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Un desafío de la Sociedad del Conocimiento: Valores

Espirituales

DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO HACIA LA CARENCIA DE VALORES


ESPIRITUALES

“Una educación en valores espirituales


es una educación hacia la santidad.”
(J. H.)

EL predominio de la formación intelectual sobre formación espiritual.


Estamos en un mundo globalizado donde el conocimiento es la fuente de riqueza de
los países desarrollados; en la nueva era que es la sociedad del conocimiento, la
materia prima es la inteligencia, el conocimiento; en esta sociedad la preocupación
fundamental es formar a la población solamente a nivel intelectual al servicio del
desarrollo económico, sin un verdadero interés en la formación como persona con
valores y virtudes.
En esta sociedad la formación espiritual del hombre pierde su importancia; en un
mundo relativista donde todo vale, nada es absoluto, la vida es superficial sin
ninguna dirección.
Existen muchos intereses en la formación intelectual de la persona, es una forma de
producción de la riqueza, lo cual podemos comprobar en estudios realizados en
Estados Unidos por Levis y Gutiérrez (1999), el 20% más rico de la población
mundial acapara entre el 90% y el 94% de los conocimientos. Puede decirse
entonces que el conocimiento llega a un grupo privilegiado y en cierta medida, es
más importante que el capital financiero.
Es decir, quien posee y controla el conocimiento dirige el futuro de la humanidad.
Por ejemplo, los países del primer mundo son los que dominan la economía y la
política, y son los productores de conocimiento, imponiendo así formas y estilos de
vida; mientras que los países en vías de desarrollo son los consumidores de
conocimiento más que productores, e imitadores del primer mundo, por eso vemos
la homogeneización de las culturas.
En el aspecto educativo se da el predominio de la formación cognitiva. En el seno de
la familia, desde las primeras etapas de la vida de un niño, se busca una formación
en el saber y hacer, y no en cuanto a la formación de actitudes que revelen valores
espirituales. Por ello, las universidades de gran prestigio en el mundo lo son porque
están a la vanguardia del conocimiento; en estas universidades la formación es
humanística, científica y tecnológica con el propósito de formar profesionales
eficaces y eficientes que hagan historia, pero que muchas veces carecen de una

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formación integral, de valores espirituales, y de una visión más humanista y


evangélica del mundo.

Estamos en un mundo donde los valores pierden su sentido y a nadie le interesa su


vida interior, todo se vuelve superficial y sin sentido; el hombre es llevado por
grandes corrientes del consumismo y materialismo pero no experimenta felicidad.
Ello presenta la necesidad de una educación de la voluntad, de las emociones que
conlleve al crecimiento espiritual del hombre como hijo de Dios que camina con
Cristo hacía la santidad de vida, Una formación sólida en la fe, para afrontar las
nuevas formas de vida que nos presenta la sociedad del conocimiento.
Una formación cognitivista, intelectualista, alejada de la formación espiritual, trae
como consecuencia la pérdida del sentido de la vida, problemas de convivencia,
egoísmo e incapacidad para la fraternidad y la solidaridad humana.
Esta pérdida del sentido de la vida se revela en los altos índices en el consumo de
drogas tal como lo informa el “2008 World drug report” de la ONUDC en el cual
aparece Norteamérica como el primer consumidor de cocaína en el mundo seguido
de Europa. (Ver anexo Nº 7). Otro signo revelador sería la ola de suicidios tal como
lo informa la Organización Mundial de la Salud (2006) cuyos estudios estiman que
cada año se producen un millón de muertes por suicidio, representando un 1.4% de
la carga total por enfermedad en el mundo. Así, el suicidio es la causa líder número
13 de muerte en el mundo. (ver anexo Nº 9)
Con ello se estaría mostrando que sólo el dominio del conocimiento no procura un
mundo más humano, más justo, fraterno y feliz.

Los valores espirituales no encuentran un lugar en la sociedad del


conocimiento
Los valores espirituales pierden su importancia en la sociedad del conocimiento
porque se minusvalora la formación en la fe, la santidad de vida y la caridad que son
valores fundamentales para un cristiano. La formación de personas con valores
cristianos y evangélicos para una vida santa como los hijos de Dios, y con una
mirada centrada en Cristo parece que no tuviera lugar en la llamada sociedad del
conocimiento.
La sociedad del conocimiento no contribuye al desarrollo humano cuando relega los
valores espirituales. Si los líderes sociales poseen sólo conocimiento y carecen de

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valores espirituales no contribuyen al desarrollo. Precisamente la historia nos


muestra que muchos de quienes fueron los causantes de genocidios y violaciones a
los derechos humanos a gran escala, fueron aquellos que poseían el conocimiento
como es el caso de Augusto Pinochet, político y especialista en geopolítica y
Abimael Guzmán con estudios de derecho, filosofía y sociología, entre otros.
Quienes cometen abusos contra los derechos humanos, quienes no respetan la vida
y manipulan la vida humana en los laboratorios para satisfacer intereses personales
y de grupos son aquellos que poseen el conocimiento pero que no respetan
principios fundamentales.
En esta sociedad las nuevas generaciones son las más afectadas por esta nueva
cultura donde los valores ya no son fuente vital para el crecimiento personal, sobre
todo para la formación de la vida interior. Precisamente los valores espirituales están
siendo dominados por los nuevos estilos de vida, influenciados por las nuevas
tecnologías de la información que muchas veces transmite energías destructivas y
tendencias egoístas, al ofrecer programas y formas de vida contrarias a los valores
espirituales. Además, se asegura que se está perdiendo la capacidad de análisis
crítico puesto que la red "todo lo soluciona". (Ver anexo Nº 2)
Por tanto, al no cultivarse los valores espirituales se llega a una mentalidad
hedonista y consumista, que perjudica la vida interior por una vida más egocéntrica,
sin pensar que somos seres sociales y comunitarios. El reto es cómo ayudar a las
generaciones jóvenes a cultivar esos valores espirituales sin descuidar la formación
cognitiva. No basta una formación humana con todas las capacidades, habilidades y
destrezas cognitivas, sino que debe existir un equilibrio entre conocimiento y
formación espiritual. Con esto se quiere decir que una persona cultivada tanto en el
campo del conocimiento como en el campo espiritual, influye positivamente en el
mundo laboral, político y social, buscando el bien común, la solidaridad y la justicia; y
así va construyendo la nueva civilización del amor, y se convierte en protagonista de
la vida en coherencia con el mensaje de Cristo.

La crisis de fe en la sociedad del conocimiento


En la Sociedad del conocimiento se percibe la crisis de fe en los cristianos a
consecuencia de la carencia de los valores espirituales.
No resulta necesario llevar a cabo estudios profundos para constatar que la fe en
Cristo está pasando por momentos de crisis, la vida espiritual del hombre se ve

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transformada por una orientación puramente materialista y relativista, y por la


pérdida de los valores auténticos de los discípulos de Cristo, que son por cierto, una
riqueza para la formación integral de la persona.

La tendencia que marca la sociedad del conocimiento influye en los cristianos de hoy
quienes se ven impulsados a priorizar la adquisición de conocimiento para
asegurarse un puesto de trabajo y una vida confortable, y es tan apremiante esta
necesidad que no deja crecer al hombre espiritualmente.

Por tanto es necesario que los creyentes cultiven la fe cristiana y centren su vida en
Cristo lo cual no les impide acceder al conocimiento, y cuyo fruto se refleja en la
mirada de amor a Dios y a su prójimo. Si no tenemos fe en Cristo, simplemente
estamos viviendo una vida pagana y sin fundamento.

La indiferencia frente a la santidad de vida en la sociedad del conocimiento


Muchas personas viven como si Dios no existiera porque la ideología dominante de
nuestro siglo es el relativismo, que opaca la propia vida de las personas. Es una
ideología que está muy latente en nuestra sociedad y consiste en que la verdad
depende del sujeto o del grupo, una ideología que muchas veces es contraria a la
vida verdadera.

La santidad de vida que consiste en vivir en el bien y en la verdad es opacada por


las diversas formas de individualismo, dejando de lado la vida social y comunitaria,
la búsqueda del bien común que son formas de vivir los valores espirituales en el
seguimiento del mensaje cristiano.

La santidad de vida no es para grupo predestinado sino para todo hombre de buena
voluntad. Sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre vivida según
una ética minimalista y una religiosidad superficial. (Ver anexo nº 4) No es suficiente
para la realización personal vivir sólo intelectual y racionalmente pues la vocación a
la santidad hunde sus raíces en el bautismo, y ello conduce al compromiso con el
bien y la verdad.
Por tanto, el reto es cómo asumir la vida cristiana con autenticidad y a la vez vivir
contracorriente. Todo ello supone un esfuerzo para no debe perder el rumbo, el

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sentido de vivir a plenitud, de vivir santamente en cada acontecimiento de la vida


cotidiana, sin renunciar a ser los buenos cristianos que el mundo de hoy necesita.

A MODO DE CONCLUSIONES

1. Se considera que en el aspecto educativo, para la sociedad del conocimiento la


formación espiritual no es relevante porque la tendencia es la formación racional
e intelectual. El conocimiento es la materia prima para el desarrollo de la ciencia,
la tecnología y el pensamiento, luego, la formación espiritual deja de ser
importante, ya que no se considera rentable, según esta tendencia. Por otro lado,
la sociedad del conocimiento está generando cambios vertiginosos en todas
dimensiones de la vida de las personas, dando lugar a nuevos estilos de vida, a
una nueva de visión del mundo y a una ideología mediatista. Por tanto, se relega
a segundo plano la formación espiritual de la persona, sobre todo la educación
cristiana de la familia y la juventud.

2. El estilo de vida que promueve la sociedad del conocimiento no favorece la


vivencia de la santidad puesto que ésta promueve un estilo de vida consumista,
relativista y materialista con una tendencia al interés económico y al poder que
trae como consecuencia guerras, conflictos sociales, pobreza y miseria en
muchos países. Por tanto, la santidad de vida no tiene lugar en una sociedad
hedonista, individualista y materialista, en tanto que esta consiste en una vida
virtuosa, interesada en la solidaridad y el bien común.

3. La sociedad del conocimiento no promueve una formación en virtudes cristianas,


como la vivencia de la caridad, porque el mundo cada vez es más indiferente
frente a las necesidades de los demás. Una muestra de ello son las grandes
empresas transnacionales que lideran la economía mundial a las que solamente
les interesa las ganancias económicas, mientras que los países en vías de
desarrollo luchan para salir de la pobreza y de la miseria, problemas

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interminables que agobia a estos países. Por tanto, el estilo de vida en la


sociedad del conocimiento no favorece la formación de la virtud de la caridad al
más necesitado, puesto que las virtudes se aprenden en base del ejemplo.

4. Los valores espirituales son fundamentales para suscitar una nueva sociedad
porque el hombre hoy más que nunca enfrenta un vacío espiritual que no es
capaz de llenar con las propuestas de esta sociedad materialista y relativista que
conduce a una vida superficial sin sentido. El hombre de hoy necesita de fe,
razones para creer que es posible mejorar el mundo siendo capaces de vivir en
coherencia con lo que creemos, es decir la fe en Jesucristo y su mensaje de
amor y perdón. La fe cristiana libera al hombre con la libertad de los hijos de Dios
y lo impulsa a vivir en caridad, en amor verdadero hacia sus semejantes,
superando el egoísmo e individualismo, con la esperanza en una vida que
trasciende la vida terrenal. Pero el estilo de vida en la sociedad del conocimiento
no considera más que el presente, el ahora, la rapidez, la efectividad, la
productividad, el costo beneficio; luego la fe cristiana difícilmente es tomada en
serio en la educación por la sociedad del conocimiento.

5. En la sociedad del conocimiento la prioridad principal es la formación cognitiva


intelectual del hombre, que en sí es importante, pero también hay otros aspectos
que son importantes para la formación integral del hombre: la dimensión
espiritual. Efectivamente la crítica a la sociedad del conocimiento es sobre la
carencia de la formación cristiana de las nuevas generaciones que implica la
formación de valores espirituales como la fe, la caridad y la santidad de vida, que
son valores indispensables para conseguir la felicidad en esta vida y en la vida
eterna.
Por tanto, la educación para la sociedad del conocimiento debería contemplar
todas las dimensiones de la formación de la persona: humana, cognitiva,
intelectual, espiritual y social.

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