inclusin educativa Por Estanislao Antelo / La llegada masiva de miles de adolescentes a la escuela media invita a pensar tambin el lugar de los profesores Por Estanislao Antelo / Pedagogo (*) Como si se tratara de un virus, la palabra inclusin se expande por todos lados, recubre todos los cuerpos, penetra en todas las instituciones, formatea todas las prcticas y se cree inmortal. Por un lado, existe una variedad inclasificable de programas, iniciativas, polticas, cursos, seminarios, departamentos, eventos, exposiciones, doctorados y maestras que usan esa denominacin, y hasta una revista que no escatima esfuerzos y se hace llamar Revista Latinoamericana de Inclusin Educativa. Por el otro, inclusin se relaciona con diversidad, integracin, discriminacin, acceso, equidad, desigualdad, necesidades educativas especiales, y pedagoga de la diferencia. Cualquier cibernauta amateur encuentra sin dificultad lo siguiente: gastronoma inclusiva, deporte inclusivo, teatro inclusivo, danza inclusiva, medicina inclusiva, sexo inclusivo, lenguaje inclusivo, negocios inclusivos, diseo inclusivo, arte inclusivo, ocio inclusivo, moda inclusiva, cine inclusivo, enseanza inclusiva, espiritualidad inclusiva; incluso, poesa inclusiva. Algunos envalentonados afirman que se trata de un derecho humano. Los empresarios se suman a la ola inclusiva y se convierten en comunistas liberales, como es evidente en el caso del exitoso jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Sobre la educacin. Pero, qu sucede cuando la inclusin es educativa o la educacin es inclusiva? La Unesco nos advierte con su habitual clarividencia que se practica especialmente sobre grupos vulnerables y marginales y que se propone desarrollar el potencial de cada individuo. Por otra parte, afirma que el fin primordial es acabar con todas las formas de discriminacin y promover la cohesin social. Los ms informados afirman que la expresin tom fuerza en Tailandia en los 90. Tengo para m que la inclusin educativa es una variedad de la zamba cuya copla principal dice lo siguiente: Yo nunca te dejar en la puerta de la escuela...adentro! Linda y pegadiza, es, bsicamente, inofensiva. Emparentada con el culto reciente a lo all inclusive, llegamos al punto en el que no quiere decir nada. Tuve el privilegio de ir a cuatro escuelas secundarias (una privada y tres pblicas), y si bien haba chicos humildes no haba pobres. Los historiadores y socilogos de la educacin nos recuerdan que la escuela secundaria se cre para los hijos de los ya educados, los herederos. Pblica y/o privada, elitista y discriminatoria, durante muchos aos se las ingeni para evitar la chusma. Recientemente, a partir de la implementacin de leyes y ayudas (obligatoriedad y asignacin universal per Child) existe cierto acuerdo generalizado alrededor de la siguiente idea: mejor que los pobres estn adentro de las escuelas. Dejar entrar al que est afuera y darle ms al que tiene menos parecen ser actos de justicia distributiva. Si bien esa prctica tiene sus bemoles, es mejor dar algo que no dar nada. No es cierto? Es mejor dar algo que sustraer. Si bien algunos sospechan de la legitimidad de ese gesto (y proponen otro camino ms directo sin tantos intermediarios, algo as como un nuevo mandamiento del tipo No tomars la parte educativa de los que no tienen parte) hay que estar realmente desquiciado para oponerse a la inclusin. Lo que no todos saben es que la Zamba de la inclusin est siendo experimentada por muchsimos docentes de escuela secundaria como una invasin. "Los invasores. Se entiende ms y mejor lo que all sucede si se vuelve a ver Los Invasores, aquella incmoda serie de nuestra infancia cuyo personaje principal era David Vincent o aquella pelcula eficaz, recientemente versionada La Guerra de los Mundos donde resulta evidente que no se trata del terror a los marcianos (que no los hay, no los hay) sino de extraos que se acercan demasiado. Cuando el profesor de turno afirma a m nadie me prepar para esto, si descartamos la falta de preparacin crnica que caracteriza a aquel que ha decidido trabajar con otros, no falta a la verdad. El deseo de que esos prjimos otrora distantes se evaporen es mucho ms poderoso de lo que estamos dispuestos a reconocer y se combina con la figura del profesor como testigo impotente. Hace unos das, luego de palestrar acerca de la desigualdad en un multitudinario congreso en la provincia de Santa Fe, fui interceptado por un puado de inquietas docentes de escuela media que, treinta minutos despus de iniciada la conversacin, manifestaron su desconcierto aparentemente causado por el abismo que media entre los principios y las prcticas. El guin es conocido. Si el profesor es un poco carcamn dir que no se puede, que no sabemos qu hacer, que a m nadie me prepar para esto, que adnde estn los padres, que los pibes ya no son los mismos, que no vienen como antes, que se perdi la autoridad, que no hay esfuerzo, etc. Si el profesor es un militante comprometido dir que es menester considerar la injusticia, la desigualdad de origen, la diferencia de oportunidades, el abandono estatal, el neoliberalismo, etctera. Como el deseo de exterminio de los invasores (me refiero a los cientos de miles de jvenes que entran a las escuelas sin ser herederos) ha pasado a formar parte del listado de actitudes prohibidas por el nunca tan ejemplar Inadi, poco se sabe a dnde va a parar, qu nuevas formas avizora y sobre qu cuerpos se posa. Sea como sea, ni al ms ingenuo de los ingenuos se le ocurre pensar que el simple hecho de incluir el malestar que generan los invasores en un reglamento de convivencia (ignorando la dificultad manifiesta de reunir esas dos palabras) implica su extincin. Si uno se arma de paciencia, es fcil discernir el rechazo y/o el desprecio legtimo o ilegtimo segn la dosis de padecimiento tolerable y las preferencias polticas hacia la turba ineducada que se niega a ser escolarizada. Como es sabido, siempre que hay muchos (no importa de qu multitud estemos hablando) hay un desprecio disponible. Pero vayamos a las soluciones para aquellos que han estado por siempre relegados, esperando, y ahora estn dentro de la escuela. Soluciones. Una solucin es la que propuso Martn Caparrs quien escribi un texto corto y spero en el que propone que sea obligatorio que los hijos de los funcionarios del Ministerio de Educacin vayan a las escuelas pblicas. Supongo que cree que slo si les hacemos probar una buena dosis de la descomposicin de la escuela pblica, sus padres podrn dedicarse de lleno a mejorarla. Otra, levemente distinta, es la de Andrs Wood, el cineasta chileno que film Machuca. Esa bella pelcula de ciencia ficcin, promete incluir a los pobres donde slo hay vacantes para ricos. En una hermosa pero improbable escena, una madre cool, disgustada con el director progresista que compulsivamente ha decidido incluir en la escuela para ricos a un conjunto heternomo de pobres, se pregunta lo siguiente: Cul es el sentido de mezclar peras con manzanas? Una tercera solucin es la que acaba de exponer recientemente el socilogo francs Franoise Dubet al proponer un principio de reconocimiento, que no es otra cosa que decir entr y vemos, pas y luego vemos. Uno de los problemas menos explorados alrededor de la consecuencias inesperadas de la inclusin educativa en la escuela secundaria es que, en cierta medida, inclusin para los pibes puede querer significar exclusin para los profesores. De dnde extraemos tamaa creencia? Simple. Las escuelas secundarias las hacen los profesores. Los pibes crecen y se van. La enseanza queda. Si, como bien saban los clsicos de la educacin, somos en buena medida el resultado de lo que hemos conseguido hacer con lo que nos ha sido enseado, si no incluimos a los profesores, la economa del dar y recibir se vuelve patrimonio de nadie o del consumo y su desamor generalizado. Reconocimiento. Por ltimo, como bien saben los cientos de miles de asistentes sociales y docentes que trabajan en escuelas para pobres, la inclusin tiene algn efecto cuando se le pide algo al destinatario. Sin mezcla, conexin y reciprocidad no hay inclusin. La perorata bienintencionada que promete desarrollar la potencialidad de las personas va demasiado rpido. Contra esa ingenua e ilusa fantasa de liberar lo que est en potencia en cada joven que se disponga a ponerle actitud a su propia vida desafortunada, y contra la ddiva, la compasin o la consideracin, sabemos que los postergados de siempre pasan a la arena pblica cuando se los tiene en cuenta, es decir, se los reconoce como semejantes, seres capaces de dar antes que de recibir. Qu tienen para darnos los estudiantes pobres de este mundo? Qu les pedimos? De ese modo, si encontramos algunas respuestas para esas preguntas, tal vez podramos imprimirle a la idea de inclusin un poco de oxgeno e intrepidez. Ms que Zamba, una chacarera o un Rock & Roll. Eso mismo es lo que propongo, eso y una asignacin universal por profesor. Cmo lo ven?
(*) Mster en educacin (Uner) y doctor en humanidades y artes (UNR) Fuente: http://www.lacapital.com.ar/ed_educacion/2011/10/edicion_128/contenidos/noticia_0012.html
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Los Estándares en El Currículo y La Evaluación: ¿Relaciones de Medición, Control y Homogenización O, Posibilidad de Formación, Diversidad y Evaluación Crítica?
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SEIS PRINCIPIOS DEL APRENDIZAJE POR PROYECTOS http://www.eduteka.org/AesAprendizajePorProyectos.php AUTENTICIDAD ¿Se basa el proyecto en un problema o pregunta que es significativo o importante para el estudiante? ¿El problema o pregunta se relaciona con los que pueden encontrarse en el desempeño de un trabajo o en la comunidad? ¿Ofrece el proyecto al estudiante oportunidades de producir algo que tenga valor personal y/o social fuera del entorno del colegio? RIGOR ACADÉMICO ¿El proyecto demanda del estudiante adquirir y aplicar conocimiento relacionado con una o más asignaturas o áreas de contenido? ¿Reta el proyecto al estudiante para utilizar métodos de indagación de una o más disciplinas? (Por ejemplo: ¿lo induce a pensar cómo piensan los científicos?) ¿Desarrolla el estudiante habilidades de pensamiento de orden superior? (Por ejemplo: ¿lo estimula a que haga búsquedas basadas en evidencia o a buscar una perspectiva diferente?) APLICACIÓN DEL APRENDIZAJE ¿Soluciona el estudiante un