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Orar las escrituras

1ª paso

Es una forma especial de usar las


Escrituras que integra la lectura y la oración.
Abre tu Biblia, escoge un pasaje sencillo y
práctico. Acércate quieta y humildemente,
léelo con detenimiento asimilando todo lo que
lees, pausadamente y en quietud. Con mucho
detenimiento, no pasaras de un texto a otro,
hasta haber recibido una impresión del mismo
corazón de lo que estas leyendo. Ahora sí, al
haber sido tocado por esa impresión que el
Señor te da de la porción que lees y al haber
tomado todo lo que ésta te desvela de Él, la
conviertes en una oración.
El valor de orar las Escrituras no se
juzga por cuánto has leído, sino por la manera
como has leído.
Adéntrate en las entrañas de las
palabras que lees hasta que la revelación,
como una dulce aroma te envuelva.
Así, experimentaras que la oración fluye
de tu interior, buscando encontrar al Señor en
lo que estas leyendo, en las palabras en sí
misma. El contenido del texto es el foco de
atención.

Contemplar al Señor
2ª paso

Esto es, esperar en su presencia. Una


vez sientas la presencia del Señor, la lectura
ha cumplido su propósito; ha aquietado tu
mente y te ha atraído hacia él. Vuelve tu
pensamiento al Señor por fe, mientras lees un
pasaje de la escritura, según lees, haz una
pausa para poner tu mente en el Espíritu.
Aquí no estás buscando obtener
entendimiento de lo leído; sino que estas
leyendo para volver tu pensamiento de las
cosas exteriores a las partes interiores de tu
ser. No estas buscando aprender, estás ahí
para experimentar la presencia del Señor.
Vuelve toda tu atención a tu espíritu por fe, y
vuelto a lo interior, recibirás una impresión de
su presencia. En este estado de quietud y
paz, simplemente ingiere lo que allí hay de
nutrición, toma lo que has saboreado. Una
vez puesto en este estado de recogimiento,
debes permitir que tu mente repose en
silencio y quietud puesta en el Señor.
(Jn 14:23)

Distracciones de la mente
3ª paso

Cuando tu mente comience a divagar,


retirare a tu interior y no prestes atención a
esos pensamientos, volviendo tu atención
intensamente a la presencia del Señor. La
mejor forma de entender los misterios
escondidos en la revelación de Dios y de
disfrutarlos plenamente, es dejar que se
graben profundamente en tu corazón.
Quédate en lo que el Señor te ha revelado,
tanto tiempo como el sentir de su presencia
también esté allí.
Tu mente, después de mucha práctica,
forma un nuevo hábito de volverse a lo
profundo de tu interior.
El mayor deseo del Señor es revelarse a
ti, y para poder hacerlo, él te da abundante
gracia.
El Señor te da la experiencia de
disfrutar de su presencia, él te toca, y su
toque es tan reconfortante que más que
nunca eres atraído hacia él.
Uno de los beneficios de practicar esta
oración es ayudarte a tener una mente
disciplinada.

Las profundidades
3ª paso

Debes creer que Dios mora dentro de ti,


esta creencia y sólo ella, podrá llevarte a su
santa presencia, (Lc 17:21).
Permanece quieto y en silencio ante él,
y ahora, simplemente comienza a decir el
padre nuestro, dejando que cada palabra
toque profundamente tu corazón, Según
estás ante él, con sencillez de niño reconoce
que eres débil y vulnerable; como uno que no
tiene fuerzas en si mismo, humildemente
descubre tu penosa condición en la presencia
de tu Padre, susúrrale palabras de amor y de
pesar por tu pecado, después espera allí por
un tiempo. Después de esperar, sentirás
cuando es el momento de continuar; cuando
este momento llegue, prosigue con la oración
del padre nuestro, entrégate a Dios para que
él haga en tu corazón lo que por tanto tiempo
tú has fracasado en poder hacer por ti mismo.
Reconoce ante él su derecho a reinar en tu
vida. Cuando el sentimiento de espera ante él
se ha desvanecido, continúa con las
siguientes palabras del padre nuestro.

Adopta una actitud de humildad ante el


Señor, pidiéndole que cumpla toda su
voluntad en ti y a través de ti. Su voluntad es
que sus hijos le amen. Comienza a amarle, y
según lo haces, pidele que te dé su amor.
Todo esto ocurre de forma dulce y
tranquila a través de toda la oración.
Habrá ocasiones, que querrás venir a él
como tu pastor, o tu medico. Eventualmente
vendrá el momento cuando el Señor tome el
control total, y cuando te entregues a la obra
de Dios en ti de forma interrumpida.
Lo que comenzó como una oración
sencilla, crecerá y se convertirá en una
relación muy real y vital entre tú y el Dios
vivo. Cuando la presencia de Dios se
convierta en una experiencia, descubrirás que
gradualmente has aprendido a amar el
silencio y descanso que trae su presencia.
Y este gusto de su presencia te
introducirá a otro nivel de oración.
No hay necesidad de usar repeticiones
u oraciones memorizadas, simplemente usa
la oración de padre nuestro como lo he
descrito antes; esto producirá abundante
fruto en tu vida.

La oración de simplicidad
4ª paso

Poco a poco esto se ha vuelto algo más


natural y sencillo. Ahora la oración es fácil,
dulce y natural, y algo de lo que disfrutas
mucho. Es la forma de encontrar a Dios, y una
vez que lo has encontrado proclama gozoso;
“Tu nombre es como ungüento derramado”
(Cantares 1:3).
Mantén un corazón de fe desde este
punto en adelante ¡No debes desmayar!

Fe y quietud

Estando ante él mantente volviendo tu


atención interiormente a tu espíritu hasta que
tu mente tenga recogimiento y estés
perfectamente quieto con tu mente puesta en
el Señor.
Permanece así por un tiempo. Mientras
permanece un sentido de la presencia del
Señor, quédate quieto, tal como estás; sin
hacer esfuerzo alguno de pensar, hablar o
hacer nada.
La conciencia de su presencia
eventualmente comenzará a decrecer.
Cuando esto pase, susurra alguna palabra de
amor al Señor, o simplemente invoca su
nombre; Hazlo quieta y reposadamente con
un corazón de fe.
Cuando la dulzura de su presencia
vuelve a su plenitud, una vez más está quieto
ante él, no debes intentar moverte entretanto
que él esté cercano.
Esta experiencia es comparable a la
acción interior de avivar un fuego que por
momentos aumenta, pero que luego mengua.
Si soplas suavemente, la llama aumenta; pero
demasiado viento la extinguirá.
Tan pronto como el fuego vuelva a
arder, cesa todo esfuerzo, de lo contrario lo
único que conseguirás es apagarlo.
Es muy importante que toda tu oración
sea hecha con un corazón lleno de fe.

De gloria en gloria te veo


Cuanto más te conozco
Quiero saber más de ti
Mi Dios, cual buen alfarero
Quebrántame, transfórmame
Moldéame a tu imagen, Señor

¿Por qué vienes al Señor?


5ª paso

Al venir al Señor en la oración, tráele un


corazón de amor puro, un amor que no busca
nada para sí mismo. Trae un corazón que no
está buscando cosas del Señor, sino que sólo
desea complacerle, hacer su voluntad,
amarle.
Acércate sólo para agradarle a él. Si el
Señor desea derramar sobre ti una gran
bendición, recíbela. Si experimentas un
tiempo difícil en la oración, recíbelo. Acepta
cualquier cosa que él desee darte. ¡Cree que
lo que acontece en este momento es lo que él
quiere darte y lo que tú más necesitas ahora
mismo!
Cuando aprendas a venir al Señor en
esta actitud, no te sientes molesto si el Señor
retira su presencia de ti. Los periodos de
sequía espiritual te son igual que los
momentos de abundancia espiritual; Aceptas
lo uno y lo otro como de la mano de tu Señor.
¿Por qué te resignas de esta manera? Porque
aprendes a amar a Dios sólo porque le amas,
no por sus dones, ni tan siquiera porque
quieres experimentar su preciosa presencia.

Periodos de sequía
6ª paso

En ocasiones el Señor se esconderá de


aquella alma que le busca. Su propósito es
despertarte de la pereza espiritual.
Su propósito en apartarse de ti, es
causar que le busques.
El Señor Jesús busca en todo lugar al
cristiano que permanece fiel y amoroso aún
cuando él le aparta el sentir de su presencia,
pero cuando regresa, premiará la fidelidad de
su hijo.
No respondas al Señor ejerciendo tu
propia fuerza, pensando que persuadirás al
Señor a volver pronto.
Debes esperar el regreso de tu amado
con amor paciente, uniendo a ese amor
negación propia y humillación.
Así le mostrarás a ti Señor que no te
acercas a él por el placer de la experiencia;
sino que te motiva el amor por él.
Tal actitud le complace grandemente, y
le compele a venir a ti más pronto que otra
actitud que puedas tener.

Una entrega total


7ª paso

Toda nuestra perspectiva de la vida


está siendo transformada. Para llegar más
profundo en tu experiencia de Cristo, debes
comenzar a abandonar toda tu existencia, a
rendirte enteramente al Señor.
Debes creer que las circunstancias de
tu vida; cada minuto y el curso entero de tu
vida – todas las cosas que te ocurren – te
vienen por su voluntad y por su permiso.Esta
actitud significa tener contentamiento en todo
y por todo, recibiéndolo como viniendo de la
mano de Dios y no de la mano del hombre.
Abandonarse a Dios es la clave para
entrar al lugar Santísimo, es la clave para
profundizar en la vida interior y para llegar a
la perfección.
¿Qué es abandonarse? Es desechar toda
preocupación de si mismo. Es entregar todas
tus necesidades, es dejarse completamente
en las manos de Dios para lo que él disponga.
Al continuar practicando esta entrega cada
día, cada hora, cada momento, por un tiempo
prolongado, tu corazón aprenderá a estar
desprendido de todo, a no aferrarse a nada, y
entonces estará libre de todo y en paz con
todo.
Es olvidarte de tu pasado, es poner el
futuro en sus manos, es consagrar el presente
completamente a su cuidado.
Abandonarse es estar satisfecho con el
momento presente sin importar lo que traiga.
Estás satisfecho porque sabes que lo que trae
ese momento contiene exactamente el eterno
plan de Dios para tu vida. Acepta, no sólo lo
que Dios te da; sino también tu propia
reacción por lo que él te da.
Así que ahora la oración interior y el
abandono total las 24 horas del día forman
parte de tu nueva relación con tu Señor.
Entrégate a él y permítele hacer contigo
exactamente como él quiera.
El presente no es el pasado ni el futuro,
el presente es ¡ahora!

(Mateo 6:25-34)
(Lucas 12:22-31)
“Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas”

Entrega y sufrimiento
8ª Paso

Debes ejercitar la paciencia en todo


sufrimiento que Dios te mande. ¿Cuál debe
ser tu motivación al entregarte en el
sufrimiento? Quizás te entregas al sufrimiento
esperando ser acariciado, amado y consolado.
Amado cristiano no lo hagas por eso;
porque si te has entregado al Señor en un
momento para bendición y para ser amado,
no puedes de repente dar la espalda y
aferrarte a tu vida cuando estás siendo
crucificado. Al sufrimiento te entregas para
ser crucificado, no para a lo mejor recibir
algún consuelo.
También debes saber que no
encontrarás ningún consuelo del hombre
cuando has sido puesto en la cruz; tu
consuelo sólo puede venir del mismo Señor.
Debes aprender a amar la cruz (Mt
16:24). Es imposible que ames al Señor sin
amar su cruz. La reacción natural instantánea
es rechazar el sufrimiento.
Tú haz lo siguiente: Resígnate
inmediatamente y entrégate a Dios,
aceptando ese sufrimiento, y abraza la cruz.
La carga de la cruz es más ligera cuando se
lleva con esta actitud. Aunque te rindas
totalmente al Señor en el sufrimiento, no
dejarás de sentir el peso y el dolor de la cruz.
No hay sufrimiento sin dolor, y no hay
cruz sin sufrimiento.
(Nota externa: Todo sufrimiento cristiano
grande o pequeño: Una lagrima llorada, una
herida recibida, un sufrimiento lacerante, una
enfermedad aplastante, un mal destructor…
incorporado al sufrimiento de Cristo, al dolor
de Cristo, puede llegar a convertirse en perla
de belleza fascinante, inigualable, que
nuestros sentidos no pueden captar.
Son perlas de incalculable valor que
valen para el mundo interior y para la vida
eterna propia y ajena.
Desde la venida de Cristo, hemos
quedado libres no del mal de sufrir
inútilmente, el mayor triunfo del creyente
está en haber dado un sentido, incluso al
sufrimiento.

“Y sabemos que a los que aman a Dios,


todas las cosas les ayudan a bien”

(Romanos 8:28)

Entrega y revelación
9ª Paso

En esta experiencia de oración, la


revelación vendrá a ti como una realidad en
vez de cómo un conocimiento; esto es hecho
posible sólo por tú continua entrega al Señor.
Cada vez que tu Señor viene a ti como
revelación, deja una impresión nueva y
diferente de su naturaleza en tu alma.
Cuando el Señor encuentra un creyente
completamente entregado en todas las cosas
exteriores y en todas las cosas interiores, le
dará revelaciones especiales sobre su
persona.
A veces el Señor te dará tan poderosa
revelación de si que la experiencia de esa
verdad será tu fortaleza por años. Durante
este tiempo serás atraído más y más
intensamente a él. ¿Qué actitud debes tomar
cuando tal revelación comience a
desvanecerse? Debes permitir libremente que
ésta te sea quitada; déjala, no te aferres a
ella.
El Señor desea que avances hacia un
entendimiento más profundo y central de su
naturaleza.

Entrega y vida santa


10ª Paso

¿Cuál es el fruto de caminar


continuamente delante de Dios en un estado
de entrega? El resultado final es la santidad.
Una vez que haz hecho de esta relación con
Dios parte de tu vida. La santificación está
fácilmente a tu alcance.
Este es el estado de perfección del que
hablamos cuando decimos que por medio de
este sencillo y fácil método de oración todos
pueden llegar en poco tiempo a un alto grado
de perfección.
¿Qué es la santidad? Digamos que al
aprender esta forma sencilla de experimentar
a Dios, tomarás posesión de Dios, y cuando
más posees a Dios tanto más eres hecho a su
imagen. Esta es la verdadera santidad; andar
con Dios y ser hecho a su imagen.
No olvides que el sufrimiento es parte
integral de la experiencia de la entrega.
Es el fuego del sufrimiento que produce
el oro de la santidad.

(Lv 11:44ª; 19:2 y 1ª P 1:16)

Viviendo puertas adentro


11ª Paso

El creyente que está amando


completamente a su Señor, ni tan siquiera
deseará las cosas que puedan ofender al
objeto de su afecto. Sólo por la entrega es
posible alcanzar la victoria total de sujetar tus
sentidos y tus deseos. ¿De donde toman su
vida y energía los sentidos? Del alma. Los
cristianos a lo largo de la historia han
experimentado muchas formulas para
intentar vencer sus deseos; la más común ha
sido auto-disciplina, o auto-negación. Pero no
importa cuán severa sea tu auto-negación,
nunca podrá completamente conquistar tus
sentidos. Porque lo que esta acción causa es
tratar con lo externo, y por lo tanto está
alejando el alma fuera del espíritu.
¿Qué esperanza nos queda?
Sólo hay una manera de conquistar tus
cinco sentidos: El recogimiento interior.
Diriges tu alma interiormente a tu
espíritu para allí poseer al Dios presente.
Tu alma debe volver toda su atención y
energía interiormente, no exteriormente.
Interiormente a Cristo, no
exteriormente a los sentidos. Cuando tu alma
es dirigida hacia adentro, lo que realmente
sucede es que se separa de los sentidos
externos; y una vez que los cinco sentidos
son separados del alma, dejan de ser el
centro de atención; son cortados de su fuente
de vida, son dejados sin su poder y fuerza.
Tu mayor preocupación siempre debe
ser estar en la presencia de Cristo, en morar
continuamente en Dios que mora en ti.
Entonces sin pensar en la auto-
negación, o en cómo evitar las obras de la
carne; Dios te llevará a experimentar de una
forma natural la victoria sobre la carne.
Cuanto más recibes su naturaleza, tanto
más tomarás de su poder sustentador y
cuanto más te acercas al Señor, tanto más te
estás apartando del pecado.
La manera más eficaz de hacerlo es
ésta: En el momento en que tus sentidos son
excitados, déjalos morir solo, retirándote tú
tranquilamente a tu interior, a la presencia de
Dios.
Cualquier otra forma de enfrentar los
sentidos excitados, es estimularlos más.
Avanzando hacia el centro
12ª Paso

Según alcanzas este nivel profundo de


experiencia con el Señor; llegaras a descubrir
“la ley de tendencia al centro”.
Descubres que Dios tiene una cualidad
magnética de atracción. ¡El Señor es como un
gran imán! De forma natural él te atrae más y
más hacia sí. Según te mueves hacia el
centro de tu ser donde está Dios, él te
purificara de toda impureza que impida esa
atracción del alma hacia Dios.
Cuando más pasivo y en paz
permanezcas, tanto más rápido avanzarás
hacia Dios. Cuanto más libre estés de
ejercitar tu propio esfuerzo, tanto más rápido
te moverás hacia el Señor.
Es muy poco lo que debes hacer, pero sí
que hay una cosa que puedes hacer,
continuar volviéndote de los objetos
exteriores a tu interior, en esto si que puedes
cooperar con la gracia divina. Llegará el
momento cuando seas establecido en tu
capacidad de volverte interiormente. De este
punto en adelante, será natural para ti vivir
delante del Señor.
Anteriormente lo natural para ti ha sido
vivir en la superficie de tu ser; ahora tu hábito
será vivir en el centro de tu ser donde vive tu
Señor.
Cristo es la gran fuerza magnética de tu
alma, pero sólo de tu alma. Las impurezas y
las mezclas apegadas al alma, él no las atrae.
Tales impurezas impiden su pleno poder de
atracción. Si no hubiera mezclas en tu alma,
ésta instintivamente sería arrastrada hacia el
interior; al Todopoderoso e irresistible Dios, y
se perdería en él.
Pero si estás cargado con posesiones
materiales, o con otras cosas, esta atracción
es grandemente impedida. Algunos cristianos
se aferran con tanta fuerza a algo del mundo
o de sí mismos, que su vida entera pasa sin
que apenas hayan hecho algún progreso
hacia el centro.
Gracias que el Señor a veces, por su
inmenso amor, golpea violentamente y corta
de tu mano tal carga.
Es entonces cuando te das cuenta
cuánto esto te ha impedido y ha retrasado tu
progreso.
Amado cristiano, simplemente permite
que todo caiga y sea quitado.
¿Cómo se hace esto? Simplemente
retén tu mano de ti mismo, de toda otra
persona y de toda otra cosa. Por supuesto
que esto es un sacrificio; de hecho es una
crucifixión.
Pero verás que es muy poco el tiempo
que hay entre la crucifixión y la resurrección.
Alguien podrá pensar que, de acuerdo a
lo que estoy diciendo, el alma corre el riesgo
de quedarse como un objeto inactivo; de
hecho es al contrario. El principal elemento
del alma es la voluntad, y la voluntad del
alma es ser neutral, y pasiva, esperando
enteramente en Dios.
¿No te das cuenta que esta condición de
total pasividad, este estado de no hacer nada
y de esperar en Dios, es de hecho la más alta
actividad de la voluntad? Escucha como tu
alma dice: Estoy dispuesta con todo el poder
de mi ser a que el deseo de Dios sea
cumplido en mí. Estoy dispuesta a estar aquí,
cesar de toda mi actividad y de todo mi
poder, para que Dios cumpla su deseo de
poseerme enteramente.
El alma toma la acción de rendirse
totalmente a otra voluntad; la voluntad
divina.

La oración continua
13ª Paso

La oración con la que comenzaste en el


primer momento, y la experiencia de la
presencia de Dios que viene con esa oración,
con el tiempo se convierten en una parte
normal de tu experiencia diaria.
Una serenidad antes no conocida y una
paz completa llenará toda tu alma.
Toda tu oración, toda tu experiencia
comenzará a entrar en un nuevo nivel. ¿Cuál
es este nivel? Es la oración. La oración de
silencio.
Y en este silencio Dios derrama dentro
de ti un profundo amor que envuelve todo tu
ser. En este momento lo mejor que puedes
hacer es cesar de cualquier esfuerzo propio;
de esta forma es sólo Dios quien obra, y no
tú.
“Estad quietos y conoced que yo soy Dios”
(Salmo 46:10)
La plenitud de la gracia calma toda
actividad del yo. ¿Te das cuenta cuán
importante es que permanezcas quieto
cuanto más sea posible? Este proceso se
puede ilustrar muy bien con la manera como
un bebé se alimenta del pecho de su madre.
El bebé hace fluir la leche del pecho materno
por un movimiento de sus labios; una vez la
leche comienza a fluir, el niño simplemente
ingiere sin hacer ningún esfuerzo. Si el bebé
continuara su esfuerzo, se atragantaría,
escupiría la leche y tendría que dejar de
amamantar.
Esta debe ser tu actitud en la oración.
Comienza moviendo tus labios para despertar
los afectos de tu amor por el Señor. Tan
pronto como la leche del divino amor empiece
a fluir libremente; cesa, no hagas nada.
Sencilla y dulcemente ingiere esa gracia y
amor.
Cuando esa gracia, ese sentir del amor
de Dios deje de fluir, es tiempo de volver a
despertar tus efectos. ¿Cómo hacerlo? Como
lo hace el infante; moviendo tus labios.
¿Qué le ocurre al bebé una vez que se
ha alimentado? Se duerme en el pecho de su
madre. Sucede lo mismo con tu alma; al estar
en una oración de quietud y calma, los
poderes de tu alma entran en un descanso
total, en una especie de sueño. Este es
otro nivel de profundidad en la oración. El
creyente comienza a experimentar un
descanso total en el Señor.
La mente descansa, el alma descansa,
todo el ser se entrega a una suave, quieta y
dulce calma ante el Señor. Nada te distrae,
nada te inquieta, nada te disturba.
En un principio experimentarás esto
ocasionalmente, pero eventualmente tu alma
experimentará este estado de reposo
frecuentemente. Entrarás en esta experiencia
sin esfuerzo, sin lucha, sin el uso de habilidad
alguna.
Para alcanzar este nivel más profundo y
continuo, todo lo que debes hacer es seguir
practicando la oración aquí descrita día a día,
seguir esperando en el Señor; y él mismo se
encargará de profundizar su relación contigo.
Más allá de este reposo existe todavía
otra experiencia – la experiencia de la oración
continua. Una oración que se origina en tu
interior y fluye hacia fuera, llenando todo tu
ser.
Para practicar esta oración de silencio,
de reposo total, esta oración continua; vuelve
a los primeros pensamientos con los que
comencemos este libro. Sigue este dulce y
simple sendero, continúa en él y llegarás a
Dios con una facilidad nunca imaginable.
Dios se agrada en la sencillez de niño

Abundancia
14ª Paso
Anteriormente hablamos sobre entrar
en un nivel más profundo de experiencia con
Cristo. La única preparación necesaria era
esperar en silencio ante Dios. Ahora tu
experiencia no es esporádica ni ocasional;
sino que gradualmente se ha convertido en
una experiencia diaria. La presencia de Dios
comienza a derramarse dentro de ti; y llegas
a poseerla casi sin intermisión.
Al comienzo fuiste guiado a su
presencia por oración; pero ahora, según
continúa la oración ésta se convierte en su
presencia. Ya no es la oración la que
continúa; más bien es su presencia la que
continúa en ti. Esta experiencia llega mucho
más allá de la oración. Ahora posees una
bendición espiritual. Comienzas a descubrir
que Dios está más íntimamente presente para
ti que lo que estás tú para ti mismo; y que
viene a ti una gran conciencia del Señor.
La única manera de encontrarle era
volviéndose hacia el interior. Es allí, y sólo
allí, que le puedes encontrar.
Verás que tan pronto como cierres los
ojos, eres envuelto por la oración.
Es en este punto que conviene
presentarte una experiencia más; una
experiencia que se lleva a cabo en lo
profundo de tu ser.
Experimentaras que nace dentro de ti
una conversación interna con Dios.
Lo realmente asombroso es que
ninguna circunstancia externa puede
interrumpirla.
La santidad fluye tan dulcemente y con
tanta facilidad desde el interior del creyente
que ha avanzado hasta este estado, que
pareciera que es su propia naturaleza que se
derrama con tal dulzura y facilidad.
La fuente de agua viva dentro del
espíritu salta profundamente; produciendo
todo tipo de virtud en abundancia.
El pecado aparece tan apartado del
creyente en este momento, que
prácticamente no hay que prestarle atención.
Ten presente que tú único propósito es
ser lleno a rebosar con la presencia de Cristo,
y estar preparado interiormente para recibir
de su mano cualquier cosa que él quiera
darte.

El silencio
15ª Paso

El lugar hasta donde este camino nos


ha traído es un estado de silencio y continua
oración. ¿Por qué es importante estar en
silencio delante de él’? Porque tu naturaleza
caída es opuesta a la naturaleza de Dios;
porque Jesucristo es el verbo eterno, la
palabra. El habla. Para que puedas recibir su
comunicación, tu naturaleza debe
corresponder con la suya.
La escucha es un sentido pasivo, con la
más intensa atención a su voz.
(Is 51:4; Sal 45:10,11)
Adopta esta actitud: Olvídate de ti
mismo, pon a un lado todo interés propio. Sin
hablar ni decir ninguna oración; escucha
atentamente a Dios.
(Óseas 2:14)
“La llevaré a la soledad, y allí le hablaré a su
corazón”

Cuando eres arrastrado fuera del centro


donde esta Dios, vuelve a tu interior, vez tras
vez, sin importar cuántas veces eres
arrastrado hacia fuera, ni la causa de la
distracción.

La confesión de pecados
16ª Paso
Descubre toda tu alma ante Dios;
puedes estar seguro que él no fallará en
iluminarte en cuanto a tu pecado. No es tu
diligencia, no es tu auto-examen, es Dios
quien revela el pecado. Si tratas de hacerlo tú
mismo, es muy posible que te engañes. El
amor propio en ti no permitirá ver tu
verdadera condición. (Jer 17:9,10)
Tienes que abandonarte en las manos
de Dios tanto en el auto-examen como en la
confesión de pecados.
Tan pronto como cometas una falta,
eres inmediatamente reprendido por un
sentimiento interno, por un fuego, por una
tierna confusión.
El Señor será el constante examinador
de tu alma. No serás tú mismo examinándote,
no será de vez en cuando, ni será
parcialmente. Será el Señor completamente y
en todo tiempo. Cuando has confesado tus
pecados a tu Señor, has sentido
remordimiento por esos pecados.
Existe una experiencia más elevada de
arrepentimiento y una experiencia más
profunda de la confusión de pecados que el
sentimiento de remordimiento.
Por causa de este nivel de experiencia
cristiana que estas viviendo con tu Señor,
verás como esos sentimientos son
remplazados por un amor y una quietud. Ese
amor y quietud, dulcemente llenan tu alma; y
habiéndola saturado completamente, toman
posesión de ella.
Dios aborrece el pecado, y
experimentar un arrepentimiento que te es
dado totalmente por Dios causará que
aborrezcas el pecado como él lo aborrece.
El amor más puro que puedes conocer
es el amor que viene a ti cuando el Señor está
obrando en tu alma. Tú solamente confía en
él, y permanece quieto en el lugar que él te
asigne. Intentar por tu propio esfuerzo
producir un corazón contrito y humillado
causa que pierdas el genuino
arrepentimiento. Es ese amor dentro de ti que
es la más pura y alta expresión de
arrepentimiento, más alta que cualquier cosa
que puedas producir tú por esfuerzo propio.
Otra cosa que experiemtarás es que te
será difícil recordar tus pecados. Pero, ¿es
esto apropiado? Si, y no debe inquietarte que
sea sí.
Olvidar tus pecados es una prueba de
que has sido limpiado de ellos.
Beneficio del uso de las escrituras
17ª Paso

¿Qué otras experiencias con Cristo te


aguardan a medida que tu relación con él se
va profundizando?
Recordemos que al principio dijimos que
la lectura de la escritura es un camino a la
oración.
¿Se puede usar la Escritura con algún
provecho aún mayor en ese camino de vida
interno? Sí, se puede.
Primeramente ven ante el Señor y
comienza a leer. Deja de leer tan pronto como
sientas que eres atraído interiormente.
Permanece en quietud. Quédate ahí por un
tiempo. Momentáneamente continúa con tu
lectura, pero lee sólo un poco. Siempre deja
de leer cada vez que sientas la atracción
divina llevándote a lo profundo de tu interior.
¿Qué puedes esperar más allá de este
estado?
De tiempo en tiempo comenzarás a
experimentar un estado de silencio interior.
Siempre que sea así, no te cargues usando la
oración hablada.
En este punto orar en voz alta o
cualquier forma convencional, sólo conseguirá
sacarte de tu experiencia interna para
llevarte a una oración externa y superficial.
Serás atraído al silencio, así que no hay
razón para tener que hablar. Pero si no
hablas, entonces, ¿qué haces? ¡Nada! No
hagas nada. Simplemente déjate atraer
interiormente. En toda experiencia con Cristo,
lo más sabio es abstenerse de usar fórmulas,
patrones, o métodos.
Más bien entrégate completamente a la
dirección del Espíritu Santo.
Siguiendo tu espíritu, cada encuentro
que tienes con el Señor, será un encuentro
perfecto, sin importar la forma que pueda
tomar.
Nota externa: El enfoque de la santidad
apunta a la comunión con Dios. Es el andar
con Dios, el conocerle antes de llegar al cielo,
conocer su realidad, sentir su presencia,
experimentar su poder en nuestra vida,
comunicarse con Dios y tener una maravillosa
y dulce relación con el Señor Jesucristo.
Necesitamos cristianos que sepan lo que es
conocer a Dios morando en la presencia de
Jesucristo a través de la obra del Espíritu
Santo.

Las peticiones de oración


18ª Paso

Otra experiencia que tendrás es esta:


No te sorprendas si ves que ya no puedes
hacer peticiones de oración. Es verdad que
hasta ahora has hecho tus peticiones con
completa facilidad; pero en este nuevo nivel
de relación con tu Señor, es el Espíritu quien
ora. Según el Espíritu ora, él ayuda tu
debilidad, hace intercesión por ti, y ora según
la voluntad del Padre.
(Romanos 8:26)
(Puede ser, hablar en lenguas)
He aquí tu voluntad, y la voluntad de
Dios. Tu plan, y el plan de Dios. Tus oraciones
y Sus oraciones.
¿Entonces qué hacer?
Cesa de tu esfuerzo, y permite que él
ore a través de ti. Deja que Dios haga en ti lo
que él quiere. Ríndele tus peticiones, tu
voluntad, tus deseos, tus necesidades.
Pero esta relación va todavía más
profunda. Tú, el que oras, debes dejar tu
apego a cualquier cosa. Vivir una vida en la
cual no hay nada que desees o quieras.
Despréndete de todo, aún de lo que tiene
apariencia de bueno.

Las faltas personales


19ª Paso

Si cometes algún pecado, o alguna otra


circunstancia te distrae la atención, debes
instantáneamente volver interiormente a tu
espíritu. Una vez que te has alejado de Dios,
debes volver a él tan pronto como sea
posible. Pero ten mucho cuidado de no hacer
una cosa: No te irrites porque tu mente se ha
distraído. Guárdate de la ansiedad por tus
faltas. Tal ansiedad sólo irrita el alma y te
distrae hacia las cosas externas. Tu ansiedad
brota realmente de una raíz escondida de
orgullo, lo que pasa realmente es que te
sientes herido en tu amor propio, te duele
descubrir que no eres tan espiritual como
creías. Sencillamente estás herido y
disgustado al ver lo que realmente eres.
Cuanto más claramente veas tu
verdadero yo, más claramente verás cuán
mísera es tu condición humana, y tanto más
desearas rendir todo tu ser a Dios.
Viendo que tienes tal necesidad de Dios,
desearas proseguir a una relación más intima
con él.
(Salmo 32:8)

Las tentaciones
20ª Paso

Si intentas luchar directamente con la


tentación que se presenta, sólo conseguirás
fortalecerla; y en el transcurso de esta lucha,
tu alma será apartada de su intimidad con el
Señor. Así que cuando eres tentado al pecado
o se te presenta cualquier otra distracción
exterior; sin importar el momento, el lugar o
el tipo de provocación, simplemente date la
vuelta y acércate a tu Señor.
¿Qué hace un niño cuando se encuentra
con algo que le asusta o le confunde? No
intenta luchar contra eso; de hecho ni se
detiene a mirarlo, sino que corre a los brazos
de su madre, y allí encuentra su seguridad.
De la misma forma, nosotros debemos
de dar la espalda al peligro de la tentación y
correr a los brazos del Padre.
Permanece por la fe en la presencia del
Señor. Encontraras un recurso inmediato de
fuerza. “Fortaleceos en el Señor y en su
fuerza poderosa” (Efesios 6:10)
(Salmo 16:8,9)

El sacrificio consumado
21ª Paso

Un elemento de la oración que es


prácticamente desconocido es la
consumación del alma por el fuego del amor
divino en el interior del cristiano, y su ascenso
a Dios como un incienso (Ap 8:3) sin una
profunda adoración interior, no hay una
oración verdadera.
La adoración es un elemento central de
la oración. Hay otro elemento central a la
verdadera oración; la entrega total del yo. Sin
esta experiencia continua, no podemos
alcanzar las profundidades de Cristo.
Al venir al Señor, derrama tu corazón en
su presencia. (1ª S 1:15). Esta oración es un
incienso; es el incienso de la total entrega de
tu ser a Dios.
De este sacrificio vivo, donde el alma
humana es ofrecida en el altar del fuego del
amor de Dios y es consumida
completamente, se desprende una dulce
fragancia que asciende a Dios y es recibida
por él.
(Romanos 12:1)

Esta entrega del yo es absolutamente


esencial. Es tan solo por la destrucción y
aniquilación del yo que permites que Dios sea
soberano en ti; que su Reino venga y su
voluntad sea hecha en tu vida.
El amor divino en el creyente actúa
como un fuego destructor; y cuando el alma
humana voluntaria y continuamente se
entrega al poder de ese fuego, el yo es
aniquilado.
Acepta en quietud y fe esa obra
purificadora de Dios en ti; al hacerlo estas
ofreciendo la verdadera adoración a Dios, y
sólo a él (Ap 5:13).
Toda verdadera adoración se lleva a
cabo en el espíritu, y por el Espíritu que mora
en ti (Jn 4:23). El Reino de Dios es establecido
de dos formas: Cuando Dios llega a ser Amo y
Señor de tal manera que nada en ti resiste su
dominio. De esta manera tu ser interior, tu
espíritu, es su Reino-Dios te posee. Y en esta
misma operación, donde Dios te posee, tú
posees a Dios; y por tanto posees su Reino.
En su Reino y en su presencia hay gozo.
El propósito con el que Dios nos ha
creado, es disfrutar de él. ¡Disfrutar de Dios
en esta vida!
¡Servir a Dios es reinar con él!

La oración de silencio
21ª paso

La actividad que el alma ejerce en la


oración es siempre de esfuerzo y ansiedad. El
papel que el alma juega en esta oración de
silencio no es de adormecimiento, de
pasividad o anulación. El alma puede estar
activa aunque en completo silencio, cuando
es movida por el Señor a través de su
Espíritu.
La oración de silencio no impide la
actividad del alma; sino que la anima, pero
anima la actividad divina de tu espíritu y
desanima la más baja actividad de tu alma.
Tal oración debe estar en completa
dependencia del Espíritu de Dios.
Tal intercambio, el Espíritu tomando el
lugar de la actividad del alma, sólo puede
llevarse a cabo con el consentimiento del
hombre. Este principio lo ilustro el Señor en la
historia de Marta y Maria (Lc 10:41,42) La
actividad de Marta era hacer algo bueno para
servir al Señor, su visitante; entonces, ¿por
qué la reprendió el Señor? Porque lo que
hacia, lo hacia en su propia fuerza. Marta no
estaba siguiendo el movimiento del Espíritu
en su interior.
El alma del hombre es por naturaleza
inquieta y turbulenta. Maria había escogido
descansar tranquilamente a los pies del Señor
para oír las palabras de su boca. La razón por
la que debemos estar en silencio ante el
Señor la explica Pablo en (Ro 8:26). No
sabemos cómo orar. ¡Ah, pero el Espíritu que
esta dentro de nosotros sabe lo que
necesitamos, y sabe cómo pedir en concierto
con la voluntad del Padre; así que él
intercede por nosotros! Por tanto debemos
dejarle a él interceder.
La voluntad de Dios es tu salvación. Su
voluntad es tu perfección; por tanto el Espíritu
está intercediendo dentro de ti por todo lo
que es necesario para tu perfección.
Si el Espíritu es plenamente capaz de
cuidar de todo lo que necesitas, ¿para qué
cargarte tú con preocupaciones innecesarias?
El Señor te invita a echar toda tu ansiedad
sobre él. Escucha sus palabras en (Is 55:2; Sal
55:22; iªP 5:7; Is 30:15). ¡Cuánto consuelo
hay cuando te rindes completamente a la
obra de Dios en tu vida!
“Calle toda carne delante de Señor”
(Zac 2:13)

¡Todo debe cesar cuando él aparece!

El alma siguiendo al Espíritu


23ª Paso

La visión de Ezequiel sobre el Espíritu


que movía a los reses vivientes, y cómo la
ruedas seguían el movimiento de éstos (Ez
1:19-21), puede ayudarnos s comprender esta
acción de cómo el alma debe seguir los
movimientos del Espíritu. Las ruedas tenían el
Espíritu dentro de ellas; donde se movía el
Espíritu se movían las ruedas con él. Si el
Espíritu se queda quieto, las ruedas se
quedan quietas. El alma es como esas ruedas.
El alma puede ser activada siguiendo sus
propios impulsos, o puede esperar y seguir el
movimiento del Espíritu a donde éste va.
El Espíritu nunca exalta el yo humano;
cuando el alma sigue sus propias
inclinaciones, a menudo sí que lo hace. ¿Qué
hace el Espíritu? Se mueve hacia la meta
final. ¿Cuál es esa meta? ¡La meta final es la
unión del alma con Dios! Por tanto, que nada
de sí haga el alma en la oración; el alma debe
simplemente seguir al Espíritu hasta que éste
alcance su meta última. Entrégate a la guía
del Espíritu de Dios.
Depende de su acción, en vez de
la acción de tu alma. Las actividades del alma
no tienen ningún valor ante Dios, por más
buenas que parezcan ser; sólo lo que haces
siguiendo los movimientos del Espíritu tiene
valor para Dios y para su obra en esta tierra.
Lo que es producido por el Espíritu de
Dios es divino.
Cualquier cosa que venga del yo, no
importa cuánta apariencia de virtud tenga;
sigue siendo humana, sigue siendo del yo.
El Espíritu Santo este mismo Espíritu
que nos hace hijos de Dios, es quien lleva a
cabo la obra de Dios en nuestra alma (Ro 8:9-
16).
En este camino descubrirás que puedes
actuar libremente y con facilidad, pero al
mismo tiempo con fortaleza y seguridad.
La obra del Espíritu en lo profundo de tu
ser debe ser la fuente de toda tu actividad.
Toda actividad, tanto la que es externa
y visible como la que es interna e invisible,
toda debe provenir de la obra del Espíritu
Santo.

El progreso del camino


24ª Paso

La experiencia de la unión con Dios


viene en cuatro etapas:
Sus comienzos – su progreso – su logro
– y su consumación.
Esta experiencia de unión con Dios
comienza sencillamente cuando nace en ti un
deseo por Dios. ¿Cuándo sucede esto?
Cuando el alma comienza a dirigirse
interiormente a la vida del Espíritu, y éste
comienza a atraerla poderosamente a él.
En este punto nace un deseo ardiente
de unión con Dios.
Una vez que tu alma ha comenzado a
volverse interiormente hacia el Espíritu; ésta
comienza a moverse más y más hacia Dios -
ésta es la etapa de progreso hacia la unión.
Finalmente el alma es hecha una unidad con
ÉL.
Es aquí cuando el alma que se ha
separado de la comunión con su Dios y ha
divagado en sus propios caminos, vuelve al
lugar para el que fue creada.
Al final veremos cómo se logra esta
unión y esta consumación.

El estado de permanencia
25ª Paso

Los medios que precisas para volverte a


Dios internamente, van a depender de cuánto
te has alejado de él. Volviéndote al Señor vez
tras vez, hasta llegar a un estado constante
de permanencia en el Señor. Cuando se repite
vez tras vez, se vuelve un hábito. La
experiencia constante de permanencia en
Cristo, es la experiencia de comunión íntima
con tu Señor por periodos de tiempo cada vez
más prolongados, sin necesidad de actuar
conscientemente para volverte hacia él.
En el comienzo, la actividad era
externa; ahora es interna. Esta actividad se
realiza en lo profundo del interior; por eso
exteriormente parece imperceptible. No
esperes recibir ningún sentimiento externo,
en lo emocional o en lo espiritual.
Pero si eres un cristiano inexperto en
este camino de vida interior: Seria un error
buscar estas experiencias sin antes haber
practicado el volverte a Cristo por un acto
consciente de tu voluntad, y haber recibido
esos sentimientos externos de su presencia
por dicha práctica.
Pero si eres uno experimentado en tal
práctica, no te detengas en el comienzo del
camino; sigue al progreso y a la consumación.
La siguiente ilustración nos ayuda a
entender el progreso en este camino: Cuando
los navegantes empiezan a sacar el barco del
puerto, tienen que emplear esfuerzo y trabajo
para poder dirigirlo hacia el océano; pero una
vez el barco está en el océano, se le puede
mover con gran facilidad en la dirección que
debe seguir.
Lo mismo ocurre contigo cuando
comienzas a volverte internamente a Dios. En
un principio estás fuertemente atado al
pecado y al yo. Solo por un gran esfuerzo
repetido vez tras vez, logras recogerte
interiormente; pero finalmente esas cuerdas
que te atan son sueltas.
Entonces logras realizar esta acción
interior, a pesar de cualquier fracaso, o
distracción exterior que intente sujetarte. Tu
barco comienza a moverse lejos del puerto
del yo; se dirige con gran velocidad y facilidad
a su destino: La continua permanencia
interior en Dios.
Si es Dios el que te impulsa, en poco
tiempo llegarás mucho más lejos que lo que
todo esfuerzo propio podría conseguir.

Una palabra a los pastores


26ª Paso

¿Cuál es la mejor manera de convertir al


pecador a Cristo? Y una vez convertido,
¿Cómo podemos ayudarle a alcanzar la
perfección en Cristo? La mejor forma de
ganar al perdido es ganar su corazón. Si un
nuevo convertido es introducido a una
verdadera oración y a una verdadera
experiencia interior en Cristo, tan pronto
como se convierte, veríamos a un número
incontable de convertidos llegar a ser
verdaderos discípulos de Cristo. Cuando Dios
gana el corazón del hombre, todos sus
pecados son apartados, y Dios puede reinar
plenamente en ese corazón. “Dame, hijo mío,
tu corazón”. Si esto enseñamos, la Iglesia
será enteramente renovada.
¿Por qué los convertidos permanecen
sin cambios en su conducta a pesar de tanta
enseñanza? Es porque los que le enseñan
tratan sólo con los asuntos externos de sus
vidas.
Hay un camino mejor. ¡Ve directamente
al corazón! Dale al nuevo convertido la llave a
su espíritu, a las partes más intimas de su
ser. Ya verás cómo su comportamiento
externo será cambiado naturalmente y con
facilidad por esta vivencia interna.
Debéis establecer su Reino, hacerle rey
en el corazón del cristiano. El corazón es la
clave, la llave al corazón es la oración, la
oración del Espíritu. Enseña al creyente a
darse totalmente al Señor y a volverse
interiormente y permanecer en él.
¿Qué resultados veremos si los
creyentes reciben este conocimiento real de
Cristo en su interior? Veremos al agricultor.
Ocupado en su labor, pasando sus días en la
presencia del Señor. El ama de casa en su
quehacer diario tendrá el mismo amor y
entrega por el Señor que caracterizaba a las
primeras cristianas. El obrero en la fábrica,
mientras trabaja con el hombre exterior, será
renovado con nuevas fuerzas en su interior. El
estudiante, el gobernarte…todos vendrían a
ser hombres y mujeres con sus corazones
entregados al conocimiento y la experiencia
de Cristo en sus vidas.
Fue la pérdida de esta profunda
revelación interior de la Iglesias primitiva que
le hizo perder su belleza y vitalidad.
Hoy, tenemos que ser restaurados

El logro último-La unión con Dios


27ª Paso

Esta unión no puede lograrse sólo por tu


propia experiencia. La meditación bíblica no
puede lograr la unión con Dios. Tampoco el
amor, ni la adoración, ni tu devoción,
tampoco tu sacrificio. No importa cuánta
revelación de dé el Señor; tampoco ésta
alcanzara la unión con Dios.
¡Finalmente conlleva un acto del mismo
Dios hacer de la unión del alma con su Dios
una realidad!
Toda oración de la mente, toda
contemplación activa, sólo son una
preparación. Éstas no son el fin en si mismas;
son el camino a la meta. Todo esto es una
preparación para llevarte a un estado de
quietud y entrega, para que en este estado el
Señor cumpla el fin que se ha propuesto. El
fin es la unión con Dios. Este es el propósito
de este librito. No es la oración, no es la
experiencia como tal; es la unión con Dios.
Para lograr esta unión, el yo debe ser
destruido. ¿Cómo pueden dos cosas tan
opuestas entre sí, como lo son el alma y
Dios, ser unidas?
¿Cómo puede unirse la pureza con la
impureza? ¿Cómo puede la simplicidad de
Dios y la multiplicidad del hombre fundirse
como un solo elemento? ¡Sólo un acto del
Dios Todopoderoso, sólo esto podrá lograr
esta unión!
¿Cómo lleva a cabo el Señor esta unión?
Purificando el alma, preparándola para tal
propósito. Como el oro es purificado en el
fuego, y se le introduce en el horno tantas
veces como sea necesario, hasta que quede
limpio de toda impureza; hasta que el que lo
trabaja pueda verse reflejado en él. Así el
fuego del sufrimiento enviado por Dios
destruye todo lo sensual, todo lo carnal, y
toda actividad propia del yo. Toda esta purga
es necesaria antes de que el alma pueda
unirse a su Dios.
Tú mismo nunca tendrás la suficiente
motivación personal para permitir este
proceso de purga en tu vida. El hombre por
naturaleza es muy reacio e indócil como para
someterse por propia iniciativa a tal
transformación. Todos estamos enamorados
de nosotros mismos, y tenemos mucho temor
a que nuestro yo sea destruido. Nunca
consentirás este trato, si no fuera porque el
Señor mismo se toma la responsabilidad de
obrar en tu vida.
Dios tiene todo derecho de ejercer su
poder y autoridad en ti. Él puede actuar con
tal autoridad sin violentar tu propia voluntad,
porque te has entregado a él para que haga
lo que le plazca contigo. Por tu parte, lo que
puedes hacer es consentir con lo que Dios
está haciendo. Permanece quieto, recibiendo
pacientemente todo lo que Dios te imponga.
Al dar tu consentimiento pasivo al fuego
purificador de Dios, él te lleva a un estado
cada vez más profundo de quietud y de
pasividad. Tu capacidad para estar pasivo
delante de Dios bajo el peso destructor de la
cruz aumente gradualmente de una forma
escondida e interior. Has llegado al punto de
poder ceder continuamente tu ser a los
impulsos del Espíritu, y estás siendo
totalmente absorbido por él. A hora estas en
total concierto con la voluntad de Dios en
todas las cosas todo el tiempo. Ésta es la
unión con Dios. El yo ha muerto. La voluntad
humana es totalmente pasiva, y responde a
cada movimiento de la voluntad de Dios.
Este es un proceso que lleva bastante
tiempo. Todos los hijos de Dios han sido
llamados a gozar de su persona y presencia.

Hasta el final del camino


28ª Paso

Las ayudas propuestas al principio, orar


las Escrituras o contemplar al Señor, tienen
que ser dejadas a un lado; de lo contrario no
podrás alcanzar la meta última. Ésta son
ayudas elementales, pero tienen que ser
abandonadas para poder alcanzar las
profundidades de Cristo.
Sólo puedes ser unido a Dios en un
estado de simplicidad, por que basta Dios
para llenarlo todo, y de pasividad porque la
voluntad humana se rinde y está en concierto
con la voluntad divina en todas las cosas.
¡Esta unión es la belleza misma!.
Los dones de Dios no pueden satisfacer
tu alma o tu espíritu, a menos que el dador
también se dé a sí mismo con ellos. Dios
desea darse totalmente a cada criatura que
invoque su nombre de acuerdo a la capacidad
de recibirlo.
“OH Dios, tú has escondido estas cosas
de los sabios y de los entendidos y se las has
revelado a los niños. Si Padre. Porque así te
agrado”.

(Mateo 11:25; Lucas 10:21)

Este extracto del libro de Madame


Guyon, esta hecho por Leopoldo Lobo,
revisado y ampliado en Febrero del 1.999.

SALMO 134

Canción de Maalot. Bendecid al Eterno,


vosotros, todos los servidores del Eterno, que
estáis en la casa del Eterno por las noches.
Elevad vuestras manos hacia la Santidad, y
bendecid al Eterno.
El Eterno te bendiga desde Sión, el Creador
de los cielos y la tierra.

Shir. Hama´alót hiné barejú et Adonáy, ha


´omedím bebet-Adonáy balelót.
Se.u-yedejém qó desh, ubarejú et Adonáy.
Yebarejejá Adonáy Mitsiyón, ´osé shamáym
vaárets.
SALMO 133

Canción de
Maalot. ¡Cuán
bueno y agradable
es cuando
también los
hermanos se sientan juntos!
Como el buen aceite que se vierte sobre la
cabeza, que desciende sobre la barba, la barba de
Aharón, bajando hasta el final de sus ropas.
Como el rocío del Jermón que baja por las
montañas de Sión; porque allí ordenó el Eterno su
bendición: La vida para siempre.

Shir. Hama´alót, ledavíd, hiné ma-tób


uman-na´ím, shébet ajím gam-yájad.
Kashémen hatób ´al-harósh yoréd ´al-
hazaqán, zeqan-Aharón, sheyoréd ´al-pí midotáv.
Ketal-jermón sheyoréd ál-hareré tsiyón, ki
sham tsivá Adonai et-haberajá, jaím ´ad-ha´olám.
El padre nuestro en Arameo

ABUNA DI BISHEMAYA
Padre nuestro que estas en el cielo

ITQADDASH SHEMAK
Santificado sea tu nombre

TETE MALKUTAK
Hágase tu voluntad

KEDI BI SHEMAYA KAN BA AR´A


En la tierra como en el cielo

LAJMANA HAB LANA SEJOM


YOM BEYOMA
Danos hoy nuestro pan de cada día

U SHEBOK LANA JOBEINA


Perdona nuestras ofensas

KEDI AF ANAJNA SHEBAKNA LEJEIBINA


Como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden
WEAL TA´ALNA LENISION
No nos dejes caer en la tentación

ELA PESHINA MIN BISHA


Y libranos del mal

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