100%(4)Il 100% ha trovato utile questo documento (4 voti)
2K visualizzazioni7 pagine
El documento habla sobre la ética y la alteridad. Explica que la ética estudia la moralidad de los actos humanos y su impacto en los demás. También describe que la alteridad se refiere a la relación con el otro y el reconocimiento de su diferencia. Finalmente, señala que la educación es fundamental para desarrollar la capacidad de convivir con los demás y reconocer su alteridad.
El documento habla sobre la ética y la alteridad. Explica que la ética estudia la moralidad de los actos humanos y su impacto en los demás. También describe que la alteridad se refiere a la relación con el otro y el reconocimiento de su diferencia. Finalmente, señala que la educación es fundamental para desarrollar la capacidad de convivir con los demás y reconocer su alteridad.
El documento habla sobre la ética y la alteridad. Explica que la ética estudia la moralidad de los actos humanos y su impacto en los demás. También describe que la alteridad se refiere a la relación con el otro y el reconocimiento de su diferencia. Finalmente, señala que la educación es fundamental para desarrollar la capacidad de convivir con los demás y reconocer su alteridad.
que preocupa y ocupa a la tica, sta suele presentrsenos como una parte de la Filosofa con la que se busca fundamentar la moralidad de los actos humanos, o lo que viene a ser lo mismo, de aquello que hacemos al otro y con otros mediante nuestras acciones y omisiones. De ah su justificacin como una experiencia individual y social, coyuntural y cclica a un tiempo, inseparable de las connotaciones biogrficas e histricas que nos caracterizan como personas y sociedad. De esta lectura se desprenden, al menos, dos cuestiones clave para la vida en comn: por una parte, la necesidad de determinar quin es ese otro diferente a nosotros (lo que est en el origen de las teoras sobre los sujetos y objetos morales); por otra, qu podemos decir acerca de tales acciones y omisiones (lo que tiene como corolario un variado elenco de teoras sobre la accin moral). Por mucha complejidad que encierren, la trascendencia de las respuestas que se den a estas dos cuestiones genera pocas dudas. Sea cual sea el mbito de la vivencia y experiencia humana a la que se refieran, siempre sern respuestas importantes para alguien. El hecho mismo de sentirnos interpelados como agentes o destinatarios de lo que se determine, siempre va a situarnos en el centro (o en la periferia) de lo que se declare y haga, tanto desde una perspectiva individual ?la tica, considerada en si misma, es primariamente personal? como en sus representaciones colectivas, all donde la tica se construye socialmente como un trayecto de encuentros y relaciones recprocas, de consensos y tolerancias mutuas, de ciudadanas mltiples y diversas, de derechos y deberes que se armonizan.Mucho de los que venimos expresando coincide con lo que el filsofo lituano Emmanuel Levinas (1905-1995) y el pensador espaol Jos Lus Lpez Aranguren (1909-1996), junto con otros autores, dieron en llamar ?alteridad?, entendida como la relacin del ser con el otro, de ?mi relacin con el otro? igual pero distinto, que incluye la capacidad tica de reconocerlo y responsabilizarme de quin es, de lo que hace o desea. Una alteridad, en cualquier caso, que adems de ser una caracterstica intrnseca de la tica, la recrea y afirma en sus esencias ms humanas, aquellas que sin negar el poder de la razn acentan el valor de las emociones y de la convivencia social en democracia. Para ello, nos dir el bilogo y filsofo chileno Humberto Maturana (1928), hemos de enfatizar el sentido de lo humano, la legitimidad de la confianza en nosotros y en los otros, en las instituciones democrticas y en los cambios culturales, que pasan ?aunque no slo? por un cambio en las emociones. Porque cada vez que uno se emociona con el otro y lo respeta, obtiene respeto; del mismo modo que cuando acepta y estima al otro, obtiene aceptacin y aprecio. En un mundo que todava no ha resuelto satisfactoriamente la tensin entre el yo y los otros, en el que se extreman las desigualdades, los egosmos y la competitividad que traen consigo las luchas tribales de nuevo cuo y algunos de sus ms visibles escaparates postmodernos (el fundamentalismo poltico y religioso; el consumismo a ultranza o la voracidad de los mercados financieros), pensar al otro y, ms an, ser con el otro, deviene en una aventura harto complicada y, si cabe arriesgada. Y, sin embargo, es lo que justifica en sus ms profundos significados el ?magisterio docente? y, con su desempeo, la misin educadora como tarea que nos responsabiliza y compromete con quienes ?nios, jvenes o adultos? nos abocan a lo que podramos llamar alteridad pedaggica. Esto es as tanto en cuanto pocas ocupaciones, como el magisterio o la enseanza (podramos aadir las que se ocupan de la salud, la justicia o la insercin social) tienen un sentido de la alteridad tan definido, y al tiempo tan sugestivo, como la profesin docente, al concretar en sus prcticas un derecho social bsico para el reconocimiento de la ?otredad?: la educacin, cuyas carencias y fracasos ?en principio del sistema educativo y de las escuelas, pero sobre todo de quienes transitan por ellas? aboca a los ciudadanos a padecer importantes dficits en el ejercicio de otros derechos (a la igualdad, la libertad, trabajo, ocio, etc.), a los que cercena en su ejercicio, empobreciendo o reduciendo seriamente las oportunidades vitales. Con la educacin no slo se abren las puertas al entendimiento y a la sabidura, combatiendo los males endmicos que acarrea la ignorancia. Ms que eso, an siendo mucho, tambin facilita el conocimiento y el reconocimiento de los otros que nos precedieron y con los que coexistimos, hacindonos depositarios de saberes y competencias que amplan nuestra capacidad de relacin con ellos y entre nosotros. No slo en el plano material y tcnico mejorando sustancialmente los desarrollos de la vida, tambin en las dimensiones morales y ticas que nos agrandan la comprensin y en la valoracin del otro, con el-la que es posible el dilogo, la comunicacin o la participacin? virtudes pedaggicas con las que Paulo Freire ? y, con l, una extensa nmina de educadores ? fueron maestros e n alteridad.
La educacin en la responsabilidad
La educacin y la educacin tica son partes imprescindibles de cualquier formacin humana. No se puede formar solamente a las personas desde el punto de vista laboral; formarles para que sepan apretar botones o para que cumplan funciones ms o menos gestoras, sin haberles formado la capacidad de convivencia y ciudadana, que no surge naturalmente de las personas. Por eso partiremos explicando textualmente lo que es tica y lo que es educacin para luego definirlos en conjunto .La tica es la ciencia que, al estudiar la conducta humana en cuanto al deber ser, traduce sus principios a exigencias prcticas que deben regular cualquier actividad, incluyendo el estudio de la misma. Esta exigencia, es tan importante que, al normar desde un comienzo de las actividades se genera una paradoja que implica, por un lado, una responsabilidad inmediata prctica, traducida a la buena o correcta voluntad de actuar bien y, por otro, la posibilidad terica de descubrir principios ticos que pudieran contradecir la conducta eventual relacionada con tal estudio. En otras palabras, la conciencia moralmente recta puede, eventualmente, contraponerse a una conciencia ticamente errnea. De la tica surge el fundamento terico de la moralidad de los actos humanos. Sin embargo, la moralidad es una exigencia que ha derivado de las costumbres de los pueblos y se impone por la conciencia moral nacida de esas costumbres. Esto suele llevar a errneas conclusiones en torno a la universalidad de los principios ticos, al confundirse los ethos culturales con principios subyacentes que implican necesariamente una conciencia recta aunque, jams, absolutamente verdadera; pero, tampoco, plenamente falsa, como puede apreciarse en las diferentes culturas. Es esa conciencia moral la que obliga a actuar responsablemente con el conocimiento tico de que se dispone en un determinada cultura y tiempo histrico. De esta forma, si la tica en cuanto ciencia se atiene a los principios de neutralidad objetiva, la eticidad de los actos humanos obliga a actuar responsablemente siempre. Histricamente, las investigaciones ticas han generado dos importantes concepciones con vigencia contempornea: Telelogica y deontolgica. La primera, busca las consecuencias benficas de los actos humanos y, sobre la base utilitaria de mayores bienes fundamenta las decisiones ticas y conductas correspondientes; el sacrificio de pocos por el beneficio de muchos es un criterio utilitarista bsico. La segunda concepcin, mira la consistencia del acto humano sobre la base de lo que debe ser correcto y no del beneficio obtenible. Manuel Kant consider, en su "Crtica de la Razn Prctica", que no era ticamente aceptable establecer una condicin para actuar sobre la base de ella. La posicin de los utilitaristas como Jeremy Bentham (3) y John Stuart Mill (4) (el segundo ms moderado que el primero) se traducira, en lenguajekantiano, a juicios condicionales o hipotticos: "Si acto bien, obtengo un beneficio". Kant, plante que no puede comprometerse un acto moral a consecuencias pragmticas por muy buenas que ellas sean. A los "imperativos hipotticos" (o tambin condicionales en cuanto algo es bueno para otra cosa y no en s), que responden a "meros preceptos de la habilidad" antepuso los "imperativos categricos", los que "seran leyesprcticas" (Kant, 1961). Un seguidor contemporneo de este pensamiento es John Rowls. En su libro "A Theory of Justice" afirma la incomprometibilidad de la verdad y de la justicia ("justice as fairness") sobre cualquier beneficio. (5) Establece as, una prelacin de la rectitud del acto por sobre el bien esperado de tal acto. De tal manera, que una injusticia es tolerable slo para oponerse a una injusticia mayor y no para lograr un bien mayor (Rowls, 1971).
DIVERSIDAD Y CONTRASTE DE LOS PUEBLOS INDIGENAS DE VERACRUZ
En este trabajo se presentaran los diferente grupos indgenas que se localizan en el estado de Veracruz, y se expondrn la diversidad quepresenta cada uno de ellos como son los Totonacas, Huastecos, Nahuas de la Husteca, Tepehuas, Popolucas, olmecas y Mixtecos,y se mencionaran su localizacin, su vestido, comida tpica, actividades,flora, fauna, clima, etc.
HUASTECOS El vasto territorio huasteco se extiende por el sur desde el ro Cazones, en Veracruz, hasta el ro Soto la Marina, en Tamaulipas, por el norte; la costa del Golfo es su lmite natural al este y por el poniente ocupa importantes zonas de los estados de San Luis Potos, Quertaro e Hidalgo. El territorio muestra una gran variedad ecolgica: costas, planicies, llanuras y estribaciones montaosas. Sin duda, los huastecos prefirieron los climas clidos, a veces extremos, ya que sus asentamientos nunca rebasaron los 1 000 msnm. La agricultura es principalmente el cultivo de maz. LOS ORGENES Los estudios en antropologa fsica y lingstica permiten ubicar en alrededor de 1500 a.C. el establecimiento de los huastecos en la regin septentrional de la Costa del Golfo. Como lo han planteado varios especialistas, la lengua de ese pueblo est emparentada con la gran familia mayense, que ocupa la pennsula de Yucatn y otras regiones del sureste mesoamericano. Se ha planteado que su separacin territorial es producto de intromisiones de grupos nahuas y totonacas que se asentaron posteriormente en el centro de Veracruz. VIVIENDA Cada familia individual tiene su propia vivienda aislada de los dems. En la Huasteca se conoce como barrio o faccin la unin de varias casas dispersas pero relativamente cercanas, mientras que en Veracruz se utiliza el trmino ranchera para designar este conjunto de viviendas. La vivienda caracterstica de los huastecos en Veracruz es el boho, una choza de planta redonda y techo cnico cubierto con zacate o palma y cerrada en el vrtice superior por una olla invertida. La estructura del techo descansa en horcones de madera, y bajo l, en la parte ms alta, queda un espacio para guardar utensilios de poco uso y mazorcas de maz. Las paredes estn construidas con varas dispuestas verticalmente y atadas con bejucos, las cuales generalmente se recubren con barro para mejor sellamiento. Tienen una sola entrada cubierta con una puerta de varas o de madera. El piso es de tierra apisonada. LAS CRNICAS Hacia el tiempo de la conquista europea, los huastecos decan haber tomado su nombre de un hroe llamado Cuextcatl, quien los haba conducido hasta aquellas tierras. En algunas crnicas se menciona que los primeros habitantes del Pnuco haban atravesado el mar en balsas y que de la costa se dirigieron hacia la Sierra Nevada, hasta alcanzar un lugar llamado Tamoanchan, donde inventaron el calendario y la escritura y tuvieron acceso a conocimientos ancestrales. Despus seran expulsados del grupo original debido a que su jefe, en estado de ebriedad, mostr sus partes sexuales, acto antisocial para los otros pobladores, quienes los obligaron a ocupar la regin del ro Pnuco. Esta explicacin, proveniente de grupos externos a la Huasteca, se respalda seguramente por el gran nfasis en el culto flico entre la cultura huasteca, en la que, por cierto, se vean con otro criterio las conductas sexuales y el exceso en la ingestin de pulque durante las celebraciones rituales. Los mexicas consideraban a los huastecos como parientes lejanos y los desdeaban por su costumbre de andar desnudos, lo cual probablemente se deba a las altas temperaturas que predominan en la regin a lo largo del ao. Debemos destacar que en algunas celebraciones anuales, incorporaban algunas influencias huastecas como parte importante de las festividades; as, los sacerdotes lucan enormes falos, a la manera huasteca, en especial en la veintena de ochpaniztli. LA POBLACIN Entre los pueblos mesoamericanos, los huastecos se distinguen por la prctica de la deformacin craneana tabular en tres variantes: erecta, oblicua y mimtica, as como por diversos tipos de mutilacin dental. Asimismo, los huastecos se perforaban el septum y los lbulos con el propsito de utilizar ornamentos de concha y hueso, principalmente. Por la informacin que brindan las esculturas y las figurillas, sabemos que gustaban de la pintura corporal y la escarificacin. Otro de sus elementos distintivos era la desnudez total o parcial. Si bien los informantes nahuas insisten en sealar la tendencia huasteca hacia la desnudez, las narraciones del siglo xvi nos los presentan como un pueblo que gustaba de ataviarse ricamente, con elegante joyera elaborada con conchas y caracoles, que se combinaban con ornamentos de oro y finas plumas.