Kutxabank

LOS LÍMITES DEL

FANATISMO PARTIDISTA
Working Paper 14 de septiembre de 2014
 Kutxabank. LOS LÍMITES DEL
FANATISMO PARTIDISTA

1. La operación Kutxabank es el comienzo

del fin de la clase política vasca. Sea
quien sea la persona que, en cada uno de
los partidos políticos "tradicionales",
adoptó la decisión de sustraer y
apropiarse de las cajas de ahorros vascas,
firmó a la vez con ello la sentencia de
muerte de su propio partido.

2. En todos los partidos es inevitable que -

en cierta medida- surjan actuaciones
irresponsables, corrupción,
contradicciones entre los intereses
personales y de grupo y los intereses
generales. Pero jamás en la historia vasca
se había producido una operación de
corrupción de la dimensión que tiene la
operación Kutxabank. Una operación que,
por su evidencia y notoriedad, implica de
forma corresponsable a todos los
dirigentes y afiliados que no rompan su
carnet de forma inmediata. Una
operación que, por su dimensión y
trascendencia, supone intercambiar el
interés del partido en hacerse con cuotas
de poder fáctico a cambio del futuro de
su propio país.

3. En cierta medida, la contradicción de

intereses entre partidos políticos y el
interés general es algo habitual y
comprensible. Pero las democracias
avanzadas se configuran precisamente en
base a la capacidad de la sociedad de
imponer límites al partidismo, que obliga
a directivos y afiliados de los mismos a
moderar sustancialmente sus apetencias
 personales y de grupo cada vez que éstas
entran en contradicción con los intereses
generales de la sociedad.

4. Es evidente que en Euskadi, en lugar de

avanzar hacia ese contexto
imprescindible para articular democracias
avanzadas, hemos exacerbado el
fanatismo partidista hasta límites fuera
de todo control. El partido por encima de
los ciudadanos, el partido por encima de
la ideología, el partido por encima del
país. Una enfermedad degenerativa de la
máxima gravedad y que anquilosa y
destruye los cimientos de cualquier
sociedad.

5. Parece que este desmedido fanatismo de

partido es lo único que permite explicar
que se pongan en marcha operaciones
como la apropiación de las cajas de
ahorros. Aunque no sea el único factor -
los intereses personales y de pequeños
círculos de poder son también esenciales-
es este fanatismo de partido lo que hace
posible que este tipo de actuaciones se
lleven adelante sin que el conjunto de la
organización y de los afiliados se rebelen
de forma inmediata. Sin que se expulse
cuanto antes a quienes se hayan atrevido
a plantear o aprobar una operación de
apropiación de nuestro sistema financiero
como ésta, utilizando para ello el nombre
y la imagen de su respectivo partido
político.
6. Estos partidos que están
premeditadamente destruyendo las bases
de nuestro sistema financiero deberían
saber que no es posible poner esta
operación en marcha y esperar que, a
partir de ahora, vayan a mantener una
mínima credibilidad a la hora de defender
el desarrollo económico, el tejido
empresarial, la participación social o
incluso el propio sistema democrático.

7. Estos partidos políticos están eligiendo

entre el partido y el sistema financiero
vasco. Están eligiendo entre el partido y
la economía vasca, entre el partido y el
desarrollo social y económico, entre el
partido y las bases mismas del sistema
democrático. Deberían ser conscientes de
que -en todas estas opciones- han
apostado por el partido y, para nuestra
desgracia, han optado por dejar destruir
todo lo demás. Con lo que ello supone
para nuestra sociedad pero también -por
supuesto- para el futuro de su propio
partido.

8. Un partido político que, con el fin de

incrementar ilegítimamente sus cuotas de
poder fáctico es capaz de sustraer y
apropiarse del sistema financiero de su
propio país como estos partidos están
haciendo, es un partido capaz de
cualquier cosa. Y, desde luego, es un
partido que ha perdido toda su fiabilidad
como defensor de los ciudadanos, toda
 legitimidad como articulador de los
intereses generales del país.

9. La cuestión clave, lo que deberían

preguntarse los impulsores de esta
barbaridad, es qué ciudadano va a dar su
voto a un partido político que es capaz de
hacer lo que están haciendo estos
partidos políticos vascos con su propio
país. Qué afiliado honrado va a continuar
abonando su cuota y va a ser capaz de
resistirse a romper en mil pedazos su
carnet. Apostarlo todo a que los afiliados
y los ciudadanos se enteran sólo de lo
que nuestros medios de comunicación
quieren que se enteren es demasiado
optimista.

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