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ORACION POR LA LIBERTAD

A los civiles, soldados, policías y el pueblo de Colombia

“Aclaro y declaro que no soy ni católico, ni cristiano (mal llamado se esta manera) y que
creo en el poder del Dios que cada uno lleva dentro de sí y que nos conducirá al poder de
ese Ser Superior que rige el universo”

Amado Padre Celestial, te doy gracias por un nuevo día de vida.


Gracias, porque a pesar de las cadenas, visibles o invisibles, que me
atan a esta oscuridad, a este dolor a esta angustia, sé que tú estás
conmigo en todo momento.

Amado Dios, bendice este día, cuyo amanecer no ven mis ojos
físicos, pero los ojos del alma saben que es radiante y alegre.
Bendice a quienes me han privado de la libertad; bendícelos Señor
porque sé que tu justicia es infinita y tu corazón está lleno de
inmenso amor. Tú me das la capacidad de perdonarlos, de orar por
ellos, de pedir porque un día sean hombres de bien; hombres con un
poder de raciocinio tan grande que les permita entender qué le
conviene o que no le conviene al país. Bendícelos Señor para que
entiendan que yo soy un ser humano frágil como ellos. Que soy una
persona de bien, un civil que no tiene nada que ver con esta guerra
fratricida e inútil; haz que ellos comprendan que a mí me interesa la
paz y no la guerra. Quiero ser feliz; quiero ver sonreír a mis hijos, a
mis nietos, a mis padres, a mis hermanos, a mi cónyuge, a mis
amigos, a mis vecinos, al transeúnte que pasa cerca a mí en la calle,
al pasajero que viaja junto a mí en el autobús y a todos mis
hermanos colombianos incluyendo, lógicamente, a mis captores.

Padre del amor, mírame aquí encerrado, envuelto en esta oscuridad


que ata mi libertad de movimiento, pero no de pensamiento. Ellos no
pueden atar la luz de mis ideas y de mis oraciones. No pueden atar
la fuerza extraordinaria del amor que emana de mi corazón y que me
permite amar incluso a mis secuestradores, que me permite resistir
con tesón los más grandes sufrimientos y dolores del cuerpo, con la
ilusión y la esperanza de ver mañana a mi amada familia. Gracias
Padre por darme esta fortaleza salida de lo más profundo de Dios,
del universo, de mí mismo y que eternamente está rebosando la
copa cristalina de mi alma.
Amado Padre, sé que estás feliz porque tienes un “ejército” de
guardianes del amor que interceden por nosotros, para que las
armas mortales del abominable secuestro sean poco a poco
destruidas, para ser rayos de luz en medio de las cavernas infernales
del odio y la desgracia. Gracias a todos los ángeles celestiales y
humanos que defienden la libertad, que luchan por un país más
digno y más grande.

Gracias Padre por permitirme no guardar odios, por darle brillantez a


mi mente para tener la claridad y la intención de pedir claridad de
pensamiento para esos seres que me apuntan cada mañana con sus
armas. Por aquellos que me conducen sin contemplación por
caminos inhóspitos, por quienes luchan por una causa para el
pueblo, pero utilizando escudos humanos que son gente del pueblo.

Gracias Padre por interceder ante mis captores. Gracias por


iluminarlos con la luz del amor, gracias por llenar sus corazones de
paz y esperanzas. Gracias por hacer que ellos entiendan que esta es
una lucha de todos, una lucha de ideales de sabiduría, de diálogos
fraternos, de amor incondicional entre hermanos de nacionalidad; de
un pueblo que anhela la paz, De un pueblo que quiere recorrer palmo
a palmo cada una de sus calles, de sus veredas, de sus pueblos y de
sus ciudades sin sentir un ápice de miedo; siempre con una sonrisa
en los labios, con los ojos radiantes de felicidad y el alma rebosante
de amor.

Gracias Padre por hacer que nuestros dirigentes entiendan y


comprendan las causas que conllevan al secuestro; que entiendan
que no es problema de un solo bando; que se comprometan a la
equidad, a la justicia social, a resguardar los derechos de sus
ciudadanos para que aquellos que se sientan maltratados no
argumenten esta disculpa.

Gracias Dios por concederme tanta fortaleza, gracias por llenar mi


corazón con la luz de la esperanza y el amor. Gracias porque sé que
tú estás conmigo en todo momento.

Estás ahí, en medio de la frontera del dolor y la felicidad, para tomar


nuestras manos; para hacernos sentir la suavidad y el amor que nos
ayudará, que nos guiará hasta alcanzar el puente que une la vida
con la eternidad. Al infinito más allá de tu gloria magnificente, donde
nos recibirás en tus brazos de Padre amado y bondadoso.

Y te pido que me ayudes a concebir una nueva visión de la situación


de mi amada Patria y de sus problemas. Ruego porque cada
ciudadano de mi país marche para exigir la libertad de los
secuestrados por la guerrilla y por la delincuencia común, pero que
también lo haga para exigirle al presidente y a los dirigentes que
mantienen secuestrado a todo un país que cambien el sistema
obsoleto y cadente que los manipula mentalmente y les da pan y
circo para entretenerlos, mientras les roba tierras, salarios, hijos,
padres, familiares, libertad y finalmente la vida.

Pido porque se modifique el sistema político, social y económico que


hurta el dinero del pueblo creando miseria y dolor que luego se
reconvierte en caos y conflicto armado. Haz que esto cambie para
que no sigan creándose y creciendo células armadas que creerán
defender una causa válida y justa, en la que lógicamente no habrá
vencedores ni vencidos. Todos seremos conducidos a la
autodestrucción. Colombia merece una vida mejor. Colombia es una
verraquera! No permitamos que unos cuantos acaben con esta tierra
maravillosa. Padre Celestial ayuda a que haya lucidez mental en la
mente de cada uno de los habitantes de nuestro país, para que
mañana no existan marchas para pedir liberaciones, ni para exigir
salarios justos, ni para que evitar el incremento de las tarifas de los
servicios públicos, ni ninguna otra contra la injusticia social.

Gracias Padre, porque hoy, en cada instante de mi vida sé que no


me has abandonado, que siempre estás junto a mí brindándome
sabiduría, comprensión, alegría y mucho ánimo. Pero sobre todo,
Señor, cada noche tengo la certeza de un mañana mejor, de un
mañana con la libertad respirando por cada uno de los poros de mi
piel y de mi alma, rodeado del amor unánime de mi familia, de mi
gente y de mi país. Y pido no sólo por mi liberación, sino por la
libertad de todos los secuestrados del mundo. Gracias Padre
Celestial porque así sea!

EDGAR A. URUBURU PRIETO


Enero 2002 - marzo 2003/ Abril 2008 - Bogotá, Colombia – Orlando, USA

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