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EL SINDROME DE SHENPA1

Aprendiendo a estar
Pema Chödrön
Retiro de ciudad / Centro Shambhala de Berkeley
Septiembre 2002

Les voy a presentar una palabra tibetana. Si fueran a buscar enseñanzas sobre esto, no las
encontrarían a menos que hayan escuchado cintas de Dzigar Kongtrul Rinpoche -el maestro con el que
estudio-, o si han escuchado mis enseñanzas de Yarne del año pasado, en el retiro de invierno de
Gampo Abbey, donde enseñé sobre este tema. Pero como no sea allí, no creo que existan en otro lado
de la manera en que lo voy a enseñar. Lo voy a presentar en la manera en que Dzigar Kongtrul ha
enseñado este tema. Él ha dado muchas enseñanzas sobre ello y continúa haciéndolo y esto ha tenido
una gran influencia en mi vida y en mis enseñanzas. Pero sobre todo en mi vida.

Esta es una enseñanza sobre un término tibetano: shenpa. La traducción usual de esta palabra es
apego. Si fueran a mirar en un diccionario de la lengua tibetana, encontrarían que la definición sería
apego. Pero el término apego no alcanza a dar una comprensión de su significado. Dzigar Kongtrul ha
dicho que no se utilice el término apego como traducción, porque es incompleta, no se acerca a la
magnitud de lo que shenpa es y del efecto que tiene en nosotros/as.

Si yo estuviera traduciendo shenpa me sería muy difícil encontrar la palabra adecuada, pero voy a dar
algunas. Uno podría ser “estar enganchado/a”. Cómo llegamos a estar enganchados/as. Otro sinónimo
de shenpa podría ser “esa sensación pegajosa”. Relacionándolo con la analogía de anoche sobre la
urticaria, la picazón que conlleva y el rascar, shenpa sería la picazón y la urgencia de rascarse. La
urgencia de fumarse ese cigarrillo, la urgencia de comer de más, la urgencia de tomarse otro trago, o lo
que quiera que sea tu adicción.

He aquí otro ejemplo de shenpa. Alguien te dice algo ofensivo y entonces, algo en ti se tensa – eso es
shenpa. Entonces empieza la espiral que te lleva hacia la baja autoestima, o hacia echarle la culpa a
alguien, o a enrabiarte con ellos, denigrándote a ti mismo/a. Y quizás, si tienes alguna adicción fuerte, te
entregas a ella para cubrir el sentimiento negativo que surgió cuando esa persona te ofendió. Ha sido
una palabra ofensiva que te ha enganchado. Quizás cualquier otra palabra ofensiva no te hubiera
enganchado, pero estamos hablando de cuando algo toca ese sitio que duele –eso es shenpa. Alguien
te critica –o critican tu trabajo, tu apariencia, tu niño- y surge shenpa, casi podemos decir que co-
emergen.

En Gampo Abbey somos una pequeña comunidad. Somos alrededor de treinta monjes y monjas.
Tenemos una relación muy íntima y cercana viviendo como comunidad. Allí la gente se daba cuenta de
cómo cuando alguien venía y se le sentaba al lado en el comedor podía sentir la shenpa surgiendo
simplemente por ello, porque tenía algo con la persona que se le sentaba al lado. Entonces sentían
cómo se cerraban y cómo se enganchaban. Si eres capaz de captarlo en ese momento, es
perfectamente manejable. Y tienes la posibilidad de hacerlo, tienes esa enorme curiosidad sobre
sentarte en calma justo allí, a la mesa, con esa urgencia de hacer lo habitual, de reforzar tus tendencias
habituales, puedes sentirlo y no es nunca algo nuevo. Siempre tiene un sabor de boca familiar. Un olor
conocido. Cuando empiezas a pillarle el truco sientes que ha estado pasando desde siempre.

En términos generales, sin embargo, no lo tomamos a ese nivel cuando justamente el espacio abierto
se empieza a cerrar. Estás con un corazón abierto, una mente abierta y entonces…erkk! Shenpa
aparece con esa cualidad de estar enganchado/a, o con la tensión, o cerrazón o lo que sea… yo lo
experimento en el nivel más sutil como una especie de tensamiento. Entonces puedes sentir cómo te
aíslas y cómo querrías salir de allí.

1
Traducción, Thubten Saldon. Edición, Ana María Milán.
Esto te causa una inseguridad fundamental, subyacente en la experiencia humana que es inherente a
un mundo ilusorio, impermanente, cambiante, siempre en movimiento, y que durará mientras estemos
habituadas a querer buscar un suelo donde pisar. Entonces, alguien dice justo esa palabra que
obviamente dispara nuestro condicionamiento. No tenemos que entrar en la historia de por qué esto
sucede, esto no es un autoanálisis del por qué o de cuál fue el trauma ni nada de eso. Es simplemente
un “Oh!”. Y sientes que te tensas. En general es más común que te encuentres ya rascándote para el
momento en que lo llegas a notar.

Hablando en términos de la shenpa misma, ese tensamiento sucede involuntariamente, entonces surge
la urgencia de moverse de ese sitio actuando de alguna manera habitual. Esto se inicia usualmente a
nivel mental y es algo que tú te dices sobre la otra persona. Generalmente está acompañado de un
sentimiento negativo. Es muy común entre los occidentales que en este punto lo vuelvan contra sí
mismos: “hay algo que no funciona en mí”. Quizás está aún en el período pre-verbal, pero ya está
preñado con una especie de pequeña gestalt, de pequeño drama.

En general no lo captamos entonces. Para empezar, no pillamos la shenpa para nada hasta que
empezamos a escuchar enseñanzas sobre ello y comenzar a trabajarlo, aunque también podemos
haber estado trabajando en ello usando diferentes disciplinas. Pero, en general, estamos aún
empezando a mirarlo. Quizás ya has dicho esa palabra ofensiva. O has dicho “no, no puedes coger ese
último trozo de pan”, lo que son sólo palabras, pero están cargadas con todo un…. pánico, de verdad.
La urgencia de moverse de ese sitio. Eso es todo lo que puedo decir. Moverse de esa inseguridad…
llamémosle esa mala sensación. El rascarse mismo es parte de la shenpa también, aunque entonces ya
comenzamos a movernos hacia adelante. Es todo parte de una reacción en cadena que comienza con
ese ligero tensamiento cuando alguien nos dice esa palabra o lo que sea.

Es muy interesante lo rápido que comienzas a notarlo en otra gente. Estás teniendo una conversación
con alguien en el trabajo. Su expresión es abierta y está escuchando, entonces tú dices algo –no estás
seguro/a de que es exactamente lo que dijiste, o quizás lo sabes, no tiene necesariamente que ser
ofensivo– pero tú notas cómo sus ojos se nublan. O notas cómo se le tensa la mandíbula. O lo puedes
sentir, sabes que has tocado algo. Lo que estás viendo es su shenpa, Pero esa otra persona puede no
haberse dado cuenta para nada. De tu lado puedes en este momento seguir la conversación y comentar
sobre lo que está pasando, pero siempre con cierta clase de prajna (sabiduría), esa clara comprensión
de lo que realmente está pasando y no dejándote enredar por tu versión personal de la película para
intentar encontrar suelo firme bajo tus pies. Puedes ver que eso es lo que le está pasando a la otra
persona.

Aquí aparece cierta clase de inteligencia de la que todos poseemos. Si eres realmente listo/a y no estás
muy involucrado/a en tu shenpa, aportarás, de alguna manera, algo de espacio a la situación, porque te
das cuenta que a la otra persona se le disparó la shenpa y de que está enganchada. Puedes verlo en
sus ojos, en el lenguaje de su cuerpo, aunque quizás no se ha llegado a expresar en palabras aún. Tú
sabes que si intentas aclarar algo ahora sobre algún asunto de la oficina, o sobre uno de tus niños o tu
pareja, sabes que no se podrá llegar a nada en este momento, porque la otra persona se ha cerrado. Se
ha cerrado por su shenpa, se ha enganchado.

Tu parte en ello puede ser completamente inocente, no has hecho nada malo, simplemente reconoces
lo que está pasando allí. Esta es una de esas situaciones donde aplicando la meditación budista puedes
aprender a abrir espacio. Un método es el quedarte tranquilo/a y comenzar a meditar allí mismo,
conectar simplemente con tu respiración y permanecer presente con cierta curiosidad y apertura hacia
la otra persona. Puede que en ese momento tengas que cambiar tu manera de comunicar y decir algo
así como “¿qué tal te sientes sobre ello?” y entonces quizás recibas una cordial respuesta “Está bien…
No pasa nada.” Pero tú sabes ya demasiado para cerrarte y quizás dices “dejémoslo para más tarde, o
para mañana, porque ahora no es el momento.”

Si es alguien que es un/a practicante que trabaja en sí mismo/a como sucede en el monasterio con sus
residentes, entonces la situación es perfecta, porque todos están trabajando con lo mismo. No tienes
que decir “Veo tu shenpa!”. Si lo dices quizás hasta de te dan un revés! A nadie le gusta que se lo
señalen! Aunque alguna gente diría “Cuando me veas enganchado/a, simplemente tírate del lóbulo de la
oreja o algo así” –frecuentemente las parejas suelen hacerlo el uno al otro–“… y si yo lo veo en ti haré lo
mismo. O si lo ves en ti mismo/a y yo no me estoy dando cuenta, haz una pequeña señal, así nos
damos cuenta de que éste no es el momento adecuado para seguir nuestra discusión.” No siempre
puedes darte el lujo de evitar una discusión en ese momento, pero al menos puedes aportar algo de
prajna, puedes verlo con cierta lucidez que esté libre de ego y que ayude a sanar la relación y a abrir el
espacio.

La habituación que está basada en el ego es justo lo opuesto. Pone las cosas peor. Esta es una de las
definiciones de ego: pone las cosas peor. Sientes tu estilo de compulsión personal que tiende a querer
llenar el espacio o a querer convencer a otros de tu punto de vista –o por ejemplo, como en mi propio
estilo donde yo intentaría calmar las aguas– pero cualquier cosa que hagas en este punto usualmente
tiende a empeorarlo.

Es realmente importante aprender a cómo abrir el espacio sin introducir en la ecuación ninguna manera
especial de rascarse. Por ello es que pienso que esta shenpa es realmente una enseñanza muy útil. Es
el tensamiento, es la urgencia… es el impulso también. Este impulso te muestra que tienes muchas
adicciones, que todos/as tenemos muchas adicciones. Siempre subsiste esa estática de fondo como
una ligera incomodidad, o quizás como nerviosismo, inquietud o aburrimiento. Entonces empezamos a
usar cualquier cosa para encontrar alivio a esa incomodidad.

Algo como comida, alcohol, drogas, sexo, trabajo, compras o lo que sea que hagamos, que quizás en
moderación seria placentero – como el comer, el disfrutar de la comida. De hecho, cuando lo hacemos
con moderación encontramos una clase de profundo aprecio del sabor, de la buena fortuna de tener
esto en la vida. Pero estas cosas vienen con una cualidad adictiva imbuida en ellas, porque les damos
el poder de creernos que nos traerán confort. Que nos aliviarán de esta incomodidad.

Nunca llegamos a la raíz, a lo que anoche llamé urticaria. La raíz o base en este caso es que tenemos
que realmente llegar a experimentar la incomodidad. Tenemos que experimentar el picor. Tenemos que
experimentar la shenpa y no actuarla.

Este asunto de no actuar es lo que yo llamo refrenar. También se le llama “renuncia” en el marco de las
enseñanzas espirituales. Lo que es interesante notar es que la palabra tibetana para renuncia es
shenlok, que quiere decir poner shenpa cabeza abajo. Renuncia no tiene que ver con renunciar a la
comida, al sexo, al trabajo o a las relaciones. Existe un termino: “desapego de esta vida, desapego de
las cosas mundanas.” No habla sobre las cosas en sí mismas, está hablando de shenpa. A lo que
renunciamos o de lo que nos refrenamos es de la shenpa. Renuncia, shenlok, quiere decir poner
shenpa patas arriba o conmocionarla. Lo interesante es que no hay realmente una manera de renunciar
a shenpa. Alguien te mira de cierta manera, escuchas cierta canción, hueles cierto perfume, entras en
cierta habitación y boom! Especialmente si algo de todo eso está conectado con algún trauma. Y tú
sabes que no tiene nada que ver con el presente, pero de cualquier manera aquí esta –es involuntario.

Las enseñanzas budistas no son realmente acerca de intentar excluir nada, sino sobre ver con lucidez y
experimentar la shenpa completamente. Si existe la disposición de ver con lucidez y experimentar,
entonces prajna empieza a surgir. Ella existe innata en nosotras. La mente de sabiduría es nuestro
derecho de nacimiento. Existe en cada uno de los seres sintientes, Hasta en las hormigas, pero los
seres humanos tenemos una mayor posibilidad de acceder a ella. Esta prajna ya existe y por lo tanto no
tienes que deshacerte de la shenpa. Empieza a hacerse visible toda la cadena de reacción. Usando un
lenguaje contemporáneo podemos decir que ya existe una sabiduría que está basada en un deseo
básico por completitud o sanción – que no tiene nada que ver con el aferramiento al ego. Está
relacionada con querer conectar y vivir desde tu bondad fundamental, desde tu apertura fundamental,
desde tu falta de prejuicios fundamental, desde tu falta de parcialidad fundamental, desde tu básica
calidez. Queriendo vivir desde ese sitio. Entonces esto comienza a ser más fuerte que la shenpa y por
sí misma para la cadena de reacción.
Aquellos que han tenido o tienen fuertes adicciones y que trabajan todo el tiempo con esa fuerte
urgencia, esa ansia, ese impulso de hacer algo auto-destructivo una y otra vez, saben que tiene que
haber la disposición de reconocer completamente lo que está pasando. Entonces puede aparecer la
disposición de refrenarse de un trago de más o refrenarse de comer sin medida o de lo que sea.

Tiene que ser hecho de manera tal que esté compensado con amor, amistad y calidez hacia ti mismo/a,
más que el intentar asimilarlo como si fuera una camisa de fuerza que estás tratando de ponerte,
porque entonces entras en una lucha. Sabes bien que si eres alcohólico/a, o lo has sido o te estás
recuperando, tienes que parar de beber. En vuestro caso un pequeño sorbo no alcanza. Hay diferentes
grados dependiendo de cuánto tengas que refrenarte. Debe de haber algún tipo de patrón habitual que
tiende a reforzar nuestra ignorancia acerca de shenpa, la ignorancia de que la reacción en cadena está
siquiera sucediendo, la ignorancia de que te estás rascando, la ignorancia de que se está extendiendo
por todo tu cuerpo, la ignorancia de que estás desangrándote hasta morir.

Tú sabes cuando la adicción se vuelve realmente fuerte. A mí nuera… los doctores le dieron a la edad
de treinta y cinco anos, dos meses de vida debido al envenenamiento por alcohol, una cirrosis en el
hígado. Ella estuvo aquí anoche. Ha sobrevivido. Se mantiene sobria. Han pasado ya cinco anos. Pero
tuvo realmente que tocar fondo. Y les digo que estaba hinchada como un balón. Estaba de ese terrible
color amarillento-verdoso, sus ojos de un naranja brillante, pero no podía parar de beber. Yo la llevaba
al hospital y le drenaban los líquidos –botellas y botellas de líquidos– pero tan pronto como la dejaban ir,
volvía a casa a beber otra vez.

A veces la gente no lo deja nunca. ¿Por qué es que hacemos estas cosas? Todos las hacemos en
alguna medida. ¿Por que? Es estúpido. La razón por la que lo hacemos es porque asociamos beber
una copa o rascarnos -en la forma que sea- con confort. De esta manera nos escapamos de la básica
inquietud. Buscamos confort en ciertas cosas, cosas que en moderación pueden realzar nuestra vida, el
asunto es que ellas se encuentran imbuidas de una cualidad adictiva. Entonces, aquello que podría
haber realzado nuestra vida, o habernos traído placer –como un sabor o un perfume, una actividad o lo
que sea– empieza a hacer de nuestra vida una pesadilla. Todo lo que conseguimos de esta manera es
alivio a corto plazo.

A veces estamos dispuestos a morir por continuar accediendo a este alivio a corto plazo. A eso es a lo
que se reducía con mi nuera el alivio a corto plazo que conseguía cuando tomaba esa copa, a pesar de
que su vida estaba cada día más fuera de control y se estaba muriendo. Pero cuando quedó paralizada
y le llevaron a su hijo, entonces cambió. Tuvo algunas amigas que pasaron con ella todo el proceso y
eso fue muy útil también. Para ella AA ha sido su salvación. No funciona para todos, pero a ella la salvó.
Y ésta es la historia de cómo estamos tan habituados y de cómo engranamos en el patrón habitual de
equiparar veneno con confort (¿imbuir un veneno con la idea de confort, aplicar al veneno la etiqueta de
confort?). Esto es lo mismo. No tiene por qué ser abusar de una sustancia. Puede ser el decir palabras
ofensivas, o quizás nunca las digas, pero las piensas todo el tiempo.

Hablemos sobre la mente criticona, es una de las mayores shenpa. Todo empieza cuando entras en
una habitación o cuando alguien hace algo y sientes un tensamiento. Se te está disparando algún tipo
de patrón habitual antiguo. No estás ni siquiera pensando sobre ello, pero lo que está pasando,
básicamente, es que no quieres sentirlo. Es una especie de incomodidad muy profunda. Tu patrón
habitual te hace comenzar a cuestionar… básicamente, a criticarlos… porque no lo hacen bien, etc. y tú
ganas con ello una especie de infatuada satisfacción. Te hace sentir en control. Es un alivio sintomático
a muy corto plazo. Por otro lado, cuanto más lo haces, más empiezas a sentir como si, a la vez, te
estuvieras envenenando a ti mismo/a.

Hay un cuento de hadas sobre una princesa que cada vez que decía una palabra ofensiva o cruel, le
salían sapos por la boca. Empiezas a sentir que eso es lo que te está pasando. Que te estás
envenenado con tus propias palabras ofensivas. Y aún así... ¿paras? Pues no, no paras. ¿Por qué no?
Porque lo asocias con aliviarte, liberarte de ese sentimiento desagradable. Lo asocias básicamente con
un cierto confort. Este es el síndrome shenpa.
Hablaré ahora sobre shenpa hacia experiencias positivas y shenpa hacia experiencias negativas en la
meditación. Si es que han meditado con anterioridad a este fin de semana, se reconocerán muy
fácilmente en lo que digo. Esto que voy a comentarles es una de las razones por las que decimos que la
palabra apego no describe adecuadamente el término shenpa. Alguien dice, “Eso es sobre apego, esa
enseñanza es muy superficial para mí”. Shenpa no es superficial. Apunta exactamente al corazón del
asunto, al meollo de la cuestión. Estamos menos inclinados/as a dirigirla hacia nosotros/as mismos/as.
Vemos nuestra shenpa y tenemos cierto gusto al notarlo, mientras que con casi cualquier otra palabra
que he intentado usar en meditación, acaba siendo usada por la gente como arma en contra de sí
mismas. Por alguna razón que no sé, con shenpa la reacción es más ligera, es más como de: “Oh, aquí
está”.

Quizás sea porque no hemos escuchado ese término anteriormente. Parece ser de gran ayuda. Es una
manera de reconocer lo que está pasando con una clara visión, pero sin dirigirlo negativamente hacia
uno/a mismo/a.

Hay shenpa hacia experiencias positivas, shenpa hacia experiencias negativas –shenpa hacia todo en
realidad. Digamos, por ejemplo, que has estado meditando y has sentido un cierto sosiego, una cierta
calma y una sensación de bienestar. Quizás los pensamientos iban y venían, pero no te enganchaban y
eras capaz de volver a la práctica, no había sensación de lucha. Pero luego de esa placentera
experiencia, surge la shenpa: “lo hice muy bien, lo conseguí, así es como debe ser siempre, ese es el
modelo”. Lo que se consigue con esta actitud es o bien que la arrogancia crezca o que crezca su
contrario: la mente de pobreza, porque la próxima sesión resultará muy diferente.

La siguiente sesión resulta ser “la mala” y lo que la hace aún peor es que hayas tenido anteriormente
una “buena” – y que tengas shenpa hacia ella. ¿Pueden ver lo que digo sobre shenpa? Dicho de otra
manera, ¿hay algo de malo en esa experiencia de meditación? Nada malo, sólo la shenpa. A eso es a lo
que los practicantes tenemos que llegar. Entonces tienes la “mala”, que en realidad no es mala. Es
simplemente que te has sentado y estabas muy discursivo/a u obsesionado/a sobre alguien en casa o
en el trabajo, o sobre algo que tenías que hacer –te preocupabas y te inquietabas, o quizás surgió el
miedo o la rabia. En fin, que estabas terriblemente discursivo/a, trataste de sujetar a ese potro salvaje
que se resistía a ser domado y sentiste que fue una terrible sesión de meditación. Al acabarla, te
sentiste descorazonado/a, fue muy mala y tú eres malo/a por la mala meditación que has tenido. Y
puedes llegar incluso a sentirte una inepto/a.

Es por esto por lo que anoche conté la historia sobre mi meditación, porque realmente alguien como yo
se podría haber quitado la vida hace mucho tiempo si mi entrenamiento hubiera estado basado en el
bien y el mal –en que esto se supone que es así y no asá. Pero desde el principio y a pesar de que me
llevó diez años empezar siquiera a comprender, se me dijo: “no te juzgues a ti misma; no te dejes coger
por el bien y el mal, es simplemente lo que es”.

Entonces, tienes esta clase de meditación que para tu estándar es mala, pero no es mala en realidad,
es simplemente lo que es. Y de repente… shenpa. Ahí es donde nos dejamos pillar, ahí es donde nos
dejamos enganchar, es donde la situación se pone pegajosa. Usando el lenguaje budista diríamos que
mientras haya shenpa, estamos fortaleciendo el aferramiento al ego. Dicho de otra manera, buena
experiencia, el ego se fortalece; mala experiencia, el ego se fortalece. Ego es un término un tanto
abstracto para nosotros, pero quizás shenpa nos resuene más; teniendo una buena experiencia, shenpa
se fortalece sobre lo bueno; teniendo una mala experiencia, shenpa se fortalece sobre lo malo.

¿Ven lo que digo? De alguna manera nombrar las cosas por lo que son. Puede que hayan oído esa
expresión anteriormente y que la vuelvan a oír de nuevo. No tiene nada que ver con este mundo. Tiene
que ver con shenpa. Estar enganchado/a sería imbuir a las cosas de un significado que inherentemente
no poseen. Las cosas nos dan confort y desarrollan una cualidad adictiva.

Todo lo que intentamos hacer está bien y es en realidad inocente, sólo intentamos no sentir esa
incomodidad constantemente. Ahora alguien dice: “La manera de hacerlo es llegar a experimentar esa
incomodidad plena y completamente –sin shenpa. Aprende a estar en el momento presente. Aprende a
estar con esa incomodidad. Aprende a estar con esa tensión. Aprende a estar con el picor de shenpa.
Aprende a estar con las ganas de rascarte –donde sea que las cojas– de manera que esta cadena de
reacción habitual no maneje nuestras vidas y que los patrones habituales que no consideramos de
utilidad no se fortalezcan más y más.”

El punto que expuse anoche es muy sutil. “Lo que sea que surja en la mente confusa, cualquier cosa
que surja es fresca, es la esencia de la realización,” ése es el punto de vista básico. ¿Cómo
sostenemos ese punto de vista? ¿Cómo compaginamos la idea de que “cualquier cosa que surja es la
esencia de la realización” con el hecho de que en realidad tenemos un trabajo que hacer? Nuestra
enseñanza mágica es shenpa, ésa es nuestra práctica mágica. El trabajo que tenemos que hacer es tan
sólo llegar a darnos cuenta, a reconocer que nos estamos tensando o que estamos ya enganchados/as.
En Gampo Abbey le llaman toda clase de cosas, allí dirían “Bueno, a un nivel es un tensamiento, a otro
nivel es un enganche, a otro…”. Otra gente dice: “Cuando logro cogerlo es cuando ya estoy muy
irritado/a”. Allí le llaman “irritación” a shenpa –y lo es. Entonces es cuando generalmente lo llegamos a
coger, cuando ya estamos muy irritados/as. Cuanto antes lo notes, más fácil es de trabajar, pero aún si
llegas a notarlo cuando ya estás muy irritado/a, eso ya es un logro. Cuando ya estás muy irritado/a es
difícil interrumpir el impulso, porque la urgencia es muy fuerte. A veces puede que atravieses todo el
ciclo. Quizás notes cuando estás muy irritado/a y, sin embargo, igual lo haces. La urgencia es tal, el
ansia es tan fuerte, el anzuelo es tan grande, la cualidad pegajosa nos es tan habitual, que básicamente
–y todos/as tenemos esta experiencia– sentimos que no hay nada que podamos hacer. Pero sí hay algo
que podemos hacer, y es después de los hechos ir y sentarnos a meditar y rehacer la historia, contactar
con el original…. Quizá empiezas por recordar el sentimiento de irritación y contactas con éste. Así
puedes ir a través de la shenpa en retrospectiva, lo que es muy útil. También podemos notarlo en
pequeñas cosas, cuando el anzuelo no es aún tan grande.

Cuando estaba en…- yo suelo parar en muchos sitios, por lo tanto no estoy segura dónde fue- vi un
comic de tres peces nadando alrededor de un anzuelo. Uno de ellos le dice a los otros: “el secreto está
en no-apegarse.” Ese era un comic shenpa, el secreto está en no morder el anzuelo.

El asunto es que puedas agarrarlo a tiempo, cuando la urgencia de morder es tan fuerte. Ustedes
conocen a los peces, ellos no aprenden. Yo siempre me pregunto si los que se tiran de vuelta, los que
se les ha cortado la boca, pero no mueren porque los echas de vuelta, aprenden. Siempre me lo he
preguntado. Bueno, en nuestro caso esperemos aprender cuando nos echen de vuelta al agua.

Estas enseñanzas nos ayudan por lo menos a tener una perspectiva de lo que está pasando, una
perspectiva mas amplia. En este caso puede haber dos billones de clases de picores y siete cuatrillones
de maneras de rascarse, pero simplemente le llamamos a todo eso shenpa. Esto es lo que los budistas
quieren decir con “no os dejéis coger en el contenido”, ir a la subyacente cualidad del enganche, esa
cualidad pegajosa, la urgencia, el apego. Creo que “apego” no llega a describirlo.

En meditación puedes esperar –ya lo verán– tener shenpa a una buena experiencia, shenpa a una mala
experiencia. Pero quizás estas enseñanzas les ayudarán a tener sentido del humor. Este es el primer
paso: reconocer o ver. Porque sin reconocerlo no tendrías la base para aprender a estar.

También nos entrenamos en simplemente aprender a morar todo el tiempo. Como en las situaciones
cuando estás en el campo y sencillamente te entrenas en estar presente. ¿Estamos de silencio hoy
aquí? Sí, entonces es un buen día para trabajar en esto. En vuestro descanso del almuerzo, cuando no
están hablando entre ustedes… ah, tienen la oportunidad de notarlo. Quizás noten por lo menos una
shenpa, quizás noten más de lo que entraría en un cuaderno! Algo sobre la comida, o sobre una
persona que conocen, o que no conocen, o mi charla –cualquier cosa. Quizás sentirán ese anzuelo.

En vez de dejarse enganchar en la historia o en su contenido, tomarlo como una oportunidad de estar
presente con esa textura de enganche. Úsarlo como una oportunidad para estar presente; cualquiera
que sea tu estilo, deja que tu base sea estar presente. Quizás te gusta la naturaleza y los pájaros y esas
cosas, puedes ir a algún sitio tranquilo y sentarte. Simplemente practica volver al presente, volver al
momento. Si nos entrenamos en estar presente cuando es fácil y placentero hacerlo, entonces nos
estamos preparando para cuando suceden cosas “malas”, como cuando nos enojamos. Quizás lo tuyo
sea sentarte en medio de la gente y observarlos, pero estando presente en ello. Quizás lo haces con
sólo una persona por vez o con viñetas de gente. Y te mantienes presente. Simplemente practicando el
volver una y otra vez al momento. Y entonces con ello como base, quizás te intrigue el observarte…
[hace muecas] cuando te cierras involuntariamente, y entonces puedes verlo.

¿Qué hacer con esto? Francamente, en este punto digamos que simplemente lo vemos. Entonces, si
sientes que tienes la habilidad o las herramientas para no seguir la cadena de reacción, lo reduces a
“etiquétalo pensamiento”. No yéndonos por la tangente del diálogo mental, sobretodo cuando estás de
silencio, correcto? Como hablarte a ti mismo/a sobre bondad o maldad, yo malo/a, ellos malos, lo que
sea. Esto es correcto, aquello está equivocado. Algo de eso.

Así que a liberarte de las etiquetas de correcto o incorrecto, bueno y malo. Lo que tiene que suceder es
que dejes continuamente esas etiquetas pasar y vuelvas a la inmediatez del presente. Hasta ahora he
introducido esta idea que ya conocen. También he introducido el tema de refrenarse de reforzar shenpa,
que es hacer lo habitual, tu manera de rascarte. Es entonces cuando la práctica se vuelve realmente
interesante. ¿Qué hacer cuando no sigues el camino habitual? Te quedas con la urgencia en las narices
y con el ansia y con las ganas de salir de allí; te quedas mucho más en contacto con todo ello.

Si queremos pensar en ello en términos de las cuatro erres, seria: Reconocer, Refrenar –que quiere
decir no ir por el camino habitual–, Relajarte en el sentimiento subyacente, y algo llamado Resolución,
que quiere decir que lo harás una y otra vez. No es algo que apañes en un santiamén. Tu resolución es
que en el futuro seguirás trabajando de esa manera.

Si fuera que lo haces una vez y ya está, sería fantástico. Sería fantástico, porque todos logramos
hacerlo siquiera una vez… Pero vuelve, pues por mucho, mucho tiempo nos hemos habituado a reforzar
el hábito de escaparnos del sentimiento de urgencia y nos hemos acostumbrado a reforzar toda la
situación habitual. Por lo tanto, deshacer esa situación no puede ser un milagro repentino. Requiere
mucho amor y cálido reconocimiento. Conlleva aprender a no ir por ese camino, entrenar en refrenarse
y mucha voluntad de estar presente.

Y lo vuelves a hacer una y otra vez. En el proceso aprendes mucha humildad… te ablandas una
enormidad. Como alguien dijo: “Una vez que comienzas a reconocer tu shenpa, no hay manera de ser
arrogante”. Es verdad.

La cuestión es que el reconocer, en vez de convertirse en blandura y humildad, no se convierta en auto-


denigración. Ese es el truco. Pero una vez que lo ves –como te dejas enganchar, como lo dejas seguir y
todo eso– no hay manera de ser arrogante. Es como si todo ello te ablanda. Te vuelve humilde en el
mejor de los sentidos y comienza también a darte confianza en que tienes esta sabia guía, como lo
llama Sogyal Rimpoche. Tu guía de sabiduría es tu propia mente, el aspecto más fundamental de tu ser
–esta prajna o naturaleza búdica o bondad fundamental– que empieza a estar más y más activada.
Desde tu propia sabiduría comienzas a ir más hacia la espaciosidad, la apertura y la deshabituación,
pero no sucede rápido.

Las cuatro erres son muy útiles de recordar: Reconocer, Refrenar, Relajarse en la sensación básica y
luego Resolver continuar así por el resto de tu vida, proseguir trabajando de esta forma con tu mente y
tus emociones. Sólo hay una shenpa y como han visto se manifiesta con grados de intensidad. La
shenpa raíz fundamental es lo que en budismo se conoce como ego, aferramiento al ego. Lo
experimentamos como un tensamiento y la auto-absorción se fortalece en gran medida en ese punto.
Las shenpas subsidiarias son todos los diferentes estilos de rascarse.

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