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MALAS INFLUENCIAS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION

Tomado de 20 Enemigos Del Matrimonio -Copyright © 1989 por Rodolfo Loyola-

Que estamos en la era de las comunicaciones es casi un tópico. La comunicación moderna ha


revolucionado al mundo, ha acercado a los países y las culturas, es de gran ayuda para la
educación, la técnica y la ciencia. En fin, la comunicación es algo estupendo, pero tiene áreas
de peligro si no sabemos situar bien los linderos.

Por medios de comunicación se pueden entender muchas cosas, tales como un camino, la
palabra hablada, la palabra impresa, las señales gráficas o acústicas; ríos, telégrafo, teléfono,
la radio, etc.

Pero quiero referirme a los medios de comunicación masiva y más concretamente al cine y la
televisión. Como decía una revista, la televisión es el cine en casa.

Estos medios de comunicación masiva nos han llevado a las grandes contradicciones:
comunicación unilateral que es incompleta, esto hace del individuo un consumidor mudo;
recibe información, desinformación, deformación, sin que él pueda manifestarse y llegar a su
interlocutor.

Por otro lado, al irse perdiendo la comunicación humana por causa de la comunicación
técnica, encontramos o podemos encontrarnos más interesados por lo que le sucede a los hijos
de la reina de Inglaterra que lo que sucede a nuestros propios hijos. Nos puede atraer mucho
más la nación vecina, pero no nos atrae nada el vecino del apartamento contiguo al nuestro.
En la época de la comunicación, la juventud se está volviendo solitaria. Es usual ver a jóvenes
con su walkman y su auriculares andando por la calle o viajando en transporte público, que ni
ven ni oyen a las demás personas; se alimentan desde un aparato.

Al irse perdiendo la comunicación humana por causa de la comunicación técnica, encontramos


o podemos encontrarnos más interesados por lo que le sucede a los hijos de la reina de
Inglaterra que lo que sucede a nuestros propios hijos.

Analicemos: ¿Quiénes son los profesionales de los medios de comunicación masiva? Por lo
menos en España (cada cual juzgue su propio país), más del 90 por ciento son agnósticos,
ateos, humanistas, racionalistas, existencialistas y casi todos antirreligiosos. Para todas estas
filosofías no existe un patrón moral válido para juzgar ninguna situación. Todo es tan relativo,
que lo que tiene marcada importancia es el dinero; lo que se vende, lo que gusta, no importa
caiga quien caiga, ni a quien se haga daño.

Los profesionales de la comunicación, tienen una ventaja sobre la juventud y la familia en


general para dar sus mensajes; son expertos, se hacen famosos, se les crea una imagen
sumamente atractiva, de manera que cualquier cosa que dicen o hacen, lo dicen y lo hacen
bien y en situaciones psicológicamente muy oportunas y muchas veces lo que hará más daño
como cristiano lo dice un personaje con el que simpatizas y te identificas.

Mucha gente sigue y trata de imitar lo que hacen las estrellas del cine y la televisión y éstos
crean modas, pero no tanto de vestir, sino de comportamiento.

Detrás de Elvis Presley y los Beatles (por citar algunos) han quedado montones de vidas
destrozadas. El espíritu anticristiano que reina en estos medios es tal, que cuando en una
película sale, por ejemplo un pastor, casi seguro que es o acaba siendo, un embustero, un
borracho o un adúltero. Suelen ponerle una voz de hipócrita bien repelente, de manera que si
un creyente es un poco incauto queda humillado y dañado.
Mucha gente sigue y trata de imitar lo que hacen las estrellas del cine y la televisión y éstos
crean modas, pero no tanto de vestir, sino de comportamiento.

Hay miles y miles de siervos de Dios que se consumen en el servicio, en el anonimato,


hombres limpios que viven rescatando vidas destrozadas por el vicio y el pecado; pero éstos
no interesan, no son noticia, son normales.

Se usan también, en estos medios, las famosas muletillas o frases clave, que no encierran
ningún hecho concreto probado, pero que suelen impactar a las posibles víctimas. Por
ejemplo: "ya se sabe", "está comprobado que...", "es un atraso pensar que", "hoy nadie cree
que...", "según fuentes bien informadas", "qué duda cabe que..", "antes se creía que...",
"pero...es más que sabido que", etc. etc. y todo esto puede ser totalmente inconsistente, pero
usado con astucia y mala voluntad, da su fruto.

De la última visita que el prestigioso literato D. Ernesto Sábado hizo a España, recojo parte
de una declaración suya, hecha en Sevilla, y que fue publicada en la prensa:

"La televisión es un instrumento terrible que literalmente nos debe hacer temblar: con él se
puede construir o destruir la conciencia de los seres humanos; al lado de la televisión, la
enseñanza Primaria o Secundaria es un juego de niños. Un niño de dos años se pone frente a
la pantalla y recibe, de manera subliminal, una grave impronta. En los casos más obvios, se
calcula que un niño de 10 años ha visto en televisión varios miles de asesinatos y torturas.
Pueden imaginarse lo que eso supone para el desarrollo del espíritu de nuestro tiempo, tan
proclive a la violencia. Lo peor son los filmes, las series criminales y sádicas; y, en segundo
término, los documentales, que pueden estar hechos con buena o mala fe. El poder de la
televisión es tan inmenso que un Estado Totalitario puede hacer lo que quiera de un pueblo.

Si cualquiera tuviese en sus manos la televisión de un país, podría hacer un pueblo budista,
vegetariano o adventista del séptimo día. Por eso he recordado que, respetando la frase de
Marx, la televisión es el opio del pueblo. La televisión es un poco la consecuencia de una época
catastrófica, donde en tres cuartas partes del mundo ocurren las torturas más abominables. Es
evidente que se promueve en el alma de los chicos esa tendencia natural al mal que,
desgraciadamente, forma parte de la condición humana. Si está bien hecha es una auténtica
escuela de violencia y el aliado más poderoso de la alienación del hombre contemporáneo; es
de los peores vicios de la sociedad de consumo". —El País, domingo 14-11-86.

No repetiremos con el poeta que "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero al menos, hace
unos años teníamos un cine y una televisión que era para entretener y divertir y, aunque
sabemos que el happy end era un piadoso engaño, sin embargo, no constituía una amenaza
para la familia.

No me considero un puritano ni un retrógrado. Tengo los ojos bien abiertos. Tengo


preocupación por los efectos dañinos que ya está haciendo en las familias la todopoderosa
pequeña pantalla. El apóstol Pablo dijo: "Todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará".

Las parejas de los filmes de hoy rara vez se casan; ésa no es la moda, sino que con toda
normalidad, la más virtuosa y encantadora criatura del elenco se acuesta con quien le
apetezca, como algo muy natural. Nacen los niños sin padre y nadie se extraña ni lo reprocha.
La permisividad y el relativismo es tal, que las escenas amorosas, con desnudos incluidos,
rayan con la pornografía; "la mejor hecha de todos los tiempos", dijo con cierto cinismo un
cantante de rock. El vocabulario usado en el cine actual y en la televisión no tiene linderos; a
falta de originalidad, van las peores palabras "oportunamente dichas". Aun en el propio hogar
se pueden recibir verdaderos atentados contra el amor, los buenos sentimientos y la paz. No
me considero un puritano ni un retrógrado. Tengo los ojos bien abiertos. Tengo preocupación
por los efectos dañinos que ya está haciendo en las familias la todopoderosa pequeña pantalla.
El apóstol Pablo dijo: "Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".
He aquí algunos consejos para hacer de la televisión algo útil con lo poco que le va
quedando de bueno:

1. Hacer un serio análisis para ver quién manda en casa, la televisión o los televidentes.
¿Quién posee a quién? ¿Controlamos o somos controlados?

2. Procurar mejorar las relaciones familiares:

a). Orando a Dios, juntos, los unos por los otros.

b). Interesarse por el deporte, el trabajo o los asuntos sentimentales de los demás de la
familia.

c). Ver juntos los programas escogidos y discutir o dialogar acerca de las actitudes dudosas
de personajes.

d). Si los niños son pequeños, se les debe ir enseñando a hacer diferencia entre la realidad de
la vida y la mentira del cine.

e). Promocionar juegos familiares sanos, donde los padres enseñen jugando a perder y no
hacer trampas.

f). Promocionar la lectura de buenos libros en casa, no solamente de orientación cristiana,


sino también seculares que los hay, y muy buenos, y con entrañables buenos ejemplos de
amor, heroísmo, lealtad, etc.

g). Estar preparados para hacer valer, con buen criterio, nuestra opinión sobre los medios de
comunicación y poner cada cosa en su lugar.

Gracias a Dios, porque estos medios también se usan para predicar el Evangelio y compartir
a Cristo con otros.

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