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La 'reencarnación' de las bolsas de plástico

El olor se detecta mucho antes de atravesar la puerta. Es denso. a basura. Dentro, toneladas de
envases de todos los colores y formas caen de los camiones, y entre ellos miles, millones de bolsas
de plástico, esos films que con tanta facilidad se cogen en los comercios para los objetos más
insignificantes y de los que sólo un 13% acaba en el contenedor amarillo para reencarnarse en una
maceta o una tubería.

Estamos en la planta de selección y en la de reciclaje de plásticos de Amorebieta, a las afueras


de Bilbao, una de las más grandes del país.

Los españoles somos aún alumnos de Primaria en la asignatura del reciclaje, aunque lentamente
vamos pasando exámenes. Desde 1997, para prolongarse han recuperado 10 millones de
toneladas de envases su vida convertidos en otra cosa. Es el equivalente a 10 estadios como el
Santiago Bernabéu colmatados.

De ellas, se reciclaron ocho millones, porque hay un 25% de la basura (impropios, se llaman) que
ya sale mal ubicados desde casa. Aún así, ese sencillo gesto de separar el desperdicio significó un
ahorro de 7,7 millones de toneladas de CO2 o del consumo del agua anual de cuatro millones de
personas.

"Por ello es importante seleccionar bien la basura doméstica, aunque también lo es reducir los
envases que se usan o que las empresas tomen medidas para ahorrar en materia prima;y lo hacen:
desde 1996 han logrado ahorrar 75.000 toneladas por medidas de ahorro", explica Antonio Barrón,
director de Comunicación de Ecoembes, una empresa sin ánimo de lucro que se encarga de la
gestión del reciclaje.

Población sin contenedores

Con 12.400 empresas asociadas, Ecoembes asegura que cubre el 90% de los envases del mercado,
todos los que llevan el punto verde que indica que pueden ser reciclados y pagan por ello una tasa.

Ahora bien, para que esta reconversión tenga lugar hay que tener cerca un contenedor amarillo.
Adolfo, que vive en Guardo (Palencia) forma parte del 1,5% de la población que, según
Ecoembes, no lo tiene. «Es una vergüenza, ni siquiera hay para papel», se queja. Así que sus
plásticos no están entre ese 38% que se recicla.

Ese porcentaje incluye al escaso 13% que corrresponde a las 110.000 toneladas de bolsas que
gastamos al año, las mismas que han empezado a cobrar en algunos almacenes, o a sustituir por las
biodegradables de fécula de patata o de maíz. "Si todas se echaran al contenedor amarillo tendrían
también un uso", insiste Barro, consciente de que lo importante que es la sensibilización.

Una vez en el camión de la basura, el destino de este material cotidiano será una de las 35 plantas
de selección de envases que hay en España, como la vasca Bizkaiko Zabor Berziklategia, pionera en
su sector. Son las encargadas de impedir que acaben incineradas, generando gases tóxicos, o en los
ríos y mares, o tiradas por el campo.

Este año, por su puerta ya han entrado 15.300 toneladas de todo tipo de basura plástica. "Los
camiones vienen de Bilbao y Getxo. Y aquí de cada 10 envases, siete se reciclan", explica Unai
Urrutia, su director por parte de la Diputación, entre el estruendoso ruido de la máquinaria.
El 'monstruo' mecánico se llama 'Terminator' y puede seleccionar seis materiales distintos en
minuto y medio. Primero, unas cuchillas abren las bolsas del contenedor amarillo. Luego, se
separan los plásticos por su densidad: el PET de las botellas de agua, el PEAD de los envases de
detergente, los metales, los tetrabrik, las bolsas (film) y el resto, es decir, lo que no se puede separar
y se incinera. 'Terminator', gracias a seis sensores ópticos, los detecta por su densidad. Aún así, aún
se precisan operarios que trabajan manualmente para solventar los errores mecánicos.

Una vez en fardos, cada material va a un lugar diferente para su reciclaje. Las bolsas seleccionadas
en Amorebieta tienen su destino a pocos metros y allí es donde se produce su 'reencarnación': la
planta Bizkaiko Plastiko Berziklategia.

Aquí ya no huele mal. Llegan los fardos de bolsas, se trocean con cuchillas, se limpian en una
inmensa bañera, se centrifugan, se funden y se convierten en una especie de lentejas de color gris
(granza) que dará forma a infinidad de nuevos objetos, desde suelos a semilleros.

Al mes, mil toneladas de lentejas plásticas salen de Amerobieta, el 70% del plástico que entró en
forma de bolsas de todo tamaño y color. Pedro Goicoetxea, su responsable, explica que casi todo se
exporta a empresas extranjeras desde esta planta.

La reencarnación ha terminado en Amorebieta, aunque aún se desconoce cuál será su nuevo destino.

Rosa M. Tristán El Mundo 02/11/2009

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