Sei sulla pagina 1di 21

DOSSIER

'•'.:'•''' - - ' • ' ' •:• •'•'•

La espada
de Castilla
iü Bajo el resplandor de su leyenda,
se oculta un hidalgo castellano
típico de su época, con un talento
militar fuera de lo común
José-Luis Martín
Catedrático de Historia Medieval
UNED, Madrid

R
ODRIGO DÍAZ, EL HIDALGO CASTELLANO
nacido en Vivar hacia 1043 y muerto en
Valencia en 1099, prácticamente ha de-
saparecido, eclipsado por la luz que los
textos literarios arrojan sobre su criatura. En el Cid
Campeador se han simbolizado las grandezas y las
miserias de España, las heroicidades y los desas-
tres de Castilla. El noble castellano, que vive de
acuerdo con su tiempo, ha sido transformado por
sus admiradores en el héroe nacional castellano-es-
pañol. En contraposición, para sus detractores es el
antihéroe por antonomasia, responsable de las des-
gracias españolas, que sólo tendrán solución cuan-
do -en frase de Joaquín Costa-, se eche doble lla-
ve a su sepulcro para que no vuelva a cabalgar, a
ganar después de muerto la batalla del conserva-
durismo más arcaizante. El personaje literario ^ ta, como la realizada en 1085 por Alfonso VI
ha eclipsado totalmente al noble castellano y de León y Castilla contra Toledo.
ha hecho olvidar la realidad en la que se mo- La importancia económica de las parias y
vió y su actuación personal, sin cuyo cono- \ su interés político -el que paga parias es
cimiento no es posible entender al persona- vasallo de quien las cobra y su reino se
je literario. convierte en zona de futura conquista
del protector- explican los enfrenta-
La Península de las taifas mientos entre cristianos. En la zona oc-
Divididos y en guerra permanente entre cidental de la Península, chocan León
sí, los reyes musulmanes -taifas- se mue- y Castilla hasta la unificación de los
ven en un círculo vicioso: incapaces de reinos por Alfonso VI, en el
unirse frente a los cristianos, para evitar año 1072; en el Valle
sus ataques necesitan pagar la protec- del Ebro y en la cos-
ción de éstos y reúnen el dinero median- ta mediterránea litigan cas-
te una mayor presión fiscal que, con fre- tellanos, navarros, aragoneses y
cuencia, da origen a motines y revuel- catalanes.
tas, que serán dominadas con la ayuda La ocupación de Toledo y los éxitos
de tropas cristianas; es decir, con el pa- militares de Alfonso VI llevaron al
go de nuevas parias -tributos- que pro- monarca a incrementar la presión
vocan a su vez nuevos levantamien- económica y política sobre los rei-
tos... Tales dineros sirven a reyes y nos islámicos y éstos solicitaron la
condes cristianos para organizar sus intervención de los musulmanes
dominios, pagar los servicios de los no- del Norte de África unificados por
bles y preparar campañas de conquis- Yusuf, emir de los almorávides,

30
M
:

que derrotó a Alfonso en Zalaca o Sagrajas en En la portadilla, yes y -según los cronistas musulmanes- mientras
1086. Los almorávides terminaron con los reyes estatua ecuestre del comía se hacía leer narraciones guerreras, hazañas
taifas, acusándolos de incumplir los preceptos co- Cid, en el Paseo del de héroes cristianos y musulmanes, siguiendo qui-
ránicos y de cobrar impuestos ilegales. En 1090, Espolón de Burgos zá la vieja costumbre de los godos de oir los cantos
Abd Alian de Granada era depuesto y desterrado al (por Cristóbal de épicos de sus antepasados.
Norte de África; un año más tarde, Yusuf ocupaba Juan). Izquierda, Con apenas veinte años, Rodrigo lucha en la ba-
Sevilla, y en 1094 se apoderaba de Badajoz, a pe- representación del talla que enfrenta a los reyes cristianos de Castilla
sar de los intentos de Alfonso VI por salvar ambas Cid en el Libro de y de Aragón por el control de las parias de Zarago-
taifas. Sólo resistieron por algún tiempo a los al- Retratos del za. Ramiro I de Aragón ataca, en 1063, a al-Muq-
morávides Valencia -que sería ocupada en el 1102, Alcázar de Segovia, tadir de Zaragoza y se apodera de Graus, donde za-
tres años después de la muerte del Cid- y Zarago- realizado por Orden ragozanos y castellanos derrotan y dan muerte al
za, incorporada al Imperio norteafricano ocho años de Felipe U, 1594 monarca aragonés, que, por cierto, era hermano del
más tarde. (M. Prado, Madrid). rey castellano... Rodrigo parece haber intervenido a
Arriba, Jura de las órdenes directas de Sancho, que pagana sus
El paladín de Sancho II Alfonso VI en Santa servicios nombrándole alférez real cuando, dos
Nacido probablemente en el año 1043, en el Gadea(por años después, accedió al trono de Castilla a la
pueblecito burgalés de Vivar, Rodrigo fue nieto de Hirández Acosta, muerte de su padre Fernando I.
Laín Núñez e hijo de Diego Laínez. Como otros mu- Palacio del Senado, Como alférez al servicio de Sancho II de Castilla
chos jóvenes de la nobleza, a los catorce años pasó Madrid). y como personaje importante de la corte castellana,
a la Corte, al servicio de Sancho, primogénito de interviene en los conflictos fronterizos y en un nue-
Fernando I y heredero de Castilla. Allí adquiriría los vo conflicto por el control de las parias zaragozanas
conocimientos propios de los hidalgos de la época: que desemboca en la Guerra de los Tres Sanchos:
entrenamiento militar y, quizás, lectura y nociones Sancho II de Castilla, Sancho IV de Navarra y San-
de escritura. Rodrigo sabía escribir, entendía de le- cho Ramírez de Aragón. Quizá correspondan a este
• ".' : "• • • .

31
:

El personaje histórico
Hacia 1043 Nace en Vivar. 1076 Participa en las cam- concilia en Toledo con el rey sión de Valencia. (25 octu-
1063 Interviene en la toma pañas contra Navarra. Alfonso. (21 julio) con la bre) batalla de Cuarte.
de Graus. 1079 Embajador a Sevilla Corte, en Burgos. 1095 (Mayo-junio) proceso
1065 Muere Fernando I. para cobrar parias. Choque 1088 Socorre a al-Qadir de contra Ibn Yahhaf.
Sancho II de Castilla le con García Ordóñez. Valencia frente al rey de Lé- 1096 Cristianización de la
nombra alférez. 1081 Desterrado, marcha a rida. mezquita mayor de Valencia.
1066 Suscribe un docu- Barcelona, donde no le son 1089 Levanta el cerco a Va- 1097 (Enero) con Pedro I
mento cortesano. aceptados sus servicios En lencia del conde de Barcelo- de Aragón, victoria de Bai-
1067 Participa en el sitio Zaragoza sirve a al-Muqtadir na. (Octubre) Alfonso VI le rén sobre los almorávides.
de Zaragoza, y a al-Mutamín. pide auxilio desde Aledo. (Septiembre-octubre) derro-
1071 Alfonso y Sancho de- 1082 Sitio de Almenara: el Nuevo enfriamiento; vuelve ta de Alcira. (15 agosto) de-
ciden repartirse la Galicia conde de Barcelona, prisio- a actuar, ya por su propia sastre de Consuegra: muere
de García. nero. Alfonso VI, traicionado cuenta, en Levante. Según su único hijo, Diego.
1072 (Enero) batalla de en Rueda; fallida reconcilia- el Poema, boda de las hijas 1098 Efímera ocupación de
Golpejera entre Sancho II y ción con el Rey. con los infantes de Carrión y Murcia. Boda de las hijas
Alfonso VI; éste se refugia 1084 (14-18 agosto) bata- afrenta de Corpes. con los infantes de Navarra
en Toledo. (Octubre) sitio de lla de Tortosa y sitio de Mo- 1090 (Mayo) victoria sobre y Aragón. Toma de Murvie-
Zamora: Bellido Dolfos mata rella. Berenguer en Tévar. Grave dro (Sagunto).
a Sancho II. Jura de Santa 1085 Muere al-Mutamín. enfermedad en Daroca. 1099 (10 de junio) muere
Gadea. al-Mustain, rey de Zaragoza. 1091 Participa en la fraca- en Valencia Rodrigo Díaz de
1074 (19 julio) casa con Ji- Alfonso VI conquista Toledo sada campaña de Granada. Vivar, el Cid Campeador.
mena Díaz, hija del conde (mayo). Silencio sobre la ac- Ataca y arrasa La Rioja. 1102 (Abril-mayo) los almo-
de Oviedo y sobrina del rey. tividad del Cid, que sigue en 1092 (1 noviembre) muere rávides recuperan Valencia.
1075 En Oviedo asiste a la Zaragoza. al-Qadir. Jimena la abandona, lleván-
apertura del arca de las reli- 1086 Desembarco almoravi- 1093 (Julio) Valencia, tribu- dose el cadáver del Cid.
quias y es juez en un pleito. de (junio). (23 octubre) de- taria del Cid. (Noviembre) 1104 Muere Jimena. Su
Nace su primer hijo, Diego, rrota cristiana en Sagrajas, nuevo cerco a la Valencia al- cuerpo, depositado junto al
y obtiene del rey inmunidad Zalaca. moravide. de su esposo en el monaste-
para sus heredades. 1087 (Primavera) se re 1094 (15 junio) toma pose- rio de Cárdena.

Fernando I, rey de período de su vida los combates con un musulmán


León y Castilla, de Medinaceli y con el caballero navarro Jimeno
1037-1065 Garcés, a los que se refieren la Historia Roderici y
(miniatura de los el Carmen Campidoctoris, poema al que debe Ro-
Tumbos de drigo el comienzo de su fama y el sobrenombre de
Compostela, siglo Campi Doctoro campeador.
XH, catedral de Afianzados la frontera oriental y el control del
Santiago de reino de Zaragoza, Sancho inicia la revisión del tes-
Compostela). tamento de Fernando I, que había lesionado sus
derechos de primogénito al fragmentar su reino. A
su segundo hijo, Alfonso, le había hecho rey de
León y a otro hijo, García, de Galicia. En 1068 tie-
ne lugac la batalla de, Llautada, qws, ^c^de. a VK\
acuercfo entre Aífonso y Sancño para desposeer a
García de su reino, lo que ocurrió en 1071. Un año
más tarde resurgían las diferencias entre leoneses
y castellanos y Alfonso, derrotado en Golpejera
-con la colaboración del Cid- hubo de refugiarse en
el reino musulmán de Toledo, dependiente de Le-
ón, según el testamento de Fernando I.
Combatiendo a Zamora, donde una de sus her-
manas, la infanta Urraca, se hizo fuerte, murió
Sancho, en 1072, a manos de Bellido Dolfos, y
aunque sólo fuentes literarias posteriores hablan
del juramento exigido por el Cid a Alfonso en San-
ta Gadea de que no había tenido parte en la muer-
te de su hermano, parece lógico que los castellanos
exigieran alguna garantía antes de aceptar al nuevo
monarca de León y Castilla, Alfonso VI. Intervinie-
DOSSIER

Sólo fuentes posteriores hablan del diño atacaron tierras sevillanas. En la batalla, fue-
ron hechos prisioneros y privados de sus armas y
juramento exigido a Alfonso de que no caballos el conde García Ordóñez y sus hombres,- el
conde debía estar bien situado en la corte de Al-
había tenido parte en la muerte de su fonso VI y allí exigió que se castigara a Rodrigo, ob-
jetivo que logró poco después.- Alfonso VI desterró
hermano, pero es lógico que se exigiera a Rodrigo en 1081, cuando éste atacó a los mu-
sulmanes de Toledo, protegidos de Alfonso VI.
alguna garantía antes de coronarle rey
La amargura del destierro
Rodrigo se vio obligado a ganarse la vida y la de
ra o no en la exi- a., Doña quienes dependían de él mediante el alquiler de
gencia del jura- Urraca, hija de sus armas a cualquiera que estuviera dispuesto a
mento, Rodrigo si- Fernando I y reina pagar sus servicios, ya fuera cristiano o musulmán,
guió en la corte y de Zamora pues entre unos y otros
firmó como testigo (miniatura de los apenas había dife-
en algunas dona- Tumbos de rencias, según com-
ciones del monar- Compostela, siglo probación personal.
ca, pero su situa- XII, Catedral de
ción ya no era la Santiago de
misma que en épo- Compostela).
ca de Sancho, pues Derecha, Sancho u,
la confianza y el fa- rey de Castilla
vor de Alfonso VI se (Libro de Retratos
dedicaban a quie- del Alcázar de
nes se habían cria- Segovia, M. Prado,
do con él y le ha- Madrid).
bían acompañado
en la corte de León
y en el destierro.
Alfonso, sin embar-
go, confiaba en su
vasallo, al que en-
comendó en 1073
la solución de un pleito entre el monasterio de Cár-
dena y los habitantes del valle de Orbaneja; un año
más tarde, Alfonso autorizó el matrimonio de Ro-
drigo con Jimena, hija del conde de Oviedo -según
la Historia Roder/ci-y en 1075 le nombraba juez
en un pleito entre el conde Vela Ovéquiz y la igle-
sia de Oviedo, en cuya catedral asistió, el 13 de
marzo, a la apertura del arca que contenía, según
los contemporáneos, trozos de la Cruz en la que
murió Cristo, fragmentos del pan de la Última Ce-
na, frascos con sangre de Jesús y con gotas de le-
che de la Virgen María, reliquias de san Juan Bau-
tista, de los Apóstoles y de más de sesenta santos...
Sin duda, Rodrigo participó en las campañas de
1076 contra Navarra, en las que Alfonso VI recu-
peró La Rioja y parte de las tierras de Álava, Gui-
púzcoa y Vizcaya. Se sabe, también, que formó par-
te de la nobleza que asistió, en 1080, en Burgos al
concilio por el que la iglesia castellana aceptaba,
como prueba de la sumisión a Roma, la liturgia ro-
mana en lugar de la mozárabe, hasta entonces vi-
gente en Castilla y León. Una prueba más de la
confianza de Alfonso VI en Rodrigo es su envío a
Sevilla a recaudar las parias debidas por al-Muta-
mid, probablemente en 1079. Quien recibe las pa-
rias ha de proteger el reino y Rodrigo no dudó en
hacer frente a las tropas de Abd Alian de Granada,
cuando éstas, con el apoyo de los castellanos co-
misionados para recibir los tributos del taifa grana-
DOSSIER

Alfonso VI de León aceptados, al rey musulmán de Zaragoza, que le


y Castilla, acoge con la esperanza de librarse de la onerosa tu-
conquistador de tela de los reyes de Castilla, de Navarra y Aragón y
Toledo, durante de los condes de Urgel y de Barcelona. El monarca
cuyo reinado se zaragozano prefería tener en su reino alguien capaz
desarrolla el de defenderlo, que depender de príncipes cristia-
destierro del Cid y nos que cobran caros sus servicios, exigen el reco-
su epopeya nocimiento de su autoridad y retrasan la ayuda mi-
(miniatura de los litar o, incluso, atacan a su protegido para incre-
Tumbos de mentar la cuantía de los tributos; un mercenario
Compostela, siglo era un mal menor en aquellas circunstancias y así
XH, catedral de fue aceptada la espada de Rodrigo por al-Muqtadir,
Santiago de poco antes de morir éste, en octubre de 1081.
Compostela). Tras la división de los dominios de al-Muqtadir
entre sus hijos, Rodrigo continuó al servicio del

Para hacer frente al conde de


Barcelona se aliaron Zaragoza y
Castilla, lo que aproximó a Alfonso VI
y Rodrigo, al que se permitió volver
del destierro cuando, en el año 1086,
la derrota de Sagrajas obligó a unir
sus esfuerzos
Ha combatido en la guerra fratricida entre Fernan- nuevo rey de Zaragoza, al-Mutamín, que se enfren-
do I de Castilla y su hermano Ramiro de Aragón; en tó a su hermano al-Hachib, rey de Lérida, Tortosa y
la Guerra de los Tres Sanchos; en las luchas entre Denia, y a los protectores cristianos de éste: el con-
Sancho II y su hermanos García, Alfonso y Urraca; de de Barcelona y el rey de Aragón y Navarra, que
en las guerras entre granadinos y sevillanos, y aho- fueron vencidos en la batalla de Almenara. Fue un
ra ha sido desterrado de Castilla por combatir a los gran éxito para Rodrigo, pues capturó al conde, que
musulmanes de Toledo... cayó, junto con sus caballeros, y que por su liber-
Rodrigo es un hombre de su época y sólo se di- tad hubo de pagar rescate, del que una parte con-
ferencia de sus contemporáneos por su habilidad siderable sería para el caballero castellano. Rodri-
como jefe militar. Por ello, en el destierro, ofrece go Díaz batió nuevamente a las tropas aragonesas
sus servicios al conde de Barcelona y, al no ser en el año 1084, por lo que se hizo imprescindible
en Zaragoza: al morir al-Mutamín, su hijo y sucesor
al-Mustain le mantuvo a su servicio hasta que se re-
raro amor de Jimena Y:*.: :• ... .. .. ..>. » :;.•.!;.
concilió con su rey, Alfonso VI, en 1087.

odesto Lafuente reproduce en su Historia General de España una conoci- Señor de Valencia

M da e infundada leyenda, según la cual el anciano padre del Cid languidecía


de humillación y pena a causa de la afrenta que le había inferido el conde
de Gormaz. "Rodrigo, salió a desafiar al conde, le mató, le cortó la cabeza, y colgán-
Si el destierro de Rodrigo tuvo su origen en el
ataque a los subditos del rey al-Qadir de Toledo,
este personaje también jugó un papel indirecto en
dola de la silla de su caballo fue a presentársela a su padre, en ocasión que este se la reconciliación de Rodrigo con Alfonso VI. El
hallaba sentado a la mesa sin tocar los manjares que delante tenía. Entonces el hijo mal gobierno y la presión fiscal de al-Qadir para
llamó la atención del padre hacia aquel sangriento trofeo, y le dijo: 'mirad la yerba atender las exigencias del rey castellano dieron
que os ha de volver el apetito: la lengua que os insultó ya no hace oficio de lengua, lugar a sublevaciones que fueron sofocadas esta-
ni la mano que os afrentó hace el oficio de mano'.(...) bleciendo permanentemente tropas castellanas
"Lo singular fue que la hija del conde, enamorada del Cid, se presentó en la cor- en Toledo.
te de León, y puesta en hinojos ante el rey le pidió por esposo a Rodrigo, poniéndo- El siguiente paso fue la ocupación del reino de
le en la alternativa o de concederle su mano o de quitarle la vida. Otorgada tan ex- al-Qadir, después de llegar a un acuerdo para ayu-
traña merced, y obtenida la mano de Rodrigo, este la llevó a su casa, pero hizo voto darle a tomar el reino de Valencia, tras la muerte
de no conocerk hasta haber ganado cinco batallas campales. Dióse entonces a co- del rey de aquella taifa. Alfonso VI aspiraba a im-
rrer por las tierras comarcanas de los moros, e hizo en efecto cautivos cinco reyes poner como rey al depuesto al-Qadir de Toledo,
mahometanos". contra los intereses encontrados de los reyes mu-
sulmanes de Lérida y Zaragoza apoyados, respecti-
?•'••-.• i '•••: .. ' i . : - ' . . , . . . ' ..'..': . •.•;.•.-,....;",.<' • .. ...... • . • • • . • : . _ • •:•••••-:, • '• . . . . . . . : •••:,;,,. •::-,. . • : • .:..'.... :;

34
leon
! CASTILLA /'" N A V A R R A Í ^ A R A G Ó N r~L
* Calahorra ¿^ __ Tre . Urgel ^
__ " CONDADOS!.
Gerona

•vw Límites de la Reconquista en 1035


^ j Estados cristianos en 1035
Reconquista, 1035-1092:

1.) Castellano-leonesa
U Navarro-leonesa
LJ Catalana
~ r Primera expedición almoravide
~~""^ Conquistas almorávides
"^" Imperio almoravide en 1110

vamente, por el conde de Barcelona y por Rodrigo. Evolución de la fensa hubo de enfrentarse a su antiguo señor, al- J
La necesidad de hacer frente al conde barcelonés Península en Mustain de Zaragoza. 1
provocó una alianza indirecta entre Zaragoza y Cas- tiempos del Cid (las Es probable que la defensa de Valencia absor- I
tilla y, como consecuencia, una aproximación entre miniaturas biera tanto a Rodrigo que descuidó sus deberes ha- i
Alfonso VI y Rodrigo, que fue admitido en Castilla proceden de cia Alfonso VI o, al menos, así se interpretó el re- |
cuando, en el año 1086, la victoria almoravide de Tumbos, Beatos y traso de Rodrigo en acudir en defensa del Rey |
Zalaca (Sagrajas) obligue a unir esfuerzos. Rodrigo, Maqamal al-Hariri, cuando éste fue atacado por los almorávides. Nue- j
ya en nombre de Alfonso VI, se trasladó a Valencia siglos xn-xm). vamente desterrado, Rodrigo puso su destreza mili- 1
para defender al rey vasallo de Castilla, en cuya de- tar al servicio de al-Qadir de Valencia, cuyo reino |

El Cid y el leproso ^ -' :"•-•..• • • . • } , : • • • . • • ! • • . • . • • • . ..= . , . . , . . - ; . .„•. .,,,,, :

uenta la leyenda que, yendo el Cid en peregrinación a Santiago de

C
frente afrente, el soberbio príncipe del estrago
Compostela, al llegar a un vado, un leproso le rogó que le pasara al y la victoria, eljoven, bello como Santiago,
otro lado. Rodrigo tuvo compasión: le subió a su muía y le llevó con y el honor animado, la viviente carroña
él. Por la noche le hizo comer en su propia escudilla y luego se acostó jun- que infecta los suburbios de hedor y ponzoña.
to a él, envueltos ambos en la misma capa. A media noche, se apercibió de Y al Cid tiende la mano el siniestro mendigo
que el leproso había desaparecido; en esto que se le apareció un hombre y su escarcela busca y no encuentra Rodrigo.
vestido de blanco. '¡Oh, Cid, una limosna", dice el precito. 'Hermano,
-" ¿Duermes, Rodrigo? - le preguntó. te ofrezco la desnuda limosna de mi mano',
- No duermo; pero ¿quién eres tú que tanta claridad difundes? dice el Cid; y quitándose suférrero guante, extiende
- Soy San Lázaro, el leproso quien has hecho tanto bien y en recom- la diestra al miserable, que llora y que comprende."
pensa de ello cada vez que sientas un soplo como el de esta noche, sea se- (... El Cid obtiene una recompensa)
ñal de que llevarás a feliz remate las cosas que emprendas. Ib fama crece- "Yfue al Cid y k dijo:'alma de amor y fuego,
rá de día en día, te temerán moros y cristianos, serás invencible y morirás porflmenayporDios un regalo te entrego;
con honra". esta rosa naciente y este fresco laurel.'
Rubén Darío se hizo eco en sus versos de esta leyenda: Y el Cid sobre su yelmo las frescas hojas siente;
"Rodrigo de Vivar pasa, meditabundo, en su guante de fierro hay una flor naciente,
por una senda en donde, bajo el sol glorioso, y en lo íntimo del alma como un dulzor de miel."
tendiéndole la mano, le detiene un leproso. (Rubén Darío, Cosas del Cid)
. - > < " , • . : . : •:•.-.:•.:•--••»••* : ,,, . •• •• ',. , f ..' ' - - '•: : ! •.-* A.-:, '

35
defendió contra cristianos, musulmanes peninsula-
res y norteafricanos, cuyos partidarios en el interior
del reino dieron muerte, en 1092, a al-Qadir. Des-
de entonces y hasta su muerte, en 1099, Rodrigo
ocupó militarmente la ciudad y actuó en ella con
plenos poderes, después de haber establecido una
alianza con el conde de Barcelona y con el rey cas-
tellano para hacer frente al peligro almoravide.

La exaltación del héroe


El contraste entre los éxitos militares del Cid y
los fracasos de Alfonso VI ante los almorávides lla-
mó la atención de los contemporáneos, especial-
mente de los castellanos, que años después, al di-
vidirse una vez más los reinos de León y Castilla,
hicieron del enfrentamiento entre Rodrigo Díaz y el
conde García Ordóñez de Nájera el símbolo de la
oposición entre la pequeña y la gran nobleza y vie-
ron en el abandono de las hijas del Cid por los in-
fantes de Carrión una prueba de la rivalidad o de
las diferencias entre castellanos y leoneses. A me-
dida que los textos literarios y cronísticos se alejan
en el tiempo, se difumina más la imagen de Rodri-
go, que pierde parte de su realidad para entrar en Solar del Cid en leal arrostró los mayores peligros. La lealtad hacia
las leyendas, bien o mal intencionadas. Burgos. Monumento Sancho lleva a Rodrigo a hacerse portavoz del ma-
Para poetas y cronistas, Rodrigo es el mejor erigido en 3784 lestar de Jos casíe))anos por }a muerte óe su mo-
ejemplo de cómo era posible ascender socialmente sobre el lugar que narca: no tomarían como señor a Alfonso mientras
en Castilla gracias al valor personal: con apenas supuestamente no jurase que nada había tenido que ver en la
veinte años, Rodrigo es, para el autor de la Crónica ocupó la casa del muerte de su hermano, pero nadie se atreve a exi-
General, el hombre de confianza de Fernando I y el Cid (dibujo de La girle el juramento salvo el Cid, que se niega a be-
símbolo de la superioridad de Castilla sobre León. Ilustración sarle la mano hasta que jure.
La Crónica Najerense, al narrar los prolegómenos Española y La religión poco tiene que ver en las relaciones
de la batalla de Golpejera, relata que Sancho de Americana, 1872, con los musulmanes, dictadas más por razones
Castilla reúne a sus nobles y los prepara para el iluminado por E. económicas que confesionales, pero Rodrigo será
combate, asegurando que si los leoneses son más Ortega). presentado como el campeón de la cristiandad pe-
numerosos, los castellanos son mejores y más fuer- ninsular contra los almorávides norteafricanos y en
tes; su lanza es comparable a la de mil leoneses y los últimos años de su vida se sucederían las acti-
la de Rodrigo, a cien. Ejemplo de mesura, el Cam- tudes religiosas, las visiones y sueños... que, con el
peador afirma que, con la ayuda de Dios, combati- tiempo, darían a Rodrigo fama de santo. Su religio-
rá con un solo caballero y hará lo que Dios dispon- sidad llevó a Rodrigo a convertir al cristianismo a
ga. Palabras que no impedirán que en el combate un alfaquí -experto en religión y derecho islámico-
se enfrente él solo a catorce leoneses -que habían que adopta el nombre de Gil y el apellido Díaz co-
capturado a Sancho de Castilla-, libere al monarca mo hermano de religión de Rodrigo. Su muerte le
y, con su ayuda, destruya a los leoneses, de los que es anunciada en sueños por san Pedro, que dulcifi-
sólo uno logró escapar gravemente herido. ca el anuncio comunicándole que sus tropas ven-
La lealtad, virtud castellana y noble por excelen- cerían a los almorávides después de su muerte, con
cia, es otra de las características del héroe y por ser ayuda del apóstol Santiago.
Enterrado en Cárdena, según estas leyendas su
cuerpo se conservó como si estuviese vivo hasta el
La estirpe del Cid punto de que, al cabo de siete años, viéndolo un ju-
dío decidió mesar la barba que nadie en vida se ha-
l Cid tuvo un hijo llamado Diego Rodríguez, que fue bía atrevido a tocar y observó horrorizado cómo la

E muerto por los moros en Consuegra. De las dos hi-


jas de Rodrigo y de Jimena, la mayor, llamada Cris-
tina, casó con Ramiro, infante de Navarra y señor de Mon-
mano del cadáver se dirigía a la espada y comen-
zaba a extraerla de su vaina. El judío se convirtió,
ocupándose en adelante, junto con Gil Díaz, de
zón, de cuyo matrimonio nació García Ramírez, el restau- honrar los cadáveres de Rodrigo y de su mujer Ji-
rador del reino de Navarra. La otra, nombrada María, tu- mena, venerados en el monasterio de Cárdena. Pa-
vo por esposo a Ramón Berenguer III, conde de Barcelo- ra los autores de la Crónica General y de Las Mo-
na, los cuáles hubieron una hija que casó con Bernard, úl- cedades del Cid, Rodrigo ha pasado de ser auxi-
timo conde de Besalú". liar o protector de los musulmanes a convertirse
(Modesto Lañiente, en campeón del cristianismo y en santo milagre-
Historia General de España, 1877) ro que, en vida, convierte a un alfaquí y después
de muerto, a un judío.
,. • : ••. »

36
DOSSIER

Entre la admiración y el
El señor de odio: la estela del Cid en
la literatura musulmana
los moros va desde considerarle
"milagro del Señor" a
-..J:""-^1 "infiel perro gallego"
Rodrigo Díaz de Paulina López Pita
Vivar (litografía de Profesora titular de Historia Medieval
la Historia General UNED, Madrid
de Valencia, de G.

:
R;
Escolano, Valencia, ODRIGO DÍAZ DE VIVAR HUBO DE BUS-
1878, colección carse el pan en otras tierras, al servicio de
particvilar, otros señores, cuando Alfonso VI le deste-
Valencia). rró de Castilla. Aunque su deseo fue seguir
sirviendo a reyes cristianos, no encontró en Barce-
lona la acogida que esperaba, ya que ni Ramón II
ni Berenguer II aceptaron sus servicios, por lo que
decidió marchar a la corte taifa de Zaragoza, donde
reinaban los Banu Hud.
El Cid salió de Castilla en la primavera de 1081
con sus mesnadas y numerosos vasallos, quienes
cumpliendo con su deber de vasallaje se expatria-
ron con él para ayudarle a vivir fuera de Castilla. En
su camino, tomó Alcocer, donde se detuvo quince
días, que empleó en pillar las tierras de Ateca, Te-
rrer, Caíatayud, Daroca y Molina de Aragón, entre
otras. Obtuvo un importante botín, que, en parte,
envió al rey Alfonso VI sin, a pesar de ello, obtener
su perdón.
Después se dirigió a Zaragoza, donde el rey al-
Muqtadir lo recibió con agrado y aceptó sus servi-
cios militares a cambio de entregarle parias, proce-
dimiento muy usual entre cristianos y musulmanes.
El propio Cid había participado, en 1063, con las
tropas castellanas en ayuda de al-Muqtadir; hubo,
incluso, reyes cristianos que, cuando fueron des-
tronados, buscaron refugio y ayuda junto a algún
rey musulmán, como Alfonso, rey de León.
Al-Muqtadir gobernaba, desde 1046, uno de los
reinos musulmanes más extensos y prósperos de la
Península, y siempre había contado para sus em-
presas con soldados cristianos o había sido tributa-
rio de algún príncipe cristiano. Por ello consideraba
sumamente beneficioso el servicio del Cid, que le
evitaría depender de otro rey cristiano; además, es-
te guerrero era excepcional, según había observado
cuando combatía junto al rey Sancho el Fuerte.
Pocos meses después de la llegada de Rodrigo a
Zaragoza, y después de treinta y seis años de rei-
nado moría, en octubre del año 1081, al-Muqtadir.
Su hijo y heredero, al-Mutamin, mantuvo al Cid a
su servicio, poniéndole al frente de su gobierno y
-?; convirtiéndole en su principal consejero, ya que le
consideraba -según refiere la Historia Roderíci-
| protector de su reino. La alta consideración que al-
5 Mutamin tenía del Cid se comprueba en lo escrito
: 1 i ^ ' ' - ' — HBj Mi '

37
por el-Tortos¡, contemporáneo del Cam- tal guisa que pudiera compararse a la
peador, quien afirmaba que la fuerza del descripción homérica de Paris y Héctor
Estado radicaba en las tropas que reci- en la Guerra de Troya: "viste su inmejo-
bían soldada mensual; su opinión pare- rable loriga; ciñe la espada, damasqui-
ce tener más fundamento que la de Ibn nada en oro por mano maestra; toma la
Jaldún, que escribió en el siglo XIV. lanza de fresno con fuerte hierro; ajusta
Una de las primeras actuaciones mili- sobre su cabeza el yelmo fulgente, cha-
tares del Cid al servicio del rey de Zara- peado de plata y ornado en derredor con
goza, tuvo lugar en el contexto del en- una roja diadema de electro; toma en el
frentamiento de éste con su hermano al- brazo izquierdo el escudo; todo estaba
Mundir, a quien su padre había dejado labrado con oro, y tenía en medio pinta-
Lérida, Tortosa y Denia. Contaba al-Mun- do un dragón en fiera actitud; monta so-
dir con las alianzas de Berenguer, conde bre un caballo que un sarraceno había
de Barcelona y del rey de Navarra y Ara- traído del África: no lo daría por mil suel-
gón, Sancho Ramírez. dos, pues corre más que el viento y sal-
El Cid inició la campaña con la toma ta mejor que un venado..." El Cid venció
del castillo de Monzón, que no ofreció a al-Mundir y a sus aliados y apresó al
resistencia; luego ocupó Tamarite, en conde de Barcelona y a algunos de sus
cuyas proximidades hubo de enfrentar- hombres, a los que encerró en el castillo
se, por sorpresa, cuando iba con muy de Tamarite; quedarían libres tras com-
pocos hombres, con un número elevado prometerse a pagar los correspondientes
de enemigos. No obstante, les puso en rescates.
fuga, capturando a siete de ellos con sus Tras esta gran victoria, el Cid fue recibi-
caballos; ante sus peticiones de clemen- do solemnemente en Zaragoza por la
cia, les dejó marchar. multitud allí congregada, como solía ha-
Continuando su ofensiva, al-Mutamin y el Cid se Alfonso VI en cerse con los vencedores, de tal forma que parecía
adentraron en tierras ilerdenses y fortificaron el an- miniatura del Libro el señor de aquel reino. Así lo refiere la Historia Ro-
tiguo castillo de Almenara. Éste fue sitiado, poco de Retratos del derici: Quasi dominator totius regni. al-Mutamin,
después, por el rey de Lérida, con la ayuda de los Alcázar de Segovia, en agradecimiento a los servicios prestados, le en-
condes de Barcelona, de Cerdaña y de Urgel. Avi- realizado por orden tregó importantes donativos y numerosos regalos de
sado el Cid, que se hallaba en Escarp, pueblo y de Felipe II, 1594 oro y plata, ya que nadie hasta el momento le ha-
castillo que acababa de ganar, acudió rápidamente (M. Prado, Madrid). bía servido de tal manera. El Cid y sus hombres
a socorrerlo, al igual que desde Zaragoza lo hizo al- ejercían -como afirma Menéndez Pidal- un verda-
Mutamin. dero protectorado, al que desde tiempo atrás ha-
Aunque la idea de éste era atacar a los sitiado- bían aspirado tanto los reyes de Navarra y de Cas-
res, siguió el consejo del Cid, que consideraba más tilla como los condes de Barcelona.
conveniente llegar a un acuerdo mediante el pago A pesar de la ayuda prestada al reino taifa, el Cid
de un censo por el castillo; pero los sitiadores, se- deseaba atender los intereses del monarca castella-
guros de que podrían recobrar Almenara por la fuer- no. En 1082 tuvo lugar un suceso que estuvo a pun-
za, despreciaron la propuesta. El Cid entró en ba- to de reconciliar al Cid con el rey Alfonso VI. El mo-
talla -según el Carmen Campídoctoris- armado de tivo fue la rebelión contra al-Mutamin de la villa de
Rueda, a 35 kilómetros de Zaragoza, promovida por
su alcalde, Abulfalac, y el ex-rey de Lérida, al-Mu-
El segundo destierro zaffar, prisionero en el castillo de este lugar. Los su-
blevados solicitaron ayuda al rey castellano, quien
uando en 1090 Yussuf con sus Almorávides y con los árabes andaluces fue a acudió a socorrerles, pues desde hacía tiempo de-

C atacar el castillo de Aledo, Alfonso avisó a Rodrigo para que acudiera al soco-
rro de los sitiados. Por una fatal combinación de circunstancias, y acaso más
por culpa de Alfonso que de Rodrigo, no pudo éste incorporarse oportunamente al
seaba iniciar su expansión militar por esa zona.
Mientras esto sucedía, se produjo la inesperada
muerte de al-Muzaffar, por lo que el alcaide de
ejército cristiano. Valiéronse de esta ocasión sus enemigos para acusar al Cid de trai- Rueda, ya sin motivo para mantener la rebelión,
dor a su rey, imputando su retraso a intención de comprometer el ejército de Castilla quiso volver al servicio de al-Mutamin. Para con-
y de proporcionar un triunfo a los sarracenos. Por inverosímil e injustificable que fue- graciarse con él, tendió una trampa a Alfonso VI, a
se la acusación, el monarca, siempre prevenido contra Rodrigo Díaz, o dio o aparen- quien hizo entrar en el castillo con el pretexto de
tó dar crédito a los denunciadores, revocó el derecho de señorío que le había dado entregárselo, atacándole por sorpresa el 6 de enero
sobre las fortalezas que conquistara, le privó hasta de las posesiones de su propiedad, de 1083. Cuando el Cid, que se encontraba en Tu-
e hizo poner en prisión a su esposa y sus hijos. Noticioso de tan duras medidas, des- dela, supo lo que le había sucedido a Alfonso, co-
pachó el Cid uno de sus caballeros para que le justificara ante el rey Alfonso ofre- rrió con sus gentes a socorrerle, aunque el rey de
ciendo probar su inocencia en duelo judicial. Desoyó el monarca la proposición. De- Zaragoza pudiera irritarse por ello.
volvióle, no obstante, la esposa y los hijos prisioneros, mas no satisfecho con esto el Esto hizo -según refiere Menéndez Pidal- que
Cid, le envió cuatro justificaciones, cada una en términos diferentes: nada bastó a Alfonso VI le propusiera regresar con él a Castilla,
ablandar el ánimo del injustamente enojado monarca". lo que el Cid, aceptó de buen grado, a pesar de la
(Modesto laíiiente. Historia General de España, 1877) posición de que disfrutaba en la corte de Zaragoza.
No obstante, como poco tiempo después el Cid ad-

38
LAS ANDANZAS DEL ClD
Las andanzas del Cid fueron muchas, según la leyenda. Cobró parias
en Sevilla y Toledo; peregrinó a Santiago de Compostela y, en
Barcelona, ofreció su espada a| Conde. En este mapa se ofrecen los
itinerarios históricamerite más probables del destierro

, la tierra del Cid.


i nace, allí vive hasta
i destierro en el 1081 y
¡ está enterrado

Monzón Zaragoza, el asilo durante


el primer destierro. Sirvió
seis años a sus reyes
como jefe mercenario

Torios
Morella • /--

Toledo, la gran conquista


de Alfonso VI, 1085. Allí Segarbe •
había cobrado el Cid Almenara •/
Brajas (Zalaca) parias y de allí procedía 1082
trrible derrota Al-Qadir, taifa de Valencia
llana ante los
doravides, 1086.
I Cid retornó del Valencia culmina la
atierro epopeya del Cid. Once
años de victorias,
coronadas con la toma de
la ciudad, 1094. Allí muere
en el año 1099

Aledo: derrota de
Alfonso VI. El Cid no
llega en su socorro y
se ve nuevamente
desterrado

39
MM I I •••'.• í

virtiera un cambio en la actitud del monarca, deci-


dió no regresar a su tierra y volver a Zaragoza. Otras
fuentes refieren que, después que Alfonso VI logró
escapar de la emboscada que le habían tendido, no
recibió con agrado al Cid cuando éste acudió ante
él para disculparse y hacerle saber que no había
participado en aquella traición.
Al servicio del rey de Zaragoza, el Cid emprendió
nuevas campañas por tierras aragonesas. Por en-
tonces, el rey de Aragón, Sancho Ramírez, había
ampliado sus posesiones por la Marca Superior, pe-
ro el Cid no intervino nunca directamente contra él,
salvo cuando apoyaba a al-Mundir, rey de Lérida.
Eso ocurrió, por ejemplo, en 1084, cuando el Cid
atacó Morella, y como se negara a abandonar esas
tierras de al-Mundir, éste se alió con Sancho Ramí-
rez. El 14 de agosto se libró una gran batalla, en la
que Rodrigo hizo más de dos mil prisioneros. Al
igual que en otras ocasiones, los liberó y sólo retu-
vo a dieciséis notables, entre los que figuraban el
obispo de Roda; Iñigo Sánchez, señor de Monclús;
Blasco Garcés; los señores de Buil y de Alquézar,
etcétera... con los que se dirigió a Zaragoza.
El propio al-Mutamín, acompañado de sus hijos,
los hombres más notables y numerosos vecinos de
la ciudad, salió hasta la villa de Fuentes al en-
cuentro del Cid para rendirle una calurosa acogida.
Con este solemne recibimiento ponía de relieve la
importancia que tenían las huestes castellanas pa-
ra la seguridad de su reino y justificaba, de paso, el
elevado coste de su mantenimiento.
Esta victoria es recordada por Ibn Bassam como
una de las más importantes del Campeador, en la
que combatió en inferioridad manifiesta. Tal reco-
nocimiento tiene gran valor, pues en otro lugar de
su obra no duda en calificarle de perro gallego y en
describirle como un hombre codicioso y cruel.
Según la Historia Roderid, el Cid vivió en Za-
ragoza hasta el 1085, año de la muerte de al-
Mutamin, y continuó "con el máximo honor y la
máxima veneración" al servicio de su hijo y su-
cesor, al-Mustain II. Pero la situación iba a cam-
biar inmediatamente.

La venganza del Cid


• "• • . • • • S3i 1 .

l Cid odiaba a Ibn Yahhaf, el cadí que había destronado y ordenado gistrar la casa de Ben Gehaf, y por revelación de un esclavo se hallaron en

E la muerte de su amigo el rey taifa valenciano al-Qadir, apoderándo-


se de sus riquezas y de ios bastimentos que el ejército castellano te-
nía en Valencia y sus alrededores; que le había cerrado la ciudad, negán-
ella inmensas riquezas en oro y pedrería. (...)"
"En medio de la plaza hizo ahondar (el Cid) un hoyo, en el cual dispu-
so fuese metido el antiguo cadí de modo que quedaran solamente descu-
dose a pagarle las parias; que se había aliado con los almorávides y que, biertas la cabeza y las manos. En derredor de esta fosa se pusieron haces
finalmente, había resistido su cerco durante casi 20 meses... Tomada Va- de leña a los cuáles se les prendió fuego. Aquel desventurado mostró una
lencia, quiso, que le entregara los bienes de al-Qadir. La Historia de Es- serenidad horriblemente heroica (...) A fin de abreviar su suplicio con su
paña de Modesto Lamente cuenta así la terrible venganza: propia mano se aplicaba las ascuas y tizones encendidos, y así expiró en-
"Hízole poner una nota de todo lo que poseía, y que jurase ante los tre tormentos horrorosos. El Cid quería también quemar a la familia y pa-
principales moros y cristianos no poseer otra cosa que lo que en la lista rientes de Ben Gehaf, pero musulmanes y cristianos se interesaron e inter-
constaba, reconociendo al Cid el derecho de condenarle a muerte si otro cedieron por ellos y lograron, aunque con trabajo, ablandar a Rodrigo y
haber se le encontrara (...). Mandó, pues, (Rodrigo) reconocer las casas salvarlos de tan ruda sentencia. Sin embargo, efectuó el mismo castigo en
de los amigos de Ben Gehaf (Ibn Yahhaf) imponiendo pena de la vida a los algunos otros personajes. (...) Fue el suplicio de Ben Gehaf en mayo o prin-
que ocultaran las riquezas que este les hubiera confiado: el miedo hizo que cipios de junio de 1095".
todos le fueran entregando los tesoros que guardaban. Hizo ¡pálmente re- (Modesto Lafuente, Historia General de España, 1877)

40
DOSSIER

* • ' • • ' 1 Bl

Con el pretexto de que no había que su vasallo -que se hallaba en Requena- no ha-
bía acudido a socorrerle en Aledo, le calificó como
acudido a socorrerle en la batalla de "vasallo infiel", por lo que incurría en la "malque-
rencia del rey". Más aún, se le acusó de conspirar
Aledo, en la que nuevamente fue contra el rey y fue desterrado, a pesar de haber lo-
derrotado por los almorávides, Alfonso grado la sumisión de Albarracín, Valencia y Al-
puente en nombre de Alfonso VI. El Campeador se
VI calificó al Cid de "vasallo infiel" y le encontró sólo y rodeado de numerosos enemigos;
incluso, por fidelidad al rey castellano, se había
desterró de nuevo enemistado con su antiguo patrón, el rey de Zara-
goza. Por ello decidió marchar hacia Levante para
asegurar las recién sometidas tierras y mantenerlas
A comienzos de aquel 1085, Alfonso VI se diri- Izquierda, armas y ahora por su propia cuenta, sin ningún apoyo pero
gió a Zaragoza con el propósito de tomar la ciudad, defensas de la también sin el compromiso de ser vasallo de nadie.
por lo que el Cid, que no deseaba enfrentarse a su época del Cid En 1089, desde Elche, el Cid comenzó a gue-
rey, le ofreció sus servicios de igual forma que lo (litografía de Serra, rrear contra su antiguo enemigo, el rey de Lérida, y
había hecho en Rueda. Siempre deseó recobrar el siglo XIX). Abajo, el atacó el castillo y la caverna de Polop, próximos a
favor de su soberano, pero no tuvo éxito y siguió Cid en la batalla de Denia, donde se hallaba aquel soberano musulmán.
desterrado. Alcudia, librada en Restauró y fortificó el castillo de Ondara, desde
el curso de las donde partirían sus algaradas, que pillaban desde
Breve reconciliación operaciones del Játiva a Orihuela, obteniendo cuantioso botín.
Un año después, el rey fue derrotado por los al- cerco y toma de Aceptando la petición de paz de al-Mundir, el Cid
morávides en la batalla de Zalaca y ofreció su re- Valencia (grabado abandonó Denia.
conciliación al Cid, le otorgó su favor y le acogió en de La Ilustración
Toledo como vasallo, concediéndole "en prestimo- Española y La espada de Valencia
nio u honor" varios poblados y castillos. Americana, 1870). Al tener noticias de este acuerdo, al-Qadir, rey
Poco tiempo duró la reconciliación entre el Cid y de Valencia, solicitó la amistad del Cid enviándole
Alfonso VI, ya que el monarca, bajo el pretexto de valiosos regalos, como hicieron, asimismo, los al-
La afrenta de Corpes
unque no tenga base histórica alguna, una de las leyendas más po- su camino, dejándolas abandonadas, con sus cuerpos cubiertos de sangre.

A pulares de la saga cidiana es la de los condes de Carrión o infantes


de Carrión, nobles que, por mediación real, lograron casarse con
los hijas del Cid, Sol y Elvira. Dos años estuvieron junto al Cid en Valencia
Félez Muñoz, sobrino del Cid, que figuraba en la escolta, partió en bus-
ca de sus primas al ver que los condes regresaban solos. Las halló, curó,
vistió y condujo a Valencia, donde el Cid preparó su venganza. Primero, pi-
y en una batalla parece que no combatieron a satisfacción del Campeador, dió justicia a Alfonso VI, que reunió Cortes en Toledo convocando a las dos
que de vuelta a palacio ordenó a sus criados que soltaran un león para po- partes. Allí presentó el Cid su querella, reclamó sus espadas -Tizona y Co-
ner en evidencia la cobardía de los infantes. Ridiculizados estos, dice la le- lada- y la dote que había entregado a sus yernos; conseguida la restitución
yenda que se reivindicaron, metiéndose en lo más recio de otra confronta- material, pidió al Rey la restitución de su honor, en duelo a muerte; cele-
ción con los moros... Luego, regresaron a Castilla con sus esposas y con un bróse éste, y los campeones del Cid, sus amigos y capitanes, Martín Antolí-
hondo rencor hacia el Cid. Llegados al robledal de Corpes, acamparon con nez, Muño Gustios y Pero Bermúdez, vencieron y mataron a los condes de
sus esposas, haciendo seguir a su escolta. Allí las desnudaron y, atándolas Carrión. Cumplida la venganza, el Cid casó a sus hijas con los infantes de
a un árbol, las azotaron con sus propias espuelas y después prosiguieron Navarra y Aragón.

caides de los castillos que acudieron a él ofrecién- Las hijas del Cid. cia, se ganó muchas enemistades, pues introdujo
dole sus tributos y bienes. De esta forma, el Cid se Dióscoro de la en ella innovaciones reprobables, alteró sentencias
convertía en protector y casi en señor de algunos Puebla, 1871, y realizó muchas acciones vituperables. Era amigo
pequeños reinos musulmanes del Levante, sustitu- representó la de Alfonso VI... como consecuencia, las gentes de
yendo a sus anteriores protectores, Berenguer de afrenta del robledal Valencia tuvieron miedo de que él cediese a aquél
Barcelona y Alfonso VI de León y Castilla. de Corpes, donde la posesión de la ciudad al igual que le había en-
Por entonces se dejaba sentir la presencia de los los infantes de tregado Toledo... y resolvieron matarle.
almorávides, que sometieron en el año 1091 a to- Carrión azotaron a El ejército almoravide, en su camino hacia Va-
do el valle del Guadalquivir. Su avance sólo había sus esposas, lencia, se apoderó de Denia, Játiva y Alcira. Ante
de ser detenido por el Cid, cuya influencia sobre el abandonándolas este avance, al-Qadir huyó, pero fue localizado y
rey de Valencia era tan notoria que provocó cierto después (M. del asesinado. Enterado el Cid de lo sucedido, se irritó
malestar entre algunos musulmanes de la ciudad. Prado, Madrid). -según cuenta Ibn al-Kardabus- porque se consi-
Éstos observaban con desagrado la relación que su deraba protector de Valencia, habida cuenta que
rey mantenía con los cristianos y la intervención del recibía por ello un tributo anual de cien mil dina-
Cid en cuestiones de la ciudad, por lo que consi- res. Salió de Zaragoza, donde tenía su base de ope-
deraron positiva la llegada de los almorávides. raciones contra La Rioja, y se dirigió a Valencia,
Cuenta la Crónica Anónima de los Reyes de Tai- asediándola durante veinte meses, hasta que se le
fas que, cuando al-Qadir tomó posesión de Valen- abrieron las puertas a causa del hambre. Tanta fue
man «ais samie > »< ,..-.:••; :

42
DOSSIER

ésta que llegó a pagarse -según al-Kardabus- un


diñar por una rata. La pérdida de Valencia
En la Crónica Anónima se describe con cierto

T
detalle la toma de Valencia por el Cid: "Uno de los odavía después de la muerte de Rodrigo su esposa Jimena, digna consorte de
condes cristianos, a quien se le llamaba al-Kan- tan grande héroe, continuó defendiendo a Valencia contra los reiterados ata-
bayatur (el Campeador), cuyo significado es "el ques de los Almorávides. Más de dos años sostuvo la ilustre viuda el honor de
señor del Campo, y cuyo nombre verdadero era las armas castellanas en aquella ciudad ya famosa, hasta que en octubre de 1101 le
Ludriq (Rodrigo)", lanzó una incursión contra el puso cerco el general almorávide Mazdalí con poderosísimo ejército. Aun así se sos-
cadí Ibn Yahhaf, que se había apoderado de Va- tuvieron firmemente los sitiados por espacio de siete meses, al cabo de los cuáles, en-
lencia, después que huyó al-Qad¡r; entonces la vió Jimena al obispo de la ciudad (...) a suplicar al rey de Castilla que acudiera en su
oprimió con intensa opresión y la sometió a fuer- socorro. Hízolo así Alfonso VI, entrando con su ejército en valencia sin que el de los
te asedio. Le cortó los aprovisionamientos, empla- Almorávides fuera capaz de estorbárselo. Mas conociendo Alfonso que sin el brazo y
zó almajaneques y horadó sus muros. Los habi- la espada del Cid sería difícil sostener una ciudad tan apartada del centro de sus Es-
tantes, privados de víveres, comieron ratas, perros tados, determinó abandonarla, y después de haberla puesto fuego, salió con toda la
y carroña; hasta el punto que la gente comió gen- guarnición cristiana en procesión solemne, llevando Jimena consigo el cadáver de su
te, pues a quien de entre ellos moría se lo comí- ilustre esposo. Entró, pues, Mazdalí con sus Almorávides en la ciudad el 5 de mayo
an. Las gentes, en fin, llegaron a sufrimientos ta- de 1102".
les que no podían soportar". (Modesto Lafuente, Historia General de España, 1877)
Los historiadores árabes han destacado la dure-
za del Cid contra el cadí Ibn Yahhaf. Ibn Bassam
menciona su crueldad con la mujer y las hijas de El sepulcro de jores años de su vida al servicio de los reyes árabes
éste, a las que estuvo a punto de quemar vivas. Por Rodrigo Díaz de de Zaragoza"; "ese Cid que asoló de la manera más
su parte, Ibn Alqama, testigo del asedio y la rendi- Vivar y de su esposa cruel una provincia de su patria; ese aventurero cu-
ción de Valencia, escribió una minuciosa descrip- Jimena en el yos soldados pertenecían en gran parte a la hez de
ción de lo sucedido y cuenta cómo Rodrigo, ante la monasterio de la sociedad musulmana, y que combatió como ver-
negativa de Ibn Yahhaf a entregarle el tesoro que Cárdena (dibujo de dadero mercenario, ora por Cristo, ora por Mahoma,
había pertenecido a al-Qadir, ordenó someterle a La Ilustración preocupado únicamente por el sueldo que había de
tormento y después le condenó a una terrible muer- Española y percibir y del botín que podía pillar".... Dozy dis-
te: "acopióse entonces abundante leña y se hizo un Americana, 1872). culpa la crueldad del Cid, porque respondía a la
agujero en el que Yahhaf fue metido; se dispuso la barbarie de la época y ensalza sus virtudes guerre-
leña en torno suyo y se le dio de fuego". ras, su mezcla de astucia y audacia, de prudencia
Ibn Alqama, al escribir su obra Elocuencia de la e intrepidez, y recuerda que el propio Ibn Bassam
gran calamidad, pone de relieve, también, que el considera al Cid "un milagro del Señor".
sufrimiento de Valencia fue debido a la impiedad La personalidad de Rodrigo Díaz de Vivar ha si-
de sus gobernantes, quienes cobraron al pueblo tri- do tema de estudio para un amplio grupo de inves-
butos ilícitos, no prescritos en el Corán, y estable- tigadores, cuyas opiniones -aquí se han recogido
cieron alianzas con un enemigo de la fe, como el las de algunos historiadores musulmanes- han sido
Cid, en lugar de aliarse con los almorávides. sumamente dispares. Véase como muestra la opi-
Conquistada Valencia, el Cid mantuvo a los mu- nión del historiador alemán Aschbach, quien, cre-
sulmanes en la propiedad de sus heredades, exi- yendo fabulosa la Historia Roderici, había sosteni-
giéndoles únicamente el diezmo prescrito por el do, hasta que conoció la obra de J. A. Conde, que
Corán, pero su posesión de la ciudad supuso un la conquista de Valencia por el Cid no era sino una
gran triunfo para los cristianos. No obstante, Va- ficción de los españoles para competir con la con-
lencia, con su huerta adyacente, constituía (R. quista de Jerusalén por Godofredo de Bouillon.
Fletcher) una isla en medio de territorio enemigo,
de igual manera que, durante la Primera Cruzada,
lo fueron Edesa, Antioquía y Jerusalén, después de
ser conquistadas por los cruzados en 1098-1099.
Por su parte, al-Kardabus opina que la descom-
posición social que se produjo en al-Andalus en
aquel tiempo fue consecuencia de que muchos mu-
sulmanes malvados, viles, perversos y corrompidos,
-a los que se llamó dawa'ir- siguieron al Cid y a
otros jefes cristianos, apostataron del Islam y re-
chazaron la ley del Profeta.
Los historiadores árabes, a pesar de que recono-
cían sus cualidades militares, no admiran al Cid;
antes bien, le achacan múltiples desmanes, por lo
que se refieren a él como "el Campeador que Alá
maldiga" o "el infiel perro gallego". En 1844, el
orientalista holandés R. Dozy daba a conocer un
pasaje de Ibn Bassam, en el que se refiere al Cid
de esta manera: "ese desterrado que pasó los me-
• • • • • . mm gss ¡m •«,..•
Nicasio Salvador Miguel El Cid Campeador
Catedrático de Literatura Medieval (por Vela Zanetti,
Universidad Complutense de Madrid Diputación de
Burgos).

D
ESDE SU JUVENTUD, LA VIDA DE
Rodrigo Díaz de Vivar se vio jalonada
por un cúmulo tan impresionante de
éxitos militares y políticos, con reper-
cusión en los distintos Estados de la Península Ibé-
rica, que no extraña la atención que a su figura
otorgaron los escritores más diversos en un proceso
ininterrumpido que, iniciado en su propia época, se
prolonga a lo largo de toda la Edad Media.
Incluso la historiografía árabe se ocupó del Cid
-episódicamente y sin excesivos detalles- porque
ya el valenciano Ibn Alqama, que vivió el asedio de
su ciudad, escribió hacía 1100 un pormenorizado
relato de los sucesos ocurridos entre 1090 y 1094,
que, aun cuando perdido, ha llegado a través de
Ibn Idari y de algunas crónicas castellanas. Tam-
bién el portugués Ibn Bassam de Santarem (n.
1147-1148) le dedicó un breve pasaje en su Daji-
ra, a propósito de la toma de Valencia, mientras
que, en época más tardía, se refieren a Rodrigo au-
tores como Ibn al-Kardabus (hacia 1190), Ibn Ala-
bar (hacia 1239) o Ibn al-Jatib (hacia 1374).
La conquista de Valencia dejó en los árabes el
más abominable de los recuerdos; por ello resulta
lógico que sus historiadores coincidan en pintarlo
como "un enemigo aborrecido, al que colman de
fechorías, dignas de todas las maldiciones" (Ho-
rrent), aun cuando Ibn Bassam se permita algunos
elogios y lo presente interesado en la lectura y en
el conocimiento de las gestas de antiguos héroes.

Los textos hispanolatinos


Por otro lado, con más o menos cercanía a la
muerte del Cid -ya que la controversia sobre las fe-
chas impide excesivas precisiones- surgieron varios
textos en latín, cuyo objetivo era el desarrollo de
una literatura cidófila, nacida probablemente entre
sus compañeros desterrados, para suplir el silencio
inicial de las crónicas más cercanas al personaje
(como sucede con la Chronica de Pelayo o con la
Historia Silensis).
El ejemplo más adelantado parece ser el incom-
pleto Carmen Campidoctoris, en 129 versos sáficos
rítmicos organizados en estrofas, que abarca desde
su juventud a la batalla de Almenara (1082), es-
crito con mucha probabilidad por un monje de Ri-
poll y que muchos-Cirot, Menéndez Pidal, Kienest,
Horrent- creen compuesto en vida del mismo héroe
(en torno a 1090), aunque no faltan quienes lo juz-
gan cincuenta o sesenta años posterior (Ríos, Milá,
Curtius, Smith, Wright). Sin embargo, el relato de
algunos hechos parece apoyarse, directamente, en
informaciones orales, lo que abogaría por la fecha
temprana, centrándose en una selección de suce-
sos bélicos, contados con el entusiasmo de quien
persigue un propósito propagandístico, pero de
acuerdo a unas normas retóricas que el autor cono-
ce a la perfección, como mostró Curtius.
Entre fechas tan distintas y distantes como los

44
DOSSIER

alrededores de 1110 (Menéndez Pidal) o los de


1170 (Lang), pasando por una fecha cercana a
1150 (Dozy, Ubieto, Horrent), se sitúa la Historia
Roderici (o Gesta Roderid, según la denominan los
manuscritos), la cual, con argumentos diversos, se
ha atribuido a un autor aragonés, catalán, navarro o
castellano. En cualquier caso, se trata de una obra
que, pese a acoger ya elementos legendarios y poé-
ticos, se halla por lo común bien documentada,
pues el autor insiste en la, «certísima veníate» de
lo que narra. En su exposición, se interesa casi ex-
clusivamente por los hechos militares (con predo-
minio de los acaecidos entre 1081-1084, 1089-
1094 y 1097-1099) y no por los políticos ni los ju-
rídicos. Es testimonio excepcional en el siglo XII de
una crónica no centrada en un individuo de la rea-
leza, en lo que su único paralelo posible lo consti-
tuye la Historia Compostelana.

El llamado "Cofre Asimismo, en el Poema de Almería, texto latino


del Cid", que constituye la segunda parte de la Chronica
conservado en la Adefonsi Imperatoris, fechable hacia 1148, se ha-
catedral de Burgos lla una referencia a «Meo Cidi», cuya gran impor-
(dibujo de Gü, tancia se verá.
finales del siglo
XIX, iluminado por La épica castellana
E. Ortega). Una figura como la de Rodrigo Díaz de Vivar no
podía resultar ajena a la poesía épica, en cuanto el
propósito de los cantares de gesta consistía en el
ensalzamiento político de personajes o hechos he-
roicos que, en circunstancias cruciales, tuvieron un
interés relevante para un grupo social amplio. Así,
el Cantar de Sancho II (o Cantar del cerco de Za-
mora), el Poema de mió Cid y las Mocedades de
Rodrigo se ocuparon del personaje desde esta pers-
pectiva. Ahora bien, el Cantar de Sancho //sólo nos
es conocido por resúmenes cronísticos que, debido
a sus diferencias, han llevado a varios críticos a su-
gerir dos versiones: una, fechada entre el reinado
de Alfonso VI y mediados del siglo XII, representa-
ría la exposición incluida en la Chronica Najerensis-,

45
ciclo sobre los condes de Castilla que con uno so-
Cantar de Mió Cid bre el Cid. Pero, en cualquier caso, como parte de
la exaltación de Castilla frente a León, el Cid de-
El Cid se despide de Vivar, dejando su casa arruinada: sempeña un papel esencial, al negociar con Urraca
"De los sos ojos- tan fuertemientre llorando, la toma de la ciudad de Zamora, perseguir a Belli-
Tornava la cabeqa- e estóvalos catando. do Dolfos, recibir la recomendación de Sancho II
Vio puertas abiertas - e ugos sin cañados, antes de morir y ser el único que se atreve a desa-
Alcándaras vazías-sin piettes e sin mantos,
E sin/aleones- e sin autores mudados.
Sospiró mío Cid- ca mucho avíe grandes cuidados.
Pabló mío Cid- bien e tan mesurado:
«¡Grado a ti, Señor Padre- que estás en alto!
Esto me an buolto-míos enemigos malos.»"
El Cid pasa por Burgos y nadie se atreve a hablarle o a hospedarle por miedo
a las represalias del Rey. Sólo una niña se dirige a él para rogarle que siga su
camino:
"Mió Cid Noy Díaz, por Burgos entrove,
En sue compaña sesaenta pendones;
Exíen lo veer mujieres e varones,
Burgeses e burgesas, por las fmiestras soné,
Plorando de los ojos, tanto habíen el dolare.
De las sus bocas todos decían una razone:
«¡Dios, qué buen vasallo, síhobiese buen señare!»
Convidarle híen degrado, mas ninguno non osaba:
El rey don Alfonso tanto habíele grand saña.
Antes de la noche en Burgos d'el entró su carta,
Con grand recabdo e fuertemientre seellada,
Que a mió Cid Roy Díaz que ñadí nol'diesen posada,
E aquel que se la diese sopiese vera palabra
Que perderíe los haberes e más los ojos de la cara,
E aun demás los cuerpos e las almas.
Grande duelo habíen las gentes cristianas;
Ascóndense de mió Cid, ca nol'osan decir nada.
El Campeador adeliñó a su posada;
Así como llegó a la puorta, fallóla bien cerrada,
Por miedo del rey Alfons, que así lo pararan; Ruy Díaz dcBíuar, l l a m a d o por excelencia el Cid Cam-
peador. VI dercendjenfede Lain Caluo.Iuezde Cani-
Que si non la quebrantas, que no se la abriesen por nada. na.ftie capitan f a m o í o en todos los flslbs.yftran te-
rror d é l o s M o r o s . y g a n ó l e s a Valencia coifotros mu-
Los de mió Cid a altas voces llaman, chos p u e b l o s . M u r i ó cu ella a.ll.de luíio de.i()9<?.ven-
Los de dentro non les queríen tomar palabra terrofeeiiel monefterlo de Sand Pedro de Caroena.
Aguijó mió Cid, a la puerta se llegaba,
Sacó el pie del estribera, una feriad' daba; fiar al nuevo rey Alfonso VI, mediante la jura de
Non se abre la puerta, ca bien era cerrada. Santa Gadea, que, sea o no un añadido posterior,
tendrá sus derivaciones en el Romancero.
Una niña de nuefaños a ojo separaba: En un sentido bien diferente, las Mocedades de
¡Ya Campeador, en buena cinxiestes espada! Rodrigo, cuya composición se sitúa en la segunda
El rey lo ha vedado, anoch' d'él entró su carta, mitad del siglo XIV (hacia 1360), y que reelabora
Con grand recabdo e fuertemientre seellada. con toda probabilidad una perdida Gesta de las mo-
Non vos osaríemos abrir nin coger por nada; cedades de Rodrigo, revela ya un momento tardío y
Si non, perderíemos hs haberes e las casas, decadente de la épica hispánica, tanto en la forma
E aun demás los ojos de las caras. -comienzo en prosa, deformaciones del verso- co-
Cid, en el nuestro mal vos non ganades nada; mo en el argumento que se centra en la Juventud
Mas el Criador vos vala con todas sus vertudes santas. del personaje, la cual puede interesar a un público
Esto la niña dijo e tornos'pora su casa. que conoce de antemano la biografía posterior -es
decir, la etapa en que el héroe se hallaba en la
cumbre de su poder- y que se encuentra ansioso de
la otra, de la primera mitad del siglo XIII, sería la Arriba, estatua del novedades. Las adiciones que se hallan en las Mo-
recogida por la Estona de España de Alfonso X y la Cid (Alcázar de cedades respecto a la primera versión parecen co-
Crónica particular del Cid, a partir de las cuales J. Segovia). Derecha: rresponder -como ya indicó Deyermond- a un clé-
Puyol y C. Reig intentaron incluso la reconstrucción La Jura de Santa rigo que persigue fines propagandísticos para la
hipotética de varios fragmentos. Gadea (litografía diócesis de Falencia. Pero, además, como ha su-
El contenido de las dos versiones, en el caso de siglo XIX, colección brayado L. Funes, su copia en un códice de hacia
aceptarlas como tales, difiere no poco, hasta el particular, Madrid). 1400, que contiene una versión de la Crónica de
punto de que la primera enlazaría más bien con un los reyes de Castilla, revela en el compilador unos
, \ m i = MI i i •• i i* « si M» - ." • ma m i
46
DOSSIER

El Cid no podía ser ajeno a la épica, de la épica primitiva -visibles sobre todo en la mé-
trica (versos anisosilábicos agrupados en series o
pues el propósito de los cantares de laisses más rima asonante) y en el lenguaje formu-
lar- supera todos los ejemplos del género con la
gesta consistía en el ensalzamiento de composición del Poema de mió Cid.
Parte el autor de la vida del personaje histórico
personajes o hechos heroicos con que perteneció, en su momento, a la baja nobleza
emergente en Castilla durante los reinados de San-
interés relevante para un grupo social cho II y Alfonso VI. Pero, lejos de ceñirse a un plan-
teamiento biográfico apegado a la historia, el autor,
intereses historíográfícos, ya que busca incluir un iniciando el relato con la salida de Castilla del per-
acopio complementario de información sobre "el sonaje, inserta una serie de elementos fabulosos,
período inicial del reino y la juventud, de su héroe anacrónicos y deformados que se conjuntan con los
máximo", si bien con inexactitudes manifiestas. mimbres tomados de la realidad: destierros del Cid,
enemistad entre Alfonso VI y García Ordóñez, pri-
El Mió Cid sión del conde de Barcelona, alianzas de Rodrigo
Sin embargo, es hacia 1207, fecha progresiva- con reyes y caudillos moros, conquista de Valencia.
mente aceptada por los estudiosos frente a otras De esa agregación, conscientemente motivada
dataciones, cuando un poeta que auna los saberes por razones literarias para enaltecer al protagonis-
jurídicos e históricos con el dominio de las técnicas ta, surge la figura de un héroe poético, muy aléja-

jura de Santa Águeda (o Gadea)


:••:.-.. | 8 '•

n Santa Águeda de Burgos Allí respondió el buen Rey,

E
me tengo por afrentado." las cadenas deja llenas
do juran los hijos de algo bien oiréis lo que ha hablado: -"Vete de mis tierras, Cid, de podencos y de galgos.
allí toma juramento -"Mucho me aprietas, Rodrigo, mal caballero probado, Con él lleva sus halcones,
el Cid al rey castellano, Rodrigo mal me has tratado, "vete, no me entres en ellas los pollos y los mudados.
si se halló en la muerte "mas hoy me tomas la jura, hasta un año pasado." Con él van cien caballeros,
del rey Don Sancho su hermano; eras me besarás la mano." -"Que me place", dijo el buen Cid, todos eran hijos de algo,
las juras eran muy recias, Allí respondió el buen Cid que me place de buen grado, los unos iban a muía
el rey no las ha otorgado:
-"Villanos te maten, Alonso, -:••" ::. ¡g,; •• --
villanos, que no hidalgos,
;- ; -
"de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos;
"si ellos son de León
yo te los do marcados:
"caballeros vayan en yeguas,
en yeguas que no en caballos;
"las riendas traigan de cuerda,
y no con frenos dorados;
"abarcas traigan calzadas
y no zapatos con lazo;
"las piernas traigan desnudas,
no calzas de fino paño;
"trayan capas aguaderas,
no capuces ni tabardos,
"con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados;
"mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos;
"con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;
"mátente por las aradas, como hombre muy enojado: "por ser la primera cosa y los otros a caballo.
no por caminos hollados; -"Aqueso será, buen Rey, que mandas en tu reinado: Por una ribera arriba
"sáquente el corazón como fuere galardonado; "tú me destierras por uno, al Cid van acompañando;
por el derecho costado, "que allá en las otras tierras yo me destierro por cuatro.' acompañándolo iban
"si no dices la verdad dan sueldo a los hijosdalgo. Ya se partía el buen Cid mientras él iba cazando.
de lo que te es preguntado, "Por besar mano de rey de Vivar, esos palacios, (Del Romancero Anónimo,
"si tú fuiste o consentiste no me tengo por honrado; las puertas deja cerradas, selección de Dámaso Alonso,
en la muerte de tu hermano." "porque la besó mi padre los alamudes echados, Salvat, 1969)

47
Asimismo, para resaltar más el valor del héroe-
Muerte y victoria modelo, se insiste, por contraste y por simplificación
retórica, en los rasgos negativos: los "malos mestu-
uenta la leyenda que en la primavera de 1099 se acercaba a Valencia un nuevo reros" que han provocado su expulsión de Castilla;

C ejército almoravide y el Cid, cargado de años y de achaques, se aprestaba a


combatirlo, cuando una noche se le apareció un resplandeciente personaje,
san Pedro: "Vengo a anunciarte que no te restan sino treinta días de vida, pero es vo-
los traidores y desleales infantes de Carrión; Ansur
González, retado y vencido por Muño Gustioz. A un
propósito artístico responde también el diseño del
luntad de Dios que tus gentes venzan al rey Bucar, y que tu mismo, después de muer- rey Alfonso, cuyo comportamiento cambia desde la
to, des el triunfo en esta batalla. El apóstol Santiago te ayudará..." Repentinamente el envidia hasta el respeto al Cid, de modo que resulta
Cid se encontró mal, perdió el apetito y las fuerzas y se dedicó a prepara su alma pa- una figura humana y no un simple arquetipo, si bien,
ra la muerte y dejar instrucciones claras a sus capitanes para la batalla que se senta- para mantener la intensidad poética, se describe al
ba. monarca con una bondad relativa frente a la ejem-
Tres días después de su cristiana muerte y cuando todavía se le hacían al Cid los plaridad absoluta de Rodrigo, lo que contribuye al
funerales, acercóse a Valencia el ejército almoravide, mandado por el rey Bucar (Abu dramatismo y la tensión psicológica.
Bekr) y otros 36 reyes, cuyas huestes eran tan numerosas que hubieron de acampar En suma, el Poema de mió Cid se convierte en
en 15.000 tiendas. Dos días después, el ejército cristiano decidió salir de la ciudad y una obra de la clase media y guerrera por medio
presentar batalla. El cadáver embalsamado del Cid fue colocado sobre Babieca, su po- del loor de un personaje que, en oposición a la no-
deroso caballo blanco, sujeto por un artilugio de madera. De lejos le vieron los mo- bleza de sangre, se encumbra por sus propios mé-
ros, enarbolando su refulgente espada, cubierto por su brillante casco, abiertos los ritos hasta el rango más alto de la caballería y que
ojos y bien peinada la barba, y todos se llenaron de espanto... Continua la leyenda co- sólo acepta por encima de él la prevalencia de la
mentando los prolegómenos de la batalla, que abrieron doscientas amazonas negras autoridad real.
juramentadas contra los cristianos... Cuando aquellas fueron vencidas, el ejército del Ahora bien, además de los textos mencionados,
Cid atacó a los almorávides, y si estos ya andaban medrosos por la presencia del Cid, se vienen citando unos cuantos más que, sumados
se dispersaron definitivamente cuando vieron bajar del cielo a un blanco blandiendo a los anteriores, constituyen el ciclo épico del Cid.
una espada que despedía fuego... Es decir, el triunfo cristiano no sólo se debió a la Así, Powell conjeturó la existencia de un breve poe-
presencia del Cid, embalsamado, sino, también, a la intervención de Santiago. ma épico, Destierro del Cid, que trataría de las cau-
sas del destierro y sería anterior al texto de 1207.
Algunos -Horrent, Chalón- han pensado en un poe-
do del caudillo histórico, cuya trayectoria épica se Estatua de Rodrigo ma sobre La Jura de Santa Gadea, que habría ser-
estructura en tres cantos, que tienen como núcleo Díaz en su villa vido de enlace entre el Cantar de Sancho II y el
central el destierro de Rodrigo, el primer matrimo- natal, Vivar. Poema de mió Cid, si bien, para otros, tan solo ha-
nio de sus hijas con los infantes de Carrión y, por bría constituido el final de una de las versiones del
fin, la victoria legal que, frente al proceder de sus Cantar de Sancho II; tal opinan Menéndez Pidal,
yernos, obtiene en las Cortes de Toledo, tras las Fraker y M. Vaquero, aunque con conclusiones bien
cuales sus hijas celebran un nuevo casamiento con diversas.
los infantes de Navarra y Aragón. Asimismo, un presunto cantar al que se ha de-
Tal eje temático posibilita que el Poema gire en nominado Fernando, par de emperador, fechándolo
torno al engrandecimiento progresivo del héroe a fines del siglo XIII o principios del XIV, ha sido
que, de mero infanzón deshonrado a causa del des- tAi considerado muchos como una conexión entre
tierro, va superando un cúmulo de adversidades %;. la Gesta de las mocedades de Rodrigo y el
hasta lograr, mediante su esfuerzo, una ascensión i Cantar de Sancho II, aunque sin pruebas con-
V
imparable. En efecto, desde el principio al térmi- v | cluyentes. Por fin, la alusión a un "Meo Cid
;
no de la obra, el argumento se encamina a re- , ,„ (...) de quo cantatur" en el Poema de Al-
saltar ese fin, a través de un proceso en que se •: /* meria es muy probable que se refiera,
conjugan el progreso militar, derivado de las ;•; aunque caben otras interpretaciones, a
victorias guerreras que también le procuran en- uno o varios poemas épicos en castella-
riquecimiento; la promoción familiar y social, no sobre Rodrigo, anterior o anteriores
dimanada de los sucesivos matrimonios de al Poema de mió Cid, si bien no cabe
sus hijas; y el triunfo legal al obtener el per- asegurar nada sobre la extensión o las
dón regio tras una reparación jurídica que j ;, :> v posibles relaciones con el mismo.
emana de su respeto a las normas estableci-
das por el derecho. Otras derivaciones literarias
Para avalar ese ascenso continuado, se dibu- :fi
Diversas leyendas e innovaciones
ja al Cid como espejo de las virtudes típica- \'\|
pseudohistóricas que, sobre todo por
mente caballerescas: hombría, cortesía, he- el éxito del Poema de 1207, se fue-
roísmo, fidelidad, magnanimidad, religiosidad ron acumulando en torno al monas-
y, sobre todo, prudencia y mesura. Con certe- terio de Cárdena, donde se encontra-
za, varias de esas cualidades cuadran poco con ban las tumbas de Rodrigo y Jimena,
las del Rodrigo histórico, mas el autor las acu- originaron hacia mediados del siglo XIII
mula en el Poema para justificar su desarrollo y la perdida Estoria de Cárdena que dejó
cimentar la admiración y hasta la imitación por sentir su influjo en la crónicas, las cua-
la audiencia del protagonista, convertido en un les, a partir de la Estoria de España alfonsí,
personaje emulable. BL concedieron al Cid un puesto relevante
_ - • ; • ! m ' :.»:^.v:•«».-'.
48
DOSSIER

\ i í 1 : • • i M •

El Cid en Hollywood, un western del siglo XI


a sierra de Guadarrama, el castillo conquense de Belmente, una Pe- aportaron sus generosos físicos en los papeles protagonistas- el resultado

L ñíscola todavía libre del cinturón de cemento que ahora la oprime y


otros escenarios naturales, junto a los míticos Estudios Chamartín
-que dieron cobijo a una réplica de la catedral de Burgos- fueron a lo lar-
final fue realmente espectacular.
Millares de extras fueron empleados en las escenas de multitud, dando
respaldo a la aventura del héroe, mezcla de cowboy y de guerrero medie-
go de varios meses escenario del rodaje de esta gran superproducción en val que vende sus servicios al mejor postor. Película de aventuras, de amor,
Super-Technirama 70 y tecnicolor, un lujo absoluto que tuvo dos nomina- de traiciones (recordar una Doña Urraca mala-mala; un débil y ambiguo
ciones para los Oscars de aquel año, por la escenografía y la partitura. Alfonso VI), es también un filme de viajes, en la mejor tradición america-
Anthony Mann, que por una temporada fue hollywoodiense marido de na de los road movies. Desde Burgos a Valencia, secarrales y colinas sir-
la racial Sara Monüel, aplicó sus grandes conocimientos en la técnica del ven de escenario a todo ese despliegue. Y, al final, la escena cumbre, cuan-
western para dar forma visible al contenido del Cantar de Mió Cid. Con do el cadáver del héroe sale de la falsa Valencia, es decir, de Peñíscola, y
tantos medios materiales -entre los que destacaron muy en primer térmi- su presencia es suficiente para derrotar a los enemigos, que huyen despa-
no unos Heston y una Loren (por entonces, acreditada como Sophia), que voridos mientras él penetra en los campos de la leyenda.
mmmjm Aunque los créditos de la película presumían gustosos de la
participación del egregio Menéndez Pidal como asesor en ma-
•;;;: tena histórica, nada más alejado de la realidad del siglo XI que
" :, el producto final. Ni los planteamientos históricos del perso-
f' naje y su circunstancia, ni los lugares elegidos para el rodaje,
V , ni cuestiones tales como los decorados góticos o la vestimen-
gjjQ^I ta de los personajes tenían nada que ver con la época del Cid.
Acabó imponiéndose el ficticio efectismo hollywoodiense que
era, en definitiva, lo que por otra parte nadie había pensado
nunca poner en discusión.

Ficha técnico-artística
Título: El Cid, 1961. Producción-. Samuel Brons-
ton Productions. Dirección: Anthony Mann.
Guión: Fredric M. Frank, Philip Yordan y Ben
Barzman. Dirección fotografía: Robert Krasker.
Música: Miklos Rozsa. Intérpretes: Charlton Hes-
ton, Sophia Loren, Raf Vallone, Geneviéve Page.

que algunas llevaron a la exagera- Para saber más


ción. Ello sucede, por caso, en la ALLAH, A., El siglo XI en 1a persona. Las "Memorias" del
Crónica de 1344, en la que se acre- último rey Zirí de Granada, destronado por los almorávi-
cienta el papel desempeñado por des (1090), trad. de Lévi-Provenc,al y E. García Gómez,
Rodrigo en las transformaciones Madrid, 1980.
políticas y religiosas del siglo XI. ANÓNIMO, Cantar de mió Cid, edición de ALBERTO MONTA-
Por otro lado, con el paso del NER, Barcelona, 1993.
tiempo, las crónicas no castellanas BOSCH VILÁ, J., Los Almorávides, Granada, 1990.
registraron de manera diversa algu- FLETCHER, R., El Cid, Madrid, 1989.
nos hechos atinentes al Cid, de modo GÁRATE, J. M., Las huellas del Cid, Burgos, 1986.
que, si la Historia Roderici, confirma- GARCÍA, G., Las rutas del Cid, Madrid, 1988.
da por Ibn Bassam, presenta a Rodrigo Ibn al-Kardabus, est. trad. y notas de F. MAÍLLO SALGADO,
victorioso frente a las tropas leridanas y Madrid, 1993.
aragonesas en la batalla de Tortosa (14 de LÓPEZ ESTRADA, F., Panorama crítico sobre el "Poema del
agosto de 1084), la Crónica navarro-aragonesa Cid", Madrid, 1982.
(hacia 1310) afirma que abandonó el campo sin Arriba, fotograma de MARKINA, L, El Camino de El Cid en bicicleta, Burgos,
honor y la Crónica de San Juan de la Peña asegura la película El Cid: 1998.
que fue derrotado. torneo a los pies del MARRERO, J. A. Y FRAILE, A., Por los caminos de El Cid,
El Romancero, por fin, desde el siglo XV, contri- castillo de Burgos, 1995.
buyó a la difusión de las hazañas de Rodrigo, bien Belmente. Abajo, MENÉNDEZ PIDAL, R., El Cid Campeador, Madrid, 1968.
mediante romances conectados con los cantares de Ramón Menéndez MENÉNDEZ PIDAL, R., La España del Cid. Madrid, 1969.
gesta bien mediante otros independientes, al tiem- Pidal, el gran MONZÓN Y PONZ, J., Aquel hombre a quien llamaron El Cid,
po que, desde la decimosexta centuria, su fama se investigador de la Burgos, 1987.
extendía y perpetuaba a lo largo de todo el mundo figura literaria e OLAIZOLA, J. L., El Cid, el último héroe, Madrid, 1990.
por circuitos literarios muy distintos, tal como ha histórica del Cid. VIGUERA, M. J., Aragón musulmán, Zaragoza, 1981.
estudiado recientemente C. Rodick en su libro so- IBID., Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Ma-
bre La recepción internacional del Cid. drid, 1992.
:
g
49

Potrebbero piacerti anche