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- 2009 -
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EL HOMBRE MODERNO.
DESCRIPCIÓN FENOMENOLÓGICA.
R. P. DR. ALFREDO SÁENZ, SJ
INTRODUCCIÓN
puede ser considerado como “la Gran divinidad. De este modo, la edad moderna
Revolución”. Según se ve, el vocablo se propuso neutralizar por todos los medios
“moderno”, en labios de Comte, no a su alcance aquel anterior “pesimismo”
significa simplemente “nuevo”, ni una cosmológico, más aún, convertirlo, por
especie de “moda” que hubiese cundido paradójico que ello pueda parecer, en un
entre hombres menos apegados a la factor de exaltación humana, en una especie
tradición, sino que designa un cambio de nueva religión basada en la razón y el
copernicano en el curso de la historia. Algo progreso científico. Sólo había que
semejante podemos encontrar en Kant, identificar la razón de aquella “caña
Hegel, Marx y muchos otros. pensante” de Pascal con la “razón
universal”. Tal sería justamente la gran
Un pensador actual, José Miguel empresa de la filosofía moderna.
Ibáñez Langlois, nos ofrece una visión
panorámica de los acontecido. Tanto la La infinitud del universo, afirmada
filosofía griega como la teología medieval, ahora por la nueva cosmología, se fue
escribe, concebían el universo como un transformando en la infinitud potencial de
orden jerárquico, donde el hombre ocupaba la propia mente, ahora concebida como una
el vértice del cosmos. Ello se hace patente potencia ordenadora e incluso creadora, es
en la visión del Dante, donde el hombre es decir, idéntica a la Razón divina. “Al cabo
el rey de la creación, y la tierra el centro del de este proceso – escribe Ibánez Langlois –,
universo, con sus diez esferas concéntricas, el terror de los espacios ilimitados se habrá
que el peregrino recorre hasta llegar al cielo convertido en la más rotunda
o al infierno. Las imágenes de la Divina autoafirmación del hombre que conozca la
Comedia, más allá de la rudimentaria historia; la melancolía de la caña pensante
cosmología del Medioevo, encubrían una será ahora el optimismo romántico-
categórica cosmovisión metafísica y racionalista del espíritu hegeliano. Y en este
teológica. Dicha manera de ver, que cumplimiento habrán confluido,
comenzó a deteriorarse a partir del paradójicamente, todas las aspiraciones
pesimismo luterano, se vería francamente iniciales de la modernidad: la ciencia
cuestionada por la física de Galileo, pero positiva, que engendró el proceso; el ideal
por sobre todo por la revolución de renacentista y antropocéntrico del «hombre
Copérnico y su sistema heliocéntrico. En la infinito», ahora satisfecho; el espíritu
nueva imagen del cosmos, el hombre protestante, que en su modalidad secularista
pasaba a ocupar una posición minúscula y y desacralizadora ve extrañamente
angustiosa. La tierra dejó de ser el centro cumplido su objetivo; y el gnosticismo
del universo, y el hombre se percibió como moderno que, como religión de la razón,
una partícula insignificante. “El silencio cree alcanzar por fin el secreto del hombre
eterno de estos espacios infinitos me y del universo y la técnica de su redención.
espanta”, exclamaba Pascal, estremecido A su vez esta empresa, como filosofía de la
ante esta nueva evidencia. historia, abre al hombre un horizonte
también infinito – el «progreso» – puesto
Mas pronto se dio un paso crucial. El que se estima potencialmente infinita la
hombre no se resignaba con ser una perfectibilidad racional de la mente
partícula del cosmos, una “caña pensante”, humana”2.
al decir del mismo Pascal. Quería ser
protagonista. Y así nació en él una En el siglo XVIII, y como una especie
tendencia a revertir el proceso, en orden a de culminación de aquel proceso, apareció
reconquistar la primacía debida, si bien en Francia, que llevaba la bandera de la
sobre otros presupuestos. Ello se Revolución, una figura especial, la de los
concretaría en el antropocentrismo sedicentes “filósofos”. Serían ellos quienes,
moderno, el humanismo del Renacimiento
y la Ilustración. Marginando la soberanía de
2
Dios, el hombre quiso volver a ser el centro Introducción a la antropología
de la creación, pero atribuyéndose filosófica, 2º ed., Eunsa, Pamplona 1980, pp.
prerrogativas antes reservadas a la 98-99. Para el conjunto del tema ver pp. 90-116.
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creyéndose los “hombres nuevos”, llamados moderno podría ser designado con el
a establecer en esta tierra la “ciudad de nombre de “cultura faústica”, ya que el
Dios” pero centrada en el hombre, se hombre que lo ha concebido, entregando su
propusieron disipar totalmente las alma al enemigo, recibió a cambio el
“tinieblas” de la tradición, por lo que se control creciente del universo, camino al
autodenominaron “iluministas”, paraíso en la tierra.
“ilustrados”, enemigos de toda superstición.
Se ha señalado la existencia de tres Con este pantallazo histórico hemos
momentos en la implantación de esta llegado, quizás a la carrera, hasta nuestro
ideología. El primero fue el momento de tiempo, sólo inteligible a la luz de todos
“los pocos”, o sea, de ese grupo que se creía aquellos avatares. El cristianismo, principal
iluminado; el segundo, el momento de “los adversario del triunfante proyecto
muchos”, cuando sus ideas, sobre todo a prometeico, ha perdido vigencia social.
través de la Enciclopedia, se propagaron en Quedan cristianos, pero no ya Cristiandad,
diversas capas de la sociedad; y finalmente es decir, una sociedad impregnada con el
el momento de “los todos”, cuando la espíritu del Evangelio. El gran literato y
ideología se hizo común. Y así, de las pensador inglés, C. S. Lewis, sostiene que
minorías ilustradas, las nuevas ideas se estamos en una época post-cristiana, fruto
difundieron en las clases intermedias, hasta de un salto histórico cualitativo: “Hablando
impregnar el tejido mismo de la sociedad. a grandes rasgos – escribe – podemos decir
Pero como quedaban recalcitrantes, los que mientras para nuestros ancestros toda la
dirigentes entendieron que no siempre la historia se dividía en dos períodos, el pre-
“ilustración” resultaba suficiente, si no se cristiano y el cristiano, y solamente en esos
apoyaba en la fuerza. De ahí nació la dos, para nosotros se dan tres: el pre-
famosa teoría del “despotismo ilustrado”, es cristiano, el cristiano y lo que podríamos
decir, del apoyo del brazo secular para la razonablemente llamar el post-cristiano…
implantación de las nuevas doctrinas. Los cristianos y los paganos tenían mucho
más en común unos con otros que lo que
La Revolución soviética no hizo sino tiene cualquiera de ellos con un post-
llevar a su plenitud el ideal “libertario” de cristiano. La brecha entre aquellos que
la Revolución francesa, su progenitora, adoran diferentes dioses no es tan amplia
como tan bien lo vio Dostoievski en sus como la que se da entre los que adoran y los
grandes novelas. El hombre moderno, que no”4. Entre paganos y cristianos hubo
producto de estas dos grandes revoluciones un cúmulo de cosas comunes: la conciencia
de los últimos tiempos, se ha colocado bajo simbólica, la noción de sacralidad, el
la égida de Prometeo, el héroe titánico de la mundo del rito, etc. “El post-cristiano está
mitología griega, que arrebató el fuego de cortado del pasado cristiano y por tanto lo
los dioses para entregarlo a los hombres; el está doblemente del pasado pagano”5.
hombre por excelencia, con mayúscula, que
se animó a desafiar las prohibiciones de Así es la gente que vemos caminar por
Dios para comunicar su poder a sus la calle, el uomo qualunque, fruto de este
hermanos, cumpliéndose finalmente la proceso secular. En las viejas épocas
promesa del tentador: “Seréis como dioses”, renacentistas el hombre cultivó
y por tanto “conocedores del bien y del amorosamente la pasión por el retrato, pero
mal”. El hombre prometeico, con su ciencia hoy, al contemplarse en el espejo de su
emancipada, invadirá la región de los narcicismo, ve hasta qué punto su rostro se
misterios, y cual nuevo demiurgo se ha distorsionado, como tan bien lo supo
abocará a instaurar un mundo que sea expresar Picasso, uno de los grandes
creación suya, una nueva creación que no exponentes de la modernidad. Un hombre
experimente ya la necesidad del Creador3. saturado de promesas y de grandiosas
Este gran proyecto del pensamiento
4
De descriptione temporum, incluido
3 en Selected Literary Essays, p. 5.
Cf. J. Folliet, Adviento de Prometeo,
5
Criterio, Buenos Aires 1954, p. 29. Ibid., P. 10.
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