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PERSONALIDAD DE UN CRUZADO.
2008.
CAPITULO I.
LA INFANCIA. LA VIDA CIVIL.
1
Lamentablemente la familia no pudo conservar algún ejemplar de la historieta, que por el tinte de los
acontecimientos, y el destino de Roberto, hubieran enriquecido sobremanera su biografía.
Respecto a la historieta a que hiciéramos alusión; ésta estaba muy bien dibujada
(tanto los dibujos como el guión eran íntegramente de Roberto) y fue compuesta cuando tan
sólo contaba con ocho años. El protagonista y héroe de la misma, “Rob-Dick” (Rob, de
Roberto, y Dick, vaya a saber por qué) era un gaucho con capa que libraba distintas
aventuras, todas con un sentido nacional. Las historietas de “Rob-Dick” se extendieron
durante cuatro años, y durante ese tiempo, el superhéroe nacional iniciaba una campaña
para recuperar las islas Malvinas (de allí la mención que hace Estévez a su padre, en la
carta póstuma: “…¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y
armas, todo destinado a recuperar las Islas Malvinas?…”).
Roberto cursó el ciclo primario en la Escuela N º 3 "Domingo F. Sarmiento" (vaya
paradoja del destino, porque tanto Estevez padre, como su hijo, eran fervientes
admiradores del Restaurador Don Juan Manuel de Rosas); y el secundario en el Colegio
Nacional N º 1. Sus compañeros fueron los mismos hasta que se recibieron, por lo que
resultó un grupo muy unido que estaban siempre juntos incluso en las vacaciones. En esa
época solían organizar campamentos a algún lugar del interior y disfrutaban de sanas
diversiones.
Fue un alumno inquieto y curioso, leía el diario antes de ir al colegio y más de una
maestra lo debe haber "sufrido" ya que era de los que no se quedaba con la duda sobre
ningún tema; preguntaba, preguntaba y preguntaba... Inteligente, como quedo dicho, tenía
un agudo sentido crítico, cuestionaba todo lo que no le parecía justo o verdadero, al
extremo de que a veces las maestras se vieron forzadas a echarlo del aula por sus continuos
cuestionamientos. No soportaba la mentira y justamente esto fue lo que a nivel escolar lo
llevó a cuestionar la “historia oficial”. Cursando séptimo grado, Estevez
participó de un concurso provincial sobre "El Santo de la Espada" y
lo ganó recibiendo una plaqueta que le fue entregada como premio. Pero más que el
reconocimiento por su trabajo, el concurso reafirmó más aún su afición por la historia. Para
esta misma época, su inquietud intelectual lo llevó a encontrar y leer apasionadamente, un
libro que se hallaba en la biblioteca de su padre. Este libro no era otro que el clásico "La
vida de Don .Juan Manuel de Rosas" de Manuel Gálvez. Además de los clásicos del
revisionismo, Roberto leía todos los números de la revista de Félix Luna "Todo es
Historia", que se compraba puntualmente en la casa paterna. Fanático lector, era común que
se quedara dormido con la luz encendida.
Su padrino de confirmación fue un amigo de la familia; el Profesor Justo Alí
Brouchoud, profesor de historia y escritor, que se dirigió a Misiones desde Entre Ríos a
fundar el Instituto de Profesorado "Antonio Ruiz de Montoya" a solicitud del Obispo
Monseñor Jorge Kemerer. Alí (como cariñosamente le llamaba la familia) se dedicó
a proveerle de material de lectura a Roberto desde que descubrió
cuánto le gustaba y se interesaba por la historia. Cada vez que el padrino iba de vacaciones
al pago de la familia, eran sagradas las conversaciones y debates sobre temas de actualidad
nacional y mundial con su ahijado, que por lo general, se prolongaban en apasionados
cambios de ideas hasta que un nuevo amanecer los sorprendía.
Fuera del plano intelectual, puede decirse que Roberto era una persona
extremadamente alegre y divertida; gustaba de ir a bailar con amigos y no se perdía un fin
de semana de "boliche" o de festejo de cumpleaños de alguna chica. Disfrutaba de la vida al
aire libre y fue aficionado a los deportes. Concretamente, practicó judo y remo mientras
estuvo en Posadas, y otros deportes cuando estuvo en el CMN, pero como
complemento a su formación integral y no en forma competitiva.
Como buen espíritu alegre, era Estevez amante de la música. Le gustaba desde el
chamamé hasta la clásica, y por supuesto, el folklore. En este género su predilección se
encontraba en Rimoldi Fraga, José Larralde, Los Fronterizos y Los Chalchaleros.
Siempre quiso aprender a tocar la guitarra, se esforzó mucho para ello, pero como
era zurdo el encordado “le quedaba invertido” al final dejó de insistir, conformándose con
escuchar y cantar en las guitarreadas que se armaban en los asados. Respecto a esto de ser
“zurdo”, era algo que realmente le fastidiaba, al punto de decir, desengañado por lo mucho
que le costaba todo, que era producto de que escribía con la mano izquierda, porque para
los zurdos el mundo era al revés. No se daba cuenta de que justamente, él era el que
siempre estuvo por el recto camino, y que era el mundo, quien iba, y sigue yendo, al revés.
CAPITULO II.
LA MADUREZ. LA CARRERA DE LAS ARMAS.
Roberto Néstor Estevez, se decidió de pequeño por la carrera de las armas. Sin
embargo, descubierta su vocación militar, nuevamente apareció el estigma de manejarse
con la mano izquierda. Esto se debió a que un amigo le comentó al “Toto” que aquellos que
escribían con la izquierda, no entraban al Colegio Militar porque tenían problemas para
manejar las armas y disparar. Estévez tenía diecisiete años y no estaba dispuesto a permitir
que nada obstaculice su carrera castrense. Todo lo que se proponía, Estevez no paraba hasta
lograrlo. Por lo tanto, a raíz del comentario de su amigo, y frente a la posibilidad de
quedarse sin ingresar a la Escuela Militar, aprendió a escribir y manejarse con la mano
derecha. De lo que resultó, ambidiestro…
Inicialmente, Roberto decía que quería entrar al arma de Caballería, pero una vez en
tema, se le escuchaba que prefería la Infantería porque sentía más ambiente de camaradería.
En consecuencia, y superando los escollos comentados, ingresó en el Colegio
Militar de la Nación y en 1978 alcanzó el grado de Sargento Cadete y el puesto interno de
Encargado de la Sala de Armas de la Subunidad.
Desde esta época temprana en las FFAA se destacó por su voluntad y esfuerzo,
amén de su capacidad innata para sobreponerse a las dificultades que la dura disciplina del
cuartel suele imponer a sus hombres.
Estevez egresó con el grado de Subteniente, en el IV año del Colegio Militar, el 12
de octubre de 1978, por la posibilidad de una guerra con Chile, y ante la necesidad de más
personal militar. Por lo antedicho fue su primer destino el Regimiento de Infantería 25, con
asiento en Colonia Sarmiento, Chubut. Allí dio sus primeros pasos como oficial,
destacándose de tal manera que recibió el premio “Al mejor Infante”, además de ser
distinguido con el honor de ser abanderado.
Logró desde el principio la estima de sus subalternos. Sobresalió entre sus
camaradas por su gran profesionalismo, su capacidad, pero también por lo divertido de su
personalidad. Esta cualidad, no era obstáculo para que fuera inflexible en el mando, ya que
en él se combinaban armoniosamente la camaradería y el rigor del jefe.
Pero subrayando que los héroes no son de bronce, sino seres humanos de carne y
hueso –y por lo tanto imitables si uno se lo propone- Estevez tenía una llamativa dificultad
para todas las actividades de destreza o que demandaran gran coordinación. Es que los
hombres no son perfectos. Cualquier tarea que le exigiera alguna agilidad especial (como
por ejemplo el andinismo), le costaba un triunfo. Sin embargo, contrarrestaba este defecto
con una gran cualidad que también lo caracterizaba; su tenacidad. Era persistente hasta lo
increíble en el camino para alcanzar sus objetivos.
Así pues pasó sus primeros años como oficial. En el año 1980 le tocó la distinción
de ser elegido como el mejor oficial de la unidad. Al año siguiente se preparó para dar otro
paso en lo que fue su brillante carrera. Este peldaño no fue uno cualquiera; más bien todo lo
contrario. La decisión de efectuar el curso de comandos lo marcaría a fuego; era prepararse
para entrar en la “élite” del ejército. Durante la realización de dicho curso se sucedieron dos
anécdotas que pintan de cuerpo entero el temple de nuestro biografiado. La primera fue
durante un ejercicio conocido como “pasillo de fuego”. En el mismo el aspirante recorría
una pista con obstáculos para agilizar la rapidez de decisión y proceder ante situaciones
límites. El ejercicio duraba todo un día, y antes de finalizar, después de horas y horas de
exigencia, el futuro comando entraba al pasillo de fuego propiamente dicho, el cual
consistía en un pasillo cavado en la tierra, que no permitía ir totalmente parado ni de
frente; arriba estaba tejido con un “techo” de alambre de púas y conforme uno lo iba
recorriendo, detonaban cargas explosivas que iban atontando al cursante. Al final del
pasillo se enfrentaba con un grupo desplegado en semicírculo de instructores que lo
sometían a un combate cuerpo a cuerpo. Cuando lo normal para aquel que sólo deseara
“pasar” el ejercicio sería encarar la lucha por algún lateral para así tener menos
contendientes, o bien encontrar un hueco, Estevez hizo todo lo contrario. En su afán de
autoexigencia y superación arremetió directo contra el centro del dispositivo, lo cual era sin
duda el peor lugar. Al final del ejercicio fue felicitado y es una muestra más de la voluntad
de hierro de quien estaba llamado por la Providencia para ser un héroe.
El otro momento que vamos a señalar es más gráfico que el anterior. Al final de la
etapa del curso de comando que se desarrollaba en Córdoba, se realizaba un ejercicio
denominado “campo de prisioneros”. Allí los cursantes “caían prisioneros”, y los supuestos
enemigos los sometían a largos interrogatorios. Fue durante este ejercicio cuando el cuerpo
del Subteniente pareció no tolerar más, ya que tuvo dos paros respiratorios.
Pese a los problemas físicos, y a que lo normal ante circunstancias como las
narradas hubiera sido la separación del aspirante del entrenamiento para comando, el Jefe
del curso le permitió continuar y Roberto completó el adiestramiento adquiriendo la
preciada especialidad.
Justamente, en la etapa final del curso, fue cuando su familia lo vio por última vez,
al estar realizando el adiestramiento en la parte de “selva”, en su provincia natal, Misiones.
Volviendo a lo estrictamente militar; Estevez en 1981 era comando y ascendió a
Teniente. Pese a que por su ascenso le hubiera correspondido el pase y traslado, él pidió
permanecer un año más en Colonia Sarmiento, Chubut, en el Regimiento 25, que ya
comandaba el Teniente Coronel Seineldín con quien Roberto trabó una amistad y en quien
vio reflejado el arquetipo de soldado.
Finalmente, Estevez fue en busca de la gloria defendiendo a su Patria contra la
agresión de nuestro enemigo histórico: Inglaterra. Así, partió a Malvinas el día 27 de marzo
de 1982 con el convencimiento de que no regresaría.
La carta póstuma para su padre y su familia quedó en el Regimiento, y fue
entregada a los familiares en julio de 1982, una vez conocido su fallecimiento, junto con
sus objetos personales y una carta para su novia2.
2
Las cartas se encuentran todas en poder de la familia quien gentilmente me las facilitaron, a excpeción de la
carta para su novia a quien desgraciadamente no se puedo localizar.
CAPITULO III.
MALVINAS.
"Querido Papá: Cuando recibas esta carta yo, ya estaré rindiendo mis acciones
a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el
cumplimiento de la misión. Pero fijate vos ¡qué misión! ¿No es cierto? ¿Te acordas
cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todo destinado a
recuperar las Islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía? Dios, que es un
Padre Generoso, ha querido que éste, tu hijo, totalmente carente de méritos, viva esta
experiencia única y deje su vida en ofrenda a Nuestra Patria. Lo único que a todos
quiero pedirles es, 1º) Que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de
Cristo; 2º) Que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la
tristeza, y muy importante, 3º) Que recen por mí.
Papá, hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres pero que
hoy debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por
creer en el honor; gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e
hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que
es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, sí Dios lo permite.
Un fuerte abrazo. Dios y Patria ¡O Muerte!".
Roberto.
El resto de las horas y los días que transcurrieron desde el 26 de marzo hasta el 1 de
abril fueron de preparación del equipo propio, y el de los soldados y suboficiales, como así
también, de templanza para estar pronto espiritualmente para no volver de la campaña.
Como se podrá ver en otra carta que Roberto envió a su padre, y que a continuación
transcribimos en toda su extensión, fechada la misma en Puerto Santiago (Ex – Goose
Green), el día 11 de abril, el hecho de estar embarcado esperando el momento de entrar en
acción ponía a nuestro héroe en un particular estado de ansiedad y nerviosismo que le hacía
desdeñar la relativa comodidad de la que gozaba en el buque que los trasladó al teatro de
operaciones.
0540 hs.- Bueno aquí estoy de regreso, para variar en esta madrugada hay
viento, cielo cerrado y lloviznas intermitentes. Después te voy a hablar del
archipiélago y sus peculiaridades. Volvamos al Irizar, viajamos en él hasta el 1 de
abril en que arribamos a la línea de Partida para el Ataque. Esa tarde, en una de las
bodegas se celebró la Santa Misa, a cargo del Capellán del Comando de Operaciones
Navales (…) En todo este hermoso buque se pasa la arenga del Comandante del
Teatro de Operaciones “Malvinas” y luego la del Componente Naval. Para entonces la
flota estaba formada para combate. Las fragatas “Hércules” y “Santísima Trinidad”,
el “Irizar”, transportes “Islas de los Estados” y “San Antonio”, y un poco mas atrás el
portaaviones “25 de Mayo”. Así se inicia la aproximación de la muchachada de la
Agrupación de los Buzos Tácticos y los de la Agrupación Paracaidistas, los Comandos
Anfibios, algunos de los cuales tengo el orgullo de contarlos como amigos. Ellos
llegaron a costa e iniciaron la espera. A las 0500 hs. un Batallón de Infantería de
Marina y otras fracciones de apoyo desembarcaron. Breves momentos antes, el
Primer Escalón de Buzos y Comandos, había desactivado y apagado todos los puestos
claves (usinas, teléfonos, faro, agua corriente, etc, etc). Hasta ese momento una de las
secciones de la Compañía C debía quedar como Reserva del Comandante en el
“Irizar”, mientras que a mí deberían lanzarme desde helicópteros con el Jefe de
Compañía y Sección en esta zona donde hoy estoy; Goose Green/Darwin (los dos
pueblos están separados por no más de 2 millas, a lo británico) y la otra Sección (una
Compañía de Infantería, 3 Secciones Tiradores) desembarcan atrás de los Infantes de
Marina para ocupar el aeropuerto. La acción sobre Puerto Stanley y Goose Green
debía ser simultánea (en ellos todos, en nuestras apreciaciones coincidíamos con el
planeamiento del Comandante). Cuál será mi sorpresa, la bronca y la amargura;
cuando con toda la Sección lista, con todo listo, esperaba tan sólo la orden de
embarcar en el helicóptero, veo que con cara de embole se acerca el Jefe de la
Compañía (un Teniente 1) y dice que el General García (el Comandante) decidió dejar
también a mi Sección de Reserva, por si era necesario empeñar algún elemento en
algún sector en situación desfavorable. No dudo que el General García tendría sus
razones para ordenar tal medida, pero ¡que amargo es ver desde un buque el combate
en tierra! La acción en tierra fue muy breve (…) Se aterrizó un C-130 Hércules con un
Grupo de Operaciones Especiales y el resto del Regimiento de Infantería 25. Mientras
tanto los Comandos Anfibios, los Buzos y la Infantería de Marina cercaron la Casa de
Gobierno. Estos atorrantes de los ingleses cuando se la vieron mal levantaron bandera
blanca, pero luego, cuando algunos de los integrantes del cerco iban a entrar, abrieron
fuego, así fue como hirieron a García Quiroga, al otro que no recuerdo el apellido y
como mataron al Capitán Giachino. ¡Son una basura! Recién al otro día echamos pie
a tierra, como para tomar contacto con los Abastecimientos del Regimiento de
Infantería 25, y luego volver a embarcar en el “Islas de los Estados”, un cascajo
torturante, ahora sí rumbo a Darwin; en esa localidad efectuamos un cerco,
requisamos armas (increíble: prácticamente cada hombre tiene su rifle o escopeta,
cuando no más de un arma). Goose Green (algo así como “Pradera del Ganso”) y
Darwin quedan en el istmo de la Isla Oriental del Archipiélago. Goose Green es una
aldea un poquito mas poblada que Bonpland y por supuesto que sus casas super
inglesas. Los pobladores de buen aspecto económico y cultural en general. Pero eso sí,
salvo los hogares, el resto de los elementos; herramientas, ropas, vehículos, no tienen
nada que envidiarle al japonés Kenoda. Son unos relajados estos gringos. Apenas el
Jefe de Compañía tuvo reunido al pueblo; con sus armas y vehículos habló educada
pero firmemente, aclarando que si nada raro se hacía, nadie se buscaría problemas.
La gente se agarró un cagazo que aún les dura. Tanto aquí como en Stanley el respeto
a la propiedad privada y al estilo de vida fue la máxima posible. Nos hemos llevado
bastante bien de entrada con los pobladores y como las reglas fueron muy claras, yo
me manejo sin problemas con el idioma pero les tengo que decir que hablen más
pausadamente.
Tengo más, mucho más para contarles pero ahora debo ir a organizar
prácticas de defensa de nuestra base, porque aquí no nos agarrarán desprevenidos,
que ni lo sueñen. Así que les digo, que estos se vienen, como otras tres veces también
con todo y una vez más Dios Señor de los Ejércitos y su Santa Madre, Nuestra Señora
del Rosario nos guiará a la victoria, como a Don Santiago de Liniers y como al
General Mansilla. Hoy recordamos a San Pablo: “¡Si Dios con nosotros, quién contra
nosotros!”. No nos va a faltar nada, ni astucia, ni inteligencia, ni conocimiento, ni
valor, ni saber como morir, pero menos, mucho menos, Fe en el Padre. Ya volveremos
a estar en contacto. ¡Viva la Patria! ¡Viva Cristo Rey!
Un fuerte abrazo de tu hijo que mucho los quiere (…) Que nadie deje de orar
al Señor que era y es nuestra arma verdaderamente eficaz frente al corrupto
enemigo”.
ROBERTO.-
De la carta citada se desprende la ansiedad que tenía Roberto por entrar en combate,
al efectuarse el desembarco de las tropas nacionales el 2 de abril. A su vez, no deja de ser
pintoresco, las “quejas” sobre la comodidad de la que disfrutaba en el buque “Irizar” siendo
él, un soldado, comando, preparado para las penurias de la guerra. Pero volviendo a lo que
Estevez le comentaba a su padre en la misiva, en lo referente al día de la recuperación de
las islas; lo que motivó que su sección no participe activamente de la Operación Rosario e
hizo que el General García los deje embarcados como reserva para emplearlos allí donde
algún foco de resistencia complique las acciones, fue que el helicóptero que debía
trasladarlo se rompió y además se tenían informaciones que en el aeródromo de la isla
había obstáculos que era preciso remover. Nuestro biografiado, rectifica abundante
bibliografía sobre la Guerra de Malvinas, que sostiene que su Sección y él mismo, por
supuesto, eran reserva el día del desembarco, por el contrario, le manifiesta con claridad a
su padre que toda su Sección estaba dispuesta a ser desplegada sobre Darwin: “(…)
mientras que a mí deberían lanzarme desde helicópteros con el Jefe de Compañía y
Sección en esta zona donde hoy estoy; Goose Green/Darwin (…) Cuál será mi
sorpresa, la bronca y la amargura; cuando con toda la Sección lista, con todo listo,
esperaba tan sólo la orden de embarcar en el helicóptero, veo que con cara de embole
se acerca el Jefe de la Compañía (un Teniente 1) y dice que el General García (el
Comandante) decidió dejar también a mi Sección de Reserva, por si era necesario
empeñar algún elemento en algún sector en situación desfavorable (…)”.
¿Habrá sido la rotura del helicóptero el factor que más importancia tuvo en el
cambio de planes? No lo sabemos, lo cierto es que la primera misión del Teniente Estevez,
se efectuó el 2 de abril y consistió, como generalmente se dice, en permanecer embarcados
como reserva de los elementos que ya actuaban en tierra.
Nuestra hipótesis, sostenida en el documento trascripto, parece ser correcta, toda
vez que, ni bien desembarcaron Estevez y Gómez Centurión con sus Secciones –recién
pudieron hacerlo el 3 de abril-, el General Daher le ordenó a la Compañía C que tomara
Goose Green. Y esto, concuerda perfectamente con el relato de la Operación que Roberto
hacía a su padre en la carta que citamos: “ (…) Recién al otro día echamos pie a tierra,
como para tomar contacto con los Abastecimientos del Regimiento de Infantería 25, y
luego volver a embarcar en el “Islas de los Estados”, un cascajo torturante, ahora sí
rumbo a Darwin; en esa localidad efectuamos un cerco, requisamos armas (…)” Por
todo lo dicho, creemos que efectivamente, inicialmente Estevez y su sección iban a ser
participes del desembarco el 2 de abril con la misión que finalmente tuvieron que realizar
(sólo que 24 horas más tarde; esto es, tomar Goose Green).
Con lo relatado quedan perfectamente delimitadas las dos primeras misiones que
tuvo que cumplir Roberto en Malvinas. No obstante sería él mismo quien en carta a su
hermana María de las Mercedes se encargaría de detallar su accionar. En ella expresaba con
claridad: “(…) Nuestra permanencia en las Islas es, como ya sabrás, desde la primer
hora y la actividad puede dividirse en: Operación Rosario (27/3 a 2/4); Ocupación
Green Goose – Darwin (4/4 a 1/5) y operaciones contra la “Task Force”, a partir del
1/5 (…)”. Transcribimos la totalidad de la misiva para proseguir el relato en palabras de su
protagonista.
Carta del Teniente Estevez a su hermana María de las Mercedes del Rosario.
Esta misión de “tomar y asegurar” Prado del Ganso, era de importancia estratégica y
política ya que allí se encontraba la principal empresa de la isla. Se trataba de la Falkland
Island Company que poseía aproximadamente 1.000.000 ovejas y dominaba la vida
económica de las islas. Era propietaria de un 46% de las tierras en el archipiélago. Sólo
había en las Malvinas treinta agricultores independientes y el resto de las tierras estaban en
manos de otras compañías. Pero la Falkland Island Company era la principal empresa
comerciante de la isla. Sus gerentes locales eran de hecho los alcaldes de las aldeas, y por
supuesto debían ser ingleses, ya que ese cargo estaba vedado para los kelpers. La FIC
controlaba los barcos de suministros y se ocupaba del comercio de lana de
ovejas -principal fuente de recursos de las Malvinas-.
El mismo día 3 de abril al terminar el día, la misión de tomar, ocupar y controlar
Gosse Green y la Empresa Falkland Island estaba cumplida.
Al Teniente Roberto Estevez sólo le faltaba cumplir con la tercera y más delicada
misión. Las Operaciones contra la “Task Force”. Esta sería la que le costaría la vida y la
que pondría a nuestro Héroe de cara con el Creador. La Compañía C, de Estevez se ubicó
en la escuela del poblado, una zona ventajosa para la defensa. La Sección BOTE de Estevez
se encargó de fortificar la posición y la de su gran amigo, Gómez Centurión, de censar y
requisar armamento a la población civil. Como quedó dicho en los documentos transcriptos,
la postura Argentina respecto a la propiedad privada fue respetuosa en este sitio pero acorde
a tiempos de guerra. Lentamente iban llegando todos los elementos que constituyeron lo
que se conoce como “Base de Tareas Mercedes”, que estaba integrado por el
Vicecomodoro Pedrozo y sus componentes de F. Aérea que organizó la base con los
Pucará. Luego llegó el Subteniente Reyes, con lo que recién allí se completó la Compañía
C del Regimiento 25. Más tarde, y con exasperante lentitud (a cuenta gotas) fue llegando el
Regimiento 12 de Infantería (se completaría ya en pleno combate con los ingleses sobre la
posición nacional), que estaba al mando del Teniente Coronel Italo Piaggi, quien quedó al
frente de todas las tropas que se encontraban allí destinadas.
El 1 de mayo los ingleses iniciaron el ataque sobre Goose Green y como se efectuó
con fuego naval sobre la población se procedió a darle refugio a la misma sacándolos de sus
casas y juntándolos en la Iglesia. Esta precaución no pudo evitar “cierto espionaje”
realizado por kelpers que informaban a los ingleses sobre las defensas argentinas. Se cuenta
que Hard Castle, funcionario de la FIC, desapareció de su casa y sólo volvió marchando
con las tropas inglesas cuando la posición argentina había caído.
El 21 de mayo se produjo el desembarco inglés en San Carlos y se perdió contacto
con parte de las fuerzas propias allí destinadas. El Regimiento de Infantería N 12 ya estaba
desplegado constituyendo el primer anillo de defensa, que se constituía esquemáticamente
hablando, de dos semicírculos apoyados en el mar. La parte norte, tenía como reserva a la
Sección del Teniente Estevez. La parte sur, contaba con la Sección del Subteniente Gómez
Centurión como reserva. Por lo tanto, la totalidad de la “Fuerza de Tareas Mercedes”, al
mando del Coronel Italo Piaggi estaba compuesta por: a) Regimiento 12, compañías A y C,
contaba con 439 hombres entre oficiales, suboficiales y soldados; b) Regimiento 25,
compañía C, integrada por 78 hombres; c) Un grupo de la Compañía de Ingenieros 9, con
tan sólo 11 hombres; d) Grupo de Artillería 4, sección de la Batería A, eran 45 hombres; e)
Sección del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601, con un total de 33 hombres; f)
Regimiento de Infantería 8, una sección de 39 hombres. El total de hombres de la “Fuerza
de Tareas” era entonces de 643 combatientes para cubrir 31 km lineales, y una superficie de
17 km cuadrados.
Desde que se produjo el desembarco británico, comenzó un fuego de ablandamiento
sobre las primeras líneas defensivas argentinas por parte de la artillería inglesa. Con el
correr de los días el fuego fue en aumento, lo que hacía prever que se acercaba el ataque
por tierra sobre las posiciones de la “Fuerza de Tareas Mercedes”.
El 28 de mayo, aproximadamente a las 2:30 AM los paracaidistas del Segundo
Batallón inglés, con apoyo de fuego de una Fragata y seis piezas de artillería, atacaron por
el norte del dispositivo de defensa argentino, tratando de quebrar por la posición del
Regimiento 12.
La Compañía A del Reg. 12 luego de soportar lo máximo posible la presión
enemiga se replegó. Algunos elementos lo hicieron en forma ordenada, otros,
lamentablemente, en forma caótica. En esos momentos el flanco izquierdo de la defensa
comenzaba a flaquear y se producía el siguiente diálogo:
- “Por fin ha llegado el momento más importante de sus vidas como soldados; si
recuerdan toda la preparación que han tenido, la fracción tiene más posibilidades de
cumplir con la misión. Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para
ejecutar este esfuerzo final, y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro
de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes
y a la preparación militar de que disponen…Y ahora…Seguirme!".
Efectuada la breve arenga el Héroe marchó a cumplir con su destino. Dios guiaba sus
pasos. Marchaba decidido al frente de sus soldados para enfrentar al invasor. Se preparaba
mientras tanto para la posibilidad de la muerte, estaba dispuesto…todo estaba listo para
vencer o morir…
“A las 6 de la mañana de aquel 28 de mayo, la Sección “Bote” se puso en fila y
comenzó a avanzar hacia el norte por el ondulado y descubierto terreno en medio de la
oscuridad, tratando de cubrir lo antes posible el poco más de kilómetro y medio que la
separaba de su objetivo. Detrás, quedaban el cabo Rosales y los soldados Álamo, López y
Maina y dos conscriptos del grupo de apoyo de la Sección “Romeo”, Héctor Cabrera y José
Luis Cevallos, para dar seguridad al puesto comando de la compañía y para actuar como
escalón de recibimiento en caso de repliegue de la fracción. Estévez encabezaba el grupo de
hombres, cuya masa estaba constituida por veintiséis soldados aspirantes a oficiales de
reserva, secundado en el mando por el cabo primero Olmos y los cabos Zárate y Castro.
También había sido agregado al contingente el cabo Miguel Ángel Ávila, jefe del grupo de
apoyo de la sección del subteniente Gómez Centurión, y cuatro de sus conscriptos
(Buffarini, Culasso, Bartolucci y Arce) portando una ametralladora MAG y un
lanzacohetes. Si bien estos últimos estaban acoplados a la Sección “Bote” sólo desde los
principios del mes de mayo, habían desarrollado una buena camaradería con los hombres
del teniente Estévez como así también con el propio cabo Ávila, un jujeño de diecinueve
años de edad. Varios minutos después de haber partido, los adelantados de la fila se
encontraron con algunos efectivos del Regimiento de Infantería 12, replegados desde lo que
había sido la primera línea del combate observado en aquella madrugada; se encontraban en
sus antiguas posiciones y contaban con un jeep, desde cuyo interior podían oírse el
intercambio de tráfico radioeléctrico. A cargo de esa pequeña porción de tropas estaban el
teniente primero Manresa, jefe de la Compañía A de aquella unidad, y el teniente Alejandro
Garra, compañero de promoción de Estévez. En la breve charla que se produjo en medio
del campo y la oscuridad, aquellos le comentaron al oficial del 25 qué era lo que había
pasado durante el combate y le indicaron hacia dónde estaban las posiciones que debía
ocupar, facilitándole dos guías para una mejor orientación; tras la despedida, la Sección
“Bote” continuó con la marcha. En las proximidades de la zona que debían alcanzar, los
infantes cruzaron por una tranquera que estaba abierta.
Apareciendo por la retaguardia, ya muy cerca de los pozos en donde estaba establecida
la sección de los servicios, la fracción sorprendió al subteniente Peluffo. Sin tener un aviso
previo de la llegada de refuerzos, Peluffo pensó que el enemigo lo había sobrepasado, pero
cuando uno de sus soldados le dijo que esos eran los hombres del 25 que estaban con ellos
en la zona de Pradera del Ganso, el joven subteniente salió a recibirlos. A la vez, el teniente
Estévez impartía a su sección la orden de desplegarse en cadena con el mismo frente que
traían en la marcha. Luego de que Peluffo se presentara, Estévez le inquirió: - ¿Cuál es la
situación? El subteniente le informó acerca de los movimientos que el enemigo había
hecho durante la noche, incluido el fuego de ablandamiento efectuado por su artillería en el
sector, y del repliegue de parte de la Compañía A; también le comentó la disposición de su
tropa y el armamento de que disponía, remarcándole que la altura que tenían a la derecha se
encontraba desocupada. Obrando en consecuencia, el teniente le ordenó que tomara un
grupo de tiradores y una de las ametralladoras MAG y que se ubicara cubriendo ese flanco
para evitar un probable envolvimiento del sitio. Los jefes de grupo de la Sección “Bote” se
habían acercado también para recibir las directivas acerca del despliegue de la fracción.
Con la Sección “Bote” desplegada todavía sobre el faldeo sur de la hondonada que se abría
ante ella, el cabo Luis Miño y el soldado Alberto Moschen fueron designados para efectuar
el reconocimiento y avanzaron hacia la tropa observada. Momentos más tarde, una
ametralladora enemiga abrió el fuego desde el sector de su aproximación y la ráfaga
alcanzó al cabo y al soldado, quienes murieron en forma inmediata. Al mismo tiempo, todo
el sector de la defensa comenzó a ser intensamente saturado por el fuego de armas
automáticas, el que encontró a los soldados del Regimiento 25 sin ninguna protección. A
los gritos, el teniente Estévez les dijo a sus hombres que se tiraran cuerpo a tierra ya que los
estaban atacando los ingleses y les ordenó que cada uno se arrastrara hasta el primer pozo
que encontrara. En la medida de lo posible y aún con la oscuridad cernida sobre ellos,
apoyados por los infantes del Regimiento 12 que también disparaban a discreción sobre las
bocas de fuego enemigas, los soldados de la sección fueron cumpliendo con este propósito
y desde las protecciones que iban obteniendo comenzaron a responder con mayor eficacia
al ataque inglés; el intercambio de disparos se generalizó por ambos bandos y el combate se
transformó en una situación caótica y feroz. El subteniente Peluffo, quien había pensado en
cumplimentar la orden de Estévez de cubrir el flanco derecho de la posición llevando
consigo un grupo de tiradores y una de las ametralladoras del cabo primero Ríos, no tuvo
tiempo de ejecutarla ante la precipitación de los acontecimientos. Se arrastró hasta uno de
los pozos y empezó a combatir. Eran, aproximadamente, las siete y media de la mañana. La
ametralladora del conscripto Sergio Rodríguez había logrado abrir el fuego. Pero los
servidores de la pieza no estaban todavía a cubierto y, cuando se encontraban en busca del
reparo de los refugios, un proyectil de mortero cayó muy cerca de ellos. El soldado Arnaldo
Zabala, uno de los asistentes, recibió de lleno varias esquirlas en su cuerpo muriendo en
forma casi instantánea, y Rodríguez fue herido gravemente por una de ellas entre ambas
piernas, en la zona del periné. Luego de recuperarse a medias del shock inicial, pudo llegar
arrastrándose hasta un pozo sin soltar su MAG (la que tenía colocada aún una de sus
bandas) y allí se encontró con algunos soldados del Regimiento 12, uno de los cuales tomó
el arma (…) Unos metros a la izquierda y desplazados hacia atrás ya estaban combatiendo
el cabo primero Olmos y los soldados Pecchio y Orellana, aunque con un frente algo
distinto al de la MAG. Eric Langer se despojó rápidamente del lanzacohetes, un elemento
sumamente incómodo en caso de sostener un combate de encuentro, y de los seis
proyectiles que llevaba repartidos entre su pecho y su espalda. Arrastrándose en medio de
las balas que pegaban a un lado y otro de su cuerpo cayó de pronto en un pozo; ya estaban
allí su compañero Brión y el cabo Zárate. Momentos después, desplazándose desde la
derecha del sector, el teniente Estévez llegó corriendo hasta el mismo pozo, ubicado hacia
el extremo oeste de las posiciones argentinas, y se tiró en él. Desde allí se asomó y le gritó
al cabo primero Olmos: - ¡Bien Olmito, bien esa MAG! ¡Organizame el fuego y no
dejen de tirar! Después se volvió y le preguntó a Langer: - ¿Qué hiciste con el
lanzacohetes? Cuando este contestó que lo había dejado tirado, le ordenó que lo buscara.
El soldado salió del agujero y nuevamente comenzó a ser acosado por decenas de impactos
los que, milagrosamente, no dieron en su cuerpo. Regresó con el arma en sus manos y
Estévez le dijo que la cargara y que se dispusiera a seguirlo. A su vez, Langer le pidió a
Brión, su abastecedor de munición, que fuera con él. Cuando Estévez se expuso
nuevamente para tratar de llegar corriendo hasta el pozo en donde veía una MAG
disparando, dos proyectiles enemigos impactaron en él: uno en una pierna y el otro en un
brazo, ambos del lado izquierdo, haciendo que su cuerpo diera una vuelta en el aire
Arrastrándose, el teniente llegó hasta la trinchera que buscaba. Además del soldado
Rodríguez, que se encontraba en el fondo de aquel pozo con su complicada herida, unos
seis efectivos resistían desde aquella posición. La MAG que Estévez pudo observar en
acción era la que pertenecía a Rodríguez y había sido empuñada, con una gran decisión, por
uno de los soldados del Regimiento 12. Este conscripto logró tirar en dirección a la tropa
enemiga desde los primeros momentos del combate hasta que una esquirla o un proyectil
inglés pegó en el arco protector del gatillo del arma, quebró parte de la cola del disparador
y le arrancó una porción del dedo. Sin titubear, el apuntador improvisó un vendaje sobre la
herida y siguió combatiendo con su otra mano. Pero minutos más tarde, una bala impactó
en su cabeza y cayó muerto en el fondo del pozo. Roberto Frattari, otro de los integrantes
de la Sección “Bote”, continuó disparando con la ametralladora después de quedarse sin su
FAL y sin un FAP, ambos fuera de servicio luego de una serie de disparos. Cuando el
teniente Estévez ordenó que la sección se desplegara en cadena, la formación resultante
quedó en posición oblicua a la línea de los pozos de la defensa; por tal razón, los que
venían marchando al frente quedaron mucho más cerca de estos y lograron refugiarse antes
que los que conformaban la retaguardia, muchos de los cuales permanecieron varios
minutos totalmente expuestos al fuego enemigo. Adrián Sachetto fue uno de ellos: cuerpo a
tierra, tiraba para donde le habían dicho que lo hiciera sin tener la certeza de pegarle a
algún enemigo en medio de la penumbra (…) Cuando el soldado Langer vio que al teniente
Estévez lo habían herido ni bien salió corriendo del pozo, le preguntó a Zárate: - ¿Qué
hago, mi cabo, voy o no voy? El suboficial le dijo que se quedara, ya que el riesgo de salir
del lugar era muy grande. De pronto, comenzaron a escuchar unos gritos a unos pocos
metros detrás de ellos: era Fabricio Carrascull. - ¡Vení, vení, arrastrate al pozo! -
comenzaron a pedirle desde esa posición, pero lo único que alcanzaron a escucharle en dos
o tres oportunidades fue que no podía hacerlo, que le habían dado. Pocos segundos más
tarde llegaron al agujero Adrián Sachetto (quien cayó encima de sus ocupantes) y Sergio
Bartolucci, después de que ambos hubieran estado durante mucho tiempo sin ninguna
cubierta frente a las balas enemigas que los buscaban en la semi oscuridad. Cuando fueron
preguntados por Fabricio, los dos dijeron que había sido herido y, en el ínterin, éste ya no
volvió a ser oído. La ametralladora MAG que traía Bartolucci, de la cual era su apuntador,
estaba completamente inoperable al estar llena de barro y no pudo ser puesta en servicio
pese a los intentos de limpieza realizados. Tampoco funcionaban el lanzacohetes de Langer,
perforado por algunos impactos, ni uno de los dos fusiles FAL ni el FAP que había en aquel
pozo. Armados con un solo FAL, aquellos hombres comenzaron a responder el ataque en
forma por demás limitada. - ¡Rodríguez! ¿Qué le pasó? - preguntó Estévez a su conscripto
cuando lo vio herido. Éste le respondió de inmediato pero le inquirió, a su vez, por las
heridas que él tenía: - No es nada lo mío... - contestó el teniente. Una vez que estuvo
ubicado en esa posición, el teniente Estévez efectuó varios disparos de fusil con su brazo
derecho, no sin un gran esfuerzo, mientras alentaba a los gritos a sus soldados para que
sostuvieran el combate. En forma casi simultánea, logró establecer comunicación con la
artillería de campaña que estaba tirando desde Pradera del Ganso para corregir su puntería,
ya que los primeros impactos de los obuses de 105 milímetros habían caído peligrosamente
cerca de los pozos ocupados por los argentinos, sin que llegaran a afectar a los ingleses;
durante varios minutos más sostuvo este enlace con la batería propia, oficiando de
improvisado observador de tiro (…)” (TEVES, Orlando, "Pradera del ganso (Goose Green)
- Una batalla de la Guerra de Malvinas", Bs As, Edición del Autor, 2007). - TENIENTE
ESTEVEZ: "Para la Sección, sobre las fracciones enemigas que se encuentran detrás
del montículo, ¡fuego! Artilleros, sobre el lugar, deriva 20 grados, alza 400 metros,
¡fuego! Esté atento Cabo Castro, en dirección a su flanco derecho, puede surgir
alguna nueva amenaza..." - diversas órdenes se cruzaban en medio del fragor del combate
y; finalmente, se logró bloquear el avance, y aliviar en parte la presión ejercida por los
ingleses. En medio de la lucha y frente al desorden general de la Compañía A, Estevez
pidió por radio apoyo de fuego de morteros al tiempo que afirmaba, “Usted que me conoce
sepa que yo no me voy de acá. Yo no me voy a replegar”. Contenido momentáneamente,
como se ha dicho, el avance inglés, insistió con el pedido de los morteros que no le
mandaron (…)
“A unos siete u ocho metros del oficial, protegido solo por un pequeño parapeto de
tierra al no haber podido llegar a ninguno de los pozos, el soldado Buffarini tenía en sus
manos su propio lanzacohetes. Sin proyectiles, ya que su abastecedor estaba un poco más
adelante, recibió una orden de Estévez: - ¡Buffarini, tire con el Instalaza pero tire para el
cementerio! - Después de dos o tres minutos de putearse con su compañero Culasso, quien
no quería arriesgarse a salir de su refugio para alcanzarle la munición, éste se arrastró y le
alcanzó tres o cuatro proyectiles. Buffarini cargó y efectuó el primer disparo hacia el
antiguo cementerio rural, que estaba ubicado hacia la izquierda de su frente, y desde donde
varios ingleses hacían fuego con armas automáticas. - ¡Bien soldado, tire otro! - gritó
Estévez, al observar la eficacia lograda por el conscripto de la Sección “Romeo”. En
aquellos momentos, dos esquirlas pegaron en la cabeza de Sergio Rodríguez y unos hilos de
sangre comenzaron a correr por su rostro. Al ver eso, el teniente le alcanzó al conscripto el
casco del soldado del Regimiento 12 muerto en el pozo y le dijo que se lo pusiera. A pesar
de las heridas que había recibido, Estévez no cejaba en su voluntad de lucha y en uno de
sus últimos contactos radioeléctricos con Pradera del Ganso manifestó que no pensaba en
replegarse y que continuaría la misión que le había sido asignada. Entonces, al asomarse al
borde del pozo para hacer una nueva observación, recibió otro balazo que le entró por el
pómulo derecho y lo tiró hacia atrás; después de caer encima de Rodríguez, balbuceó
algunas palabras y murió rápidamente (…)” (TEVES, Orlando, “Pradera del ganso (Goose
Green) - Una batalla de la Guerra de Malvinas", Bs As, Edición del Autor, 2007).
La heroica muerte de Estevez fue recordada más tarde por dos de sus soldados. El
soldado Rodríguez dijo: “(…) Llegó a mi posición el Teniente Estevez, herido con dos
balazos en el cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgando.
Llevaba el arma con el otro y la radio. Me preguntó si estaba herido, que lo de él no
era nada (…) seguía dando órdenes y haciéndonos sostener el combate, mientras él
con su único brazo sano se comunicaba con el puesto comando dando toda la
información del enemigo. No sé cómo los ingleses habían tomado posiciones tan
elevadas. Estaba hablando por radio cuando recibió otro balazo en la cabeza que le
entro por el pómulo derecho. El impacto del proyectil lo tiró para atrás a Estevez. Yo
ya no tenía miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a algún inglés, o lo
mato yo o me mata él a mí. Y el Teniente desangrándose (…) Hubo un momento en
que me rozaron dos esquirlas en la cabeza y el Teniente Estevez que agonizaba en
silencio, me habla y me dice que me ponga el casco de un muerto. Me caían unos
hilitos de sangre por la cara. Cuando volví a mirarlo, mi Teniente Estevez había
muerto…” En tanto el soldado Huircapán recordaba las acciones de la siguiente manera:
“Parecía que todo se había aquietado, pero de repente apareció el Teniente y nos dijo
que teníamos que trasladarnos desde la zona de la escuela en la que estábamos
apostados, hacia el cerro Darwin, más al norte, donde estaba el Regimiento 12. El
Teniente recibió la orden de iniciar un contraataque, nos alistamos y empezamos a
avanzar en fila india por una pradera muy plana. Caminamos en silencio unos 2.500
metros hacia el norte y de repente tomamos contacto con una sección del 12. Primero
se adelantó el Teniente Estévez y, mientras nosotros nos preparábamos para iniciar el
contraataque, vimos movimientos de soldados abajo, hacia el mar, a unos setecientos
metros. Todavía estaba muy oscuro y no estábamos seguros si eran tropas inglesas, así
que Estévez mandó a una patrulla a verificar. Habrán pasado unos veinte minutos,
escuchamos un tiroteo y prácticamente ahí se armó el combate. Estábamos al
descubierto todavía y empezamos a recibir ráfagas de ametralladoras de todos lados.
Nos fuimos arrastrando como pudimos hacia las trincheras y desde ahí intentamos
repeler el ataque. El Teniente Estévez iba de un lado a otro organizando la defensa
hasta que de repente lo hirieron en un hombro. Pero así y todo, malherido, él siguió
arrastrándose por las trincheras, dando órdenes, alentando a los soldados,
preguntando por todos. Poco después lo hirieron en el costado, pero igual, desde la
trinchera siguió dirigiendo el fuego de la artillería por radio. Ahí empezó el duelo de
artillería, los ingleses querían avanzar y no podían. Hubo una pequeña tregua y
después los ingleses reiniciaron el ataque, intentaron avanzar y nuevamente los
rechazamos. En ese momento hubo un desbande y yo me quedé con dos compañeros,
Ledesma y Testoni. Tratábamos de relevarnos entre nosotros como podíamos. Se nos
había trabado la ametralladora de Ledesma y de repente vimos que venían avanzando
tres ingleses que todavía no nos veían. Avanzaban hacia la trinchera de tres
correntinos que estaban mirando hacia el norte y me quedó esa imagen, la
desesperación que teníamos por destrabar la ametralladora. Era el culote de una
munición que se había quedado pegado en el percutor. La destrabamos desesperados,
Ledesma pudo disparar y ahí vimos cómo cayeron dos de los ingleses y el otro
desapareció. Después ubicamos al inglés que guiaba la artillería de ellos, le veíamos la
antena pero no lo veíamos a él. Vimos que se arrastraba y que hablaba por radio y le
disparamos. Yo tenía tres antitanques y tres antipersonales y le tiré los seis. Ahí nos
enteramos de que el Teniente Estévez había muerto. Junto con él habían caído el Cabo
Castro y Fabricio Carrascull, el radiooperador. Porque cuando cayó Estévez, el Cabo
siguió operando la radio hasta que le dieron y después siguió Fabricio, hasta que
también cayó (…)” (SPERANZA Graciela; CITTADINI, Fernando, Partes de Guerra, Bs
As, Grupo Editorial Norma, 1997, pp. 133-135).
Los ingleses comenzaron un nuevo repliegue. Se los había detenido y obligado a
retirarse. Habiendo cumplido con su misión, sin Jefes, agotadas las municiones y
transportando la mayoría de sus muertos y heridos, la veterana y gloriosa Sección de
Estevez se retiró hacia sus posiciones iniciales, habiendo cumplido con su objetivo. En el
combate de Darwin murieron: Regimiento 25, compañía C, sección Bote: el Tte. Roberto
Estévez, y sus subordinados, Cabo Mario Castro, Soldado Fabricio Carrascul, Soldado
Horacio Giraudo, Soldado Arnaldo Zabala; Regimiento 12: Cabo Primero José Luis Ríos,
Cabo Luis Miño, Soldado Gabino Ruiz Diaz, Ireneo Mendoza, Alberto Moschen, Ireneo
Maciel, Rubén Horacio Gomez3.
Sin embargo, el otro relato referido a las muertes del Cabo Castro y el soldado
Carrascul no puede dejarse de lado, y dada nuestra imposibilidad durante la investigación
de llegar a establecer cuál de las dos historias es la real, preferimos mencionar ambas. Esta
segunda versión de los hechos, la denominamos “Libro del 25” y sostiene que: a- Muerte en
combate del Cabo Castro y el soldado Carrascul: El Cabo Mario Castro se encontraba
reunido con el Jefe de Sección para recibir órdenes, juntamente con los Jefes de los demás
escalones. Fue en ese momento en que comenzó el combate recibiendo intenso fuego la
Seción corrió bajo el fuego enemigo para ubicarse en el centro de su escalón e impartirles
3
Según el historiador y amigo, que gentilmente colaboró con este trabajo, aportando datos del suyo, la
nómina de bajas es mayor; llegando a 15 muertos, entre componentes del Reg 12, Secciones del Reg 25.
las órdenes adecuadas a la situación imperante en esos momentos. Fue en ese preciso
instante que cae mortalmente herido presuntamente por un disparo de fósforo blanco y un
disparo en el estómago. La herida por el fósforo motivó que comenzó a salirle humo de la
espalda quemándose la chaquetilla por esta razón y en su agonía pedía a un AOR que
estaba próximo que lo matara. Aproximadamente al cabo de 1 hora se produjo el deceso
final.
4
Las versiones contradictorias respecto de las muertes del Cabo Oviedo y del Soldado Carrascul llegan al
extremo de que, en una misma publicación se den las dos versiones opuestas como ciertas. Así en el libro
“Malvinas 20 Años, veinte héroes, Bs. As, Círculo militar, 2003, p. 304, Selva Echagüe escribe la versión no
oficial del Ejército, es decir, la muerte por herida de fósforo blanco de Oviedo, y la muerte de Carrascul
posterior a la de Oviedo pero anterior a la de Estevez, por lo cual era imposible que tanto Oviedo como
Carrascul hubieran operado la radio muerto Estevez.
En tanto, en el mismo libro, en la p. 290, Antonio Rodríguez Villar, sin ser muy preciso respecto de la muerte
de Fabricio Carrascul, acerca su relato a la versión oficial del Ejército, toda vez que su narración se apoya en
las declaraciones de los familiares y amigos de Fabricio. Todos ellos sostienen que el soldado murió después
de Estevez y del Cabo Oviedo intentando comunicarse con P. Argentino.
místico. Porque uno se puede jugar en el combate y si te toca morir, te toca, pero la
convicción con la que él asumió su muerte, lo hacía diferente. Los soldados veían eso y
les quedó la marca del tipo que estaba preparado para todo”. (SPERANZA Graciela;
CITTADINI, Fernando, Partes de Guerra, Bs As, Grupo Editorial Norma, 1997, pp. 136)
I-
“Evocación de un soldado”.
“Todo hombre debe amar a su patria y procurar su mayor bien. Por consiguiente de be
cuando la vea invadida por los enemigos, defenderla con todas sus fuerzas, aunque sea a
costa de su vida” (Tratado de las Obligaciones del Hombre).
PATRIOTISMO ARGENTINO.
La Guerra de las Malvinas avivó en el pueblo argentino la virtud del patriotismo con una
unanimidad que no se conocía desde las grandes gestas emancipadoras, por ello afirmamos
en su momento que el acto recuperatorio argentino tenía la trascendencia de una segunda
independencia nacional.
Seguramente deberá transcurrir el tiempo para tener la verdadera perspectiva de la
dimensión de la grandeza de esta epopeya argentina.
La Guerra de las Malvinas nos ha dejado testimonios que nos muestran por sobre la
hojarasca de la publicidad de los mercaderes de adentro como de afuera, el sentido
profundo del patriotismo argentino.
LA LECCION DE UN TESTIMONIO.
Un joven oficial de nuestro Ejército nos dejó una lección póstuma sobre el significado del
patriotismo y la ofrenda de la vida por la Patria; el Teniente 1 Roberto Néstor Estévez, hijo
de esta tierra misionera, en la que transcurrieran su niñez y su adolescencia.
Es una carta premonitoria de su destino que dirige a su padre, don Roberto Estévez antes
de partir y que deja para ser entregado si no alcanzaba a regresar:
“Cuando recibas esta carta yo, ya estaré rindiendo mis acciones a Dios Nuestro Señor. El,
que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de la misión. Pero
fijate vos ¡qué misión! ¿No es cierto? ¿Te acordas cuando era chico y hacía planes,
diseñaba vehículos y armas, todo destinado a recuperar las Islas Malvinas y restaurar en
ellas Nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre Generoso, ha querido que éste, tu hijo,
totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a
Nuestra Patria. Lo único que a todos quiero pedirles es, 1º) Que restauren una sincera
unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo; 2º) Que me recuerden con alegría y no que mi
evocación sea la apertura a la tristeza, y muy importante, 3º) Que recen por mí.
Su amor de hijo lo deja expresado en el párrafo:
Papá, hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres pero que hoy
debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el
honor; gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre
española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese
hogar donde vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, sí Dios lo permite”.
Brilla en esta sentida carta la virtud y la humildad y el vivo amor a Dios, a la Patria y al
Hogar, síntesis magnífica de los valores de los hombres, como los cuales, como el Teniente
1 Estevez no dudaron como posible en ofrendar la vida.
La enseñanza que nos deja la vida y la muerta de este joven oficial, como la de otros
argentinos que ofrendaron la vida bajo la Cruz del Sur, debe ser para cada uno de nosotros
el momento de asumir, unidos el amor a la Patria, por la que ellos entregaron sus vidas
(…)”
II-
1. Desarrollo
Así amanecimos ese día, sin dormir, agotados por la tensión de los fuegos de
artillería que a Dios gracias no nos habían ocasionado bajas y con la incertidumbre de no
saber qué nos aguardaría; era un día gris y la llovizna nos mojaba constantemente.
Todo era muy confuso, pues en esos momentos también recibíamos fuego de
mortero sobre la posición, arrastrándose los integrantes de la sección hasta sus pozos de
zorro. El combate cercano había empezado y nuestras ametralladoras hacían fuego sobre
los efectivos ingleses que buscaban refugio en una barranca próxima a la playa, desde
donde continuaban batiéndonos con fuego de morteros.
El combate se hacía cada vez más intenso, el Teniente ESTEVEZ fue herido
reiteradamente en un brazo y en una pierna, sin que por ello dejara de conducir su sección.
Murió como consecuencia de un tiro que hizo impacto en su rostro mientras operaba un
equipo de radio por el cual transmitía a la artillería las ubicación de las posiciones enemigas
para que las batiesen. Al morir el Teniente ESTEVEZ, se hizo cargo de la radio el Cabo
CASTRO, quien también perdió la vida por un impacto de bala, operando entonces la radio
el Soldado CARRASCUL, quien imitando a sus jefes, moría en la acción, no sin antes
transmitir la posición del enemigo y la situación que vivía su sección.
A pocos metros de allí, fui herido primero en una pierna por una granada de
mortero que estalló cerca de mi posición antes de que pudiera refugiarme en mi pozo de
zorro, por suerte la herida no me limitó para continuar combatiendo. Conduje el combate
de la sección, alenté a mi gente con mi grito característico de correntino, “EL SAPUCAY”,
ya que también eran correntinos la mayoría de mis soldados. En oportunidad de ser herido
un soldado apuntador de un fusil ametrallador, luego de buscarle refugio, me hice cargo del
arma y abrí fuego en dirección al ataque enemigo.
Los hombres de la sección, que ocupaban esos pozos, habían sido reducidos y
sacados de la posición, por lo que era imposible hacer fuego sobre los ingleses que estaban
entre ellos. En esa circunstancia, restando ya escasísima munición para continuar el
combate y sin posibilidades de recibir refuerzos, decidí ordenar la rendición, ya que no
había posibilidades de éxito. Resistir el asalto significaba un derramamiento inútil de
sangre, con el consecuente aumento de pérdida de vidas. El combate estaba perdido.
Un soldado sacó un fusil fuera del pozo con una servilleta blanca atada en su
extremo como bandera de rendición, cumpliendo así lo ordenado por el Jefe de Sección. Al
principio este hecho no fue debidamente interpretado y se le disparó, dando los impactos
en el arma. Ordené entonces que se insistiera y el enemigo detuvo el fuego. De esta manera
pudimos salir de las posiciones y fuimos tomados prisioneros.
2. Conclusiones
a. El 28 de mayo de 1982, en las alturas del cerro Darwin, se desarrolló uno de los
combates más cruentos de la Guerra de MALVINAS. Fue el primero y el único de
los combates diurnos de magnitud superior a una compañía de infantería. De allí en
más, los ingleses sólo atacaron de noche, dado el costo en vidas y materiales que les
ocasionara.
b. El segundo Batallón de Paracaidistas del Reino Unido de Gran Bretaña se enfrentó
en el cerro Darwin con una sección de los servicios del RI 12 “GENERAL
ARENALES”, reforzada con armas automáticas y con la Sección BOTE del RI 25.
c. El resultado del combate fue adverso para las tropas argentinas. Luego de más de
tres horas de lucha, los ingleses tomaron la posición, y las pocas resistencias
argentinas que aún se sostenían debieron rendirse. El saldo fue de doce muertos y
más de veinte heridos, sobre un total de aproximadamente setenta hombres.
d. Los ingleses perdieron en esta acción doce hombres, mientras que versiones, luego
confirmadas, indicaban que durante el ataque también había muerto el Jefe del
Batallón, Teniente Coronel H. JONES.
El dramático relato de uno de los soldados que combatió en Darwin a las órdenes de ese
inolvidable oficial que fue jefe de la Sección Bote del Regimiento de Infantería 25.
Pertenezco a la clase 63 e ingresé en febrero de 1982 en el Regimiento de Infantería 25, que
tiene asiento en la localidad de Sarmiento, provincia del Chubut. A poco de haber llegado,
los que teníamos estudios fuimos separados del resto de los soldados conscriptos. Yo estaba
cursando la carrera de analista de sistemas en el primer año; me ubicaron en la sección de
aspirantes. El Teniente Roberto Néstor Estévez, quien posteriormente dejaría un recuerdo
imborrable en todos nosotros, fue el que nos seleccionó personalmente uno a uno.
Comenzó una instrucción, que no vacilo en calificar de dura y severa, hasta el 24 de marzo
a cargo de Estévez, que pertenecía el grupo de Comandos, y su segundo jefe de sección, el
Cabo Primero Faustino Olmos, también de esa misma especialidad.
El regreso
El 7 de junio desembarqué en Puerto Belgrano y permanecí internado en el hospital naval
por seis meses, afrontando, como ya dije, cuatro operaciones más.
Aquel maravilloso grupo formado por el Teniente Estévez aún perdura. Entre agosto y
octubre de cada año solemos reunirnos en comidas de camaradería donde abundan los
recuerdos, las emociones y por qué no alguna que otra lágrima furtiva.
A pesar de todas las penurias sufridas, he logrado rescatar lo positivo que hubo y que fue
mucho. Quien tiene a la muerte cara a cara no deja, después de esos momentos, de mirar la
vida de otra forma, la jerarquiza y trata de darle el más valioso y noble de los sentidos, el
del amor a la familia, el trabajo, el estudio, la responsabilidad y el respeto.
El haber tenido el privilegio de estar junto a hombres de la talla del Teniente Estévez, que
se convirtió en un modelo a seguir en mi vida, es algo que me ha marcado a fuego y que
jamás olvidaré. Malvinas fue un punto de inflexión en nuestra historia. Nada será igual
después de eso. Ojalá todos los argentinos nos encolumnemos tras el objetivo de
recuperarlas, esta vez siguiendo los caminos de la diplomacia, el respeto mutuo y la paz. En
lo personal, me he propuesto rastrear, investigar, profundizar para rescatar del olvido a esos
héroes y sus ejemplos, cosa que noto está faltando en la actual sociedad argentina. Los
conceptos de patria, probidad, honor, moral, ética, sustentados con la propia vida, estrella
polar de los que cayeron en el Atlántico Sur, no deben caer jamás en saco roto. A las
nuevas generaciones debemos hacerles conocer quiénes fuimos los que padecimos y
luchamos y que ahora tenemos una edad de alrededor de cuarenta años; nosotros
comenzamos a ser los nuevos dirigentes de este ciclo. Dios quiera que sepamos volcar
nuestras experiencias para construir una Argentina mejor.
Deseo volver a Malvinas, detenerme ante la tumba del Teniente Estévez y las de mis
compañeros caídos. Quiero volver a cierta ruta natural donde junto al Padre Mora
emplazamos la imagen de la Virgen, ante la que teníamos misa por las mañanas. Quiero
volver a rezar allí por el alma de los vivos y los muertos y agradecerle por haberme
preservado. Y pedirle fuerza y conciencia para que mi vida no sea inútil sino provechosa
para quienes me rodean, mi comunidad y mi familia.
Después de todo, ese es el mensaje que nos legó el Teniente Estévez.
IV-
27-5-82 El Jefe de la Sección Bote de la Ca “C” Tte Estévez había recibido la orden del
escalón Superior y a su vez comunicaba a los Jefes de Escalones la posible movilización a
1ra línea para reforzar a la Ca “A” del RI 12. Aproximadamente a las 21 hs. dio comienzo
el cañoneo aislado por parte de ambos bandos. La seguridad se desarrollaba normalmente el
50 %.
28-5-82. 01:00 hs: Se intensificó el cañoneo y el fuego de las armas automáticas (se
observaba el trayecto de las municiones trazantes y las bengalas que iluminaban el campo
de combate) lo que hacía suponer que las avanzadas de combate y la 1ra Línea habían
tomado contacto con el enemigo. Dichas acciones se prolongaron durante toda la noche.
Siendo aproximadamente las 05:00 hs. el Jefe de Sección Tte Estévez recibió la orden del
Comando Superior de reforzar con su Sección las primeras Líneas. 05:15 hs: El AOR
Ledesma del Escalón Río que se desempeñaba como centinela en la costa cuyo frente daba
a la zona de combate, vio aproximarse a dos soldados que lo hacían por la playa (los
mismos pertenecían a la Ca “A” del RI 12) argumentando haber recibido orden de
repliegue, no portando estos sus respectivos armamentos. 05:20 hs: El Jefe de Sec. reúne a
los Jefes de Escalones para impartirles la orden de: Reunirse en el Puesto Comando con
todos los integrantes de los respectivos escalones portando toda la munición y el
armamento para reforzar 1ra Línea. 06:00 hs: La Sec. inicia la marcha en una columna
hacia 1ra Línea. Quedando como seguridad en el Puesto Comando un Jefe de Escalón y 5
soldados (3 AOR y 2 integrantes de la Sec. Romeo). La Sec. marchaba integrada por: 1
Oficial; 4 Suboficiales; 26 AOR; 4 soldados (Sec. Romeo). Cabe destacar que la Sec. tenía
como Fuerza agregada el Gpo. Apoyo (1 Mag, 1 lanzacohetes de la Sec. Romeo)
compuesta por 1 Suboficial: Cabo Ávila y 4 soldados. En el trayecto el Jefe de Sec. tomó
contacto con un oficial del RI 12 al cual le requirió información sobre la situación y este a
su vez facilita 2 guías para conducirlo hacia 1ra Línea. 07:15 hs: La Sec. desplegada en
cadena llega a la altura donde se encontraba una Sec. de la Ca. Servicios del RI 12. El Tte
Estévez toma contacto con el Jefe de la Sec. de la Ca. Servicio requiriendo información
más detallada sobre el Enemigo y propia tropa para que de tal forma él pueda desplegar y
ubicar su Sec. en las alturas para contrarrestar el avance enemigo. 07:20 hs: El Tte Estévez
reúne a los Jefes de Escalones para impartirles órdenes sobre el despliegue y ubicación de
la Sec. Fue en ese momento cuando se divisa el avance de tropa sobre la playa
(aproximadamente a 400 mts.) Ante la duda el Tte pregunta al oficial del RI 12 sobre el
avance de dicha tropa: - ¿Ese personal que viene avanzando es propia tropa o enemigo? -
Creo que es la Ca “A” que se viene replegando. - Dudo que esa columna sea propia tropa,
es demasiada gente. ¿Mandó a tomar contacto con ese personal? - Sí, mandé 2 hombres.
En ese preciso instante comenzaron los disparos seguido por un intenso fuego de armas
automáticas por parte de ambos bandos, sorprendiendo a la Sec. fuera de las posiciones.
Durante el transcurso del combate: a) La Sec. por el intenso fuego de armas automáticas
que recibía se vio en la necesidad de arrastrarse hasta las posiciones que ocupaba la Sec. del
RI 12 para tomar cubierta, de esa manera refugiarse del fuego y contrarrestar con mayor
eficacia el avance enemigo. El frente era muy reducido por lo cual se encontraban de 4 a 6
hombres por posición. b) El enemigo apoyado por fuego de artillería, morteros y armas
automáticas efectuaban un ataque envolvente. c) El combate se desarrolló a lo largo de
3 hs. causándole al enemigo numerosas bajas.
El Tte en el momento del combate, en medio del fuego enemigo, se desplaza a la carrera
hacia la posición del cabo Zárate para comunicarse por la radio de este con el Cabo 1º
Olmos, una vez terminada la comunicación regresa nuevamente a la posición de una MAG
(en ese trayecto fue herido en el brazo izquierdo) logrando llegar a la posición
arrastrándose, desde esa posición imparte órdenes a los apuntadores de MAG y
Lanzacohetes, luego tomó su radio comunicándose con el puesto comando para que
alargaran el fuego de artillería que estaba cayendo sobre propia tropa. Fue en ese momento
cuando al incorporarse tratando de observar para dirigir el fuego de artillería recibió un
impacto en el ojo derecho el cual le produjo la muerte instantánea. Aumentan el volumen
de fuego de los cañones ya que los ingleses con su artillería nos van a pasar por encima.
2- CABO CASTRO
Se encontraba reunido con el jefe de Sec. para recibir órdenes, juntamente con los Jefes de
los demás escalones. Fue en ese momento en que comenzó el combate recibiendo intenso
fuego la Sec. corrió bajo el fuego enemigo para ubicarse en el centro de su escalón e
impartirles las órdenes adecuadas a la situación imperante en esos momentos. Fue en ese
preciso instante que cae mortalmente herido a escasos metros de su escalón, recibiendo un
disparo en el estómago y heridas en el resto del cuerpo y por causas no determinadas
comenzó a salirle humo de la espalda quemándose la chaquetilla por esta razón y en su
agonía pedía a un AOR que estaba próximo que lo matara. Aproximadamente al cabo de 1
hora se produjo el deceso final.
En el momento que comenzó el combate se arrastraba buscando una cubierta para poder
contrarrestar con su arma el fuego enemigo. En ese trayecto fue herido mortalmente. Sus
compañeros recuerdan sus últimas palabras “¡Me dieron!”
El Jefe de la Sec. de la Ca. Ser. del RI 12 dio la orden de rendirse por las siguientes causas:
1) Las bajas y los heridos que tenían ambas Sec, lo cual produjo una disminución notable
del volumen de fuego. 2) La falta de munición. 3) Falta de apoyo y refuerzo. 4) La
superioridad numérica del enemigo. 5) Estar totalmente rodeados lo cual impedía la acción
de repliegue u otra maniobra.
V-
1º Sección "BOTE"
2º Sección "ROMEO"
3º Sección "GATO"
ARMADA ARGENTINA5
5
Referencias: AG Cantineros Civiles, MI Marinero Primero, CI Cabo Primero, SI Suboficial Primero, CO
Conscripto, SM Suboficial Mayor, CP Cabo Principal, SP Suboficial Principal, CS Cabo Segundo, SS
Suboficial Segundo, GU Guardiamarina, TC Teniente de Corbeta.
11- CP SS ALVAREZ OSCAR MANUEL
Batallón Comando
Batallón Antiareo
GENDARMERÍA NACIONAL
1- Esc Seg "ATUCHA" 1er Alferez SÁNCHEZ Julio Ricardo
EJÉRCITO ARGENTINO
VII-
APENDICE FOTOGRAFICO
Estevez y su familia. Roberto es el que esta acariando el perro.
Estevez y el soldado Huircapán.
Revista:
(Diario El País, Puerto Stanley - 17/07/1982 )