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Coyuntura nuestroamericana, misión social del estado y trabajo societal
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Autor: César A. Barrantes A.
Coyuntura nuestroamericana
Algo viene cambiando acelerada y violentamente en el mundo: para unos, se trata de una
nueva crisis coyuntural o cíclica de mediano plazo; para otros, se trata de una época de
cambios transformadores conducentes a un capitalismo neomodernizado y humanoide, y para
algunos, estamos asistiendo a un cambio epocal, a un cambio de época. Las pos-neo-
modernidades que encarnan la opresión, la explotación, la dominación, el estadocentrismo
sociofóbico, el sociocentrismo estadofóbico, la globalización neoconservadora y el
imperialismo global humanofóbico están cuasiderrumbándose por sus propias quimeras,
entelequias y fantoches.
Evocando a Marx y Engels hoy podemos decir que un fantasma está comenzando a recorrer
nuevamente el mundo capitalista: el socialismo de siglo veintiuno, uno de cuyos imaginarios
es el rechazo intelectual y militante, cada vez más multitudinario y radical, a una globalización
imperial depredadora que persiste en poner en peligro la vida humana, animal, mineral y el
destino mismo de nuestra Pachamama, nuestra Madre Patria Tierra. Imaginario que está
siendo simbolizado y encarnado por el pensamiento y la acción operativa y estratégica de
pueblos, naciones, clases, etnias y multitudes antes excluidas, explotadas y marginadas de todo
el mundo, hoy incipientemente asumiéndose, al menos en nuestra América como sujetos de
derecho, de justicia, de paz y de democracia participativa y protagónica.
Ponencia presentada en la mesa redonda “Coyuntura Latinoamericana, Estado, Política Social y Trabajo
Social”, realizada dentro del marco del XIX Seminario de la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e
Investigación en Trabajo Social. Guayaquil, 4-8 de octubre de 2009.
Trabajador social con estudios de especialización en política social, maestría en planificación social y
doctorado en estudios del desarrollo. Actualmente doctorando en sicoanálisis y ciencia social. Autor de tres
libros sobre economía popular, microempresas y oenegés en Venezuela; asimismo, de una media centena de
artículos publicados en revistas académicas de España, México, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Brasil,
Uruguay, Argentina y Chile, y de una veintena inédita. Profesor investigador asociado a la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Investigador III del Programa de Promoción al
Investigador del Ministerio de Ciencia y la Tecnología. Presidente de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña
de Trabajadores Sociales (RELATS). Coordinador General de la Comisión Organizadora de la I Conferencia
Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales y Trabajadoras Sociales que se realizará en la
caribeña ciudad de Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, capital del estado Falcón, Repúblia
Bolivariana de Venezuela, en octubre de 2010.
http://reconceptualizacion.googlepages.com/cesaraugustobarrantesalvarado; cesarbarrantes2021@gmail.com;
http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l; www.relats-academica.org; cbarran@reacciun.ve;
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árabe-israelí que ha convertido a Palestina y al Líbano en una ruina genocida. Somos testigos
impotentes de la desolación de un sinnúmero de víctimas inocentes, de millones de refugiados
y a la irracional destrucción de toda la infraestructura de países como Iraq, Afganistán, Líbano
y Palestina, para sólo citar unos pocos ejemplos inefables.
Es el brutal e inhumano terrorismo narcoimperial. Y digo narcoimperial porque en Afganistán
la producción de drogas se ha incrementado con motivo de la invasión yanqui, y en Colombia
la producción de cocaína se ha exponenciado con el Plan Colombia al mismo tiempo que
Estados Unidos se ha convertido en el mayor productor de marihuana transgénica del mundo:
según datos del mismo Departamento de Estado de los Estados Unidos sólo California
produce alrededor de $35.000.000.000 anuales, por encima de cualquier producción de
alimentos y bienes básicos para la salud colectiva.
El narcoeje Estados Unidos-Colombia no es ingenuo en modo alguno: la lucha contra las
FARC ha sido funcionalizada por el narcoestado colombiano necesitado del sexagenario
estado de guerra interna que hoy también necesita regionalizar e internacionalizar. Asimismo,
la lucha contra el narcotráfico significa lo contrario: asegurar a los cuarenta millones de
drogodependientes estadounidenses la droga que necesitan, pues en el supuesto –negado por el
Departamento de Estado de los Estados Unidos- de que esos cuarenta millones de humanos no
tuvieran acceso a su droga, los trastornos de conducta individual y colectiva tendrían
consecuencias sociopolíticas insospechadas para el dominio internacional imperial.
Un mundo así fundado sobre la corrupción social y la degradación del ser humano, sólo puede
llevarnos a la destrucción planetaria, a la desocialización desintegradora de todo vínculo
humano y a la guerra compulsiva, como adicción, es decir, sin fin.
Pero además de todos estos factores críticos, el imperio ha agotado sus propias fuentes
petroleras y acuíferas y, por lo tanto, necesita apropiarse de los recursos de otros países como
Iraq, eurasia, Irán y cualquier país del mundo.
Ahora bien, surge la pregunta de por qué irse tan largo si tienen a Venezuela tan cerca. Porque
la doctrina del patio trasero les aseguran por definición esos recursos, pero el imperio necesita,
además, otras fuentes y no depender de una sola por más segura que sea, como la droga
colombiana y el petróleo venezolano. Por ello inventaron los argumentos justificadores de las
invasiones a Irak y a Afganistán: dos de los mayores productores, el primero, de petróleo y, el
segundo conjuntamente con Colombia, de drogas del mundo.
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Entonces petróleo, gas, agua y drogas son el leitmotiv de la sobrevivencia del imperio
encuéntresen donde se encuentren estos insumos. Y donde se encuentren allí hay que ir por
ellos, sin importar cuántas vidas humanas se pierdan ni cuánta destrucción se produzca.
A la luz de la variable contextual arriba esbozada, desde hace un decenio el imperio
yanquicéntrico ha venido desatando, sin declaración oficial alguna, una guerra, denominada de
cuarta generación por los altos mandos imperiales, contra el mundo y, específicamente, contra
la República Bolivariana de Venezuela, Ecuador y Brasil en lo que significan la mayor reserva
biodiversa de la humanidad: la amazonia, pero también contra Argentina, Paraguay y Brasil en
donde confluye la mayor reserva acuífera del mundo. Pero además, ha arremetido contra los
países que se han constituido en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América
(ALBA) y en la Unión de Naciones de los Pueblos del Sur (UNASUR) y sus Consejos de
Defensa, Social y Económico, pero también contra instrumentos promisorios como
Petrocaribe, Petrosur, el Banco Interestatal del Sur, la humanitaria Misión Milagro
internacional, Telesur, el periódico "Correo del Orinoco Internacional" y otros proyectos en
marcha.
Por sus reservas de hidrocarburos, minerales, agua dulce, biodiversidad y su posición
geopolítica, Venezuela -y con ella Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina
(Colombia, Perú, y Honduras posgolpe de estado contra Zelaya, ya están obsenamente
entregados, controlados y funcionalizados a la política imperial, y, con matices diferentes no
menos indignos, Chile, Panamá, Costa Rica, México)- es el más codiciable objetivo
estratégico imperial en América del Sur y la clave para la recuperación de su dominación
relativamente perdida en los últimos quinquenios, de su patio trasero.
Hoy está más claro que nunca que la polémica modernidad-posmodernidad, que transversalizó
la academia del último medio del siglo veinte y cuyos coletazos en el primer decenio del tercer
milenio tienen una definición crucial, cual es que el prefijo pos del término modernidad se ha
decantado de manera tal que ya no hay duda de que la semiótica del lo lineal y progresivo, es
decir, del después que le sigue de la modernidad, dejó perplejos a muchos universitarios e
intelectuales al ceder su etapismo teleologista, evolutivo y positivista, al sentido del
rebasamiento de una modernidad que, llegada a sus propios límites, no podía más que
desbordarse o salirse de madre por sus propias obras, dando lugar, por ello, ya no a simples
variantes de lo ya dado, sino fundamentalmente a algo cualitativamente nuevo. Hoy el pos de
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reducido a experiencias pilotos y academicistas- forman parte del patrón epistemológico euro-
anglo-yanquicéntrico que se ha venido constituyendo como racionalidad instrumental, a la que
son reducidas las relaciones con el mundo que nos ha tocado vivir.
Desafíos que, desde hace varios lustros, nos están retando a transitar los caminos de la
refundamentación del trabajo social (ojo: no estoy proponiendo en modo alguno una segunda
ni tercera reconceptualización, sino la construcción de nuevos puntos de partida no lineal ni
ascendente) y de la búsqueda de estrategias de ruptura con la racionalidad euroangloyan-
quicéntrica que permitan deconstruir la arrogante hegemonía de la ciencia moderna, las
tecnologías de la información y comunicación y la universidad; y sin perder la promesa que
ellas generan y frustran al mismo tiempo, comenzar a abrir sin reparos, miedos, prejuicios,
hegemonismos ni dogmas, las preguntas que deberán ser trabajadas, como materia prima, por
los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que quieran aceptar el desafío de dar
rienda suelta a sus poderes creadores recíprocamente alimentados con los poderes creadores de
los pueblos y naciones de nuestra América.
Es así que el segundo decenio del siglo veintiuno seguramente podrá estar caracterizado por
mayores y más intensas políticas de estado apoyadas en movilizaciones multitudinarias,
significando con ello variables contexuales cualitativas de participación protagónica singular-
colectiva en los asuntos que, hasta el pasado reciente, eran reputados como objetos de
responsabilidad exclusiva de las élites gubernamentales, empresariales, eclesiales y
oenegeistas, y que hoy, cada vez más, parecieran estar siendo apropiados por las multitudes
antes excluidas.
Claro está que el imperio y sus oligarquías y burguesías proconsulares, no serán testigos de
piedra –como no lo están siendo ni lo han sido nunca- sino que seguirán injerenciando, de
manera manifiesta o velada, en cada uno de nuestros países; ello en aras de recuperar y
consolidar las posiciones relativamente perdidas en los años anteriores: así lo demuestran los
golpes de estado contra Aristide (2004), pero también contra Chávez y Zelaya -para sólo
mencionar algunos de los más recientes- pero sin olvidar la invasión militar a Panamá, la
ocupación militar de Haití en 2004, el intento de golpe de estado contra Lugo, el asedio en
marcha que el régimen de Washington mantiene contra Venezuela desde Colombia, así como
la reciente instalación de sendas bases militares en Aruba y Curaçao y la inminente instalación
de siete bases militares –además de las tres que ya existen- en Colombia...
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Colombia2, México, Panamá y otros a los que se han sumado países con gobiernos
socialdemócratas neoliberalizados, conservadores y de derecha, como Perú y Costa Rica.
Todos estos ostentando potentes movimientos de resistencia y pensamiento crítico
antineoliberal.
Dejo de lado este campo de visión panorámica para delinear muy esquemáticamente algo de la
historia venezolana reciente. Decimos, por lo tanto, que el siglo veinte venezolano es el más
corto de su historia: se inició en enero de 1936, a raíz de la muerte del general Juan Vicente
Gómez, quien fue dictador inmisericorde durante veintiocho años como prolongación del
régimen colonial antimoderno, y concluyó en diciembre de 1998 cuando Hugo Chávez ganó
masivamente las elecciones presidenciales, dando inicio al proceso constituyente en marcha.
En febrero de 1936 se dictó la constitución política que significó un proyecto político nacional
basado en un régimen político de partidos y organizaciones de masas y la construcción de un
estado de bienestar eurocéntrico, signado por una fuerte política social adecuada a los recursos
presupuestarios y fiscales de la época.
En 1945 se produjo un golpe de estado cívico-militar liderado por inicialmente comunista,
garibaldino y luego socialdemócrata y posteriormente agente de la CIA, Rómulo Betancourt,
que truncó el proceso democratizador liderado por militares demócratas y progresistas,
interesados en generar procesos populares, reforma agraria y control estatal del petróleo, y en
1948 otro golpe militar que instauró la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez hasta que,
en enero de 1958, éste fue derrocado por militares revolucionarios y un movimiento social de
masas. A partir de esta fecha, se instauró el régimen político bipartidista
socialdemócratacristiano –de origen betancourista- que durante cuarenta años propugnó el
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Colombia es el tercer país del mundo que recibe más ayuda militar de los Estados Unidos de
Norteamérica después de Israel y Egipto. Su ejército alcanza a más de 400.000 efectivos que, no obstante
su poder de apertrechamiento, no han podido derrotar a la guerrilla de unos veinte mil militantes en
sesenta años. En 2009 el gobierno de Uribe ha autorizado al gobierno de los Estados Unidos a instalar en
territorio colombiano siete bases militares más so pretexto de eficientizar la lucha contra el narcotráfico y
la guerrilla. El Imperio, mayor consumidor de drogas y mayor productor de marihuana del mundo y
Colombia, el mayor productor de drogas del mundo y con una trayectoria de más de cincuenta años de
narcoguerrilla, parapolítica, narcoestado, paramilitares,... negociando entre sí los destinos de nuestra
América...
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6. Fragua y revaloración larga y difícil del nuevo estado venezolano, cuya integralidad e
inclusividad (unidad en la diversidad) en marcha sigue pasando, por un lado, por el
refacultamiento y habilitación exitosa de las instancias formales e informales de la
sociedad venezolana (diversidad en la unidad); y, por otro lado, por el cambio del modo de
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El sur también existe, nuestro norte es el sur, pero también nuestro norte es el sur que vive en el norte y
desde dentro ha quebrado la homogeneidad de éste.
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relacionamiento del estado consigo mismo y con las instituciones y organizaciones civiles
y, por lo tanto, del modo de resolución de los problemas propios de la convivencia en
sociedad y los del ecosistema terráqueo.
Dicha forja sigue transitando por una fase -esperamos más de mediano que de largo plazo-
de recentramiento político y estatal sobre bases distintas a las de los años noventa. Sin
embargo, se trata de un definido cambio de timón ante los efectos desintegradores
provocados por los puntos siguientes:
a) La crisis terminal del régimen puntofijista que, nacido a partir de 1958, implosionó en 1989
con el tristemente célebre Caracazo y murió jurídica y políticamente a finales de 1998 con
el masivo triunfo electoral de Hugo Chávez.
c) La tardía reforma formal de la materialidad del estado venezolano, tal como se intentó
practicar con más contramarchas que marchas durante el último decenio del siglo pasado.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde 1998 y 2009 y el balance histórico es
innegablemente positivo en la construcción multitudinaria de un nuevo punto de partida no
lineal y no progresivo, es decir, de una nueva plataforma que marca una ruptura radical
sistémica en la historia venezolana y fundamentalmente con la racionalidad y, más
precisamente con la epistemología, ontología y hermenéutica angloeuroyanquicéntrica.
Pero once años no nos facultan sino para afirmar que la República Bolivariana de Venezuela
no puede considerarse más que en incipiente, ambivalente y frágil (aunque cada vez más
parece ser menos incipiente, menos ambivalente y mucho menos frágil y, por lo tanto, cada
vez más fuerte, consistente y potente) proceso de instauración, consolidación y, utopía
mediante, de redespliegue humanizador del país nacional, definido en la Constitución como un
estado social de derecho, de justicia y de democracia participativa y protagónica.
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No es casual que el Marx del Dieciocho Brumario haya escrito que “Los hombres hacen su
propia historia (aunque no sepan qué historia es la que hacen, C. B.), pero no la hacen a su
libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo (aquellas) en que se
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”, y, condición
imprescindible para la concreción de lo real, en vinculación orgánica con la conciencia y
voluntad social, el estado de la producción de conocimientos y saberes y las cambiantes
correlaciones de fuerza política, social, económica y cultural. Tampoco es casual que Oscar
Wilde dijera en alguna de sus obras que "Los remedios de los hombres están contaminados por
las propias dolencias que pretenden curar".
Venezuela como toda nuestra América está luchando contra el viejo sistema oligárquico
proconsular que, evocando la metáfora gramsciana, se resiste a morir y, por ello, continúa
dando coletazos cada vez más desesperados, violentos y fragmentados pero muy bien financiados
por el régimen de Washington; y esto seguirá sucediendo y alentándose, hasta que el nuevo
sistema de relaciones societales socialistas se consolide y desarrolle multitudinaria y
protagónicamente en pos del sueño de Bolívar: hacer de Venezuela y de la Patria Grande una
sociedad de naciones Reina de Naciones, en la que el gobierno hecho estado y el estado hecho
gobierno asegure a todos sus ciudadanos la mayor suma de democracia, justicia, seguridad
social y felicidad, sobre la base de la actuación de la ciudadanía organizada en poder popular
para ejercer el derecho al control sobre las políticas públicas y a exigir de sus representantes el
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Mientras el itinerario de esa larga y laboriosa transición va marcando los hitos de su propia
historia, veamos esquemáticamente las siete directrices generales que orientan el proyecto
político nacional de desarrollo socioeconómico 2007-2013 (http://www.gobiernoenlinea.ve/):
1) Nueva ética socialista: propone la refundación de la nación venezolana, la cual hunde sus
raíces en la fusión de los valores y principios más avanzados de las corrientes humanistas
del socialismo y de la herencia histórica del pensamiento antimperialista de Simón Bolívar.
6) Venezuela: potencia energética mundial: El acervo energético del país posibilita una
estrategia que combina el uso soberano del recurso con la integración regional y mundial;
el petróleo continuará siendo decisivo para la captación de recursos del exterior, la
generación de inversiones productivas internas, la satisfacción de las propias necesidades
de energía y la consolidación del modelo productivo socialista.
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Veamos también dos indicadores de los que se desprenden otros tantos, pero que sólo
enumeraremos sin pretensiones de exhaustividad:
1) De acuerdo con el índice de Gini4, América Latina es el continente más desigual del
mundo. Dentro de los países más desiguales están Brasil, Chile y Argentina en donde la
diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobres es, hoy, no menor al 30 a 1 en
contraste cuando esa diferencia en los tiempos de sus dictaduras más sangrientas era de
menos del 20 a 1 (Argentina: 13 a 1; Chile: 19 a 1; Brasil: +20 a 1). En contraste con estos
y todos los países en donde el neoliberalismo causó estragos en la democracia, la
economía y la redistribución del ingreso, estragos que siguen siendo un pesado fardo en el
tiempo histórico de esos países, Venezuela hoy aparece como el país más igualitario en la
distribución de la riqueza de nuestra América, pues pasó de 0,48 en el año 1998 a 0,40 en
2009, ubicándose con el coeficiente más bajo de desigualdad al sur del Río Grande.
2) De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, que permite medir el grado de
adelanto de los países en lo que concierne a las capacidades básicas que permiten a la
población obtener una larga vida socialmente útil, saludable y con acceso permanente a la
educación. Para medirlo se reúnen tres dimensiones: salud o esperanza de vida, logro
educativo, e ingreso. De acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional de Estadística
(INE), el desarrollo humano de los venezolanos ha mejorado sostenidamente, en especial
desde el año 2004, cuando se ubicó en el rango alto del índice, que va de 0,80 a 1, y que es
el más deseable para el PNUD, para ubicarse en 2008 en un índice de desarrollo humano
de 0,8277, cada vez más próximo a uno.
Lo anterior debido a la misión asignada al nuevo estado venezolano, como ya quedó dicho, a
partir del inicio del proceso constituyente aún en marcha sostenida y cuyo proyecto político
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Se trata de un coeficiente que cuando tiende a cero se traduce en menos desigualdad, en tanto que significa
total desequilibrio en la distribución del ingreso cuando se aproxima a uno.
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semestre (en España el desempleo es del 20%, en Estados Unidos es del 10%, en Chile es
del 10,8%, todos estos países con tendencia a su incremento y a la desaceleración
económica que alcanzan a diez puntos como México, mientras que en Venezuela la caída
de la economía es de tan sólo 1% en los primeros seis meses de 2009).
l) Reducir el promedio inflacionario al 21%, notablemente inferior al 96%” alcanzado
durante el decenio de los noventa del siglo pasado. Si bien en Venezuela la inflación tiene
un alto componente especulativo, acaparador y manipulador, también es oportuno señalar
que la inflación acumulada para julio de 2009 es de 13,1%, mientras que en el mismo
periodo del año pasado fue de 17,3%.
Y si el plan de contingencia del estado venezolano ante la crisis del capitalismo, que sigue
privilegiando la inversión masiva socialmente rentable5, resulta, como lo está siendo: exitoso,
Venezuela cerrará el año 2009 como el año número seis de crecimiento económico sostenido.
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El término rentabilidad social, mejor dicho societal, es un término relacional que significa que la inversión en
recursos humanos, naturales, físicos, financieros, políticos, jurídicos y simbólico-culturales (religiosidad,
espiritualidad, eticidad, moralidad, imaginarios…), si bien debe obedecer a los criterios de rendimiento de
cuentas públicas y productividad –eficiencia, eficacia, efectividad- económica, fundamentalmente debe
producir impactos multiplicadores en lo siguiente: * La creación, consolidación y desarrollo de infraestructura
intangible y tangible: física, social, política, económica, ética, institucional, jurídica, cultural, científica,
tecnológica, cívica. * La generación de mayores y mejores niveles de organización de la sociedad civil, en
especial de las clases étnico-populares urbanas y rurales. * El redespliegue ampliado de las relaciones de
cooperación, asociación, fraternidad y solidaridad entre los niveles barrial, comunal, parroquial, municipal,
estadal, regional y nacional. En tanto relacional, este término está íntimamente articulado a otros dos términos,
también relacionales como todo término, concepto o categoría producida socialmente: centralidad social, mejor
dicho societal, del estado venezolano, término que indica que la intencionalidad, significado y direccionalidad
de la política del gobierno venezolano hecho estado procura la transformación socialista y el desarrollo
endógeno autosustentable de todos y cada uno de los momentos co-constitutivos de la sociedad venezolana
considerada en su conjunto más inclusivo: el estado, el sistema político, el régimen jurídico-político, los
escenarios electoral e internacional, la sociedad civil, el mercado, y la nación y sus identidades tanto heredadas
por la tradición como de las que están en construcción de cara al presente que se está futurizando, todo ello con
el afán de que el nuevo punto de partida no lineal y no ascendente que se viene construyendo sea –como viene
siéndolo- sentido, vivenciado, experienciado, creído y repotenciado por los sujetos-agentes-actores societales
en su vida cotidiana. Los dos términos anteriores se relacionan, configurando una triada societal, con la
gerencia social, mejor dicho, societal, que implica un nuevo modo de gestión estatal gubernamental, civil y
étnico-popular, caracterizado por su compromiso misionero con lo siguiente: * La socialización del estado, la
economía, la cultura y la política. * La innovación y óptima aplicación de la ciencia-técnica social a la solución
de problemas en el marco del desarrollo socialista nacional. * La inducción de prácticas gubernamentales y
civiles que privilegien iniciativas de corresponsabilidad, rentabilidad e interés sociales. * La dotación de capa-
cidades ético-geo-bio-políticas estratégicas y operativas del estado y la sociedad venezolana a la que aquél
pertenece, para la eficiente, efectiva y eficaz toma de decisiones a los efectos de manejar en tiempo real el
cambio situacional nacional e internacional y la incertidumbre organizacional interna, en los ámbitos estatal,
público y civil.
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Si bien los centroeuropeos, anglosajones y, más recientemente, los asiáticodescendientes,
indúesdecendientes, árabedescendientes, judeodescendientes, servodescendientes, croatasdescendientes,
… forman parte de la gran patria que soñó Bolívar y todos los próceres, héroes y heroínas de los procesos
independentistas, la verdad es que estos grupos humanos forman parte de estatutos sociales, políticos y
culturales de cierto privilegio y hasta elitismo que contrastan con las condiciones de vida de las etnias
originarias y mayoritarias a lo largo y ancho de nuestra América. Pero aún y no sólo a pesar sino a
propósito de este hecho histórico, la contribución de dichas culturas al proceso de constitución de la
Patria Grande son innegables.
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Los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales venezolanos, para no citar a los de otros
países, desde hace más de cinco décadas tenemos una deuda societal, no sólo con el trabajo
social como disciplina académica, sino, con los sujetos sociales en el nombre de los cuales se
legitimó, institucionalizó y reconceptualizó –dentro de la razón moderna- el trabajo social.
Pero nuestro reto no es darle continuidad a lo que quedó pendiente y tampoco hacer realidad
hoy, lo que pudo haber sido y no fue de las tendencias reconceptualizadoras, sino que, dentro
del proyecto continental que nuestros pueblos y naciones han puesto en marcha de cara al
siglo veintiuno, nuestro desafío es refundar, resignificar, resemantizar el campo problemático
que es el trabajo social mismo, y si logramos trabajar el punto que nos separa y divide de las
propuestas societales de innegable sentido étnico-popular y civilizatorio, que están
estremeciendo los cimientos oligárquicos, modernos y hasta posmodernos de gran parte de
nuestros países, estaremos colocándonos en situación de poder comenzar deconstruir la
arrogante hegemonía de la ciencia moderna pero sin hacerle perder a ésta la promesa que ella
genera y frustra al mismo tiempo; asimismo, estaremos en condiciones de comenzar a
configurar un nuevo modo de producción, circulación y consumo de conocimientos y saberes
que, siendo prácticos no dejen de ser esclarecidos y siendo sabios no dejen de estar
socialmente producidos, pero fundamentalmente democráticamente distribuidos (Santos,
1996; Morin, 1994) en el proceso mismo de creación, traducción y satisfacción de necesidades
(carencias y aspiraciones) sociales (individuales y colectivas) y sistémicas (la sociedad
considerada en su conjunto más inclusivo).
Es el fundamento del nuevo TRABAJO SOCIAL, MEJOR DICHO, DEL TRABAJO SOCIETAL DE LA LIBERACIÓN,
Muchas gracias.
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