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régimen de representación) donde los significados de mundo adquieren unas profundas
connotaciones socio-políticas, que es necesario observar como históricamente singulares.
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Rahnema Majad, “Pobreza global: el mito de la pauperización”, 1991.
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En este capítulo, Escobar explica el origen de esa nomenclatura: el Primer mundo, eran las naciones que
participaban activamente en la dinámica del capitalismo. Segundo mundo, eran las naciones declaradas
políticamente socialistas, y el Tercer mundo, eran todas las demás que la primera y la segunda categoría excluían.
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cumplirían un papel axial, y en connivencia con el temprano intervencionismo político
norteamericano llevarían a cabo su tarea.
A continuación, el autor propone hacer un recuento de los acontecimientos históricos de mayor
relevancia para el tema abordado. Entre estos, encontramos cómo en la coyuntura de post-
guerra, los conceptos de subdesarrollo y Tercer mundo empiezan a ser discutidos en el ámbito
político internacional. Por otro lado, la posición de Estados Unidos como potencia militar y
económica lo lleva a un lugar privilegiado en la geopolítica internacional. Así, el discurso del
desarrollo surge paralelamente a los intentos de EEUU por expandir sus mercados, invertir su
capital, comprar materias primas a bajo costo, acabar con el socialismo e imponer la Doctrina
de la Seguridad Nacional. Además cabe mencionar cómo la aplicación de estereotipos a la
población del Tercer mundo donde los juicios racistas salen a flote, toma parte en la
justificación dada para la intervención en el multidimensional problema de la pobreza,
asociado con la desnutrición, la ignorancia, la insalubridad, la inmoralidad y la barbarie. Gran
parte de la solución a esta problemática, radicaba en la implementación científico-tecnológica
de carácter moderno proveída (con serios condicionantes de patentes y costos) por los países
desarrollados, para de esta forma, modernizar los sectores de la producción y la vida urbana, lo
que inexorablemente creían que conllevaría a la erradicación definitiva de la pobreza y sus
codeterminantes. Esto, aunado a la difusión del conocimiento científico objetivo y empírico,
sacaría a nuestras naciones del atraso en el que se hallaban subsumidas.
Ahora bien, la conclusión a la que llega Escobar es la que expone en su tercer y último sub-
acápite: “El discurso del desarrollo”. Según el autor, la interacción de múltiples organizaciones
internacionales y prácticas institucionalizadas encaminadas en dirección al desarrollo, crean un
sistema cerrado, hermético y hegemónico desde el cual se representa la realidad3; en éste,
confluyen la industrialización, la urbanización, el auge de las ciencias positivas, las
organizaciones internacionales, las políticas locales, el neoliberalismo, el mercado
transnacional, etcétera. Así las cosas, el Tercer mundo es incorporado a la política de
conocimiento especializado implícito en la visión de mundo científica de occidente, fenómeno
que el autor denomina la “profesionalización del desarrollo. También nos habla de la
“institucionalización del desarrollo”, es decir, “la creación de un campo institucional desde el
cual los discursos son producidos, registrados, modificados estabilizados y puestos en
circulación”4.
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No participamos de esta idea en la medida en que teóricamente cierra las posibilidades de la creación de
cualquier contra-discurso, lo que evidentemente no sucede con tal rigidez hermética.
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Escobar Arturo, La invención del Tercer mundo, pag. 97.
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Capítulo Tercero- La economía y el espacio del desarrollo: fábulas del crecimiento y el
capital.
A grandes rasgos, gira en torno a cómo las primeras misiones y la llegada de la economía del
desarrollo, construyó en sus regímenes de representación una imagen peculiar del “Tercer
mundo” tratando de objetivizarlo, y creando un modelo ordenado, que dió como resultado,
según las conclusiones de nuestro autor, la construcción de Colombia como “subdesarrollada”,
de igual manera se impuso una visión única y “verdadera” de la realidad, relegando o
marginando otro tipo de representaciones alternativas, no hegemónicas. En este orden, otra de
las conclusiones que Escobar menciona es que, lo que instauró el discurso de la economía del
desarrollo fue una conciencia histórica, epistemológica y cultural y un espacio con unas reglas
del juego determinadas, donde se piensa y se vive acorde a sus prerrogativas.
En esta primera parte, que sirve como introducción a todo el capitulo, Escobar también rastrea
cómo el discurso de la economía del desarrollo se transforma desde 1949 hasta 1979, año en el
cual desaparece, dándole paso al modelo neoliberal, girando a los modelos clásicos
económicos, acarreando toda un proceso de pérdida de autonomía de nuestro país, debido al
acoso de la deuda externa y la privatización de empresas, entre otras estrategias, concluyendo
que el ajuste económico se enfocó en “un desarrollo con base en el mercado” eclipsando o
ignorando todos los aspectos socio-culturales en cuestión.
Las otras problemáticas centrales, se exploran a lo largo del capitulo, acorde a las divisiones en
las cuales el autor lo expone, en este orden se abordarán dichas problemáticas y las
conclusiones a las que llega Escobar.
En la primera parte se trata la economía y ciencia como construcciones culturales; aquí se
analiza cómo la economía construye una imagen “verdadera” del mundo cuya característica
principal es omitir la dimensión cultural en sus discursos, al mismo tiempo que configura unos
mecanismos de poder y verdad los cuales buscan la institucionalización de una sociedad
disciplinada y normalizada, transformando a los individuos y sociedades. Las conclusiones de
Escobar mencionan la importancia de la antropología de la modernidad y la economía cultural,
como metodologías que nos ayudan a develar qué es lo que subyace como normal, en la
invención cotidiana que generó los discursos económicos en las sociedades e individuos
modernos.
La segunda parte, versa sobre cuales fueron los discursos clásicos y neoclásicos, antes del
desarrollo. En este apartado, la problemática explora los soportes básicos de la economía, su
fe en el mercado autorregulado y en equilibrio, y cómo esto se desboronó a la llegada de la
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gran depresión, pero dejando sus principales bases intactas, y quedando identificado solo con el
mercado. Hasta este punto Escobar concluye que en esta coyuntura, el problema de la
distribución, planteada por los economistas neoclásicos, desapareció de la esfera social y
política, y se encamino a la optimización basada en la competencia y en la racionalidad
perfecta. En este apartado también se explora el surgimiento del keynesianismo del Estado
benefactor y cuales fueron sus principales planteamientos, y qué de esta teoría se aplicó en
nuestras sociedades, y qué no. Las conclusiones al respecto es que el keynesianismo, se aplicó
de tal forma, que surgieron nuevas maneras de control y de organización, enfocadas en la
eficiencia del trabajo y el capital, y que su aporte más importante en cuanto a la función social
que debería cumplir el Estado se desconoció por parte de los economistas.
La tercera parte sobre la economía y el desarrollo en las décadas de 1940 y 1950, Escobar se
remite a los antecedentes del desarrollo, cómo se construyó la economía subdesarrollada y se
consideró el elemento crecimiento como factor clave para encarar esta problemática a través de
la acumulación de capital, ahorro, inversión extranjera e industrialización. Al igual que expone
cuales fueron los modelos mas influyentes de desarrollo económico en nuestro país y su
inconvenientes y críticas, las principales conclusiones del autor, es que los modelos que se
aplicaron fallaron por su carácter netamente racional, anacrónicos a las realidades sociales y
económicas de nuestra sociedades.
Finalmente la última parte es una reflexión crítica sobre el papel de la antropología, en la
consolidación de los mecanismos hegemónicos de control en las sociedades locales, debido a
sus desaciertos metodológicos y su incapacidad de generar visiones y discursos
descentralizados del influjo hegemónico.
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Escobar indaga sobre cuáles son las reglas del juego que pretende instaurar el discurso, a través
de su practicas institucionales y profesionales, concluyendo en este primer apartado, que uno
de sus efectos es privilegiar cierta subjetividad, marginando a las sociedades receptoras del
progreso, así mismo concluye que el discurso construye a sus “clientes” de antemano sin
conocerlos en sus propias realidades, al igual que todos los esquemas y procedimientos que
estructuran su implantación.
En este orden de ideas, el autor también menciona que la institucionalización del discurso,
articula las relaciones de poder burocráticas y el conocimiento con el fin de imprimir cierta
racionalidad y carácter de veracidad a la “realidad” que representa, al mismo tiempo que
margina otras alternativas de visualización, y desplaza la problemática real al campo de la
logística y administración burocrática y racional. Este apartado finaliza, concluyendo que el
discurso mediatiza y sustituye las relaciones y prácticas reales de los beneficiarios, al igual que
define la importancia de la etnografía institucional como metodología que nos permite ver lo
que hemos aprendido a ignorar, con el inconveniente que Escobar no menciona que aspectos
son los que hemos aprendido a ignorar de nuestra cultura.
En el segundo subtitulo: Nacimiento, vida y muerte de la estrategia de planeación y de las
políticas de alimentación y nutrición, la problemática gira entorno a cómo las FNPP 5
construyen e irradian el discurso del hambre en la ruralidad y el campesinado, a través de la
planeación y su inherente juego de “visibilidades móviles” juego en el cual, solo resulta visible
lo permitido, según los intereses y procedimientos burocráticos, ocultando simultáneamente las
realidades sociales y su actores. Las estrategias que utiliza el discurso para desplazar el
conflicto social y político a la dimensión racional, también se encuentran presentes.
En este apartado las conclusiones del autor, apuntan a que la construcción y aplicación de este
discurso respondió en primera instancia a obtener una “radiografía” del problema nutricional
del país, con el ánimo de construir políticas, que sean manejables, acorde a los dispositivos de
poder que se quieren instaurar, ocultando de nuevo los aspectos incómodos que presente la
realidad que se interviene, despolitizándola y burocratizándola.
El tercer apartado: La crisis agraria y su contención a través de la planeación en Colombia
versa sobre el problema que representó la reforma agraria en 1950, a quienes favoreció,
realmente, y cuáles eran los intereses de Estados Unidos al impulsar la llamada revolución
verde. En este orden, Escobar concluye que la reforma solo favoreció a los grandes capitalistas
y los cultivos de exportación, en detrimento de los sectores tradicionales, y que la revolución
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Food and Nutrition Planning and Policy.
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verde represento una estrategia más de desmovilización y despolitización del campesinado y
buscó generar excedentes exportables, agravando la situación interna del país.
Finalmente en el último apartado, se instala la problemática, en los procesos de planificación
del DRI (desarrollo rural integrado) y el PAN, cuales fueron sus estrategias e intereses de por
medio. Escobar concluye que el DRI buscó un incremento de la producción en las regiones
donde incursionó, racionalizando e insertando estas regiones a la economía de mercado, en
busca de la conquista de nuevos territorios para el mercado, despolitizando los conflictos
sociales. Al mismo tiempo concluye que se deben adelantar políticas de afirmación cultural
mediante la liberación de espacios al interior, al margen de los efectos-instrumento del
desarrollo y en una posición ventajosa frente a la imposición cultural.
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se hace visible en el discurso se afirma la neutralidad del género en el desarrollo colocando a
las mujeres en situaciones de mayor inequidad económica, social y cultural.
Como conclusión, Escobar afirma que el discurso mujer y desarrollo deberá desarrollar formas
de conciencia y organización basadas en el género aceptando las diferencias como medio para
mejorar las condiciones de vida de las mujeres y superar la mirada que las convierte en sujetos
de preocupación problemática.
El medio ambiente según el discurso del desarrollo radica en la transformación que sufre la
naturaleza de ser una entidad independiente para ser un recurso humano. De esta manera la
gestión ambiental arranca a las comunidades del tercer mundo de su contexto local y las define
a la vez como recursos. Queda entonces la naturaleza fundida con el sistema urbano industrial
dando paso al desarrollo sostenible como alternativa para combatir la pobreza, sostener el
crecimiento y proteger la naturaleza. Las consecuencias de ésto es que la naturaleza es
resignificada por el capital como recurso y a su vez trasforma la vida humana, ya que la
primera exige la conquista semiótica de los conocimientos locales para sostener la naturaleza y
erosiona la autonomía cultural. Sin embargo Escobar reconoce en el desarrollo sostenible un
intento por articular la modernidad y el capitalismo antes de la aparición de la cibercultura, ya
que ésta demostrará ser una fuerza capaz de transformar la sociedad debido a la reforma en la
relaciones entre maquinas, naturaleza y tecnología.
Escobar concluye a modo de alternativa con una propuesta que entienda a la naturaleza según
la práctica cultural. El tercer mundo, dice el autor, deberá situarse en relación con los procesos
de globalización simbólica y material para superar su posición subordinada en la escena global.
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sean literarias, políticas, económicas, artísticas, cinematográficas y audiovisuales;
convirtiendo cada punto en un lugar de encuentro donde una cultura tradicional se desaloja a
cambio de unas condiciones y paradigmas de la modernidad. La interpretación que se establece
de facto para esta suplantación es un descentramiento de valores que generan lugares de
violencia, dados a partir de la transformación de valores y acciones que garantizan niveles de
representación de una sociedad. La representación se instala en el orden del discurso, lo cual
remite a Escobar a aclararar una de las dimensiones del lenguaje, donde advierte, que el acto de
decir es hacer, en otras palabras que el lenguaje es acción; en tal sentido al ser la
representación una forma de decir de una sociedad y por lo que se ha expuesto, también es una
forma de hacer, el problema se instala en el orden de lo político. El tercer eje se encuentra en
la explicación y ampliación de la metáfora “culturas híbridas” y sus implicaciones para
América Latina, lugar donde se genera el término a partir de una serie de interpretaciones.
Escobar reconoce inicialmente dos condiciones, por un lado la heterogeneidad temporal y
social de la modernidad latinoamericana y en segundo lugar las demandas sociales que han
surgido de ella. Esto lo lleva a identificar que los términos de tradición y modernidad que se
usan cuando se habla de pensar la sociedad latinoamericana solo se instalan en estos dos
bloques dado el paradigma del desarrollo, que excluye cualquier otra posibilidad, mutilando
otras formas de decir que se extraigan del modelo hegemónico, en este orden hablar de
“culturas híbridas” es interpretado por el autor como una salida que faculta el uso de nuevos
lenguajes. Finalmente, el cuarto eje recoge las argumentos que este autor ha ofrecido como
alternativas al modelo del desarrollo, argumentando de entrada las garantías –políticas- que
debe otorgar una sociedad a sus expresiones textuales, visuales y artísticas o cualquier otra
manifestación que posibilite a un grupo niveles de representación, asegurando así la
diferencia cultural como fondo y herramienta para la vida social.
Ahora bien, las conclusiones a las que llega Arturo Escobar en cada punto son las siguientes.
Cuando se trata de estadísticas, estas deben ser observadas desde sus consecuencias políticas,
desde la construcción de subjetividades, la formación de la cultura y la construcción del poder
social ¿por qué? la respuesta nos la da el segundo nivel en el que el autor ha señalado la
relación entre el decir y el hacer, ya que Escobar reivindica las posibilidades de hacerle frente
al modelo construyendo en el hacer nuevas afirmaciones y visibilizaciones que garanticen
nuevas formas de decir, las cuales sean orientaciones para imaginar una discontinuidad
anudada en el discurso desde los Siglos en que se articuló las ecuaciones interpretativas
:Civilización/Barbarie, Tradición/Modernidad (Progreso), Desarrollo (Primer mundo)
/Subdesarrollo ( Tercer Mundo). En otra instancia, plantea los límites y sugiere advertencias
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sobre hablar de “culturas híbridas”, advierte que hablar de hibridación no es desmontar las
estructuras de dominación, ni tampoco el desmonte de imaginarios y cosmologías de las
tradiciones milenarias latinoamericanas, pero asegura –con demasiada certeza- que implica
una recreación de la cultura y por tanto el laboratorio de nuevas subjetividades, que anudadas
unas a otras por medio del tejido social garantizan una transformación de la vida social.
Al respecto de estos cuatro puntos pensamos que Escobar finaliza su texto recogiendo puntos
centrales que han sido foco de argumentaciones en cada uno de los capítulos que anteceden a
las conclusiones; lo que recoge en nuestro criterio resalta elementos fundamentales en torno al
discurso y a la acción política como forma de transformación de la vida social, lo cual
históricamente cobra valor, ya que son los movimientos que agrupan varios sectores lo que
garantizan las transformaciones en la sociedad. Por otro lado, es evidente el problema de la
representación en el cual el autor ha resaltado características fundamentales pero ha descuidado
elementos orgánicos del problema. Destaca el papel que la representación cumple en la
sociedad y la tarea que tiene ésta de recrear formas de representación como condición para la
diferencia que garantiza un límite a cualquier intento de hegemonía Occidental. Descuida en
nuestro criterio las condiciones históricas de Occidente, donde América Latina ha estado
insertada por varias vías –mentales, económicas, políticas- desde el Siglo XVI, lo cual lo ha
hecho partícipe de diversos procesos. Los procesos históricos son el punto más descuidado en
Escobar, una grave omisión que reduce sentidos a diversos conceptos y problemas ubicados
en el eje de la duración y la continuidad.
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