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“Monsanto vs. La República Argentina”

Trascendencia de una innovación tecnológica aplicada a la agricultura


y conflictos relacionados con Derechos de Propiedad Intelectual en
vegetales transgénicos.

I- Introducción.

El hombre primitivo percibió, de manera empírica, que cuanto mejor era la calidad de lo
sembrado, mejor resultaba lo producido. Por ello, en los inicios de la agricultura realizó una
selección de las especies silvestres, cultivando sólo aquellas que consideraba con mejor
adaptación al clima o al suelo o las que creía más fecundas. Con posterioridad, profundizó la
tarea de mejoramiento vegetal eligiendo para sembrar los mejores ejemplares o los que veía
más aptos, descartando los que creía inaptos o menos adecuados. El objeto de ese accionar
fue lograr que los nuevos especímenes nacidos de sus cultivares, mantuvieran los caracteres
positivos de sus antecesores o, incluso, los superaran.-

O sea que, el fitomejoramiento se originó como consecuencia de la observación, en tiempos


remotos, mucho antes de que existiera un certero conocimiento de las leyes naturales de la
herencia y de que se desarrollaran la ingeniería genética y la biotecnología.-

Las leyes de Mendel, base de cualquier estudio sobre herencia, fueron publicadas en 1866;
pero, fue a principios del siglo veinte cuando el conocimiento científico derivado de ellas
comenzó a utilizarse para mejorar genéticamente especies vegetales.-

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, luego de describirse en 1953 la estructura
molecular del ácido desoxirribonucleico (ADN), fue cuando se produjo en el mejoramiento
vegetal un vertiginoso y radical cambio.-

Una vez que el hombre descifró el ADN y que logró manipular y modificar los códigos genéticos
de transmisión hereditaria, en virtud del nacimiento de la ingeniería genética y de los
extraordinarios avances biotecnológicos generados, pasó de potenciar las características
positivas encontradas en la naturaleza, a crear variedades vegetales no existentes en ella.-

Pudo entonces adaptar vegetales según su conveniencia, gusto o necesidad. Logró así
variedades más resistentes a las condiciones ambientales, a los herbicidas, a las plagas, a las
enfermedades; que tuvieran mayor rendimiento, crecimiento más rápido o frutos que
contaran, por ejemplo, con menos semillas, con un mejor valor nutritivo o que tuvieran una
vida útil más prolongada. Para generar esas “creaciones humanas” de materia viva vegetal, la
genética resultó de fundamental importancia. Pero, el éxito de un proyecto fitomejorador no
sólo depende de ella.-

El mejoramiento vegetal es una actividad multidisciplinaria y la obtención de resultados


positivos en esa materia depende de numerosas circunstancias. Entre ellas se pueden
mencionar: la experiencia y el arte del fitomejorador, la utilización de un germoplasma
adecuado a los objetivos fijados, la técnica de mejoramiento y el sistema de desarrollo
empleados, la realización de un correcto análisis de costos, el uso de convenientes estrategias
de marketing, etc.. El trabajo para obtener un logro es arduo y las cifras que se invierten en
investigación y desarrollo son sumamente elevadas.-

La necesidad de amortizar los enormes costos destinados a investigación y desarrollo trajo


como consecuencia que ya no fuera el hombre quien financiara los proyectos fitomejoradores,
sino grandes empresas y que esas corporaciones pretendieran el reconocimiento de derechos
de propiedad intelectual sobre las nuevas variedades obtenidas.-

La magnitud de los aportes de capital privado en la producción de organismos genéticamente


modificados (OGM) influyó de manera decisiva en el cambio de criterios con relación al tema
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de la propiedad intelectual y provocó una revisión de la legislación y jurisprudencia relacionada
con él, especialmente de aquella que tuviera que ver con material biológico.-

En 1980 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, en el caso “Diamond vs. Chakrabarty”
permitió patentar una bacteria, poniendo fin a las restricciones sobre el patentamiento de
materia viva. En 1985 el Tribunal extendió la protección por patentes a organismos vegetales
genéticamente modificados.-

La primera patente para una planta con base en el régimen de patentes de utilidad de los
Estados Unidos fue concedida en 1985 a Kenneth Hibbert, quien recibió una patente para una
variedad de maíz con un contenido mayor de un aminoácido que había obtenido mediante
técnicas de cruzamiento tradicionales y no biotecnologías para producir transgénicos. [1]

La posibilidad de patentar invenciones biológicas se fue modificando con el transcurso del


tiempo y, paulatinamente, los derechos de propiedad intelectual del obtentor o mejorador de
una variedad vegetal fueron consolidándose. Sin perjuicio de lo expuesto, en la actualidad el
tema sigue siendo muy controvertido y genera grandes enfrentamientos.-

Primero, porque cualquier decisión que se toma respecto al mismo involucra aspectos de
índole económica y política e implica la realización de juicios éticos. Hay quienes piensan que
otorgarle derechos de exclusiva al obtentor o fitomejorador es algo altamente positivo, porque,
además de constituir un reconocimiento y una recompensa para el innovador, promueve las
invenciones, las inversiones en investigación y la divulgación de nuevas tecnologías y es,
también, beneficioso para los agricultores, porque el uso de semillas certificadas y mejoradas,
le otorga mejor calidad y rendimiento a sus cultivos. Otros consideran que, como esos
vegetales pueden ser un medio para combatir el hambre y la subalimentación de los pueblos
(ya sea en forma directa al mejorar lo que consume el hombre, o indirecta al mejorar los
forrajes y la comida de los animales que le sirven a éste de alimento), no resulta conveniente
otorgar derechos de propiedad intelectual a obtentores o mejoradores; sino que debería
tenderse a que todos compartieran y facilitaran el uso responsable de la biotecnología. Este
sector sostiene, además, que la implementación de un derecho de propiedad intelectual con
fuerte protección para los obtentores o fitomejoradores promueve estructuras monopólicas que
limitan las opciones de los compradores y se convierten en una amenaza para los agricultores
del mundo entero, en provecho de unas pocas multinacionales, que ven aumentar
progresivamente su poder, al concentrar abultadas fortunas y generar tecnologías cada vez
más territoriales y cerradas al libre intercambio de conocimientos.-

Segundo, porque el tema de los derechos de Propiedad Intelectual en vegetales genéticamente


modificados ha sido tratado de modo diverso en los distintos países, con protecciones de
diferente tipo y alcance, muchas de las cuales se superponen o suman unas con otras, por lo
que su comprensión resulta dificultosa y la interpretación de sus normas no siempre es
coincidente.-

Nuestro país, fue el primero de América Latina en adoptar insumos biotecnológicos para la
producción de cereales y pasturas y actualmente está atravesando una particular coyuntura en
la que mantiene serios conflictos, relacionados con los derechos de propiedad intelectual en
vegetales transgénicos, con Monsanto, multinacional que, entre otras cosas, produce semillas
genéticamente modificadas.-

En el boom sojero argentino, la tecnología brindada por Monsanto tuvo un papel


preponderante y si bien Argentina cuenta con instituciones públicas y privadas que llevan
adelante innovaciones biotecnológicas, los recursos que ellas manejan no resultan suficientes
para lograr un avance tal que le permita prescindir de los grandes grupos empresariales
multinacionales para seguir superándose y mantener la competitividad alcanzada a nivel
mundial.-

Las multinacionales creadoras de OGM no invierten sumas exorbitantes en investigación y


desarrollo con fines benéficos o caritativos, sino que persiguen un incentivo económico y lograr
ese objetivo es fundamental para que continúen avanzando en lanzamientos tecnológicos
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innovadores, en un país determinado. Si no lo consiguieran abandonarían la tarea o la
realizarían en un lugar más redituable.-

Por tal motivo, es importante para Argentina resolver los problemas vinculados con la
propiedad intelectual en vegetales transgénicos en un plazo corto y de manera definitiva,
porque de prolongarse ellos en el tiempo los productores argentinos podrían resultar
perjudicados.-

II- Monsanto y la soja transgénica conteniendo el gen roundup ready.

Las primeras plantas con inserción de material genético a través de ingeniería molecular
fueron obtenidas a principios de la década del ochenta.-

Se sostiene que en 1992 ya se cultivaban en China tabaco y algodón genéticamente


modificados. En 1994 Calgene (hoy Monsanto) introduce los tomates Flavr-Sarv (larga vida).
Pero, es a partir de 1996 cuando la tecnología transgénica se inicia y consolida en las zonas
agrícolas más tecnificadas.-

A través de fusiones y adquisiciones en la actualidad se ha conformado un oligopolio sobre las


patentes agrobiotecnológicas, liderado durante los últimos diez años por las empresas
Monsanto, Pioneer (hoy Dupont), Novartis (hoy Syngenta) y Dupont, quienes también poseen
patentes sobre varias tecnologías claves de transformación genética.-

Desde fines de los años ochenta y durante los noventa Monsanto adquirió un gran número de
compañías biotecnológicas y productoras de semillas, entre otras Dekalb, Asgrow, Holden
Foundation Seeds, Cargill International Seeds y Emergent Genetics. Así su facturación fue
creciendo vertiginosamente, de doscientos millones de dólares para 1996 a dos mil
ochocientos millones de dólares para el 2005.-

En 1996 Monsanto llegó a la Argentina. Es también en ese año cuando la soja Roundup Ready
(RR), marca registrada de Monsanto, con tolerancia al herbicida glifosato, se introdujo en el
mercado argentino.-

El gen Roundup Ready (RR) ingresó a la Argentina luego de una negociación entre las
empresas estadounidenses Asgrow y Monsanto, mediante la cual esta última permitió a
Asgrow utilizarlo en sus variedades. Luego la semillera Nidera adquirió Asgrow Argentina y
amplió la difusión del gen en el país.-

El 25 de marzo de 1996 el Secretario de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Nación, Felipe


Solá, firmó la resolución 167/90, que autoriza la producción y comercialización de la semilla,
productos y subproductos derivados, provenientes de la soja tolerante al glifosato, herbicida de
la línea 40-3-2, que contiene el gen CP4 EPSPS.-

Según lo sostenido por Rodolfo Luis Rossi, Presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja
(ACSOJA), conforme declaraciones publicadas en Clarín Rural el 1 de abril de 2006, la soja con
tolerancia al glifosato fue un caso de alto impacto en los niveles de producción, por la
“simbiosis” encontrada con la siembra directa, que actuó como pivote de una verdadera
revolución tecnológica.-

La siembra directa es un sistema que permite implantar la semilla sin que sea necesario
limpiar previamente el terreno, ni con arados, ni con otros instrumentos, para refinar el suelo.
Para que sea posible efectuarla no deben existir malezas que afecten el cultivo. Por ello, los
lotes deben de permanecer limpios, lo que se consigue mediante la utilización de herbicidas.
Con anterioridad a la existencia de semillas de soja con inserción de gen RR, que las hizo
resistentes al glifosato, este herbicida, que en la práctica se ha convertido en el único utilizado
en soja, no podía usarse en ese cultivo, porque lo destruía.-

La siembra directa tiene como ventaja que, como no debe hacerse un laboreo intensivo del
suelo, detiene la erosión y la soja no lo arruina, como pasaba antes. La soja RR terminó con
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las malezas perennes y permitió limpiar los campos, generando un mejor ambiente para la
rotación con otros cultivos como el maíz, el girasol y el trigo; por ello, ahora se logran rindes
de maíz similares a los de EE.UU.; mientras que hace diez años sólo se llegaba a la mitad. Por
eso la soja RR revolucionó nuestra agricultura en pleno. [2]

Jorge E. Weskamp, Presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, escribió el 15 de julio de


2006, en el artículo “Soja: más allá de lo económico”, que fuera publicado en Clarín Rural,
que:”…Solamente en el 2005 el complejo soja exportó 8.500 millones de dólares, generando
un ingreso al Estado por retenciones de 1.800 millones de dólares. Para dimensionar esa cifra
podemos decir que con la mitad de esa suma el Gobierno cubre la totalidad de los planes jefes
y jefas de hogar del país, durante un año…”

Ello brinda una acabada idea del crecimiento que lograron los productores argentinos gracias a
la adopción del gen RR en sus cultivos.-

Esta innovación biotecnológica fue la causante de que nuestro país llegara a ser el tercer
productor mundial del grano y el primer exportador de harinas y aceites de soja, lo que generó
una extraordinaria reactivación, no sólo del agro, sino de otros sectores de la economía
(maquinaria agrícola, insumos, construcción, etc.) e hizo que una parte importante de la
población del interior no migrara de sus lugares de origen, porque el aumento de empleo les
permitió permanecer en ellos.-

Actualmente la soja con el gen Roundup Ready es el cultivo más extendido en el país,
abarcando 17 millones de hectáreas, o sea, la mitad de la superficie total sembrada y ello se
debe a que esta tecnología brindó a los productores argentinos la herramienta ideal para
producir más y mejor. La producción llegó en esta campaña a 47 millones de toneladas, por un
valor superior a los 15.000 millones de dólares. [3]

III- Desarrollo del conflicto generado entre Argentina y Monsanto por la pretensión
de esta última de cobrar regalías por la soja transgénica que contiene el gen RR1. [4]

Cuando el gen RR se introdujo en nuestro mercado, Monsanto llegó incluso a regalar las
semillas, porque su negocio era vender a los agricultores el herbicida glifosato, producto
asociado, que le daba sentido a la soja Roundup Ready. Pero, cuando la patente del glifosato
caducó y muchos productores lo importaban de China, porque así resultaba mucho más barato
que comprándoselo a Monsanto, a esta firma, no sólo se le redujeron las ventas, sino que
debió bajar el precio del producto para poder competir.-

Al introducirse el gen RR en nuestro país Monsanto no había iniciado los trámites para la
obtención de una patente y si bien lo efectuó con posterioridad, no pudo conseguirla porque
presentó su solicitud vencido el plazo de un año que protege las novedades, es decir que, al
haber dejado de ser novedad perdió el derecho a ser protegida por una patente. [5]

A pesar de ello, la multinacional reivindicó como de su pertenencia el gen RR, por ser una
invención tecnológica suya y lo hizo mediante acuerdos privados con las demás semilleras del
mercado local, en los que éstas le reconocían la titularidad de la patente. Así logró que los
productores argentinos le pagaran regalías, al adquirir semillas fiscalizadas de soja RR.-

Monsanto firmó contratos de licencias de comercialización2[6] con las semilleras de nuestro


país y ello trajo como consecuencia la existencia en Argentina de más de ciento ochenta
variedades de soja que contienen el gen RR.-

El cobro de regalías por cada bolsa de semillas que vendían las semilleras con las cuales había
licenciado la comercialización y la venta del herbicida glifosato, que, como se dijo, le otorga
sentido al gen, permitieron a la multinacional norteamericana ganar millones de dólares,
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mientras la soja transgénica se expandía de modo extraordinario en el suelo argentino, hasta
superar el 90% de la siembra de esa oleaginosa.-

Como el artículo 27 de la ley 20247, de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, norma vigente en


Argentina desde 1973, expresa que “no lesiona el derecho de propiedad...quien reserva y
siembra semilla para su propio uso”, los productores locales comenzaron a utilizar una parte
de los granos obtenidos, como semilla para la cosecha siguiente. Pero, a ese grupo se le
sumaron aquellos que, además de utilizar el grano para uso propio, comenzaron a
comercializarlo en el mercado negro.-

Debido a que la soja permite que el grano cosechado pueda ser utilizado nuevamente como
simiente, muchos productores compran semillas certificadas, aprobadas y controladas por el
Instituto Nacional de Semillas (INASE) y luego utilizan los granos que cosechan para una
nueva siembra. Por tal razón, comenzó a decaer el porcentaje de semillas fiscalizadas
vendidas.-

El verdadero problema en Argentina comenzó con la conducta de algunos que compraban


semilla fiscalizada sólo para reproducirla y venderla a terceros para que fuera utilizada como
simiente.-

Esa circunstancia hizo decir, con justa razón , al economista jefe de la Sociedad Rural
Argentina, Ernesto Ambrosetti, que “si Monsanto tuviera la patente en el país el conflicto no
sería muy diferente al actual, porque lo que no se terminó de acordar es cuál es el mecanismo
más eficiente para restringir el uso propio gratuito que realizan los productores locales
amparados en la ley de semillas”. [7]

Realmente ésta es una situación bastante difícil de controlar, máxime si se tiene en cuenta que
el INASE es quien ejerce el poder de policía sobre el comercio de semillas y la inoperancia de
este organismo no permite ejercer un adecuado control sobre la semilla ilegal, lo que hizo que
la “bolsa blanca”, o sea la sin marca o rótulo, tuviera en nuestro país una expansión
geométrica.-

Se calcula que del total de semillas utilizadas para sembrar soja en cada campaña el 99%
incluyen el gen RR y el 20% son simientes fiscalizadas, o sea que el 80% de la semilla de soja
que se utiliza en cada ciclo es obtenido por el productor de los propios granos cosechados (uso
propio legal) o reproducida para terceros en el mercado informal, que las vende a un menor
precio, sin marca y sin un derecho que las ampare. [8]

Desde 1999 Monsanto viene aplicando, a través de los licenciatarios de sus semillas (Nidera
por ejemplo), el cobro de “regalías extendidas”, mediante un sistema por el cual los
agricultores renuncian de manera voluntaria al derecho del uso propio de la semilla, acuerdan
pagar a la empresa regalías, pese a que para sembrar hayan utilizado granos obtenidos de su
cosecha y se obligan a cumplir con ciertas obligaciones tales como presentaciones de
declaraciones juradas sobre cantidades de semillas sembradas y origen de las mismas.-

Cuando comenzó a cobrar estas regalías extendidas fijó su monto en dos dólares más IVA e
impuestos por cada bolsa de 50 kilos de semillas que se guarde para uso propio. Si bien ese
precio resulta menor al canon que se pagaría en el caso de adquirirse semillas fiscalizadas, la
claúsula aplicada por Monsanto a través de sus licenciatarios, es contraria a la ley de semillas,
porque, como expresamos, dicha norma permite el uso propio sin ningún pago adicional.-

Monsanto sostiene que la “regalía extendida” tiene como objetivo el recupero de la inversión
realizada en investigación y desarrollo genético, con un menor valor y una base más amplia y
justa de cobro, que se suma a la regalía pagada en la semilla certificada. Pero, el INASE no
convalidó el sistema de regalías extendidas.-

En 2001, con el cultivo de soja transgénica en pleno auge y expansión en Argentina, Monsanto
comenzó a amenazar a los productores agrícolas por el uso “ilegal” de su semilla y a exigirle al
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gobierno que hiciera cumplir la ley. Ese año se realizaron varios operativos policiales; pero, la
práctica de comercializar semilla de producción propia continuó.-

En febrero de 2004 Monsanto informó que se iba del mercado de la soja en Argentina, porque
éste no le resulta rentable, dada la alta difusión entre los agricultores de la “semilla ilegal”,
conocida como “bolsa blanca”. En ese momento prometió dedicarse al negocio del sorgo y del
maíz y negó rotundamente que su posición constituyera algún tipo de “presiones al gobierno”,
como éste sostenía.-

Pocos días después, del anuncio de Monsanto de su retiro del mercado de la soja, Miguel
Campos, quien era el Secretario de Agricultura de la Nación, dio la noticia de que el gobierno
estaba estudiando la creación de una ley de “regalías globales”, por las cuales se crearía un
Fondo de Compensación Tecnológica.-

Este fondo fiduciario, se encargaría de pagar las regalías y financiar el desarrollo de


investigaciones que contribuyeran al mejoramiento vegetal de especies y estaría manejado por
la misma Secretaría. Se integraría con una alícuota de la primera venta de granos de trigo y
soja que efectuaran los productores, tanto a acopiadores como a exportadores, para amortizar
con ella las inversiones de los creadores u obtentores de semillas.-

El trigo y la soja son los cultivos más afectados por el comercio en negro de semillas, por ser
especies autógamas, que permiten la resiembra sin merma en el rendimiento, ya que los
híbridos, como el maíz y el girasol, si se los vuelve a sembrar pierden efectividad, lo que
disminuye su rinde.-

La propuesta de regalías globales implicaba un cobro único, realizado en la etapa de


comercialización del grano, con una lógica similar a la de las retenciones y la idea estaba
emparentada con el exitoso sistema implementado en Francia para impulsar la genética del
trigo. Allí se decidió cobrar royalties por la genética aplicando una tasa al producto final y con
esa política Francia llegó a ser la principal potencia triguera a nivel mundial.-

Pero, en nuestro país la propuesta de “regalías globales” fue rechazada por la mayoría de los
actores del sector y no avanzó tampoco en el Congreso, sitio éste donde nunca fue ingresada
formalmente, sino tan sólo presentada ante las Comisiones.-

Esta pretensión tampoco satisfizo a Monsanto, quien pretendió que los agricultores le pagaran
una suma fija por tonelada de soja transgénica exportada.-

Como la falta de acuerdo hizo que la indefinición se prolongara, Monsanto amenazó con cobrar
las regalías por el gen RR introducido en la soja en los puertos de destino de los embarques
provenientes de Argentina, de aquellos países donde tuviera patentado el gen.-

La ofensiva de la multinacional incluyó una solicitada en los principales diarios argentinos, el


19 de agosto de 2004, en la que declaraba que “sólo el 18 por ciento de los 14 millones de
hectáreas que se cultivaron con soja en Argentina durante el ciclo 2003/2004 fue sembrada
con semillas certificadas y vendidas en el mercado legal”.-

En marzo de 2005 el ex Secretario Campos se reunió con Mike Johanns, Secretario de


Agricultura de los EE.UU., en Cartagena y le expresó que el tema de las patentes al generar
incertidumbre en los importadores, no sólo causaba daño a los productores locales, sino a toda
la Nación.-

El 26 de mayo de 2005 a instancias de Monsanto se tomaron muestras de un embarque en el


puerto de Copenhague, Dinamarca, para corroborar la existencia del gen RR en él y una vez
hecho esto, la multinacional inició pleitos contra los importadores ante los Tribunales
Nacionales dinamarqueses. Repitió esta misma modalidad en Rotterdam, Holanda, donde el 16
de junio, sacaron muestras de otro embarque, para comenzar a litigar judicialmente en los
Tribunales Nacionales de ese país, el 14 de julio de 2005.-
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La reacción de Campos ante el bloqueo de los embarques argentinos fue sostener que el
mecanismo utilizado por Monsanto era “extorsivo e inaceptable” y expresar que “en un país
serio el pago de los derechos debe encauzarse por las vías institucionales”.-

La Secretaría de Agricultura difundió un informe en el cual afirmaba que Monsanto “está


actuando con métodos coactivos y haciendo un uso abusivo de la patente al pretender cobrar
regalías sobre la harina de soja, cuando la protección otorgada en territorio europeo está
circunscripta a la función de siembra y propagación”.-

Esta posición fue sustentada en la normativa comunitaria vigente, Directiva Europea sobre
Biotecnología 98-44-CE art. 9. Según ella la patente alcanza a toda materia en la que se
incorpore el gen y en la que contenga y ejerza su función la información genética.-

Es decir que, para que el gen RR se exprese y ejerza su función genética debe utilizarse la
semilla con fines de siembra y propagación y es en el suelo argentino donde ejerce su función
de resistencia el glifosato y no en la harina que se exporta.-

En virtud de tal razonamiento, la posición del Estado argentino fue que las demandas no
tendrían que prosperar, por carecer de sustento legal y técnico. Pero, no todos comparten esta
teoría y hay muchos que creen que las demandas de Monsanto pueden tener resultados
positivos.-

El 14 de setiembre de 2005 Campos pidió la colaboración de los legisladores para defender la


posición argentina ante el conflicto planteado con los embarques de soja a países europeos. Lo
hizo en una reunión que mantuvo con los integrantes de la Comisión Bicameral de Seguimiento
en el Tratamiento de las Negociaciones Agrícolas Internacionales ante la Organización Mundial
del Comercio (OMC) en el edificio central de la Secretaría. Allí el ex Secretario recalcó que
“Monsanto no patenta bien en la Argentina. No patenta las semillas, por equivocaciones o por
estrategia, ellos dicen que por cuestiones de trámites, pero, a ellos no les interesaba
patentar”. También manifestó que participó en numerosas reuniones gestionadas por iniciativa
de la propia empresa y que incluso uno de esos encuentros se realizó por expreso pedido del
Secretario de Agricultura de EE.UU., Mike Johanns, quien según lo expresado por Campos,
desconocía esa situación.-

En octubre de 2005, Campos junto con el Embajador Argentino Remes Lenicov, se reunió con
la Comisaria de Agricultura de la Unión Europea Miriann Fisher Böel, a quien le presentó los
elementos jurídicos a favor de la posición del gobierno con respecto a las acciones de
Monsanto.-

En ese mismo mes Argentina decidió contratar abogados en Bruselas, Dinamarca y Holanda
para realizar una presentación ante los Tribunales Nacionales de los últimos dos países, a fin
de que el Estado pudiera participar en apoyo de los importadores demandados, dado el
evidente daño que se producía a la Nación.-

En Bruselas contrató al prestigioso bufete de abogados Remiche y en los demás tribunales


europeos se presentó junto a otros gigantes, como Dreyfus. [9]

En los últimos días de enero de 2006, nuevamente la multinacional pidió que se incautaran dos
cargamentos de harina de soja para determinar si contenían la tecnología Roundup Ready.
Esta vez fue en los puertos españoles de Santander y Bilbao.-

La medida fue tomada en un momento de impasse en las negociaciones que mantenía por el
tema de las regalías con representantes del Estado argentino. Si bien el gobierno trató de
mejorar el sistema vigente, hasta ese momento no se había encontrado ningún otro que
satisficiera a la multinacional ni a los productores.-

“Existe un grave riesgo para el comercio internacional de productos oleaginosos”, advirtieron


en un comunicado conjunto el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) y la Cámara de la
Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) el 26 de enero de 2006 y urgieron tanto al
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gobierno como a productores, semilleros, acopiadores, multiplicadores y exportadores a buscar
“alternativas de solución que permitan en el más breve plazo restablecer las condiciones
normales del comercio”.-

Este documento firmado por Raúl Padilla, de Ciara y Ciro Echesortu, de CEC, advierte a
Monsanto que la propiedad de las cargas de soja despachadas desde Argentina se transfieren a
los importadores “al momento de su exportación”, por lo que las medidas adoptadas si bien
pretenden perjudicar a los agricultores argentinos, lo que están haciendo es enfrentar a la
industria o consumidor final del país de destino. Asimismo, en él se consigna que no se
encuentra explicación al reclamo de 15 dólares por tonelada, cuando de hecho han ofrecido a
todas las partes un cargo royalties de 1 a 3 dólares por tonelada.-

El 1 de febrero de 2006 se concretó la presentación de la Secretaría de Ganadería, Pesca,


Agricultura y Alimentos (SGPAyA) ante los Tribunales de Holanda por el juicio de infracción de
patentes que inició Monsanto a importadores europeos de harina de soja argentina y, ese
mismo, día el juez interviniente aceptó la presentación.-

El 2 de febrero de 2006 el ex Secretario Miguel Campos envió una nota al Presidente de la


Comisión Nacional de Defensa de la Competencia solicitándole que iniciara acciones para que
la conducta de la multinacional fuera calificada como abusiva y contraria a la Ley de Defensa
de la Competencia.-

En su edición del 19 de febrero de 2006, el suplemento CASH del diario Página /12 publicó una
nota titulada “La guerra de las semillas”, en la cual Fernando Krakowiak, expresaba: “...En lo
que va del año, la multinacional Monsanto incautó en Europa cuatro embarques de harina de
soja provenientes de Argentina . La empresa asegura que las semillas que dieron origen a ese
producto contienen el gen RR, una invención tecnológica de su propiedad resistente al
herbicida glifosato que permitió casi cuadriplicar la producción en los últimos nueve años. Una
vez que comprueba la presencia del gen, demanda al importador exigiéndole entre 15 y 18
dólares por tonelada en concepto de regalías. El Gobierno y los productores aseguran que
Monsanto no tiene derecho a reclamar esa compensación porque el gen no está patentado en
el país. Sin embargo, el conflicto pone en riesgo las exportaciones del principal commoditie...
La Sociedad Rural informó la última semana que, por la incertidumbre que genera el conflicto,
el precio de la soja podría caer 7 dólares por tonelada, generándoles a los productores una
pérdida de 280 millones de dólares anuales. A su vez, la Secretaría de Agricultura señaló que
la actitud de Monsanto podría hacer disminuir el área sembrada, afectar la producción de
harina de soja y, en el caso de que se debieran pagar los 15 dólares por tonelada que exige
por las exportaciones de harina y granos a Europa (en el aceite no se detecta el gen), se
deberían desembolsar 155 millones de dólares. La pérdida de dinero es mayor a la que se
tendría en caso de llegar a un acuerdo con la multinacional pagándole un dólar por tonelada
(cerca de 40 millones de dólares, pues la producción alcanza los 40 millones de toneladas)...”

Aclaramos que el artículo aludido habla de que la empresa se conformaría con percibir un dólar
por tonelada, ya que en negociaciones que tuvo con algunas entidades del sector agrario
manifestó a estar dispuesta a aceptar esa cifra; pero por tonelada producida.-

Según LA NACION, Sección 2, Página 3, del 06/03/06, el gerente de Desarrollos de Monsanto


Argentina, Pablo Vaquero, expresó que: “Monsanto reconoce el aporte de Argentina en cuanto
a la difusión de la biotecnología, y por eso proponemos un valor muy inferior al que se cobra,
por ejemplo en los Estados Unidos (U$S 15 por tonelada), pero no podemos dejar de cobrar
porque así es en todo el mundo”.-

Asimismo, cabe consignar que la suma de 155 millones de dólares mencionada por Krakowiak
en el artículo anteriormente citado, se basa en un informe realizado por la SAGPyA y el
Ministerio de Economía en el que advertían que las posibles pérdidas para los exportadores
nacionales serían cercanas a los U$S 155 millones, en el caso de que se acordara el pago de
U$S 5 por tonelada como pretendería cobrar Monsanto respecto a los embarques incautados
en la Unión Europea.-
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El Vicepresidente del INASE y Director General de Sanidad Animal de Santa Fe, Ing. Carlos
Debona, sostuvo que las pretensiones de Monsanto de cobrar U$S 15 por tonelada en puertos
de destino, en concepto de regalías, haría pagar dos veces a los productores que compran la
semilla dentro del circuito legal. Ello porque los agricultores argentinos ya pagan por la
propiedad intelectual en la compra de la semilla.-

Si bien Debona reconoció que “no todo el mundo paga, porque nosotros tenemos una
legislación que garantiza el uso propio donde hubo un abuso, eso hay que reconocerlo, por
parte de algunos integrantes del sistema productivo”, consideró que la pretensión de Monsanto
de cobrar U$S l5 por tonelada haría pagar a justos por pecadores, dado que ese valor se
trasladaría, igual que las retenciones y los fletes internacionales, al precio de referencia que se
forma en el mercado de granos de Rosario y el inconveniente surgiría porque si bien hay
productores que pueden estar haciendo uso de semillas sin pagar el canon, hay otros que lo
pagan al momento de la compra y que también se verían perjudicados. Asimismo dejó claro
que se beneficiaría una empresa que realizó inversiones, pero también cobró por ello y utilizó
los campos y los productores argentinos para promover la soja RR y el glifosato en todo el
mundo. Recalcó también que Monsanto vendió en su momento el glifosato en Argentina a U$S
10 el litro, cuando luego, cuando tuvo competencia, bajó su precio a U$S 3/litro. [10]

En marzo de 2006 Argentina se presentó ante los Tribunales de Dinamarca y fue admitida bajo
la figura formal de “bi-intervinientes” como tercero afectado por el conflicto. En ese mismo
mes, también, fue aceptada en el procedimiento iniciado por Monsanto en los países bajos en
julio de 2005, bajo una figura similar denominada “joinder of parties”. Estas presentaciones
permitieron a nuestro país acompañar a los importadores europeos de harina de soja
demandados por Monsanto por infracción a la ley de patentes.-

Durante los meses de abril y mayo de 2006 los embargos dispuestos contra buques argentinos
aumentaron considerablemente, sobre todo en España, país éste donde las aduanas frenaron
de oficio unos diez embarques, con un perjuicio para los importadores superior a los 6 millones
de euros en concepto de garantías bancarias.-

A los inconvenientes de España se sumaron los procedimientos iniciados en cuatro buques que
arribaron a Holanda, de las empresas exportadoras Glencore y Cargill.-
El 11 de mayo de 2006 Argentina presentó en el litigio de los Países Bajos un escrito con el
cual adjuntó elementos que consideró contundentes acerca de la inexistencia de violación a
patente alguna.-

Mientras tanto en Dinamarca, Inglaterra, Holanda y España, Monsanto Technology de EE.UU.


siguió avanzando con las demandas judiciales que había iniciado en el 2005, aunque aclaró
que aceptaría U$S 80 millones (2 millones U$S/t) para salir de la vía judicial, en las cuales
reclama U$S 15/t.-

Esta situación podía aparejar el peligro de que el perjuicio para los compradores se trasladara
a los productores agrícolas argentinos, mediante una baja de precio de su producto. Los
importadores podrían decidir abonar un importe menor por la soja argentina a efectos de
cubrirse del perjuicio que les causarían los juicios y, a su vez, las empresas exportadoras
trasladarían ese descuento al valor que pagan los productores. [11]
3
En el año 2006, el Licenciado Ernesto Ambrosetti, a través del Departamento de Estudios
Económicos de la Sociedad Rural Argentina, estimó que el recaudo de los importadores
europeos significaría un impacto sobre el productor de U$S 7 por tonelada; mientras que
Alberto Rodríguez, Director de Ciara, sostuvo que: “Los descuentos de los exportadores van a
ir ocurriendo en función de lo que cada empresa previsione como daño y de acuerdo con la
visión de riesgo que evalúen”.-

La vigencia de la patente del gen de Monsanto concluiría, según los distintos países, entre
2011 y 2014, por lo que a la empresa le urge comenzar a cobrar sin más dilaciones.-
10

Si bien la posición mayoritaria de los diversos sectores del campo es que la tecnología debe
pagarse en el momento de comprar la semilla y no sobre el grano producido, en Expochacra
del año 2006, muestra agropecuaria que finalizó el 5 de marzo de ese año, algunos dirigentes
del agro se reunieron con directivos de la multinacional en miras a alcanzar un arreglo que
incluía el pago de un royaltie cercano a los dos dólares por tonelada vendida.
Contemporáneamente a ello, Monsanto elevó una propuesta al ex Secretario Campos en la que
propuso aguardar la primera sentencia antes de continuar con otras 180 demandas, que dijo
tener proyectadas en aquellos países donde registró el gen. A cambio de ello pretendía que la
SAGPyA adoptara un sistema de compensación, a través de licencias de exportación, para el
caso de que la demanda terminara favorable a la firma.-

Según lo publicado por Matías Longoni en el diario Clarín del 26 de marzo de 2006, Cancillería
ordenó, en esa semana, a las embajadas de Bélgica, Francia, Alemania, Austria, Reino Unido,
Holanda, España, Italia y Grecia que enfrentaran la ofensiva de Monsanto en Europa, enviando
un instructivo a las aduanas locales para que estuvieran enteradas de la posición argentina
cada vez que Monsanto pretendiera detener un barco proveniente de nuestro país y por otro
lado, en Bruselas, sede de la Unión Europea, el agregado agrícola argentino Gustavo Idígoras,
presentó un informe ante la Dirección General de la Competencia del bloque, a fin de informar
la posición nacional ante las prácticas de la empresa estadounidense, las que calificó de
“abusivas”.-

El 20 de junio de 2006 el Gobierno impuso límites al uso propio de semillas permitido por la
Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, mediante la resolución 338, por medio de la cual
los agricultores sólo podrán utilizar semillas propias para sembrar la misma superficie que
implantaron con productos certificados en el ciclo anterior. Hasta ese momento la ley 20247 no
limitaba de modo alguno el uso propio que podían hacer los productores y esa falta límites fue,
según la opinión de varias empresas semilleras, uno de los factores que alimentaron el
mercado negro de las semillas.-
Respecto a la resolución 338 la SAGPyA expresó: “La medida tiene como objetivo promover
una eficiente actividad de producción y comercialización de semillas, asegurar a los
productores agropecuarios la identidad y calidad de los productos que adquieren, así como
proteger la propiedad intelectual de las creaciones fitogenéticas”. [12]

Por ello, hubo quienes sostuvieron que la resolución, a grandes rasgos, intentaba resolver
también el conflicto que enfrentaba a las empresas semilleras con Agricultura y apuntaba a
descomprimir, en alguna medida, los reclamos de la empresa Monsanto en cuanto al cobro de
regalías por la soja transgénica. [13]

Si bien en la Secretaría de Agricultura expresó que: “Nadie ve esto como la solución del tema
del mercado negro, pero es un paso en la dirección correcta”, en el sector privado la medida
no fue vista con beneplácito. Adolfo Mac, director de la Asociación de Semilleros Argentinos
(ASA), manifestó: “Nosotros propusimos que se mantuviera el uso irrestricto para el caso de
los pequeños productores, pero que no sea gratuito para los grandes agricultores”. Según la
opinión de Mac los productores que tengan una facturación anual mayor a los 150.000 pesos
deberían hacer frente al pago de la semilla todos los años.-

El comunicado dado a conocer por la SAGPyA, textualmente consignaba que: “La Secretaría
procura, así, garantizar a las empresas privadas e instituciones públicas condiciones aceptables
para el desarrollo y comercialización de cultivares mejorados genéticamente.”

El organismo de aplicación de esta resolución también es el INASE, quien, como dijimos resulta
inoperante y, además, no posee la estructura necesaria para controlar a todos los productores
del país. Por ese motivo Agricultura informó que se estaban evaluando distintas alternativas de
fiscalización a través de un convenio con ASA (Asociación Semilleros Argentinos) y con la
Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales (ARPOV), entidades ambas
integradas por las empresas privadas comercializadoras de semillas.-
11
El 10 de agosto de 2006, el diario Clarín, publicó una nota en la que ponía en conocimiento de
los lectores que el día anterior, el Ministerio de Economía de la Nación había informado que la
Dirección General de Mercado Interior y Servicios de la Comisión Europea, en un comunicado
oficial, le daba la razón a la Argentina frente a los reclamos de Monsanto, al sostener que la
harina de soja derivada de semillas genéticamente modificadas que se importaba a la Unión
Europea no infringía la patente de la empresa Monsanto. Según se expresaba el organismo
europeo consideraba que no era suficiente que la información genética se hubiera incorporado
al producto y que estuviera siempre presente en él, sino que era necesario que esa
información genética ejerciera su función; por consiguiente, la protección dada por la patente
no podía extenderse a los productos derivados en los cuáles la información genética es
residual.-

La nota de Clarín indicaba, también, que la empresa Monsanto consideraba que el tema se
estaba debatiendo en distintos tribunales europeos, de Inglaterra, Holanda, España y
Dinamarca, por lo que, los dichos de un organismo burocrático como la Dirección aludida, sólo
era un dato más en la discusión. [14]

El sábado 12 de agosto de 2006, el mismo matutino reiteró la información dada dos días antes
[15] y ocho días después, el 20 de agosto, en una nota escrita por Luis Ceriotto, daba cuenta
de una reunión de gabinete celebrada el 17 de agosto, encabezada por Miguel Campos, luego
de un año desde que éste juntara por última vez a su gabinete. La nota hacía referencia a las
peleas internas transcurridas durante ese año entre quien era Ministra de Economía, Felisa
Miceli, con los funcionarios de Agricultura, a quienes muchas veces había ignorado en
reuniones que mantenía con sectores del agro y advertía que los ánimos entre Campos y su
tropa se habían distentido debido al dictamen favorable, habido en la Unión Europea, contra la
multinacional Monsanto. Un comentario del autor fue que:” Para Agricultura, ese dictamen es
un valioso punto a favor, tanto para las exportaciones de harina argentina, como para la
imagen de los funcionarios”. [16]

Pero, el 9 de setiembre de 2006, cuando podía suponerse que las aguas empezaban a
calmarse, Héctor A. Huergo, en el artículo “El cluster sojero tuvo cría”, publicado en Clarín
Rural, decía: “Podríamos hablar de la escasez de gasoil, o de la sequía, o de la nueva acción de
Monsanto trabando la descarga de harina de soja argentina en Tarragona (demostrando que el
conflicto, lejos de estar resuelto, retoma su vigencia)...”. [17]

El primer fallo relacionado con el conflicto planteado entre Argentina y Monsanto se dictó en
España, el 3 de setiembre pasado. En él un juez de Madrid, rechazó la demanda interpuesta
por Monsanto contra la empresa española Sesostris, vinculada al grupo Dreyfus, imponiéndole
además a la parte actora las costas del juicio. Monsanto manifestó su decisión de apelar la
sentencia, expresando sus voceros que no les sorprendía el cariz de la misma, porque el juez
se había negado a aceptar pruebas que ellos consideran fundamentales. [18]

Se sostiene que sería inminente el dictado de la sentencia en el juicio iniciado en el Reino


Unido contra Cargill. Esperamos que en este asunto nuevamente se imponga la posición
argentina. A pesar del revés sufrido en España Monsanto, sigue firme en su posición,
expresando: “Continuamos creyendo en los méritos de la causa”. [19]

Como broche final de esta seguidilla de disputas, el 15 de setiembre pasado, Monsanto anunció
una inversión de veintiocho millones de dólares para la creación de una nueva variedad de soja
transgénica, la que desarrollaría en Brasil, ya que según la multinacional, ese país demostró
que respeta la propiedad intelectual. Según lo expresado por el titular de la firma, la nueva
semilla no podrá venderse por el momento en Argentina, porque en nuestro país no está
garantizado el cobro de royalties. [20]

De llegar a efectivizarse esa conducta, podría acarrear consecuencias negativas a nuestros


productores, porque, como ya dijimos, de no contar con tecnologías que superen a las ya
existentes, en un plazo no muy extenso, el nivel internacional alcanzado, seguramente,
tenderá a decaer. Esto sería preocupante, ya que la soja, en este momento, es el producto
estrella de nuestra economía. El jueves 20 de septiembre pasado, se negoció a 255 dólares en
12
el Mercado a Término, arrojando una paridad de 800 pesos con entrega inmediata. [21] Por
ello sería importante conseguir que no declinen los logros que Argentina alcanzó en relación a
este cultivo.-

IV- Algunas observaciones relacionadas con el tema de Derechos de la Propiedad


Intelectual en vegetales transgénicos.

Si bien en sus orígenes se identificaba “Propiedad Intelectual” con “Derechos de Autor”, en la


actualidad ese concepto es abarcativo tanto de “Derechos de Autor”, como de “Derechos de
Propiedad Industrial” y de “Derechos de Obtentores de Variedades Vegetales”.-

Los “Derechos de Autor” confieren al creador de una obra literaria, artística o científica la
facultad de divulgarla al público o reproducirla. Los “Derechos de Propiedad Industrial”
conforman una normativa que otorga a sus titulares el derecho de excluir a cualquier otro, y
por supuesto a sus competidores, del aprovechamiento económico de sus creaciones aplicables
a la industria y comercio. Los “Derechos de Obtentores de Variedades Vegetales” se otorgan a
quienes obtienen variedades vegetales básicamente nuevas, distinguibles, homogéneas en
cuanto a sus características frente a otras variedades de la especie, y que puedan transmitir
estas características a su descendencia. [22]

Para evitar nuevos conflictos relacionados con el tema de la propiedad intelectual en vegetales
genéticamente modificados es imprescindible que Argentina destierre el mercado negro de
semillas, que es uno de los problemas más graves y más difíciles de controlar que tiene
respecto a tal temática.-

Si bien resulta positiva la limitación impuesta a la excepción del uso propio por la resolución
338 de la SAGPyA, ella no es suficiente para frenar el comercio ilegal de semillas. Sin más
dilación, el Estado deberá encarar una política estricta de control de la semilla ilegal. Esa tarea
tiene que estar bajo su órbita, porque es su responsabilidad y no son los productores los
encargados de realizarla.-

Para que la “bolsa blanca” desaparezca de Argentina, debe revertirse la actual inoperancia
estatal mediante la adopción de mecanismos más efectivos que los utilizados hasta el
momento y si el INASE no se organiza para ello, no puede ser él el encargado de efectuar el
control de la semilla ilegal y esa tarea deberá delegarse a otra institución, ya sea pública o
privada, para que la lleve a cabo con éxito. Esa entidad deberá contar con un presupuesto que
le permita ampliar considerablemente el número de inspectores que recorran los campos del
país y tener un plan realmente serio, encaminado al aniquilamiento del mercado negro de
simiente, dado que este flagelo afecta nuestro sistema productivo, porque al generar
incertidumbre perjudica las decisiones de inversión en aquellos cultivos en los cuales existe
(por ejemplo: trigo y soja).-

Debido a las superposiciones y falta de coordinación existente entre la legislación de patentes


y la normativa sobre obtenciones vegetales en la Argentina, como así también entre la Ley
Nro. 20247 y normas de jerarquía inferior, pero, que son de aplicación práctica, es necesario,
también, que para evitar problemas, nuestro país implemente una reforma legislativa que
permita armonizar ambos sistemas y desterrar vacíos y contradicciones. [23]

Las multinacionales productoras de transgénicos tratan de apoderarse del mercado para


obtener beneficio de los agricultores, por lo que es común que busquen un modo de acceso al
cultivo que les interesa, contaminen la plaza con semillas genéticamente modificadas, que a
veces inicialmente hasta regalan, para luego pretender cobrar regalías sobre la totalidad del
grano cosechado en cada ciclo por todos los agricultores de un país. Ello, en algunos lugares,
trajo como consecuencia una contaminación tan alta de vegetales transgénidos, que se
llegaron a generar situaciones extremas. En México, por ejemplo, los aborígenes utilizan
semillas genéticamente modificadas hasta con tres tipos de maíz transgénico importado de
EE.UU., dado que sus variedades de maíz tradicional fueron contaminadas como consecuencia
del Tratado de Libre Comercio suscripto entre ambos países. [24]
13
Como la contaminación, en algunas áreas, es tan importante y los derechos de propiedad
intelectual sobre vegetales modificados genéticamente se amplían cada vez más, quizás hasta
límites antes insospechados, debe tratarse que, respecto al tema, prevalezcan siempre la
justicia y la equidad. Es muy conocido el caso del agricultor canadiense Percy Schmeiser, quien
por más de cuarenta años cultivó colza tradicional y fue acusado por Monsanto de infringir la
ley de patentes, a pesar de que Canadá no reconoce patentes sobre plantas. Luego de siete
años de juicio la Corte Suprema de ese país falló en su contra, señalando que no le importaba
cómo llegaron las semillas transgénicas al terreno del agricultor. La sentencia consideró
irrelevante si esas semillas fueron llevadas allí por el viento, por los zapatos del vecino o por
los insectos y lo único que tuvo en cuenta es que estaban ahí. Por esa razón, aunque Canadá
no reconoce patentes sobre plantas; pero, sí sobre genes, el Tribunal decidió que el agricultor
debía pagarle regalías a Monsanto, porque al ser el gen parte de la planta, extendió hasta ella
el derecho de patente. [25]

Si bien creemos que el uso de la tecnología debe pagarse, porque como manifestamos, los
montos invertidos para lograr un éxito fitomejorador son enormes y, además, de no contar con
incentivo económico las empresas que financian proyectos de mejoramiento vegetal
abandonarían la búsqueda de nuevas tecnologías, lo que sería perjudicial para nuestro agro,
creemos que el pago de regalías no puede lograrse utilizando métodos coercitivos.-

Los sistemas de cobro empleados, indudablemente, deben adecuarse a la normativa legal


vigente en cada uno de los países donde las multinacionales productoras de transgénicos
desarrollan sus actividades. Aceptar lo contrario generaría inseguridad jurídica, porque nunca
se sabría a quién y por qué deberá pagarse en el futuro. Además, pagar a quien no cumplió
con la ley, crea situaciones injustas y de desigualdad, tanto para aquellos que cumplieron con
ella, como, también, para los que por no poder o no querer cumplir con la normativa vigente
se ven imposibilitados de cobrar. Esta afirmación es válida, especialmente, para casos como el
de Monsanto en Argentina, donde la legislación que se pretende obviar o avasallar ya existía
cuando la firma ingresó al mercado local.-

Los vegetales transgénicos, no sólo deben ser un instrumento útil para que unos pocos grupos
económicos de países altamente desarrollados obtengan beneficios, sino que sería de esperar
que se convirtieran en un arma eficaz para mejorar la calidad de vida de toda la humanidad.-

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(*) Mónica Marta Palucito es Abogada, por la Universidad de Buenos Aires; Licenciada en
Criminología, por la Universidad de Buenos Aires y Especialista en Derecho de la Alta
Tecnología, por la Universidad Católica Argentina. Se ha interesado en el tema de los derechos
de propiedad intelectual en OGM y es autora de la tesina “Derechos de Propiedad Intelectual
en Vegetales Genéticamente Modificados. La situación argentina”.

[1] Conf. Solleiro, José Luis, Propiedad Intelectual: ¿Promotor de la innovación o barrera de
entrada?, en Temas de Derecho industrial y de la competencia 2. Biotecnología y Derecho,
Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1977, pág. 172.
[2] Conf. Héctor A. Huergo “Un proceso sustentable y valioso”, Clarín Rural, 22 de setiembre
de 2007, pág. 3.
[3] Conf. Héctor A. Huergo en “Llega una nueva ola de tecnología para el agro”, Clarín, El País,
Pág. 17, jueves 13 de setiembre de 2007.
[4] En esta parte del trabajo se han sistematizado informaciones aparecidas en distintos
medios de comunicación (diarios, revistas, páginas web, etc.) sobre la conflictiva desarrollada,
desde que ella se inició hasta la fecha, ya que debido a lo candente y actual del tema no se
cuenta con bibliografía que lo desarrolle de modo actualizado e íntegro. Ello ha demandado a
la autora una intensa lectura de publicaciones e informes de prensa.
[5] Conf. ley 24481, artículo 4.
[6] “La licencia es un contrato por el cual una de las partes, titular de un derecho de propiedad
industrial, llamada licenciante, confiere a otra parte llamada licenciataria, la autorización de
uso y goce de un derecho de propiedad industrial, propiedad intelectual o similar, de la misma
manera aunque no necesariamente con la misma extensión que el propietario” (Definición
conforme Baumbach y Hefermehl, extraída de Contrato de Licencia de Patentes sobre genes,
Noir, Helena María y Schöltz, Gustavo, en Innovación y propiedad intelectual en mejoramiento
vegetal y biotecnología agrícola. Estudio interdisciplinar y propuestas para la Argentina, 1ra.
Ed., Heliasta; Universidad Austral, Buenos Aires, 2006, pág. 345, que a su vez remite a una
17
cita efectuada por Witthaus, Mónica en Etcheverry, R. A., Derecho Comercial y Económico- To.
III Contratos-Parte Especial-, Buenos Aires, Editorial Astrea, 2000, pág. 66 y ss.
[7] Citado por Fernando Krakowiak, en Página 12, Cash, Edición del 19 de febrero de 2006,
www.pagina12.com.ar.
[8] Idem al anterior.
[9] Conf. Naishtat, Silvia, en Negocios y Mercados: Hay 2.000 millones de dólares en juego. La
batalla con Monsanto aterriza hoy en Washington, Clarín, El País, on line:
http://www.clarín.com/diario/2006/02/20/elpais/p-01403.htm
(10) Conf. Marca Líquida Agropecuaria S.A., en Revista Marcaliquida Agropecuaria,
www.marcaliquida.com.ar
(11) La Nación, 21 de junio de 2006, Sección 2, Página 3
[12] //www.sagpya.mecon.gov.ar/new/0-0/nuevositio/comunicados/leer.php?nombre=29-08-
06.txt.
[13] La Nación, 21 de junio de 2006, Sección 2, Página 3.
[14] Clarín, El País, Página 21, La polémica por las patentes, Un round para la Argentina en la
pelea con Monsanto.
[15] Clarín, Rural, sábado 12 de agosto de 2006, pág. 3, “La soja RR y un nuevo capítulo”.
[16] Ceriotto, Luis, en Clarín, El País, pág. 19, domingo 20 de agosto de 2006, El color del
dinero. Monsanto y Miceli obraron un milagro en Agricultura.
[17] Huergo, Héctor A., El cluster sojero tuvo cría, en Clarín, Rural, página 3, del sábado 9 de
setiembre de 2006.
[18] Clarín, El País, jueves 6 de setiembre de 2007, “Un fallo contra Monsanto por la soja
transgénica”.
[19] Idem al anterior.
[20] Idem.
[21] “La soja, arriba, y el trigo, planchado, Clarín, Rural, pág. 23, sábado 22 de setiembre de
2007.
[22] Véase Astudillo Gómez, Francisco, Regulación del acceso a los recursos genéticos y
propiedad intelectual, en Temas de Derecho Industrial y de la Competencia, Director Carlos
María Correa- Coordinador del Consejo Consultivo: Salvador Darío Bergel, 2 Biotecnología y
Derecho, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1997, págs. 14/15.
[23] Sobre el tema puede consultarse el excelente trabajo de Witthaus, Mónica, Superposición
y contradicciones en la legislación argentina sobre derechos del obtentor y derecho de
patentes, en Innovación y propiedad intelectual en mejoramiento vegetal y biotecnología
agrícola. Estudio interdisciplinar y propuestas para la Argentina, coordinado por Gustavo
Schöltz, dirigido por Miguel Ángel Rapella, 1ra. Edición, Heliasta, Universidad Austral, Buenos
Aires, 2006, pág. 267.
[24] Conf. Bravo, Ana Lucía, TCL un asunto que nos concierne a todos, en Internet,
www.ecoportal.com.
[25] On line, Monsanto contra los agricultores entrevista con Percy Schmeiser, Revista World
Watch Nro. 15, Apr. 02 en http://www.mindfully.org/GE/GE4/Monsanto-Contra-SchmesiserApr02.htm

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