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GROSFOGUEL
Ramón Grosfoguel <grosfogu@berkeley.edu> escribió:
Estimado Freddy:
Pero si gente como por ejemplo yo y Nelson Maldonado-Torres, puertorriqueños que como
sabes venimos de una colonia dentro del imperio, estamos en universidades de prestigio en
Estados Unidos es porque se le han arrancado espacios a la supremacía blanca dentro del
imperio a través de luchas que han costado mucho sudor y dolor (me refiero a la represión).
Digo esto porque el Departamento de Estudios Étnicos al cual pertenecemos tanto Nelson
como yo se formó a partir de una huelga de estudiantes asiáticos, latinos, indígenas y
negros en 1969. Y las plazas que tanto Nelson como yo tenemos actualmente se formaron a
partir de otra huelga de estudiantes de color que arrancaron 10 plazas de profesores a la
administración para nuestro departamento debido a que entre 1969 y 1999 las autoridades
de la Universidad de California intentaron cerrar el departamento de Estudios Étnicos no
renovando las plazas de los profesores que se retiraban. Así pretendían que poco a poco
fueran desapareciendo las plazas hasta que se cerrara el departamento. Digo esto porque si
mantienes una visión maniquea de que todos lo que estamos dentro del imperio somos
agentes del imperio, pierdes de vista las luchas internas decoloniales al interior del imperio
y pierdes de vista de donde venimos muchos de los que hoy estamos identificados en
América Latina como parte del grupo de la colonialidad/decolonialidad. Espero tomes estos
comentarios como críticas constructivas y no como insultos a tu artículo. Así debatimos
sobre lo que realmente son diferencias teóricas y políticas y no sobre descripciones y
estereotipos más propios de la imaginación que de la realidad....saludos,
Ramón
Le propongo esta polémica: pueden los que interpretan a los otros, cualesquiera que sean,
hablar por ellos? Y si no lo pueden o no lo quieren hacer, cuál es el sentido de
comprenderlos? Consolarlos, llorar junto a ellos, compadecernos todos juntos? Vamos,
Ramón, usted puede dar más que estas tonterías. Saludos cordiales. Freddy Quezada.
Sólo le propuse un tema y usted no respondió "sí" o "no". Le repito: el que trata de
comprender a los demás, lo hace para salvarlo. Weber, el teórico de la "Verstehen", siempre
lo ocultó. Pero es lo que tratan de hacer usted y sus amigos. Por qué no dejar en paz a los
demás. Dejen de vivir de ellos, por todos lo santos. Ese es el asunto. Saludos cordiales.
Freddy Quezada.
PD: Indíqueme hora y lugar para el debate.
Estoy por ver que algunos de estos "intelectualotes" tomen mis provocaciones con humor,
me digan alguna grosería ingeniosa, me manden a comer mierda con estilo, se burlen de
ellos mismos. Estoy esperando todavía a uno solo que lo haga. Pero la mayoría no lo hace,
antes bien, se toman demasiado en serio a sí mismos y, lo peor, a sus ideas mezquinas. No
tienen remedio. Para mí los descoloniales giran alrededor de cinco cosas que los
obsesionan:
a) creen ser los primeros y únicos que han denunciado y desenmascaran el eurocentrismo
(pasando por encima de los propios críticos europeos que, al menos desde Herder y los
románticos alemanes, criticaron a la Ilustración, ya no digamos antropólogos, anarquistas,
sesentayochistas y pensadores post de la última hora). Es curioso que haya sido Alemania,
esa nación que siempre quiso ser imperio dos veces y no pudo, por medio de la cual
conocimos todos los secretos de los imperialistas franceses e ingleses, sus hermanas
rivales, vendiendo el secreto con el sólo objeto de debilitarlas. Edward Said, en su obra
“Orientalismo”, habla de esto aunque muy débilmente. Pierre Bourdieu, al criticar a las
ciencias sociales de EEUU, que le han impuesto su agenda a los sociólogos del Viejo Mundo,
ahora siente lo mismo que cualquier latinoamericano con respecto a los europeos. Me
pregunto si Marx al denunciar a las burguesías francesas e inglesas con saña, no estaba
siguiendo la tradición. Pasa siempre con los envidiosos nobles, como Umberto Eco con Dan
Brown que, mientras denuncia sus trampas con los templarios y los Sabios de Sión,
denuncia sin saberlo el método que él mismo emplea y que, incluso, una vez le representó
la misma fortuna a aquel, con El Nombre de la Rosa. A veces al denunciar los crímenes de
nuestros enemigos, confesamos los propios.
b) Vicio viejo latinoamericano denunciado muy bien por Doris Sommer: copiar y negar.
Desde Sarmiento con Cooper, se nos ha hecho creer que la copia es superior al original. El
Pierre Menard borgiano es el paradigma. A veces me da la impresión que todo lo descolonial
es una parodia argentina. En el camino de buscarse un camino propio fuera del modelo
postcolonial de sus amigos becarios de la India y Egipto, los postoccidentales quebraron
hacia Fanon y Cesaire (emancipadores anticoloniales clásicos) y se unieron a la marcha
Dussel y otros viejos liberacionistas incurables. Dieron, en el pico de la curva, un giro hacia
atrás, a las viejas aspiraciones. Total: regreso a las andadas. En la recaída, corren el riesgo,
por encerrar en una sola unidad a todos los “eurocentristas”, de perder aliados dentro de la
propia Europa (como los Sartres y los Camus en su época hicieron con los Fanons y los
Cabral).
c) Las preposiciones “desde” y “con” los subalternos, son sustitutos de “hablar por” y
“defender a”, con la ligera diferencia que esta vez los vanguardistas no ofrecerán su vida
porque han reconocido un lugar mas cómodo y menos comprometido: las becas de
Universidades ricas. Han pasado de Mesías a Cirineos (ayudantes de los sufrientes) y como
se ve, la diferencia es sustantiva, aunque ambos se mantienen del mismo lado. Las ventajas
son obvias. Si es así, prefiero a los viejos dogmáticos que probaban sus argumentos con su
vida y no a profesores amanerados que saludan a los que de verdad morirán desde los
balcones de las universidades. La sola idea de descolonizar las mentes y las almas es
salvífica. Es una ilusión creer que un intelectual puede acompañar a los subalternos:
o los dirige o los combate, pero jamás tolerará una relación de igualdad (como entre
profesores) con ellos. Los pobres reales hieden.
d) Ahora resulta que, como no somos modernos (la realidad es que sólo lo han sido capas
muy pequeñas), sino coloniales, hay que dar marcha a atrás a la historia nuestra, hasta
regresar a la escena primordial: la independencia que, de ahora en adelante, cargará
comillas y desde la que se ofrecerá una modernidad “otra”. Regresa la vieja pregunta que
una vez se hizo Lenin: ¿podemos construir una sociedad nueva con ladrillos viejos?
e) Los mundos “otros”, no son más que las variedades que ellos mismo venden ante el
mercado universitario de ideas. No se sale a ofrecer con la sonrisa estúpida de un vendedor
casa por casa, paradigmas “otros” (menos de “aborígenes” y “afrodescendientes” que, por
lo demás, saben escribir muy bien como Cugoano y Pomán de Ayala y cuyas citas ni
siquiera usan, por preferir atacar las de sus “odiados” europeos de los cuales viven) en
medio de un sistema que es un inmenso campo de fuerzas y tejidos de estrategias de
resistencias y poderes. Sigo creyendo que la crítica (lo otra cara de la utopía) es lo que
mantiene vivo a los sistemas modernos cuyas cunas fueron precisamente las críticas a favor
de lo nuevo. En cambio, las estrategias de los subalternos no son siempre críticas. Muchas
veces se sale a resistir, a hacerse el pendejo, el obediente, a callarse porque no hay de
otra, a halagarlos por puro gusto, a divertirlos, a serruchar en sordina al poderoso de turno,
a golpearlos de ladito, a atacar de frente, a calumniarlos, a suicidarse frente a ellos, etc,
pero es raro, y ahora veo que no es imposible, que se tomen todos del brazo y se descubran
el abrigo, como el Loco Hugo, para darse por satisfechos frente al verdugo de turno y creer
que lo han atemorizado por la longitud de sus intenciones.