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B.D. No. 2868 03.09.

1943

FUERZA DE LA INTERCESIÓN

Mientras los hombres oran los unos por los otros sus corazones son
capaces de amar, y puesto que el Amor es fuerza, esa fuerza irradia sobre
los hombres, a quienes les concierne el Amor. Entonces la oración tiene un
efecto, en esto de que el hombre, para quien es válida la intercesión,siente
sensiblemente la corriente de fuerza, en esto de que siente el alivio de sus
necesidades terrenales o el está a la altura de la fuerza que le está llegando.
Y entonces Dios satisfacea los hombres en el Amor para su hermano el
hombre, para la oración dirigida a el ya en forma puramente terrenal.
Pero mucho más bendita es la oración, que solamente vale a la
perfección espiritual, al conocimiento y a la aspiración hacía la Luz y la
Verdad. Entonces también otra vez actúa la oración en forma de fuerza,
que el hombre solamente necesita aceptar voluntariamente, para poder
reservar un éxito espiritual más grande y por eso también la necesidad
terrenal se reducirá, que ya solamente tiene que cumplir el mismo
propósito; de llevar a cabo una maduración espiritual. Pero mientras que el
hombre deja desatendida la fuerza vuelta hacía el a través de la intercesión
Dios tampoco puede disminuír el sufrimiento, por el Amor de esos
hombres, cuya Alma el quiere salvar y sin eso se pierde totalmente.
El hombre quiere ayudar a sus hermanos los hombres que se encuentran
en la necesidad. Pero Dios es el Amor y ese también quiere ayudar a los
hombres. Y Su Amor y Sabiduría reconocen el sufrimiento como el único
medio para ganar a los hombres para la Eternidad, y ese Amor y Sabiduría
tienen que dejar en forma comprensible la plegaria para los hombres
sufrientes desatendidos, cuando está puesta en duda la madurez del Alma
que es el motivo y la meta de la vida terrenal. Y por eso siempre tiene que
estar sometida la realización de la oración a la Voluntad de Dios, puesto
que Dios de veras saber mejor por donde resulta el más grande beneficio
espiritual para el Alma.
El Amor ciertamente reconoce a Dios, sin embargo aún si ese Amor
quisiera terminar en el desconocimiento humano un sufrimiento, que el
Amor de Dios aplica al hombre, El reconocerá empero lo primero, sin
embargo según Su criterio no elevar la plegaria, para traer al Alma la
redención, y aparentemente dejar inadvertida la voluntad humana. Sin
embargo la fuerza de la intercesión les beneficia en esto de que su
pensamiento puede más facilmente volverse hacía Dios, mientras que la
voluntad del hombre no se le resiste totalmente. Y por todo eso, el
sufrimiento o la alegría, hay que dejarlo a Dios y todo hay que aceptarlo y
en forma agradecida hay que aceptarlo de Su mano, puesto que
verdaderamente El lo sabe mejor, lo que sirve al hombre, y el guía todo de
tal modo que El constituye para el Alma una bienaventuranza y que el
hombre puede llegar a la maduración espiritual, si el tiene la voluntad para
eso.

Amén

Bertha Dudde 1943

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