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La proclamación de Calvino sobre la gloria de Dios

Ya en las primeras traducciones en alemán de la „Institución de la Religión


Cristiana“ 1 el término „Herrlichkeit“ se tradujo del latín „gloria” y del francés “gloire”. 2
Paralelamente además, están los términos resplandor, luminosidad, grandeza, gozo,
majestuosidad, paz, bienaventuranza, hermosura. Según Calvino, la gracia de Dios
tiene tres dimensiones:

1. „La gloria celestial de Dios“

De esta forma lo formula Calvino en la Institución de la Religión Cristiana. IV 5,17.


No obstante, la morada de Dios en los „cielos“ habría que comprenderla de la
siguiente manera: “que no está limitado ni contenido en un lugar determinado, sino
que se encuentra en todas partes, y que todo lo llena. Mas como nuestro
entendimiento según su debilidad no puede comprender de otra manera su gloria
inefable, Él nos la da a entender por el cielo” (III 20,40). La gloria es inherente a
Dios, Dios es gloria, lo que se denomina como cielo está sujeto a la presencia del
Dios glorioso, sin Su presencia, el cielo es algo “distante“ y al resplandecer su gloria
es celestial.
No se debe fijar entonces a Dios en su gloria más allá del mundo visible, sino más
bien estamos circundados de una abundancia de señales manifiestas sobre la gloria
de Dios. „A cualquier parte que miremos, no hay cosa en el mundo, por pequeña que
sea en la que no se vea lucir ciertos destellos de su gloria.“(I 5,1) Especialmente en
el ser humano como imagen de Dios, Dios el Creador, muestra su magnificencia
„como en un espejo“ (II 12,6), sin embargo, aún cuando la gloria de Dios
resplandece externamente en señales, se le debe comprender como espiritual. (I
15,3)
Por ahora sólo podemos ver la gloria de Dios Padre en forma indirecta, siendo más
precisos, la podríamos ver, pero de hecho no lo hacemos, lo que se debe al pecado
humano. “Todo cuanto hay de precioso… debe estar sometido a Dios” (IV 5,17). Sin
embargo, cuando nos restringimos al esplendor de cosas terrenales entonces „el

1
Institvtio Christianae Religionis, Das ist Underweisung inn Christlicher Religion/ inn Vier Bücher verfasset.
Durch Herrn Johannem Caluinum. Aus Lateinischer vnd Frantzösischer Sprach trewlich verteutscht, Heydelberg
1572. (Nota: título original de la primera traducción del latín y francés al alemán de la Institución de la Religión
Cristiana, Heidelberg 1572).
2
Institution de la religion Chrétienne par Jean Calvin. Nouvelle édition, par Frank Baumgartner, Genève / Paris
1888.
2

mundo creado como espejo de Dios es creador de sí mismo“, lo que significaría que
„Dios es naturaleza “ (I 5,5), siendo que: “mientras el aspecto del mundo nos parezca
grandioso ante nuestros ojos, nos enceguece, ocultando la gloria de Dios en la
oscuridad” (a Tit. 2,13; CO 52,424) ∗ .

2. La gloria del Mediador

El Mediador entre Dios y el ser humano es el „Dios de gloria inefable“ (Inst. I 13, 10),
no es Dios el Padre, sino su Hijo. La gloria manifiesta su deidad, pero en Jesucristo,
Dios y hombre verdadero, la gloria de Dios debe hacerse visible a los seres
humanos que en su pecado ya no la pueden ver. „Cuando escuches entonces que el
Hijo de Dios es el esplendor de la gloria de su Padre, piensa que la gloria del Padre
te es invisible hasta que ésta resplandezca en Cristo… puesto que aunque Dios es
la única luz que nos deba iluminar a todos, sólo puede llegar a nosotros mediante
este resplandor” (a He. 1,3, CO 55,12)*. La gloria de un mero Dios es profundamente
aterradora para nosotros, “hasta que Jesucristo nos sale al camino para cambiar el
trono de gloria aterradora en trono de gracia” (Inst. III 20,17). La gracia y la gloria de
Dios forman un conjunto „el término gloria… indica aquello que resplandece en la
bondad de Dios. Puesto que nada es más esencial para Él que su bondad en la cual
desea glorificase” (a Ef. 1,11; CO 51,152)*. Él „demuestra de la forma más
majestuosa su poder cuando nos socorre en nuestra debilidad“ (a Col. 1,11; CO
52,82)*.
¿Pero vemos realmente la gloria que Dios visibiliza de tal modo? Calvino responde:
“en Cristo se pudo percibir la gloria,… que fue testimonio indudable de su divinidad”,
pero “aunque la gloria de Cristo pudo haber sido visible para todos, por ceguedad
permaneció desconocida para la mayoría. Sólo aquellos a quienes el Espíritu Santo
les abrió los ojos, vieron la manifestación de su gloria” (Jn. 1,14; CO 47,15)*. La
revelación de Dios en Cristo no es una revelación en la que cualquiera pueda
servirse, sólo en el Espíritu Santo estaremos abiertos a la gloria de Dios en
Jesucristo, así comprenderemos en forma de promesa su futura revelación.
Vale decir, „donde quiera que exista esta fe viva, necesariamente irá acompañada
de la esperanza en la vida eterna“ (Inst. III 2,42). Reiterando, no se puede separar la
esperanza de la fe, pues „Cristo [es] la esperanza de la gloria” (a Col. 1,27; CO


Debido a la inexistencia de una versión en español de la Opera Selecta de Calvino, las citas corresponden a una
traducción libre del texto original en alemán.
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52,97)*. „Mediante el Evangelio nos ilumina el resplandor de la futura gloria que Dios
desea entregar“ (a Ro. 5,2; CO 49, 89s.)*. Lo anterior significa que: 1. El Evangelio
de Jesucristo nos permite tener esperanza en la futura gloria, 2. la gloria ya
comienza en el Evangelio, 3. esta gloria es dichosa, porque revela la gracia de Dios
concedida en Cristo.

3. La gloria de los hijos e hijas de Dios

En la esperada revelación de la gloria de Dios, Él la „irradiará a todas partes para


que todos sus elegidos sean partícipes de ella” (a Tit. 2,13; CO 52, 424)*, dicha
participación se nos obsequiará puramente por gracia (Inst. III 21,7). „Es una
maravillosa obra de Dios que la esperanza de la gloria celestial habite en frágiles
vasijas de barro“ (a Col. 1,27; CO 52,97)*. „Aunque hasta ahora nuestra salvación
está oculta en la esperanza, en cuanto nos miremos a nosotros mismos, a pesar de
ello ya poseemos la dichosa inmortalidad y gloria en Cristo (a Ef. 2,6; CO 51,164)*.
Con ello, ambas afirmaciones son correctas: „El resplandor de la futura gloria que
Dios desea entregar, nos la irradia a través del Evangelio“ (a Ro. 5,2; CO 49, 89s.)* y
“aunque oigamos… que el reino de Dios está lleno de … gloria, no obstante todas
estas cosas están muy alejadas de nuestros sentidos y envueltas en enigmas…
hasta que venga el día en que el Señor se nos manifestará en su gloria” (Inst. III
25,10). Con el „anhelo de la gracia de Dios“ vamos al encuentro de ese día (a Mt.
6,13; CO 45,203)*, pero aún vivimos en aflicción, recién ahí “el Señor recibe en ella a
los suyos… de la afrenta a la gloria y la honra” (Inst. III 18,4). Mientras tanto, no
debemos dejarnos confundir y debemos orientarnos únicamente en Dios y en su
justa voluntad.
¿Y luego? „Cristo en su manifestación ahuyentará el humo del mundo para que nada
opaque el resplandor de su gloria” (a Tit. 2,13; CO 52,141)* y a continuación
resonará la alabanza que a Dios le ofreceremos: „alabada sea su gloriosa gracia” (a
Ef. 1,5; CO 51, 149)*. „Cuando sólo seamos vasijas de su misericordia, estamos
ejemplificando al máximo la gloria de Dios entre nosotros“ (a Ef. 1,11; CO 51,152)*.
Al llegar ese momento, Dios estará en el centro, pero no sin sus criaturas, Él los
acogerá y los hará suyos y tendrán tranquilidad y paz. “Las almas de los fieles, al
concluir su lucha en esta vida mortal, van a un descanso bienaventurado, donde con
gran alegría esperan gozar de la gloria que se les ha prometido” (Inst. III, 25,6).
Prof. Dr. Eberhard Busch, Göttingen

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