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Pecados y delitos

José-Fernando Rey Ballesteros

“Tranquilos, el pecado no es delito”. Así encabeza hoy un reportaje el diario El País.


Les copio las primeras palabras: “Acostumbrada a contar los años desde la fecha -
incierta- del nacimiento de su fundador Jesús, la jerarquía del catolicismo intenta imponer
su concepto de familia, matrimonio, filosofía, ciencia y la vida misma”. Intentaré hacer lo
contrario que Juan G. Bedoya (autor del reportaje) y procuraré ser breve y conciso.
1.- La Iglesia no intenta imponer nada. ¿Cómo iba hacerlo? ¿Acaso piensan que los
obispos quieren dar un golpe de Estado, o enviar a un ejército de clérigos armados con
cirios a tomar el Parlamento? La Iglesia intenta que su voz se oiga en todas partes, y está
en su perfecto derecho.
2.- La Iglesia no puede definir lo que es delito, porque los obispos no redactan el BOE.
3.- La Iglesia quiere recordar al mundo que existe una Ley Natural, un -digámoslo así-
“manual del usuario” del ser humano, obra del Fabricante, y que, cuando el hombre no
respeta esa Ley Natural, el resultado se vuelve contra él mismo y la vida se frustra. Esa
proclamación no atenta contra la libertad del hombre, sino, al contrario, pretende
iluminarla. Si yo le digo a usted que un reproductor de DVDs no es una tostadora, y que si
introduce usted una rebanada de pan en la bandeja del reproductor acabará por
destrozarlo, no por ello le estoy haciendo menos libre ni quiero imponerle nada. Más bien,
le hago más libre, al aportarle más conocimientos. Luego, si usted quiere meter la
rebanada de pan en la bandeja, allá usted.
4.- La Iglesia grita que atentar contra esa Ley Natural, obra del Creador, constituye un
pecado, porque supone violar la Ley de Dios.
5.- La Iglesia recuerda, a los políticos y a todos los hombres, que unas leyes positivas
que quieran estar al servicio del hombre para ayudarle a llevar una vida más plena deben
tomar como guía de fondo la Ley Natural. Cuando una ley positiva se opone a Ley
Natural, esa ley se opone al hombre mismo.
6.- La Iglesia nunca ha dicho que pecado y delito deban identificarse. La ley positiva
regula las relaciones sociales. Es en ese aspecto en el que debería ser iluminada por la
Ley Natural, a fin de operar a favor del hombre y no contra él. Por ejemplo, un mal
pensamiento puede ser un pecado, pero nunca debería ser un delito, porque no afecta a
las relaciones sociales. Faltar a misa un domingo puede ser un pecado mortal, pero
nunca debería tipificarse como delito, porque pertenece a la relación íntima entre un
hombre y Dios. Sin embargo, matar es un pecado gravísimo contra la Ley Natural, que, a
la vez, debería constituir un delito igualmente grave, porque el asesinato mina las
relaciones entre los hombres.
7.- La Iglesia recuerda que el aborto provocado constituye un asesinato, al segarse,
con alevosía, una vida humana en sus etapas más tempranas.
8.- Una vez que la Iglesia ha hablado, los políticos pueden hacer y decir lo que quieran,
El País puede escribir las mentiras que considere oportunas, y los ciudadanos pueden
escuchar o no escuchar. Pero, cuando, al cabo del tiempo, España recupere el seso y se
lleve las manos a la cabeza ante la masacre que está perpetrando, nadie podrá decir que
la Iglesia no elevó bien alta su voz proclamando una verdad que muchos no quisieron
escuchar. Ésa es, ha sido, y será siempre la única misión de la Iglesia: predicar en el
Desierto... y llevarse tortas. ¡Para eso estamos!

http://www.jfernandorey.es/blog/?m=20090424

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