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(Historia viviente)
Tucumán 1930/1970
Este libro es la versión digital de la publicación del mismo nombre realizada por “Ediciones de la Facultad de
Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán”, impresa en la Argentina
en el año 1997. El texto ha sido corregido y aumentado con una nueva entrevista.
ISBN 950-554-132-5
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita del titular del “Copyright”, bajo las sanciones
previstas en las leyes, por cualquier medio o procedimiento, comprendida reprografía y el tratamiento informá-
tico
©Carlos Darío Albornoz
© 1997, Ediciones de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la
Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina
A mis hijos
Prólogo 3
Consideraciones generales 6
Introducción 9
Los fotógrafos entrevistados 16
Entrevista a don Amado Cortez 17
Entrevista a Margarita Bachur 34
Entrevista a Alberto Posse 49
Entrevista a Aurelia Córdoba 66
Entrevista a Orlando Kaetner 74
Entrevista a Mercedez Ovejero de Yoffre 84
Entrevista a Lucrecia Kriner 88
Entrevista a LuisAntonio Posse 91
Entrevista a Juan Perea 93
Entrevista a Oscar Popoff 94
Entrevista a Dante Decarlini 98
Entrevista a José Fanjul 102
Entrevista a Jorge Wyngaard 106
Bibliografía 107
Prólogo
Enfocando el pasado: la fotografía como Historia Social
Referencias:
Albornoz, Darío: 1997. Año 1948: Voto femenino y fotografía. Ms.
Bourdieu, Pierre: 1980. Le sens pratique. Minuit ed. Paris
Camargo, Célia & Lucia Lobo: 1984. A pesquisa histórica e as fontes não
convencionais. Revista do Patrimõnio Histórico e Artístico Nacional. N° 20.
Brasilia. Pp. 51-53.
Trelles Plazaola, Luis: 1991. Cine y Mujer en América Latina. Directoras de
Largometrajes de ficción. Ed. Universitaria de Puerto Rico.
CONSIDERACIONES GENERALES
Es preciso para comenzar este trabajo, tomar en cuenta los factores que intervienen en la
producción de una imagen fotográfica, y analizarlos. Sostengo que la fotografía, es pro-
ducto de la recurrencia de varios factores.
Hasta aquí, lo sucedido se parece a muchas de las situaciones que se nos presentan a
diario. Hemos formado parte de un proceso, que aunque sin pensar siquiera un momento,
ha resultado en la obtención de imágenes impresas en un trozo de papel. Con ello, que-
damos conformes al haber obtenido imágenes que reproducen las apariencias de un obje-
to, persona o evento, que vimos a través del visor de la cámara fotográfica.
Pero una fotografía es mucho más que un trozo de papel con imágenes. En la produc-
ción de una imagen fotográfica intervienen varios factores: la máquina fotográfica, la pelí-
cula, el laboratorio y nosotros, los que sacamos la fotografía. Pero además de ello hay
dos elementos más que están presentes y que por ser tan familiares no tomamos en
cuenta: la luz y el tiempo.
La luz produce en nuestros nervios ópticos la excitación suficiente para que veamos las
cosas, distingamos colores y formas. Mas, la película fotográfica no registra lo mismo que
nosotros vemos. Esta se compone de una emulsión que contiene microscópicas partícu-
las de sales de plata sensibles a la luz, que luego del revelado, se convierten en plata
metálica que concentrada en diferentes densidades produce la imagen final que llega a
nuestras manos.
Para que veamos, es necesario que la luz se refleje en los objetos y llegue a nuestros
ojos. Para que se produzca la imagen fotográfica, sucede lo mismo. La luz rebota en los
objetos y al momento que disparamos el obturador de nuestra máquina, entra por el obje-
tivo y sensibiliza la película, produciendo una imagen latente. En definitiva, en cada una
de las fotografías tenemos un elemento concreto, que quedó atrapado en la imagen. Esto
es, que en cada imagen fotográfica hay una parte concreta de la realidad. En nuestras
fotografías, hay luz que ha tocado los objetos que ahora se encuentran en nuestras imá-
genes.
Pero hablamos también del tiempo. Es esencial en nuestro proceso. Para que la luz
viaje hasta nuestra película fotográfica, ha pasado un cierto tiempo, que en el caso de la
fotografía, es relativamente corto. Decimos esto porque esos tiempos se cuentan en cen-
tésimas y milésimas de segundo, en la generalidad de los casos, hasta en unos pocos
segundos en algunas situaciones particulares. Por cierto, ante la rapidez con que se pro-
duce este proceso, no somos conscientes de ello y por lo tanto no valoramos su impor-
tancia.
Es preciso tomar en cuenta esos pequeños espacios de tiempo, en los cuales podemos
obtener una o muchas imágenes. En esas imágenes, que son como flashes, encontrare-
mos una importante cantidad de información. Dentro de un proceso histórico, se encuen-
tra el momento en que obtuvimos la imagen que tenemos en nuestras manos.
Pero, esto hace pensar que la fotografía es un pequeño espacio de tiempo congelado
en una imagen. En cierto modo es cierto, y es por ello que tiene la importancia que adju-
dicamos al documento fotográfico en general. Estos pequeños espacios de tiempo en que
actúa la luz, impresos en un trozo de papel nos permite observar lo que sucede a lo largo
de procesos históricos, en los cuales analizamos sucesos naturales y culturales o sim-
plemente recordamos hechos y situaciones que forman parte de nuestra vida diaria.
O sea que una fotografía no es solamente “icono” (imagen de), ni “símbolo” por ser una
visión subjetiva de la realidad realizada por un hombre, sino que además de todo ello es
“huella”. Como tal, como huella, en la que participaron un fotógrafo y un fotografiado, la
imagen que tenemos en nuestras manos o aquella que encontramos impresa en un perió-
dico, revista, libro, etc. se convierte en un documento histórico y por lo tanto tiene en sí
misma una cantidad de información de gran valor para quien la usa como curiosidad, me-
dio de informar, de vender, estudio de las ciencias, objeto estético, objeto afectivo, etc.
La intención de este trabajo es analizar a partir de las historias que nos cuentan algu-
nos fotógrafos, el tiempo, situaciones personales, sociales, económicas, etc. Lo haremos
a través del análisis de un grupo, construido sobre la base de un oficio común, que des-
arrolló su actividad fotográfica entre los años 1930 y 1970. Los entrevistados no son todos
los fotógrafos, sino solamente aquellos a los que he podido localizar, por lo tanto forman
parte de un grupo de muestreo, que implica un cuidado permanente en el uso de genera-
lizaciones, las que podrían llevarnos a equivocaciones.
Los hombres, todos, tenemos la capacidad de vivir nuestro tiempo según nuestra edu-
cación, experiencia, y sobre todo de nuestra capacidad de convivir con los demás hom-
bres. En el caso de un fotógrafo, esto adquiere características particulares, puesto que
por sus ojos y el punto de vista que elige con su cámara fotográfica, ha elegido qué parte
de la realidad ha querido ver y mostrar. Desde el momento en que un fotógrafo levanta la
máquina fotográfica, mira a través de ella y dispara, está imponiendo su ideología a la
toma. A eso se debe sumar que cuándo entra en su laboratorio, elige en forma volitiva y a
través de su imaginación los tonos, colores y encuadre con que va terminar la copia. En
todos los casos, es un inventor de la realidad.
El fotógrafo elige siempre y determina la imagen que quiere obtener. La fotografía obte-
nida, es una huella de la realidad, pero solamente eso. No es la realidad. Una fotografía
no se parece a la realidad sino lo opuesto. En una fotografía están impresas característi-
cas de lo fotografiado que nos permiten reconocer a la realidad en ella. Pero lo más im-
portante es ser conscientes de que en la imagen está la parte y forma de la realidad que
el fotógrafo ha querido mostrar.
El fotógrafo es por lo tanto, un ilusionista, un mago.
Pero lo cierto es que a través de los fotógrafos pesan y pasan historias, además de la
historia de su entorno. Es por ello muy importante observar lo que en las imágenes está
impreso y sobre todo, lo que esta persona puede contarnos de su propia historia.
INTRODUCCION
Es preciso tomar en cuenta que estas categorías no son ámbitos estancos de donde no
se puede salir cuando se ha entrado, sino que son una clasificación arbitraria realizada
con el propósito de llevar a cabo un análisis teórico. En la mayoría de estos fotógrafos
veremos que se movieron en actividades que los colocaron en cada uno de esos grupos,
según el momento y la situación que les tocara vivir. Pero en definitiva han desarrollado
la mayor parte de su actividad en uno de ellos en especial.
El caso de Dipiel Goré, Hugo Kriner y Gabriel Yoffre, es importante dejarlo aclarado.
Estos tres fotógrafos ya han fallecido. Yoffre, representa a un grupo de fotógrafos que
comenzaron como ambulantes y consiguieron instalarse con un negocio de fotografía que
actualmente sigue funcionando. Kriner, es una persona que me despertó desde niño una
gran admiración, ya que mi primer contacto con la fotografía fue a través de él. Por último
Goré, que para mí es el referente fotográfico de Tucumán. Mas el valor que yo le doy no
es exclusivo. Podrán leer en los relatos, que entre los profesionales de la fotografía tam-
bién es un referente admirado por su profesionalidad y calidad de los trabajos que reali-
zaba. Son estas las razones que me llevaron a entrevistar a familiares y amigos de los
fallecidos, tratando de indagar lo que la fotografía significaba para ellos. En el caso de
Dante Decarlini y José Fanjul hay algo común, puesto que los dos eligieron la fotografía
como modo de expresión artística. No viven exclusivamente de la fotografía. Decarlini es
arquitecto y Fanjul comerciante. Los dos se dedicaron a enseñar fotografía durante mu-
chos años y trataron siempre de indagar y desarrollar nuevas formas de expresión foto-
gráfica. La trataron de conocer desde un punto de vista teórico y práctico. Participaron de
clubes y peñas fotográficas, concursos y actividades que desde el punto de vista comer-
cial no dan ningún dividendo. Margarita Bachur, Alberto Posse, Orlando Kaetner, Oscar
Popoff, Juan Perea y Luis Posse, son fotógrafos que desde el principio tomaron a la acti-
vidad como una cuestión comercial. Desarrollaron sus trabajos desde un negocio, con
galería de tomas y laboratorio. Fueron evolucionando según las exigencias del público, el
mercado y las nuevas variantes tecnológicas. Con mayor o menor éxito lo consiguieron,
están vigentes pero al mismo tiempo, en el punto de inflexión de la actividad fotográfica
comercial. Los cambios y la crisis económica actual son muy fuertes. En sus palabras se
denota la duda de su propia permanencia en el mercado. En cierto modo se consideran
una especie en extinción, no solamente por la edad que tienen sino sobre todo por los
cambios que se están produciendo. Por último está Amado Cortez. El fotógrafo de plaza y
desde mi punto de vista quien representa mejor lo que es la fotografía como forma de
vida. Es quien más me llamó la atención y también a quién he indagado en mayor pro-
fundidad. Hay un halo de misterio en su forma de hacer fotografías y por ello es el eje
sobre el cual gira la mayor parte del análisis que realizo en este libro.
Las entrevistas citadas, partieron de un cuestionario con objetivos específicos, dejé que
el entrevistado aporte los datos que creía necesarios a su relato, inclusive fueron enrique-
ciendo sus historias con anécdotas que permitieron conocer aspectos relacionados con la
fotografía en sí misma y con sus experiencias de vida en general.
Como se observa, la edad aproximada de los entrevistados está entre los 60 y 80 años.
Me encontré con personas que comenzaron con la fotografía siendo muy jóvenes. Crecie-
ron aprendiendo y practicando el oficio. La mayoría de ellos lo hicieron por cuestiones
circunstanciales y no porque hayan elegido en forma consciente la profesión de fotógrafo.
Esta circunstancia nos permite observar que este oficio, les daba la posibilidad de conse-
guir una condición económica más o menos estable y con ganancias nada despreciables.
El aprendizaje lo realizaron en estudios de fotografía donde tuvieron la oportunidad de
trabajar errando y corrigiendo sistemáticamente. Solamente en algunos pocos casos el
conocimiento se adquirió a través de estudios sistemáticos.
Esto último se produjo por varias razones. Este tipo de conocimientos se comenzó a
impartir en el Instituto Cinefotográfico de la Universidad Nacional de Tucumán, recién a
partir de la década del ‘50 y el acceso era posible solamente perteneciendo al alumnado
de dicha Universidad o ser un técnico especializado de alguna dependencia de la misma.
En otros casos el conocimiento se adquiría a partir de las actividades del Foto Club Tu-
cumán, que se fundó y funcionó con intermitencias desde la década del ‘30. En la mayoría
de nuestros entrevistados, el conocimiento fue adquirido a través del trabajo diario, siendo
empleados de otros fotógrafos, que también habían adquirido sus conocimientos de igual
manera. Existían en aquella época, publicaciones más o menos periódicas y libros que
permitían informarse, aprender nuevas técnicas y formas de trabajo, y a los que los fotó-
grafos profesionales les tenían gran aprecio, por cuanto en sus páginas estaba la posibili-
dad de acceder a nuevas técnicas y desarrollos fotográficos.
Como dije antes, al ser la fotografía una huella de la realidad, buscaron sobre todo los
fotógrafos de retrato y eventos sociales, la forma de conseguir imágenes que se compa-
dezcan con ella. En cada uno de los entrevistados encontraremos respuestas que dan
diferentes razones y modos técnicos para arribar a este fin. La fotografía era blanco y ne-
gro y se la pintó, con el propósito de lograr un efecto más realista. Esta fue una de las
modas que más tiempo estuvo en vigencia hasta que la fotografía color, descubierta ya
hacía muchos años, entró al mercado con materiales estables y laboratorios masivos de
procesamiento.
El caso de Gabriel Yoffre, es una confirmación de ello. Comenzó sus trabajos como fo-
tógrafo ambulante y llegó a tener tanto éxito por la calidad y responsabilidad en sus traba-
jos, que puso un negocio en el que se tomaba, procesaba y pintaba las fotografías, al
tiempo que tenía empleados que realizaban retratos en la campaña y las afueras de la
ciudad. Llegó a instalar uno de los primeros laboratorios automáticos de foto acabado
color de Tucumán. También están los casos de Dipiel Goré, Bachur, Valdez del Pino entre
otros, que desde sus estudios fotográficos realizaban fotografías a una clientela casi fija,
proveniente de diferentes estratos sociales, utilizando las mismas técnicas.
Esta circunstancia se produce, no solamente porque cada uno de ellos trataba de mejo-
rar cada día su técnica y terminación de sus trabajos, compitiendo con otros fotógrafos;
sino también por la aparición a fines de la década del ‘50, comienzos de los ‘60, de los
laboratorios color, que brindaban un servicio muy rápido para la época, produciendo resul-
tados asombrosos para el público. La disminución en el costo de los equipos fotográficos
y la simplicidad en su manejo, produce un fenómeno de masificación. Recordemos por
ejemplo la “Kodak Fiesta”, aquella máquina de material plástico de muy bajo costo y por lo
tanto de una masiva inserción en el mercado.
A todos estos hechos debemos sumar que en Tucumán, a mediados de la década del
‘60, se produce una fuerte crisis económica y laboral. El cierre de los ingenios azucareros
durante la dictadura militar del general Onganía, produce una importante caída en la ocu-
pación de la mano de obra, apareciendo como una de las fuentes de trabajo “cuenta-
propista alternativa”, la fotografía. La aparición de esta nueva generación de fotógrafos
“profesionales”, conduce al desequilibrio del mercado fotográfico.
Este fenómeno, aún hoy vigente, es cada vez más acelerado y en la década del ‘60
produjo que los estudios fotográficos comenzaran un período de decadencia que aún hoy
continúa. Solamente sobreviven en condiciones más o menos estables, aquellos negocios
que dedican todo su esfuerzo a la venta de materiales, equipos fotográficos, fotoacabado
y solamente como alternativa de servicio, la toma de foto carné en un minuto con siste-
mas Polaroid y alguna que otra reproducción.
Las casas de fotografía, como Luz y Sombra de la Srta. Margarita Bachur, Alberto Pos-
se o Linares, donde el trabajo de Galería de retratos era el centro de su actividad comer-
cial, es cada vez más difícil. Para mantenerse vigentes dentro del mercado, han tenido
que dedicar gran parte del esfuerzo a la venta de insumos y equipos fotográficos, o con-
vertirse en ópticas. A pesar de ello, las modificaciones que produjeron en la forma de co-
mercialización y el acelerado avance en la tecnología en este rubro, son mucho más rápi-
dos que los cambios que estas casas pueden realizar. Por lo tanto la forma como actual-
mente se manejan, las está llevando a su definitiva desaparición. Son en cierta forma, el
recuerdo vivo de la época de mayor auge de los estudios fotográficos.
El caso de Don Amado Cortez, fotógrafo “minutero” de plaza, es un ejemplo de ello. Fue
pasando de la máquina de cajón, en la que realizaba todo el proceso, y a la que en conta-
dos casos utiliza actualmente, hasta el proceso Polaroid con el que hace algunas tomas
rápidas para los transeúntes. La agilidad para moverse dentro del medio social y comer-
cial, aceptando las exigencias que este le imponía, lo condujo a aprender y producir utili-
zando nuevas técnicas, tratando de conseguir resultados rápidos y económicos como lo
exigía la realidad. A pesar de ello, su desaparición ya se ha producido hace años desde el
punto de vista comercial estricto. Es más, Don Cortez ha sobrevivido a los embates socia-
les y económicos a lo largo de cincuenta años de actividad comercial, gracias a su capa-
cidad de reacomodamiento permanente.
Cada uno de estos fotógrafos es artista? Es Don Cortez un artista? Y nos referimos a él
específicamente por representar a un tipo de fotógrafos que ya no existe. Creemos que es
un tema que amerita un análisis más concienzudo que el que pretendemos hacer en este
trabajo. Por lo pronto diremos que si nos atenemos a que “un artífice es aquel que trabaja
con las manos, artesano el que lo hace con las manos y el cerebro y artista el que lo hace
con las manos, el cerebro y el corazón” , en cierto modo lo son. Y esto se debe aplicar a
todos mis entrevistados.
Lo cierto es que cada uno de ellos desarrolló su actividad sin plantearse este problema
y por cierto sería injusto que nosotros nos lo planteáramos ahora. Lo cierto es que hicie-
ron sus casas y criaron sus hijos con la fotografía. No se preocuparon de cuestiones que
les parecieron pequeñas dentro de sus esquemas vitales. Para ellos esta actividad no fue
solamente un trabajo. Fue el medio con el que se insertaron en la realidad. Ser fotógrafo,
les otorgó la posibilidad de ser alguien en la vida. Este oficio los convirtió en referentes
sociales. Fueron y se sintieron importantes dentro del medio social en el que les tocó
vivir.
Al describir la forma en que realizan su toma, buscando el ángulo y la luz apropiada, los
convierte, no en comerciantes de la imagen, sino en sus creadores. Trataron siempre que
el cliente quede satisfecho, no solamente con un servicio responsable, rápido y de cali-
dad, sino con la fotografía que le entregaban. El cliente era tomado como actor principal
de la imagen que producían. No es que no le dieran importancia al dinero que por ella
cobraban, sino que sobre la calidad del trabajo que realizaban, se sustentaba la continui-
dad del negocio. El fotógrafo retratista cumple esta misión. Trata de sentir que la fotogra-
fía producida es la que imaginó y sobre todo que el cliente se sienta conforme con su per-
sona. Era preciso que se sienta reflejado en la fotografía y satisfecho con lo que cada
persona que entraba a su estudio quería ver de sí mismo.
Todos estos fotógrafos comenzaron con la fotografía en la primera mitad de este siglo.
Don Cortez, ha pasado la mayor parte de su vida en la plaza Independencia.
Todo lo anterior, nos conduce a reflexionar sobre las causas que provocan que los fotó-
grafos modifiquen su forma de inserción en la sociedad. Pero aunque encontremos una o
más respuestas, el problema del fotógrafo y de la fotografía seguirá siendo el mismo. No
tiene importancia, cuál es el sistema o medio tecnológico qué se utilice para producir una
imagen, sino la razón que tiene el ser humano para producirla.
El fotógrafo vive en cada una de sus fotos. En ellas está presente. Es en el momento del
acto en que se realiza una fotografía, cuando se ha producido la impresión de la imagen,
donde ha sido actor principal junto a lo fotografiado. Es por lo tanto la fotografía, una for-
ma de conservación de la propia vida. Así como en cada acto sexual, en la excitación y la
calma se muere de algún modo y con ello se produce vida, en cada fotografía hay una
forma inocente, sin intención (en la mayoría de los casos) de reproducción de sí mismo,
del fotógrafo. Baste leer las palabras de algunos de los entrevistados, donde consideran
que la fotografía significa para ellos una forma de vida. Donde sin importar el paso del
tiempo, hacer fotografías deja de ser un modo de comercio solamente, para comenzar a
ser un modo de trascender, de vivir en la realidad a pesar del paso del tiempo.
Me parece ver en Don Cortez y en todos los demás fotógrafos, al hombre. No intento en
este trabajo analizar la actividad profesional, ni la mayor o menor calidad técnica y estéti-
ca de sus trabajos, sino sus vidas. No importa la actividad que tengamos para sobrevivir.
Tenemos todos la necesidad de trascender. Sea a través de nuestros hijos o nuestras
creaciones, mas siempre buscando aquietar y paralizar el paso del tiempo.
Debemos tomar en cuenta en este análisis, la posibilidad que les dio esta profesión de
acceder a un status social diferente del que salieron. Sin haber tenido la necesidad de un
título que los habilite profesionalmente, cuestión que era muy importante en la época en
que florecieron como fotógrafos. El haber manejado un estilo y responsabilidad en el tra-
bajo, les posibilitó convertirse en referentes sociales importantes. Ir al estudio de un fotó-
grafo a sacarse una fotografía, no era cosa de todos los días. Ante la oportunidad la per-
sona, se preparaba especialmente para ello. Requería del retratado una disposición y
preparación especial. La mejor ropa, el mejor semblante, todas eran cuestiones de radical
importancia. Por lo tanto el fotógrafo era necesariamente importante. Esta situación parti-
cular convirtió a los personajes de nuestras entrevistas, en referentes sociales. Hay una
manera íntima y distinta de relación entre fotógrafo y fotografiado.
No hay forma de reemplazo. Esta situación es única. Solamente con la fotografía pode-
mos hacer esta forma de registro de la realidad, que aunque subjetiva y caprichosa en
cierto modo, es igualmente única.
Creo que en estas entrevistas, se explicitan una cantidad importante de datos. El trans-
cribirlas, pretende ser un aporte para que investigadores de diferentes ciencias, utilicen
los datos aportados por estas personas, puedan analizar y discutir un momento histórico y
social, a través de un grupo particular de personas unidas por una profesión común. En
sus pensamientos, se sintetiza el pensamiento de toda una generación de hombres que
practicaron la fotografía, por necesidad, supervivencia y placer.
Cada caso particular, nos dará respuestas particulares, pero todos ellos eligieron la pro-
fesión, aprendieron a quererla y trataron con toda su capacidad de hacer fotografías. Por
cierto de la mejor forma que sus conocimientos se lo permitieron, siendo conscientes
siempre, que sus clientes no debían prestarles un servicio a ellos, sino ellos a sus clien-
tes y en la medida que pudieran solucionar esas necesidades, nunca iba a faltarles el pan
en la mesa de su familia.
LOS FOTOGRAFOS ENTREVISTADOS
El listado que sigue, es también el orden en que están transcriptas las entrevistas a lo
largo del libro. No lo he hecho por orden alfabético ni por edad. El orden responde a la
importancia que tiene cada uno dentro de mi relato y el valor que le doy a sus respuestas
en la consecución de las ideas que desarrollo en la primera parte del libro. No hay una
valoración de la importancia que tiene cada uno como fotógrafo, sino de mi relación afec-
tiva con cada uno de ellos.
La Srta. Margarita Bachur, fotógrafa, nacida en el año 1922, hija del Sr. Abud José Ba-
chur, nacido en el año 1833. Fundador de la casa de fotografía LUZ Y SOMBRA.
El Sr. Alberto Posse, nacido en el año 1922, fotógrafo, dueño de la casa de fotografía
Posse.
La Sra. Aurelia Córdoba, esposa del fallecido fotógrafo Jeremías Alisi Elpidi, conocido
como Dipiel Goré, nacido alrededor del año 1900.
El Sr. Orlando Kaetner, fotógrafo, nacido en el año 1926, fundador y dueño de la casa de
fotografía Donal.
El Sr. Oscar Popoff, nacido en el año 1917, fotógrafo, dueño de la casa de fotografía Foto
Linares.
La hija del fallecido fotógrafo Sr. Hugo Kriner, Lucrecia Kriner fotógrafa también. Nacido
en el año 1935.
El Sr. Juan Perea, fotógrafo, nacido en el año 1922, dueño de la casa de fotografía Foto
Perea.
La Sra. Mercedes Ovejero, esposa del fallecido fotógrafo Gabriel Yofre, nacido en el año
1911. En sus comienzos, fotógrafo ambulante.
El Sr. Luis Antonio Posse, fotógrafo, dueño de la casa de fotografía Lucho Posse, nacido
en el año 1927.
Su nombre?
Mi nombre es Amado Cortéz Álvarez. Yo soy de Tarija, nacido en Tarija, Bolivia que
antes Tarija era Argentina. Después como la Argentina aquel entonces, no lo sabía aten-
der a esa ciudad, entonces se ha anexado a Bolivia. Pero para mi Argentina, Bolivia y
todas las naciones sudamericanas es una sola, como pensaba Simón Bolívar, San Martín
que sea una sola nación, para que así no vengan los de afuera y se vayan adueñando de
su riqueza una por una. Haciéndolo pelear entre sí y después quedarse con todo. Por eso
digo yo mi patria es todo Sudamérica, por que soy sudamericano.
Ahora yo la fotografía como Ud. quiere, como Ud. insinúa y quiere saber, yo cuando
vine acá como extranjero, yo podía trabajar en reparticiones públicas.
Ud. debe haber sido de los primeros fotógrafos de las fotos en menos de 1 hora.
No todos los fotógrafos. Depende del tipo de fijador. Hay varios tipos de fijadores, hay
fijadores rápidos, así que acá se usa un fijador rápido, en cambio en los estudios se batía
el fijador ácido, otro tipo, que tiene que estar por lo menos 20 min. para que esa foto no
se borre. En cambio este fijador en 5 min. está bien fijada la foto, no se borra. Son ele-
mentos que hay que conocer y hay que usarlos para no defraudar a la gente no?
Cuando Ud. iba al campo a trabajar hacia fotos del lugar, de la gente? Además de
las fotos carné, tenía oportunidad de entrar en los círculos sociales y sacar fotos de
la gente?
Si, si muchas veces han venido de allí a llevarme para que saque algún casamiento, o
algunas fotos importantes, y yo iba. Es decir, uno se llega a relacionar tanto con la gente
del campo, como con la gente de la ciudad. Por esa circunstancia, trabajé mucho acá,
porque me hice conocer con la gente de la sociedad, en San Pedro de Colalao. Entonces
trabajaba yo mucho con carnet a domicilio. Después fotos a domicilio de fiestas de cum-
pleaños, almuerzos, y bueno todas esas fotos que muchas veces quieren tener por algún
motivo. Me buscaban por eso, entonces siempre yo tenía trabajo.
Ahora eso ha cambiado mucho porque toda esa gente tiene maquinas, tienen maquinas
muy buenas; algunas la saben usar y algunas tiene. Van al laboratorio dejan los rollos de
eso, les es más barato, más cómodo, se sacan ellos. Entonces ese fenómeno ha hecho
de que no haya ya trabajo acá. Después hay una manada de fotógrafos. Si antes yo iba a
una iglesia, como ser al Corazón de María a sacar una foto de casamiento y sacaba 9
casamientos. Ahora no, hay un casamiento y hay 30 fotógrafos, entonces yo casi ya no
voy. Después los bailes, los famosos bailes en diferentes club, como ser acá se llamaba
el club de los deportes, en la Lavalle y sacaba cualquier cantidad. Era de San Martín, el
Palacio de los Deportes. También acá en el parque 9 de julio; y bueno, yo tuve la oportu-
nidad de trabajar muy bien en bailes.
Mire, en la época de turismo saco con la instantánea, antes sacaba con la otra, ahora
no. Todos los turistas traen maquinas, traen filmadoras, tienen todo, pero como quieren
ver ya una foto, me dicen: sáqueme una instantánea, la instantánea se la saca en dos
minutos y se la entrega.
No se ha quebrado?
No, no, yo he tenido varios choques para quebrarme pero no me he quebrado, por qué?
Porque yo tuve, es decir cuando chico, dice que yo tenía más de 3 años y seguía con el
pecho de la madre. Entonces esa es una base fundamental, que los huesos estén bien
calcificados y bueno todo eso es que me ayuda.
Cuál ha sido la relación que ha tenido con las organizaciones de fotógrafos que
hubo en Tucumán?
Bueno las relaciones han sido muchas. Por ejemplo, el primer contacto que he tenido ha
sido con foto club, cuando era presidente por ej. el doctor Rios, después Suriani.
Dónde estaba el foto club?
El foto club se reunía en diferentes casas. Por ej. nos solíamos reunir en el banco de
Londres cuando estaba mister... no recuerdo el apellido era gerente. También acá tenía
muchas reuniones en el banco de la Provincia que era un señor que no me recuerdo.
Dipiel Goré?
Dipiel Goré. Después estaba Pino... Valdes del Pino, muy amigo. A él le compre algu-
nas cosas. Bueno yo a todos esos fotógrafos, éramos amigos venían acá a la plaza o
cuando estaba en el parque también. Yo algunos domingos me iba al parque y me encon-
traba con ellos, les gustaba ver porque este tipo de fotografía es distinto a las otras.
Por que?
Porque al hacer yo el negativo y sacar la copia, lo hago por reflejo. Es decir del negativo
entra el reflejo adentro de la cámara al positivo. En cambio en los estudios todo se trabaja
ya sea con la ampliadora, que es proyección o los carné que es contacto, que se pone el
negativo junto con el positivo y se le da un golpe de luz. Entonces son tres tipos distintos
de trabajar. Este es reflejo.
Linares.
Linares, saca hermosas fotos. Casi todos los antiguos, todos, todos los fotógrafos anti-
guos sacaban ese tipo de fotos y la trabajaban bien, que pueden tener 40 o 50 años y es
como si la hubiesen sacado ayer. Por qué, porque la sacaban bien, la revelación, la fija-
ción. Hoy en el día no. Hoy en día casi todo el asunto comercial, al decir comercial todo lo
rápido, lo más rápido posible. Y la gente también quiere la foto rápida, hay que hacerle la
foto rápido, pero no es igual a una foto bien hecha, con el tiempo necesario para la fija-
ción, lavado, etc. Eso es lo que sucede con la gente antigua, se dedicaba más al arte a
hacer las cosas mejor. Hoy por lo que todos exigen la rapidez, ya no se hace bien. Hasta
en los mismos laboratorios, un laboratorio por ejemplo, yo he sacado foto a mi hija cuando
se ha recibido en la universidad y tuve que hacerla de nuevo porque con la luz florescente
se van borrando. Todo porque no hay la fijación de la foto.
A esta entrevista la hicimos en el domicilio particular de Don Amado Cortez. Su casa está
ubicada en Villa Urquiza, un barrio periférico de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Me
invita a pasar, nos sentamos bajo una galería de chapas de zinc. Hace mucho calor. Son
las 19 hs. y como siempre en Tucumán, la humedad hace bochornoso el verano. Está
vestido como en la plaza. Es sábado, así es que no va a trabajar sino que está esperando
que llegue la hora para ir a bailar. Nada nos interrumpe, solamente de rato en rato, un
gato que camina por los techos y maúlla cerca de una jaula de un canario, al que trata de
acercarse peligrosamente.
A partir de una conversación sobre su relación con el fotógrafo Aldo Sessa (famoso fotó-
grafo de Buenos Aires) y la invitación que éste le realizara para viajar juntos a suiza…
…una vez vino a la plaza Aldo Sessa. Lo trajo su compañero, el que anda con él… un
profesos en historia, doctor en historia creo que es, que también trabaja en La Gaceta…
Páez de La Torre
Páez de La Torre. Y cuando yo le dije -para ir como Ud. me dice a esas ciudades para
trabajar con esto, ahí está muy adelantado el arte de la fotografía, que sacan en un mo-
mento en colores, la instantánea en tamaño grande-. Entonces Páez de La Torre me dice
-la gente cuando lo vea trabajar a Ud. con una sola mano que mete adentro, hace la foto,
saca. Ahí va a estar (expresión de asombro), viendo el movimiento que Ud. hace. Por que
esto llama más la atención que aquel arte avanzado, porque esto es algo que hace Ud.
solo y con una mano, que la hace adentro a la foto y todo eso. Entonces eso llama la
atención, en la forma que Ud. procede para hacer ese trabajo-. Y bueno, la cosa es que
yo recordé que en Mar del Plata, otro muchacho que trabaja también con esta máquina,
se va mucho a Mar del Plata, lleva esos carritos tirados con Pony y trabaja mucho y mu-
cha gente de afuera le pagaba la foto más que cualquiera, para que lo deje ver el detalle
de cómo… el procedimiento, no. Y la llevaba la foto, le hacían firmar a él atrás, qué se yo,
le pagaban 100 pesos por cada foto, todos los de afuera, le pagaban en dólares. La cosa
es que yo me recordé de esto. Pero después él me dice -lo único, yo le voy a conseguir el
pasaporte, todo, todo, todo, no. Y Ud. de allí va a volver con plata, porque al mismo tiem-
po va a hacer propaganda comercial para los que le tomen, como hacen muchas propa-
gandas por televisión-. Y bueno, me dijo así. Yo le dije, bueno entonces yo lo voy a pen-
sar más o menos para tal fecha. Y claro, ya seguía la enfermedad de ella (refiriéndose a
su esposa).
Papel negativo?
Papel negativo, que era hermoso. Pero qué pasa, como no hay la cantidad de fotógrafos
que había antes, entonces las fábricas ya no lo han más. No es negocio para ellos, inclu-
sive, el tamaño postal ya no.
Le entregaban el medallón?
Claro, entonces Ud. le sacaba la foto y lo ponía en el medallón y el medallón lo ponían
acá (señalando el pecho). Compraban mucho por ejemplo, las chicas para regalarle al
novio, o le sacaban a la madre para llevarla en el medallón. Después he hecho mucho
para eso que usaban antes. Que usaban eso de oro, qué se yo, ponían la foto ahí. El
asunto es que la trabajé yo a esa máquina una gran temporada. Inclusive hacía mucho
calor y yo me iba a Tafí Viejo, y me quedaba en el hotel dos o tres días. Salía a la mañana
con esa máquina, trabajaba y con eso pagaba el hotel. Porque era fresco. Porque es fres-
co comparando con Tucumán. Acá no podía aguantar. Entonces yo me iba. Y ahí se tra-
bajaba con un revelador especial y un fijador especial. El fijador era fuerte, rapidísimo
claro. Porque tenga en cuenta que yo por ejemplo en la plaza, lo saco al papel, lo revelo,
el revelador le entra por las dos partes, el revelador y el fijador. En cambio, este del cañón
no. Estaba metido en una base adentro, que con una agujita había que sacarlo, entonces
el revelador lo recibía de una sola parte, directamente de la emulsión.
Le sacaba la foto en positivo directamente?
Positivo y negativo era.
Plaza Independencia. 18 hs. El día está fresco. Esta mañana ha llovido y ahora se man-
tiene nublado, pero no creo que llueva de nuevo. En el otoño en Tucumán ya no hace
tanto calor y Don Cortez, tiene una campera gris sobre su camisa cuadriculada azul. No
se saca el sombrero de fieltro. Atiende a todos los que pasan con simpatía. En medio de
nuestra entrevista ha venido un cliente a sacarse una foto carnet. Lentamente se mueva,
pero con seguridad de lo que hace. Arma el fondo sobre una silla metálica en donde sien-
ta a una niña que vino con su madre a tomarse la fotografía.
Se hacían desnudos?
Si, si había. Acá vinieron muchos para que les saque, les haga inclusive reproduccio-
nes. Eso ya no quise meterme por el asunto de que acá, cuando uno está trabajando,
todo el mundo observa. Después yo saqué a algunas chicas que quisieron que les saque,
por que querían mandar de modelos.
En qué año?
Antes que se haga la terminal de ómnibus. Cuando era una plaza bien hechita, con jar-
dines, lindos bancos. Al frente había confiterías bastante lindas, la gente en tiempos de la
zafra venía ahí. Se sacaba fotos. Después estuve ahí cuando Perón hizo ese aumento del
70%. Salieron por primera vez los billetes de 500. Antes no existían y venía la gente a
sacarse fotos. Me pagaban con 500 y yo trabajaba bien. Les daba el vuelto y me miraban
raro por que les daba el vuelto. Y bueno, conversando con los del frente donde iba a to-
mar café con leche, me dice uno que lo conocía hace mucho -hoy me hice más de dos mil
pesos. ---De propina? ---No, vienen, me pagan con 500 y yo les doy vuelto de cincuenta y
no se dan cuenta-. Con razón cuando yo les daba el vuelto me miraban... y así se han
llenao los dos mozos del café.
Entonces, Ud. cuando llega de Bolivia, primero empieza a trabajar en el comercio, luego
sus hermanos le enseñan fotografía, para aprender se va al bajo a trabajar, luego toma
los trabajos de libretas cívicas para las mujeres y por último viene a la plaza Independen-
cia...
Tantos años de trabajo se forma un cariño en uno. Entonces por ahí uno le llega a tener
cariño al trabajo. En cuanto a fotografía, el sacar fotos a la familia o a algunas cosas que
me gustan.
Respecto a esta plaza, ha ido haciendo fotos de ella a través del tiempo?
De la plaza si, pero generalmente en ese sentido... yo al que le regalé algunas fotos
lindas de la fuente, cayendo el agua y al fondo la catedral, más o menos con algo de arte,
le regalé a Aldo Sessa. Las fotos que saco ahora, tienen una intención comercial, por que
estas fotos me las compran los estudiantes de la Universidad. Muchas del monumento.
Otras de los edificios antiguos que están alrededor de la plaza. Pero fotos de acá, tengo
muchas. Tengo una foto antigua de la glorieta donde tocaba la banda (de música). Fotos
de los naranjos, que me llamaban la atención de la cantidad que daban algunos años.
Pero últimamente sólo la foto comercial.
Pero toda su vida ha hecho la fotografía desde un punto de vista comercial no?
Si casi toda, solamente he hecho algunas fotos de la nietita buscando algo de arte. Pero
todo comercial. Ahora, cuando estaba en el Foto Club, cuando estaba Rios, Suriani, sa-
qué muchas fotos con placa, con la "Spido". También saqué muchas fotos en el colegio
Guillermina y en el Salesiano, y las copiaba grandes. Me las copiaba Gomez, que era jefe
de fotografía en la Universidad. Trabajaba en sociedad con Alarcón que ya murió. Compró
Gomez de La Esmeralda una ampliadora especial para mí. Me gustaba mucho por que
eran muy grandes. Por ejemplo una reunión de salesianos que vinieron acá e hicieron una
fiesta fantástica. Después por un problema que tuve con Gómez le comencé a llevar las
placas y el 35 mm a Suriani. Trabajaba en una óptica acá sobre la 24 de setiembre y des-
pués puso un estudio. Estuvo muchos años como presidente del Foto Club, después no
supe más de él. A las placas yo las sacaba con Magnesio.
Esta entrevista la hicimos en la casa de fotografía Luz y Sombra, ubicada en la calle Mai-
pú al 400, de la ciudad de San Miguel de Tucumán. A continuación del negocio se en-
cuentra la casa de la Srta. Bachur. Vive con una hermana. Es una mañana de mucho ca-
lor en Tucumán. La señorita Bachur es una persona muy agradable. Camina pesadamen-
te por el paso de los años. Su voz suena fuerte y segura. Habla con mucha calma, pro-
nuncia las palabras una por una mostrando seguridad y un conocimiento preciso en lo que
cuenta. Me hace pasar a una sala detrás del negocio.
Mi padre ABUD JOSE BACHUR, nació en la ciudad de Alepo en Siria y ahí vivió hasta
los 18 años. A los 18 años fue a vivir a la ciudad de Estambul y se dedicó ahí al comercio
del tabaco. En Siria siguió la tradición de la familia que era telar seda, pero en Estambul
se dedicó al comercio de tabaco. Exactamente no se cuanto estuvo en Estambul, dos
años, tres años, no sé y se conectó con un señor sirio que armaba grupos para traerlos a
Abud José Bachur – Margarita Bachur
Si
Ha trabajado muchos años con negativos de vidrio. Había acá cajas con negativos de
vidrio que se fueron rompiendo. Kilos de cajas y después con película. Yo cuando empecé
con mi padre, ya se sacaba película, en el año 35. Después los años de la guerra, eran
momentos muy difíciles, se sacó con placa que era lo que se conseguía y se sacó con
película radiográfica que era lo único que se conseguía. Escribimos a Kodak, le mostra-
mos lo que hacíamos con películas radiográficas. En fin, se quedaron admirados del re-
sultado. Nos dijeron que, en la carta que nos mandaron de que, en fin habíamos salido a
flote con eso, pero que ellos esperaban que cuando se regularice la situación, no la utili-
cemos más porque la película radiográfica, lógicamente tenía otros fines.
La actividad fotográfica con la que ustedes se han manejado toda la vida, ha sido
por una pasión, por un cariño a la fotografía?
Mi padre era muy buen fotógrafo, ha tomado fotos muy buenas. Y bueno, yo empecé
colaborando y ahora no me casé, no he tenido hijos, yo digo siempre que el negocio y la
fotografía ha sido mi marido y mi hijo, porque me han llenado la vida. Yo ahora lo hago
con mucho cariño. Ya estoy en una edad que no se si Dios me permitirá que siga un año,
tres o cuatro. Pero mientras lo puedo hacer, yo digo siempre que la época de sentarme en
una hamaca con la aguja de crochet todavía no me ha llegado. Así que cuando me llegue
Dios dispondrá. Por ahora gracias a Dios, me responde muy bien la cabeza. Yo le hago
cualquier operación matemática, después busco la máquina de sumar, las repaso y gra-
cias a Dios se ve que funciona todavía la computadora personal (apuntando a la cabeza).
Usted como fotógrafa, como se ha sentido detrás de la cámara cuando estaba to-
mando fotos?
Muy cómoda, muy feliz. Muy feliz siempre. Mire, ahora tengo una colaboradora que me
saca los carné. Lo he hecho porque he pensado, no es que yo me sentía cansada. He
pensado que si yo seguía en ese ritmo de vida, cinco o seis años atrás se trabajaba mu-
cho. Se sacaba muchos carné. Yo he pensado que de llegar a una altura de la vida y que
si seguía en ese ritmo me iba a agotar. Entonces he tratado de tomar una empleada que
tome las fotos, yo hacer algunas otras cosas, hago toda la parte administrativa del nego-
cio, como le digo, hago todo lo que puedo, todo lo que está a mi alcance. He decidido
entregar la máquina a otra persona que me saque los carné. Mi hermana hacía mucho
que me decía: hacelo, hacelo. Yo no tomaba la determinación, pero ha llegado un mo-
mento que yo..., me voy a agotar antes de hora y va a ser peor. Entonces mejor que limite
un poco las cosas. Ahora trabajo, yo trabajo todo el día, de las ocho de la mañana. No le
digo que hasta las ocho de la noche cuando se cierra. A las ocho de la noche hay que
hacer caja, hay que preparar alguna cosita, hay que revelar los carné. Yo sigo trabajando,
pero mire, hubo un momento de mucho trabajo que yo hacía todo, que los viernes y los
sábados aunque usted no crea me acostaba a las dos de la mañana. Por que entonces
todo el trabajo se entregaba en carpetas y las carpetas eran pegadas, no eran enchufa-
das y las pegaba yo y hasta que no terminaba no me acostaba.
Se hacían fotos de niños desnuditos. Era infaltable que el niño tenía que tener la foto
desnudita. La foto clásica era el niño boca abajo. Pancita abajo que se llamaba.
Probablemente hongos.
Abrimos cajas de negativos y hay muchos negativos pegados.
Los archivos?
Las fotos... Cuando vino el sr. Aldo Sena (por Sessa), él se interesó por las fotos. Des-
pués lo comenté con una persona y dice -no vaya a dejar que ni una foto salga de Tucu-
mán-. Dice también -cuando usted tenga que cerrar el negocio, las tiene que donar a un
museo-, dice. -No deje que ni una foto salga de Tucumán-. Bueno no se, donaré todo a un
museo, no se cómo haré. Los negativos como le digo, no hay de personalidades y con
ese problema, todo lo de placas se ha roto, que yo calculo que debe ser más o menos
desde que se inicia mi padre al veintitanto que yo creo que sale la película, no es así? La
película sale después de la primera guerra, creo yo. No se, como le digo. Pero quienes
han tenido la historia de Tucumán en sus manos que ha sido Valdez del Pino, la hija me
dijo así dice: cuando ha muerto mi hermano hemos tirado todo. Hasta hace unos años no
había el criterio ese de guardar esas cosas, ahora si. Usted sabe lo que hace en San
Telmo, la gente de alcurnia, me han contado a mi, vende hasta las fotos de sus antepasa-
dos y entonces los hijos que no tenemos esos antepasados. Entonces los hijos del gringo,
que no tenemos esos antepasados, dice que van y los compran y los exhiben en las ca-
sas diciendo que son sus abuelos. Yo no se si usted ha visto la película: Paula Cautiva.
Es una película nacional, imaginesé trabajaba don Orestes Caviglia todavía. Ahora le digo
si mejor o peor que otras no me acuerdo. Pero contaban cosas en la película, le mostra-
ban cosas increíbles. Yo hay una cosa que le he dudado y tengo una prima que tiene pa-
rientes en Buenos Aires y ha preguntado y los parientes le han dicho que si. El sr. es un
sr. de apellido y está en la ruina total, entonces cuando moría un hijo de gringo, les alqui-
laba el mausoleo en la Recoleta. En la película se ve eso, sobre el apellido ilustre, ponían
una placa con el apellido del gringo y ahí lo enterraban. Cuando se iban todas las relacio-
nes, lo sacaban y lo llevaban a la Chacarita. Eso se ve en la película y yo le comenté a mi
pariente: che pero esto no puede ser, cómo la Municipalidad va a permitir que lo estén
paseando al muerto. Y ella averiguó y le han dicho que si. Mire el afán de figuración tan
tonto que tiene la gente, yo estoy donde estoy nada más, no se tengo esa idea. Yo no le
voy a decir, habrá sido lindo ser Onassis, tener barco y pasear por el Mediterraneo. Pero
yo estoy donde estoy.
Los fondos, usted los conserva todavía?
Mire. Yo creo que los primeros no, pero ahora sobre esos hay cortinados. Creo que no,
creo que atrás del cortinado queda uno o dos nada más. Ese de la plaza de Mayo, ha sido
vendido.
Ninguna se casó?
La más chica se casó, enviudó. Tenía dos hijos, lamentablemente lo perdió a uno.
Había visitado a la Srta. Bachur varias veces antes. Le traje de regalo un tomo de las
Actas del Tercer Congreso de Historia de la Fotografía en la Argentina, realizado el año
anterior. En él salió publicado un trabajo sobre ella y otro fotógrafo de Tucumán que había
yo presentado. Está muy emocionada con ello. Me ofrece pagarme el costo del libro. No
acepto. Me hace pasar a su oficina privada y comienza a hablar de su historia.
Mi padre, desde que yo he tenido edad de razonar, no hacía trabajos a domicilio, siem-
pre en la galería. A domicilio hacía, sacar las fachadas de las casas. Parece que la gente
en esa época, hipotecaba las casas en el Banco Hipotecario. Y el Banco Hipotecario le
exigía una foto 13 x 18 del frente. Eso si hacía mi padre, lo hizo más de una vez. Y des-
pués no iba a domicilio, pero tenía algunos clientes, los hindúes. Yo no se a qué nación
bien, pertenecen ahora, pero lo venían a buscar. Mi padre iba con la máquina, era para
retratar un velorio. Lo sacaban al muerto al patio, por que mi padre no usaba magnesio,
se sentaban todos alrededor del cajón y mi padre les tomaba la foto. Eso lo hizo muchas
veces, parece que era costumbre de esa nacionalidad.
Tenían mucho trabajo cunado en la época de Perón, se dispuso que saquen la Li-
breta Cívica las mujeres?
Era tal la cantidad, que a las siete de la tarde, se cerraba el negocio a las ocho. A las
siete de la tarde ya no dejábamos entrar a nadie, porque era imposible atender a todo el
mundo. Se recibían a los clientes, esos primeros días, hasta las siete de la tarde, pese
que el negocio cerraba a las ocho, porque no dábamos abasto. Entonces no existía la
Polaroid, eran todas fotos con negativos. Negativos retocados, saque la cuenta el trabajo
que era. Pero fue un período, creo que duró dos meses a lo sumo, así en esa cantidad de
gente.
No ha sentido discriminación?
No… algunas personas decían: es una mujer la que saca si, pero no, no. Hubo casos…
Un día, no estaba mi padre y se presentó un grupo de una familia muy numerosa. Y yo les
tomé unas fotos muy buenas. Y cuando estuvieron las fotos no las quisieron. Volvieron a
sacarse, porque ellos querían que les saque el maestro, que era mi papá. Fue el único
caso que me acuerdo, que alguien protestó porque yo le tomé una foto. Pero protestaron
por esas cosas. Pero después nadie me dijo: si, porque usted no es como su papá, no.
Gracias a Dios. Y ahora, aunque yo estos últimos años ya no tomo las fotos carné, todos
los clientes me dicen lo mismo: fotos de carné eran las que tomaba Usted. Bueno, yo los
tengo que convencer que las cámaras son las mismas, que los procesos son los mismos.
Pero me añoran gracias a Dios. Igual que a mi papá, cuánta gente viene y me dice: su
papá me sacó hace 50 años de novio. Pero mi papá va a cumplir en el mes de noviembre
40 años de muerto. Pero varios años antes que él muriera, yo ya tomaba las fotos. Yo
tomaba las fotos de todo, ya novios, carné, todo. Muy joven he empezado en la lucha gra-
cias a Dios. No me arrepiento, porque nunca, nunca, he sentido que he tenido un peso
encima. Siempre meta vivir. Unos años después que murió mi madre, bueno en vida de
mi madre, yo he viajado algo. Después de que ha muerto mi madre, hemos podido viajar
más. No la queríamos antes dejar sola. Ahora no me alcanza ni para ir hasta la esquina.
Está terrible, terrible, terrible. Yo quiero pintar, arreglar un poco la casa, la galería, pero
completamente no hay margen en este momento. Y lo dice el Sr. Posse. Antes de em-
pleado hice la casa y ahora no la puedo pintar. Y tiene toda la razón del mundo. A mi me
pasa lo mismo. Yo quiero pintar los patios pero no hay margen, no hay margen. Yo llevo
varios meses, que estoy sacando de mis ahorros para poder pagar los sueldos y acreedo-
res e impuestos. No se hasta cuándo se puede prolongar esto. Porque algún día se van a
terminar las cosas. Hay muchos meses que no cubro. Menos mal que no pago alquiler
donde estoy ahora.
Son las 18 hs. Don Alberto Posse me recibe en su negocio de la calle Congreso al 300,
en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Es una persona de baja estatura. Tiene una
barba cana de uno o dos días. El cabello de su cabeza es cano también. Es un poco gor-
do. Se viste con una camisa clara arremangada y pantalones oscuros. Nos sentamos en
una salita lateral a la galería de retratos. Es un lugar antiguo con pisos de maderas, con
poca luz. Ya habíamos conversado antes, así es que vamos directamente a la entrevista.
Usted me contaba que empezó con Dipiel Goré, el nombre real de Dipiel era…
Era Jeremías Alisi Elpidi, italiano.
El se instaló…
Vino por el diario El Orden, lo tajo el Sr. Rosemvald, que era el propietario del diario El
Orden, y sabía estar en la pensión Dumont, que estaba en la Laprida o esa zona, ahí es-
taba la pensión, y después se instaló en un edificio del Banco Provincia. Ahí puso la foto-
grafía que se llamaba R. Dipiel Goré, retratos Dipiel Goré, en la calle Las Heras, que en
esa época era Las Heras la actual San Martín. El número era 352, que pertenecían al
Banco Provincia (Contó antes que el dueño del diario El Orden, se había ido a las sierras
de Córdoba y lo vio trabajar a Dipiel Goré. Lo contrató para que realizase la parte de in-
formación social del diario).
No exponía solamente lo de él
No, no. Ahí tenía una galería donde sacaba fotos y había salones disponibles para las…
Que ahí sabía estar la Comisión Provincial de Bellas Artes, que era presidida por Enrique
García Hamilton. Ahí eran las reuniones, los concursos, las exposiciones, el juzgamiento
de las obras. Y bueno, en ese ínterin yo entré en el Foto Club, en el año ’38 que se ha
inaugurado. Como él era una persona artista, entonces estaba mezclado en el Foto Club
Tucumán, que presidía en esa época don Héctor Peirano, estaba Belisario Ríos, estaba
Oscar Fonio, Angeleri, Marcelino Vázquez.
Desde el principio?
Desde el principio, claro. Y con reflectores hechos por Dipiel, diseñados por Dipiel. Ape-
nas era un cajón grandote, con el condensador y bueno… Pero se usaban en esa época
placas 12 x 16 y 9 x 12. Vale decir que a los carné los hacíamos directos, por contacto.
Había que retocarlos. Pero el retoque ahí no era hermosearlo a la persona. Era atenuarles
algunos rasgos que en la fotografía quedan muy chocantes. Entonces atenuarles una
arruga en la frente, una ojera. Pero no se hermoseaba a la persona.
El presidente?
Héctor Peirano, un gran fotógrafo, un gran maestro de la fotografía. Gran maestro de
fotógrafos. No vivían de la fotografía, eran, digamos, cómo podría decir, amateur. Des-
pués Héctor Peirano fundó el Cine fotográfico de la universidad.
Y después continua?
Exactamente igual, por eso le digo. Cuando él murió, la casa siguió sin ningún proble-
ma. Por que el estilo seguía siendo el mismo.
Y la pintura?
Las pintábamos así a mano, venía el librito de colores y uno le daba el tono. El color de
los labios, la cara, pero una cosa discreta.
Usted no hace las fotos a domicilio, los retratos los hace aquí?
Exacto, por eso el agradecimiento mío es obsequiarle la foto, por que han tenido esa
gentileza de ofrecerse para que yo haga una muestra. No es el hecho de venir a sacarse
y que después le venda la foto, en absoluto. Algunos preguntan, si me tienen que pagar.
No, no al contrario.
Me reúno con Don Alberto para entregarle una copia del trabajo que había presentado
en el Tercer Congreso de Historia de la Fotografía en la Argentina. Brillan sus ojos por la
emoción. Creía que no iba a cumplir con él. Lo encuentro mucho más animado que otras
veces. Se siente mucho mejor. Ha comenzado a trabajar en la realización de una muestra
fotográfica individual.
Antes se acostumbraba a usar fondos pintados en las fotografías, por ejemplo Bachur,
Foto Iris, Enrique Mastraccio era el dueño.
Hoy he conocido a un Sr. Espadafora, hijo del Espadafora que era pintor.
Si Espadafora. Pintaba cosas religiosas, cosas hermosas pintaba. Pintaba las Iglesias,
paredes de Iglesias. Pero no lo he conocido yo. Era más viejo que yo. No lo he conocido,
pero era famoso. Hacía cuadros. Santos...muy lindo.
La srta. Bachur me contaba que él, le pintaba los fondos para las fotografías.
No se. Pero tiene que ser, porque él se dedicaba a todas esas cosas. Ahí en Dipiel nun-
ca hemos usado fondos. Siempre fondos lisos. Ya sea claro, oscuro o gris, de acuerdo al
tono que le quería dar a las fotos. Lo que se usaba siempre era el tono sepia. Eran fotos
más iluminaditas. Eran una obra de arte. Parecían una pintura. Yo he visto todavía ac-
tualmente, actualmente he visto fotos, hechas en aquella época y Ud. le pasa el trapo y
quedan intactas. Eran bien procesadas, bien lavadas, bien cuidadas. Tienen una duración
eterna. Inclusive más duración que una foto en color actual.
Yo tengo una foto firmada por Dipiel, es la foto de un funcionario público con su
familia.
Y la debo haber sacado yo. Toda esa gente se sacaba con Goré. No se si está bien
dicho. Era la sociedad...
Cómo fue la época en que las mujeres debían sacar la libreta cívica?
Fue en el '48. Había mucho trabajo. Imaginesé, enrolar a todas las mujeres. Nosotros
hacíamos, por ejemplo, en Dipiel, que era una casa que no se dedicaba tanto a sacar car-
net, hacíamos 100 a 120 carnets diarios. Calcule Ud. las casas que se dedicaban exclu-
sivamente a sacar carnet. Era buen negocio. Pero... plata que ha entrado en esa época,
no se la...bueno en el caso nuestro de Dipiel, no ha agarrado y se la ha guardado, sino
que la ha disfrutado. Bien disfrutada, no la ha despilfarrado, porque no era un hombre de
esos. Se trabajó muy bien. En el campo, tengo entendido que iban fotógrafos y ponían
ahí, anunciaban y ya en el pueblo, el que mandaba decía: tal día va a venir el fotógrafo,
ya los formaban y les sacaban. Esa era la forma en que se trabajaba en esa época.
Ha cambiado la actitud del fotógrafo actual respecto de aquella época que estamos
hablando?
En la época de Dipiel, la gente elegía al fotógrafo, iba a la casa de fotos, su casa, sus
fotos, su preferencia, comprende? No es como ahora que tiene un casamiento y llegan 30
o 40 fotógrafos a ofrecerse. Bueno, desesperados, un 80% no ve la calidad, o no ve la
calidad del fotógrafo o la responsabilidad. Y nosotros sacábamos 70 u 80 fotos y con eso
cubríamos todo. Iglesia, fiesta, en fin. No 200 como ahora. Solamente lo imprescindible. Y
los costos eran accesibles. Pero la gente no se fijaba tanto en los costos, porque más o
menos todos cobraban igual. La gente se fijaba en el trabajo, cómo se hacía. No como
ahora.
Y la iluminación?
No los chicos estos, de iluminación muy poco saben, como los flashes, vienen cada vez
más modernos. Era cuestión de disparar. Pero como yo digo, una máquina buena, súper
buena, ayuda, pero el que mira, el quien ordena sacar la foto es el fotógrafo, es el que
ordena. El ojo del fotógrafo en la máquina. Ud. va caminando con la máquina y la máqui-
na no le dice: mirá, mirá, sacá aquello. El fotógrafo le dice a la máquina, mirá saquemos
esto. Es así o no es así. Igual que en los casamientos, las fotos esas del baile, los hacen
parar y salen mirando al fotógrafo. Entonces no es necesario que toquen el vals de los
novios, para sacar la foto de los novios, en cualquier parte, en la misa lo podés parar y
sacar la foto. Tienen que sacar que se vea el movimiento. Eso ya es cuestión del fotógra-
fo. Fotógrafos acá en Tucumán, que me perdonen, pero debe haber diez, fotógrafos.
Y Lucho Posse?
Bueno, ese muchacho, yo ya era fotógrafo cuando ese chico sabía ser laboratorista de
óptica Folie, porque antes la óptica recibían rollos de aficionado, Lucho padre, por que al
otro le dicen Luchito.
Ha incursionado en el cine?
Me hubiera gustado. Me hubiera gustado, por que yo como he sacado fotos, en las reu-
niones he sacado tipo cine. He hecho varias filmaciones de novios, he hecho. Porque yo
cuando sacaba fotos, sacaba de sorpresa. Sorprender, no de hacerlos posar. Que se vea
en la foto la imagen movida pero congelada. Comprende? Me hubiera gustado hacer cine.
Para hacer cine, hay que tener una solvencia material bastante libre, importante. Siempre
me ha gustado. Y me gustaría hacerlo ahora, me gustaría. Yo cuando sacaba fotos de
reuniones, casamientos, trataba de sacar tipo cine. Ud. ha visto que cuando filma, no es
igual a las fotos. Yo he filmado novios, muchos novios.
En qué filmaba?
Filmaba en súper ocho. Yo tengo una filmadora, una Cannon profesional, y tengo el
proyector. Pero como ahora, en la actualidad no sirve...
Pero se hacían?
Si, se hacían. Por ejemplo a mi me traían un chiquito. Lo traían dormido. Yo le sacaba la
foto dormido. Yo lo hablaba, lo despertaba, porque justamente, si le saco dormido, va a
parecer un chiquito muerto. Los ojos cerrados iba a parecer muerto. Entonces yo los
aconsejaba, que lo traigan para la foto, después que haya comido y después que haya
dormido, para que aquí cuando la foto, no esté llorando o que le moleste la luz. Entonces
para sacarle al chiquito con toda su viveza.
Esta entrevista a la Sra. Aurelia Córdoba, la realicé después de haberme contactado por
teléfono con ella. Me recibe en su casa de la calle Las Heras al 100 de la ciudad de San
Miguel de Tucumán. Son las 17 hs. No hace mucho calor. Me hace pasar a la sala, donde
nos sentamos alrededor de una gran mesa de madera. Es una persona muy elegante, con
mucha seguridad en sí misma. Se ha preparado para recibirme y me siento honrado por
ello. No me conoce, pero si está muy cerca de un pariente cercano mío, así es que apro-
vecho esa situación para romper el hielo de este primer encuentro.
Ud. es tucumana?
Tucumana.
Eso en el '33.
Eso en el '34.
Nacido en Italia?
Si, en Italia.
Cuando nace?
No me acuerdo.
Exponían fotos?
No, exponían cuadros, pinturas. Y además las obras de arte del museo de Buenos Aires,
las premiadas. Venían a la galería nuestra. Por cierto teníamos la guardia siempre, por si
hubiera algún intento de robo, destrozo, cualquier cosa. Porque la Galería estaba abierta
todo el día, únicamente a la hora de la siesta no, pero a las seis de la tarde ya venía la
gente. Durante todo el día, a la mañana, a cualquier hora. Así que, eso fue para él un
triunfo, por que era lo que él aspiraba. Estaba la entrada, donde se atendía la clientela y
después estaba una sala, una habitación digamos, hacia la izquierda, estaba el empleado
donde se retocaba las fotos y el escritorio, donde... pero a la entrada, estaba el saloncito
donde estaba el mostrador donde venía la gente para sacarse fotos.
El aprendió ahí?
Claro, si chico entró. Pero nunca sacaron las fotos. Tal vez alguna vez carnet, una cosa
así. Pero si no era Dipiel, era el único que sacaba las fotos. Hasta los carné. Cuando se
hizo el carné femenino, como se llama...
La libreta cívica.
Eso, eso, el enrole. La gente, eran las doce de la noche y estaba esperando que Dipiel,
le tocara el turno para sacarse la foto. La gente que ha ido a sacarse fotos, por el carnet,
ha sido numerosísima. Si Dipiel, eran las doce de la noche y estaba sacándose fotos. Es
lo que también ha contribuido para su muerte.
El era de Milán?
No, era de Grotta Solina, al norte de Italia, al norte de Roma. No se bien, pero creo que
era cerca de Roma. Pero ya empezó él a sentirse mal. Y estábamos ya casi con los pasa-
jes reservados, por intermedio de un primo mío militar, que estaba en ese entonces en
Buenos Aires. Y el le dijo: Dipiel, cuando Ud. disponga, van a estar listos los pasajes. Y
Dipiel no quería ir en avión, sino en barco. Así que fuimos. Nos fuimos a Buenos Aires, y
este primo que le digo nos llevó a conocer el barco. No me acuerdo cómo se llamaba.
Hermoso... pero a mí me daba un poco de miedo la travesía en el mar. El avión me asus-
ta un poco, pero me arriesgo más al avión que a otra cosa. Y así pasó el tiempo... Yo he
encontrado hoy justamente, dos recortes de cuando murió Dipiel.
Nunca pintó?
Hizo un cuadro, bastante lindo. Que una de mis hermanas se lo llevó porque le gustaba
tanto, que se lo llevó. El era una cosa, que se podía deshacer con toda facilidad. Porque
él no le daba importancia. Ahora, cuando venían las exposiciones a casa. Ponía todos los
cuadros así, abajo, para ir eligiendo a dónde iba a ir éste o este otro, según el tamaño. Y
un día me dice: vení, vení para que veas los cuadros y veas cuál es el que más te gusta.
Yo miraba uno y miraba otro. Por ahí encuentro un cuadrito así, chico no más (40 x 50).
Bueno, qué te ha parecido. Y le digo: Para mí, este cuadro es el mejor. Y entonces co-
mentó con otro artista, que dice que yo tenía muy buen gusto, que por eso había elegido
el que era primer premio. Así que yo no he estudiado pintura, ni ninguna de esas cosas.
Maestra y gracias. Y me gustaba mucho el arte.
Incursionó en otro tipo de fotografía, aparte del retrato? Desnudo por ejemplo?
No, no. Yo nunca he visto. Por lo menos en casa nunca se ha visto. Ahora, no se si en
forma reservada lo hubiera hecho. Porque, es una forma de arte. Retratos, los novios.
Infinidad de novios.
Tuvieron hijos?
No, no. Una vez me quisieron regalar una criatura. Y le digo: Qué te parece Dipiel, esta
criatura. - No, el día de mañana, vas a querer más a la criaturea que a mí. (Se ríe).
El Sr. Katner, es un hombre de gran vitalidad. Es gordo, camina pisando fuerte, como
diciendo aquí estoy. Es serio y a la vez de una simpatía muy particular. Tiene una forma
de presentarse que hace que se sienta pequeño uno, ante su presencia. Habla con fuer-
za y seguridad. Está orgulloso de quié y qué es. Se ha hecho a sí mismo y está convenci-
do de ello. Me recibe en su negocio de la calle 24 de Setiembre al 600 de la ciudad de
San Miguel de Tucumán. Se lo encarga a su esposa, mientras nosotros bajamos a un bar
que está en las cercanías para conversar.
Eso no trascendió
No trascendió no?
18 DE SETIEMBRE DE 1995.
La Sra. De Yoffre, es una mujer muy especial. Cuando atiende detrás del mostrador del
negocio que ha fundado su esposo, en la calle San Martín al 600 de la ciudad de San Mi-
guel de Tucumán. Ahora ha quedado en manos de su hija, parece una persona hosca, de
mal genio. Mas cuando me hace pasar detrás del mostrador a una pequeña salita donde
conversamos, se convierte en una suma de simpatía y recuerdos divertidos y felices. No
hay amargura en ella. Está muy segura de quién es. Muestra siempre la fuerza con que
ha vivido. Es delgada, es bella y tiene un abundante cabello blanco y recogido sobre su
cabeza. No hay duda de que ha sufrido, pero no siente rencor por su pasado, sino un or-
gullo que la desborda.
Llevaban un laboratorio?
No, no. Íbamos con auto, solamente con cámaras y levantando originales. El trabajo se
hacía acá, se procesaba en calle Alsina entre Piedras y San Lorenzo. En ese tiempo la
calle Alsina, es la actual Las Heras. Calle Alsina, casi Piedras. Ahí lo conocí a don Gabriel
Yoffre, ahí me enseñó todo lo que aprendí.
Cuándo es eso?
En el año 1961. Recuerdo por que lo operan a mi marido que tenía 50 años. Mi marido
muere el 10 de julio de 1986. Cuando llegamos a Tucumán, conocimos a un Sr. Fuhur.
Tenía una piecita chiquitita, que le llamaba La Cooperativa, en la calle Lamadrid. Vendía
por una hojita, dos hojitas de papel blanco y negro. Fraccionaba rollos. Mi marido muy
ambicioso llegó de Buenos Aires y nos instalamos en la 9 de Julio. Vendíamos todos los
equipos para fotografía. Les vendíamos a los fotógrafos y ellos nos traían lo que hacían
para que les procesemos los materiales. Comprábamos a medias los tambores de pelícu-
la con don Fuhur, por que este hombre se veía muy triste cuando se comparaba con no-
sotros.
Junio de 1995
Cuando Nace?
Nace un 27 de enero de 1935.
Cuando muere?
El 25 de junio de 1984.
Setiembre de 1995
El Sr. Luis Posse, me recibe en la casa de fotografía que tiene en la galería Roseé Ma-
rie, de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Está sentado detrás del mostrador. Le expli-
co lo que quiero y decide contestar mis preguntas por escrito. Considera que de esa for-
ma no va a cometer errores y me va a ser más útil. Es un hombre grande, gordo, de cabe-
llo cano. Su voz suena fuerte y grave, con gran seguridad, Su esposa está presente y
cuenta cosas una tras otra. A pesar de ello, no quiere ser entrevistada.
Además de lo que conté, voy a agregar que en el año 1965, adquirí el primer equipo
electrónico de foto-color con computadoras de primera generación. Tenían una calidad
similar a las actuales. Por último, ejercí la docencia, nombrado por el Dr. Landa (Rector de
la Universidad Nacional de Tucumán durante el proceso militar a partir de 1976), en el
Ministerio de Salud Pública de la Nación, dictando cursos de Bachillerato Técnico, en la
especialidad Radiología.
ENTREVISTA A JUAN PEREA
22 de setiembre de 1995
A don Juan Perea lo conozco hace muchos años. Me ha parecido siempre una persona
a la que no le pasa el tiempo. Está siempre muy elegante. De traje oscuro, muy formal. Su
negocio se encuentra en la calle Mendoza al 400 de la ciudad de San Miguel de Tucu-
mán. Varias veces he querido entrevistarlo y no me lo ha permitido. Esta vez, apurando
un poco las cosas, enciendo el grabador y empiezo a preguntar. El está parado detrás del
mostrador y allí hablamos.
Don Oscar Popoff, es un hombre de muchos años, tiene los achaques de la vida, pero a
pesar de ello está parado detrás del mostrador o encerrado en su laboratorio haciendo
fotografías. Su piel es oscura y sus cabellos blancos. Hemos hablado varias veces de las
entrevistas y se niega a ello. No lo hace directamente, pero busca siempre una escusa
para no hablar frente al grabador. A pesar de ello, finalmente accede a contestar unas
cuantas preguntas. Lo acompaña en el negocio una sobrina, muy joven y agradable. Me
recibe detrás del mostrador de su negocio ubicado en la calle Córdoba al 600 de la ciudad
de San Miguel de Tucumán.
Si, este muchacho era muy joven. El estaba conmigo en la calle Muñecas 68 y después
me trasladé aquí al frente (Mendoza casi esquina Muñecas). El dueño del diario Noticias
me habló un día, para que publique las fotos de los chiquitos, por que decía que esas fo-
tos eran bárbaras. Bueno, ya voy a ver le dije yo. Yo le mandé un chico. Y al poco tiempo
se presentó Hugo al diario Noticias. Vino y me dijo: Mire, yo voy a hacer esa nueva co-
lumna en el diario, porque yo con lo que le aprendí... - Bueno, yo le di mi palabra en el
diario que la iba a hacer. Vos sacá y si hacés algo bueno quedate. Hu, se a metido, des-
pués se instaló en la Muñecas primera cuadra. Por que yo estaba en la muñecas 68, al
lado de Los Dos Gordos, que antes estaba allá por la Marco Avellaneda y Santiago. Eso
estaba poblado de Cabarets y los Chico, me mandaban a las chicas para que yo les sa-
que fotos.
Alguien me dijo que Mastraccio sacaba también fotos de las chicas de los cabarets.
Puede ser?
Honestamente, aquí no estamos para mentir. No se. Pero yo era amigo de todas ellas.
Acá tengo una foto de Mirtha Legrand. Yo he sido muy amigo de Efedora Cabral, la can-
tante de tangos.
Hacía desnudos?
Si, poca cosa. No me gustaba por que no se podía exhibir. Yo saqué la obra del gaucho.
Dos metros y medio por un metro. Don Facundo Lescano. Un gaucho más arrugado que...
ristras de plata. Lo saqué de gaucho. Salió bárbaro. Hice la revelación de noche. Tiraba el
papel en el suelo y con un algodón con revelador, revelaba en el suelo. Echarle el agua,
sacarle esa agua y después con el fijador. Hice una foto de Juan Carlos Iramain, pero me
la robaron. Y con esa foto he quedado mal, pésimo, por que había prometido regalarla al
museo de Iramain que está en la calle Entre Ríos.
22 de setiembre de 1995
Al igual que la entrevista anterior, don Oscar me recibe detrás del mostrador de su nego-
cio y contesta algunas pocas preguntas, puesto que tiene siempre mucho que hacer. A
pesar de su reticencia, me doy cuenta que le gusta hablar de sí mismo y contar sus expe-
riencias.
Había, entre los fotógrafos del medio, la conciencia de que eran artistas?
Había buenos elementos, que ahora no hay nadie, estaba Quiroga, que era medio tirao
pa'atrás, que se consideraba un buen artista. Dipiel Goré, que era medio jodido. Valdez
del Pino, era un tipo del montón, pero Mastraccio, era un buen tipo. Quiroga, estaba ins-
talado en la 24 de Setiembre, casi 25 de Mayo.
23 de septiembre de 1995
Don Dante Decarlini, es un hombre alto, flaco. Da la impresión de ser una persona que
no le da mucha importancia a las cosas, pero es todo lo contrario. Me recibe en su casa
de la calle Marcos Paz al 1300 de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Es una mañana
de mucha humedad. Ha llovido y las calles están mojadas por la tormenta de la noche
anterior. Tomamos un café y conversamos en el estar de su casa. Ya nos conocemos
hace tiempo. Había sido compañero y amigo de mi padre desde la época que eran estu-
diantes de arquitectura. Es un hombre que habla con cierta amargura. Fue perseguido
durante la dictadura militar que comenzó en el año 1976.
Es Arte la fotografía?
Nosotros apreciamos los niveles de Tucumán y estos dejan mucho que desear, para
llegar a la altura de Buenos Aires o el extranjero. Sino, por qué hay una sección dedicada
a la fotografía en los museos de Arte Moderno del mundo? En Tucumán, el Foto Club
Concepción, es el depositario de la expresión artística, o de la intención de expresión ar-
tística de Tucumán. Ellos son los depositarios, ellos cuidan ese tesoro. Argañaraz, Páez.
Sáez. Ellos trabajan mucho y han tenido repercusión, con premios nacionales e interna-
cionales. En cuanto a la obra de arte, es una expresión norteña. Alguien me decía: a me-
dida que te vas yendo al norte, más la fotografía, pareciera considerada un rebusque para
negritos, para que los sábados y domingos se la rebusquen sacando un casamiento o una
primera comunión, o un cumpleaños de quince y se rebusquen un sanguchecito por ahí.
Vos te vas más al norte y la Jackelin Kenedy no era fotógrafa? La esposa del primer mi-
nistro de Canadá era fotógrafa? Gina Lollobrigida no se gana la vida ahora como fotógra-
fa? La fotografía cobra una importancia tremenda. El problema con la fotografía es el me-
dio. De Córdoba para acá, estamos cincuenta años atrasados. Desde cinco años atrás a
esta parte, la fotografía está irrumpiendo en forma seria en Tucumán. Nosotros hemos
trabajado mucho, pero no hay que confundirse, nosotros introducimos la novedad de téc-
nicas para hacer cosas lindas, sea en Foto Club o no, hablo del grupo de gente de treinta
años atrás. Lucho Posse, Ponce... El problema acá es el medio. En otras partes está muy
desarrollada.
Los retratos más hermosos que he visto, son los de Valdez del Pino y de la artesanía
más exquisita de Tucumán, es Valdez del Pino. Tenía dos hijas, Hortensia y Momi. Ellas
dibujaban las láminas para el Lillo. A los negativos 6 x 9, le pasaban una pasta de mato-
leína creo y luego secas, usando tres elemento, pincel, lápiz y raspín, la retocaban, no en
una forma grosera sino con una calidad tremenda. Dipiel Goré y Mastraccio, eran buenos
fotógrafos, pero no llegaban al nivel de Valdez del Pino. Tenía un detalle, nunca trabajó
con luz artificial. Ticucho Valdez del Pino estudiaba arquitectura conmigo, así es que yo
estuve ahí. Trabajaba en un medio patio, regulando con cortinas blancas la luz principal y
pantallas de reflexión para luz de relleno y modeladora.
25 de Septiembre de 1995.
Don José Fanjul me recibe en su negocio de avenida Mate de Luna al 4000 de la ciudad
de San Miguel de Tucumán. No es un negocio de fotografía, sino un vivero, donde se co-
mercializan plantas y muebles de jardín. Es un hombre gordo de cabellos blancos. Se lo
nota fuerte en su andar y seguro al hablar de sus experiencias. Representa más años de
los que tiene. Desde el momento que comenzamos a hablar, se suelta y lo hace con gran
seguridad. Ahora, aparte de su negocio, dedica parte de su tiempo al Radio Club Tucu-
mán, del que es fundador y permanente promotor.
Su nombre?
Me llamo José Fanjul, nací el 31 de octubre de 1934.
Se hacían desnudos?
No, nadie hacía. Solamente una vez que traje a Jeanmart a que dé un curso de desnudo
artístico. En Tucumán, no hay nadie que haya sobresalido, solamente Argañaraz, que es
artista FIAF.
22 de diciembre de 1998
Ingeniero, usted estaba relacionado con el cine fotográfico en alguna época no?
Yo entré al Cine fotográfico y estuve a cargo de la sección cinematografía y comunica-
ciones audiovisuales (me aclara más tarde que el ingresa a la Institución alrededor del
año 1962 o 1963, y que es en esa época cuando esta historia le es relatada por Peirano).
El director del Cine fotográfico era don Héctor Peirano, que era un viejo amigo de mi pa-
dre. Los Peirano llegan a Tucumán chicos, porque no son tucumanos, ellos son porteños
y eran tres hermanos. Julio, el mayor que llegó a ser intendente de la ciudad (San Miguel
de Tucumán), Abel Peirano el segundo, muy conocido por sus trabajos de geología aun-
que su título era de farmacéutico recibido aquí en Tucumán, y el tercero don Héctor, que
no hizo estudios, porque era de esas personas totalmente prácticas, manuales... Se dedi-
caba más a trabajos de artesanías, entre ellos, estudiando mucho con el cine y la fotogra-
fía. En fotografía don Héctor, más que un esteta de la imagen era un enamorado del labo-
ratorio como ya le he dicho. El trabajaba en eso, el laboratorio. No tanto la química que
conocemos ahora, sino un poco alquimista. Para él un ácido no tenía un PH determinado,
sino era un mordiente y cosas por el estilo. Se lo menciono, porque en la relación con este
ilustre investigador Alfredo Metraux, hay una relación.
Parecería, la historia es así. El Sr. Peirano trabajaba en la Universidad Nacional de Tu-
cumán, no estaba el Cine fotográfico todavía sino lo que fue su origen, que se llamó “El
Gabinete de Fotografía y Dibujo o Dibujo y Fotografía, no se. La cuestión es que estaba él
como fotógrafo y como dibujante ese famoso dibujante tucumano, Silvio Giménez. Este...
Peirano hacía todos los trabajos audiovisuales de fotografía que interesaban a los profe-
sores, aparte de su trabajo personal. Parecería que este señor Metraux, en uno de sus
trabajos de investigación va a parar al Chaco, no se exactamente con que tribu tiene rela-
ciones, pero las malas lenguas que se hacen en provincia es que, para poderse quedar
en la tribu, él se tendría que haber casado con una india con el ritual de ellos. La cuestión
es que con esta gente, según la historia, pasa un par de años y los únicos, aparte de sus
escritos. Los únicos elementos testimoniales que tendría sería algunos dibujos realizados
por él y... no se, un grupo de fotografías realizadas con aquellas camaritas cajón, que él
había sacado. Cuando él termina sus investigaciones y llega a Buenos Aires, parece que
entusiasmado, le da los rollos al primer fotógrafo que encuentra, que era un torpe, y que
le quemó los negativos con una mala revelación. Eso lo afectó muchísimo a este señor
Metraux hasta que alguien le advirtió, que a lo mejor, don Héctor Peirano podría resolverle
el problema. Metraux se puso en contacto con Peirano, entonces Peirano, me cuenta él,
que hizo lo siguiente. Tomó los negativos...
Eso le cuenta Peirano a Ud.
Toda la historia me la cuenta Peirano. Tomó los negativos y entonces dice, que después
de observarlos y estudiarlos preparó un revelador que profundizara la poca imagen que
podía haber. Es decir, un mordiente superior sería. Entonces así obtuvo una cosa más
visible. A eso hizo una línea de positivos y como Héctor, Don Héctor era un buen dibujan-
te, empezó a trabajar sobre el positivo con la asistencia de Metraux, rellenando, me ima-
gino, las cosas que sabían que era una silla, una casilla, una planta, un animal, es decir,
mejorándolo. Y de ahí hacía los contratitos. Dos o tres veces repitió el trabajo, hasta que
Metraux quedó satisfecho, con el material iconográfico que precisaba para hacer sus pu-
blicaciones. Ahí termina la historia. La única anécdota... lo único que queda de ligazón es
que todos los años, eso me decía don Peirano, Alfred Metraux, de donde estuviera, le
mandaba en su lista de amigos y conocidos me imagino, una tarjeta navideña a don Pei-
rano, hasta el año que Peirano se entera que había fallecido, que se mata.
BIBLIOGRAFIA
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