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Institvtio Christianae Religionis, Das ist Underweisung inn Christlicher Religion/ inn Vier Bücher verfasset.
Durch Herrn Johannem Caluinum. Aus Lateinischer vnd Frantzösischer Sprach trewlich verteutscht, Heydelberg
1572. (Nota: título original de la primera traducción del latín y francés al alemán de la Institución de la Religión
Cristiana, Heidelberg 1572).
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Institution de la religion Chrétienne par Jean Calvin. Nouvelle édition, par Frank Baumgartner, Genève / Paris
1888.
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mundo creado como espejo de Dios es creador de sí mismo“, lo que significaría que
„Dios es naturaleza “ (I 5,5), siendo que: “mientras el aspecto del mundo nos parezca
grandioso ante nuestros ojos, nos enceguece, ocultando la gloria de Dios en la
oscuridad” (a Tit. 2,13; CO 52,424) ∗ .
El Mediador entre Dios y el ser humano es el „Dios de gloria inefable“ (Inst. I 13, 10),
no es Dios el Padre, sino su Hijo. La gloria manifiesta su deidad, pero en Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, la gloria de Dios debe hacerse visible a los seres
humanos que en su pecado ya no la pueden ver. „Cuando escuches entonces que el
Hijo de Dios es el esplendor de la gloria de su Padre, piensa que la gloria del Padre
te es invisible hasta que ésta resplandezca en Cristo… puesto que aunque Dios es
la única luz que nos deba iluminar a todos, sólo puede llegar a nosotros mediante
este resplandor” (a He. 1,3, CO 55,12)*. La gloria de un mero Dios es profundamente
aterradora para nosotros, “hasta que Jesucristo nos sale al camino para cambiar el
trono de gloria aterradora en trono de gracia” (Inst. III 20,17). La gracia y la gloria de
Dios forman un conjunto „el término gloria… indica aquello que resplandece en la
bondad de Dios. Puesto que nada es más esencial para Él que su bondad en la cual
desea glorificase” (a Ef. 1,11; CO 51,152)*. Él „demuestra de la forma más
majestuosa su poder cuando nos socorre en nuestra debilidad“ (a Col. 1,11; CO
52,82)*.
¿Pero vemos realmente la gloria que Dios visibiliza de tal modo? Calvino responde:
“en Cristo se pudo percibir la gloria,… que fue testimonio indudable de su divinidad”,
pero “aunque la gloria de Cristo pudo haber sido visible para todos, por ceguedad
permaneció desconocida para la mayoría. Sólo aquellos a quienes el Espíritu Santo
les abrió los ojos, vieron la manifestación de su gloria” (Jn. 1,14; CO 47,15)*. La
revelación de Dios en Cristo no es una revelación en la que cualquiera pueda
servirse, sólo en el Espíritu Santo estaremos abiertos a la gloria de Dios en
Jesucristo, así comprenderemos en forma de promesa su futura revelación.
Vale decir, „donde quiera que exista esta fe viva, necesariamente irá acompañada
de la esperanza en la vida eterna“ (Inst. III 2,42). Reiterando, no se puede separar la
esperanza de la fe, pues „Cristo [es] la esperanza de la gloria” (a Col. 1,27; CO
∗
Debido a la inexistencia de una versión en español de la Opera Selecta de Calvino, las citas corresponden a una
traducción libre del texto original en alemán.
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52,97)*. „Mediante el Evangelio nos ilumina el resplandor de la futura gloria que Dios
desea entregar“ (a Ro. 5,2; CO 49, 89s.)*. Lo anterior significa que: 1. El Evangelio
de Jesucristo nos permite tener esperanza en la futura gloria, 2. la gloria ya
comienza en el Evangelio, 3. esta gloria es dichosa, porque revela la gracia de Dios
concedida en Cristo.