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espontneamente, sin motivo, no es un lastre del pasado, lo que, sin races, no florece ni
se marchita y surge repentinamente, lo que no es eminentemente familiar, esto donde no
queda ninguna atadura, esto es el Ser.
Observe, sin idea preconcebida escuche su mente, cmo entra en accin, cmo
acta. Descubrir que es usted el vigilante, el testigo; ms adelante, comprender que es
usted la luz del observador; esta posibilidad-universal est en el origen; todo surge de
ella y no es ms que ella.
La realidad no es un producto, un resultado, es. El nico mtodo que se puede
sugerir es el de observar imparcialmente los procesos de la mente en accin, en las
diferentes circunstancias de la vida. Naturalmente, no se trata de encontrar en ello una
solucin y menos an dejarse engaar; siga viviendo como antes, al pensar, al sentir
mantenindose abierto, se liberar as sin esfuerzo. Lo que llama usted su personalidad
se evaporar y slo permanecer el testigo; al final se consumir para dejar el sitio al
saber ltimo. Sobre todo, no me pregunte como ocurre.
Los dos son imgenes mentales. En el primer caso, est usted ahogado en el miedo,
en la angustia, en sus deseos; en el segundo, permanece no-afectado; las cosas aparecen
y desaparecen sin que usted est engaado porque slo son mentales, no tienen
existencia propia y dependen totalmente de la realidad. La mente y el testigo estn en el
Ser.
Acurdese, cada vez que se presente la ocasin, que en una experiencia objetiva es
usted el ltimo conocedor, fuera de todo espacio-tiempo. De esta manera, se producir
un traslado de energa y la lucidez incondicionada le iluminar.
XII
EL SILENCIO