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El cuerpo, miembro de Cristo

Si mi cuerpo es templo de Dios y si mi cuerpo es miembro de Cristo, debo


de respetarlo más.

La Palabra del Señor en Filipenses 3:17-19 dice: “Hermanos, sed


imitadores de mí, y mirad a los que se conducen según el ejemplo que
tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije
muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz
de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya
gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal”.

En los últimos domingos he venido enseñando acerca del uso del cuerpo,
su relación con la unción del Espíritu Santo y la bendición de Dios. He dicho
que Jesús sacrificó su cuerpo en la cruz del Calvario, que somos salvos por
la ofrenda del cuerpo de Cristo, y que el Señor vive no en nuestra mente
sino en nuestro cuerpo, porque nuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo.

Cuando hablamos de las personas cuyo dios es el vientre, debemos tener


cuidado de no voltear a ver a los gorditos, porque hay delgados que comen
como degenerados, pero su metabolismo les ayuda.

Hablando de aquellos para los cuales su dios es el vientre, hay dos


extremos: Los que comen todo sin importarles, y por otro lado los que se
cuidan haciendo ejercicios, comiendo bien y tomando vitaminas, pero no
para el Señor sino para lucir su cuerpo y seducir con él.

En ocasiones les he dicho a muchos jóvenes que se nota cuando viene su


luna de miel, porque sólo gimnasio y dietas son. Tener bien su cuerpo para
entregarlo a su esposa o esposo está bien, pero ¿cuándo los motivó el
Señor a hacerlo? ¡Nunca! Su motivo es la luna de miel, no Jesús. ¿Qué
pasó con el señorío de Cristo? ¿Puede más una luna de miel o el miedo a la
muerte, que el hecho que tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo y es
para el Señor? ¿Quién es tu Señor? Si quieres tener bien tu cuerpo para las
relaciones sexuales, entonces, el sexo es tu señor.

El motivo por el cual debemos tener bien nuestro cuerpo es porque en él


habita el Señor Jesús; ese es el motivo correcto y por eso debemos
mantenerlo lo más saludable que podamos.

En Filipenses 3:12-14 dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto, sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo
ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al
premio supremo llamamiento de Dios en Cristo, Jesús”.

¿Cuántos tienen llamado del Señor? El problema no es el llamado, pero


obtener el premio; todos debemos trabajar de manera de obtener el
premio. Puedo tener llamado y no obtener el premio. Si no te interesa el
premio, no te interesa terminar bien tu llamado. Si no me dan premio, no
terminé bien mi llamado.
Nosotros, los llamados, tenemos el deber de mantener bien el cuerpo para
cumplir el llamado y obtener el premio.

No hay nada que Dios nos prohíba comer, excepto sangre. Después de
eso, todas las comidas no son prohibidas, por lo tanto, tú eliges qué
comer. No quiere decir que ya no hay alimentos malos. Por ejemplo, Dios
me ha dado apetito y estómago para digerir los alimentos, pero esto no
quiere decir que debo de comer más de lo necesario. El cuerpo es para el
señor Jesús y el señor Jesús para el cuerpo.

El cuerpo es miembro de Cristo. Cuando tocas a tu cuerpo, tocas a Cristo,


porque el cuerpo es miembro de Cristo, no dice nuestra mente. Tenemos la
mente de Cristo, pero no dice que es la mente la que pertenece a Él. Por
esto, podríamos decir, como tratas a tu cuerpo, tratas a Cristo.

No está de más decirte que como uno trata a su mujer, así también trata su
cuerpo, porque son una sola carne. Lo que le haga a mi mujer me lo hago a mí.
Cada vez que tratas mal a tu esposa algo malo te ha de pasar a ti, porque lo que a
ella le hacemos nos lo hacemos a nosotros.

En I Corintios 6:15 dice: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros
de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de
una ramera? De ningún modo”.

Más adelante en el verso 17 dice: “Pero el que se une al Señor, un espíritu


es con Él.
Si Pablo escribe: “¿O ignoráis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu
Santo?” ¿Le está escribiendo a cristianos o a pecadores? Cristianos. Este
problema no es nuevo. Voy a decir algo que no es una afirmación, pero sí lo
quiero dejar en tu mente: “¿si tu cuerpo es miembro de Cristo y le das tu
cuerpo a una ramera, qué diría? ¿Acostaste a Cristo con una ramera? No lo
quiero afirmar ni decir una herejía, pero la escritura así lo dice.

¿Cómo es posible que tomes el cuerpo de Cristo y se lo des a una ramera o


alguien que no es tu marido? ¿No ves que le estás dando el cuerpo de Cristo
a otra persona? Porque dice la Biblia que tú eres el cuerpo de Cristo. No
debemos hacerlo. Si alguna vez alguien lo ha hecho, debe arrepentirse
porque está en un serio problema.

No es ninguna religiosidad pedir que no andes enseñando el ombligo, no


usar minifaldas o blusas cortas. La moda no es una cuestión de gustos, es
cuestión de principios. Si el principio te dice que la puedes usar, entonces
úsala. No hagas de tus gustos tus principios, porque tus gustos son
demasiado débiles.

Yo ministro por todas partes y se ven unas cosas, que me pregunto: ¿Cómo
puede ser posible? Entonces, encuentro el por qué Pablo escribió eso. Si mi
cuerpo es templo de Dios y si mi cuerpo es miembro de Cristo, debo de
respetarlo más. Eso no es religiosidad. Por otro lado, la Biblia es clara que
tu cuerpo es miembro de Cristo, y que estamos unidos a Él por el espíritu,
pero no puedes estar unido al Señor como un espíritu si no entiendes o
practicas que tu cuerpo es de Él.

El Espíritu Santo vive en tu cuerpo. Cuando te vayas a vestir, pregúntale al


Espíritu Santo si le parece. ¿Dónde está el señorío de Cristo si ni le
preguntamos si está de acuerdo con la ropa que nos vamos a poner?
¿Dónde está eso que Jesús es Señor? Si ni siquiera lo dejas ser Señor del
cuerpo que es su casa. Si eres cristiano y dices que tu cuerpo es de Dios,
demuéstralo en la práctica.

En la vida, un día algo te va a motivar a cuidar mejor tu cuerpo. ¿Puede ser un


cáncer, presión alta, tu luna de miel, un torneo, un deporte o puede ser Jesús?
¿Vas a terminar cuidando mejor tu cuerpo porque tienes cáncer? ¿Vas a comer bien
porque el ácido úrico se salió de sus límites? ¿Vas a hacer ejercicio para evitar un
infarto? ¿O vas a mantener tu cuerpo bien para presentárselo al Señor como
sacrificio santo, vivo y agradable a Él?

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