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El Destino

Al adentrame al mundo de las obras de Eurípides, pude identificar lo humano de sus


personajes y de sus temas. Sin duda, sus obras son viva imagen de lo que podría suceder
en nuestros tiempos. Un elemento muy tratado en su obra, y que le da el título de trágico
revolucionario, es el asunto del destino, el cual puede ser cambiado por los personajes.
Anteriormente en la tragedia griega, Sófocles y Esquilo escribían sobre un destino
inevitable, y Eurípides iba en contra de lo establecido dejando que sus personajes se
enfrentaran a lo desconocido. Cabe destacar que aún en las obras: Alcestis, Medea e
Hipólito, se hace referencia a esa creencia de que el destino ya estaba prescrito. De esta
idea surge una cuestión: ¿qué tipo de destino es el que impera en las obras de Eurípides y
nuestra realidad? ¿Un destino ya establecido por un oráculo o uno que se debe forjar? La
respuesta se revela en la trama de cada historia y señala técnicamente que: “es hombre
sabio quien sabe que es el arquitecto de su sendero y será mentira aquel hombre que
piense que su camino está escrito”.

El tema del destino inevitable se puede identificar en la obra de Alcestis cuando la


desdichada mujer acepta el lugar de su marido, sólo para morir. Desde ese instante estaba
muerta y no podía negar su camino. Más Eurípides nos presenta el otro lado de la moneda
del destino y afirma a través del personaje de Heracles: “Incierto es por dónde avanzará
lo que nos reserva el destino, y no es algo que se pueda enseñar, ni ser comprendido por
ciencia alguna” (Eurípides, p. 84). Es así que niega rotundamente la posibilidad de
existencia de un oráculo o fuerzas sobrenaturales que pudieran predecir el futuro.
Claramente señala que el destino de un humano nunca podrá ser comprendido por
ninguna ciencia. Por otro lado, se puede entender que el destino es nubloso y turbio, pero
el humano tiene la suficiente capacidad de disipar la niebla y revelar su verdadero futuro.

Mientras tanto, en Medea, se le culpa a los dioses, en especial a Temis, de haber llevado a
Medea a la costa opuesta de Grecia a presenciar su tragedia. Pero luego se señala que la
cuestión del destino está escrita no por los dioses ni agentes externos a la realidad del
personaje. Es el personaje principal, Medea, la que toma sus decisiones y encamina su
sendero hacia lo trágico y brumoso. De esta manera, Eurípides da a conocer que cuando
el humano decide por sí mismo su camino, éste debe de aceptar las consecuencias de su
decisión, ya sean malas o buenas. “Me equivoqué aquel día que abandoné la casa ... Ni
volverá a ver vivos nunca a los hijos que de mí tuvo, ni engendrará un hijo de su nueva
esposa, pues preciso es que, muera malamente por mis venenos” (Eurípides, p. 136).
Medea, al sentirse engañada por Jasón, se revuelca en odio y no encuentra mayor
escapatoria que matar a la nueva esposa de Jasón, aunque la muerte de sus hijos estuviera
de por medio. Medea no se arrepiente de la muerte de sus hijos, ya que si ellos mueren a
manos de la misma que los engendró será menos doloroso que saber que han muerto a
manos de los enemigos. Así es como Medea acepta las condiciones que le impone la
naturaleza y es la autora de su propia tragedia.

Por otro lado, en Hipólito, pareciera que el único destino se encuentra escrito por los
dioses, pero existe dentro de la trama una única frase que nos lleva a refutar lo primero:
“Por los mitos, simplemente nos dejamos llevar” (Eurípides, p. 173). Podrá ser que la
diosa Afrodita causó que Fedra se enamorara de su propio hijo, Hipólito; y que a la vez
confesará su amor a su hijo y que se suicidara; que diera origen al conflicto de Hipólito
con su padre, Teseo; y que finalmente, Hipólito muriera. Pero de ahí viene un gran
cuestionamiento: siendo que toda la historia se basa en el simple hecho de que los
personajes se dejan llevar por los mitos, ¿no será que el tan aclamado destino escrito sea
meramente la autosugestión que llevará a los personajes a realizar tal cual lo que se les ha
confinado? Por ejemplo, Hipólito murió por que plantó muy dentro de su ser la idea de
que había obrado mal, cuando era inocente del supuesto romance que tenía con su madre
y sólo fue mentira de ésta. Es por ello que los personajes vivían en la mentira, creían de
manera tan profunda lo que los dioses les predecían, que era claro que todo se iba a tornar
realidad. Así, la elección para construir su camino estuvo en ellos y no en factores ajenos
a su realidad.

Siendo Eurípides un trágico revolucionario, sus obras están impregandas de la idea de un


destino que puede ser cambiado por el propio personaje. Dicho destino es inherente a la
persona y tendrá que responsabilizarse de sus actos, aceptando las consecuencias, ya sean
positivas o negativas. Se podrán encontrar varios indicios de la existencia de un destino
inevitable o que ya fue escrito, pero como se ha demostrado, uno podría ser engañado.
Uno creería que la existencia del destino escrito fuera verdadera debido a que todo lo que
se ha predecido se hace al pie de la letra, más ésto es mentira. Se dice que un hombre es
mentira cuando cree en este tipo de destino, ya que la realidad es otra. El hombre al
autosugestionarse sobre lo que le han predecido, torna cada evento en una realidad.

Ahora, siendo nosotros un reflejo de aquella cultura griega, se pueden transferir sus
características a nuestro mundo. Imaginemos que por oráculos tenemos a los horóscopos
o a los chamanes, los cuales nos revelan nuestro futuro y está en nosotros el seguirlos o
no. Actualmente habrá personas que crean fielmente en ellos y otros no. Por lo tanto:

“Siempre he creído que las transformaciones más profundas, tanto en el ser humano
como en la sociedad, tienen lugar en periodos de tiempo muy reducidos. Cuando menos
lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y
nuestra voluntad de cambio; en ese momento, no sirve de nada fingir que no pasa nada, ni
disculparnos diciendo que aún no estamos preparados. El desafío no espera. La vida no
mira hacia atrás. En una semana hay tiempo más que suficiente para decidir si aceptamos
o no nuestro destino”(Coelho, 2000, p. 13).

El humano es quien puede dar el cambio a su vida y debe de ser responsable de sus actos.
Es quien decide que camino elegir y es el único personaje que puede forjar su destino.

Bibliografía

Clásicos de Grecia y Roma. (2002). Alcestis, Medea, Hipólito de Eurípides. México :


Alianza Editorial.

Coelho, Paulo. (2000). El Demonio y la señorita Prym. México : Editorial Grijalbo.


Universidad Nacional Autónoma de México

Erasmo Castellanos Quinto

Nombre: Nieves Martínez Patrick


Grupo: 512
Trabajo:Eurípides… Ensayo: “El destino”

México D.F. a 13 de Noviembre de 2009.


Relación de la noticia con Medea.

La noticia que he elegido plantea la tragedia de un joven asesinado, lo cuál resulta injusto
e imperdonable.

Injusto porque ninguna persona tiene derecho ni autoridad para tomar tus pertenencias, y
mucho menos a la fuerza. También, porque ningún individuo tiene derecho ni autoridad
de tomar tu vida, quitártela o hacer con ella lo que desee… ya que la esclavitud está
abolida, hay derechos que establecen que uno puede vivir en paz y libertad siempre y
cuando no infrinja las leyes.

Imperdonable por las mismas razones anteriores, agregando que es un acto inmoral en su
totalidad y que debe ser sancionado y castigado. El problema yace aquí, al momento de
tomar cartas en el asunto, las autoridades son hipócritas y hacen caso omiso de los miles
de asesinatos que ocurren cada año, cada mes, cada semana, cada día aquí en la
República Mexicana...

Así pues la violencia conjugada con la delincuencia, generan una actividad ilegal que
resulta cotidiana para muchas personas, desenlazando en tragedia: la muerte y la libertad
de los culpables.

De esta manera, relacionaremos a Medea, como una delincuente que arrebató la vida de
el esposo por el que alguna vez fue capaz de darlo todo, que le pagó engañándola y
dejandola a cambio de una posición social en la realeza; y la vida de sus pequeños hijos,
engendrados con Jonás… el mismo hombre que la traicionó. La vengadora que asesinó
también, a la nueva esposa de Jonás para así evitar que él tuviera desendencia y de una
vez por todas terminar con sus tormentos... sabiendo que el camino elegido por ella
misma, era el incorrecto.

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