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- ¿Triple filtro?
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro
de
que sea cierto.
Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguno de
tus amigos cercanos y queridos...
COMO EL LÁPIZ
- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es,
por
casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco
cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una
persona en paz con el mundo.
Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas para andar, dame tu
mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a
caminar con tus débiles piernas.
Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y
solo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no
tiene que ver con tu cariño o cuánto te ame. Trata de comprender
que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir.
«¡Las conozco! -decía para sus adentros-. Pero conozco también mis
defectos y los admito; en eso está mi humildad, mi modestia.
Defectos los tenemos todos, pero una tiene también sus cualidades.
Las tazas tienen un asa, la azucarera una tapa. Yo, en cambio, tengo
las dos cosas, y además, por la parte de delante, algo con lo que ellas
no podrán soñar nunca: el pitón, que hace de mí la reina de la mesa
de té. El papel de la azucarera y la mantequera es de servir al
paladar, pero yo soy la que otorgo, la que impero: reparto
bendiciones entre la humanidad sedienta; en mi interior, las hojas
chinas se elaboran en el agua hirviente e insípida.»
Entre los antiguos había un hombre muy viejo que tenía muchos hijos.
Cuando iba a terminar ya su vida les pidió que le trajesen, si la había,
una gavilla de finos juncos. Uno de ellos se la trajo: «Intentad, hijos,
con toda vuestra fuerza, romper los juncos así entrelazados unos con
otros.» Pero ellos no podían. «Intentadlo ahora de uno en uno.» A
medida que los rompían con toda facilidad, les dijo: «Hijos míos, de
igual manera si convivís todos unos con otros, nadie podrá haceros
daño, por mucha fuerza que tenga. En cambio, si cada uno toma una
decisión al margen del otro, os pasará lo mismo que a cada uno de
los juncos. »
La hermandad es el mayor bien de los hombres: incluso a los
humildes los eleva a las alturas.
ESOPO, Fábulas
SOLIDARIDAD CON LOS DESCENDIENTES
Más y más asombrado, el sultán, al ver cómo tiene sabia salida para
todo un hombre del campo, le entrega otras cien monedas.
Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido
sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría
sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su
boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el
zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo
tigre. Él comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se
dijo a sí mismo:
Los pozos hablaban entre sí, pero a distancia; siempre había tierra de
por medio. En realidad, lo único que hablaba era el brocal: lo que se
ve a ras de tierra.
Y daba la impresión de que, al hablar, sonaba a hueco. Porque claro,
procedía de lugares huecos...
Entre los pozos los había con un gran brocal en el que cabían muchas
cosas.
Y ya no eran sólo las manos, sino los brazos, y... todo el pozo, el que
se refrescaba y saciaba su sed en el agua.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era
perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie,
desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la
vasija rota sólo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos
esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy
orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los
que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy
avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque
sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su
obligación.
Él entonces le dijo:
-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?
Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello.
Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y
todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger
estas flores para decorar el altar de mi maestro. Si no fueras
exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido
posible crear esta belleza.
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas
agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de
aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.