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Aprendizaje colaborativo:
El aprendizaje colaborativo, es uno de los postulados constructivistas que parte de concebir a
la educación como proceso de socioconstrucción que permite conocer las diferentes
perspectivas para abordar un determinado problema, desarrollar tolerancia en torno a la
diversidad.
Los entornos de aprendizaje constructivista que definen como un lugar donde los alumnos
deben trabajar juntos, ayudándose unos a otros, usando una variedad de instrumentos y
recursos informativos que permitan la búsqueda de los objetivos de aprendizaje y
actividades para la solución de problemas.
http://www.lasalleca.org/RedSocial/BlogProfesores/tabid/196/EntryID/15/Def
ault.aspx
Corregir los errores aumenta la capacidad e iniciativa para observar, indagar y rectificar. Se
trata de aprovecharlos para avanzar en la adquisición de conocimientos.
Hoy día prevalece una didáctica constructivista donde el estudiante ocupa el lugar privilegiado
en la enseñanza-aprendizaje; el error es ponderado porque se considera que el equivocarse es
una oportunidad para el aprendizaje. Con el error, se dice, el estudiante se da cuenta que ante el
aprendizaje no puede ni debe adquirir actitudes superficiales, y por lo tanto, ofrece una
coyuntura para la autocrítica y para inferir la necesidad de aprender de los errores y fracasos:
cuando un estudiante se equivoca, se le hace ver su error y se le invita a corregirlo. Es innegable
que con ello aumenta su capacidad de curiosidad e iniciativa para observar, indagar y rectificar.
Para los otros teóricos, en particular para los psicólogos cognoscitivitas que consideran a la
persona humana como un gran centro de procesamiento de información, el error es parte del
mismo proceso de autoinformación. El error es un hecho normal en el complejo proceso de la
resolución de un problema y es, eventualmente, síntoma de un estado en donde se procesa una
conceptualización.
El docente debe permitir la identificación del lugar donde se encuentran los obstáculos del
proceso de aprendizaje. El docente que forma, puede y debe investigar los orígenes del error
para encontrar las correcciones posibles. El resultado es la calidad de la retroalimentación
ofrecida al estudiante para su desarrollo por parte de su maestro (feedback), esto determina el
logro del aprendizaje.
A partir de los errores, los estudiantes y docentes efectúan diagnósticos y pilotean las
actividades de aprendizaje en los diferentes espacios educativos. De ahí la trascendencia de
atender educativamente al error y la necesidad de reconocer que la situación de enseñanza-
aprendizaje es ante todo una situación particular de comunicación, que articula tres
componentes: un «docente» que tiene la intención de enseñar, unos «estudiantes» que no todo el
tiempo desean aprender y un «contenido educativo» por enseñar. Esta situación es concebida
por el docente como un medio para persuadir sobre el logro de un aprendizaje en el estudiante.
Si admitimos que la educación es una acción que toma en cuenta la producción de los efectos
del aprendizaje, se podría comparar la situación de enseñanza-aprendizaje como una «situación
de producción». Imaginemos que, en un sistema restringido a la situación de enseñanza-
aprendizaje, el producto a transformar sean los estudiantes. Al entrar al sistema se transforman
porque han aprendido. En el sistema, ellos se capacitan intelectualmente sobre la base de un
material real o simbólico y con ello adquieren nuevas capacidades o competencias.
El objetivo es que en el sistema se ponga en marcha la estrategia para que los estudiantes
realmente aprendan. Como sujetos de aprendizaje, analizarán las diferentes situaciones,
confrontarán sus resultados con los de sus compañeros, se darán cuenta del «error» (con o sin
ayuda del docente) y verificarán sus procesos de aprendizaje. En este momento de verificación,
lo vital es el tipo de inferencias o de razonamiento que haga el estudiante sobre lo adquirido.
Por lo anterior, no pretendemos ofrecer una imagen mecánica ni reduccionista del aprendizaje
en cuanto a un solo proceso de transformación, sino más bien señalar que el docente y los
estudiantes, al estar relacionados implícita y explícitamente en una situación de proceso de
enseñanza-aprendizaje, constituyen los dos polos de una relación educativa ampliamente
dependiente de factores psicológicos, socio-afectivos, cognitivos e institucionales. No hacemos
sino valorar toda la riqueza de esas interacciones y, sobre todo, las dificultades individuales que
pueden surgir en todo momento, como parte del proceso de aprendizaje.
Verdad en juego
Consideremos que la educatividad cognitiva tiene como objetivo mejorar los modos de
razonamiento con la finalidad de facilitar la transferencia de habilidades cognitivas en
situaciones de enseñanza-aprendizaje.
Por todo lo que está en juego en materia de aprendizaje, a los profesores nos deben interesar los
errores de nuestros estudiantes: ellos indican los procesos conceptuales a obtener. Los mismos
modelos constructivistas, desarrollados fuertemente en estos últimos años, se han preocupado,
contrariamente al pasado, en no dejar de lado el error y en conferirle un papel más positivo.
Debemos reconocerlo como una figura determinante de todo aprendizaje (Serres, 1991).
Aprender es tomar el riesgo de equivocarse siempre. Existe un «saber del error» como lo afirma
Jean-Pierre Jaffré, porque al error más bien se le orienta y se le guía, por lo que lo fundamental
entre un estudiante novicio y un enseñante experto de su disciplina, es generar un intercambio
de paradigmas. Lo esencial para nuestro propósito, es que los intercambios de paradigmas nos
describen la victoria de la verdad sobre el error.
Es aquí donde se presenta la dificultad de los profesores para comprender los errores de sus
estudiantes. Unos y otros no piensan con el mismo cuadro de referencia, no emplean la misma
lógica ni usan los mismos conceptos.
1. Comprenda el Problema.
2. Divise un plan.
3. Ejecute el Plan.
4. Revise sus resultados.
Esto implica que los alumnos no sólo necesitan ayuda para resolver los problemas
sino también para reconocerlos. Porque en ocasiones, los problemas se ‘inventan’
de manera tal que formar a los alumnos para que resuelvan problemas que fueron
diseñados previamente para ellos, no los prepara, en efecto para realizar una
selección por sí mismos de los problemas importantes. En conclusión, a los alumnos
habría que enseñarles no solo la forma de resolver problemas sino la habilidad de
ser capaces para reconocer los problemas que vale la pena resolver.
Este valor educativo del uso de Internet en particular y de las TIC en general,
parece sencillo de explicar con palabras y estadísticas. Todos los profesores,
padres, la administración educativa, los propios alumnos, etcétera lo tenemos claro,
lo vemos. Pero la realidad es otra, porque de forma paralela debe haber un
esfuerzo por parte de todos para que esta necesidad se convierta en algo útil y
realmente educativo. La administración debe proveer los medios técnicos
necesarios, los profesores deben adquirir la formación necesaria para obtener
rendimiento de esos medios técnicos aplicando su uso educativo en las diferentes
materias, los padres apoyar esos nuevos procesos de aprendizaje porque
enriquecen la formación de sus hijos dándoles ese toque de modernidad y
actualidad deseable y los alumnos porque lo viven y lo demandan sin ningún tipo
de excusa o justificación.
En base a ello, las TIC en general e Internet en particular son útiles como
herramienta docente porque permiten: