0 valutazioniIl 0% ha trovato utile questo documento (0 voti)
57 visualizzazioni1 pagina
Este documento presenta una introducción a un libro sobre la ética de la argumentación. Explica que argumentar consiste en ofrecer evidencia para apoyar o refutar una afirmación sobre creencias teóricas o prácticas. Propone cuatro reglas para argumentar de manera ética: I) Usar argumentos en lugar de imposición o violencia para abordar problemas de creencias, II) Tener cuidado con las palabras usadas, III) Evitar los "vértigos argumentales" o sesgos que confirman solo un punto de vista, y IV) No sucumbir
Este documento presenta una introducción a un libro sobre la ética de la argumentación. Explica que argumentar consiste en ofrecer evidencia para apoyar o refutar una afirmación sobre creencias teóricas o prácticas. Propone cuatro reglas para argumentar de manera ética: I) Usar argumentos en lugar de imposición o violencia para abordar problemas de creencias, II) Tener cuidado con las palabras usadas, III) Evitar los "vértigos argumentales" o sesgos que confirman solo un punto de vista, y IV) No sucumbir
Este documento presenta una introducción a un libro sobre la ética de la argumentación. Explica que argumentar consiste en ofrecer evidencia para apoyar o refutar una afirmación sobre creencias teóricas o prácticas. Propone cuatro reglas para argumentar de manera ética: I) Usar argumentos en lugar de imposición o violencia para abordar problemas de creencias, II) Tener cuidado con las palabras usadas, III) Evitar los "vértigos argumentales" o sesgos que confirman solo un punto de vista, y IV) No sucumbir
Anthropos Editorial del hombre Universidad Autnoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa 1994 pp. 7-10 INTRODUCCIN Argumentar consiste en ofrecer una serie de enunciados para apoyar a otro enunciado que plantea ciertas perplejidades, conflictos, o en general, problemas en torno a nuestras creencias tericas o prcticas: argumentando procuramos resolver muchas dificultades que tienen que ver con nuestras creencias, incluyendo varias decisivas (aunque no todas las dificultades ni todas las decisivas). Para llevar a cabo esta labor, una persona que argumenta no expresa simplemente lo que piensa, expresa lo que piensa y lo respalda: quien argumenta busca producir convencimiento acerca de la verdad de un enunciado, o de su falsedad, o tal vez, de ciertas dudas sobre l La otra opcin bsica al menos, la otra opcin directa- para responder a esos problemas que tratamos con argumentos es la imposicin, la violencia. Podemos recoger estas sencillas observaciones en una primera regla: I. Con respecto a las perplejidades, conflictos y problemas de creencias, piensa que tratarlos con argumentos conforma el modelo para enfrentar esas dificultades. No obstante, incluso en relacin con la argumentacin, violencia se dice de muchas maneras. Hay una violencia externa al argir, aquella (), hay tambin una violencia interna a la argumentacin: no pocas veces se desarrollan argumentaciones violentas, argumentaciones en las que, falsificando argumentos, (), se violentan se producen de manera violenta- convencimientos. () pero no despedimos aquella violencia que no se encuentra fuera de los debates, sino en su interior, conformndolos, dirigindolos. De ah la necesidad de complementar la regla anterior con otras reglas; una muy general como la siguiente: II. Ten cuidado con las palabras. Y otra mucho ms particular, ms especfica, pero no menos decisiva: III. Evita los vrtigos argumentales. La regla II pide atender a las palabras en tanto herramientas que alternativamente aclaran y confunden; (): con palabras las personas no slo se vinculan las unas con las otras y con el mundo, tambin en alguna medida, se constituyen a s mismas, a las otras, al mundo. Sin embargo, una ambigedad sistemtica las recorre: con las palabras se trasmiten informaciones verdaderas y falsas, sinceras y engaosas, reales e imaginarias: mediante ellas nos relacionamos con nosotros mismos, con los otros, con el mundo, pero tambin levantamos obstculos, producimos malentendidos, confundimos y nos confundimos, de ah la urgencia de tener en cuenta la regla II en el doble sentido de cuidar las palabras y cuidarse de ellas. A su vez, la regla III previene en contra de esos vicios epistmicos, de esos procesos de violencia interna que llamo vrtigos argumentales: se sucumbe a un vrtigo argumental cuando quien argumenta constantemente prologa, confirma e inmuniza al punto de vista ya adoptado en la discusin, sin preocuparse de las posibles opciones a ese punto de vista y hasta prohibindolas, y todo ello de manera, en general, no intencional. () () () Podemos recoger esta leccin de prudencia, de sabidura, con una nueva regla: IV. Atiende que tus argumentos no sucumban a la tentacin de la certeza o a la tentacin de la ignorancia, pero tampoco a la tentacin de poder o a la tentacin de la impotencia.