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I.- EN TEMUCO ESE MARTES SE INICIA TRANQUILO
Martes 11 de septiembre de 1973. En Temuco, capital de Cautín, la mañana se presentaba fría, pero con sol. Ya se advertía la cercanía de la primavera. Era un bello espectáculo matutino. El cerro Ñielol, con sus faldeos colmados de árboles y vegetación, parecía un majestuoso centinela resguardando la ciudad que despertaba. Hacia el poniente corría el río Cautín. Era un nuevo amanecer de pueblo laborioso y sufrido. ...
I.- EN TEMUCO ESE MARTES SE INICIA TRANQUILO
Martes 11 de septiembre de 1973. En Temuco, capital de Cautín, la mañana se presentaba fría, pero con sol. Ya se advertía la cercanía de la primavera. Era un bello espectáculo matutino. El cerro Ñielol, con sus faldeos colmados de árboles y vegetación, parecía un majestuoso centinela resguardando la ciudad que despertaba. Hacia el poniente corría el río Cautín. Era un nuevo amanecer de pueblo laborioso y sufrido. ...
I.- EN TEMUCO ESE MARTES SE INICIA TRANQUILO
Martes 11 de septiembre de 1973. En Temuco, capital de Cautín, la mañana se presentaba fría, pero con sol. Ya se advertía la cercanía de la primavera. Era un bello espectáculo matutino. El cerro Ñielol, con sus faldeos colmados de árboles y vegetación, parecía un majestuoso centinela resguardando la ciudad que despertaba. Hacia el poniente corría el río Cautín. Era un nuevo amanecer de pueblo laborioso y sufrido. ...
Ivn Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensin e Investigacin Luis Emilio Recabarren, CEILER
I.- EN TEMUCO ESE MARTES SE INICIA TRANQUILO Martes 11 de septiembre de 1973. En Temuco, capital de Cautn, la maana se presentaba fra, pero con sol. Ya se adverta la cercana de la primavera. Era un bello espectculo matutino. El cerro ielol, con sus faldeos colmados de rboles y vegetacin, pareca un majestuoso centinela resguardando la ciudad que despertaba. Hacia el poniente corra el ro Cautn. Era un nuevo amanecer de pueblo laborioso y sufrido. Un da corriente de semana. La vida se deslizaba tranquilamente. Trabajadores y estudiantes repletaban los micros de la locomocin colectiva. Muchos otros iban a pie a sus labores. Hoy se celebrara el Da del Maestro. En los establecimientos escolares tendran lugar actos en 2
homenaje a aquellos que han dedicado su existencia a la difcil pero hermosa misin de educar a la nueva generacin. Los martillos ya iniciaban su cantar en las construcciones. En la Fbrica de Aceite de Padre Las Casas, ya estaba laborando el primer turno. Tecleaban mquinas de escribir en las oficinas. En las iglesias, creyentes oan servicios religiosos. En hospitales y clnicas se escuchaba el primer grito de los recin nacidos. En las escuelas, los nios comenzaban sus lecciones. En las tres universidades bulla la actividad juvenil. En los campos, haca rato que el hombre de la tierra sembraba el trigo de primavera. La gente viva, trabajaba, coma, educaba, estudiaba, amaba, rezaba, compraba, discuta, se enojaba y se reconciliaba, cantaba, prometa, sembraba, produca. Viva. Simplemente viva. Pero su existencia tena un hermoso motivo: forjar un Chile mejor.
II.- LLEGAN MALAS NOTICIAS De pronto todo eso se rompi. Cambi sbitamente el ritmo del corazn del pueblo chileno. Un latigazo elctrico recorri la Cordillera de los Andes. Desde Santiago llegaban siniestras noticias. Las bestias fascistas haban sacado sus garras. Pero de todo esto estaba yo ignorante. Desde hace das una fuerte gripe me tena postrado en cama. Eran las nueve de la maana. Haca ya rato que mi compaera se haba ido al Liceo de Nias Gabriela Mistral, donde 3
ejerca de directora. Deba hoy hablar en un acto del Da del Maestro. Le haba encargado que llamara a Guillermo Chanda, director de Radio La Frontera, y le comunicara que no podra ir a grabar el programa La Firme de la Historia y que repitiera el programa del sbado en el que me refer al patriota checo Julius Fucik y su valiente comportamiento ante las crueles torturas de los fascistas. Nueve y media de la maana. Golpearon la puerta. Una vecina dijo que pongamos la radio. Lo hice. Marchas militares en vez de los programas habituales. Mierda! grit y salt de la cama. Pronto con mi hijo Ivn, que tambin estaba agripado, estamos en la vieja citroneta, que esta vez parti de inmediato.
III.- EN LA UNIVERSIDAD DE CHILE, SEDE TEMUCO
De acuerdo a las instrucciones de la CUT de permanecer en los sitios de trabajo en caso de una intentona golpista, nos dirigimos a la Universidad. All reinaba la actividad y la confusin. Preocupacin en los rostros de izquierda. Momios y algunos democratacristianos no podan disimular su alegra. Se reuni el Frente de Trabajadores y Estudiantes Patriticos para estudiar medidas para defender la Universidad. No tenamos ningn arma, pero estbamos dispuestos a jugarnos por el Gobierno Popular. Los telfonos no funcionaban. Enviamos a un compaero de la Jota para que en bicicleta fuera al local del Partido. Regres con noticias alarmantes. La sede haba sido 4
asaltada por soldados del Regimiento Tucapel, que se dedicaron a destruir todo. Prendieron una hoguera en la calle donde quemaban libros, banderas, retratos. Audaces camaradas de las Juventudes Comunistas, ante las mismas narices de la soldadesca, aprovecharon el fuego para quemar documentos comprometedores. Hasta el momento, al parecer, no haba detenidos. Salimos de la Universidad, en la leal citroneta, con el compaero Guillermo Quiones y mi hijo. Recorrimos las casas de varios compaeros. En una de ellas escuchamos partes del dramtico ltimo discurso del Presidente Salvador Allende. Supimos del bombardeo de La Moneda. Comprendimos que la cosa iba en serio. Nos despedimos con Quines. Fui a casa a donde dej a mi hijo y le ped a Marcia que hablar con nuestra amiga Yolanda Sols para que aceptara esconderme en su casa. Dej la citroneta en el patio de la casa de la compaera Hayde y me dirig a mi escondite, antes que dieran las 15 horas, en que comenzaba a regir el toque de queda.
IV.- UN AMARGO CUMPLEAOS El mircoles 12 de septiembre de 1973 era mi cumpleaos. En la casa de la profesora Yolanda Sols, donde estaba asilado , escuch el Bando N 11 del jefe de la Zona en Estado de Sitio, donde se sealaba que ese da deban presentarse en el Regimiento Tucapel, antes de las 14 horas, ms de 50 ciudadanos para comprobar sus domicilios. Mi nombre encabezaba la lista. Fui al Regimiento Tucapel. En una sala de espera me encontr con varios camaradas. Nerviosos. No falt quien echara sus tallas. Uno fue el compaero Alejandro Flores, trabajador del Hospital. Algunos ya haban 5
declarado y despachado a sus casas sin problemas. Esto daba cierta tranquilidad. Me toc mi turno. Entr a una sala pequea. Haba dos con uniforme de la Aviacin. Uno joven, otro viejo. Me agarraron en primera. -Ah! El profesor comunista que recita a Marx.
V.- EL MARXISMO ES UNA CIENCIA Respond: El marxismo es una ciencia y no se recita. - Cllate, concha de tu madre, ahora somos nosotros los que decidimos todo. Me tomaron los datos, pero escribieron lo que quieren. Los dej hacer. Finalmente me dijeron: - Por ser uno de los responsables del caos en la Provincia... - Pero si el golpe lo dieron ustedes... -Por ser uno de los responsables del caos en la provincia debe presentarse ante la Fiscala Militar. Y para sorpresa ma me dijeron: se va a su casa y maana se presenta a las 9 horas aqu mismo. Sal del Tucapel. Iba hacia mi departamento en la Poblacin Llaima, cuando me encontr con el profesor Eduardo Pino, un amigo democratacristiano que, junto con su esposa, me miraron sorprendidos y me abrazaron. -Ivn, me dijeron, escuchamos por radio que te haban fusilado. bamos a tu casa a darle nuestro psame a Marcia. Un escalofro recorri mi espalda.
VI.- VAYA A TOMARSE UN CAFECITO Esa noche dorm en mi hogar. En la maana del jueves 13 tom una micro en direccin al Regimiento. Iban en ella, entre los pasajeros, el compaero Meza y su hija, que trabajaban en el Seguro. Me miraron en tal forma que me di cuenta que tambin haban escuchado la noticia de 6
mi fusilamiento. Se acercaron a m. Me abrazaron. Cuando les cont que iba a presentarme a la Fiscala Militar, me dijeron que no lo hiciera, que mejor buscara donde ocultarme. Al llegar a la puerta de Tucapel fue recibido por el centinela con el tradicional: Cabo de Guardia! Acompaado por un milico metralleta en mano, me llevaron al lugar donde atenda la Fiscala Militar. Estaba esperando en un pasillo cuando apareci un militar, a quien no conoca, que me salud muy atentamente: - Buenos das, don Ivn, qu usted aqu? - Buenos das, estoy citado por la Fiscala Militar. - Esos llegan siempre tarde, vyase a tomar un cafecito a su casa... Acompaado por un soldado armado con una metralleta, llegu a la puerta del Regimiento. Me dirig donde estaba el resto del secretariado.
VII.- EL SECRETARIADO ACUERDA Inform lo ocurrido. Vimos que lo ms adecuado era que volviera a ir al Tucapel. As lo hice. Me condujeron al pasillo donde ya estuve. Una vez que se me acostumbre a la semi penumbra que all haba divis a varias personas que estaban de pie junto a una pared. Con espanto los reconoc. Eran miembros del Comit Regional de las Juventudes Comunistas. Me acerqu a ellos. El pelao Chvez, secretario regional de la Jota y miembro del Comit Central de ella, al verme me dijo: - Compaero Ivn, nos pillaron reunidos en casa de la compaera Delia, Y la transformaron en una ratonera (los agentes se quedaban en el lugar esperando que llegaran otros comunistas para detenerlos). Hay que avisar... 7
En ese momento sent un sorpresivo y doloroso golpe a la altura de los riones. Un milico me haba pegado con la culata de su arma. Apareci mi ngel de la guarda. Le grit al soldado que me haba agredido: - Desgraciado, No sabes a quin ests golpeando? Te vas castigado...
VIII.- UN OFICIAL DE BIGOTES RUBIOS Se dirigi a m y me dijo: - Ya le expliqu, don Ivn, estos de la Fiscala llegan tarde, vyase a tomar un cafecito... Orden a un conscripto que me acompaara a la puerta. En el trayecto el joven recluta me dijo: - Son unos hroes esos cabros. Les pegaron toda la noche y no han dicho nada... Adis, compaero. Sal y me dirig a donde estaban ocultos los dirigentes. Inform de la situacin. Y volv por tercera vez en esa maana del 14 de septiembre a comparecer ante la Fiscala Militar. En el pasillo, en vez de mi ngel guardin encontr a un oficial de rubios bigotitos que pregunt a qu vena. Le expliqu que a la Fiscala Militar. Inquiri la razn de ello. Por ser comunista, le respond. Me invit a pasar a una pieza. Me ofreci una tacita de caf. Bebo t, le dije. Mand a traerme una taza de t. Comenz a conversar conmigo: -Respeto a los comunistas, seal, porque hacen lo que dicen. En cambio detesto a los socialistas, sobre todo a ese Altamirano. Nosotros queremos realizar un gobierno como el de los militares del Per, progresista y nacional... - Si ello es as, le repliqu, por qu dieron el golpe contra el Gobierno de Allende? - Porque quera imponer la dictadura del proletariado... Hablamos un rato. Despus me pidi disculpa pues deba retirarse. 8
IX.- A LA CRCEL LOS BOLETOS Qued slo. Recin en ese momento tuve cabal conciencia de mi situacin. Intent salir de la pieza. La puerta no se abra desde adentro. Mire la pequea ventana. Tena barrotes. De pronto escuch voces en una pieza del lado. Alguien hablaba amenazante: - Eres responsable de la mala salud en la aqu te las vas a ver con nosotros... - Siempre cumplimos con nuestro deber de mdicos y dirigentes responsables, respondi con voz serena y firme Reconoc de inmediato que quien hablaba era el doctor y compaero Hernn Henrquez. El otro lo insult groseramente. Yo, en un impulso solidario, empuj la puerta que separaba ambas salas, la que se abri. Increp al militar que insultaba al camarada Henrquez: - Quin sois, vos mierda, para tratar as al doctor? El soldado me mir sorprendido y furioso. Grit: - Soy el mayor Jofr, Fiscal Militar. Y t quin eres? La verdad es que lo haba tomado por un milico raso, como todos andaban de uniforme de campaa y, por lo dems, no tena idea de los grados. - Soy Ivn Ljubetic Vargas. - Ah! Te andbamos buscando. Tambin te irs a la crcel. Nos subieron arriba de un camin militar, al doctor Hernn Henrquez, al abogado socialista Armando Jobet y a m. Cada uno con un milico apoyando una metralleta en las costillas. Yo iba emputecido. Saludando con el puo en alto a quien viera en nuestro recorrido. Cerca de la crcel, me embarg la emocin, un grupo de mis alumnos de la universidad, al verme me saludaron 9
agitando sus pauelos y algunos levantando sus puos. El militar que me custodiaba, apretaba entusiastamente el can de su arma en mi espalda.
X.- GRANDE LA SOLIDARIDAD Nos metieron en la galera N 9. ramos ms de 40 presos polticos y unos 15 reos comunes. Estbamos hacinados, pues esa galera haba sido construida para 30 personas. Los presos comunes nos recibieron bien. Solidarizaron con nosotros. Nos explicaron las reglas de la crcel: a las 7:30 suena un pito: a levantarse; a las 8, otro, para formarse y pasar lista, luego abren las puertas de la galera y se puede salir al patio. A las doce, pitazo para almorzar. A las 17, el silbato indica que hay que formarse para pasar revista y luego nos encierran en la galera. A las 21 l ltimo pito: Silencio.
XI.- IVN, YO TE AYUDAR DESDE AFUERA El sbado 15, el doctor Hernn Henrquez y Armando Jobet, que haban ido a declarar, me comunicaron: Vamos a salir, nos dejarn con arresto domiciliario. Estaban contentos, yo tambin. Hernn me llam a un lado y me dijo: Ivn, siento mucho que no salgas con nosotros. Yo, desde afuera, tratar de ayudarte lo ms que pueda. Aqu te dejo los cojines y frazadas que mand Ruth. Tambin estas pastillas para los dolores de estomago. Nos despedimos con un abrazo. (No lo vi nunca ms. A los pocos das lo sacaron de su hogar y lo asesinaron en la base 3 de Helicpteros de la FACH en Temuco) A las 16 horas nos sorprendi un pitazo. A formar. Se trataba de un allanamiento. Nos registraron cuidadosamente y examinaron nuestras escasas pertenencias.
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XII.- UN ACTO DE SOLIDARIDAD Domingo 16, da de visitas. Estaban autorizadas para las 14 horas. Desde mucho antes, se form una larga fila de varias cuadras. Era un hecho sin precedentes en la crcel temuquense. A pesar del terror reinante, miles de personas se atrevieron a ir a visitar a los presos polticos. Fue tanta gente que lleg, que los gendarmes se vieron obligados a organizar cuatro turnos. Fue una grandiosa demostracin de solidaridad hacia los detenidos y de repudio a la dictadura.
Doctor Hernn Henrquez Aravena, asesinado en Temuco por los fascistas de la FACH. Actualmente el Hospital Regional de esa ciudad lleva su nombre.