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Luis Ernesto Navarrete García

Reflexiones Sobre el aprendizaje y los Profesores

(Enseñanza de una segunda lengua)

Luis Ernesto Navarrete García

En el contexto de la enseñanza de una segunda lengua, encontramos como factor


importante la manera en que el alumno aprende, pues no puede pretenderse llegar a ser profesor
sin entender el proceso mental-cognoscitivo que se lleva a cabo en las mentes de nuestros futuros
alumnos.

El profesor, en mi opinión, no debe conceptualizarse únicamente como proveedor de


información, pues la labor docente es uno de los campos más delicados de trabajo; como
profesores trabajamos con material humano e influimos en los alumnos de manera significativa.

Un profesor queda grabado para siempre en el alumno, sea por bueno o por malo, y
contribuye incluso en la formación de su personalidad. Si bien es cierto que cada quién creará al
pasar del tiempo su propia concepción del mundo, las bases para crear esa concepción las aporta
el profesor en cierta manera.

Como profesores de una segunda lengua, podemos observar de manera más fehaciente el
proceso de aprendizaje, pues al ver cómo son capaces los alumnos de crear por sí mismos al pasar
del tiempo, nuestro trabajo se hace más evidente. Y por ello, es necesario hacerse consciente de
los conocimientos que se requieren para estar capacitados en cuanto a la enseñanza.

Lo primero que debe entenderse es que, para que el alumno pueda asimilar el contenido
de una clase, es necesario propiciar en él una actividad mental que abarque todas las
peculiaridades del pensamiento. Por lo anterior nos referimos a asociaciones, comparaciones,
analogías, clasificaciones etc. Esto dependiendo por supuesto de la edad, pues no puede darse el
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mismo contenido a todos, debe variarse en cuanto a la profundidad del análisis conforme la edad
lo permita. Para poner un ejemplo, no puede ponerse a un niño de 4 años a hacer análisis
metalingüísticos, pues su capacidad intelectual aún no permite que eso se convierta para él en
aprendizaje significativo.

No se trata de llenarnos de conceptos, sino de entender a la enseñanza como un proceso


en el que se deben tomar en cuenta muchos factores. Conocer esos factores y saber aplicar los
conocimientos para mejorar la enseñanza es nuestra principal tarea.

En estos factores, ya habiendo mencionado las peculiaridades del pensamiento, están


también las condiciones en que enseñamos. Existen condiciones Internas y condiciones externas,
las primeras se refieren a las formas de actividad, la edad, el contenido de la clase e incluso la vida
social y familiar.

El tomar esto en cuenta, no significa que tengamos que conocer lo que sucede con cada
uno de los alumnos y conocer qué sucede con su familia o cómo les va en la vida, significa que es
preciso estar al tanto de que estos factores influyen en el aprendizaje y que nuestra enseñanza
puede verse afectada por ello. Es necesario saber que, efectivamente cada ser humano es digno
de tomarse en cuenta como ser individual, y que situaciones de conflicto pueden desencadenar en
que la concentración hacia nuestro tema puede desviarse por situaciones referentes a estas
condiciones externas. En este caso, el profesor no debe imponer una barrera que impida el
acercamiento de los alumnos, pues si se trata de propiciar su aprendizaje, es necesario que sean
tomados estos factores en cuenta y que el alumno sienta confianza, por supuesto sin involucrarse
pero permitiendo que, si lo juzgan conveniente, expresen las situaciones que están impidiendo su
aprendizaje, escucharles en vía de que puedan aprender mejor. En ocasiones el sólo permitirles
expresar su sentir les libera de sensaciones que los bloquean y ello permite que nuevamente
retomen su interés en la clase.

Un profesor que escucha a sus alumnos y tiene la capacidad de propiciar esa confianza sin
verse involucrado en los problemas de sus alumnos está generando un vínculo de confianza no
sólo como persona, sino como profesor. Es decir, confían en nosotros y por ello en el contenido de
nuestras clases.

Condiciones internas como el conocimiento previo, la experiencia, el nivel de madurez y


en general su desarrollo cognoscitivo tienen el mismo peso en importancia, tanto como la
metodología y el análisis.

La profundidad y amplitud de un conocimiento, depende de lo destacado y completo que


se haga el análisis de un tema en sus diversos elementos, así como los nexos y relaciones con la
vida. Al enseñar una segunda lengua, debemos estar conscientes de que enseñamos las
características también como parte de la lengua, la cultura y su aplicación.

El aprendizaje debe ser emotivo, debe ser analítico y objetivo, pero sobre todo aplicable.
Cuando se enseña una segunda lengua, lo que debemos propiciar es que nuestros alumnos
Luis Ernesto Navarrete García

apliquen el conocimiento a su vida cotidiana, que hagan vínculos entre lo que aprenden y su
mundo real para convertir ese aprendizaje en significativo y lograr que se quede como imagen en
los alumnos, pues al generar imágenes que se vinculan a su realidad, será más fácil que aprendan y
que generen ellos mismos información.

Y digo en imágenes, porque el mundo objetivo se refleja en las imágenes de objetos,


personas, acontecimientos, fenómenos colores y formas. Y gracias a esas imágenes, la actividad
cognoscitiva, es decir, el aprendizaje es altamente emotivo.

A manera de conclusión, el aprendizaje es un tema del que no podremos nunca decir todo,
pues las experiencias van nutriendo cada vez más el concepto. Debemos tener en cuenta que es
preciso tener un amplio conocimiento en el tema del aprendizaje para ser profesores, con base en
la teoría y en las experiencias que nos generarán madurez. Debemos tener la capacidad de
analizar cuidadosamente nuestros posibles escenarios y aplicar nuestro conocimiento para
propiciar el aprendizaje de cada uno de nuestros alumnos, echar mano de todos los recursos a
nuestro alcance, pues nuestra misión es enseñar; y esa palabra ya dice bastante.

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