El sistema socialista, que se vende bajo la idea de que crea sociedades más
“justas y equitativas”, donde no hay desigualdades, clases sociales ni pobreza,
es un mero concepto de papel que suena atractivo a oídos de los pobres, pero
en la práctica es técnicamente imposible. Nadie es igual a nadie y lo que es
más grave aún: los individuos tienen necesidades ilimitadas que un planificador
central jamás podría conocer. Según Hayek, “ningún planificador central desde
arriba podría de alguna manera tener suficiente información para asignar los
recursos y provocar el funcionamiento de las fábricas”. Un planificador central
no podría siquiera soñar con atender las necesidades de 13 millones de
ecuatorianos que viven en condiciones distintas y que tienen combinaciones
infinitas de motivaciones y aspiraciones. Hayek continua su artículo afirmando
que “un sistema descentralizado permite que cada individuo utilice su
conocimiento de cientos de diminutos factores de tal forma que haga que su
proyecto funcione y que sus acciones sean coordinadas a través de los precios
del mercado”. De nuevo, solo el individuo puede conocer sus necesidades y
conocer parcialmente las de los individuos más cercanos para en base a eso
lanzarse al mercado a emprender y generar riqueza.
Bibliografía
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3. Krause Martin, Ravier Adrian, Zanotti Gabriel, “Economía”. Primera Edición. Guayaquil,
4. Von Mises, Ludwig, “El Cálculo Económico en el Sistema Socialista”. La Escuela Austriaca
y el Socialismo. Hispanic American Center for Economic Research. 24 Abr. 2004 <
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