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de Litúrgica
Introducción
En la liturgia Romana cada momento tiene suma importancia, los ritos iniciales, la
lectura de la Palabra, la consagración, etc., etc., pero es también importante comprender la
pedagogía de los gestos y símbolos que también nos llevan a comprender en la totalidad lo
que estamos celebrando y él porque de cada cosa. Con una comprensión más profunda de
esta realidad viviremos con intensidad y plena conciencia cada liturgia.
Vinculados al cuerpo humano, que también habla y expresa las actitudes más
íntimas.
Relacionadas con cosas materiales, de las que nos servimos para expresar lo que
nuestros ojos, manos o palabras no pueden decir bien.
“Es preciso que cada uno a su manera esté profundamente penetrado del espíritu de la
liturgia y que sea instruido para cumplir su función debida y ordenadamente”
Sacrosantum Concilium 29
Vaticano II
2. El año Litúrgico.
La Iglesia celebra con un recuerdo sagrado, en días determinados a lo largo del año,
la obra salvadora de Cristo.
Cada semana, en el día llamado “del Señor” o domingo, hace memoria de la
resurrección de Jesús, que, además, una vez al año, celebra unida con su pasión en la
máxima solemnidad de la Pascua.
Explicando el misterio de Cristo en el ciclo del año, desde la Encarnación y la
Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la espera de la venida del Señor.
1. LITURGIA.
¿Qué es la liturgia?
¿Quién celebra?
“La Liturgia es acción del Cristo Total. Los que desde ahora la celebran, más allá
de los signos, participan ya de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente
Comunión y Fiesta.” 2
“Es toda la comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a su cabeza quien celebra. Las
acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia. Que es
‘sacramento de unidad’, esto es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de
los obispos.”
1
Luis Alessio; El Rocío del Espíritu; Edic. Paulinas; 2001; Bs. As.; pág. 13.
2
Catecismo de la Iglesia Católica; número 1136.
“La asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados que, por el nuevo
nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y
sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios
espirituales. Este sacerdocio común es el de Cristo, único Sacerdote, participado por sus
miembros.”
“Pero todos los miembros no tienen la misma función. Algunos son llamados por
Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la comunidad, consagrados por el
sacramento del Orden, por el cual el Espíritu Santo los hace aptos para actuar en
representación de Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia.”
“Así, en la celebración de los sacramentos, toda la asamblea es ‘liturgo’, cada cual
según su función, pero en la unidad del Espíritu que actúa en todos. En las celebraciones
litúrgicas, cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que
le corresponde según la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas.” 3
3
Idem números 1140-1144
4
Luis Alessio; El Rocío del Espíritu; Edic. Paulinas; 2001; Bs. As.; págs. 21-22
5
Catecismo de la Iglesia Católica; número 1139
Signos y símbolos.
Reflexionemos.
Al decir que la liturgia es acción de Cristo resucitado, que con, en y por la Iglesia
continúa realizando el misterio de la redención, sin lugar a dudas nos apartamos un poco de
una mirada un poco reducida de la liturgia. Muchas veces corremos el riesgo de hablar de
las celebraciones como si nosotros fuéramos simples espectadores de una acción que realiza
el sacerdote que preside nuestras asambleas, y esto no es así. No es la liturgia el conjunto
de normas que están escritas en el Misal y que deben cumplirse. La liturgia tiene normas,
pero no es las normas.
Es la fiesta de la redención que se nos hace presente en nuestro hoy, comulgando
con el hoy de Dios. Es la vivencia en nuestras vidas de la acción de nuestra salvación que,
como Cuerpo de Cristo, realizamos en la Iglesia. Esta celebración se plasma en los
sacramentos, signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia
por los cuales no es dispensada la vida divina.
Nuestra participación está marcada por las actitudes internas de acción de gracias,
escucha, ofrecimiento; así cada uno de nosotros está llamado a servir a la celebración como
miembro activo del Cuerpo de Cristo, como redimido por la Sangre del Cordero, de manera
6
Idem; número 1189
7
Idem; número 1131
que en ningún momento estamos dispensados para “hacer, decir, pensar” nada que nos
aparte de tan gran momento en el que, por la acción del Espíritu Santo, se vuelve a entregar
Cristo en rescate por nuestros pecados, para reconciliarnos con el Padre.
Actividades:
1. Para comenzar con el encuentro, se realizará una oración al Espíritu Santo, pidiendo
la gracia de conocer más profundamente nuestra fe, para poder celebrarla más
plenamente y alcanzar así la gracia de la comunión con Dios y con nuestros
hermanos.
2. Iniciar el momento de formación con preguntas abiertas, del tipo: ¿Qué es liturgia?
¿Si alguien les dice liturgia, qué entienden? La finalidad es que se rescate el sentido
de celebración de Cristo resucitado, que con, en y por su Iglesia continúa haciendo
presente el misterio de la redención, esto como lo más profundo frente al
normativismo vacío que muchas veces tendemos a subrayar en el ámbito litúrgico.
3. Señalar la importancia de la participación plena, conciente y activa de cada uno de
los miembros de la asamblea, cada uno desde su función propia, al servicio de los
demás.
4. Para que cada uno de los asistentes reflexione y en un momento de oración conteste
personal e interiormente sobre la vivencia activa de las celebraciones litúrgicas:
¿Cómo vivo la Santa Misa, acción litúrgica por excelencia? ¿Cómo me preparo
para las celebraciones? ¿Agradezco luego de la celebración? ¿Qué propósito
puedo realizar frente al Señor, confiando en su gracia, para vivir mejor las
celebraciones?
5. Para finalizar se rezará el Padre Nuestro en acción de gracias.
e) Tiempo e) Tiempo
Ordinario II. Ordinario I.
c) Cuaresma
Tiempo
Pascual
Triduo
Pascual.
d) Pascua
• El Misal: es el libro que contiene las oraciones propias de la misa y señala los ritos
que hay que seguir para celebrarla. Este libro lo usa el sacerdote que preside y
8
Gaudete: Voz latina que significa: Alegría, Gozo.
9
Laetare: Voz latina que significa: Alegría, Gozo.
también los con celebrantes en la plegaria eucarística. Primero se coloca cerca de la
sede y luego en el altar. Un monaguillo lo acerca al sacerdote siempre que lo
necesite.
• El Leccionario: Es el libro en el que se encuentran las lecturas bíblicas que se leen
en las acciones litúrgicas. Hay cuatro clases de leccionarios:
El dominical y festivo: contiene las lecturas para todos los domingos del año y de las
principales fiestas y solemnidades, y está dividido en tres ciclos (A, B y C), según el
evangelista que se lee cada año: San Mateo en él A, San Marcos en el B y en el C San
Lucas.
♦ El Ferial: Contiene las lecturas de las misas de los día laborables.
♦ El Santoral: Contiene las lecturas para las celebraciones de los Santos.
♦ El de misas diversas: Contiene las lecturas para las misas rituales, por motivos
diversos, votivas y de difuntos.
• El Ritual: Es el libro que contiene las celebraciones de los distintos sacramentos
(excepto la Misa) y también de los sacramentales10.
• El Pontifical: Es el libro que contiene las oraciones y los ritos
• La oración de los fieles: Es un libro de composición libre, en el que se recogen
distintos formularios para la oración universal de la misa. Con este libro
pedimos por todas las personas y ejercemos así la intercesión delante de Dios.
• La liturgia de las Horas: Es el libro de la oración de toda la Iglesia. En él
encontramos salmos, lecturas bíblicas, escritos de los santos padres, himnos,
intercesiones. Comprende la oración de la mañana: Laudes, la oración del
atardecer: Vísperas y completas la oración de la noche. Estas son las tres horas
más importantes para los laicos en los religiosos y sacerdotes se incluyen otras
más.
10
Se llaman sacramentales los signos sagrados instituidos por la Iglesia cuyo fin es preparar a los
hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida.
Entre los sacramentales, las bendiciones ocupan un lugar importante. Comprenden a la vez la alabanza de
Dios por sus obras y sus dones, y la intercesión de la Iglesia para que los hombres puedan hacer uso de los
dones de Dios según el espíritu de los Evangelios.
5. Los ornamentos Sagrados de los ministros:
Dice la introducción del Misa (n. 297) que la variedad de ministerios en la Iglesia
se pone de manifiesto, en el culto, a través de la diversidad de las vestiduras sagradas, que
contribuyen también a la belleza de la acción litúrgica. Asimismo, el hecho de que los
ministros lleven unos vestidos distintos de los ordinarios, ayuda a ver que la liturgia nos
introduce en un mundo distinto que no es el de la calle, sino prefiguración de la vida
celestial. Como nos lo recurada muy bien el libro del Apocalipsis11-.
El Alba: Es una túnica blanca (de ahí su nombre) que puede ir más o menos ceñido
al cuerpo. Si es necesario se puede ajustar a la cintura con un cíngulo. El alba es el
vestido básico para todos los ministros en la celebración litúrgica y, por tanto, es el
más recomendable para monaguillos o acólitos.
El amito: Es una pieza de tela, mayormente blanca, que se pone bajo el alba y tiene
la función de tapar el cuello del vestido ordinario cuando el alba no lo cubre del
todo. Puede tener forma de capucha.
La Estola: Es una pieza de tela, con los distintos colores Litúrgicos, el sacerdote se
coloca en torno al cuello, dejando que cuelgue ante el pecho; el diácono lo lleva
cruzada, pasando el hombro izquierdo, por encima del pecho, hasta el lado derecho
del cuerpo, sujetándola ahí. Con ella, y por la forma de llevarla, quedan
identificados los ministros ordenado ante la asamblea.
La casulla: Esta palabra deriva del latín, y significa “casa pequeña”, lo cual ya nos
dice mucho sobre su forma. Es un amplio manto, abierto por los lados (sin mangas)
y con una abertura al centro para pasar por ella la cabeza. Cubre todo el cuerpo, y
además de identificar al presidente de la eucaristía, lo viste casi totalmente de
modo que da a su figura un aspecto elegante y, por sobre todo, digno. Este vestido
acostumbra a llevar ornamentos y apliques que le embellecen. La casulla es el
11
Después de esto vi un gentío inmenso, imposible de contar, de toda nación y raza, pueblo y lengua, que
estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Apocalipsis 7,9
vestido propio del sacerdote que celebra la misa, y las demás acciones sagradas
directamente relacionadas con la misa. Se coloca sobre el alba y la estola.
La dalmática: Es también un vestido de forma elegante, semejante a la casulla pero
con mangas y más ceñido al cuerpo. Es la vestidura propia del diácono y se pone
sobre el alba y la estola.
La capa pluvial: Es una pieza de ropa muy amplia, que cubre todo el cuerpo, sin
mangas y abierta por delante de arriba abajo, que se sujeta con un broche. El
sacerdote puede ponerse la capa pluvial en las procesiones, en la exposición del
Santísimo, en la liturgia de las horas y en lagunas otras acciones litúrgicas según las
normas de cada rito.
El humeral: Es el paño que se pone sobre los hombros el que, por ejemplo, lleva el
santísimo en una procesión o da con él la bendición al pueblo. Utiliza esta pieza de
ropa se significa el gran respeto que tenemos por el Cuerpo de Cristo, digno de la
máxima reverencia.
El Roquete: Se viste sobre la sotana, y es de color blanco, como un alba recortada,
con mangas algo más cortas de lo normal, y no se ciñe a la cintura. Lo pueden
utilizar los ministros para celebrar la liturgia, siempre que no tengan que vestir la
casulla o la dalmática; tampoco lo pueden utilizar en la concelebración de la misa.
También se le da el nombre de sobrepelliz.
Las insignias episcopales: El Obispo lleva unas insignias que lo identifican como
lo que es, cabeza y pastor del pueblo de Dios, a imagen de Aquel que es su única
Cabeza y Pastor, Jesucristo. Son las siguientes:
♦ La Mitra: Cubre la cabeza con dos bandas que cuelgan sobre los hombros
llamadas ínfulas. El obispo ornamenta su cabeza con la mitra para significar
que representa a Aquel que es Cabeza del pueblo de Dios.
♦ El Báculo: es un bastón largo, que recuerda que el Obispo es el pastor de la
diócesis, imagen del Buen Pastor, Jesucristo.
♦ El anillo: Signo de la fidelidad y del amor del Obispo a la Iglesia.
♦ La cruz pectoral: Es una cruz que cuelga sobre el pecho mediante una
cadena alrededor del cuello.
♦ El Palio: Pequeña estola de lana blanca con seis cruces negras a su
alrededor que reposa sobre los hombros de los arzobispos y que es signo de
su autoridad y de su comunión con la sede de Roma. Se pone sobre la
casulla.
Para celebrar la misa y las demás acciones litúrgicas son necesarios distintos
objetos. Algunos de ellos son totalmente indispensables, mientras otros colaboran a la
belleza y el decoro de la celebración.
12
Es el libro que contiene las oraciones propias de la misa y señala los ritos que hay que seguir para
celebrarla. Este libro lo usa el sacerdote que preside y también los con celebrantes en la plegaria eucarística.
Primero se coloca cerca de la sede y luego en el altar. Un monaguillo lo acerca al sacerdote siempre que lo
necesite.
los materiales que no se rompen fácilmente ni se corrompan. El cáliz tiene forma de
copa, y en él se pone el vino que ha de ser consagrado. La patena es el recipiente en
el que se coloca el pan que está destinado a la comunión. Ambos deben ser lo
suficientemente grandes según el número de personas que participan; también a
veces el recipiente para el pan se denomina copón por la forma de copa que había
tenido durante mucho tiempo. El nombre de patena también se emplea para designar
a la que se sostiene bajo la boca del comulgante para evitar que caiga el cuerpo del
Señor en el suelo.
El Corporal: Es una pieza de tela cuadrada que se pone sobre el altar cuando se
preparan las ofrendas, y sobre ella se depositan el pan y el vino de la Eucaristía. El
nombre proviene del Cuerpo del Señor que reposará sobre él en l celebración de la
misa. También se utiliza para la adoración del Santísimo, y puede ponerse también
sobre una mesilla cuando se lleva a la comunión a los enfermos.
El purificador: Es una pequeña toalla que se utiliza sobre todo para limpiar el cáliz
y la patena después de la comunión.
El lavabo: Con esta expresión, además de indicar el gesto de lavar las manos al
sacerdote que preside la eucaristía antes de la plegaria eucarística, también
queremos significar los utensilios que empleamos para ello: una jarra con agua, un
recipiente para ponerlo bajo las manos y recogerla, y la toalla con la que se seca.
La Palia: Se utiliza para cubrir el cáliz para evitar que caiga algo en su interior.
Las vinajeras: Son dos jarritas que contienen, una el vino y la segunda el agua para
el cáliz. Lo mejor es que sean de cristal, y la de vino mayor que la del agua ya que
agua sólo se pone un poco.
El incienso y el incensario: El incienso es una resina especial muy aromática. En la
celebración litúrgica su uso es signo de adoración a Cristo Señor. En la misa son
incensadas todas aquellas personas o cosas que se refieren a Cristo: el altar porque
está ungido con el crisma y, sosteniendo el Cuerpo y la Sangre del Señor, es signo y
recordatorio permanente de Cristo; el evangeliario porque es la misma Palabra de
Cristo; el sacerdote porque celebra la liturgia “in persona christi”13 , la asamblea
13
En la persona misma de Cristo Cabeza y Pastor de su pueblo.
porque evoca la presencia de Cristo14 y también se inciensa la Cruz que está junto al
altar, al inicio de la Misa, la imagen de la Virgen o del Santo titular de la Iglesia o
Parroquia. El inceso, con el humo oloroso que se eleva al cielo, es también signo de
la oración de los Cristianos que sube hasta Dios, como lo leemos en el libro del
Apocalipsis. Así mismo, llamamos incensario el recipiente que sirve para ofrecer el
incienso. Se aguanta con tres cadenas y contiene un pequeño brasero en el que se
pone los carbones encendidos sobre los que se tira el incienso para quemarse. Este
también suele llamarse Turibulo, y el que lo lleva recibe el nombre de turiferario.
En las procesiones va delante de todos, procediendo a la Cruz y los ciriales.
La naveta: Es el recipiente en el que se lleva el incienso. Se llama así por la forma
de pequeña nave que tradicionalmente ha tenido. Va acompañada de una cuchara,
más o menos artística, que sirve para echar el incienso sobre los carbones
encendidos.
El hisopo: Es el objeto que sirve para asperjar con agua bendita, consiste en un
manojo de ramas verdes atadas por la base o un instrumento metálico que lleva en la
cabeza del mango una bola con agujeros que retienen y esparcen el agua.
El cirio pascual: Es un cirio grande que se enciende al principio de la Vigilia
Pascual y que simboliza la luz de Cristo resucitado. Durante todo el tiempo Pascual
está en el prebisterio, preferentemente junto al ambón, y luego el resto del año está
en el baptisterio. También se coloca junto al féretro en las exequias.
La custodia: Es un objeto de metal, de formas artísticas y ornamentados, en el que
se coloca el pan eucarístico, el Cuerpo de Cristo, para mostrarlo a los fieles. Se usa
sobre todo para la procesión del día de Corpus Christi15 y en la exposición mayor
del Santísimo.
El palio: Es el dosel sostenido por cuatro o más varas largas que cobijan, en las
procesiones, al sacerdote que lleva la custodia o una imagen sagrada.
La credencia: Es una pequeña mesa situada en el presbiterio, en un lugar discreto,
sobre la que colocamos los vasos sagrados antes de llevarlos al altar, y todas las
demás cosas que necesitamos en un momento determinado durante la celebración.
14
“ Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.MT.18, 20
15
El Cuerpo del Señor.
No es conveniente que este pegado al altar. Desplazarse a buscar el pan y el vino a
la credencia resulta un gesto significativo de preparación de la eucaristía.
2. LA SANTA MISA.
Partes de la celebración.
16
Catecismo de la Iglesia Católica; número 1409
17
Idem número 1323
18
Idem números 1324 -1325
“La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios,
la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo,
la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la
recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y
mismo acto de culto.” 19
Ahora bien, en la celebración eucarística podemos diferenciar dos partes importantes.
La primera es la Liturgia de la Palabra, que comprende desde el saludo inicial hasta la
Oración universal (o de los fieles); inmediatamente le sigue la Liturgia eucarística, en la
que tiene la centralidad la consagración de nuestros dones de pan y vino en el Cuerpo y
Sangre de Cristo.
Liturgia de la Palabra
Liturgia Eucarística
20
Luis Alessio; El Rocío del Espíritu; Edic. Paulinas; 2001; Bs. As.; pág. 127
21
J, Ratzinger; La festa della fede; citado por Luis Alessio en página 127.
22
Juan Pablo II; Carta Apostólica XXV annus.
se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos; la plegaria
eucarística propiamente dicha, formada por un conjunto de oraciones en las que la
Iglesia: da gracias al Padre por la creación, la redención y la santificación; canta al Dios
tres veces Santo; implora la venida del Espíritu Santo sobre el pan y el vino para que se
conviertan por su poder en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; el relato de la institución;
las aclamaciones del Misterio de la fe; las intercesiones por la Iglesia, por todo el mundo,
por los vivos, por los difuntos; y por fin la comunión, precedida por la oración del Señor
(Padre Nuestro) y por la fracción del pan, en la que los fieles reciben el mismo Cuerpo y la
Sangre de Cristo que se entregó ‘para la vida del mundo’.
Debemos considerar la Eucaristía:
• como acción de gracias y alabanza al Padre;
• como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo;
• como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu. (cf
Cat.Ig.Cat.1351-1358).
23
José Aldazabal; La comunidad celebrante; Dossier CPL 39; pág. 68
participación, pues recibirá a Nuestro Redentor en la Comunión, por eso nos dirigimos al
Padre para que Él nos prepare.
24
José Aldazabal; La comunidad celebrante; Dossier CPL 39; pág. 94-95.
“El que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en estado de
gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la
Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.”
Signos sacramentales
“Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre
los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras
de la consagración dichas por Jesús en la última Cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por
vosotros... Este es el cáliz de mi Sangre..."
“Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y
la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y
glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre,
su alma y su divinidad.” 25
Frutos de la comunión.
“La sagrada comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del
comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves.
Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de
este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.”
“La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión
cuando participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo
al menos una vez al año.”
25
Idem números 1412-1413
Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la
Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen María y a
todos los santos.” 26
Actividades:
1. Para el encuentro llevar el Catecismo, el Misal, el Leccionario. Se comenzará
con una oración a la Santísima Virgen María, pidiéndole que ella nos enseñe a
meditar en nuestros corazones todas las cosas que vamos aprendiendo.
2. En primer lugar se leerá el texto del Evangelio según San Lucas 22, 7-20.
3. Tomando el texto como base se introducirá el tema, y se seguirá el desarrollo
propuesto en la guía. Deberá hacerse hincapié en las nociones aprendidas ya de
celebración, liturgia, signos, participación, actitudes, etc.
4. Se dejará un momento de para la oración personal, en lo posible frente al
Sagrario, y se dará a los asistentes preguntas como las siguientes: ¿Soy
consciente de que en cada eucaristía el Señor de cielo y tierra viene a mi? ¿Me
intereso por tomar parte activa en la celebración de la Misa, o soy muy
descuidado? ¿Preparo, agradezco, cuido mi comunión con Jesús en la Misa?
¿Me tomo en serio el compromiso de convertirme contando con la ayuda de la
gracia de este sacramento?
Para finalizar se realizará una oración de acción de gracias a Jesús Eucaristía, o algún
canto adecuado.
26
Catecismo de la Iglesia Católica; números 1415- 1419