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Colegio Benavente

Temas Selectos de Física.

Prof. Jorge Antonio Mendez.

Reporte de Investigación.

Manejo de la Basura Espacial.

Alejandro Gabriel Villanueva Zacarías

Matrícula: 1000363

Puebla, Pue. 3 de abril de 2008

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MANEJO DE LA BASURA ESPACIAL.
Introducción.
Desde el lanzamiento del Sputnik en 1957, se han realizado más de 4200
lanzamientos que han colocado 550 satélites en órbita. Actualmente cerca
de 700 satélites se utilizan para fines científicos o de otra índole. Con el
tiempo cada uno de estos equipos se convertirá en basura espacial, que
puede poner en riesgo las misiones futuras, por lo que su correcto manejo y
eliminación han cobrado una gran importancia en los últimos años.
En el presente trabajo se pretende dar un acercamiento general sobre las
tendencias que dirigen los esfuerzos de las principales agencias espaciales
a nivel mundial para resolver una potencial amenaza que puede inutilizar el
valioso espacio circundante a nuestro planeta.
Basura Espacial.
En palabras de la agencia espacial europea (ESA por European Space Agency):
“La basura espacial comprende el conjunto de objetos artificiales inactivos
inactivos que orbitan alrededor de la Tierra, así como los fragmentos de
naves que se han roto, han explotado o de otra manera se han
abandonado.”
Existen, a grandes rasgos, tres tipos de basura espacial. En primer lugar están
aquellos objetos que son relativamente inofensivos por su tamaño,
partículas milimétricas menores a 1 cm de diámetro. Luego existe un
segundo grupo de objetos que van del centímetro a los 10 de diámetro, que
son demasiado pequeños para ser detectados o catalogados, pero
representan un riesgo considerable. Al final están aquellos objetos
superiores a los 10 centímetros de diámetro que por sus dimensiones la
única manera de lidiar con ellos es esquivarlos.
Acción Internacional.
Debido a la gran pérdida económica que significa que un satélite choque con
basura espacial, la comunidad internacional se ha interesado
enormemente en esta área de la ciencia espacial en los últimos años.
Existe, por ejemplo, el Comité de Coordinación Inter Agencias Espaciales

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sobre los Desechos (IADC) que está conformado por la Agencia Espacial
Europea (AEE), la NASA, la Agencia Espacial y de Aviación Rusa, Japón,
Italia, Reino Unido, Francia, China, Alemania, India y Ucrania.
El IADC tiene como objetivo el intercambio de información en la investigación de
basura espacial, facilitar la cooperación de la misma y evaluar el progreso
de las actividades para identificar las opciones de mitigación.
Evaluando el riesgo de impacto.
Por otro lado la AEE mantiene su investigación en el Centro de Operaciones de la
AEE en Alemania. Según datos de este centro existen 10 000 desechos
catalogados alrededor de la tierra, de los cuales el 41% son fragmentos
varios de satélites, naves o módulos desechados en los diferentes
lanzamientos.
Para poder preveer choques o riesgos para las operaciones espaciales futuras y
presentes, la comunidad espacial cuenta con DISCOS, una base de datos
de los objetos que orbitan cerca de la Tierra. Los datos son obtenidos a
través de radares, para objetos con una altitud menor a 5000 km, mientras
que para alturas superiores, es preferible usar el rastreo óptico (observación
a través de telescopios).
En la Tierra, los científicos de la AEE desarrollaron un programa de probabilidad
llamado DRAMA (Evaluación de Riesgo de Desechos y Análisis de
Mitigación) que predice el riesgo de impacto tomando en cuenta la sección
de área transversal de una nave, su altitud en la órbita, su dirección de
vuelo, el tamaño de los desechos, la geometría de un evento de colisión y la
velocidad relativa, entre otros factores. Así han concluido que para un solo
satélite de 30 m2 de área, la probabilidad de colisión con un objeto de más
de 10 cm de diámetro es de una cada 4000 años. Sin embargo, si se toman
en cuenta el área de todos los satélites en órbita, la probabilidad se reduce
a una cada 10 años.
Es por esto que ahora se considera reglamentario que cada satélite en órbita
tenga una reserva de combustible para realizar maniobras de evasión, que
le permitan cambiar su curso en caso de que la probabilidad de colisión

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calculada por DRAMA pase el umbral de aceptabilidad (actualmente 1 en
10 000).
Micro impactos.
Lo antes mencionado es para tratar con los desechos de mayor tamaño. Sin
embargo, la velocidad con la que viaja la basura espacial (hasta 50 000
km/h) hace de los objetos pequeños (menores a 1 cm de diámetro) un
peligro sino se cuenta con las medidas necesarias.
En el caso de naves tripuladas por humanos, ya es un requisito para la AEE y la
NASA acorazar dichas instalaciones. Para ellos, ambas agencias utilizan
los escudos Whipple, que protegen a los muros de los impactos de las
partículas de desechos espaciales, colocando varias capas de armadura,
compuestas generalmente de Kevlar y Nextel para detener a las partículas
antes de que dañen los muros reales.
Pequeños peligros en alta velocidad.
Pese a las medidas establecidas, el verdadero desafío en seguridad lo
representan los objetos con diámetros de 1 a 10 cm, pues estos son
demasiado pequeños para ser rastreados, pero tienen la fuerza suficiente
para dejar inservible cualquier nave con la que choquen. Un objeto de 80
gramos (con una velocidad de 10 km/h) tiene la energía cinética equivalente
a 1 kg de TNT, suficiente para destruir un satélite de 500 kg en caso de
colisión. La tecnología de escudos actual es incapaz de derrotar los
impactos por estos objetos.
Hasta hoy la única forma de evitar colisiones es calcular la probabilidad con
DRAMA, pero la información obtenida se vuelve más imprecisa por la
ausencia de datos sobre los desechos, a diferencia de aquellos objetos con
diámetros superiores.
Si a esto se añade que la cantidad de basura espacial sigue aumentando debido a
las naves que en órbita estallan de manera voluntaria o espontánea, y por
los módulos que las naves o satélites lanzados liberan como parte de la
misión, se hace evidente que la mejor solución, por su eficacia y coste, es
evitar producir más basura de la que ya hay.

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Diferentes soluciones.
En primer lugar está el establecimiento de un código de conducta, que en esencia,
busca reducir la creación de nuevos desechos para preservar el espacio
comercialmente valuable alrededor de la Tierra.
Esto supone que las operaciones normales no deben descartar, expulsar, o
desacoplar nada que no deba descartarse, expulsarse, o desacoplarse.
Además, para evitar explosiones involuntarias, los vehículos espaciales deben de
agotar las reservas de combustible que queden al terminar su vida útil, de
modo que el deterioro por el hostil ambiente espacial no provoque la
explosión de los tanques presurizados, creando infinidad de fragmentos que
se dispersen en la órbita.
En el otro extremo, las naves francesas y japonesas usan un método llamado
pasivación, que implica expulsar todo el combustible restante al espacio.
Para tratar de eliminar los objetos existentes en órbita, hay dos alternativas. La
primera, para los vehículos a poca altitud, es acercarlos a la atmósfera
terrestre, para que con la fricción de reentrada a la Tierra, el material se
queme y llegue como polvo imperceptible a la superficie. La segunda opción
es utilizar el combustible restante para llevar a los satélites de órbitas
superiores a distancias donde la gravedad de la Tierra y las pequeñas
fuerzas de la radiación solar no los regresen (alrededor de 300 km),
creando “órbitas cementerio”.
En una perspectiva a futuro se piensa que los satélites (como el SMART-1 de la
AEE) usen un nuevo motor de propulsión eléctrica y reacción iónica, que a
comparación de los motores actuales, consume el 5% del combustible,
debido a la poca fuerza de reacción que opone cuando se mueve en alguna
dirección.
Todas las medidas anteriores dependen de la estandarización de un código de
conducta que haga estas medidas obligatorias, pese al aumento de costos
que supone. Actualmente la NASA, la japonesa JAXA y el IADC han
promovido borradores de este código. Sin embargo, solo un tercio de las
misiones espaciales, llevan a cabo los procedimientos. En este aspecto, la
AEE ya cuenta con un código de conducta europeo, que pese a seguir en
revisión, ya está firmado por la agencia espacial francesa (CNES).

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Fuentes.
1. Space debris mitigation: the case for a code of conduct.
Dr Ruediger Jehn, ESA, 2005:
http://www.esa.int/esaCP/SEMZPBW797E_Protecting_0.html

2. ESOC: Focal point for ESA space debris activities.


Profesor Walter Flury, ESA, 2005:
http://www.esa.int/SPECIALS/ESOC/SEMU2CW4QWD_0.html

3. Space debris spotlight.


Profesor Walter Flury, ESA, 2005:
http://www.esa.int/esaCP/SEMHDJXJD1E_FeatureWeek_0.html

4. Space debris: assessing the risk


Dr Heiner Klinkrad, ESA, 2005:
http://www.esa.int/SPECIALS/ESOC/SEMZL0P256E_0.html

5. Whipple shield
David Darling, Internet Encyclopedia of Science, 2008:
http://www.daviddarling.info/encyclopedia/W/Whipple_shield.html

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