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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

I Presentación

Es claro para todos, la inminente presencia que la iglesia católica posee en los ámbitos
público y privado actualmente, sobre todo en este país, considerado uno de los más
católicos del mundo. Este fenómeno obedece a múltiples determinantes históricos de larga
y corta duración, cuya pertinencia ha sido asumida a un nivel aun muy bajo por la
academia de ciencias sociales, y todavía muy alto por los investigadores pertenecientes a la
institución eclesiástica. No queremos calificar aquellos estudios como inválidos por el
mero hecho de ser autoría del mismo clero católico, sin embargo consideramos que es
necesaria la participación investigativa de individuos cuyas hipótesis no tengan que
obedecer a los parámetros impuestos (ya sea explícita o implícitamente) por la autoridad de
la institución a tratar. Pero entonces, ¿a qué se debe esta reticencia de gran parte de la
academia colombiana a asumir esta temática como eje problemático de reflexión? La
primera respuesta que se nos viene a la mente es que carece de relevancia: es al parecer
más comprometido con la crítica situación colombiana preguntarnos por los problemas
económicos (PIB, ISI, producción, circulación, exportación, crecimiento, etc.) o políticos
(la nación, los grupos armados, el neoliberalismo, la democracia, la burocracia
gubernamental, etc.) pues ejercen una influencia aparentemente mayor en la vida de los
que se consideran a sí mismos como colombianos. Esta respuesta es interesante, (aunque
controvertible) sin embargo, no nos es suficiente. Otra posible respuesta -y para nosotros la
más acertada- sería entonces que el tema posee una gran nebulosidad, que su objeto es
impreciso y que por lo tanto, es mucho más complejo que los anteriores. Sea cual sea la
respuesta a nuestro interrogante, ninguna es del todo convincente: la primera por
injustificada ortodoxia convencionalista, y la segunda por facilismo. Por lo mismo, creo
que este proyecto se convierte en un primer paso hacia el esclarecimiento del campo
temático aludido y a su abordaje metodológico. A modo de introducción haré algunas
precisiones en este sentido.
Existen diversas aproximaciones metodológicas al fenómeno religioso que están en gran
medida determinadas por los objetivos propuestos y las perspectivas desde las cuales cada
área del conocimiento conoce dicho objeto. Sin embargo, podríamos agruparlas en tres
grandes categorías, dos de las cuales no las considero como meritorias de profundización,
pues su objetivo es el análisis de las formas de sensibilidad religiosas en sí mismas en la
primera (que llamaremos vivencial), y la manifestación e interpretación objetiva de fuerzas
ultraterrenales (hierofanías) en la segunda, denominada teológica. Por el contrario este
proyecto se sitúa en la tercera (sociológica), que al reflexionar sobre la expresión social de
dichos fenómenos denominados religiosos cobra una mayor relevancia científica.
Durante los siglos XVIII y XIX la curiosidad intelectual alrededor del problema religioso
se incrementó notoriamente en el mundo académico europeo, resultando una serie de
estudios de la más variada índole. Sin embargo, algunos se caracterizaron por su afán
descriptivo respecto a la sensibilidad religiosa que subyacía a la organización eclesiástica
particular, y que por lo tanto, podría dar una explicación genética a la posterior
exteriorización socialmente ordenada de símbolos, mitos y prácticas presente en todas las
culturas “humanas”. Este trabajo aparentemente teológico, provino de estudiosos y
filósofos preocupados por las experiencias extáticas propias que el sujeto particular vivía
“objetivamente” dentro de una religión, lo que daría un punto de partida para expresar
desde la lógica causal el resto de los fenómenos religiosos. No podríamos dar dicha
búsqueda por concluida pues los resultados hallados oscilan siempre entre una
determinación cultural particular y la interpretación sesgada del investigador lo que
dificulta establecer con claridad la naturaleza de dicha experiencia. Un investigador de
renombre como Francisco García Bazán ha llegado a la conclusión (por cierto transitoria)

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

de que dicha experiencia es vivida como una inaprensible amalgama de miedo y


fascinación frente a una energía numinosa presente en el mundo. Como lo he dicho antes,
estos estudios no pueden aportar al estudio científico más que especulaciones que oscilan
entre una búsqueda filosófica y un tratado esotérico.
Sin embargo, mucho antes que los “vivencialistas” empezaran a hacer sus consideraciones
respecto al fenómeno religioso, los estudios teológicos ya habían aparecido en escena.
Éstos últimos se diferenciaron de los demás por la peculiaridad de su objetivo: establecer
un juicio adecuado sobre la naturaleza de lo sagrado desde la creencia en su objetividad.
Por lo mismo, sus pretensiones trascienden los parámetros epistemológicos de la razón
ilustrada y se instalan en un nivel de aprehensión logopático que sintetiza las ideas
deducidas por la razón (logos) y las inducidas por la sensibilidad (pathos). Una primera
acepción de teología, en su sentido amplio, es la creación de discursos racionalizados que
refieren sus significados a un nivel de existencia transhumano: mitos, cosmogonías,
hierofanías, etc. Estos discursos están motivados, bien por inspiración, bien por revelación;
su lenguaje narrativo está caracterizado por la utilización de premisas enigmáticas,
metáforas y alegorías. Ahora bien, una segunda acepción de teología (y la más
generalizada) es la proveniente de la tradición cultural cristiana, quien la circunscribe a la
interpretación de esos primeros discursos desde una perspectiva que -gracias a la heredad
helénica- se vale tanto de la razón como de la fe; este ambivalencia será su principal
derrotero desde los inicios de la edad moderna debido al auge empirista del que nuestra
actualidad es efecto. Para ejemplificar podríamos citar el suceso narrado por Pablo de
Tarso en los Hechos de los Apóstoles, donde al montar en su caballo una luz
enceguecedora lo derriba y lo sumerge en un éxtasis religioso en el que Dios le revela la
santidad de Cristo, haciéndole renunciar a la sinagoga. Este relato se encuentra dentro de la
primera categoría teológica. La interpretación que se hace de este a lo largo de la baja Edad
Media de la cual se concluye que la más pura manifestación divina en el mundo humano es
la luz, se encuentra dentro de la segunda categoría teológica.
Posteriormente, a finales del Siglo XIX y a lo largo del XX, se intenta aplicar al análisis de
la religión la metodología científica del movimiento filosófico positivista en auge 1, de
donde surge en primera medida una explosión de estudios historiográficos de corte
historicista por una parte (por ejemplo, la historia de los papas de Leopold Von Ranke), y
análisis conductistas por parte de los pioneros de la psicología, expertos en especulación.
Con ulterioridad vendrán las valiosas contribuciones que la sociología y la antropología de
la religión, basados en la prenoción empirista aportan para estudios como los que aquí se
proponen. La configuración del objeto al que nos acercamos depende en nuestro caso, de
las manifestaciones fenoménicas y fenomenológicas de la acción social típicamente
religiosa en un tiempo/espacio particular. Es decir, tal como aparece en su forma y en su
esencia la acción cuyo sentido se refiere principalmente al Otro2, en una época y una
región específicas, corresponde al científico interpretar en su desarrollo y efectos.

1
Aunque las posturas teóricas positivistas han sido constantemente refutadas por muchas escuelas en el
ámbito de las ciencias sociales contemporáneas, es innegable la presencia apabullante de sus premisas
epistemológicas en el método aceptado y utilizado en varias disciplinas. Si bien el énfasis pragmático resulta
en algunos casos innecesario, y en otros reiterativo hasta la saciedad, es necesario considerar también que los
avances teórico-conceptuales más valiosos en el tratamiento de la religión se derivan causalmente de las
prenociones empiristas.
2
Como categoría psicoanalítica. Ver Jacques Lacan, “Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, ed.
Paidós, 1986, seminario Libro 11.

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

II Problema

Este proyecto de investigación asume como problema histórico a desarrollar el Concilio de


Trento como una manifestación de la organización eclesiástica católica donde se definen
los parámetros doctrinales y teológicos que darán forma a la religión contrarreformista
exitosamente implantada en América. Como es sabido la Iglesia Católica ha utilizado este
mecanismo conciliar desde sus inicios para establecer de forma oficial y consensuada las
orientaciones que se deben tomar en materias administrativas, litúrgicas, teológicas, y en
general, los principales aspectos relacionados con la organización interna de la iglesia. Sin
embargo las condiciones en las cuales surge el concilio tridentino le otorgan a este unas
características históricas que lo destacan y diferencian de los concilios precedentes 3. A
continuación procederé a hacer un breve esbozo de este contexto para aclarar el nivel
problemático del suceso.
Recordemos que veinte años antes de haberse convocado dicho concilio, la iglesia ha
sufrido el cisma eclesiástico más significativo de su historia: la reforma luterana. La
acogida inesperada de las controversiales tesis de Martín Lutero4, le significó al
catolicismo una enorme disminución del rango de influencia en la Europa occidental,
rompiendo de esta forma con la hegemonía mantenida durante más de quinientos años. La
pérdida del control ejercido sobre instituciones de culto, de enseñanza, de producción, de
administración y de prédica en varios principados septentrionales dio inicio a un proceso
de desmembramiento territorial que se extendería paulatinamente a otras regiones. Esto
derivó a su vez en toda una suerte de conflictos políticos y bélicos que no pretendo abordar
aquí; lo que me interesa resaltar es cómo a través de estos hechos, la Iglesia Católica se ve
obligada a convocar un concilio donde se estipulen claramente las directrices
organizacionales, defensivas ante la propagación de la “herejía protestante”, y ofensivas en
búsqueda de una reconquista de los territorios perdidos y expansión de sus fronteras5. Para
tales fines son necesarias, tanto la estratégica alianza política con influyentes personajes de
la época (por ejemplo Carlos V), como la definición de los paradigmas fundamentales que
deben orientar de este momento en adelante la religión y la religiosidad católicas6; es ésta
la motivación principal para dar inicio a las cesiones conciliares en la ciudad de Trento (en
los Alpes nor-italianos) entre 1545 y 1563. Son los resultados obtenidos de estos largos

3
Existen dos tipos de concilios: Diocesales y Ecuménicos. Los primeros, como su nombre lo muestra, son
agenciados por la autoridad episcopal y a diferencia de los segundos no tienen un carácter decisorio sobre
materias doctrinales o teológicas y la participación eclesiástica es reducida. El concilio de Trento pertenece a
la segunda categoría, convocado por la autoridad papal en la búsqueda de determinaciones perentorias
convenidas consensualmente, reuniendo a las figuras más representativas de toda la jerarquía eclesiástica; de
esta última característica deviene su nombre.
4
Cabe anotar que la publicación de las 95 tesis ocurre en el año 1517; su rápida difusión hace que tres años
después el papado redacte la bula de amonestación, y que en los 50 años siguientes Europa occidental viva
una coyuntura de transformaciones paradigmáticas en todo sentido.
5
La sangrienta guerra entre católicos y protestantes solo llegaría a una relativa tregua en la paz de Westfalia,
1648.
6
Cabe en este punto aclarar que planteamos lo anterior como un deber ser, lo que no sugiere que los
dictámenes ahí postulados se hallan cumplido a la perfección: evidentemente existen condiciones sociales
previas que resignifican en su contexto particular la normatividad organizacionalmente establecida, lo que de
entrada refuta que el anhelo de una religiosidad homogénea pretendido por el documento mismo, haya tenido
lugar históricamente hablando. Sin embargo, es también claro que existe en la Iglesia Católica una aplicación
relativamente efectiva de esta norma, estableciendo de este modo un nivel de dominación religiosa suficiente
para ser considerado (el concilio) un documento histórico relevante en sí mismo; ahora bien, la
determinación científica del nivel concreto de influencia en la religiosidad solo es posible a través de una
serie de estudios de caso no solamente enfocados teórico-metodológicamente en el mismo sentido, sino
también exhaustivamente minuciosos. Este análisis “empírico” no se ha hecho aun, probablemente porque el
primer paso, el análisis del Concilio en sí mismo, no ha sido dado.

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

debates eclesiásticos los que pretendo abordar, haciendo énfasis en la argumentación


utilizada para la legitimación de determinadas instituciones7 religiosas, y dejando de lado
lo concerniente a materias administrativas y organizacionales. Hago esta deliberada
exclusión temática considerando que no es mi propósito hacer una historia política de la
entidad burocrática eclesiástica, como lo ha hecho la mayoría de estudiosos (sobre todo
los pertenecientes a la iglesia) que a historiar la religión se dedican; mi interés radica en
la oficialización y legitimación de dogmas y prácticas religiosas a través de una
argumentación esencialmente teológica que se mantendrá prácticamente intacta hasta el
Concilio Vaticano I (1869), y más precisamente hasta el Vaticano II (1962-65). Como
ejemplificación de los objetos temáticos acotados se pueden incluir grosso modo: las
sagradas escrituras, el credo, los sacramentos, el pecado, la eucaristía, la veneración, la
censura, entre otros. Ahora bien, dado que las 25 cesiones del concilio en cuestión se
realizaron de forma interrumpida durante aproximadamente 20 años8 en cuyo transcurso
tres personas diferentes ocuparon el cargo pontifical, es conveniente como primer paso
del análisis establecer los niveles de coherencia interna en el texto: rastrear
minuciosamente las contradicciones manifiestas o latentes (si es que estas existen) en las
proposiciones mismas. Una vez aclarado este primer aspecto se sabrá si es posible asumir
el problema como un conjunto discursivo “homogéneo” o como uno que presenta
variables internas; si este es el caso, se puntualizarán las características diferenciadoras.
También es necesario tener en cuenta que la connivencia existente entre el Imperio
Hispánico y la Iglesia Católica, no solo en el período en el que se lleva a cabo el concilio
sino también mucho antes y después, conlleva hipotéticamente tanto a una aplicación
efectiva de las políticas tridentinas en los dominios imperiales (peninsulares y
coloniales), como la intervención de factores exógenos típicamente políticos en la
concreción del suceso. Mientras la primera reitera aun más la pertinencia de mi trabajo,
la segunda introduce una nueva faceta problemática del concilio que no estoy dispuesto a
asumir, pues para hacerlo sería necesario un rastreo minucioso de la participación de
cada uno de los monarcas, pesquisa que no es posible mientras el Archivo Secreto
Vaticano mantenga casi toda su documentación inaccesible. Además, en la especificidad
de mi objeto resulta irrelevante la incidencia de los intereses políticos, pues como he
dicho anteriormente, me enfocaré principalmente en los temas propiamente doctrinales y
teológicos.
Por último, deseo poner de manifiesto algunas hipótesis consideradas apriorísticamente
válidas, de las cuales parto para justificar y abordar mi problema investigativo9:
-La vigencia oficial del concilio (400 años aproximadamente) nos permite hacer ciertas
conjeturas: a) La iglesia implantada en América durante este mismo período se orienta
por sus cánones. b) El trabajo de síntesis religiosa logrado en el concilio fue
relativamente exitoso, dado que dichas determinaciones no se discuten nuevamente hasta
el Siglo XIX.
-El Concilio de Trento fue un mecanismo eclesiástico que le permitió a la iglesia
reafianzar oficialmente los atributos esenciales del cristianismo medieval occidental. Por
lo tanto, está implícitamente contenida en éste una posición reticente frente a las
transformaciones socio-políticas acaecidas en el mundo atlántico a lo largo de su periodo
de vigencia.
-El Concilio de Trento es una manifestación del vehemente deseo por parte del
catolicismo, de recuperar la hegemonía perdida sobre el ámbito público “mundial”.

7
Utilizo el concepto institución en el sentido propuesto por Peter Berger: Véase numeral VI.
8
Este es el concilio más largo de la historia de la iglesia.
9
Queda claro que demostrar su validez no entra dentro de los límites de mi investigación; solo las utilizo
como un conocimiento previo obtenido a lo largo de la carrera, que corrobora la necesidad del análisis.

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

III Objetivos Generales

El propósito general de esta investigación radica en la posibilidad de rescatar la


importancia del Concilio de Trento como un acontecimiento que definirá las directrices
fundamentales de la religión Católica Apostólica y Romana durante un largo periodo en
el cual el mundo conocido como “Occidente” sufrirá transformaciones que ahondarán la
brecha existente entre la modernidad y la contra-modernidad por ella representada. De lo
anterior deviene un segundo objetivo general: Hacer evidente cómo la religiosidad
católica ideal aquí sintetizada surge como la oposición al nacimiento de otras formas de
religiosidad y sociabilidad acordes con los procesos de desarrollo de la modernidad,
inauguradas (al menos en el ámbito público) por la teología luterana. En conclusión,
podría decir que el objetivo principal de esta investigación es el acercamiento al
significado de un tipo particular de conducta cotidiana religiosa presente en nuestra
sociedad desde la expansión misional católica, a través de su legitimación de orden legal-
racional manifestada en el documento rector de la organización.

IV Objetivos Específicos

-Rastrear las condiciones históricas que motivan la convocatoria ecuménica del concilio
(1520-1540).

-Rastrear el desenvolvimiento cronológico del concilio (1540-1563)

-Analizar la estructura formal del texto.

-Establecer los niveles de coherencia interna en el texto.

-Exponer el tipo ideal de religiosidad católica manifestado en el texto.

-Analizar la retórica10 discursiva utilizada en la argumentación.

-Comparar los preceptos dictaminados con la contraposición protestante (en las mismas
materias) de vertiente luterana.

10
Sobra en este punto aclarar que no utilizamos el término “retórica” en su acepción vulgar y más
difundida que pretende vindicarla como un juego demagógico carente de sentido y adecuación en sus
enunciados. Por el contrario, entiendo por “retórica” un discurso estructurado de tal forma que logra crear
en el interpretante un efecto explicativo de la temática tratada; por consiguiente, en la retórica está
implicada de forma inexorable la intencionalidad del hablante. Que los juicios sean verdaderos o falsos, es
irrelevante para una investigación como esta, pues dicho carácter de verdad depende de las condiciones
pragmáticas en las que dicho juicio es emitido e interpretado.

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

V Impacto Académico

Existen en la doctrina católica una serie de enunciados coherentes entre sí que configuran
desde una cosmovisión religiosa el deber ser de un mundo humano, corpus discursivo
que como es comúnmente aceptado, se convierte en el orientador fundamental en la
constitución de aquello que denominamos sociedad colombiana. Estos conceptos
axiológicos se evidencian históricamente a través de a) manifestaciones normativas
estipuladas por la organización eclesiástica como tal, y b)representaciones sociales
cotidianas comunes de origen religioso. Dentro de la primera están contenidas
implícitamente las prenociones de origen teológico oficialmente aceptadas por la Iglesia;
de forma explícita, especificaciones en materia doctrinal y litúrgica, y los dictámenes
político-administrativos propiamente dichos. Dentro de la segunda, encontramos
imaginarios concretos referentes a todos los dominios de la vida social: moral, poder,
deseo, emotividad, economía, tiempo, etc. Son estos “universos de significado” los que
en última instancia le otorgan sentido a la conducta cotidiana del sujeto social. Aunque
evidentemente existe una relación necesaria entre uno y otro campo de acción, la
determinación absoluta no es posible en a) por la variabilidad normativa y distinción en
la relevancia de objetos teológicos dentro de las distintas corrientes de la organización
misma y en b) por los distintos factores que inciden en la sociedad particular para la
configuración de una ética religiosa. El establecimiento de los niveles de incidencia
pragmática entre uno y otro campo (desde una perspectiva crítica), es todavía una tarea
muy poco asumida en los espacios académicos. Dicho análisis requiere tanto de una
profunda conceptualización que permita el análisis crítico de la normatividad eclesiástica,
como de un trabajo empírico exhaustivo que defina sus niveles de influencia.
Así las cosas, creo que este trabajo se vindica como una primera aproximación pertinente
al esclarecimiento del primer campo temático, es decir, la legitimación (e imposición) de
los distintos objetos y prácticas religiosas a través de una argumentación retórica con
pretensiones de “verdad” por una parte, y de una normatización coactiva ejercida por una
organización burocráticamente estructurada, por otra. De esta forma, la investigación
aquí propuesta es un primer paso hacia la construcción de un nuevo tipo de historia social
que no solo tiene la capacidad de decir más sobre nuestra actualidad colombiana, sino
que sugiere el replanteamiento de las prenociones y los prejuicios dentro de las cuales
nos movemos en nuestro diario discurrir, que nos impiden desde hace siglos la
participación comprometida dentro de un proyecto de sociedad moderna.
Ahora bien creo que el nivel de impacto académico solo puede determinarse como parte
de la empresa intelectual de objetivos más ambiciosos expuesta arriba; es decir,
solamente dentro de un conjunto de estudios históricos sobre la religión y la religiosidad
católica que participen del mismo enfoque teórico-metodológico (y que por lo tanto sean
complementarios) es posible percatarse de la verdadera importancia de los resultados
investigativos propuestos. De otra forma, no dejará de ser una monografía que si bien
posee un cierto nivel de refinamiento en el objeto temático y su tratamiento, no
conllevará ningún tipo de repercusiones ni en la historiografía contemporánea, ni en la
sociedad de cuyos conflictos se inspira el trabajo mismo. No obstante lo anterior, espero
de igual forma que la realización de este trabajo sea interpretada como una invitación a la
reflexión científica de estas temáticas tan desafortunadamente olvidadas y tan
erróneamente menospreciadas.

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

VI Campo Conceptual

A continuación, procederé a esbozar el contenido de los conceptos de los cuales me


valgo para asumir el problema de investigación. Sobra decir que solamente dentro de los
límites teóricos por ellos planteados es posible entender tanto la importancia como las
hipótesis inherentes al trabajo. Ahora bien, la definición conceptual aquí propuesta no se
remite directa y literalmente al texto de algún autor, pues además de ser el resultado de
una interpretación personal, en busca de una síntesis que provea una complementariedad
es necesario exponerlo con mis propias palabras; no significa esto que obviaré lo
planteado por el autor que lo propone, más bien quiere decir que me tomaré la libertad de
definir desde mi criterio los límites desde los cuales entiendo el concepto. Por último,
advierto que en este breve esbozo solo es posible caracterizar los conceptos tratados de
forma somera: su contenido profundo solo se hará visible en el resultado concreto de la
investigación. Sin más prolegómenos, entremos en materia.
Institución/Organización: Dentro del modelo de lo que se ha denominado “Sociología
del conocimiento”, Peter Berger y Thomas Luckmann11 hacen una redefinición del
concepto de institución que se aleja de su acepción comúnmente aceptada. Podemos
resumir la propuesta de la siguiente forma: el sujeto social, desde sus primeras etapas de
socialización es impelido a incorporar para sí toda una suerte de órdenes que configuran
la objetividad del mundo humano en el que vive. Este proceso de objetivación, una vez
interiorizado, posibilita la reificación de los distintos dominios de cosas a los cuales el
sujeto insta cotidianamente: el trabajo, el parentesco, la sexualidad, la religiosidad, etc.
Estos tres procesos constituyen la institucionalización, que podemos empezar a definir
como una acción social habitualizada cuyo sentido subyace a la acción misma como
efecto de su rutinización. Ahora bien, la institucionalización de un acto se subdivide en
las tres fases hipotéticas planteadas: Objetivación (dota a las cosas de una objetividad
socialmente establecida) Interiorización (el sujeto incorpora los órdenes de la
objetivación como propios) y Reificación o externalización (se proyecta el significado
como inherente a las cosas mismas. Por lo tanto, el sentido comúnmente atribuido al
término “institución” realmente corresponde al concepto de “organización”; por
organización entiendo una entidad legalmente establecida que estructurada las más de las
veces de forma burocrática, subdivide funciones, establece deberes y derechos (bien sea
explícita o implícitamente) en su interior, y administra recursos materiales y humanos de
acuerdo a un fin preestablecido. Recordemos que dentro de toda organización existe una
compleja jerarquización que le permite incrementar el rango de influencia de su ejercicio
de poder, pero que a su vez lo fragmenta; por consiguiente, se ve obligada a estipular una
normatividad ideal que cohesione los fragmentos de poder de acuerdo al fin
primariamente determinado.
Religión/Religiosidad: Dos conceptos cuya complejidad ha estado en debate (al menos
académico) desde el Siglo XIX, y cuya diferenciación no ha sido unánimemente aceptada
por todas las corrientes teóricas en todos los tiempos, y es fruto de un desarrollo
histórico, donde los límites entre una y otra categoría no son siempre los mismos. Sin
embargo podríamos establecer una delimitación de acuerdo a los dos conceptos
anteriormente trabajados, donde la religión representa un sistema organizado de culto y
creencia en fuerzas sobrenaturales, y la religiosidad se refiere a la práctica vivencial e
institucionalizada de los distintos aspectos contenidos en dicho sistema: el mito, el rito y
la doctrina. Aunque el tema es prolijo, nos abstendremos de abordarlo en su profundidad

11
BERGER Peter y LUCKMANN Thomas, La Construcción Social de la Realidad, ed
Amorrurtu, Buenos Aires 1979..

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

y por el momento, solo partiremos de la hipotética correspondencia religión/organización


y religiosidad/institución.
Ahora, apelaré al repertorio conceptual weberiano sobre la sociología de la religión12,
concretando un poco las generalidades expuestas arriba en el caso católico.

Soteriología: Weber utiliza este término de origen religioso para referirse al énfasis
existente en la doctrina cristiana hacia la salvación del alma humana13. Podríamos decir
que casi todos los elementos que componen la doctrina se enfocan en definir la
posibilidad o imposibilidad del hombre para proveerse la salvación. Pero, ¿salvación de
qué? Podríamos hipotéticamente argumentar que el cristiano quiere salvar su alma Sin
embargo, dentro de éste está contenido implícitamente un nivel problemático que el
mismo autor nos expone: el camino hacia la salvación solo puede ser garantizado al
creyente de acuerdo al nivel de obediencia que éste manifieste hacia la organización,
(Weber la llama instituto) dado que ésta ha sido legitimada como mediadora entre el
mundo humano y el mundo ultraterreno o divino. De esta forma la acción en sí misma
queda vaciada de su contenido ético pragmáticamente establecido, y configura una
religiosidad de la sumisión ante la autoridad legal y burocratizada dispensadora de los
bienes de salvación.

Ultramundano/Intramundano: En su obra, Weber se vale de esta diferenciación


conceptual para caracterizar los atributos éticos propios del catolicismo en el primer caso,
y del protestantismo en el segundo. Aunque en ambos casos está presente la creencia en
un plano de existencia metaterrenal como proyección de la axiología instituida, solo en el
caso protestante la religión enfatiza las relaciones humanas cotidianas en sí mismas como
las causantes de la gracia ante Dios (justificación por las obras), cuando por el contrario
en el caso católico se reafirma la convicción de que las acciones humanas solo en
relación con la iglesia como proveedora de la verdadera fe pueden cobrar un sentido
metafísico (justificación por la fe).14 Dadas estas condiciones, Weber considera al
protestantismo como creador de una religiosidad intramundana (dentro del mundo), en
oposición al catolicismo, cuya vehemencia soteriológica lo vindica como ultramundano
(más allá del mundo). Ambas tienen profundas implicaciones derivadas del nivel de
valoración otorgado a las relaciones sociales concretas y a la existencia en general.

Racionalidad (para el caso de la religión): comúnmente malinterpretado como un


eurocentrismo, este concepto pretende designar el grado de complejización en la
interacción de los elementos presentes en una religión, manifestada en una
sistematización de tipo teológico. Para el caso católico, Weber anota que es la única
religión que desarrolla en su interior una casuística normativa tan detallada y compleja, y
por consiguiente, racional.

Otros conceptos e hipótesis weberianas se verán aclaradas y utilizadas de acuerdo a su


pertinencia en el resultado investigativo.
VII Proceso Metodológico
12
WEBER, Max, Ensayos sobre sociología de la religión, III Vol, Editorial Taurus, Madrid, 1983.
Recordemos que las categorías propuestas se utilizan como tipos ideales de los cuales el caso particular se
puede acercar o distanciar de acuerdo a sus características; además sus límites son siempre “fluidos”.
13
Está implícitamente enunciada aquí la bipartición de la categoría filosófica “hombre” en un plano
material expresado por el cuerpo, y otro espiritual expresado por el alma; esta convicción, como es
comúnmente aceptado, tiene su origen (para el caso católico) en la teología agustiniana que a su vez es la
síntesis y la aplicación de la creencia propiamente helénica.
14
Este es uno de los debates más candentes entre la doctrinaria católica y la vertiente luterana del
protestantismo para la época de la coyuntura tridentina. Evidentemente será considerado.

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

Como punto de partida para la delimitación metodológica del proyecto, es claro que este
proyecto se inscribe dentro del rango acotado por el análisis discursivo; sin embargo las
variables (no todas por mí conocidas) que este puede presentar de acuerdo al objetivo
propuesto, requieren un ejercicio de precisión que si bien puedo exponer aquí de forma
muy general, no estoy aun en capacidad de acotar con total claridad.
No utilizaré la metodología del denominado “análisis de contenido” pues además de
enfocar su interés en índices de frecuencia y otros cálculos de tipo cuantitativo, deja de
lado el contenido profundo presente en el discurso que estudia y por consiguiente, no lo
considero meritorio de aplicación. Tampoco haré en este trabajo una disquisición
teológica sobre la validez o invalidez de dicho contenido, pues mi objetivo se instala en
la aproximación crítica y comparativa al texto. Pretendo en primera medida ubicar un
contexto estructural donde se ubica temporal y espacialmente el suceso, para
posteriormente adentrarme en la crítica interna del documento, enfatizando las
características otorgadas a los dogmas principales dentro de la doctrina católica y
comparando estas con la contraposición luterana. El análisis del texto comprometerá todo
el bagaje intelectual que poseo, por lo que es prudente contemplar dentro de este proceso
metodológico una constante documentación que permita al desarrollo del problema llegar
a los niveles de profundidad esperados.

VIII Cronograma

Segundo Semestre de 2006: Perfeccionamiento del proyecto.


Primer semestre de 2007: Estado de la cuestión, revisión bibliográfica.
Segundo semestre de 2007: Revisión de fuentes y redacción

IX Presupuesto

Dado que casi todo el material bibliográfico se encuentra reservado en la biblioteca Luís
Ángel Arango, es necesario estimar dentro del presupuesto su visita.

Transporte: 150.000 pesos


Hospedaje: 30.000 pesos
Alimentación: 30.000 pesos
Fotocopias: 100.000 pesos
Total: 310.000 pesos

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El Concilio de Trento: Síntesis de una cosmovisión.

X Bibliografía básica sugerida

IGLESIA Católica, Sacrosanto ecuménico y general Concilio de Trento, Milán, [S.N.]


1870? (versión en latín y castellano)

-----------------------, Catecismo del santo Concilio de Trento para párrocos, ordenado


por disposición de san Pio V, París, 1884, Librería de Bouret.

ACADEMIA de Estudios Históricos Sociales de Valladolid, Colección de documentos


inéditos para la historia de España y de sus Indias, Volumen I: El Concilio de
Trento15, Madrid, Editorial Voluntad, 1928.

JEDIN, Hubert, Historia del Concilio de Trento, Pamplona, Editorial EUNSA, 1981.

LAMBORGHINI, Leonidas, Trento, Buenos Aires, Editorial Adriana Hidalgo, 2003.

JANELLE, Pierre, The Catholic Refermation, Milwaukee, The Bruce Publishing, 1949.

CAMBRIDGE University Press, The Counter Reformation And Price Revolution, en The
New Cambridge Modern History, volumen III, R.B. Wernham ed. Londres,
1971.

LUTZ, Heinrich, Reforma y contrareforma, Editorial Alianza, Madrid, 1992.

CASTELLOTE, Salvador, Reformas y contrarreformas en la Europa del Siglo XVI, Akal


Editores, Madrid, 1997.

JONES, D.W. Martin, La contrarreforma: religión y sociedad en la Europa moderna,


Akal Editores, Madrid, 2003.

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