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SEMBLANZA DE LA PLAZA DE TOROS DE LA LÍNEA

En realidad el título que mejor cuadra a este trabajo, es réquiem por la


Plaza de Toros de La Línea, debido a que es casi probable que ésta
desaparezca muy pronto bajo la acción de la picota demoledora, debido al
estado ruinoso que se encuentra.
A este respecto rumores de todas clases han venido circulando en estos
últimos tiempos: nueva plaza, reconstrucción, desaparición total, etc.
Pero el momento de la verdad parece que ha llegado ya, después del
acuerdo adoptado en el Pleno celebrado por esta Excelentísima
Corporación Municipal el día 26 de abril de 1976, según el cual el edificio
taurino será derribado
parcialmente, por razones de
ruina inminente, convocándose
concursillos al efecto. Al mismo
tiempo que viene realizando
gestiones con la Empresa
Belmonte –actual concesionaria
de la plaza- para la construcción
de un nuevo coso, sobre los
cimientos de ésta (de gran
robustez por cierto), o de una
nueva en otro lugar de la ciudad,
cosa que al parecer, hasta el momento presente no ha sido perfilado.
De una forma u otra, esperamos y anhelamos vehementemente que La
Línea de la Concepción, con su futuro de ciudad turística y residencial, no
se quede sin coso taurino, reconstruido o modernizado, pero que de
ningún modo se pierda su tradición torera, su fama y grandeza. Que la
Velada y Fiestas linenses, pierda su más estimable aliciente, su más
brillante perla de las corridas de toros. Que no se repita más el año 1976,
en que por vez primera en su historia, su feria se celebra sin el colorido y
el emotivo espectáculo del arte de Cuchares, sin el condimento
imprescindible de la Fiesta Nacional.
La Línea de la Concepción no puede pasar sin su plaza de toros, su futuro
así lo exige y la economía de su Ayuntamiento también.

FUNDACIÓN DE LA PLAZA
Cuando en el año 1880 se cumplía exactamente la primera década de la
fundación de la Villa de La Línea, segregada del municipio de San Roque,
y ya en el Campo de Gibraltar, existían la plaza de toros de Algeciras,
construida en el año 1851 (antes de “La Perseverancia”), y también la de
San Roque en el año 1853, surge la idea en esta población, que ya
contaba con 1.260 habitantes de hecho, por parte de particulares de la
construcción de una plaza de toros, que con el tiempo tanta importancia
habría de dar a los festejos de la Velada.

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Así en sesión del Ayuntamiento celebrada el día 7 de abril de 1880, “se da
lectura a una instancia suscrita por don Fernando Prades y Vives y don
Rafael Jiménez Calderón y
Compañía, vecinos de Madrid y
residentes en la actualidad en la
Plaza de Gibraltar, como
empleados en la sección
facultativa del ferrocarril Jerez a
Algeciras, solicitando licencia
para construir un circo o plaza
de toros a expensas de los
exponentes y en terreno de su
propiedad”, esta solicitud es
rechazada en la sesión del 5 de
mayo siguiente, porque según informe técnico emitido, “el proyecto no
reúne las condiciones necesarias para los de su clase”, en aquella fecha
era alcalde de esta Villa don Enrique Rovira Ortiz.
En aquella misma sesión municipal, se dio lectura “a una instancia
suscrita por don Adolfo del Castillo, Arquitecto de la Real Academia de
San Fernando y don Luís Ramírez Galuzo, del comercio de esta Villa,
solicitando autorización de esta municipalidad para construir un circo
donde puedan celebrarse espectáculos acrobáticos, ecuestres y taurinos,
conforme el proyecto y memoria descriptiva que acompañan, costeados a
sus expensas y en terrenos de su propiedad”. Esta construcción es
autorizada por el Ayuntamiento en la siguiente sesión celebrada el día 12
del mismo mes y año, tras un detallado informe de la Comisión Municipal
de Policía Urbana.
No cabe duda que la construcción de la plaza de toros venía a significar
un poderoso acicate para que el Ayuntamiento acometiera reformas
urbanas en la ciudad, sobre todo
en los accesos a dicho coso,
puesto que en sesión municipal
celebrada el 4 de agosto de 1880
se propone que “sería
conveniente que las calles
afluyentes a aquel edificio y muy
particularmente a la calle Clavel,
se le diese la anchura de 12
metros, con objeto de plantar
árboles a un lado y a otro y a la distancia de tres metros de las aceras que
se fabriquen y de esta manera podrían transitarse en carruajes y a pie
cómodamente y con holgura, además de dársele un bonito aspecto a la
calle que formará alameda o paseo” , en efecto, luego se llamaría
“Avenida del Campo”.

UN MONTON DE CALDERILLA
Circula entre los ancianos del lugar una anécdota, en la que se cuenta
que el coste de las obras de la plaza de toros fue pagado en calderilla,
aprovechándose, gran cantidad de ella que se hallaba acumulada en una
habitación de la “Bodega de Ramírez”, resultante de las ventas diarias de

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dicha bodega, fundada en 1870 en la calle Clavel cerca de la Explanada,
cuyos dueños eran al mismo tiempo de los terrenos al norte del “Huerto
de Pedro Vejer”, promotores de la nueva plaza de toros, y que ante la
imposibilidad de dar salida a aquella pequeña fortuna, decidieron
emplearla en la construcción de un edificio, que tras largas
deliberaciones se optó por el de una plaza de toros.
Tanto los jornales como los
materiales de construcción
fueron pagados con aquella
calderilla, cinco céntimos (una
perrilla), por cada ladrillo, diez
céntimos (una perra gorda), por
cada carga de piedra de Sierra
Carbonera, y un real por cada
losa labrada.
En 1880 dieron comienzo las
obras del edificio que tendría
forma de polígono regular, constando de 49 ochavas, dos cuerpos y 11
puertas de entrada, con techumbre soportada con columnas y arcos de
mampostería, pero ocurrió que cuando la mayoría de los arcos estaban
terminados, se desprendió uno de ellos arrastrando a todos los demás,
las obras hubieron de empezar de nuevo con modificación del proyecto
original, entonces las columnas de mampostería fueron sustituidas por
pilares de madera, sobre las sólidas gradas de los tendidos y cimentación
más bien propia de una fortaleza. Por fin las otras se vieron terminadas en
enero de 1883, solicitándose reconocimiento oficial facultativo para
procederse a la inauguración.

INAUGURACIÓN DEL COSO TAURINO


Emitido favorable informe por el Arquitecto Provincial, el día 20 de mayo
de 1883 se procede al magno acontecimiento de la inauguración de la
plaza de toros de La Línea, fecha que coincide con el día del Corpus y
festejos de La Velada. En
aquellas fechas era alcalde de La
Línea don Andrés González
Rojas, quien preside el acta
inaugural juntamente con las
autoridades de la vecina plaza de
Gibraltar y de la comarca
expresamente invitadas.
En esta primera corrida con un
lleno “hasta la bandera”, el cartel
no puede ser más extraordinario
por la participación de las
figuras del toreo más grande de la época, como los matadores Antonio
Carmona “El Gordito” de Sevilla, Salvador Sánchez “Frascuelo” de
Churriana, y Antonio Ortega “El Marinero” de Cádiz, que lidiaron seis
bravos toros de la ganadería de doña Teresa Núñez del Prado, de Arcos
de la Frontera. Tan célebre corrida dio comienzo a las 4,30 de la tarde,

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siendo los precios de las entradas de 16 reales de vellón la sombra y 10
reales de vellón sol.
Luego y cada año siguiente, se
dieron otras grandes corridas en
la plaza de toros de La Línea y
otras clases de espectáculos
como la del 5 de julio de 1885, en
que torearon los diestros
“Manuel Hermosilla” y Diego
Prieto “Cuatro-Dedos”, que
lidiaron y mataron toros de la
ganadería de Joaquín Castrillón.
“Cuatro Dedos” sufrió una
cogida grave, por cuyo motivo a Hermosilla le tocó matar los seis toros
que tomaron 36 varas y mataron 5 caballos. Como la del 12 de julio del
mismo año en que se lidiaron seis toros de Ensile para “Hermosilla”, Juan
Ruiz “Lagartija” y Rafael Bejarano “Torerito”. Los toros tomaron 37 varas
y mataron 10 caballos.
Y ya no pararía desde estas fechas del pasado siglo hasta el año 1975, el
desfile de los más famosos lidiadores y matadores de todos los tiempos,
como Luis Mazantini, Enrique Vargas “Minuto”, Nicanor Villa “Villita”,
Francisco Bonal “Bonarillo”, “Antonio Fuentes”, “Antonio Montes”,
“Antonio Pazos”, “Luís Jiménez”, Ricardo del Valle “El Pajarero”, José
García “Albeño”, Manuel García Reverte “Revertito”, Rafael González
“Machaquito”, Ángel Carmona “El Camisero”, Ricardo Torres “Bombita”,
Manuél Mejías “Bienvenida”, Rodolfo Gaona de Méjico, Andrés del Campo
Dominguín y Serafín Vigiola “Torquito”, José Gómez “Gallito”, Rafael
Gómez “El Gallo”, José García “Alcalareño”, Manuel
Martín Vázquez de Alcalá de Guadaira, Joselito y Juan
Belmonte, Matías Lara “Larita”, Luis Preg, “Valerito”,
“Angelete”, “Chanito”, “Malla”, “Paco Madrid” y
“Posadas”, “Fortuna”, “Carnicerito”, “Rodalito”, y
“Dominguín”, “Chicuelo”, Faustino Vigiola “Torquito
II”, “Francisco Peralta”, “Facultades”, Juan Anillo
“Nacional II”, Luís Fuentes Bejerano, Marcial Lalanda,
Nicanor Villalta, Cayetano Ordoñez “Niño de la Palma
de Ronda”.
Esto demuestra el relieve que siempre tuvo la Feria de
La Línea, aportada por los espectáculos taurinos, que
el Ayuntamiento subvencionaba obligando a los
propietarios de la plaza a ofrecer carteles de primera
calidad, tanto en ganaderías como en espadas.
Pero no fue hasta marzo del 1928, cuando el
Ayuntamiento de La Línea comienza ha hacer gestiones
para la adquisición de la plaza, y en diciembre de dicho año se faculta a la
alcaldía para ultimar la compra. El día 21 de marzo de 1929, es firmada por
el Ayuntamiento la mencionada adquisición de la misma, mas en mayo de
1930 se propone su venta, en pública subasta.

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No queremos cerrar esta semblanza sobre el coso taurino linense, sin
antes hacer mención de la última corrida celebrada el domingo día 20 de
julio de 1975, con el siguiente cartel:
“A las 18,30 horas, gran corrida de toros, lidiándose seis magníficos y
escogidos toros de la acreditada ganadería de don Marcos Núñez para los
diestros Curro Romero, Rafael de Paula y Francisco Ruiz Miguel”.
Esta fue la postrera vez que sonó el clarín en la plaza de toros de La
Línea. Noventa y dos han transcurrido entre la primera corrida inaugurar y
la última de clausura por su estado ruinoso en 1975. La Velada linense de
este año, es la más triste de todas, ya que no se beneficiará del gran
aliciente de esta fiesta tan española y colorista como los toros.
Esperemos que esta ausencia taurina no sea por muchos años más.
¡Pero, amigos, el hombre propone y Dios dispone! Así es que a esperar y
que el próximo futuro nos depare este profundo deseo y mayor ilusión.

Francisco Tornay de Cózar


Julio de 1976. REVISTA CARTEYA

i.h.m.

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