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BRYON D. ANDERSON
CATEDRÁTICOS DE FÍSICA EN LA UNIVERSIDAD'
ESTATAL DE KENT (ESTADOS UNIDOS)
SIETEIDEAS
QUE MODIFICARON
EL MUNDO
COLECCIÓN «CIENCIA HOY»
DIRECTORES DE LA COLECCIÓN:
Pretacio ......................................................................................................... I
1. Introducción ........................................................................................... 15
Revoluciones y Ciencia .....................................................................
15
Los temas dominantes de la Física ....................................................
17
Evolución continua del conocimiento científico: las siete ideas ............
19
¿Física sin Matemáticas`?..................................................................
24 La Ciencia y las demás áreas del saber humano: diferencias y 26
2. Astronomía copernicana ...................................................... 32
semejanzas .........................................................................
Primitivas inspiraciones científicas mediterráneas ............................
33
Teoría geocéntrica del Universo .......................................................
39
Teoría heliocéntrica. Restablecimiento por Copérnico .......................
51
Nuevos datos y una teoría nueva .....................................................
60
Nuevos descubrimientos
3 Mecánica newtoniana yycausalidad
discusiones ............................................
..................................... 78
64
La
La física
teoría aristotélica
heliocéntrica........................................................................
de Kepler ......................................................
78
67
La mecánica
Id rumbo galileana
de las ....................................................................
revoluciones científicas ...........................................
76
88
1 ógica, Matemáticas y Ciencia .......................................................
98
La mecánica newtoniana ................................................................ 104
Consecuencias c implicaciones ....................................................... 118
4. El concepto de energía ......................................................... 122
Interacciones y leyes de conservación ................................................. 122
Calor y movimiento ............................................................................... 127
Conservación de la energía ................................................................... 143
N. SPIELBERG
B. D. ANDERSON
1
Introducción
Revoluciones y Ciencia
Sextante de Tycho Brahe para medir la posición de los planetas. (Biblioteca Niels
Bohr AIP.)
sólidos huecos con las esferas. Siendo esferas los sólidos más
interno y externo, sólo puede haber seis esferas que se correspondan
con el número de planetas conocidos. El tamaño de los cinco
espacios interesféricos puede determinarse eligiendo cuidadosamente
un orden concreto para los cinco sólidos platónicos, como se
representa en la figura 2.9.
La esfera más grande es la de Saturno. Inscrito en su superficie
interna se encuentra el cubo. En su interior se halla la esfera de
Júpiter con el tamaño justo para que su superficie externa toque al
cubo en el punto medio de sus caras. Inscrito en la esfera de
Júpiter hay un tetraedro que contiene la esfera de Marte. Dentro
de ella se encuentra el dodecaedro con la esfera de la Tierra y a
continuación el icosaedro con la esfera de Venus; finalmente el
octaedro con la esfera más pequeña correspondiente a la de
Mercurio. Cuando se disponen de esta forma, la razón de las
distancias de las esferas se aproxima bastante bien a la razón de
las distancias medias de los planetas al Sol. La Tierra presenta en
este esquema una característica singular: su esfera descansa en los
dos sólidos platónicos que tienen el mayor número de caras, el
dodecaedro y el icosaedro.
Kepler sabía desde luego que las esferas planetarias no eran
homocéntricas con el Sol, y Copérnico había hecho lo necesario
para introducir excentros en sus cálculos. Por consiguiente, Kepler
hizo unas cáscaras esféricas lo suficientemente gruesas para que
pudieran acomodarse las desviaciones del movimiento circular
perfecto que experimentaban las órbitas alrededor del Sol. Aunque
los resultados no se adaptaban muy bien a los datos, eran lo
suficientemente aproximados para que Kepler prosiguiera con la
idea. Publicó este esquema en Mysterium Cosmographicum (El
misterio del cosmos), llegando a ser muy reconocido y proporcio-
Figura 2.9.—Conjunto a modo de nido de esferas y sólidos platónicos para explicar la
separación y orden de los planetas. El grabado inferior representa las esferas de Marte,
la Tierra, Venus y Mercurio de forma más detallada. Adviértase que el Sol se halla en
el centro. (Ilustraciones de Mysterium Cosmographicum de Kepler.)
nándole su reputación de matemático y astrónomo capaz y creativo.
Desde que se conoce que existen nueve planetas, por lo menos, no
es válido el esquema de Kepler, aunque uno puede preguntarse
por las razones de la separación de los planetas y si existe alguna
regla que determine su número. Otro esquema considerado válido
en un tiempo es el descrito por la ley de Bode o regla de Titius-
Bode. Una discusión de esta cuestión se sale de los límites del
libro. Un informe fascinante de la misma así como los criterios
que determinan la utilidad de dicha regla pueden encontrarse en
las páginas 156-160 de la obra de Gerald Holton y Stephen Brush
citada en la Bibliografía.
Kepler no se contentó con proponer un esquema esotérico de la
ordenación de los planetas aunque se sintiera satisfecho de que
funcionara aproximadamente. Pensaba que las teorías debían
concordar cuantitativamente con los datos disponibles. Conocía,
corno lo sabían todos los astrónomos europeos, que Tycho Brahe
había obtenido una enorme cantidad de datos bastante precisos.
Éste estaba enterado, a su vez, de la capacidad matemática de
Kepler y en 1600 llegó a convertirse en ayudante de Brahe, que
por entonces se había trasladado a los alrededores de Praga y era
matemático de la corte de Rodolfo II, emperador del Sacro
Imperio Romano (grandilocuente nombre con el que se conocía al
Imperio Austrohúngaro). Brahe había sido expulsado de su obser-
vatorio danés porque los residentes de la isla en la que se hallaba
se habían quejado al rey de Dinamarca (el hijo de su mecenas) de
su forma tirana de dar órdenes. Aunque Kepler y Brahe no
siempre se llevaron bien, aquél se sentía fuertemente atraído por
los datos de éste, que murió dieciocho meses más tarde, en 1601,
a consecuencia de un atracón, haciéndose cargo Kepler de la
custodia de los datos y en 1602 fue nombrado matemático de la
corte de Rodolfo II.
Brahe había instado a Kepler a que refinara su teoría de
compromiso para adecuarla a los datos, pero no había tenido
éxito. Volvió a la teoría heliocéntrica, no compartiendo la objeción
que Copérnico había puesto al empleo del ecuante, incluyéndolo
en los cálculos, mejorando ciertas suposiciones de aquél y hacién-
dolas más consistentes con una verdadera teoría heliocéntrica. Se
centró fundamentalmente en los cálculos de la órbita de Marte por
ser la más difícil de reconciliar con los datos. El mejor acuerdo
que pudo conseguir era en promedio de menos de diez minutos de
arco. Como Kepler estaba seguro de que los datos de Brahe eran
muy precisos, creía que para que la teoría fuera satisfactoria debía
estar de acuerdo con ellos en menos de dos minutos de arco.
Sentía que la clave de todo el problema radicaba en esa discrepancia
de ocho minutos. De forma gradual y laboriosa fue construyendo
durante veinte años una nueva teoría, interrumpiendo el trabajo en
diversas ocasiones con motivo de la muerte de su primera esposa y
un pleito con la justicia a causa de que su madre había sido
acusada de brujería.
Después de analizar los datos del planeta Marte perdió la
esperanza de encontrar la combinación correcta entre el excentro,
la deferente, el epiciclo y el ecuante que le permitiera describir la
órbita empleando un movimiento circular. Finalmente decidió
abandonar la forma circular de la misma diciendo que si Dios no
hubiera deseado hacer una órbita circular, dicha órbita no sería
obligatoria. Unos pocos años más tarde, en 1609, hizo pública una
solución parcial del problema con sus dos primeras leyes del
movimiento planetario. Resulta interesante añadir que Kepler
descubrió su segunda ley, que trata de la velocidad de un planeta
al describir su órbita, antes de descubrir la forma exacta de ésta,
dada por su primera ley. Algo después, en 1619, anunció el resto
de la solución, su tercera ley, que relaciona el tamaño de la órbita
planetaria con la velocidad del planeta.
La leyes de Kepler sobre el movimiento de los planetas ex-
presadas en términos actuales son:
1. Los planetas describen órbitas elípticas alrededor del Sol
estando éste en uno de los focos.
Planeta T D T2
Mercurio 0,24 0,39 0,058 0,059
Venus 0,62 0,72 0,38 0,37
Tierra 1,00 1,00 1,00 1,00
Marte 1,88 1,53 3,53 3,58
Júpiter 11,9 5,21 142 141
Saturno 29,5 9,55 870 871
Kepler fue más lejos e indicó que el Sol era el primer motor o
agente causal que denominó anima motrix. Situó la causa del
movimiento en el centro de la acción en lugar de en la periferia
como había hecho Aristóteles. Kepler tuvo la primera idea acerca
de las fuerzas gravitatorias que ejercía el Sol pero no las relacionó
con las órbitas planetarias. Afirmó que la influencia del Sol se
ejercía a través de una combinación de sus rayos con el magnetis-
mo natural del planeta. Los motivos de esta creencia hay que
buscarlos en algunas demostraciones inteligentes de los efectos
magnéticos que había realizado el médico y físico inglés William
Gilbert.
La traducción del título completo del libro que publicó en
1609 sobre sus dos primeras leyes es Nueva astronomía basada en
la causación, o física del firmamento deducida de la investigación
del movimiento de la estrella Marte y fundada en las observaciones
del noble Tycho Brahe (frecuentemente se hace referencia de ella
como Nueva Astronomía). En realidad había terminado un borrador
del libro en 1605 pero tardó cuatro años en publicarlo a causa de
las disputas con los herederos de Tycho Brahe sobre la propiedad
de los datos.
Su tercera ley, llamada ley armónica, fue descrita en su libro
La armonía del mundo, publicado cuando ocupaba el cargo de
matemático provincial de la ciudad de Linz, Austria, un puesto
menos importante del que había ocupado anteriormente (el rey
Rodolfo II, su antiguo mecenas, había sido obligado a abdicar del
trono y Kepler perdió su puesto). Kepler retorna en este libro al
misticismo pitagórico de sus primeros días, buscando las relaciones
armónicas en las distancias de los planetas al Sol. En lugar de
encontrar una relación entre las «notas musicales» de las esferas
celestes y su tamaño, encontró otra entre la velocidad de los
planetas (es decir, sus períodos), que él asociaba de alguna forma
con las notas musicales y la armonía, y el tamaño de sus órbitas.
Las relaciones armónicas eran apoyadas con cálculos sorprenden-
temente exactos.
Kepler fue la persona adecuada para descubrir las leyes del
movimiento de los planetas en el momento oportuno. Ante todo, y
quizá lo más significativo, era un completo místico pitagórico; fue
también un matemático extremadamente capaz que creía que el
Universo estaba repleto de armonías matemáticas. Debido a que
estaba muy interesado por las figuras y formas, fue relativamente
sencillo para él considerar las órbitas elípticas una vez que se
hubo dado cuenta de que las construcciones circulares tenían que
estar equivocadas. Finalmente, Kepler había sido ayudante de
Brahe, tuvo acceso a sus mediciones y sabía lo precisas que eran.
Ningún otro habría tenido la capacidad o el interés de realizar los
cálculos requeridos para descubrir las leyes del movimiento plane-
tario y ningún otro hubiera considerado significativa una discre-
pancia de ocho minutos de arco.
Kepler envió copias de su trabajo a muchos de los astrónomos
más conocidos de su tiempo con los que mantuvo una copiosa
correspondencia. En general se puede decir que, aunque era muy
respetado, durante mucho tiempo permaneció sin reconocérsele el
significado e implicaciones de sus resultados, excepción hecha de
unos pocos astrónomos y filósofos ingleses. La mayoría de los
astrónomos habían llegado a acostumbrarse de la consistencia
relativamente pobre entre teoría y datos y estaban tan imbuidos de
la idea de movimiento circular que no llegaron a impresionarse
mucho de los resultados de Kepler.
Galileo ignoró completamente su trabajo a pesar de haber
mantenido correspondencia con él y de haberse apresurado a
solicitar la aprobación de Kepler sobre sus propias observaciones
telescópicas. No está claro si Galileo estaba desconcertado por el
misticismo pitagórico de Kepler o si se debía a que estaba
convencido de que el movimiento circular era el movimiento
natural de la Tierra y los demás planetas y no podía aceptar
cualquier otra explicación. Lo cierto es, no obstante, que Galileo
no emprendió sus estudios telescópicos hasta después de que
Kepler hubiera publicado su Nueva Astronomía, ni publicó los
Diálogos hasta 1632, dos años después de la muerte de Kepler.
Una vez que Kepler calculara un nuevo conjunto de tablas
astronómicas, llamadas Tablas Rudolfinas, y las publicara en
1627, fue posible emplear sus ideas y los datos de Tycho Brahe
para construir calendarios mucho más exactos que los habidos
hasta entonces. En menos de diez años Tycho Brahe había encon-
trado discrepancias en las tablas obtenidas con la teoría de
Copérnico, mientras que las Tablas Rudolfinas estuvieron en uso
durante un siglo. Durante este tiempo el trabajo de Kepler se fue
aceptando gradualmente pero no fue hasta setenta años después,
cuando Isaac Newton publicó sus leyes del movimiento y su ley de
la gravitación universal para explicar el fundamento de las leyes
de Kepler, cuando se llegaron a aceptar completamente.
El rumbo de las revoluciones científicas
La física aristotélica
La mecánica galileana
TABLA 3.1
Distancia total recorrida al transcurrir distintos intervalos
de tiempo en un experimento con el plano inclinado
0 o
1 1
2 4
3 9
4 16
— —
Galileo sabía muy bien que cuando los cuerpos caían en el aire o
en líquidos no lo hacían cada vez más rápidamente, es decir,
conocía que la resistencia del medio acabaría provocando el cese
de la aceleración y que la velocidad de caída llegaría a un valor
constante. Esta velocidad máxima final generalmente se denomina
en la actualidad velocidad terminal del objeto que cae. Galileo
también sabía que los objetos más pesados (más densos) normal-
mente caen más rápidos en el aire que los más ligeros (menos
densos). (Se trata de la conclusión opuesta a la que frecuentemente se
da a entender que había obtenido con sus experimentos realizados
desde la Torre Inclinada de Pisa.) Lo importante es que Galileo se
dio cuenta de que este resultado se debía al «artefacto» de la
resistencia del aire. Fue precisamente por ello por lo que decidió
que tenía que estudiar la caída empleado péndulos o planos incli-
nados que mantuvieran la velocidad lo bastante baja para minimizar los
efectos del medio. Considérese la figura 3.4 con objeto de
comprender en sus justos términos el proceso de caída.
Figura 3.3.—Representación gráfica de la velocidad en función del tiempo de un
experimento de Galileo con el plano inclinado.
saber «por qué» caen las cosas, que sería descubierto por Isaac
Newton, físico y matemático inglés nacido un año después de la
muerte de Galileo. Antes de discutir las contribuciones de Newton
se considerarán otros descubrimientos importantes de Galileo, así
como la relación general existente entre las Matemáticas y la
Ciencia.
El estudio de Galileo del movimiento de los cuerpos por los
planos inclinados produjo dos generalizaciones muy importantes
acerca del movimiento. Ambas tienen relación directa con la vieja
explicación aristotélica del movimiento de los proyectiles.
Galileo advirtió que una bola rodando cuesta abajo por un
plano inclinado experimentaba continuamente una aceleración
uniforme (tabla 3.1) incluso para ángulos de inclinación muy
pequeños. Descubrió que una bola que se moviera con movimiento
uniforme (velocidad constante) por una superficie plana experi-
mentaba una desaceleración uniforme (esto es, una aceleración
negativa) cuando rodaba cuesta arriba por un plano inclinado.
Puesto que ambas conclusiones parecían ser siempre ciertas,
incluso para ángulos de inclinación muy pequeños, razonó que
debería existir un ángulo en el que la aceleración pasara de
positiva a negativa, concluyendo que este ángulo correspondería
al del plano horizontal, que es de O° porque no tiene ninguna
inclinación.
El análisis de Galileo fue extremadamente importante porque
significaba que una bola que ruede por un plano horizontal no
experimenta ni aceleración ni desaceleración y era natural que
siguiera rodando por siempre. Es decir, Galileo cayó en la cuenta
de que una bola que rodara por una superficie perfectamente
nivelada se mantendría en movimiento uniforme a menos que
algo (corno la fricción o una cuesta arriba) actuara sobre ella y la
frenara. Galileo reconoció que la pregunta de Aristóteles ¿por qué
se mantienen en movimiento los proyectiles?, aunque planteaba
una cuestión muy importante, en realidad estaba erróneamente
formulada. Más bien habría que preguntar ¿por qué se detienen los
proyectiles? Galileo comprendió que lo natural de un objeto que
se moviera horizontalmente era mantenerse en movimiento uni-
forme.
Partiendo de este resultado explicó que la Tierra y los demás
planetas no necesitaban un motor que los impulsara (un problema
que ya se planteó en el capítulo 2). Galileo razonó que lo
horizontal era paralelo a la superficie de la Tierra y, por consi-
guiente, circular. Era natural que los objetos se desplazaran
siguiendo trayectorias circulares sin necesidad de motor alguno a
menos que el medio opusiera una resistencia. Si la Tierra viajara
por el «espacio vacío» no habría resistencia y podría describir una
órbita circular por siempre, exactamente como había postulado
Copérnico. La atmósfera también se desplazaría con ella, elimi-
nándose el problema del viento fuerte debido al movimiento. Por
desgracia Galileo había sacado una conclusión errónea de sus
experimentos con el plano inclinado y horizontal. Cuando una
bola rueda por un plano horizontal lo hace verdaderamente en l
ínea recta y no sobre una superficie paralela a la terrestre'.
La propiedad de un cuerpo de mantenerse en movimiento se
denomina actualmente inercia. Quizá sea el movimiento de una
nave espacial por el espacio «exterior» el ejemplo más llamativo
que pueda darse de ella. Recuérdese cómo fueron a la Luna los
astronautas. En primer lugar se lanzó la nave desde Cabo Cañaveral
Este error pudo haber sido la razón de que Galileo no se diera cuenta del
significado de las órbitas elípticas de Kepler. Galileo creía en las órbitas circulares y era
cierto que sus experimentos habían demostrado su validez —sería difícil explicar una
órbita no circular—. La explicación física de las órbitas planetarias no se dio hasta la
época de Issac Newton.
y se puso en órbita alrededor de la Tierra. Después de comprobar
que todo estaba en orden se encendieron unos minutos los motores
de los cohetes con objeto de abandonar la órbita terrestre y partir
hacia la Luna. Una vez que se alcanzaron la velocidad y dirección
apropiadas se pararon los motores para recorrer en «punto muerto»
durante tres días unos 385.000 km hasta llegar a la Luna. De vez
en cuando se encendían a media máquina los motores durante
unos minutos no para modificar la velocidad sino para «corregir
el rumbo». El hecho cierto es que se usó la inercia de la nave para
mantenerla en movimiento a una velocidad elevada y constante
(del orden de 5.000 km. h-'). Funcionó tan bien porque sobre élla
prácticamente no actuó ningún tipo de resistencia. (En realidad la
nave frenó un poco hasta que la atracción gravitatoria de la Luna
fue mayor que la terrestre, produciéndose a continuación un poco
de aceleración.)
Galileo respondió a la pregunta de Aristóteles indicando que lo
natural de un objeto en movimiento era que continuara en él, pero
no se planteó la razón de que esto fuera así. Es muy importante
determinar en primer lugar lo que hace la Naturaleza antes de
proceder a formular preguntas acerca de por qué las cosas ocurren
como lo hacen. Galileo había reconocido por primera vez de
forma adecuada qué sucedía con el movimiento horizontal (lo
mismo que hizo con el de caída). Continuó considerando de forma
específica el movimiento de los proyectiles que tan perplejo había
dejado a Aristóteles.
Se dio cuenta de que la confusión del movimiento de los
proyectiles (esto es, cuerpos arrojados o disparados) se debía a la
existencia de un movimiento vertical y horizontal combinado. Ya
había determinado que el movimiento horizontal «puro» era
uniforme y en línea recta. ¿Cómo se combinaban ambos para
describir el movimiento de los proyectiles? Abordó esta cuestión
teniendo en cuenta los resultados que había obtenido en sus
estudios de la caída de cuerpos con el péndulo y el plano
inclinado. Puesto que había descubierto que las bolas que bajaban
por un plano inclinado exhibían siempre un movimiento uniforme-
mente acelerado sin importar lo pendiente que fuera (aunque
aumente la magnitud de la aceleración al hacerlo la inclinación),
supuso que el efecto de la caída sería independiente del movimiento
horizontal. Dado que todos los resultados de sus experimentos con
planos inclinados y péndulos eran consistentes con esta hipótesis
concluyó que sería cierta, llegando así a lo que se conoce como
principio de superposición, según el cual se pueden analizar
separadamente las componentes vertical y horizontal de un movi-
miento y combinarse después para producir el resultado neto.
El movimiento de los proyectiles implica ambos tipos. El
movimiento vertical es exactamente igual que el de caída, esto es,
el que debiera esperarse de un cuerpo sin movimiento horizontal.
De igual forma, el movimiento horizontal es el movimiento uni-
forme con la velocidad horizontal que el cuerpo tuviera inicialmente.
En la figura 3.5 se representa el movimiento combinado resultante
obtenido al arrojar un objeto horizontalmente desde una cierta
altura.
La mecánica newtoniana
Se discutirán seguidamente las contribuciones de Isaac Newton (
1642-1727) a la Mecánica. Su trabajo respondió satisfactoriamente a
las cuestiones planteadas por primera vez por Aristóteles y que
han sido el objeto de este capítulo. En realidad el trabajo de
Newton representa una de las contribuciones más grandes realizadas
jamás por un único individuo al conocimiento del universo físico y
es muy difícil que se sobrevalore el impacto de su labor en el
pensamiento occidental. Desarrolló una cosmovisión parecida a
un sutil y sofisticado mecanismo de relojería desenvolviéndose
según reglas bien establecidas.
Isaac Newton nació en 1642, un año después de morir Galileo.
Prosiguió y generalizó el trabajo de éste en diferentes áreas
importantes, sobre todo las relacionadas con la Mecánica. Como
había ocurrido con Galileo, Newton fue el científico más destacado
de su tiempo. Realizó importantes descubrimientos en Matemáticas,
Óptica (incluyendo fenómenos ondulatorios), Mecánica y Astro-
nomía. Cualquiera de sus contribuciones más importantes hubiera
bastado para conferirle un lugar en la Historia.
Desde pequeño se interesó por los dispositivos experimenta-
les y demostró una especial habilidad para construir diseños
originales de molinos de viento y relojes de agua y sol. Debido a
tus grandes dotes consiguió asistir a la Universidad de Cambridge,
en la que demostró una excepcional capacidad matemática. Des-
pués de graduarse en 1665 regresó a la casa de su niñez de
Woolsthorpe, en Lincolnshire, viviendo con su madre que había
enviudado. Era la época de la Gran Peste Europea (sólo en
Londres perecieron de muerte negra en dos años unas 31.000
personas) y del gran incendio que devastó la mayor parte de
Londres. Newton pasó prácticamente recluido en Woolsthorpe
desde 1665 a 1667. Se sabe ahora que fue durante esos dos años
cuando formuló su conocido teorema del binomio, desarrolló el
Cálculo, estudió la descomposición de la luz blanca por un prisma y
comenzó sus estudios de Mecánica, incluyendo la ley de la
gravitación universal. Ninguno de estos trabajos se publicó de
inmediato y algunos tardaron en hacerlo más de treinta años, pero
no hay duda que esos dos años han sido los más productivos de
científico alguno.
En 1667 regresó a Cambridge con el cargo de lecturer, y su
maestro, un notable matemático llamado Isaac Barrow, se impre-
sionó tanto por el trabajo y el talento de Newton que renunció a
su Cátedra de Matemáticas en 1669 para que su alumno pudiera
acceder a ella. De esta forma alcanzó un puesto que le permitió
continuar libremente sus diferentes estudios. Desgraciadamente
las primeras publicaciones de sus trabajos de Óptica no fueron
bien recibidas por otros científicos ingleses. Se desilusionó muy
pronto, se hizo reacio a publicar y se refugió en sus estudios de
Alquimia, Teología y profecías bíblicas (era un ferviente cristiano).
Mas tarde, y siguiendo algunas de las sugerencias de Robert
Hooke y los deseos de un astrónomo amigo, Edmund Halley (en
cuyo honor recibe el nombre el famoso corneta), terminó su
trabajo de Mecánica que había comenzado unos veinte años antes.
En 1687 publicó en latín su obra más importante, Philosophia
Naturalis Principia Mathematica (Principios matemáticos de Filosofía
Natural), o simplemente Principia, que contenía todos sus trabajos
notas,
* Existe
de Alianza
científicosuna Editorial,
traducción
de Madrid,
Esta (N
castellana
ese tiempo. 1987.por del T.)Rada García, con introducción y
Eloy
obra representa uno de los logros
más grandes de la mente humana y tal vez sea el trabajo individual
más importante de toda la Historia de la Física*.
El trabajo de Newton es ciertamente una continuación de la
labor anterior de Aristóteles, de Kepler y, sobre todo, de Galileo.
También se inspiró de forma importante en las ideas de Bacon,
Descartes y Hooke. El mismo Newton dijo en cierta ocasión «Si
he sido capaz de mirar tan lejos es porque me he subido a los
hombros de gigantes». Pero su trabajo es algo más que la gran
síntesis de todas sus conclusiones anteriores y a consecuencia de
la publicación de los Principia fue reconocido como el filósofo
natural más sobresaliente de su tiempo. Más tarde fue miembro
del Parlamento (representando a la Universidad de Cambridge) y
llegó a ser director de la Casa de la Moneda de Londres. Con el
tiempo llegó a eclipsar a todos- sus detractores e incluso presidió la
prestigiosa Royal Society, una institución sin parangón en el
ambiente científico.
Como persona fue celoso, egoísta, complicado e inquieto.
Soltero inveterado y distraído, sólo se preocupó de su sobrina. Fue
admirado por Voltaire y Alexander Pope y despreciado por Jonathan
Swift y William Blake. Realizó algunos de los descubrimientos
más importantes de todos los tiempos y su trabajo anunció una
nueva ola de optimismo en relación con la capacidad del hombre
de comprender el mundo.
Los Principia de Newton se escribieron con un estilo rigurosa-
mente lógico y axiomático, siguiendo el ejemplo del libro de
Geometría que escribiera el matemático griego Euclides. Newton
presentó cierto número de definiciones y supuestos básicos, definió
lo que denominó cantidades «fundamentales» y derivadas, siguiendo a
continuación con sus tres leyes del movimiento y otras más,
entre las que se incluía la de la gravitación universal, todas ellas
basadas en inducción a partir de experimentos. A continuación
demostró por deducción lógica que todos los tipos de movimientos
que se observaban en el universo físico, incluyendo el movimiento
celeste, el natural y el de los proyectiles, eran simplemente
consecuencias de sus definiciones y leyes del movimiento. Los
Principia se yerguen como una exposición monumental y simple
de la naturaleza del movimiento. Sólo el desarrollo de la Teoría de la
Relatividad y de la Mecánica Cuántica han establecido algunas
limitaciones del sistema newtoniano, únicamente importantes en
condiciones extremas, corno velocidades elevadas, tamaños pe-
queños o temperaturas muy bajas.
Newton comienza definiendo la cantidad de materia, que
describe como el producto de la densidad por el volumen de un
objeto. Esta propiedad expresa la «cantidad de sustancia» que hay
en un cuerpo y actualmente se denomina masa. La cantidad de
movimiento se define como el producto de la cantidad de mate-
ria por su velocidad (m• y) y se trata de una magnitud vectorial
que actualmente se llama momento. Un camión de 10 tonela-
das que viaje a 40 km . h-' tiene mayor momento que un auto-
móvil que vaya a 80 km• h- 1 porque el primero tiene una masa
diez veces superior, mientras que el segundo sólo lleva una ve-
locidad dos veces mayor.
La inercia se introduce como una propiedad inherente de la
masa y describe la resistencia de la misma a cambiar su estado de
movimiento uniforme en línea recta (que se discutirá más detalla-
damente a continuación). Finalmente define Newton la fuerza
ejercida como la acción que puede modificar el estado de movi-
miento (el momento) de un cuerpo. Generalmente uno se imagina
la fuerza ejercida como algo que acelera o frena la velocidad de
un cuerpo. Newton se dio cuenta de que también es posible que
una fuerza cambie la dirección del movimiento de un objeto sin
cambiar su rapidez. Dicha fuerza se denomina centrípeta. Un
ejemplo lo constituye un objeto atado a una cuerda que gire
describiendo una circunferencia. El objeto gira en torno a un
punto de forma constante pero su dirección cambia continuamente y
este cambio de dirección es un tipo de aceleración que está
causado por la fuerza ejercida desde la cuerda.
Newton introdujo a continuación las «cantidades fundamentales»
que debían ser medibles y objetivas, esto es, independientes del
estado mental del observador. Además, sólo debían ser en pequeño
número para que la Ciencia pudiera describirse de forma completa
con el menor número posible de ideas básicas. Necesitó solamente
tres cantidades fundamentales: tiempo, longitud y masa. Habrían
de expresarse en función de unidades fundamentales y moderna-
notas,
*mente
Existe
de Alianza
una
son,Editorial,
traducción Madrid,
castellana
respectivamente, (N Eloy
1987.por del T.)Rada
segundo, García,
metro con introducción
y kilogramo. y
En los
estudios acerca de la electricidad y calor es necesario introduc ir
dos cantidades adicionales: la carga eléctrica cuya unidad es el
culombio y la temperatura cuya unidad es el grado Kelvin.
Todas las demás cantidades pueden expresarse en función de
las fundamentales; por ejemplo, la velocidad es la razón entre la
longitud y el tiempo (m- s- ' ó km. h-'). La magnitud del momento
es el producto de la masa por la velocidad. Aunque otras cantidades
pueden ser más complejas, siempre es posible expresarlas en
función de las fundamentales. Por ejemplo, la energía cinética es
la mitad del producto de la masa por el cuadrado de la velocidad
y, por tanto, sus unidades son masa por el cuadrado de la razón
entre la longitud y el tiempo.
Habiendo definido cuidadosamente los diferentes conceptos y
cantidades fue capaz de presentar de forma muy simple sus tres
leyes del movimiento que intentan especificar las relaciones entre
las fuerzas ejercidas y las modificaciones que experimentan los
movimientos de los objetos.
I. Primera ley del movimiento. Ley de la inercia
En ausencia de una fuerza externa neta un cuerpo seguirá
en estado de movimiento uniforme (reposo incluido) en
línea recta.
Como ya se ha indicado, esta ley había sido reconocida por
Galileo antes de que Newton naciera y representa el replanteamiento
de la pregunta de Aristóteles ¿por qué se mantienen los objetos en
movimiento? en ¿por qué dejan de moverse los objetos? Esta
sencilla ley constata que todo cuerpo con masa posee una propiedad
común llamada inercia responsable de «mantener a los objetos
haciendo lo que hayan estado haciendo». Sin embargo, Newton
expresó la ley correctamente reconociendo que el movimiento
inercial es rectilíneo y no circular.
II. Segunda ley del movimiento. Ley de la aceleración
El ritmo al que cambia el movimiento (momento) de un
objeto es directamente proporcional a la magnitud de la
fuerza ejercida y está dirigido en la dirección de ésta.
Esta ley relaciona la aceleración de un objeto con la fuerza
ejercida. Adviértase que momento es masa por velocidad y si la
masa de un objeto no cambia, el cambio de momento implica un
Cambio de velocidad llamado aceleración. Por tanto, esta ley
expresa que la aceleración de un objeto (de masa constante) es
proporcional a la fuerza ejercida. Si se dobla o triplica la fuerza,
se dobla o triplica la aceleración. Tanto la fuerza ejercida como la
aceleración resultante son cantidades vectoriales con direcciones
específicas que, según la ley, han de ser las mismas. La segunda
ley de Newton afirma que la aceleración de un cuerpo depende de
la fuerza ejercida y de la masa del mismo. Depende de la masa
porque la ley constata que es el ritmo temporal al que cambia el
momento lo que es directamente proporcional a la fuerza ejercida
y, como ya se sabe, momento es el producto de la masa por la
velocidad. Si la masa de un objeto es muy grande y se produce un
pequeño cambio de su velocidad, el momento cambiará mucho.
Para una fuerza ejercida dada, productora de un determinado
cambio en el momento, la aceleración será tanto mayor cuanto
más pequeña sea la masa del objeto. Formalmente se expresa
diciendo que la aceleración de un objeto es directamente propor-
cional a la fuerza neta ejercida e inversamente proporcional a la
masa del objeto.
Es absolutamente importante comprender lo que significa «in-
versamente proporcional». Si A es inversamente proporcional a 13,
ello quiere decir que, si B se hace mayor, A se hace menor, y vice-
versa. Nótese que si A fuera directamente proporcional a B, si éste
se hiciera mayor, también se haría A. Un ejemplo de «proporcionali-
dad directa» es el alargamiento de la longitud de un muelle al au-
mentar la fuerza de estiramiento. Un ejemplo de «proporcionalidad
inversa» es la disminución del volumen de un globo lleno de aire a
medida que aumenta la presión de la atmósfera que lo rodea.
La segunda ley de Newton afirma, por tanto, que la aceleración
de un objeto es directamente proporcional a la fuerza ejercida
sobre él e inversamente proporcional a su masa. Desde luego esto
es razonable, ya que se sabe que si se tira o se empuja más
intensamente del objeto se acelerará más rápidamente y si el
objeto es más pesado (tiene más masa) la misma cantidad de
empuje o tirón no será tan efectiva. Los motores potentes producen
grandes aceleraciones, pero los coches con mucha masa reducen
la aceleración. La segunda ley de Newton va más allá de lo que
sabemos que es cierto, porque expresa de forma cuantitativa que
la aceleración se relaciona con la fuerza ejercida y con la masa.
La ley no indica que la aceleración sea directamente proporcional
a la raíz cuadrada de la fuerza, por ejemplo, o al cubo o de
cualquier otra forma, sino simplemente que es proporcional a la
magnitud de la fuerza, esto es, a su primera potencia. La segunda
ley indica de igual modo que la aceleración es inversamente
proporcional a la masa de una forma cuantitativa específica. La
segunda ley de Newton permite calcular la aceleración de un
objeto sobre el que actúa una fuerza dada si se conoce su masa. Se
aplica a los coches, a las naves espaciales, a los cohetes, a las
bolas y a las partículas elementales. Probablemente se trata de la
ecuación que se emplea en Física con más frecuencia.
III. Tercera ley del movimiento. Ley de la acción y reacción
Si un objeto ejerce una fuerza sobre otro, éste ejerce sobre
aquél otra fuerza igual y en dirección opuesta.
Calor y temperatura
Volumen
Figura 5.1.—Ecuación de estado del helio. Cada curva es una isoterma (curva de
temperatura constante) que muestra la forma en que varía la presión y temperatura.
Las temperaturas de las curvas 1, 2, 3 y 4 son progresivamente más elevadas.
Figura 5.4.—Flujo
sale como trabajo
de energía
u otras
deformas
una máquina
útiles detérmica.
energíaLa
y como
energía
calor.
entra como calor
Figura 5.5.—Esquema de una máquina imposible. El calor de un gran tanque de agua
a 30° C es completamente convertido en energía mecánica. Esta es reconvertida en
calor agitando el agua de otro tanque a 50° C con el resultado general de que el calor
fluye «cuesta arriba».
Degradación de la energía,
indisponibilidad y entropía
manera de abordar las cuestiones como ésta sobre las que se sabe
muy poco es dándole un nombre y en el caso que nos ocupa se
dice que una carga eléctrica ejerce sobre otra una fuerza llamada
campo eléctrico.
Los campos eléctricos son inherentes a las cargas eléctricas.
Una carga eléctrica q posee un campo eléctrico E asociado a ella.
E es una magnitud vectorial (véase el capítulo 3) que se extiende
por una región del espacio muy grande, aunque su módulo
decrece progresivamente a medida que se aleja de q. En la figura
6.1a se representa esquemáticamente el campo eléctrico de una
carga eléctrica concentrada llamada puntual. Las flechas indican
la dirección del campo y el módulo depende de lo cercanas que se
encuentren las flechas. Ya que éstas se dirigen radialmente, están
más próximas en las inmediaciones de la carga y más separadas a
medida que se alejan de ella, reflejando que la magnitud del
campo es mayor cuanto más cerca de la carga esté.
Si en una región dada del espacio hay presentes distintas
cargas eléctricas, el efecto conjunto de sus campos eléctricos se
calcula sumando vectorialmente sus campos eléctricos individuales.
En la figura 6.1b se representa el campo eléctrico resultante de un
par de cargas, una positiva y otra negativa, de igual magnitud, y
en la figura 6.1c se representa el campo eléctrico entre dos cargas
positivas. En la figura 6.1 d se representa el campo entre dos
láminas cargadas con electricidad de distinto signo. Si se lleva una
carga eléctrica a una región del espacio en la que existe un campo
eléctrico se verá sometida a una fuerza proporcional a los campos
eléctricos combinados de las cargas dirigida en la dirección del
campo resultante si es positiva o en la dirección opuesta si se trata
de una carga negativa. Se puede considerar el campo eléctrico
como un procedimiento útil de calcular la fuerza que ejerce un
conjunto de cargas sobre una dada, pero el concepto de campo
eléctrico es mucho más importante que eso, como se verá más
adelante.
Los fenómenos magnéticos también se conocen desde hace
mucho tiempo y en muchos aspectos son similares a los eléctricos.
A las cargas magnéticas se les denomina polos magnéticos. Hay
un polo norte (o que busca el norte) y un polo sur (o que busca el
sur). Hasta la fecha ha sido imposible separar ambos tipos de
polos como entidades distintas, al contrario de lo que ocurre con
las cargas eléctricas. Todos los fenómenos magnéticos conocidos
actualmente pueden atribuirse al movimiento de cargas eléctricas.
Al moverse las cargas eléctricas se origina una corriente
eléctrica cuya unidad se denomina amperio. Asociada a ella existe
un campo magnético representado por B. La relación entre éste y
su corriente asociada es completamente distinta de la que existe
entre E y q, como se representa en la figura 6.2. Si la corriente
circula por un conductor, el campo magnético asociado se distribuye
en un modelo anular en torno de aquél (Fig. 6.2a) cuya magnitud
disminuye al aumentar la distancia al mismo. Si el conductor tiene
una forma helicoidal (solenoide, bobina), el campo magnético de
Figura 6.2.—Campos magnéticos. a) Producido por una corriente que circula por un
conductor recto. b) Producido por una corriente que se mueve por un solenoide.
e) Producido por una barra magnética.
TABLA 6.1
El espectro electromagnético
Longitud de onda, λ.
Tipo de onda Frecuencia e (hertzios)*
(metros)
Corriente alterna de
uso doméstico 60 5 X 106
Esto quiere decir que las fórmulas que expresan las distintas
leyes de la Física deben calcularse de la misma manera en todos
los sistemas de referencia inerciales.
II. Es una ley física que la velocidad de la luz en el vacío es la
misma en todos los sistemas de referencia inerciales con
independencia de la velocidad de la fuente o del detector de la
luz.
u y u+v u+v
1 + uv/c2,
km• h- 60 30 90 90
km• h-1 300 30
(0,001c) (0,0001c) 330 299,999999
0,6c 0,3c 0,9c 0.763c
0,5c 0,5c c 0,800c
0,75c 0,75c 1,5c 0,960c
0,9e 0,6c 1,5c 0,974c
e 0,1c 1,1c 1,000c
e c 2c e
mación galileana, la velocidad del balón con respecto al mar sería
0,6 + 0,3 0,9 veces la de la luz y empleando la transformación
de Lorentz resultaría 0,76. Si las velocidades anteriores fueran 0,9
y 0,6 veces la de la luz, la fórmula galileana daría 1,2 c, mientras
que la de Lorentz daría una velocidad de 0,97 c. En realidad,
como se puede observar en la tabla 6.2, es imposible que la suma
de dos velocidades sea igual o mayor que la de la luz. Si una de
las velocidades fuera exactamente igual a la de la luz, al sumarle
la otra según la fórmula de adición de velocidades de Lorentz se
obtendría la velocidad de la luz, lo que significa que ésta es
constante para cualquier observador, como requieren los principios
de relatividad de Einstein.
Resulta que la velocidad de la luz es un límite natural de la ve-
locidad, ya que es imposible, según la fórmula de adición de
velocidades de Lorentz, que la suma de dos velocidades sea mayor
que la de la luz. Esto quiere decir que las leyes de Newton del
movimiento, y sobre todo la segunda, son incorrectas tal como se
explican generalmente. Como ya se discutió en el capítulo 3, al
aplicar una fuerza constante a un cuerpo, la aceleración de éste
será constante y su velocidad aumentará continuamente; es decir,
una gráfica de su velocidad en función del tiempo dará una línea
recta. Sin embargo, al imponer a la velocidad un límite, ésta no
podrá aumentar de forma indefinida. La velocidad se hará tan
parecida a la de la luz como se quiera pero no podrá sobrepasarla
como se indica en la figura 6.12. A medida que la velocidad se va
acercando a la de la luz aumenta a un ritmo más lento; esto es, su
aceleración se hace más pequeña y el objeto se comporta como si
aumentara su inercia, ya que la misma fuerza le confiere menor
aceleración. Dado que la masa es una medida de la inercia, se
podrá decir que la masa de un cuerpo aumenta con la velocidad,
aumento que será muy notable cuando la velocidad se aproxime a
la de la luz.
La velocidad es una cantidad relativa y si un objeto se
observara desde un sistema de referencia inercial que llevara la
misma velocidad que él, se observaría que su velocidad es cero y
que su masa no varía. Por tanto, la masa también es una cantidad
relativa.
Las leyes de Newton del movimiento en realidad no son
invalidadas por la Teoría de la Relatividad de Einstein; habrá que
Figura 6.12.—Representación gráfica de la velocidad en función del tiempo para una
fuerza constante. La velocidad no puede aumentar indefinidamente en mecánica
relativista, sino que está limitada por la velocidad de la luz.
analizar el radiador cavitario sólo hay que suponer que los átomos
de sus paredes están en equilibrio térmico mutuo y tienen la
misma energía cinética media aunque en un momento dado unos
tengan Más energía que otros, pudiendo variar en el tiempo los de
mayor y menor energías. Los cambios de energía de un átomo
concreto dependerán de las interacciones con los demás, bien a
través de la formación de enlaces químicos o por emisión o
absorción de radiación de otros átomos del interior de la cavidad.
El espectro de la radiación electromagnética emitida o absorbida
—el rango de frecuencias e intensidades— es representativo de la
distribución o contribución relativa de la energía total a las
distintas frecuencias o modos de movimiento. Puesto que la
radiación de la energía electromagnética depende de las cargas
eléctricas oscilantes, será útil discutir la emisión de dicha energía
como si se tratara de «osciladores» atómicos o moleculares loca-
lizados en los átomos o moléculas individuales.
Sus posibles movimientos son bastante complejos pero pueden
analizarse considerándolos como si fueran muelles que oscilan (
vibran) con frecuencias características. El movimiento conjunto
de un átomo o molécula es la suma de sus diferentes osciladores,
lo mismo que el movimiento de un automóvil que vaya por una
carretera con el firme en mal estado es el resultado de las subidas,
bajadas y movimientos laterales debidos a los amortiguadores,
rebotes de los neumáticos y acolchado de los asientos.
Lo que determina el espectro electromagnético emitido por la
cavidad es el número de osciladores activos con una frecuencia
dada. Inversamente, midiendo el espectro electromagnético emitido
y llevando a cabo los análisis matemáticos pertinentes se podría
deducir la distribución de la energía térmica total del sistema para
una temperatura concreta entre los diferentes osciladores.
El efecto fotoeléctrico
TABLA 8.3
Partículas fundamentales (alrededor de 1986)
Cuantos de campo
Fuerza Cuanto Símbolo Masa (GeV) Año
descubrimi
ento
Electromagnética Fotón y 0 1905
Débil Bosones 1983
vectoriales
intermedios W+, W—, Z0 81.000
Fuerte (color) Gluón ?
Gravedad Gravitón O —
Las cargas están dadas en unidades de carga del protón y las masas en miles de millones de
electrón-voltios (GeV).
el gluón tenga tanta masa que no podrá producirse con los
actuales aceleradores de partículas. Por el contrario, se cree que el
gravitón porta tan poca energía que será muy difícil observarlo. A
pesar de que únicamente se hayan observado dos de los cuatro
cuantos de campo, los físicos modernos aceptan como universal-
mente correcta la descripción cuántica de los campos.
Adviértase que existe la posibilidad de que se descubran más
familias de quarks y leptones. Aunque parece posible que pueda
continuar creciendo el número de ellas, ciertas consideraciones
sobre los primeros instantes del big bang impondrían un límite a
las mismas. Nótese también que la mayoría de las partículas
corrientes del Universo están construidas únicamente por leptones y
quarks de la primera familia y sólo en las reacciones nucleares de
alta energía se producen partículas hechas con los quarks de las
familias superiores. Por consiguiente, aunque existieran más
familias tendrían muy poca importancia en el Universo tal como
lo conocemos.
Aunque hay que recordar que los leptones y quarks de la tabla
8.3 tienen sus correspondientes antipartículas y que cada uno de
los quarks se presenta en tres colores, habrá de concluirse que, si
verdaderamente son los bloques de construcción fundamentales de
la Naturaleza, la sustitución es hermosamente simple y que no
representa una lista larga y desesperanzadora de partículas sin
ninguna relación aparente. Hay que discutir el punto relacionado
con su verdadera naturaleza fundamental. La cuestión es muy
simple, ¿existen pruebas de que los leptones y quarks estén
formados de partículas más pequeñas todavía? El problema se
reduce básicamente a si una partícula tiene «tamaño» o no. Si una
partícula tiene extensión espacial (tamaño) deberá ocupar algo de
ese espacio. Sea lo que fuera este algo, será lo que «construye» a
la partícula. Sólo si se trata de un punto sin tamaño, la partícula
será fundamental. (Nótese, sin embargo, que el concentrar una
cantidad finita de carga en un punto requerirá una cantidad
infinita de energía, motivo por el que esta cuestión permanezca
discutible.)
Se sabe que el electrón es extremadamente pequeño. Parece
ser que un puro «punto» del espacio sin tamaño alguno. Aunque
no se ha establecido que el límite del tamaño de un quark sea tan
pequeño como el de un electrón, también parece que se trata de
Laboratorio Acelerador Nacional Fermi
Una lista de obras que los autores creen que serán útiles como
lectura complementaria es la siguiente.
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Bondi, Hermann. Relativity and Common Sense. Nueva York: Dover, 1980.
Introducción no matemática de la relatividad escrita para el público
general.
Born, Max. Einstein's Theory of Relativity. Nueva York: llover, 1962. Una
extensa discusión de la Mecánica, Optica y Electrodinámica relacio-
nadas con la Teoría de la Relatividad en la que únicamente se
emplean Álgebra y Geometría simple.
Casper, Barry M., Nocr, Richard J. Revolutions in Physics. Nueva York:
Norton, 1972. Los capítulos 12-15 proporcionan una buena discusión
de nivel bajo acerca de la relatividad en la que se emplean matemáticas
muy simples.
Ford, Kenneth W. Basic Physic. Nueva York: Wiley, 1968. Un libro de
texto de Física que sólo usa el Álgebra y la Trigonometría de forma
muy clara. Véanse los capítulos 1, 4, 15, 16 y 19-22.
Gamow G. W. Op. cit. Los capítulos 1-6 tratan de relatividad.
Hawking, S. W. «The Edge of Spacetime». The American Scientist 72 (
julio-agosto 1984), 355-359. Discusión interesante de algunas recientes
ideas sobre relatividad general, sobre todo la aplicación de la Teoría
Cuántica.
Holton, Gerald y Stephen G. Brush. Op. cit. capítulo 31.
Lindsay, Robert Bruce y Margenau, Henry. Foundations of Physics. Nueva
York: Wiley, 1936. Un libro de texto avanzado con discusiones de los
supuestos metafísicos básicos de la Física. Véanse los capítulos 1, 2,
7 y 8.
Resnick, Robert. «Misconceptions About Einstein». Joumal of Chemical
Education 57 (Diciembre de 1980), 854-862. Contiene interesante
información biográfica.
Sciama, D. W. The Physical Foundations of General Relativity. Garden
City, N. Y.: Doubleday, 1969. Aunque está escrito para el público
general contiene discusiones algo sofisticadas y sutiles.
Capitulo 7
DeWitt, Bryce S. y Graham, R. «Resource Letter IQM-1 on the Interpre-
tation of Quantum Mechanics». American Journal of Physics 39 (julio
de 1971), 724-738.
Feyman, Richard P., Leighton, Robert B. y Sands, Matthews. Op. cit. Vol
III.
Ford, Kenneth W. Op. cit. Capítulos 23 y 24.
Gamow, G. W. Op. cit. Capítulos 7, 8, 10 y 10,5.
Friedman, A. J. y Donley, Carol. Einstein as Myth and Muse. Cambridge:
Cambridge University Press, 1985.
Friedman, Alan J. «Contemporary American Physics Fiction». American
Journal of Physics 47 (mayo de 1979), 392-395.
Hoffman, Banesh. The Strange Story of the Quantum. Nueva York: Dover,
1959. Una introducción no matemática de la Mecánica Cuántica
escrita para el público general.
Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy: The Revolution in Modern
Science. Nueva York: Harper, 1958. Presenta el punto de vista filosófico
de uno de los grandes arquitectos de Teoría Cuántica.
Juki, Stanley L. Op. cit.
Lindsay, Robert Bruce y Margenau, Henry. Op. cit.
Capítulo 8