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1.

Cubiertos en el polvo del Maestro

Texto Bíblico: 1 Cor. 1:27-29

2.
Mat. 14 : 28, 29. ¿Qué estaba pensando Pedro cuando pidió caminar
al lado de Jesús en el agua? ¿Cómo se le ocurrió que él también
podría hacerlo? Pedro era judío. Jesús era judío, así que esto lo
entenderemos mejor si analizamos el contexto judío del primer siglo.

3.
La educación era de suma importancia en los tiempos de Jesús, y
había un argumento acerca de a qué edad un Rabí debía recibir a sus
pupilos. La educación era importante para los educadores,
estudiantes y padres de aquellos tiempos. 4.
La Mishná (un cuerpo
exegético de leyes judías compiladas, que recoge y consolida la
tradición oral judía desarrollada durante siglos desde los tiempos de
la Torá o ley escrita, y hasta su codificación) tiene una frase que dice:
“Sobre todas las cosas, nos enorgullecemos de la educación de
nuestros hijos”.

La educación judía estaba formada de tres secciones primarias: Bet


Safar, Bet Talmud y Bet Midrash.

5.
Bet Safar (Casa del Libro)
Usualmente de los 5 a los 10 años, era un tiempo enseñado en la
sinagoga por el Rabí. Los niños judíos, cuando aprenden a leer, besan
la portada del libro, sobre la que se ha dejado una gota de miel, con
la finalidad de que el libro les guste más. Durante este tiempo, los
buenos muchachos judíos memorizaban La Torá: Génesis, Éxodo,
Levíticos, Números y Deuteronomio. ¡Memorizados a la edad de 10
años! ¡wow!

6.
Bet Talmud (Casa de la Enseñanza)
Avanzando desde Bet Safar, la educación de un niño judío continuaba
de la edad de 10 a los 14 años. Durante este tiempo, el estudiante
continuaba su memorización de los Salmos, los profetas y el resto de
las Escrituras Hebreas (el Antiguo Testamento). No era extraño en
esos días que un buen muchacho judío se hubiera memorizado el
Antiguo Testamento para la edad de 14 años.

El estudiante empezaría para este tiempo el arte de las preguntas y


las respuestas. En nuestra civilización occidental actual, estamos
acostumbrados en la transferencia de información, pero en aquellos
días, responder una pregunta no era tan directo. Un rabí podría
preguntarle a un estudiante cuánto es 2 + 2. Actualmente, habríamos
contestado rápidamente la respuesta de 4. Pero en aquellos tiempos,
un estudiante podría contestar con “¿Cuál es la raíz cuadrada de
16?”. Esto no solo le diría al Rabí que el estudiante escuchó y
entendió la pregunta, sino que era capaz de procesarla y entonces
responderla con una pregunta propia. Así que cuando encontramos a
Jesús en el templo a la edad de 12 años (Lucas 2: 46, 47), lo
encontramos haciendo exactamente lo que un muchacho de su edad
estaría haciendo, preguntas y respuestas con los ancianos.

7.
Bet Midrash (Casa de la Interpretación)
A la edad de catorce, lo mejor de lo mejor continuaría por aplicar la
ley oral y escrita del Talmud, La Mishná, las palabras de los sabios, y
años y años de comentarios de las escrituras. Cada Rabí tendría su
propia interpretación de cómo vivir la Torá. Por ejemplo, Honrar el
Sábado: Un rabí podría decir que no puedes ir más lejos que la
distancia a la sinagoga. Mientras que otro podría decir que puedes ir
el doble de esa distancia, porque debes regresar a tu hogar. Como
puedes ver, tienes la ley en sí misma, y tienes la interpretación del
Rabí de las reglas requeridas para obedecer la ley. Estas reglas del
rabí eran llamadas su yugo. Cuando estudiabas con un Rabí, tomabas
su yugo sobre ti.
Pero Jesús vino y dijo Mi yugo es ligero. Es decir, El no tiene que ver
con interminables listas de reglas y regulaciones (Mateo 11:28-30).
Como puedes ver, cuando Jesús está hablando, no solo esta
escogiendo palabras al azar. El está hablando como lo haría un Rabí.
Cuando los rabies hablan, entran en acaloradas y animadas
discusiones porque éstas son las enseñanzas de Dios y un reflejo
directo de la adoración. Creían que la forma más sublime de la
adoración era el estudio, y que el verdadero estudio siempre lleva a
cuestionar.

Así que un Rabí podría preguntar a un estudiante “¿qué significa


honrar el sábado?” y uno de los estudiantes podría responder
incorrectamente: “sentarse y no hacer nada, y tener un día aburrido”.
El Rabí contestaría apasionadamente “¡No! Has abolido la Torá!”,
queriendo decir que el estudiante no había comprendido el punto
principal. Pero otro estudiante podría responder: “recordar y reflejar
que ya no somos esclavos. Que hemos sido traídos de un reino de
oscuridad y redimidos por la sangre del cordero. Que tomamos un día
de la semana para recordarnos que nuestro valor no viene de hacer
ladrillos, ¡sino de quien nos hizo!”. Y el Rabí entonces diría “¡Así es!
Has cumplido con la Torá!”. Jesús viene entonces (Mateo 5:17) y dice
Yo no vine para abolir lo que han aprendido, sino a mostrarles cómo
se ve en carne y hueso.

Así que a la edad de catorce años, lo mejor de lo mejor, el Harvard y


el Oxford de los muchachos judíos, daban otro paso. Todos ellos
querían ser rabies, porque los maestros eran las personas más
respetadas de esos días. A la edad de catorce años, alguno de los
mejores se aproximaba a un Rabí y le pedía convertirse en su
discípulo.

El Rabí entonces ponía a prueba al joven. Por ejemplo, podría


preguntar “Dame las cuatro referencias de Deuteronomio en Habacuc
en orden”. 8.
Por si eso fuera poco, el Rabí cuestionaba al muchacho
usando lo que era llamado “remez” (indicación, alusión). Un remez es
donde el Rabí formaría su pregunta basada alrededor de una pieza de
las escrituras, de manera que él podría citar por ejemplo, los primeros
tres versos del pasaje. Pero la pregunta real del Rabí seria sobre el
cuarto verso. Ahora, debido a que el muchacho había sido educado en
el Bet Safar, el Bet Talmud y el Bet Midrash, conocía las escrituras y
su mente continuaba automáticamente a través de los siguientes
versos, y era capaz de comprender que el Rabí se estaba refiriendo al
verso cuatro con su pregunta. El joven formaría entonces su
respuesta alrededor de otra parte de las escrituras y citar algunos
versos, deteniéndose muy poco antes de la que se estaba refiriendo
el Rabí, o apenas después. El Rabí entonces comprendería lo que el
joven está refiriendo y juzgaría cuán bien respondió su pregunta. Si
suena complicado, ¡es porque era así! Por ejemplo, Jesús en Mateo
15:8,9 les dice "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que
reglas humanas”, pero los que entienden el remez, comprenden que
Jesús les está hablando de Isaías 29:13 y en especial del 14: “Por eso,
una vez más asombraré a este pueblo con prodigios maravillosos;
perecerá la sabiduría de sus sabios, y se esfumará la inteligencia de
sus inteligentes”.

Si el Rabí te interrogaba y determinaba que eras lo suficientemente


bueno, que si pertenecías en realidad a Harvard u Oxford, diría “Ven,
toma mi yugo sobre ti y conviértete en mi discípulo”. Y en ese preciso
instante, el muchacho dejaría todo (casa, madre, padre, sinagoga,
comunidad…) y dedicaría su vida entera a ser como el Rabí.

9.
Uno de los escritos de los sabios de la Mishná es citado como “Que
seas cubierto del polvo de tu maestro”. Los rabies eran apasionados y
animados. Gastaban días llevando a sus discípulos para enseñarles, y
mientras viajaban de un lado a otro, literalmente levantaban nubes
de polvo. Debido a que sus discípulos estaban siguiendo al Rabí, para
el final del día estarían cubiertos de la nube de polvo que su maestro
había levantado.

Ahora, siempre existía la posibilidad de que el Rabí decidiera,


mientras te examinaba, que no eras el Harvard o el Oxford. El diría
“Obviamente conoces la Torá, pero no tienes lo que se necesita para
ser como yo. Ve, ten hijos, ora para que ellos se conviertan en rabies,
y dedícate a tu oficio”. Ve a aprender el negocio familiar y vive una
vida buena de manera que tus hijos crezcan mejor que tú.

10.
Y esto nos lleva al texto de Mateo 4:18-22 y 16:13-20. Mientras
Jesús camina junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón,
llamado Pedro y a su hermano Andrés. Estaban lanzando una red en
el lago, porque eran pescadores. ¿Qué eran?

11.
Pescadores… ¿por qué? Porque no lo habían logrado. Un Rabí
probablemente les había dicho que no eran lo mejor de lo mejor, y los
mandó a dedicarse a un oficio. ¡Jesús va a los perdedores y
rechazados y los llama!

Vengan y síganme, dijo Jesús, y yo los haré Pescadores de hombres.


Inmediatamente ellos dejan sus redes y lo siguen.

Ahora, ¿cuántos de ustedes, honestamente, dirían que esto nunca se


les hizo lógico? A mí no. Aquí viene un joven caminando por la playa.
Pedro y Andrés están probablemente aprendiendo el negocio de la
familia, porque es importante para ellos. El bienestar de su familia
probablemente depende de cuán bien aprender su oficio.
Probablemente tienen una buena cantidad de dinero invertido en este
oficio. Y este joven viene caminando y les dice “Ven y sígueme”. ¡Y
tiran todo y lo hacen! Encima de esto, las películas cristianas
muestran a un personaje que parece tener poderes místicos, llama a
los discípulos, y saltan fuera del bote para perseguirlo.

¡Pero eso es exactamente lo que sucedió! Ni más ni menos. Al autor


no se le escapó nada. Mira, Jesús era un Rabí. El está llamando
discípulos. El piensa que son lo suficientemente Buenos, a pesar de
que otros no piensen así. Les está dando la oportunidad de cumplir
sus sueños. Así que por supuesto que dejan lo que están haciendo y
siguen al Rabí.

Después de eso, ve a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo y


a su hermano Juan. Ellos estaban en un bote con su padre,
preparando las redes. Jesús los llamo e inmediatamente dejaron el
bote y a su padre y lo siguieron.

¿Donde está la parte de Zebedeo declarándose en bancarrota? ¿O la


parte donde está parado sobre la cubierta del bote con su puño
amenazando a sus hijos por dejarlo abandonado con un negocio
familiar en problemas? No hay tal parte. Era un honor el que tus hijos
se fueran siguiendo a un Rabí. En lugar de que Zebedeo se molestara,
puedo verlo esa noche, regresando a casa con su esposa y diciéndole
“¡los muchachos se fueron!” “¿A dónde?” preguntaría ella. “¡El Rabí
Yeshua de Nazaret los llamó y ahora ellos siguen sus enseñanzas!”.
De hecho, me imagino la mañana siguiente a Zebedeo caminando a
través del pueblo, con el pecho henchido, pavoneándose un poquito
quizá, mientras platica de cómo sus hijos se fueron.

¿Crees que Jesús piensa que puedes hacerlo? Esa es la principal


premisa del sistema. El Rabí no aceptaría a alguien que no pudiera
hacerlo. Podemos decir, basados en el contexto, que varios de los
discípulos estaban entre los 16 y 19 años. Pedro tenía suegra, y
usualmente a la edad de 18 años un joven ya estaba casado. Jesús
llama a los adolescentes rechazados y a los de segunda clase para
ser sus discípulos. ¡Y Él continua haciéndolo hoy! (Juan 15:16)

12.
Pero eso no es todo. ¿Qué hizo Jesús con estos discípulos recién
encontrados? (Mateo 16:13 y en adelante). Entonces Jesús llegó a la
región de Cesarea de Filipo… ¿solo otro lugar? No, en aquellos días,
era uno de los principales centros de adoración pagana. 13, 14.
Estaba
literalmente en la base de una montaña bastante alta. Los paseantes
podían ascender a la cima de la montaña y mirar abajo la adoración
pagana desarrollándose abajo. 15.
En un lado de la montaña había una
hendidura en la roca de la cual se creía que era el punto en el cual los
espíritus entraban y abandonaban este mundo. Esa hendidura en la
roca era llamada “Las puertas del Infierno”.
Jesús le pregunto a sus discípulos, “¿Quién dice la gente que es el Hijo
del Hombre?”. Ellos respondieron “Algunos dicen que Juan el Bautista,
otros dicen que Elías y otros más que Jeremías o alguno de los
profetas”. “¿Y ustedes que piensan?” les preguntó. “¿Quien dicen
ustedes que soy yo?”. Simón Pedro contesto, “Tu eres el Mesías, el
Hijo del Dios viviente”. Jesús respondió “Bendito seas, Simón hijo de
Jonás, porque esto no te fue revelado por hombre, sino por mi Padre
que está en los cielos. Y te digo que eres Pedro, y sobre esta roca
edificare mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre
ella”.

¿Qué está diciendo? Mira, Jesús recién acababa de llevar a estos


muchachos a la cima de la roca en Cesarea de Filipo. Los chicos judíos
buenos simplemente no iban ahí. Era un lugar del cual los padres les
dirían a sus hijos “No puedes ir ahí”. Los discípulos probablemente
estaban asustados “Si mi papá se entera, me va a matar…” Pero ahí
están, y el Rabí les está enseñando. Les pregunta, mirando abajo a
los paganos, quien dice la gente que es El. Pedro finalmente habla y
le dice quien cree el que es Jesús. Y Jesús reconoce que Pedro ha
recibido ese conocimiento de Dios. Y aquí viene la parte más
importante… Cristo mira hacia abajo a los paganos y dice a sus
discípulos que “sobre esta roca” – sobre este tipo de personas,
mundanos, gente ordinaria, Cristo edificaría su iglesia. Y aun las
“puertas del infierno” – los espíritus del mundo, no pueden estorbar el
camino porque están comisionados por Dios mismo. El les está
diciendo a los discípulos que ayudaran a Cristo a construir la iglesia
entre esos tipos de personas. El no está enfocando su atención en la
gente religiosa que se reúne en las sinagogas.

16.
Los discípulos intentaban siempre hacer lo que hacía su maestro.
En este contexto podemos entender a Pedro querer hacer lo que
estaba haciendo su Maestro: ¡caminar sobre el agua! Una posible
razón por la que se hundió es porque dudó de ser un discípulo que
Jesús mereciera. Dudó de sí mismo. Cristo puso su confianza en ellos
no porque tuvieran algo de especial, sino por el Poder que el Espíritu
Santo les iba a impartir (1 Cor. 1:26-29)

Jesús aun busca discípulos hoy. El te está llamando a ti. Sobre esa
roca, la gente de tu ciudad, tu escuela, tu círculo de amigos. 17.
El te
quiere usar para construir Su iglesia (Mat. 28:19). Y ni aun las puertas
del infierno podrán estorbar, porque Dios mismo está caminando por
la playa hacia ti. El está llamando “Ven y sígueme”. ¿Cuál será tu
respuesta? ¡Que seas cubierto del polvo de tu maestro!

18-21.
Discípulos (canto de Marcos Vidal)

Diez mil ojos hoy han visto tu poder


El milagro de una multiplicación
Hoy tus manos han saciado
Toda mi necesidad
Pero mi alma anhela más de tu presencia.

No quiero ser de los cinco mil


Que disfrutan del milagro.
Prefiero ser de los doce
Que recogen los pedazos.
Y pasar la noche en vela
Juntos sobre en un mar de seda.
Conversar con el maestro hasta el alba.

Sé que hay doce cestas más de provisión


Y tus ojos aún me mira con amor.
Yo no quiero regresar
Déjame ser un discípulo, SEÑOR.

Ya no sólo quiero recibir tu pan


Mi alma quiere conocerte de verdad
Habitar en tu presencia
Despertarme junto a ti
Para que sea formada en mí tu imagen.

Reflexión traducida y adaptada de Dust, de Rob Bell


(www.nooma.com). Los números en superíndice indican la página
correspondiente de la presentación en PowerPoint. Todo se puede
encontrar en www.danielgc.com Daniel Gutiérrez, 2008.

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