerdo quién) se puso
e pie y dijo una genial palabrota y simplemente
puso levantar una choza.
fEsper6 un momenta. Todo efa perfecto, Las estrellas
estan all, refleéndose en las lanzas.y el aire flo-
recta en los érboles que un dia deberfan Negara fru-|
to. Aspiré muy honda, como cuando uno termina una}
larca caminata,
ETrestofue simple. Despertamas |
una nueva realidad, la del tra-
bajoy alrededor de esa choza fun-
‘amos esta ciudad y decid mos
ser hombres libres. Libres de to-
das las coronas y, més importante
‘ain, libres de nuestra propia va~
IAh, SEI se cans6 de tanto palabrerto y
uiso ver algo tenable. Cuande aceb6 tenia
luna chaza de barro y un techo de paja qu
Ino hubiera soporto ni una lluvia.Y sin
smbargo de pronto comprendimas que é1
lrael Gnico que habfallegado a alga. Ef
: Ta Ciudad fue hermosa,
fenf algo que podfa tocar. Nosotros solo
Th ia puedes ver.
‘Apur6 un trago y sefal6 por sobre sus
hombres hacia el collar de antorchas que
fremolaba en torno de la ciudad.
Dos se Tevantaron y con un par de antorchas fue-
‘on por as casas encendiendo los hogares. Len
‘tamente, la ciudad tomaba vida, como una flor que
gesvere
*_Vete.-_ Noes bueno para ti quedarte aqui,
ff Va
ro Nuestro rey no olvido nuestro des
NV envi6.a sus soldados. Sus sacerdotes
|
nos}
han llamado malditos de los dioses. Sus ju
1285 nos han pros
Hn aqui ahora con lanzas y esnaias.74.
Se encosié de hombras.
flos estaban enamorados de su ciudad
libre. Y pelearfan por sequir como has
la entonces porque ya no sebrian cémo
vivir de otra manera. Por eso pelearfan
hasta morir. Suena hueco para el que lo
loye pero en esa alborada de sangre, tuvo
un significado sélido como una muralla
Estuvieron toa la noche de pie sore las terrazas. Quietos. Afilando
sus lanzas, sin apartar la vista del campamento que se extend sobre
falanura.
yrchas brillaban allé fuera
‘de cuando en cuanda un centine~
la pasaba la vor de ronda, Las puntag
ide las lanzas ttilaban ala luz de la|
amas como moles de estrellas des-
prendiénsce de un cielo muerio.
‘Via unode ellos removiendo fa terra de
los canteres y acariciando las flores. Era
casi ridfeulo ver a ese enorme atleta, con
sus masculos, su espada y sus cicatrices
haciendo esa. ¥ entonces, como en uri re
We dorm sentat con la espaida apoyada [We Gespert6 el rumor de pasos y vores.
en uma de las paredes Blancas y san con. |
redondos sles de sangre que el nuevo
fa habia de traer consign
| do suplmos que los soldados esta~
| adonde nuestro rey no pueda lie~|
{No te has dado cuenta? Los de
imés partleron hace dos dfas cuan’ SA chusma hasta que ellos consi-
gan alejarse lo suficiente
ban cerca . Fueron a otro lugar,
gar. Fueron a fundar otra ciudadEcharon a correr hacia fos soldados levando en una mano unes- ~
ccufo y en la otra una espa, De alguna manera me recordaban a
‘aquellos diases-halcones de mis leyendas de nif embistiendo,
aquella murallade escudos y lanza,
Fueron tronbes de bronce, corey dstrarado
fas formaciones y aullando siempre su Gnico gri-
tode qurra qutral sin palabras cono un art-
Hode voe y sin detenerse ni cuando eran heridos.WWF espaia subio ybaje clon veces como un brillant pajaro sin
sedlento de sangres extrafas. Oli la muerte y ella me ro- AM
6 ahogéndome con su fétido allento, Pisé cuerpos muertos y78
Y de pronto tos soldados co-
menzaron a retirarse paso
a paso, alin erizados de lan)
1zas pero con su fmpetu rotay
Nos detuvimos al Hlegar alas primeras
‘Ala ciudad. Volvamos.
i casas.
—————___
Cinco han quedato alld. Que los dtoses
los reciban,
Ven conmigo. Debemos comer alga Esto |
2 soloel principio.
Cada uno de nosotros pidié una gracia. Yo
pedf que plantasen un arto! en la nueva
Ciudad. El que corté tus ligadu ras pidié que
sembraran un campo de flores. El pelirro-
mos sentados frente a uno de
ios Arboles florios y parecfa como
| nada hubiera acurrido, com
la llanura estuviera limpia y en el
elo no hubiera ya bultres y verdes nu}
bes de mascas bajando sobre los cat=
vores, a
| zQue thamos @ morir? Claro. Nosotros] [Me he enamorado de mi muerte. Me acos-
| mismos declaramos viudas a nuestras my| | tumbré alla y comencé a sofiar con su
lieres y huérfanos a nuestros hiles antes| | quietut, Si me la negaran , ahora no sa-
|de.que partieran. zY sabes algo extrafcr| |_brfa qué ve.
F Jo que murié junto a nosotros querfa que
criasen un halcon ris suya
‘Siempre lievo en la vaina de mi espada se=
millas de muchos rboles para que cuando
ya no me mueva pueda meterme dentrode
ella ynacer otra vez en ramas y hojas. Cuan)
\do la tierra me beba dejaré de ser como soy
pero comenzaré a ser de otra manera,73
eonenaré a ser orden el irigoy flor en] [ Pairéfotar hacia el so sin mi pero
fos cabellos de una mujer. Ne molea- | | slempre yoen clea manera cerca
Iranen la arcilla de los alfareros y seré| | de los dloses y esperando el tlempoen
iatrillode un mura. Viajaréconel | | que hasta esa memoria fa desaparez-
Islenta amigo. ‘ —|
eee cee EE
Flechas. Clentos de flechas ennegrecieron el aire. Clara 2Para
SS] qué acercarse? Aquellos ciudadanos de una ciudad vacfe eran dema|
siado peligrosos._Y Io habfa dicho Dunumil.El general era inteligen~
te, es ay
a
Draban contra las paredes, areWe
yyla sangre dej6 de manar.
(Cuando enfil6 hacia fos soldados que ve-
{nian marchardo hacla la ciudad, compren-|
Na. Grandfsinio loco. No.
‘Sonri6y tomé un trazo de Cuero y at6 mi
brazo por sobre la herida. Apret6 con fuerza
Laflecha me habla atravesado el hombro
y la sangre corrfa a chorros por mi cuer~
Po...
Perdénanes. Es por nosotros que estis ent
esta,
(iota. 2rees acaso que no soy libre?
libre incluso para decidir mis proplas
estupideces?
Ccompafteros clavades por las fechas
contra las paredes evitando mirar a=
quello oos tan abierts y esa sangre
vertda en ros.
GGrité Con todas mis tuerzas y sent | | La respuesta me leo6 nftita y pude ver la es=
que la garganta me estallaba y las le | pada mellada por mil golpes refulgiendo en el
‘es me golpeaban como tambores. aire negro de moscas y bultres y emanaciones |‘Lo mataron rapidamente a lanzazos. Fue heroico y algo estGr
deo,pero él ya haba diche que estaba enamorafo de su muerte
yes sab que las enamorados no tienen paciencia para esperar.
ConseguT ccultarme en una zanja | { Se fueron sin dar importancia a los cad
y desde allf viel saqueo y la destruc-| | veres insepultos,a las casas derrunibadas
cién de la ciudad. Vi los drboles ta- | | ya las murallas negras de fuega. Se fueron
lads y las fuentes cegadas con cadé-
veres para envenenar las aguas. Los| | podisciplinadg de masculo sin alma. Se
tmuros fueron derribados y todo aque| | fueron como un fantasma de polvo y bronce
Ho que no pudo ser rabado fue que- | | rumba a otra guerra que justficara su exis-
mado odemolida, Cuando terming, || tenca,
fueron.
[Ine levé dos dias enterrar aquellos restos des- campo de batalla luchan- | [Cuando hube terminada, levanté Ta vista
ichatos. Ya no reconccten ells la sonrisa | |docon los butres y los enterré en su ciu- | Ji un buitfe que abandonaba su espera y
nila alegrfa, Ahora eran solocarne muerta, | [dat vata y quemada donde eltiempa comer) |descendia, pido y groseroen busca de
| aba a preparar su labor de destruccgn. | su presa
Coloqué sobre sus tunbas los intiles.mo-
| ‘sie rumentas del recuerda come ise puter |
lengatar al tiempo,
Nilloré ni maldije. Esto habia sido un
suefiode gloria y sangre con una goka
de feroz dolor y tao lo que yo deseaba
era despertar y que con el despertar lle
S garaeelolvido, —Y desde ese dfa loespe-
To,espero.el maraviloso olvida, pero
éste nunca llega.