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ECKHART TOLLE -EL PROPÓSITO INTERNO.

"Deseo conocer la mente de Dios", dijo Einstein. "Lo demás son detalles". ¿Qué es la mente
de Dios? Consciencia. ¿Qué significa conocer la mente de Dios? Estar conscientes. ¿Cuáles
son los detalles? El propósito externo y lo que quiera que suceda en el plano externo.

Así, quizás mientras usted espera que suceda algo significativo en su vida, podría no darse
cuenta de que lo más importante que puede sucederle a un ser humano ya le ha sucedido: el
comienzo del proceso de separación entre el pensamiento y la consciencia.

Muchas personas que se encuentran en las primeras etapas del proceso de despertar
sienten que ya no saben a ciencia cierta cuál es su propósito externo. Aquello que mueve al
mundo ya no las motiva. Al ver con tanta claridad la demencia de nuestra civilización,
podrían sentirse aisladas hasta cierto punto de la cultura que las rodea. Hay quienes
sienten que habitan en tierra de nadie, en medio de dos mundos. Ya el ego no dirige su
destino, pero la consciencia todavía no se ha integrado plenamente a sus vidas. No se ha
producido la fusión entre el propósito interno y el externo.

Cuando no vivimos en consonancia con nuestro propósito primario, cualquiera que sea el
propósito que tengamos en la vida, aunque sea crear el cielo en la tierra, provendrá del ego
o sucumbirá con el tiempo. Tarde o temprano, llevará al sufrimiento. Si se desconoce el
propósito interno, todo lo que se haga, aunque parezca espiritual, llevará la marca del ego y,
por tanto, acabará por corromperse. El dicho de que "el camino al infierno está
pavimentado de buenas intenciones" apunta a esa verdad. En otras palabras, no son las
metas ni los actos los que son primordiales sino el estado de consciencia del cual emanan.
Alcanzar el propósito primario equivale a sentar las bases para una nueva realidad, una
nueva tierra. Una vez construidos esos cimientos, el propósito externo se carga de poder
espiritual porque las metas y las intenciones se funden con el impulso evolutivo del
universo.

Cuando consideramos que lo que somos o hacemos es el propósito principal de nuestra vida,
negamos el tiempo. Esto proporciona un poder inconmensurable. Negar el tiempo en lo que
hacemos también crea la conexión entre el propósito interno y el externo, entre el Ser y el
hacer. Cuando negamos el tiempo, negamos el ego. Todo lo que hagamos tendrá una calidad
extraordinaria porque el hacer mismo se convierte en el centro de nuestra atención.
Nuestro hacer se convierte entonces en el canal a través del cual penetra la consciencia en
este mundo. Esto significa que hay calidad en lo que hacemos, hasta en las cosas más
insignificantes, como voltear las páginas del directorio telefónico o cruzar una habitación.
El propósito principal de voltear las páginas es voltear las páginas; el propósito secundario
es hallar un número telefónico. El propósito principal de cruzar la habitación es cruzar la
habitación; el propósito secundario es tomar un libro que está del otro lado, y tan pronto
como se toma el libro, ése se convierte en el propósito principal.

-Cristo se refirió a este poder cuando dijo, "Estas palabras no vienen de mí. El Padre que
está en mí obra por mí".' La ansiedad, la tensión, y la negatividad nos aíslan de ese poder.
La ilusión de estar separados del poder que dirige el universo se manifiesta nuevamente.
Nos sentimos solos para luchar contra algo o para tratar de lograr alguna cosa u otra.
¿Pero cuál es el origen de la ansiedad, la tensión o la negatividad? El hecho de habernos
apartado del momento presente. ¿Y a qué se debió eso? Al hecho de haber pensado que
otra cosa era más importante. El haber olvidado nuestro propósito principal. Una pequeña
equivocación, un error de percepción, y el resultado es un mundo de sufrimiento.

A través del momento presente tenemos acceso al poder de la vida misma, aquello a lo cual
hemos denominado "Dios". Tan pronto como nos apartamos de él, Dios deja de ser una
realidad en la vida y lo único que nos queda es el concepto mental de Dios, el cual tiene
seguidores y detractores. Hasta el hecho de creer en Dios es un mal sustituto de la
realidad viviente de Dios que se manifiesta en cada momento de la vida.

-Cada vez que hay inspiración, palabra que significa "en espíritu", y cada vez que hay
entusiasmo, palabra que significa "en Dios", se desata un poder creador que va mucho más
allá de lo que una simple persona puede hacer.

ECKHART TOLLE

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