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MANUEL ARDUINO
SEÑALES EN EL CAMINO
Con este título el autor desarrolló un breve "Curso Básico sobre algunos símbolos
fundamentales en nuestras vidas", que tuvo lugar en la ciudad de Montevideo, en marzo
del año 2002 y que le sirvió de base para este trabajo más amplio y exhaustivo. En
aquella ocasión, y en esta obra, se procuró pasar revista a las connotaciones vivas de
tres símbolos de significación axial: la Trama de la Vida, el Corazón y las Moradas
Humanas. En distintos órdenes, todos ellos encierran amplias conexiones con el día a
día de cualquier ser humano y, aunque éste no lo perciba o cierre los ojos a las vastas
implicaciones de estos emblemas universales de orden y sensibilidad, todos ellos se
hallan establecidos por debajo de su experiencia consciente, provocando íntimas
suscitaciones de la verdad escondida. A menos que nos hagamos cargo de estas
implicaciones escondidas, estos símbolos no revelarán toda la rica y pródiga inspiración
que podría redundar, seguramente, en nuevos recursos -no meramente explicacionales-
para comprender la existencia como un todo, y, por consecuencia, interactuar
humanamente, imbuidos de la especial destreza que se evoca con el conocimiento de
estas "mensuras celestes-terrestres", los códigos, cánones y axiomas que viven en el
interior de los símbolos vivos.
El autor debe establecer con justicia y con justeza que reforzó su investigación con
algunos documentos que verdaderamente favorecen la pesquisa en órdenes profundos, y
especialmente, que se basó en los últimos veinticinco años de su existencia, los que
dedicó al estudio y la práctica de la Teosofía y el Esoterismo, hasta donde su particular
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desarrollo y perspicacia se lo han permitido. Naturalmente se trata de un mero avance,
de una línea exploratoria muy ecléctica, susceptible en todo momento de recibir
aportaciones y merecer modificaciones o correcciones en auxilio de vacíos o ausencias
de entendimiento de las que no ha de excusarse, sino por constituir en sí mismas
obstáculos para la apreciación consciente del lector, así como espectros glamorosos que
más bien encubren que demuestran la practicabilidad de estas altas señales y mensuras
celestes-terrestres. El autor desea sí excusarse por los silencios o exclusiones, que sólo
su natural ignorancia y falta de luz pueden explicar. En otro sentido sentiría su trabajo
verdaderamente justificado si, más allá de esas omisiones, consiguiera imprimir en el
alma de sus lectores la visión de un mapa de ruta sugestivo, aprovisionándolos de la
fuerza inspiracional necesaria para servirles de plataforma de lanzamiento a una nueva
dirección de vida, o en el mejor de los casos, para el refuerzo de la determinación y
pasión que están poniendo en todos los momentos en el cumplimiento cabal de su
propia misión, sirviendo de auxiliares y agentes diligentes en el planeta físico de las
Altas Fuerzas Espirituales, a las que humildemente dedica estos prístinos esfuerzos,
ahora y siempre.
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Todos los símbolos sagrados tienen un carácter exotérico y otro escondido o
esotérico. Se suele decir que en esta condición no expresan ni explican la realidad
evocada, simplemente sirven de soporte o herramienta de penetración, para elevarse,
mediante la vía de la meditación (analítica y sintética) hasta el conocimiento, encuentro
y fusión con las verdades metafísicas invocadas.
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igualmente versátil para el estudio exotérico y para la develación de los significados
ocultos de la forma considerada. Desde el ángulo de la apreciación interna, se hace
énfasis en el aspecto vivo y energético, apresado o incluido en el símbolo, por lo cual la
voz que parece evocar más explícitamente la experiencia de indagación que remata en la
vivificación de las potencialidades personales y transpersonales implicadas en el
símbolo, es "resonancia". ("Aquella Voz Silenciosa produce estos ecos poderosos en
nosotros").
de la experiencia de unidad palmaria que viven los seres espirituales- desde la esfera de
la Relación, escribíamos, el Maestro Interno, uno con todas las almas, ilumine el
momentum experiencial del buscador y le infunda la Ciencia, la Gracia y el Gozo de la
Autoiniciación.
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Introducción al Simbolismo considerado como una herramienta para el
desenvolvimiento espiritual.
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c) estado de conciencia superior. En este estado es la energía espiritual el único
fenómeno o vestidura de los contenidos de la Mente Divina. Se contempla el esplendor
de la naturaleza espiritual y se comprende, por unificación, disolviendo la
supersetructura racional personal (la cual es otro signo-símbolo de la constitución
interna del hombre) y fundiéndose en la trama más sutil de la vida, en la unidad
subyacente de todas las almas, en el llamado reino de las almas o reino de la unidad y de
las galaxias de almas.
Significados: Los diferentes niveles en que se puede reconocer a las ideas a través de los
signos y símbolos con que están expresadas. Ligada al uso de la razón y de la lógica, la
analogía y la síntesis.
Se trabaja con estos tres niveles de la Realidad, precipitada desde el Centro Divino a la
esfera de la manifestación, mediante otro ternario, constituido por:
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séptuplos para la edificación mágica de la Obra en la tierra: la instauración del Reino de
las Almas. La Humanidad, la Jerarquía Planetaria y Shamballa, constituyen, a su vez, un
gran Trípode energético planetario, donde se refleja ese orden subyacente a la
manifestación de Vida.
GENERALIDADES.
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permitirnos experimentar una completa fusión con la realidad que habita más allá de las
coordenadas del espacio tiempo.
Relación es la palabra que mejor explica la impronta del mundo de las almas en la
vida de relación psicofísica, tal cual se ve reflejada (reflejos de reflejos) en un planeta
habitado por entidades humanas. Relación que se establece como hilos de energía y de
luz cubriendo todo el espacio, ejemplificando la inextricable urdimbre en que se
engarzan todas las coincidencias y distanciamientos, conexiones y desencuentros: es
decir, participaciones abiertas con ese orden fundamental o disociaciones egoístas
(ignorancia y ceguera espiritual) con ese mismo orden.
"Aún no nacían los siete de la tela de luz... Padre-Madre elabora un tejido cuya
extremidad superior está adherida al espíritu, a la luz de la oscuridad-una, y la inferior a
su extremo sombrío, la materia, y este tejido es el universo bordado de las dos
sustancias hechas una"
La Primera Jerarquía de Luz, presentada como una Héptada (los siete de la tela de
luz), son las fuerzas primordiales, los Siete Primeros Rayos o Radiaciones mediante las
cuales el Espíritu Divino (Padre-Madre) teje el Tejido de la vida y del universo. Este
tejido está hecho de las dos sustancias unificadas (espíritu y materia); se extiende en
toda la amplitud del Cosmos y constituye un Kosmos u Orden Elevado y Trascendental,
soporte del Universo de universos. Este tejido es la Escala Celeste (véase la analogía
con la urdimbre y la trama de una malla o red en una escala) a través de la cual le es
permitido a todos los espíritus que han caído en el borde inferior del tejido, el mundo
material, ascender hasta las alturas celestes. Esta trama universal se halla "bordada", es
resultado de una textura delicada, sagrada, llena de Verdad, Belleza y Bondad; es un
tejido divino, que resalta la excelente propiedad artificial-artesanal de la Inteligencia
Divina aplicada a la Creación de semejante base de sustentación de todo. Por extensión
y conforme al principio de correspondencia ("así arriba como abajo") la totalidad de los
eventos que ocurren en el mundo se halla bordada a la perfección, conforme a las
disponibilidades con que cuentan los Agentes Urdidores o Señores del Karma, de las
tradiciones esotéricas y orientales. Si este no es "el mejor de los mundos imaginados"
ello se debe a que no somos capaces de poner en manos de los Tejedores un material
apropiado para servir de soporte para la edificación del Reino. La transformación de
este reino sombrío en Reino de Luz, es la parte que nos corresponde asumir a todas y
cada una de las unidades humanas involucradas en el tejido de la trama de vida
inteligente y corporativa que es otra expresión de la unidad humana o Humanidad. La
Humanidad se encuentra con dolores de parto, en preparación de los soberbios fastos
que advendrán, tras la obscuración moral, la actual y prolongada crisis general de
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valores, anticipatoria de una inevitable y feliz solución y definición de esta encrucijada
existencial, punto de acceso o de pasaje hacia otra condición del ser, en que la Relación
Consciente constituya el principio funcional de un mundo de almas reinando en armonía
con la Naturaleza y en sintonía con el Universo.
En el telar de la Naturaleza se teje esta tela de luz, y está constituida por una doble
hilera (dos hilos, una ilación): una urdimbre vertical representando el principio activo,
masculino y solar, el factor de generación universal; y una trama horizontal desplegando
el principio pasivo, femenino y lunar, que evoca el factor de gestación, el factor
formativo de la vida manifestada. Existe además un cordón umbilical que une el feto a
la madre así como un "cordón plateado" que une la vida del espíritu al soporte Etérico-
físico mediante el cual el individuo encarnado ejecuta su experiencia terrestre. Estos
hilos se encuentran presentes en distintos niveles de la constitución oculta del Universo
y del hombre, como líneas de fuerza a través de las que se alimenta (feto-entidad
personal) y se mantiene en el circuito vivo a las formas involucradas, e igualmente
como hilos de luz sobre los que se engarzan los principios y los diferentes niveles
vibracionales que conforman la estructura del ser (sutratma) o que sirven de puente
ascensional a la consciencia cautiva en su viaje de redención hacia la fuente espiritual,
la mónada, el Rey del Reino Transformado (antakarana-hilo de la consciencia).
Este valor del símbolo de la tela, la urdimbre y la trama, se encuentra presente en las
exposiciones filosóficas y poéticas así de Oriente como de Occidente, en el simbolismo
cristiano filoesotérico y en el Taoísmo, por ejemplo.
Otra presentación del misterio del hilo que sirve de conductor ( y del hilo que
conduce o hilo conductor de la consciencia) se encuentra representado en las tradiciones
indostánicas mediante la telaraña. La telaraña que encierra una forma del espiral sobre
coordenadas reglares (tiempo-espacio) evoca el sendero celeste de la energía y a la
evolución de la Vida. La sagrada forma espiral evoca también, en medio del diagrama
dimensional de la duración psicológica: una prisión (telaraña) para el que intenta "volar"
en medio de las limitaciones y la cautividad kármica. En las mismas tradiciones a través
de este tejido, la Araña (una diosa madre, Hilandera o Tejedora, una Jerarquía
Constructora, de las Siete (y Doce) Jerarquías Originales) teje la trama de MAYA, el
mundo de combinaciones y entrelazamientos reflectivos o relativos e impermanentes.
Una trama universal que impide la visión o descubrimiento de la Realidad subyacente,
lo cual es sinónimo de espejismo e ilusión, el Maya emocional y el Maya intelectual, de
las modernas exposiciones esotéricas.
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El mito de Aracné.
1) Éter lumínico, Akasha. El primero de los Tattvas o principios raíces, del que
proceden todas las diversificaciones de la energía, los elementos y por extensión los
mismos órganos de los sentidos, capacitados para recoger y vibrar de consuno con ellos.
Este concepto de energía primordial (Fohat) ramificándose (desde el principio Padre-
Madre) nos lleva hasta "los Siete de la tela de luz", los siete rayos o radiaciones
primordiales del Ser. Siete energías conscientes diferenciadas que regulan y dan la nota
clave de todas las vidas y agrupamientos de vidas de todos los reinos de la naturaleza,
visibles e invisibles. Asimismo presente este principio séptuple en el microcosmos
(hombre) en los múltiples aspectos de rayo, tema abordado en extenso, especialmente
por H.P. Blavatsky, Ernest Wood y Alice A. Bailey.
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ondas formativas. Esta es en sí la misma Trama de la Vida, hecha de hilos de vida.
Incluso nuestro cuerpo físico es visto a la luz de la observación más refinada de la
ciencia como una onda hecha de ondas de energía.
La Vida, con mayúsculas, está así expresada en una red creada por las vibraciones
del sonido-luz uno, el Verbo que teje distintos órdenes de realidad vibratoria (pranas o
niveles de la realidad macro y microscósmica), hasta hacerse carne (onda de ondas).
Este concepto se extiende más ampliamente al Árbol Sephirotal y al árbol vital y sus
ramas: los llamados Planos, subplanos, o dimensiones del ser. A los elementos y
principios energéticos (tattvas), a los esquemas constelares, solares y planetarios, a los
globos y rondas de vida así como a los reinos, razas y familias humanas que los
habitan: la Red de Vidas.
Este principio de red o trama está expresado en las mismas ondas hertzianas,
electromagnéticas, cósmicas, y de cualquier tipo, registradas y reconocidas por la
ciencia. En las triples energías Fohat - Kundalini -Prana. En los tres fuegos: Cósmico
-Solar - Planetario. Presente de forma ostensible en los "tejidos" que constituyen los
órganos de los cuerpos vivos. Y en el modo de actuar de la energía y de la fuerza
(vórtices, centros de energía radiante, nadis o hilos de energía en los éteres físicos).
Este Mito iguala e identifica la Trama de la vida con el destino y a las Tejedoras con
los Lipika indostánicos, o los Señores del Karma. El tapiz o tapete sagrado de las
tradiciones orientales, persas y neoarábigas, en que se encuentran registrados los signos
de la Acción (laberintos, meandros, dédalos, mandalas) es otra representación en un
plano, de las fuerzas concurrentes y formativas de la vida manifestada. Alude a la forma
(ley de causación) en que las unidades vivas se intervinculan a partir de sus voliciones y
conductas, creando senderos que se bifurcan, líneas que se interceptan y dibujan un
mapa complejo recorrido por ríos y corrientes, a veces torrentosas, a veces calmas.
Aporta la visión de la existencia como una tela o tejido de circunstancias que se
encuentran unificadas en el conjunto, pero que constituyen, como en la imagen de los
nudos o ligaduras de la urdimbre con la trama, los objetivos particulares sobre los que
debe ser dirigida la atención y la actitud de sana voluntad constructiva, buena voluntad,
en la práctica de rectas acciones y sin la expectativa de recompensas o la espera furtiva
de resultados.
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En relación con el desarrollo y actualización de propensiones o potencialidades y
habilidades en el tiempo, la teoría de los Campos de Resonancia Formativos expuesta
por Rupert Sheldrake, a propósito de la naturaleza animal y su forma de alcanzar
progresos evolutivos, arroja luz sobre antiguos conceptos teosóficos y esotéricos, tales
como los átomos permanentes y los skandhas buddhistas, la red de propensiones
kármicas o ancestrales. De la misma manera como cada nueva habilidad instintiva es
registrada a nivel energético y formativo en el alma grupal de las familias del reino
animal, cada descubrimiento o hallazgo en consciencia abre senderos en la mente (acaso
senderos en el cerebro) dejando incorporadas nuevas líneas de acción, en la Mente
Colectiva de la Humanidad y en el individuo sujeto del insight, susceptibles de ser
evocadas por este y por todos y actualizadas en cada renacimiento, a lo largo de la fase
de recapitulación que cada alma debe emprender con cada nueva existencia. De esta
manera los centros focales en que se registran las improntas skándhicas, los átomos
permanentes, son explicados gracias a la aportación de la Ciencia, a nivel de la forma en
que ocurren las "ganancias y réditos" de la Acción, desde el punto de vista de
incorporación de nuevos tesoros de sabiduría y poder, atesorados por el alma en su
peregrinaje humano en el llamado Cuerpo Causal, el Templo de Salomón, que de esa
manera es edificado, vuelto a erigir, para gloria del espíritu.
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Otras ideas afiliadas a la de tramas o redes de vida y consciencia.
Los anillos no se pasa, los círculos no se pasa de la tradición esotérica, las redes
cósmicas, los límites de la expansión perceptiva alcanzados en el peregrinaje evolutivo,
constituyen igualmente símiles de redes en que se ve atrapado el hombre-pez, el
Iniciado, en su avance por la línea de menor resistencia que le es apropiada en pos de su
condición real. Del mismo modo que ocurría con la trama etérica, estas redes cósmicas
conscienciales, son descorridas a medida que el espíritu entronizado en el hombre
alcanza vislumbres de realización del poder y la sabiduría que le son inherentes.
Por extensión, todos los sistemas de vidas, expresados en mundos o sistemas solares
y constelares, siguen la lógica (vistos desde su faz espiritual) de cerrarse como límites y
limitantes y abrirse como puertas de pasaje en las Iniciaciones Cósmicas, a efecto de
permitir a los Logos Solares proseguir su peregrinaje, siempre hasta los límites de una
nueva demarcación perceptiva.
En otro sentido, todos los sistemas vivos, los reinos de la naturaleza, siguen esta
lógica de red restrictiva, hasta ocurridos ciertos saltos cualitativos que permiten a las
unidades colectivas y particulares emerger del otro lado de la red, ingresando al reino
contiguo, en un circuito expresado, como antes dijimos, en la maravillosa forma de la
telaraña.
Esos puntos nodulares en que se entrecruzan las fuerzas del tejido psíquico, suelen
ser las raíces o gérmenes de las enfermedades y los trastornos de la personalidad, en
todos los niveles, resultado de una obstrucción del canal que comunica a la entidad
encarnada con su prototipo celeste, el alma espiritual. Desde esta óptica, la enfermedad
es una secuela de esa consciencia apresada, reprimida, anestesiada, encapsulada y
cautiva a causa de vicios en el pensar y en el sentir, que alimentamos y arrastramos con
nosotros por períodos muy extensos y casi sin darnos cuenta. Precisamente este velo
psicológico tiene el "poder" de impedir que nos demos cuenta, que nos apercibamos de
la situación, de la emergencia crítica por la que estamos atravesando. Impide que nos
sanemos, impide que emerja en el primer plano de la consciencia el Sanador Interno, el
ser espiritual propiamente dicho, libre ya de contradicciones y resistencias psicológicas
y existenciales.
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El desmantelamiento de esta trama (Isis sin Velo), el "poder de darnos cuenta"
facilita la experiencia del autoconocimiento, en una profundidad cada vez mayor, como
experiencia de expansión creciente de la consciencia de sí y de realización de la unidad
de ésta con la totalidad de la Vida, que remata en la identificación con una Inteligencia
Viva y Universal, que las tradiciones han designado como Yo Superior. Esta es la trama
que urge disolver, considerándose como el instrumento eficaz para ello, el desarrollo de
la autoobservación, en la atención vigilante rítmica, lo cual, expresado de otra forma,
consiste en el poder de irradiación de la consciencia, propio del ser espiritual, que
inunda la mente, refina toda la gama de la sensibilidad, y oblitera los agregados e
impurezas de los niveles perianimales del velo mayávico de Isis. Es el poder del fuego
solar, del fuego del alma, que quema y hace de cernidor de las sombras y
fantasmagorías mentales a las que tomamos, ignorantemente, por realidades
indiscutibles.
a) Visión de Red.
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radiación libre: otra forma de expresar el principio que existe detrás de la visión de red,
en idéntico sentido que en los aludidos anillos o círculos no se pasa, resultado de la
expansión alcanzada más que de la retracción perceptiva o consciencial.
Desde un punto de mira más elevado o central (la Mente Arquetípica Divina a la que
podemos acceder), se nos dice que sólo existe el Mahabindu, un punto infinito recorrido
por vectores y vórtices autorregulados por el entrejuego estar-ser. En tanto los
elementos nucleares de la trama de la energía en disipación son el "estar", el Orden, los
puntos de inflexión, las bisagras fenoménicas; la trama energética y lo que ella incluye,
en su totalidad, son el "ser" mismo, el Movimiento Perpetuo del Vacío-Caos y la Vida
de la Entidad Espacial. Ambas nociones, "estar" y "ser", pueden ser intercambiadas
libremente, por corresponderse o montarse recíprocamente sus funciones, conforme sea
el punto de acceso a la totalidad implicada a través del cual se haga el análisis. La
versatilidad absoluta es el resultado de la ley de transformación de la energía, que
permite dar saltos cualitativos en nuevas fases o facetas, desde el principio contenidas
en simiente en su inteligencia particular, el propósito de toda forma de la Energía Una.
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mayores potencialidades a medida que crecen con el crecimiento del conjunto. Crece la
parte corpuscular, crece el todo ondulatorio.
Hay caos en el orden y orden en el caos, ya que ambos son esencialmente Fohat en
contracción y expansión -el Tao que incluye sus facetas Yin y Yang-, la versátil y
todopotente Energía Primordial, la Electricidad y el Fuego Cósmico de la Sabiduría
Transhimaláyica.
El Rayo Ordenador.
Este giro en las actividades de los hombres de pensamiento, se nos había venido
insinuando, sería una de las resultancias globales de la creciente influencia del Séptimo
Rayo Creador, precisamente el que está detrás del Orden y de la Organización, y que
permite la visión y el conocimiento de las totalidades implicadas en el juego cósmico.
Necesariamente el florecimiento de la Ciencia de la Organización ha de pasar, tarde o
temprano, por las mensuras celestes-terrestres, por el rescate del perdido (para los
profanos) Canon de las Proporciones, que permite medir y establecer las
correspondencias vivas entre los niveles físico y ultra físicos del universo: espíritu,
alma, mente, cuerpo. Este Arte Ciencia, que en la antigüedad se conoció como Magia
Ceremonial, probablemente habrá de asomar bajo una nueva faz en el futuro próximo.
Toca todos los departamentos de la actividad humana de interrelación. Así la
sexualidad, como la política, el deporte y las finanzas; las artes y toda rama del saber
humano, y su correspondencia con el conocimiento y el saber de entidades de filiación
espiritual absoluta con el hombre, que evolucionan conforme a un programa particular
en el universo, paralelo al humano. Se trata de la "mandalización" de todas las
actividades en las distintas esferas del ser, el ordenamiento conforme a principios
arquetípicos formativos (los 7 Rayos), la autorregulación de la mente individual
(interpersonal) conforme al poder de la Consciencia Universal, en obediencia al
Propósito y al Plan de la Vida del Logos.
b) Unidad en la diversidad.
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El Todos no es sino la Totalidad, Todo, desde el punto de vista de las unidades
interactuantes. No es la suma de las unidades como un Todo, ya que la Totalidad es
mucho más que la suma de todas las partes. Se trata de una relatividad funcional, o
dialéctica, excusablemente dúctil a los efectos del estudio del sendero de creciente
conscienciación que progresa hacia la Unidad. Las relaciones interiores en la Unidad, en
el Todo, constituyen el "espejismo real" que aquí hemos llamado "el Todos".
Este principio general es de difícil aplicación para las naciones y los grupos humanos
diferentes, e igualmente entre los individuos con signos múltiples de singularidad. Pero
resulta urgente la transición hacia modelos de globalización o planetarización inspirados
en la lógica intratómica de los conjuntos que se interpenetran. La Ciencia ha avanzado
en la captación de este enunciado grandemente, pero es sabido que los paradigmas, en
cualquier campo del saber y hacer humano en el que se enuncien, demoran muchos años
en alcanzar el total consenso, si es que lo consiguen. Esta disciplina que sigue el
Tiempo como factor mental para situar los modelos nuevos de visión y comprensión de
la realidad manifestada, no excluye una interna mutación de los ritmos con que se
operan las asimilaciones grupales y planetarias. En este contexto se está dando en la
Tierra el fenómeno de síntesis de todas las actividades humanas, en el sentido de
integración, en principio confusa, y en algunos casos fusión, en principio difusa, de las
particularidades asociadas en un todo mayor que las engloba igualitariamente. Los
puntos de convergencia entre la Ciencia y la Religión o la Ciencia y la Filosofía,
puestos en evidencia en debates y encuentros multidisciplinarios, preparan el camino
para una formulación igualitaria de una nueva visión o paradigma que todos esperan
recibir de lo más hondo del Campo Continuo de Energía, de la Mente Divina o del
Alma del Mundo. El paradigma ya está sobre nosotros, y su poder, como entidad
mental, es creciente, sólo que colide con los íconos, ídolos y cristalizaciones culturales
todavía sobrevivientes, que fueran establecidos durante la Vieja Era saliente.
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Indicios de esta ciencia de erección grupal del Templo Interno, fueron ofrecidos al
público en ocasión del disciplinamiento de algunos condiscípulos a mediados del siglo
pasado, alistándolos para las primeras iniciaciones grupales, una faz revolucionaria en el
programa de la Jerarquía Oculta para las almas en trance de despertar. (Véase
Discipulado en la Nueva Era, Tomos I y II) Se trata, en otras palabras, del avance en
red, en unidad radial, de las entidades humanas involucradas en el proceso de hacer
patente el Reino de los Cielos, en ellos mismos y en la Tierra.
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