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§1.- Introducción.
La propuesta del presente trabajo apunta a armonizar la confusión en la aplicación de las
diversas teorías de la pena, que tan antiguas como la civilización, es la discusión relativa
por ellas ¿Por qué penar? ¿Cuál es el fin de la pena? ¿Cómo penamos?; son preguntas
que nos acompañan desde el origen de la cultura occidental. Ello de modo alguno ha
concluido.
Posteriormente se desarrollará una incipiente y novedosa propuesta dialéctica, que
pretende ser explicada desde una realidad óntico-ontológica, proponiendo coordinar la
determinación concreta del castigo, partiendo de una concepción agnóstica de la pena.
A los efectos de redondear los conceptos básicos de cada teoría, de esta propuesta se
abordará someramente los principios de las teorías de la prevención y atento que dichas
postulaciones surgen de la escuela positiva del Derecho, formulando las teorías relativas
de la pena, las que se basan en la idea de utilidad y no de castigo, es decir que el fin de
la pena sea útil, estas teorías son:
§4.3. Prevención general positiva.
Dicha teoría es sustentada por Jakobs, quien sostiene que la pena constituye una
reacción imprescindible para el restablecimiento del orden social quebrantado por el
delito, por lo que la misión de la pena es el mantenimiento de la norma como modelo de
orientación para los contactos sociales.
Con fulcro en lo expuesto ut supra propone la autora una tesis titulada “El pentágono
integrador de la pena”, los tres factores –culpabilidad, prevención general y
prevención especial-, propuestos por Zipf, deben complementarse con una mirada de la
justificación de la pena desde la víctima, en un marco donde el sistema penal sólo tendrá
por fin contener las pulsiones punitivas.
El desafío responde a la búsqueda de la coordinación dialéctica de todos los intereses
propuestos por las distintas teorías, en un único momento, el de la mensuración del
quantum punitivo.
A modo de ejemplo y a los efectos de armonizar las finalidades de las teorías
expuestas; 1) la prevención especial quedaría satisfecha en la actitud conciliadora de las
personas imputadas que se dispone a la búsqueda de la solución al conflicto con la
víctima; 2) la prevención general en la enseñanza que dejará en la sociedad tanto la
actitud del resolución de las partes, como el conocimiento de que la negativa a la
búsqueda de una solución conlleva la posibilidad de dar ingreso a la potestad punitiva
del Estado, a través del ejercicio del derecho penal. Por lo que se busca es deslegitimar
el ejercicio irracional del poder, o la finalidad utilitaria de ese ejercicio, no así, la
búsqueda de medios acotantes de ese poder.
La idea es la manifiesta inutilidad del sistema penal como sistema de resolución de
conflictos, y consecuentemente, de la pena como su máxima expresión. Acota el
ejercicio punitivo, utilizando los esfuerzos doctrinarios realizados, que deberán siempre
atenerse a los principios axiológicos infraconstitucionales.-
Culpabilidad
Prevención Prevención
general especial
Teoría Teoría
Agnóstica
Víctimojustificante
§5. La propuesta.
Al conjugar las teorías supra referenciadas, lo que se está formulando, es por un lado la
reincorporación de la víctima dentro de la escena del conflicto –Teoría
víctimojustificante-, y asimismo, dentro de un marco limitativo en cuanto a la pulsiones
del poder –Teoría agnóstica-, lo que se busca es una aplicación superadora del ejercicio
del derecho penal.
El punto es utilizar otros medios de resolución de conflictos, que operarían como una
cadena de filtros, por lo cual sólo aquel conflicto que no haya podido ser contenido en
las instancias anteriores, sumado al interés vigente de la víctima, pasará a la escena
judicial.
Desde el punto de vista práctico, la imposición de una pena es un castigo, se vive de esa
manera, máxime en las condiciones en que en nuestro país se desarrolla.
La instancia superadora propuesta, implica la redefinición del catálogo de delitos, la que
daría lugar a la aplicación de diversas sanciones penales, la utilización de otros medios
de resolución de conflicto, pero asimismo en la instancia de que todo esto fallará, el
conflicto continua, y teniendo en cuenta que la víctima siga interesada en la
persecución, se acepta la judicialización del conflicto, legitimando la intervención
punitiva, desde su función contenedora del poder político.
Por lo que se expone, es la elaboración de una incipiente propuesta alternativa de
aplicación del derecho penal, denominada “El pentágono de la pena”, en la
postergación de la imposición de la pena a través de instancias pre-judiciales
alternativas de conflicto y en el caso de que el conflicto en cuestión se judicialice, y
como ultima ratio, se admite la aplicación del derecho penal, tolerándose su impronta
represiva bajo el juego armónico de las teorías elaboradas, procurando por resultado
una menor filtración del castigo.
§6. Crítica.
• La crítica surge de la contradicción que implica conjugar armónicamente teorías
legitimantes con deslegitimantes, sin embargo es preciso advertir, que lo que se
deslegitima, es la potestad del Estado en cuanto al ejercicio irracional del poder,
o la finalidad utilitaria de ese ejercicio, no así, la búsqueda de medios acotantes
de ese poder.
• Asimismo, en el desarrollo de la presente propuesta, se manifiesta
específicamente la utilización de otros medios de resolución del conflicto, los
que en la actualidad ya están articulados por ejemplo; el instituto de la
suspensión de juicio a prueba (arts. 76 bis, 76 ter y 76 quáter del Código Penal);
el juicio abreviado (art. 431 bis del Código de Procedimiento de la Nación y art.
395 del Código de la Provincia de Buenos Aires); la aplicación del principio de
oportunidad el que se despliega en los criterios especiales de archivo –
insignificancia de la afectación al bien jurídico, la insignificancia del aporte del
imputado en la configuración del hecho, la entidad del daño sufrido, etc..- todo
esto está previsto en el art. 56 bis del Código de Procedimiento de la Provincia
de Buenos Aires y también la mediación penal (Ley 13.344 de la provincia de
Buenos Aires).
• Aunque es habitual la incorporación de ideas dogmáticas jurídicas extranjeras,
sin embargo es preciso ser cautelosos, atento que en la Argentina la realidad
socio-jurídica es distinta a las sociedades Europeas.
• La situación en los tribunales de nuestro país, en torno a la determinación
judicial de la pena es claramente conocida, la mayor parte de las decisiones
judiciales en punto a la determinación de la pena, pone de manifiesto con toda
claridad que la graduación y elección de la pena en cada caso, se encuentra
librada a la arbitrariedad del juzgador, sin que las decisiones se presenten sobre
la base de una justificación racional, limitándose, por lo general, a la mera
remisión de lo establecido en los arts. 40 y 41 del código de fondo.
• Tal situación resulta por lo menos alarmante, toda vez que, si se reflexiona
mínimamente. El eje del derecho penal y procesal radica en la pena, lo demás
son sólo los presupuestos de ella. Lo que en definitiva
va a afectar directa y concretamente al ciudadano es la pena que se le va a
aplicar y, por tanto, necesariamente dentro del proceso tiene que dársele la
significación e importancia que merece. Todas las garantías penales sustanciales
y procesales carecen de sentido si la determinación de la pena está desprovista
de toda salvaguarda respecto del procesado.
• Lo que se debería apuntar es a pautas más seguras para la determinación de la
pena, sin que sea posible, ni conveniente, llegar a un sistema tabulado
matemáticamente, pues no debe olvidarse que el ámbito de la graduación del
ilícito, de la culpabilidad y de la determinación judicial de la pena, es un ámbito
de valoraciones y éstas, no son susceptibles de una explicación agotadora. No
obstante ello, se seguirán desarrollando criterios con el fin de resolver el dilema
de las antinomias de los fines de la pena en la determinación judicial de ella,
evitarán que el intérprete sea abandonado a su suerte precisamente en el
momento decisivo.