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El documento presenta las palabras de apertura y cierre de Octavio Paz en el encuentro "El siglo XX: La experiencia de la libertad". En su introducción, Paz define la libertad como una experiencia vivida más que un concepto filosófico, y cita un poema suyo sobre cómo la imaginación puede liberar al mundo. En su conclusión, resume los debates sobre cómo construir la democracia en Europa del Este y América Latina, elogia la diversidad de opiniones expresadas, y enfatiza el acuerdo en torno a la democracia y la
El documento presenta las palabras de apertura y cierre de Octavio Paz en el encuentro "El siglo XX: La experiencia de la libertad". En su introducción, Paz define la libertad como una experiencia vivida más que un concepto filosófico, y cita un poema suyo sobre cómo la imaginación puede liberar al mundo. En su conclusión, resume los debates sobre cómo construir la democracia en Europa del Este y América Latina, elogia la diversidad de opiniones expresadas, y enfatiza el acuerdo en torno a la democracia y la
El documento presenta las palabras de apertura y cierre de Octavio Paz en el encuentro "El siglo XX: La experiencia de la libertad". En su introducción, Paz define la libertad como una experiencia vivida más que un concepto filosófico, y cita un poema suyo sobre cómo la imaginación puede liberar al mundo. En su conclusión, resume los debates sobre cómo construir la democracia en Europa del Este y América Latina, elogia la diversidad de opiniones expresadas, y enfatiza el acuerdo en torno a la democracia y la
Del 27 de agosto al 2 de septiembre de este ao se llev a ca- comentario sobre la explosin de vituperios -mezcla de fa- bo el encuentro El siglo XX: La experiencia de la libertad , natismos ideolgicos y rencores fantasmales- con que la organizado por Vuelta y transmitido por televicn. En los prensa mexicana, sin excluir a la gubernamental, nos salu- prximos meses publicaremos algunas de las intervencio- d, a nosotros y a los intelectuales que participaron en el nes del encuentro (que ser recogido en su totalidad en una encuentro, Reproducimos ahora nicamente las palabras de serie de volmenes que vern la luz este ao), as como un Octavio Paz con que se abrieron y se cerraron los debates. LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD U NAS POCAS PALABRAS para iniciar esta primera conversacin. Muchas personas me han preguntado por qu hemos llamado a nuestro encuentro: El si- glo xx: La experiencia de la libertad. Dir muy brevemente por qu la libertad, ms que una idea o un con- cepto, me parece que es una experiencia. La libertad, como idea, es del dominio de la filosofa. Pero se trata de un trmi- no que escapa a las definiciones; la disputa entre la libertad y el determinismo naci al mismo tiempo que el pensamien- to filosfico y todava sigue abierta. Hay una expresin cle- bre que confirma la extraordinaria ambigedad de esta palabra: la libertad es la eleccin de la necesidad. Es la gran refutacin de la libertad y, al mismo tiempo, su gran victo- ria. En la tragedia griega encontramos la misma indecisin; para que la fatalidad se cumpla, nos dicen una y otra vez Es- quilo y Sfocles, se necesita la complicidad de la voluntad humana. Los agentes del destino son los hombres y los hom- bres conquistan la libertad cuando tienen conciencia de su destino. Enigma filosfico y paradoja potica, la libertad es tambin un misterio teolgico: somos libres por la gracia de Dios. Por todo esto, pienso que la libertad, ms que idea filosfica o concepto teolgico, es una experiencia que to- dos vivimos, sentimos y pensamos cada vez que pronuncia- mos dos monoslabos: s o no. La libertad no se deja definir en un tratado de muchas pginas pero se expresa en un sim- ple monosilabo. Mientras pensaba en esta paradoja record un poema que escrib hace cuarenta y cinco anos, al final de la segunda gue- rra. Su tema es la libertad, que yo vea unida a la imagina- cin Todava lo creo y por esto me atrevo a repetir unas cuantas lneas de ese viejo poema: La libertad es alas, es el viento entre hojas, detenido por una simple flor; y el sueo en el que somos nuestro sueo; es morder la naranja prohibida, abrir la vieja puerta condenada y desatar al prisionero: esa piedra ya es pan, esos papeles blancos son gaviotas, son pjaros las hojas, y pjaros tus dedos: todo vuela. La imaginacin en libertad transforma al mundo y echa a volar las cosas y los seres que toca... Sin embargo, hoy hara esta crtica a esos versos juveniles: la libertad se disipa si no se realiza en un acto. Le pasa lo que a la paloma de Kant: para volar necesita vencer tanto la resistencia del aire como la atrac- cin hacia el suelo, la fuerza de la gravitacin. La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra y encarnar entre los hom- bres. No le hacen falta alas sino races. Es una simple deci- sin -s o no- pero esta decisin nunca es solitaria: incluye siempre al otro, a los otros. La libertad es la dimensin hist- rica del hombre. Lo es por ser una experiencia en la que apa- rece siempre el otro. Al decir s no, me descubro a m mismo y, al descubrirme, descubro a los otros. Sin ellos, yo no soy. Pero ese descubrimiento es, asimismo, una invencin: al ver- me a m mismo, veo a los otros, mis semejantes; al verlos a ellos, me veo a m mismo. Ejercicio de la imaginacin activa, la libertad es una perpetua invencin. Vivimos el fin de un perodo histrico y el comienzo de otro. Dos grandes guerras, varias revoluciones y otros tras- tornos sociales y polticos han marcado a nuestro siglo. Mu- chos pueblos y muchas tierras han sufrido prolongados eclipses de las libertades pblicas. La clase intelectual -si es que los intelectuales son una clase- tampoco ha salido in- demne de esta gran prueba histrica. Nuestro siglo ha sido el de la trahison des clercs, como llam Benda a la desercin de los intelectuales. La enfermedad totalitaria contagi a fil- sofos y a poetas, a dramaturgos y a novelistas. Pero no todos cedieron y es imposible olvidar a todos aquellos escritores que hicieron, desde 1920, una crtica lcida y valerosa a los dos grandes sistemas totalitarios modernos, el nazi y el co- munista. En la memoria de todos nosotros estn los nombres de los intelectuales que se han enfrentado, rodeados de hos- tilidad, a los despotismos del siglo XX. La lista es grande. El nmero de las vctimas tambin es largo y est compuesto por poetas y novelistas, filsofos y pintores, msicos y pe- riodistas. Entre esos combatientes por la libertad se encuen- . Vuelta 167 8 Octubre de 1990 EL SIGLO XX. LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD tran muchos de ustedes, que han padecido crcel, destierro y vejaciones por sus ideas. Hoy la revolucin pacfica de los pueblos de Europa Cen- tral y de la Unin Sovitica, as como el regreso de Amrica Latina a la democracia -todava falta Cuba-, nos obliga a otro tipo de reflexin. El gran tema del pasado inmediato fue la crtica de los poderes enemigos de la libertad: el del tiem- po que viene es el de su invencin: cmo los pueblos, so- bre todo los de Europa del Este y de la Amrica Latina, podrn edificar la casa de la nueva democracia? Con esta pregunta comienza la primera conversacin de nuestro Encuentro: Del socialismo autoritario a la difcil libertad. Tiene la palabra Leszek Kolakowski. O.P. BALANCE Y PERSPECTIVAS El recuento del siglo xx es estremecedor: dos guerras mun- diales, el nazismo y el comunismo, sus campos de concen- tracin, sus millones de vctimas y, durante aos y aos suspendida sobre nuestras cabezas, la amenaza de un conflicto nuclear que habra puesto fin a la civilizacin y aun a la espe- cie humana y a la vida misma en el planeta. De pronto, en un extremo de Europa, all donde el totalitarismo comunista pareca haber impuesto un crepsculo permanente, el hori- zonte comenz a despejarse. Hoy vivimos el alba de la liber- tad. La importancia de este Encuentro consiste, precisamente, en que un grupo de intelectuales independientes de Europa y de Amrica se han reunido para deliberar, en libre dilogo, sobre lo que ser sin duda la tarea ms urgente de los tiem- pos que vienen, a menos que la historia vuelva a sorprender- nos con alguno de sus crueles cambios: cmo construir la casa universal de la libertad? Algunos nos dicen: no olvidan ustedes a la justicia? Respondo: la libertad, para realizarse ple- namente, es inseparable de la justicia. La libertad sin justicia degenera en anarqua y termina en despotismo. Pero asimis- mo: sin libertad no hay verdadera justicia. La importancia de este debate internacional ha sido doble: intelectual y moral. Intelectual por la calidad de los partici- pantes, todos ellos notables en sus respectivos dominios y especialidades; moral porque todos han sido combatientes de la libertad. Muchos entre ellos han sido vctimas de los nazis y de los comunistas, han conocido sus campos de concentra cin y sus crceles o han sufrido largos aos de destierro. Todos han sido insultados por la propaganda comunista, co- mo hoy lo hemos sido, en cierta prensa mexicana, por escri- tores y periodistas que nos han llamado, con poca escrupulosa incontinencia verbal, fascistas e incluso stalinistas. Son gen- te que tiene tan larga la lengua como corto el entendimiento. Nuestro Encuentro se ha caracterizado por la diversidad de las opiniones y los criterios. Abundaron las discrepancias y las divergencias. Ha sido un signo de salud intelectual y mo- ral: la uniformidad es la muerte del espritu, la petrificacin del pensamiento. Sin embargo, creo que nuestras coinciden- cias no han sido menos grandes y decisivas que nuestras di- ferencias. Mencionar las que me parecen esenciales. En primer trmino: la afirmacin de la democracia como la nica forma de convivencia poltica civilizada. Creemos en la soberana popular, en la eleccin libre de las autoridades y en un rgimen de derecho que preserve a la sociedad lo mismo de la tirana de un hombre o de una oligarqua que del despotismo de la mayora, es decir, que salvaguarde los derechos de las minoras y de los individuos. La democracia econmica es el necesario complemento de la democracia poltica. El mercado libre es el sistema mejor -tal vez el nico- para asegurar el desarrollo econmico de las sociedades y el bienestar de las mayoras. As como las li- bertades polticas, en regmenes democrticos, implican el res- peto a los derechos de las minoras y de los individuos, el libre juego de las fuerzas econmicas -liberado de la voluntad arbi- traria del Estado tanto como de los monopolios privados- de be estar regido por la ley y por la sociedad misma, es decir, por los productores, los intermediarios y los consumidores. El mercado no puede ser un simple y ciego mecanismo sino que es el resultado de un acuerdo colectivo. El mercado es una de las expresiones del pacto social. Creo no equivocarme si digo que la mayora entre nosotros est a igual distancia del Estado -patrn y del laissez-fuire absoluto. En la esfera de la cultura todos nosotros afirmamos la li- bertad de pensar, escribir y publicar obras literarias. Una li- bertad que se extiende a las otras artes. La literatura moderna naci, en el siglo XYIII, frente a las pretensiones del Estado absolutista y de las distintas Iglesias; en el siglo XIX, no sin eclipses, la literatura libre creci e hizo la descripcin y la crtica de los poderes establecidos y de las mentiras e ilusio- nes de la sociedad civilizada. El siglo xx ha sido un siglo de grandes creaciones literarias y de un osado pensamiento fi- losfico y cientfico, pero tambin ha sido el de las grandes persecuciones intelectuales y artsticas, sobre todo por los dos grandes, intolerantes y crueles totalitarismos. La segunda gue- rra acab con el nazismo La revolucin pacfica de los pue- blos de la Unin Sovitica y de la Europa Central ha derribado la pirmide burocrtica comunista. Esta inmensa victoria contra el sistema totalitario no debe cerrar nuestros ojos ante otros peligros La literatura moder- na no est a salvo de graves amenazas. Pienso en la solapada dominacin del dinero y el comercio en el mundo del arte y la literatura. Las leyes del mercado no son estrictamente apli- cables a la literatura, al pensamiento y al arte. Las grandes obras de nuestra civilizacin han sido casi siempre obras mar- ginales o subversivas, dirigidas a una minora, obras que en- contraron indiferencia y aun oposicin cuando aparecieron. La salud de una literatura -es decir, de una civilizacin- de- pende de la variedad y la singularidad de sus voces, persona- lidades y corrientes. Las potencias meramente comerciales, regidas por el criterio del xito y la venta, tienden a la uni- formidad -mscara de la muerte. La historia de la literatura, del pensamiento y del arte mo- derno es inseparable de la historia de las libertades pblicas. All donde perece la libertad, el pensamiento y la literatura perecen. La libertad es la sangre invisible que anima a la lite- ratura y a la sociedad entera. O. P I Vuelta 167 9 Octubre de 1990