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Congreso Nacional de Música:

Hacia el Sistema de la Música en Colombia


Plan Nacional de Música para la Convivencia
22 al 25 de febrero de 2009. Biblioteca Luís Ángel Arango, Bogotá D.C.

“Un análisis sobre el Congreso Nacional de Música”

Consejo Nacional de Música


Ministerio de Cultura
Dirección de Artes
Área de Música
Asociación Nacional de Música Sinfónica
Fundación BATUTA

Compilador: Santiago Niño Morales

1
Tabla de Contenidos

Introducción. El Congreso Nacional de Música Hacia un sistema de la música 3


en Colombia: Un punto de llegada, un punto de encuentro y un punto de partida

1. Consideraciones generales 5

2. Enfoques del análisis 7

3. El reto de la educación musical 8

4. El déficit asociativo del campo de la música 15

5. La industria de la música 23

6. Débil participación de los públicos, audiencias, ciudadanía y


consumidores en la construcción del sistema de la música en Colombia 28

7. Escasa concertación y definición de políticas circulación de los 29


desarrollos investigativos y reflexiones sobre la música entre instituciones,
universidades y agentes del campo

8. Las condiciones laborales y de valoración social del músico 30

9. Los temas adicionales 31

10. ¿Por qué una normatividad para la música? 32

Las conclusiones del análisis. Hacia un sistema de la música en Colombia 36

2
Por: Santiago Niño Morales1
Compilador

Introducción

El Congreso Nacional de Música: Hacia un sistema de la música en Colombia:


“Un punto de llegada, un punto de encuentro y un punto de partida”

Participar de un encuentro amplio, numeroso y diverso de la música en la Nación es involucrarse


en una oportunidad histórica de reinvención de las formas de celebrar las músicas del país; sin
embargo, proceder a la lectura detallada y a la ponderación de las incontables voces participantes
es un particular privilegio. La reconstrucción del panorama ofrecido por la cita de tan distintas
formas de ser y hacer la música en una Nación de tal complejidad y riqueza cultural plantea, por
un lado, la preocupación por el reto al sector de la música para hallar las maneras de hacer caber a
tantos distintos en una definición de somos; mientras, por el otro lado, despierta una emoción
rara vez sentida frente al descubrimiento de una riqueza desbordante y compartida ¿Cómo
compartir, a su vez, esta riqueza con nuestra comunidad, nuestra sociedad y nuestra Nación?
¿Cómo ofrecerla generosamente, no sólo para nuestro crecimiento, sino como aporte
desprendido para la dignificación de todos los colombianos, como entrega de lo mejor que somos
y hacemos en procura del bienestar de un país urgido de justicia y equidad? Estas preguntas de
fondo ético fueron tejidas por todos los participantes, cada uno a su manera, fueron planteadas
por primera vez en un lugar que nos permitió sentirnos indispensables en una construcción mucho
más grande que nosotros mismos: la música de Colombia.

Como antecedente, el Consejo Nacional de Música, organismo de participación y articulación del


sector, adscrito al Ministerio de Cultura y a la Gerencia del Plan Nacional de Música para la
Convivencia, en articulación con el área de música, la Asociación Nacional de Música Sinfónica y la
Fundación Nacional BATUTA, son los convocantes al Congreso Nacional de Música como parte de
sus acciones en los procesos de evaluación, seguimiento y proyección de la política para el
fortalecimiento y desarrollo del campo musical en Colombia. En este sentido, el Congreso se
subtitula: Hacia un Sistema de la Música en Colombia, entendiendo por ello que la labor previa
conduce a un nuevo trabajo que exige superar la condición de plan para acceder a una política
pública para el sector, que demanda integrar el desarrollo musical en las políticas sociales del
Estado, sostener la inversión pública obtenida y organizar los múltiples y valiosos esfuerzos
realizados por diversos actores sociales; todo en la orientación de cultivar la música de los
colombianos como factor de bienestar cultural, social y económico.

En una mirada profunda, el Congreso Nacional de Música. Hacia un sistema de la música en


Colombia fue un punto de llegada, el resultado de un largo esfuerzo de construcción y madurez del
sector: el Ministerio de Cultura, el Concejo Nacional de Música, la Gerencia del Plan Nacional de

1
Docente e investigador de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Facultad de Artes ASAB.
Catedrático de la Universidad Pedagógica Nacional y Pontificia Universidad Javeriana. Máster en Gestión
Cultural de la Universidad de Barcelona y Especialista en Gerencia y Gestión Cultural de la Universidad del
Rosario. Miembro del Grupo de Investigación Cuestionarte.

3
Música para la Convivencia y los agentes del sector acuerdan, por distintas vías, la necesidad de
generar un espacio de amplio alcance nacional que permita compartir las distintas maneras de
imaginar el futuro de las músicas del país, como consecuencia del crecimiento en las calidades del
diálogo.

Por lo tanto se idea un punto de encuentro, un ejercicio inédito por sus dimensiones y
pretensiones, para escuchar las maneras en que queremos interactuar, ser vistos por la sociedad,
querer ser valorados en la producción de nuestro arte musical, proponer las formas en que
aspiramos vivir dignamente del oficio musical, las maneras como el Estado se pondrá al servicio de
garantizar nuestros derechos y los de la toda la ciudadanía en relación con la prácticas musicales,
reconocer nuestras obligaciones éticas y de autorregulación que son condición insustituible para la
madurez del sector, admitir la urgente necesidad de sumar los esfuerzos provenientes de tantas
iniciativas valiosas y novedosas, superar todos los egoísmos y aislamientos malamente justificados
bajo la pretensión de creernos dueños de una única perspectiva verdadera y por lo tanto
excluyente sobre la música del país, en resumen: cómo construir los vínculos, las relaciones, un
sistema de la música en Colombia.

Como consecuencia de las experiencias, ideas, preocupaciones y aspiraciones compartidas se


obtuvo, entre otros, un acuerdo general sobre la valoración del Congreso Nacional de Música, no
como acápite concluyente o como un epílogo; todo lo contrario, como el primer paso en una tarea
superior a todas aquellas que adelantamos en nuestras áreas, prácticas, entornos en la música:
hacer nuestra parte, desde nuestra perspectiva, en las formas como la música de todo el país nos
incluirá y cómo debemos escuchar con aplicación y detalle ‒tal cual lo hacemos cuando
escuchamos a la música‒ para incluir a todas aquellas más allá de nuestra práctica, oficio, gusto,
idea estética o política, entendidas así como una posibilidad, aunque diferente, legítima, valiosa e
insustituible para la multiplicidad de lo que somos. De esta manera el Congreso Nacional de
Música es, en el sentido más importante, un punto de partida.

La primera tarea para enriquecer este trabajo superior al que nos hemos comprometido como
sector lo constituye la recolección cuidadosa y completa de todas las voces participantes del
Congreso Nacional de Música. Sin importar su recorrido, prestancia, visibilidad, calidad de los
argumentos, todas y todos aquellos que hablaron y escucharon hicieron parte de una relatoría
general que alimenta, como fuente básica de consulta, la naturaleza y realidad de las jornadas en
un documento ajustado para una lectura descriptiva y de referencia. La observación analítica de la
relatoría general del Congreso Nacional de Música se convierte en un fecundo ejercicio para la
interpretación de las complejidades de la música en Colombia, puesto que recoge y organiza las
propuestas del sector escuchadas y para proponer una formulación y desarrollo de la política
pública en dicho campo.

Sin embargo, el presente documento invita a una lectura crítica y evaluadora de las formas en que
se pusieron en relación los agentes del sector con la institucionalidad en torno a los procesos,
prácticas, actividades económicas y sociales de diverso origen y orientación dentro de la música,
además aporta conclusiones y recomendaciones que, resultantes del Congreso, promueven un
paso adicional, superior a la descripción, e invitan a una lectura interpretativa y analítica del sector
musical.

4
Este análisis sigue las principales temáticas propuestas por el Congreso: Educación musical,
Organización del sector musical e Industria y circulación de las músicas, estableciendo una
conexión transversal que vincula los diferentes momentos en que estos temas fueron parte del
debate, aún fuera de la programación prevista, fenómeno recurrente debido a la fuerte
implicación e interdependencia de los logros y necesidades que se desprenden de cada una de
estas dimensiones del campo musical. El texto no renuncia a presentar una visión integradora en
correspondencia con los principios incluyentes del Congreso y en cuanto aspira a contribuir, como
insumo, hacia la construcción de un Sistema de la música en Colombia.

Cada una de las temáticas fue discutida de forma horizontal, abierta, participativa; logro de la
organización del Congreso que, coherente con la política establecida desde la Ley General de
Cultura y el Plan Decenal de Cultura, responde así a la construcción necesaria y continua de
consensos participativos y democráticos. Ello implica que las diversas voces, algunas capaces de
fuerza argumentativa y otras menos elocuentes, encuentran oportunidad para manifestarse y
posibilidad de interpretarse, dado que todas son dicientes de las necesidades del sector. Con
atención a ello se obtuvo un amplio y rico panorama de la percepción del alcance y expectativas
sobre la política, lo cual dio como resultado un Congreso que dio prioridad a la comunicación, la
socialización de experiencias y al diálogo; a costa, no obstante, de profundidad en algunos
aspectos de las discusiones.

La organización alcanza, pese a esta limitación, logros relevantes dado el actual contexto.
Fundamentalmente promueve:

 La valoración, inclusión, apertura y respeto por las diferencias de todas las prácticas
musicales y enfoques sobre la música

 La visibilidad social de la riqueza del campo musical en Colombia

 La confirmación del llamado a continuar, ajustar y fortalecer la política para el campo


musical con la construcción de instrumentos que le den sostenibilidad y la instalen en la
agenda legislativa y en la estructura de la institucionalidad pública del país

 El envío de un claro y directo mensaje del ente rector, representado en el Ministerio de


Cultura, por avanzar en el fomento al desarrollo de la música y el bienestar de sus
practicantes como contribución al beneficio socioeconómico y cultural de la Nación.

1. Consideraciones generales

En consecuencia, el Congreso Nacional de Música fomenta y fortalece las condiciones para la


construcción del Sistema de la Música en Colombia mediante una amplia convocatoria hacia la
organización política del sector. El Congreso evidencia la necesidad de reflexionar sobre las
funciones del Consejo Nacional de Música (CONAM) y las de los diversos consejos locales para
proyectarlas y convertirlos en instrumentos eficaces de representatividad; por otra parte, hace
patente una interrelación entre el sector musical y el ejecutivo que, aunque no exenta de
dificultades en varios aspectos: tensiones, acciones aisladas o aún ausentes, presenta en general
una tendencia a la unidad ante el reto de impulsar al campo de la música hacia un sistema capaz
de sinergia y de generación de capital social. El Congreso se articula con los procesos de

5
evaluación previstos en el Plan Nacional de Música para la Convivencia (PNMC) y en el Plan
Decenal de Cultura, de esta manera el Congreso avanza en la tarea de valorar insumos
conducentes a las propuestas para el diseño y la aplicación de acciones, de acuerdo a prioridades
concertadas en la política pública cultural en música.

Por su parte, el Consejo Nacional de Música, como una instancia con la capacidad para reunir al
Estado con los representantes del sector musical, ha preferido denominar el propósito común:
Hacia un sistema de la música en Colombia, en vez de: Un sistema nacional de la música. La
diferencia busca enfatizar la necesidad de integración y organización de las prácticas y procesos de
los diferentes agentes del sector, en oposición a lo que podría entenderse como un sistema
centralizado, normativo e institucionalizado, en lo que puede usualmente derivar la noción de lo
nacional. El Congreso fue una convocatoria a la construcción colectiva, imposible en ausencia del
compromiso y la visión de los agentes del sector, como, igualmente inviable, a partir del esfuerzo
solitario del Ministerio de Cultura y la institucionalidad cultural.

El Congreso Nacional de Música también debe ser leído como el producto derivado de los
desarrollos del PNMC, que ha sabido avanzar desde la formulación de un plan de acción hacia la
generación de una política pública cultural para el campo musical en Colombia. Su continuidad y
capacidad de consenso, el logro y transformación cualitativa de las metas de sus componentes, la
capacidad progresiva de mayor inclusión de nuevas dimensiones del campo: la investigación y
preservación de la memoria, representada, entre otras instancias, por el Centro de
Documentación Musical del Ministerio de Cultura (CDM), el fomento a la industria de la música y
las practicas musicales juveniles y urbanas, demuestran que la primera etapa de esta
fundamentación de una política pública musical ha tenido la capacidad de superar importantes
problemáticas, retos a la altura del compromiso e instaurar una plataforma de integración de las
acciones dispersas.

El PNMC ha actuado como dinamizador de las prácticas musicales en todo el territorio nacional
desde un enfoque pedagógico estructural que resulta poco convencional en la intervención
institucional oficial en cultura. Especialmente ha sido promotor de la participación y la
organización sectorial al comprometerse en la dinámica de conformación de los Consejos de
Música y garantizar la alianza de numerosas instituciones, del sector musical y de la
institucionalidad cultural, en la implementación de acciones coordinadas y consensuadas. Un
aporte crucial del PNMC consiste en su contribución a valorar, visibilizar y socializar la memoria
musical de los colombianos y, en general, aportar sustancialmente a la tendencia que actualmente
distingue al país, frente a muchos de sus pares, por la valoración de sus propias músicas como
factor de bienestar social y fuente de alternativas productivas, con cuidado de los principios de
autonomía local, diversidad, interculturalidad y democracia cultural. Sobre esta base resulta
comprensible un encuentro de la magnitud y pluralidad del Congreso y cómo es posible un
diagnóstico compartido sobre la situación musical del país a partir de tal diversidad de voces. Las
prioridades del diagnóstico construido colectivamente coinciden de manera importante con
aquellas planteadas por la Política para el campo de la música2:

 Fortalecer los mecanismos de participación, concertación y descentralización

2
Ibíd.

6
 Fomentar los desarrollos investigativos que permitan establecer documentos de lineamientos
básicos elaborados colectivamente

 Conformar el sistema de la música en el país apoyado en una normatividad específica con


capacidad de responder a las necesidades básicas de información y organización del sector, y
servir de plataforma de encuentro e inclusión.

De esta manera, el Congreso Nacional de Música constituye un ejercicio de balance e inventario,


de intereses y preocupaciones, que deben considerarse para la construcción colectiva del sistema
y ser, por lo tanto, incluidas en la política cultural del próximo decenio.

El Congreso Nacional de Música se sitúa como herramienta fundamental para la construcción de


un sistema de la música en Colombia. Cumple una importante función sin desplazar aquellas que
el Consejo Nacional de Música (CNM), los diversos consejos locales, el Plan Nacional de Música
para la Convivencia (PNMC) y demás agentes del sector tienen bajo su responsabilidad. El
Congreso, por otra parte, concentra sus esfuerzos en la tarea de consultar y convenir aquellos
insumos, acciones, estrategias y metodologías, discutidas y priorizadas, que requiere la música en
el país.

El Congreso Nacional de Música es consecuencia de los esfuerzos de la política pública cultural en


música, donde han sido especialmente importantes los desarrollos en los siete componentes del
PNMC3, igualmente, con diferente grado de inserción en el plan, las acciones coordinadas del
Consejo Nacional de Música y del Centro de Documentación Musical del Ministerio de Cultura
(CDM) que han sido instrumentos estratégicos contributivos en distintos momentos y en su
incidencia particular a las metas de la política. El PNMC, como dinamizador de las prácticas; el
CONAM, como promotor de la participación sectorial; y el CDM, como socializador de la memoria,
constituyen tres instrumentos de logros importantes y objetivos que explican al Congreso como
logro de la política cultural desarrollada por el Ministerio de Cultura: tres acciones centrales que
han fortalecido las capacidades del sector y lo preparan de mejor forma para ahondar en las
discusiones sobre una normatividad que le provea condiciones de desarrollo y responsabilidad
social.

2. Categorías del análisis

En correspondencia con el interés del Ministerio de Cultura, dentro de la Política para las artes
2006-2010, se lee dentro del capítulo Política para el campo de la música4 los retos
correspondientes para el sector y liderados desde el Ministerio de Cultura, son ellos: fortalecer los
mecanismos de concertación, avanzar en documentos de lineamientos básicos elaborados
colectivamente y la conformación del sistema de la música en el país apoyado en una
normatividad, cada uno de estos aspectos ha tenido un incuestionable desarrollo. En este sentido,
el Congreso Nacional de Música constituye un ejercicio que se convierte en gozne, en tanto
permite una aproximación al balance de los resultados en la maduración del sistema, como
también aporta al inventario de intereses y preocupaciones que deben entrar a considerarse para

3
República de Colombia. Ministerio de Cultura. Política para las artes 2006-2010, Mincultura, Bogotá, 2006.
4
Ibíd.

7
la construcción futura del sistema y ser, por lo tanto, incluidos en la política cultural del próximo
cuatrienio.

El Congreso, así observado, permite en la lectura de conjunto de la extensa y detallada relatoría


general5, la detección de categorías de análisis basados en la valoración y recurrencia con que
estos fueron puestos de manifiesto por los participantes y la observación crítica de la compilación.
Estos enfoques agrupan a las cuestiones estratégicas entendidas necesarias e indispensables por
los participantes del Congreso en la construcción de un sistema de la música en Colombia, aunque
no se agotan todas las observaciones sobre ellas puestas en común durante el evento. Son ellas: El
retos por una educación musical estructurada y articulada; El déficit asociativo del campo de la
música (organización sectorial); La industria de la música; participación pasiva o poco crítica y
cualificada de los públicos, audiencias, ciudadanos y consumidores de la música; Carencia de
políticas para la investigación y escasa circulación de los desarrollos investigativos sobre la música
entre instituciones, universidades y agentes del sector (divulgación de los productos de
investigación); Limitaciones en las condiciones laborales y de valoración social del músico
(Industria o campo profesional); Los temas adicionales y; finalmente, ¿Por qué una normatividad
para la música?

A continuación cada una de las categorías entra a ser discutida y profundizada a partir de un
análisis que recoge la heterogeneidad de posturas pero tienen capacidad para centrar los aspectos
fundamentales.

3. El reto por una educación musical estructurada y articulada

Es condición para el desarrollo del sector, atender las necesidades de cobertura y calidad en el
campo, tanto de la educación musical para toda la ciudadanía, así como de la formación y
cualificación de la música musical. Ello teniendo en cuenta que no se trata de una y única solución,
sino de un abanico de alternativas para los diferentes propósitos y niveles de las múltiples
demandas por educación musical en el medio colombiano.

Conviene revisar la distinción entre la formación y la educación musical. La primera tendría


relación con la adquisición de habilidades específicas para la práctica musical, en ella claramente
se pretende la adquisición de las capacidades para el desempeño en la disciplina o en el arte
musical, se puede considerar de naturaleza específica o especializada. El proceso de la educación
tendría alcances mayores ya que señala la necesidad de promover públicos o audiencias para
constituir una demanda cualificada, es decir consumidores activos de los productos y servicios de
la música. Sin embrago, el reconocimiento de los derechos culturales, no sólo desde la perspectiva
del acceso, sino como practica efectiva en la vida social, fundamenta la necesidad de garantizar,
desde la temprana infancia a todos los niños y niñas del país, la oportunidad de adquirir
capacidades que los habiliten a expresarse musicalmente. La distinción de las modalidades y
niveles en la educación musical tendría una base común para toda la infancia y solo se bifurcaría
con el desarrollo de los intereses que son producto de causas propias, intrínsecas o extrínsecas, de
aquel niño que opta por profundizar en la práctica de la música.

5
República de Colombia. Ministerio de Cultura. Niño Morales, Santiago (compilador y relator general)
Relatoría general del Congreso Nacional de Música. Hacia un sistema de la música en Colombia, Mincultura,
Bogotá, 2009.

8
Además, existe también un nivel en el que la educación musical forma ciudadanías en las músicas,
una forma en que se nutre la experiencia de cualquier ciudadano en el contacto con las músicas.
Para cualquier elección o preferencia ocupacional y profesional, la educación musical debe
propiciar la participación activa de los ciudadanos de todo origen, responsables de cualquier
ejercicio y labor social, de un contacto pleno y amplio con la riqueza, variedad y profundidad de las
músicas del país. Ello con ninguna pretensión de conducirlos a la condición de melómanos
especializados en algún género, mucho menos de músicos de oficio, pero actuando en la
importante responsabilidad de conducirles al disfrute activo de las músicas en una cotidianidad
vital enriquecida por la música y al consumo critico de los productos y servicios musicales en el
mercado.

En este sentido, la política debe considerar el fomento a la educación musical para la apropiación y
los usos de las músicas, y a la formación técnica musical para la creación y producción cualificada.
Es indispensable considerar los modos para avanzar en la formación de una demanda, de una
base, cuya relación con las músicas en la cotidianidad aporta a la convivencia social. El gusto y el
disfrute pleno de las músicas como un derecho cultural de todo ciudadano demandan atención al
ciclo completo de la educación musical.

Si bien la política actual atiende y apoya el despliegue de un repertorio amplio de posibilidades en


la educación musical, es necesario fortalecer la inversión al respecto, enfatizar aquellas zonas
excluidas de oferta educativa e investigar para la innovación en pedagogías musicales más
estrechamente relacionadas con las culturas sonoras locales, coherentes con la noción de la
práctica musical como escuela ‒fundamento pedagógico del PNMC‒ y, en general, de con una
educación creativa indispensable como base del desarrollo nacional en el siglo XXI. Es necesario
vincular más cercanamente a los festivales con una política de construcción de públicos, de
fomento a la práctica social de la música y de generación de profesionales destacados.

La prioridad sobre la temática es producto de la reflexión de múltiples experiencias, todas ellas


indispensables para la construcción de un sistema musical de la música en Colombia estructurado
a partir de la educación. Desde la Asociación Colombiana de Facultades de Artes (Acofartes) se
entiende que un sistema de la música en Colombia debe integrarse activamente a un sistema
nacional de las artes, para ello es indispensable observar las prácticas musicales y artísticas en el
contexto de la cultura y la sociedad en su conjunto, este llamado es importante dado que
contribuye en la superación del aislamiento en la reflexión de la música e invita a entenderla
integrada a la cultura y la sociedad de manera indivisible. Desde una perspectiva complementaria,
no necesariamente opuesta, el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) parte por definir a los
ciudadanos decididos a hacer de la música su oficio o profesión, como trabajadores de la música,
por lo tanto pretende dotarles de las competencias para generar riqueza cultural y utilidad
económica, dentro de este enfoque se han logrado importantes avances reconocidos por los
agentes de la actividad musical en su conjunto que valoran el reconocimiento que, por esta vía, es
posible conceder a los músicos de formación y práctica diferentes a las académicas y
convencionales.

Por su parte, experiencias de aulas relevantes y afortunadamente numerosas, como la del


Instituto Musical Diego Echavarría, surgen de la necesidad de suplir la grave carencia de educación

9
musical dentro de la educación básica formal, vacío frecuentemente señalado por muchos agentes
como una de las más importantes preocupaciones del sector. Estas experiencias subrayan la
necesidad de una educación artística musical de calidad, desde temprana edad y argumentan
sólidamente su pertinencia para lograr objetivos de formación integral. Por otra parte, es
necesario precisar que el artículo 65 de la Ley General de Cultura se refiere a la participación de la
educación musical en la escuela; debe profundizarse, en consecuencia, en los avances políticos y
administrativos necesarios para el desarrollo y reglamentación de este artículo, dado que no se
basa en una reivindicación sectorial solamente, es parte de un reclamo por la inclusión de la
música como parte de un derecho de formación de todos los niños colombianos. El Ministerio de
Cultura debe procurarse, en el desarrollo de este artículo, de instrumentos administrativos y
jurídicos, compartidos y concertados con el Ministerio de Educación, para vigilar cómo las
instituciones educativas públicas y privadas garantizan este derecho ciudadano y responden a esta
necesidad social.

Dentro del amplio espectro de las posibilidades formativas de la música, la trayectoria de la


Fundación Nueva Cultura y de otras organizaciones igualmente comprometidas con las músicas
tradicionales y urbanas, propone que la educación musical deba responder no solamente al reto
de interrelacionar niveles (básica, media superior) y modalidades (formal, no formal, informal). La
educación musical debe generar ámbitos para superar la noción misma de niveles que promueva
una educación musical flexible a las diferentes miradas de la realidad; por otra parte, plantea un
importante cuestionamiento a la presión experimentada por la educación no formal para que se
profesionalice o “curricularice”, también interroga el sesgo de lo académico como única manera
de observar la realidad de la música en el país y, frecuentemente, como expresión de una
concepción del saber tradicional como conocimiento “inferior”.

En relación estrecha, con las ideas de Nueva Cultura, el compositor Jorge Velosa, antepuso la
poesía como respuesta primordial del arte, las coplas establecen en su discurso el sentido esencial
de lo discutido en torno a la educación musical, ejemplificaron el objeto al cual debe aspirar la
educación musical del país: multiplicar la capacidad creativa y artística de manera que maestros,
con la profundidad e imaginación de Velosa, sean frecuentes, innumerables, pródigos, en todas las
expresiones y posibilidades del arte musical de Colombia. Este llamado del arte poético y musical
entabla una perspectiva fundamental para todo objetivo educacional, que consiste en integrar las
experiencias de la enseñanza y el aprendizaje al amplio y rico entorno vital.

Al interior de la mesa: Escuelas de música. Modelos de sostenibilidad de las escuelas de música se


promueve, como eje, la pregunta: ¿Qué estrategias permiten alcanzar condiciones de equilibrio y
sostenibilidad a las escuelas de música? Varias respuestas e inquietudes se escuchan al respecto,
se avanza en entender a la sostenibilidad de los procesos culturales en música como resultado de
un conjunto de decisiones institucionales, estatales, recursos económicos, así como de la
apropiación social que las comunidades sean capaces de promover para sus propios proyectos
musicales. Por lo tanto, se plantea la necesidad de pensar las escuelas de música como espacio
para procesos de pensamiento y práctica, como parte de una cadena de valor que permita generar
recursos y proyectos de impacto social, dotada de diversos y flexibles modelos de gestión con
distintos niveles de relaciones: con la comunidad escolar, con la base social, con el mercado, con
las instituciones públicas. Esta perspectiva ampliada de la escuela representa un avance de primer
orden de importancia, al parecer se supera el aislamiento que solía caracterizar a la formación

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musical, a cambio de procesos que integran a las comunidades, a la sociedad, al mercado y otros
escenarios de despliegue de la actividad musical.

El desarrollo de la reflexión sobre educación musical continúa, por su parte, en la mesa: Escuelas
de música. Articulación de niveles y modalidades de educación musical se plantea una discusión en
torno a la pregunta: ¿Es posible integrar la oferta de educación musical en Colombia en una
secuencia continua y coherente que garantice procesos y resultados de calidad para la ciudadanía?
Las propuestas se orientan a los modos de vinculación entre las experiencias de educación no
formal (educación para el trabajo y el desarrollo humano) y de formación universitaria. Con
notables avances aún se debe profundizar en los mecanismos de reconocimiento y validación del
saber. La temática genera una pregunta esencial sobre la consideración de formas alternativas y
validadas culturalmente de transmisión del saber musical; en efecto, se requiere incluir, dentro del
sistema, experiencias diversas y exitosas de formación musical informal6; igualmente, algunas sin
pretensión o finalidad de inserción en el mercado laboral; o aquellas que responden a búsquedas
particulares de la formación que no tienen la pretensión de continuidad en los ciclos
universitarios. Para considerar esta diversidad de alternativas formativas son fundamentales
articulaciones entre tipologías, modalidades y niveles, entendidos no necesariamente como
secuenciales. Se hace necesario lograr cooperación e integralidad entre diferentes instancias de la
educación musical, lo cual reta la capacidad de diálogo interinstitucional del sector educativo
musical.

En la misma dirección, la mesa: Prácticas musicales colectivas. Enfoques pedagógicos de las


prácticas musicales colectivas, acuerda que la práctica de la música hecha en grupo es, en sí
misma, un proceso de permanente de aprendizaje musical en cualquier nivel: la banda, el conjunto
de gaitas, la estudiantina, el trío, la orquesta sinfónica, el grupo de rock suscitan, desde el
propósito musical, la convergencia de intereses o la vinculación afectiva, el desarrollo musical
individual y el aprendizaje colectivo.

En la práctica de conjunto cotidiana participan los miembros de los ensambles en auténticos


procesos de enseñanza-aprendizaje. En las prácticas colectivas musicales la experiencia es la base
fundamental del proceso de aprendizaje, mientras la adquisición de conceptos y conocimientos
teóricos se da como fruto o resultado de dicha experiencia. Estas consideraciones colocan a las
prácticas musicales colectivas como uno de los espacios fundamentales de cualificación de
músicos y agrupaciones. Para obtener la cualificación referida en las prácticas musicales colectivas
se hace necesaria una visión integral de los procesos de formación musical para la primera
infancia, la educación musical profesional y los procesos de práctica y aprendizaje de la música
para niños, adolescentes y adultos de forma integral, flexible e incluyente. En efecto, todo proceso
adecuado de iniciación y formación puede conducir, indistintamente y con calidad, a cualquier
área específica de la formación musical, a cualquier género o expresión musical.

Dentro de esta perspectiva el PNMC, Batuta, los conservatorios, las academias y las escuelas
municipales de música son las plataformas de los procesos de socialización de la música,
plataforma que conduce a la promoción de la música en la vida de los estudiantes sea cual fuese

6
Se entiende por educación musical informal aquella producto de un acuerdo personal entre estudiante y
maestro, retribuida directamente de forma no necesariamente pecuniaria y por fuera de toda institución,
organización o sociedad académica.

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su gusto o elección por un género en particular. Para todos aquellos que participen de esta
plataforma debe entenderse que, la educación musical, como un proceso continuo desde la
temprana infancia hasta la formación musical profesional y vocacional es, en sí misma, sistemática
e interdependiente; comprender este proceso permite comprender por qué es necesario orientar
la participación estratégica de actores locales, nacionales e internacionales y de diversos sectores
de la economía. Como consecuencia, una de las responsabilidades más importantes del Sistema
Nacional de Música deberá ser proveer las garantías para la generación de espacios formativos en
todos los niveles y en las diversas especificidades de la práctica musical coherentemente
vinculados.

Por otra parte, numerosas voces desde los ámbitos académicos recordaron la urgente necesidad
de productos de investigación en pedagogía y educación. El Sistema deberá establecer, como
prioridad, la promoción de la práctica investigativa entendida como parte inherente e
indispensable, no solamente para el diseño de la política y para la toma de decisiones, de manera
esencial para el desarrollo integral de la música en el país. La investigación resulta central para
generar los diagnósticos, viabilizar el análisis, ponderar las prioridades, evaluar los procesos,
cuestionar los lineamientos, establecer los mecanismos y promover el acceso democrático al
conocimiento musical, el cual resulta básico para promover relaciones de equidad entre los
actores del sector.

Constituye un hecho significativo la intervención del Ministerio de Educación Nacional (MEN). Es


importante destacar su anuncio explícito y público de compromiso para fortalecer el Sistema
Nacional de Música desde su papel como regulador de las prácticas educativas formales del país.
El MEN se suma a la transformación del antiguo imaginario frente a la formación en las artes y la
música como campos de último lugar de importancia en la educación escolar. El MEN participa de
la abundante argumentación y clara evidencia sobre el poder educativo del arte y la música,
documentación que reconoce cómo contribuye a procesos estructurantes y cohesionadores del
individuo, la familia, la sociedad y la Nación. El beneplácito sobre la potencialidad de un diálogo
nacional sobre las implicaciones y desarrollos de la educación musical con miras a instituirla como
un derecho dentro de los procesos educativos fue altamente satisfactorio, sin embargo, la tarea
corresponde, de manera primordial, al Ministerio de Cultura y al sector musical del país, quien
deberán liderar la reflexión y el debate, al igual que producir las diferentes propuestas al respecto.

Los desarrollos de los diversos temas sobre educación musical se amplían gracias al trabajo
paralelo, de la mesa: Prácticas musicales colectivas. Investigación y creación de repertorios y
materiales pedagógicos, quien fundamenta el diálogo con base en la pregunta: ¿Cómo logar la
apropiación e investigación de la música que se producen en cada contexto? El espacio permite la
presentación de diversas materiales obtenidos como resultado de investigación y que son muestra
del estado actual de la producción: Gaiteros y tamboreros material para abordar las músicas de
San Jacinto Bolívar y Arrullos y currulaos de Juan Sebastián Monsalve y Leonor Converse; el
proyecto editorial para formación en las escuelas y para la producción de repertorios en series y
colecciones del Plan Nacional de Bandas, el proyecto Cartografía de prácticas musicales en
Colombia del CDM del Ministerio de Cultura, y el proyecto del Banco virtual de partituras, también
del Ministerio de Cultura; el componente editorial del Plan Departamental de Música de
Antioquia, materiales producidos con participación de la Red de Escuelas de Música y la Secretaría
de Educación y Cultura que incluyen producción, circulación de materiales pedagógicos para
banda con base en repertorios populares, proyectos en conservación, difusión y circulación como:

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Valores musicales regionales, de la Universidad de Antioquia, materiales producto del Festival
Antioquia vive su música, las Becas de creación y composición convocadas por la gobernación y el
CDM Fonoteca Hernán Restrepo Duque en su capítulo de Colección de autores antioqueños.

Aunque se evidencia producción de interesantes materiales, por otra parte se señalaron carencias:
se hace necesario viabilizar la circulación de productos de creación e investigación, con ellos es
posible fundamentar las discusiones que fortalezcan el sector y aportar a la apropiación social del
conocimiento. La circulación es claramente uno de los puntos más débiles de la cadena de los
impresos musicales, numerosos materiales relevantes no están al alcance del dominio público
debido a esta restricción; es fundamental insistir sobre el papel del Estado, las academias, los
festivales y los medios de comunicación en la circulación y apropiación de resultados de
investigación y de materiales pedagógicos. Igualmente, es estratégico garantizar el apoyo a los
centros de documentación musical del país y destinar recursos para la investigación en
documentación de materiales musicales impresos y fonográficos especialmente sobre la vida y
producción de compositores en las regiones, de cuyos resultados pueda enriquecerse el material
destinado a procesos formativos a nivel nacional. Por otra parte, resulta conveniente revisar los
procedimientos para viabilizar la circulación de trabajos de grado, monografías y tesis que generan
las universidades, este acopio de conocimiento no despliega la potencialidad transformadora y
constructiva hacia el sector debido, en parte, al desconocimiento general sobre estos desarrollos,
propuestas o avances.

En la ampliación de medios y alternativas para la circulación de contenidos es crucial considerar las


propuestas para espacios virtuales (internet) autónomos o auspiciados por el Estado para el
intercambio de materiales basados en la concesión de derechos de uso y para promover la
circulación ágil de los productos. Sin embargo, no basta una solución tecnológica, se debe
estructurar, con el concurso del Estado, una red de academias, escuelas y colegios, investigadores
y medios de comunicación que dinamicen la oferta y demanda de materiales, los pongan a prueba,
los validen, los intercambien y los transformen.

Por otra parte, se detecta la necesidad de generar materiales formativos para una mayor
diversidad de ensambles; aunque se comprende la importancia de las bandas en el medio
nacional, es fundamental no olvidar a las numerosas y diversas prácticas musicales que requieren
de materiales para sus formatos habituales. En este sentido resulta crucial promover el interés de
los compositores para producir material formativo original, de calidad musical y pertinente al
contexto. También es conveniente incluir en los procesos formativos aspectos en composición,
derechos de autor y rudimentos de investigación como parte o capítulo de los materiales
musicales desarrollados institucionalmente.

Con relación a los procesos de formación musical en marcha se valora como estratégica la
vocación del PNMC, así como el programa Colombia Creativa, que han buscado el fortalecimiento
de las escuelas musicales en los distintos municipios del país, así como la profesionalización de los
maestros que se han formado como cultores y docentes en las bandas y agrupaciones
tradicionales de sus regiones. Sin embargo, en una perspectiva mayor se requiere un tipo
particular de material orientado a un proceso de cualificación y formación en derechos de autor,
gestión cultural, management, producción y nuevas tecnologías. A partir de preocupaciones por
casos de abuso y maltrato en las relaciones contractuales en la experiencia de numerosos músicos
se hace relevante la necesidad de ofertar y facilitar el acceso a materiales, cursos o posgrados en

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áreas administrativas y jurídicas relacionadas con la música. La necesidad del sector por madurar
organizacionalmente está presionando la demanda por formación en experiencias administrativas
y solvencia en el conocimiento del marco legal que afecta al músico.

Con relación a otros aspectos, los músicos deben participar del actual paradigma inter y
transdisciplinar. El fenómeno musical, en efecto, escapa de la comprensión meramente disciplinar
como ha ocurrido con todos los campos del conocimiento que han debido revisar las perspectivas
de la observación y análisis de sus objetos de estudio. El músico debe interesarse, e incluso
cualificarse formalmente, ampliando su campo en otras áreas: antropología, sociología, psicología,
comunicación, historia y patrimonio, en la dirección de enriquecer y complejizar su mirada sobre la
música. Sin embargo debe anotarse que el problema de la cualificación está fuertemente asociado
a la capacidad de inversión en formación disponible para los interesados, en efecto, debe
manifestarse una preocupación por las posibilidades de formación posgradual de músicos de
clases medias y populares, el Ministerio de Cultura puede apoyarse en las instituciones oficiales
pertinentes para proponer un programa de apoyo que viabilice la cualificación y formación del
sector, no sólo en los aspectos musicales en estricto sentido, sino también en aquellos vinculados
complementariamente al oficio y que redundan en beneficios para el sector, el programa deberá
actuar de manera permanente para garantizar la actualización e inserción de conocimiento en el
campo musical del país, al mismo modo que profundiza con ello las relaciones de la música con las
demás expresiones de la cultura y con las implicaciones sociales, políticas y económicas del país.

Aunque en un sentido diferente, merece destacarse como un logro crucial la importancia del
proyecto de profesionalización liderado por el Ministerio de Cultura como vía de reconocimiento
del saber logrado por los músicos que carecen de titulación. En este sentido, el sistema de la
música en Colombia debe establecer como prelación educar al músico en la diversidad cultural; el
logro del PNMC al respecto es incuestionable, sin embargo, la formación para desempeñarse en el
sector de la música no es suficiente si no se acompaña conscientemente de la necesidad de
interrelación de las músicas y del valor insustituible de cada una, diversidad cultural en la música
que debe hacer parte de la labor cotidiana del músico como instrumentista, compositor, director o
docente. Debe tenerse en cuenta que la diversidad en la música se plantea de forma
especialmente importante para el caso colombiano desde el conocimiento y la práctica de las
músicas tradicionales y populares.

Por otra parte, y complementariamente a los enfoques de formación basados en la producción y


en la oferta que han primado hasta hoy, es indispensable la necesidad de formar públicos para la
apropiación y el consumo de la música colombiana, tarea en la cual comparten responsabilidad los
medios masivos de comunicación y las autoridades e instituciones educativas. Para dicha tarea es
necesaria la producción de materiales capaces de promover el interés y el conocimiento sobre la
complejidad de las músicas nacionales en los públicos, la ciudadanía y, en general, de todos los
colectivos al margen de su participación o no dentro del sector musical.

Un aspecto crucial que requiere diferenciación conceptual consiste en precisar las nociones de
educación y formación musical. Esta claridad es crucial para generar las integraciones necesarias
para la educación musical entre sus diferentes propósitos, niveles y modalidades en el medio
colombiano. En principio, la distinción entre la formación y la educación musical consiste en que la
primera tiene relación con la adquisición de habilidades específicas para la práctica musical, en ella
claramente se pretende el desarrollo de las capacidades para el desempeño en la disciplina o en el

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arte musical. Sin embargo, el proceso de la educación tiene alcances mayores: por un lado se
educan los públicos o las audiencias, la cualificación del público alcanza por esta vía a constituirse
en una demanda cualificada, es decir en consumidores activos de los productos y servicios de la
música. Además, existe un nivel superior en el que la educación musical forma ciudadanías en las
músicas, una forma en que se nutre la experiencia de contacto con las músicas de cualquier
ciudadano.

Para cualquier elección o preferencia ocupacional y profesional, la educación musical debe


estructura la participación activa de los oyentes de todo origen, responsables de cualquier
ejercicio y labor social, de un contacto pleno y amplio con la riqueza, variedad y profundidad de las
músicas. Ello con ninguna pretensión de conducirlos a la condición de melómanos o audiencias,
mucho menos músicos, pero actuando en la importante responsabilidad de conducirles al disfrute
activo de las músicas en la cotidianidad y del consumo significativo de los productos y servicios
musicales en el mercado. En este sentido las restricciones de la educación musical, sólo a los
aspectos de la formación son un sesgo pues conducen a una visión basada solamente en la
producción, en la oferta, y en ausencia de los factores de uso, apropiación o demanda. Por otro
lado se elude, dado este vacío, la fundamental discusión del gusto y el disfrute pleno de las
músicas como un derecho cultural de todo ciudadano colombiano.

Por otra parte, existe honda preocupación por la falta de profundización sobre el tema crucial de
cualificación de la docencia musical, como oficio o alternativa profesional, ante la evidente
carencia de posgrados en educación musical en el país. Es preocupante que la docencia se
considere frecuentemente como una última oportunidad laboral del músico, cuando es de suyo la
responsabilidad más exigente que pueda corresponder a agente alguno dentro de la práctica
musical. La incompetencia en la docencia musical es un factor lesivo de proporciones incalculables
para el sector, la estimación de este factor está lejos de poder ser estimada pero uno de los
primeros y principales esfuerzos de las asociaciones del sector comprometidas en el tema, en
coherencia con sus propósitos de autorregulación, debe ser la aguda observación de la calidad en
la docencia musical en todos los niveles y ámbitos.

Finalmente, la vocación del Plan Nacional de Música para la Convivencia, así como el programa
Colombia Creativa, han alcanzado un profundo impacto positivo en el fortalecimiento de escuelas
musicales de base en los distintos municipios del país, han contribuido significativamente a la
profesionalización de los maestros que se han formado como cultores y docentes en las bandas y
agrupaciones tradicionales de sus regiones. Estos programas no solamente deben ser continuados,
se deben fortalecer con mayores recursos de diversas instituciones (Ministerio de Educación,
Colciencias, Icetex, Gobiernos departamentales y municipales) considerando su beneficio
transversal en el tejido social del cual hacen parte.

Se requiere de ellos una visión de largo plazo vinculada al desarrollo socioeconómico, pues
cumplen un papel central para reconocer y activar las muy diversas tradiciones musicales de las
regiones y vincula a diversas instituciones especialmente académicas propiciando la continuidad
de procesos formativos y contribuyendo al ascenso social de individuos y colectivos. El Ministerio
de Cultura cuenta con una tarea de liderazgo para asumir la perspectiva de largo plazo y lograr la
voluntad para la asignación de los recursos públicos y privados necesarios.

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4. El déficit asociativo del campo de la música

Con incuestionables avances en los mecanismos de concertación y participación, aún se verifican


importantes ausencias de colectividades, asociaciones y agremiaciones musicales en dos sentidos:
por una parte en su misma conformación, sean formales o informales; y, por otra, en su
reconocimiento e integración como actores de la política musical: su apertura y descentralización
con relación al PNMC. Un progreso en este sentido tiene potencial para multiplicar la capacidad de
acción social y política de las prácticas musicales y visibilizar a sus actores en el contexto local,
regional y nacional.

En efecto la ausencia, invisibilidad o desarticulación de asociaciones de estudiantes de música,


pedagogos musicales, educadores escolares de la música, docentes universitarios del campo
musical, investigadores del campo musical, productores musicales ‒independientes o no‒,
productores de radio musical alternativa, constructores de instrumentos, no solo erosiona la base
misma de interlocución de la sociedad civil con la institucionalidad pública (Ministerio de Cultura e
institucionalidad cultural de departamentos y municipios), también impide canalizar fuerzas
creativas y productivas. Gran parte de los esfuerzos se desperdician o no alcanzan su potencialidad
cuando no se desarrolla efectiva cooperación al interior de la cadena de formación de valor de la
música.

El aspecto asociativo es esencial no solamente en la dimensión política, también lo es en la


económica y social. La densificación de las redes y vínculos sociales, fortalece un conjunto de
estrategias que los colectivos sociales pueden aplicar para sortear las dificultades de ingreso y
ascenso social. Como se ha sido verificado ampliamente, la inversión en el fortalecimiento de la
sociedad civil conduce a crecimiento y desarrollo socioeconómico.

Debe destacarse que la política actual incluye, en su componente de gestión, acciones destinadas
a fortalecer la participación comunitaria y la asociatividad, considerar la visión de la cadena
completa de valor para el logro de los fines sociales de la política cultural en música; también
busca establecer mecanismos de concertación de la política en sus implicaciones socioeconómicas.
Sin embargo estas acciones deben profundizarse, el fortalecimiento asociativo del sector tiene un
efecto directo en la construcción de una cultura política de participación, condición sine qua non
para lograr la apropiación social y el vinculo activo de la sociedad en la concertación de las
políticas y establecer los consensos de prelación de acciones y recursos, lo que constituye el
sentido público de las decisiones y procesos culturales. Es ineludible fortalecer estas acciones,
tanto desde el plano de la garantía de participación de los diferentes estamentos del sector en el
gobierno, como en el plano de los estímulos a la organización profesional y comunitaria del sector.

La organización social de una práctica artística es expresión particular de su capacidad para


construir ciudadanía y democracia. Bajo este principio se establece que la organización de músicos
implica promover la diversidad cultural del país, requiere por lo tanto de formas organizacionales
que potencien la multiplicidad de las músicas colombianas; en efecto, las organizaciones musicales
en el país pueden fortalecerse mediante redes sociales capaces de agregar valor y generar
interdependencia positiva. El impulso a este tipo de redes requiere la formulación de una política

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pública para promoverlas y financiarlas, que permita identificar e idear estrategias para el
aprovechamiento del capital humano y social vinculado a ellas.

No obstante, los músicos deben superar prejuicios que entorpecen su capacidad de organización
y, como consecuencia su interlocución institucional, el aprovechamiento de las ventajas de
participación en el sector formal de la economía y su capacidad para establecer condiciones para
crear y participar de la industria cultural de la música. En este sentido, el sector de la música
puede basarse en diversas alternativas organizacionales, adecuadas para iniciativas sociales con
objetivos colectivos centrados en el proceso de la creatividad y el talento, en donde se puedan
rentabilizar las redes. La fortaleza organizacional del sector ofrece un potencial evidente para
aportar al desarrollo local, regional y nacional. La formación de redes es una estrategia
fundamental para toda organización cultural. Las redes son esencialmente organizaciones
dispuestas a compartir sus recursos, basadas en la confianza y el soporte afectivo. La redes pueden
traer como beneficio adicional el “obligar” a que los músicos se interrelacionen más activamente,
construyan confianza, se obliguen a aceptar la diferencia y hagan evidente la necesidad del
intercambio para el mejoramiento.

En la mesa redonda: Referentes de organización, se desarrollan discusiones en torno a la


descripción y perspectiva de diferentes casos. Con relación a la Red de Festivales de Música
Tradicional se parte de la identificación de intereses comunes y el intercambio de recursos, su
activo fundamental es su capital social puesto al servicio del fortalecimiento de la representación
política del sector, la identificación e institucionalización de los festivales, la consolidación de
procesos de formación para artistas y organizadores, la dignificación de la práctica musical y la
apertura de mercados para los músicos. Adicionalmente, procura aprovechar las oportunidades
generadas por la dinámica de globalización, ventajas y particularidades de las músicas locales para
lograr mayor competitividad y diferenciación con miras a insertar las músicas participantes de la
red en los mercados globales, con especial atención al favorecimiento de sus creadores y sin
menoscabo de la importancia central que merecen los mercados nacionales. Estos alcances están
condicionados en un principio de respeto a la diversidad y la interculturalidad.

Por su parte, desde la experiencia organizacional del Consejo Nacional de Música, se lee un
planteamiento que instala una definición del concejo como un espacio de participación ciudadana
y de interlocución con el ente administrativo del sector. En este sentido, el consejo es
autogestionado pero no puede ser autosostenible, requiere del Estado aunque sea una
organización autónoma y voluntaria de la sociedad civil. Específicamente la responsabilidad del
consejo consiste en la construcción de una agenda política común en torno a los intereses
colectivos del sector musical que permita una interlocución más efectiva con el Estado y con la
sociedad civil en general. Se hace un llamado para que el Ministerio de Cultura interceda para
facilitar las condiciones que permitan un diálogo activo con los gobiernos locales en la dirección de
participar de los objetivos trazados en los planes de desarrollo de manera que se pueda proyectar
la mejor forma en que el sector puede integrarse y contribuir al desarrollo local y regional.

Por otra parte es importante la reorganización del consejo en perspectiva de integrar a los
diferentes géneros y prácticas musicales mediante la formulación de un decreto especial que
invite e incluya a los géneros y prácticas que no han accedido a esta forma de participación; sin
duda, ello también depende del crecimiento asociativo de las diversas prácticas musicales que les
permita actuar en correspondencia. En general, se pretende un Consejo Nacional de Música que

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opere como una estructura de participación de colectividades y grupos organizados, un sistema
que reconozca y ponga en relación a todos los actores del sector en todos los niveles, con
capacidad para dialogar con entes, redes y organizaciones que gozan de legitimidad y son
representativas para cada colectividad. Por otra parte, el concejo reconoce la necesidad observada
en numerosos consejeros para formarse en procesos y mecanismos de participación democrática,
el Ministerio de Cultura, mediante el PNMC, podría incluir experiencias de formación de este tipo.

El panorama se complementa con la perspectiva aportada por la Asociación Nacional de Música


Sinfónica que presenta su interés para participar de una reconstrucción histórica sobre la
diversidad del sector musical en el país. Las organizaciones culturales vinculadas a la tradición
académica han estado tradicionalmente asociadas a la institucionalidad en Colombia lo que explica
la particular apropiación social de las músicas sinfónicas en el medio nacional. Desde la Asociación
se reconoce la diversidad de actores del sector, aunque establece especial vínculo con aquellos
que hacen parte de la tradición académica, lo cual plantea necesidades de organización
especialmente importantes en el colectivo profesional de los músicos a partir de diversas
modalidades de organización que permitan proteger, fomentar y salvaguardar la función social
que promueven los formatos colectivos académicos (orquestas, bandas y coros). En este sentido,
la Asociación Nacional de Música Sinfónica pretende el fortalecimiento y organización de redes
para el subsector, que actúen como interlocutores frente al Estado y la sociedad con pretensión de
influir constructivamente la política cultural en música.

Por otra parte, en la mesa redonda Experiencias asociativas independientes se desarrolla un


trabajo de reflexión en torno a la pregunta: ¿Qué aportes e impactos generan estas formas
organizativas para el desarrollo y consolidación de su sector? El primer caso, expuesto por la
Fundación Educando Colombia, muestra una fundación con el objetivo de fortalecer el
reconocimiento del movimiento de bandas, mediante la producción musical y la formación del
músico. Por su parte, el Foro de Compositores del Caribe, señala que su objetivo como
organización consiste en la proyección de la música de los compositores latinoamericanos
mediante diferentes plataformas de difusión, en este sentido el Foro propone la conformación de
una red de compositores, intérpretes y musicólogos para todo el país.

A su vez, la Asociación Colombiana de Lutería, se define como una organización que se ha


propuesto consolidar iniciativas de carácter regional que aporten al desarrollo de mercados
nacionales e internacionales. La asociación aspira a un amplio impacto en el sector musical basado
en la sostenibilidad de las industrias del ramo, en ampliar la oferta y la calidad de los instrumentos
musicales hechos en el país, incrementar el conocimiento y la innovación en la producción y,
finalmente, minimizar el impacto ambiental. Como contraste, la organización de hip-hop del
rapper “Don Popo” se define como un movimiento político, artístico y cultural de reconstrucción
social y de eliminación de las barreras sociales, económicas, políticas y religiosas, busca estrategias
para el reconocimiento y la legitimación de sus prácticas artísticas y propone desarrollar diferentes
e imaginativas alianzas con variados sectores de la sociedad colombiana.

Estos ejemplos de organización son muestra fehaciente de la diversidad de intereses, perspectivas


y colectividades que hacen parte del escenario musical. Desde varias perspectivas puede
evidenciarse una tendencia creciente hacia la conformación de organizaciones del sector musical
como acción indispensable para el logro de objetivos. Aunque las organizaciones dependen
esencialmente de su capacidad de autogestión es claro que requieren del concurso del Estado en

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un esquema de complementariedad y colaboración. Las organizaciones de la música requieren de
flexibilidad, políticas que favorezcan el diálogo con el sector público, formación e investigación
para adaptarse rápidamente a las cambiantes circunstancias del sector musical actual.

La diversidad en los actores y prácticas dentro del sector musical del país, obliga al reconocimiento
de distintas racionalidades que demandan la creación de relaciones con el Estado y la sociedad. No
obstante, resulta necesario destacar algunos vacíos: hay dificultades entre los actores de la música
para pensar al sector como conjunto, aún predomina la búsqueda de soluciones particulares que
favorecen la dispersión y el aislamiento, por lo tanto es fundamental profundizar sobre la
importancia de las organizaciones civiles y comunitarias que puedan dar soporte a múltiples
asociaciones del sector de músicos y procurar su sostenibilidad.

Paralelamente, durante el trabajo de la mesa: Contexto laboral del músico. Espacios de actividad
laboral del músico se establecieron discusiones a partir de la siguiente pregunta eje: ¿Son las
presentaciones eventuales y la docencia las únicas opciones de trabajo? Las presentaciones
eventuales remuneradas, conocidas como chisga, y la docencia son claramente parte importante
de las opciones laborales para los músicos. Se advierte que, al margen de otras opciones laborales,
los músicos dedicados a la chisga y docencia, deben contar con las condiciones para prepararse
solventemente en ambas actividades.

Sin embargo, la pregunta invita a que se consideren las múltiples actividades posibles del oficio
musical: gestión de festivales, lutería, producción, composición para teatro y audiovisuales,
musicoterapia clínica y comunitaria; docente, instrumentista o director de música de culto, entre
muchas otras. No cabe duda que el músico puede ser un líder en su actividad, experto en su área,
su género y proyecto de vida. Los músicos pueden liderar aspectos claves de gestión de festivales y
escuelas de música y participar propositivamente en mesas municipales de educación artística.
Debe tenerse en cuenta que el reconocimiento de estas actividades y el fortalecimiento de esta
diversificación depende del valor social que las asociaciones conformadas por el sector mismo
puedan liderar. Es relevante destacar la importancia de los mecanismos de convocatorias y
concertación desarrollados por el Ministerio de Cultura, los cuales han sido importantes para crear
alternativas laborales y de desarrollo profesional al servicio de la comunidad.

Es responsabilidad de los agentes del sector y del Ministerio de Cultura dinamizar el intercambio
de información del mercado laboral de la música, mediante sitios en internet laborales y otros
medios, generar bolsas de empleo de la actividad musical que faciliten el encuentro de oferentes y
demandantes de productos y servicios musicales.

A su turno, las discusiones en la mesa: Contexto laboral del músico. Agremiación y autorregulación
de los músicos centraron su reflexión en torno a la pregunta: ¿Es la organización factor de
mejoramiento de condiciones laborales para el sector de los músicos en Colombia? El ejercicio
aportó más que soluciones prácticas, una ampliación de las consideraciones y aspectos a tener en
cuenta dentro del problema: sin menoscabo del mérito que merecen las organizaciones actuales
no resultan suficientes en diversidad y cobertura frente a la amplitud y heterogeneidad de la
música en el país; las organizaciones son claramente débiles para presionar mejores condiciones
para la promoción de la música nacional frente a los medios de comunicación; hay graves
deficiencias de organización para los músicos jóvenes, la producción compositiva académica,

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Se requiere profundizar y hacer conciencia de la tarea fundamental de autorregulación que le
corresponde al sector mismo, un pronunciamiento sobre los aspectos éticos que se orientan no
solamente hacia el mejoramiento de condiciones laborales para un colectivo particular de
músicos, sino como expresión de un compromiso con la buena práctica en el ejercicio de la
profesión, en la calidad de la producción musical y en la formación del criterio musical de los
colombianos, asunto que se abandona a los intereses de otras instancias. La autorregulación es
una construcción social y colectiva para la cualificación del sector como un todo, el sector mismo
está obligado a proponer los lineamientos éticos para la buena práctica profesional en todas las
áreas de la música y de velar por el cumplimiento de estos lineamientos por parte de todos los
actores, subsectores y sectores relacionados: medios, educación, investigación, desarrollo
económico, entre otros.

La mesa: Condición social del músico. Tratados internacionales y la condición social del músico
inicia con una revisión de la denominación condición, por una parte, se refiere al concepto que la
sociedad tiene de los intérpretes o ejecutantes de la música; por otra, el reconocimiento de las
libertades y derechos, incluyendo los derechos morales, económicos y sociales que debería
favorecer a los músicos mediante medidas legislativas. La condición social puede ser evaluada
mediante el avance en trece áreas que requieren seguimiento de las instituciones y del sector:
definiciones, campo de aplicación y principios rectores explícitos normativamente, la vocación y la
formación del artista, la educación y la formación, las condiciones laborales, el empleo, la
promoción de organizaciones independientes, aplicación de políticas de participación, condiciones
de trabajo y de vida, seguridad social del artista, organizaciones profesionales y sindicales,
políticas culturales incluyentes y garantía de acceso a nuevas tecnologías. También son
fundamentales la adopción y aplicación de las recomendaciones derivadas de los tratados
internacionales al respecto: la recomendación sobre la condición social del artista de Unesco, los
pronunciamientos al respecto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Colombia se ha verificado un importante desarrollo en estos aspectos, a partir de los avances


de la Constitución de 1991, ello sin desconocer avances y retrocesos que exigen mayor
profundización y concreción. El discontinuo proceso en el país inicia en 1985 con la creación de un
fondo para la protección social de los artistas que implicó un instrumento de identificación (tarjeta
profesional) mediante la Ley 25; posteriormente, una demanda ante la Corte Constitucional la
derogó prácticamente en su totalidad; la Ley 397 de 1997, Ley de Cultura consideró el tema en sus
artículos 30 y 31 que, como consecuencia, son demandados y derogados. Anteriormente, la Ley
100 de 1993, incluye el tema de la seguridad social del artista, sin embargo se refiere a grandes
rasgos de su participación en el régimen subsidiado en salud y pensiones que resultan idénticos,
en la práctica, a la de cualquier otro ciudadano de otro oficio o profesión. Posteriormente, en el
año 2001, se establece la estampilla Procultura y la Ley 666 que especifica dedicar el 10% del
ingreso de la estampilla para el cubrimiento de la seguridad social de los artistas, en el año 2005 se
aplica la estampilla, sin embargo sin resolver a la fecha las formas de ejecución del dinero
recaudado. Dadas estas circunstancias se emite la Resolución No. 1618 del Ministerio de Cultura
que establece requisitos para acceder al Sistema de Seguridad Social en Salud para los artistas bajo
la modalidad del régimen subsidiado pero, puesto que un trabajador de la cultura se ve abocado a
probar su condición de artista y llenar varios requisitos para acceder al régimen contributivo,
mientras que cualquier ciudadano inscrito en el SISBEN tiene este mismo derecho sin que esté

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obligado a acreditar la naturaleza de su oficio, la resolución no tiene efecto. La ausencia de
instrumentos jurídicos eficaces, conduce a varias propuestas actualmente en estudio: mejorar el
POS de los artistas es decir afiliaciones al régimen subsidiado con mayores beneficios o, una
afiliación apoyada por un subsidio, infortunadamente se carece de un censo de artistas y esto
obstruye la asignación del recurso en ambos casos.

Con relación a los aspectos de derecho de autor, la Oficina Jurídica de la Dirección Nacional de
Derechos de Autor, señala que el tema tiene relación con el derecho a la propiedad privada. El
derecho de autor protege, en principio, al creador pero han surgido nuevos sujetos que son
protegibles: la inversión en dinero y tecnología, o la interpretación. Según el artículo 3 de la Ley
23, el autor o dueño puede prohibir o autorizar lo que a su criterio pueda hacer un tercero con su
obra, obliga a pedir autorización al dueño de la obra, autor y dueño pueden no ser la misma
persona. La ley también define el derecho de reproducción, comunicación pública, distribución de
fonograma y las condiciones de autorización para que la obra pueda ser colocada en internet; ha
definido derechos para la interpretación: percibir remuneración y determinar la forma de
interpretación; recoge e incluye la protección a intérpretes y productores fonográficos
consagrados en el Convenio de Berna de 1886 y la Convención de Roma de 1961.

A su turno, en la mesa: Condición social del músico. Acreditación y certificación del músico, se
plantea la pregunta: ¿Qué aportan las certificaciones a la condición social del músico? En este
sentido, la tarjeta profesional, vigente a partir de la Ley 25 de 1985, y la Norma de Competencia
Laboral (NCL) constituyen los instrumentos centrales. Con respecto a la tarjeta profesional, los
músicos con título universitario que lo deseen pueden solicitar su expedición, el título sin
embargo, no es un requisito, es indispensable en cambio la acreditación de una trayectoria
artística no inferior a cinco años de experiencia, sin embargo, La mesa sugiere revisar el sentido
que hoy tiene la tarjeta profesional, se debe evaluar si es suficiente el reconocimiento que otorga
de no cumplir el papel de dignificación expresado en el mejoramiento de las condiciones
materiales del músico, puede resultar inocua. Por otra parte, mientras el título universitario tiene
validez indefinida, la certificación obtenida a partir del cumplimiento de la NCL tiene una vigencia
de cinco años. Con ello se responde a la movilidad, flexibilidad y cambio de los entornos laborales,
las NCL se revisan de acuerdo a los cambios producidos en los diferentes sectores. La NCL es
resultado de las mesas sectoriales promovidas por el Ministerio de Cultura, están integradas por
agentes y entidades que hacen parte del sector en ámbitos académicos, laborales y empresariales.

La mesa sectorial, por su parte, presenta tres logros importantes. Primero, la elaboración del mapa
funcional del campo que integra sus diversas dimensiones: creación, investigación, formación,
interpretación, gestión, producción; segundo, el desarrollo de un estudio inicial de caracterización
del sector desde sus aspectos socioeconómicos y laborales; tercero, la realización de procesos de
normalización y de dos proyectos pilotos de certificación. La mesa sectorial ha tenido en cuenta
los contextos regionales y la diversidad de prácticas para generar normas transversales que
interpreten mejor la diversidad.

Con incuestionables avances en los mecanismos de concertación, aún se verifican importantes


ausencias de colectividades, asociaciones y agremiaciones que multiplicaran la capacidad de
acción social y política de las prácticas musicales.

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En efecto la ausencia, invisibilidad o desarticulación de asociaciones de estudiantes de música,
pedagogos musicales, educadores escolares de la música, docentes universitarios del campo
musical, investigadores del campo musical, productores musicales independientes, productores de
radio musical alternativa, constructores de instrumentos y un largo etcétera, erosionan la base
misma de interlocución de la sociedad civil con la institucionalidad pública. Para fines prácticos, el
Ministerio de Cultura no cuenta con los suficientes y representativos interlocutores que actúen
como voceros de la multiplicidad de agentes del campo.

Las razones de esta debilidad no son aisladas y están asociadas a las dificultades de articulación
social y empoderamiento de la sociedad civil dentro de un país con problemas de violencia,
déficits en la administración de justicia e intolerancia del disenso. Sin embargo, puede incluirse en
la política tipos de intervención para la promoción de asociaciones en el campo de la música a
todo nivel, premiar aquellas de mejor organización, número de asociados, participación y
sostenibilidad.

El aspecto asociativo es esencial no solamente en la dimensión política, también lo es en la


económica. La densificación de las redes y vínculos sociales, fortalece en conjunto de estrategias
que los colectivos sociales pueden aplicar para sortear las dificultades de ingreso y ascenso social.
Como ha sido verificado ampliamente, la inversión en el fortalecimiento de la sociedad civil
conduce a crecimiento y desarrollo socioeconómico.

Se observa, en un número importante de los músicos asistentes y del público en general, un


desconocimiento del reconocimiento que el mismo ordenamiento jurídico otorga a los artistas
como población de especial protección. Se evidencia un desconocimiento en aspectos básicos de
formación para la reivindicación de los derechos ciudadanos, tales como el ejercicio de acciones
constitucionales, el derecho de petición, la tutela, la acción de cumplimiento, acciones populares y
de grupo que, de conocerlas y manejarlas, permitirían realizar exigencias procedentes ante el
Estado para la observancia de los derechos y el logro de reivindicaciones en el ámbito
administrativo y judicial. Se verifica, igualmente, un desconocimiento con respecto a que la
organización sectorial no es solamente posible mediante sindicatos, los cuales son una de las
posibles formas de asociación, existen alternativas formales e informales de asociación
consagradas por la Constitución Política y que pueden resultar plenamente aplicables para
diferentes necesidades de vinculación dentro del sector de la música. Asimismo, causa
preocupación el desconocimiento respecto a las garantías básicas que el sector puede demandar
del sistema de seguridad social, aspecto de difíciles connotaciones desde el punto de vista de la
financiación o desde las discusiones por las cuales justificar el reconocimiento preferente al sector
con relación a los demás en la economía.

Estos problemas en la asociación diagnosticados de manera conjunta dilapidan oportunidades


valiosas. Es necesario que el sector reconozca el costo de oportunidad que le genera su
incapacidad de asociación, en palabras más prosaicas el volumen es importante para capturar la
atención pública y reclamar políticamente. En este sentido un agente clave en la formación de
conciencia sobre este aspecto problemático lo constituye la academia. La carencia de
representación profesional es también expresión de la ausencia de un mayor número de
asociaciones, fundaciones, colectivos, mesas, participación ciudadana, que han debilitado la
visibilidad y presencia del sector. Debido a esta circunstancia, el sector no alcanza su potencial de
generación de capital social, esto explica en parte el relativo aislamiento de las actuales

22
organizaciones del sector musical que, con excepciones, tienden a considerar aisladamente
intereses particularizados, que pueden no consultar suficientemente los intereses generales del
sector en su conjunto.

5. La industria de la música

Dentro de la temática Industria y circulación de la música se trata, como inquietud general, el


interés por la perspectiva económica para profundizar los aspectos de comprensión de la actividad
musical desde dos aspectos. El primero, tiene relación con la participación de las actividades
musicales en la economía; el segundo, se vincula a sustentar las razones por las cuales la sociedad
debería asignar mayores recursos al fortalecimiento de la actividad musical. En ambos sentidos la
economía puede pronunciarse sobre el grado de desarrollo socioeconómico y bienestar que
promueven actividades como la música en la sociedad, esta comprensión es fundamental para las
decisiones de la política pública.

Un enfoque crucial respecto de la relación economía y cultura ha sido planteado por Unesco: al
observar implicaciones económicas de la cultura se debe observar principalmente la expresión
cultural aunque no necesariamente estas participen de un mercado o de una industria. Un
segundo enfoque se estructura en el sistema de cuentas nacionales donde se mide el valor
económico de la actividad cultural como sumatoria de los ingresos o como suma de la producción
de los distintos agentes. La intervención del enfoque económico es esencial en la comprensión de
la sociedad del fenómeno cultural, sin embargo, como desarrollo de esta necesidad, la Unesco ha
insistido permanentemente en el valor de la diversidad y establecer necesario el enfoque
económico donde es posible hacerlo (comercio, producción, consumo y empleo; valor agregado,
impacto y factores de la producción) mientras que en otras actividades el enfoque pueda ser
insuficiente o innecesario (expresiones culturales fuera del mercado). En este sentido, se han
desarrollado instrumentos de medición del valor para la cultura, similares a los aplicados a medio
ambiente, que buscan precisar el valor de los bienes culturales. No obstante la valoración general
procede de la perspectiva, puesta en juego, de varios agentes: los especialistas de la cultura, la
comunidad y las instituciones, la conciliación de estos valores diferentes le permiten a la sociedad
asignar los recursos que una determinada actividad cultural requiere, con ello se mide la
importancia relativa de una actividad y se puede recomendar la cuantía de recursos que agentes
privados o públicos asignen, esta decisión se expresa en la política cultural. Desde el segundo
enfoque se observa el impacto de la actividad cultural sobre el desarrollo económico.
Específicamente este enfoque se centra en el impacto de una actividad en la reducción de la
pobreza por vía de impacto sobre empleo, densidad de bienes intermedios, capacidad
permanente de generación de ingresos y capacidad exportadora.

Por otra parte, los agentes que han coincidido en la importancia de medir las dinámicas
económicas de la actividad cultural, cuentan con un instrumento de importancia creciente en el
suministro de información: la cuenta satélite de cultura, un sistema de información vinculado al
Sistema de Cuentas Nacionales que permite una medición de las actividades culturales como
actividades económicas comparable y compatible con la medición de otras actividades
económicas, dentro de sistemas de representación macroeconómica en formatos,
conceptualizaciones y clasificaciones que permiten comparaciones internacionales. De esta
manera se puede cuantificar su participación en el PIB e, igualmente, sus efectos directos, es decir
el incremento neto de la actividad productiva (valor de la producción menos el valor de los

23
insumos), permite estudiar las cadenas productivas y las interrelaciones con otras actividades
económicas, la medición del impacto en el empleo de la producción cultural y el gasto en cultura

Sin embargo, participan voces críticas que acusan a la perspectiva economicista de la cultura como
expresión específicamente ideológica del sistema socioeconómico dominante. Dentro de este
enfoque, varios aspectos de la cultura son inabarcables para la economía que depende de un
paradigma occidental de interpretación de la cultura. Esta es una formalización es producto de la
desvinculación del Estado con respecto a sus obligaciones primarias: los derechos sociales en la
dimensión cultural. Los países latinoamericanos, especialmente Colombia tienen responsabilidad
de valorar los conocimientos ancestrales de sus naciones indígenas y numerosos valores culturales
imponderables desde la perspectiva económica.

La actividad del panel: Músicas independientes en Colombia revisa el papel de los eslabones de la
cadena industrial de la grabación, distribución, mercadeo, venta de discos y realización de
conciertos, en el segmento de la música independiente. Para una producción independiente
numerosas instancias son ineludibles para que el trabajo sea “comerciable”: un manager, base de
fanáticos (fan base), empresarios de conciertos, unos canales de promoción y una red de
distribución. La música independiente es una respuesta frente a las disqueras que no están
mayormente dispuestas a contratar artistas, la necesidad de libertad artística y administrativa del
proyecto musical y por el ineludible rediseño actual del negocio musical. Con la producción
independiente el músico puede gestionarse siempre y cuando haya alrededor socios expertos
(partners) que desarrollen otras áreas del negocio. Sin embargo, en la actualidad, el músico
frecuentemente se ve obligado a ser su propio apoderado, representante de prensa, director de
video, entre otras responsabilidades, ello compromete la competencia y eventualmente la calidad
del producto.

En general, la distribución del fonograma independiente depende de la labor promocional de los


músicos y, al menos de dos aspectos importantes: la calidad de los terminados y el soporte de
mercadeo. No obstante, el mercado del CD se evidencia en crisis profunda debido a la distribución
en formatos de compresión digital. Al respecto se advierte que el músico probablemente deba
recurrir nuevamente al sencillo, a la canción misma, una composición de 3 ó 4 minutos apoyada
por un video de calidad que rote en canales de televisión y con posibilidades de circular en CD por
medio de compilados de diversas bandas.

Con un mercado discográfico en crisis, el sector de los conciertos representa una importante
fuente de ingresos apoyada por la base de fanáticos y recursos de internet. Sin embargo la
actividad está fuertemente castigada por la intermediación y la carga tributaria que alcanza el 30%
del precio de venta al público; igualmente, se requiere conformar una base de datos de
organizadores de conciertos, por géneros, de acceso público, actualizada y permanentemente
disponible para conformar circuitos de presentaciones, esta tarea puede liderarse desde el
Ministerio de Cultura.

Con relación a la distribución del fonograma independiente se llama la atención sobre la


programación del medio radial a las nuevas propuestas y su responsabilidad en la promoción de
los músicos locales. Se observa que la radio está, en general, cerrada a nuevas propuestas, surge
como alternativa de la radio en internet que, aunque aún no convence a los patrocinadores
privados, ha resultado importante para poner en circulación diversas músicas. Con respecto al

24
pago a los programadores radiales a cambio de rotación, la llamada payola, hay conceptos
encontrados: por un lado claramente difunde materiales que no merecen ser programados; por
otra parte, la penalización suele incrementar el monto del soborno y concentrar su práctica en los
agentes de mayor poder económico sin eliminarlo; una vía intermedia consiste en explicitar tarifas
de programación y espacios de difusión del material apoyado de esta manera para garantizar que
el público conozca qué música se programa por méritos y cuál por pago. En el último caso se
recomienda gravar la operación para que los recursos se reviertan en promoción de músicas con
especiales dificultades de circulación. En general, la producción y circulación de la música
independiente se ha fortalecido como resultado, pretendido o no, de los músicos ante los
profundos cambios en la industria de la música. Sin embargo, es difícil la práctica de la música
independiente, hay importantes restricciones, no todas las músicas disponen de los medios para
participar de nuevas formas de producción y circulación.

En el marco del Foro Revista Semana, Arcadia y Ministerio de Cultura ¿Suena la industria musical
en Colombia? Hubo la importante oportunidad de concitar el diálogo entre múltiples agentes de la
industria y con poderosa incidencia en ella. El diálogo es urgente debido a la enorme importancia
de la industria musical en el bienestar, la calidad de vida y la riqueza cultural de centenares de
miles de familias y la Nación en general; sin una industria musical robusta es difícil la preservación
y desarrollo de las músicas nacionales. Es clara la necesidad de espacios institucionalizados en los
que concurran los actores de la cadena productiva de la música y las instituciones para debatir sus
intereses, identificar problemáticas comunes y discutir posibles soluciones. Se constata que la
música no solo es una expresión con un profundo impacto en la identidad cultural, se trata
además de una actividad que genera riqueza económica, que emplea y remunera talento
humano, que paga impuestos, precisa financiación pública y privada, y que requiere de una
regulación adecuada para contribuir al desarrollo socioeconómico.

En un contexto de profundos cambios en la industria de la música, el foro señala tensiones,


contradicciones de intereses, déficits de comunicación, al igual que coincidencias y encuentros
entre los actores que comparten las diferentes partes del encadenamiento.

El primer aspecto considerado en el marco del Foro consiste en las profundas transformaciones de
la industria musical. Las proporciones de los cambios promovidos por las tecnologías aplicadas a la
producción y la circulación de la música generan incertidumbre y expectativas ante un evidente
cambio de todo el modelo de negocio que tiende a favorecer a los creadores y productores frente
a los distribuidores e intermediarios. La llamada crisis de la industria sólo se explica desde una
perspectiva que añora el anterior modelo basado en soporte físico, distribución y promoción
centralizada desde la disquera; sin embargo, difícilmente puede llamarse crisis a la evidente
multiplicación de los consumos, tránsitos y creación del arte musical, que vive en este momento
histórico, su mayor expansión.

Los actores de la cadena productiva de la música se buscan su nueva posición en un entorno


altamente variable que exige modelos de negocio hasta ahora inéditos. En este sentido, el
emprendimiento se convierte en un desarrollo fundamental para fortalecer la capacidad del
músico para participar de las oportunidades que la transformación de la industria experimenta
aparentemente nivelando las oportunidades de la producción independiente frente a las majors.
La apropiación de los nuevos medios y tecnologías parece un imperativo y efectivamente puede
dinamizar la producción, circulación y consumo de diversos géneros, sin embargo debe anotarse

25
que no todas las lógicas musicales están atravesadas por estos mecanismos y cuentan con
escenarios y espacios diferentes. En este sentido, las redes sociales, la generación de nichos de
mercado, la búsqueda y conocimiento de los canales internacionales de circulación especializada,
la utilización de las diversas posibilidades de gestionar y negociar el derecho de autor, la apertura
de canales de venta y difusión en Internet, y el impulso a la escena local del espectáculo público se
plantearon como estrategias para impulsar el crecimiento de la industria en las condiciones
actuales. En general, la producción y circulación de la música independiente se ha fortalecido
como resultado, pretendido o no, de los músicos ante los profundos cambios en la industria de la
música. Sin embargo, es difícil la práctica de la música independiente, hay importantes
restricciones, no todas las músicas disponen de los medios para participar de nuevas formas de
producción y circulación.

Por su parte, la producción local cuenta con diversos ejemplos de emprendimiento, proyectos
empresariales con trayectoria y canales de difusión comprometidos. Los sellos disqueros también
se han sumado, reconociendo su responsabilidad en los aspectos de conformación de la identidad
musical colombiana, con la producción y promoción de varios ejemplos de producción nacional
con base en nuevas estrategias: promoción mediática, derivación a múltiples productos y servicios,
participación en el espectáculo en vivo. El nuevo modelo es riesgoso por la dispersión que implica
mientras, por otra parte, la autoproducción y sellos propios parecen tener amplia acogida pero
también se topan con importantes dificultades de promoción, acceso a los medios y concentración
de tareas en el artista o en personal no experto; ambos modelos exigen nuevos con habilidad para
gestionar las nuevas ofertas e interactuar con los diversos agentes del medio local e internacional.
En general, los nuevos esquemas han encontrado en la comunicación directa a la fan base y las
presentaciones en vivo claves para la sostenibilidad de las iniciativas. Igualmente, las empresas
pequeñas y medianas parecen en mejores condiciones de movilidad y adaptación. La respuesta
institucional apunta a ampliar el acceso y apropiación a las tecnologías, fomentar la información
sobre derecho de autor, generar bases de datos y herramientas en internet disponibles para la
producción musical independiente, apoyar la formación de managers y gestores.

Las preguntas sobre la función y responsabilidad de la radio frente a las músicas nacionales genera
controversia. Por un lado, la creciente producción local hace imposible la programación de toda la
oferta, la cual se discrimina de acuerdo a los rankings de solicitud y escucha del público, esta
condición resta seriamente oportunidades a las composiciones menos convencionales, a los
géneros menos comercializados y a las producciones de los músicos con menos acopio de
recursos; sobre este último aspecto el Ministerio de Cultura anuncia la puesta en marcha de seis
centros de producción musical en municipios del país a disposición de los creadores con miras a la
producción de sus contenidos. Aunque la radio comercial cuenta entre el 25% y 30% de su
programación con producción musical nacional se concentra en los artistas favorecidos por la
infraestructura y medios de las majors, mientras que la mayoría de artistas colombianos son auto-
producidos o producidos por pequeños sellos independientes, que no cuentan con capacidad de
promoción y circulación suficiente para acceder a escala masiva, para ellos las opciones se reducen
a la radio pública que ha generado importantes espacios para tal fin.

La importancia de la presentación en vivo como medio para hacer redituable la actividad musical
colisiona con las dificultades tributarias y regulatorias que comprometen la viabilidad de la
actividad. El valor de la entrada es gravado en una proporción cercana al 40%, una de las tasas más
altas del mundo; la carga tributaria de un espectáculo público sobrepasa el 65% de los ingresos y

26
puede alcanzar hasta el 79%; se deben surtir al menos quince trámites, varios de ellos
redundantes, para obtener una autorización. Esta situación tiene origen en un marco regulatorio
sobre los espectáculos públicos conformado por normas dominadas por una concepción elitista
del espectáculo entendido como consumo suntuario. A esta condición se suma la escasa
disponibilidad de escenarios adecuados en las principales ciudades del país, esto tiene origen en
déficits de infraestructura cultural pero también por la presunción del espectáculo como lugar y
momento potencial de desastre o catástrofe, lo cual impide permanencias largas en el evento que
son aprovechadas en muchos lugares del mundo para dar oportunidad a consumos de muy
diverso orden asociados al espectáculo. Esta situación desestimula y encarece restrictivamente
una de las actividades centrales para la sostenibilidad del negocio. El Ministerio de Cultura
comprende el estado de la actividad y promueve un proyecto de ley para el espectáculo público
que integra un incentivos fiscales, una racionalización de los tramites, de la carga tributaria, y la
creación de un fondo parafiscal que recaude recursos en el sector y los dirija a la financiación de
nuevos proyectos de formación y producción de espectáculos en artes vivas, lo que incluye
producciones de teatro, danza, música y circo.

Sobre derecho de autor se aclara que el papel que juegan las sociedades de gestión colectiva
encargadas del recaudo de los derechos de radiodifusión y explotación de las obras musicales
efectúan cobros de acuerdo a las planillas de programación de las emisoras radiales, los recursos
se distribuyen a los compositores de acuerdo a la exposición de cada obra menos costos de
administración. La Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco) cuenta en la
actualidad con 4536 compositores y editores afiliados, tiene recaudos de treinta mil millones de
pesos, de los cuales un 20% son destinados a gastos de funcionamiento, el 80% restante se destina
al pago a los afiliados y a un conjunto de programas sociales y de promoción. Varias críticas a la
sociedad tuvieron lugar: altas tarifas, inflexibilidad en el cobro, la ausencia de programas y
acciones para impulsar la producción musical colombiana, las barreras de acceso a los creadores
para afiliarse y tener voz y voto en la organización, se cuestionó que se estuviese respetando los
reportes de los radiodifusores. Cada objeción fue respondida y se estableció con claridad que la
sociedad es una entidad vigilada por el Ministerio del Interior, en cabeza de la Dirección Nacional
de Derechos de Autor. Con relación a la aplicación de la normatividad de derecho de autor en
desarrollos como creative commons y otras alternativas en internet, la Dirección Nacional de
Derechos de Autor, señala que estas opciones están contempladas por la legislación y resultan
compatibles con el régimen legal de los derechos de autor. Un aspecto preocupante al respecto
consiste en las deficiencias y precaria información que los músicos tienen para negociar de manera
favorable los contratos sobre la explotación de sus obras; las instituciones públicas deben liderar
acciones que reviertan la situación.

Un aspecto relevante que atañe a las actividades musicales debe ser considerado. Es importante
generar una lectura de los tratados internacionales de comercio que aspira suscribir el gobierno
nacional. Estos documentos tienen connotaciones de principal importancia para el sector cultural
y musical en particular sobre las que hay poca discusión y tratamiento profundo. La preocupación
central consiste en incluir una protección a la diversidad cultural musical.

Es importante reconocer el esfuerzo del Ministerio de Cultura por invitar al sector a participar de
discusiones sobre los aspectos políticos y de legalidad. Estos son temas poco atractivos para los
músicos, pero resultan fundamentales para la comprensión y la competencia en áreas cruciales de
la música: de la gestión, legislación, industrias culturales, entre otros. En el mismo sentido, se

27
requiere mayor información sobre aspectos económicos y de política cultural de la música, que le
permitan el artista la posibilidad, por un lado, de valorar en términos de mercado su obra y
promocionarla y, por el otro, participar de las decisiones sobre el sector activa y
constructivamente. Se debe insistir en esta iniciativa porque aún persisten tendencias a
desconocer los aspectos de la producción, el consumo musical y su implicación económica, aunque
sea una realidad evidente su relación directa con el ingreso y bienestar del artista. En algunos
casos el músico parece no asumirse como un agente cultural con incidencia en la economía y la
política. Las ausencias o ignorancias en estos campos son costosas influyen directamente en las
condiciones de empleo, de trabajo, de organización y de valoración social del músico.

Los aspectos económicos para la música son cruciales porque no solamente puede establecer con
ellos las proporciones del valor que genera o la dinámica de su actividad, lo son porque con esta
información construye los argumentos para la intervención del Estado. Es necesario señalar que el
Estado ocupa un lugar central en el desarrollo de las actividades culturales, sin embargo la
sociedad en su conjunto, cuando se apropia de los mecanismos de participación y concertación,
decide de fondo sobre prioridades y relevancia. El Estado cuenta con instrumentos directos
(concesiones, donaciones, cesión de capital semilla y transferencias) e indirectos (fiscales,
subsidios, crédito de fomento, asistencia técnica, exenciones de regulación, etcétera) que está en
capacidad de aplicar según las directrices del sector. En general, dentro de la política económica,
el Estado asume un papel regulador del sector (incentivos a creación y desarrollo de talento,
financiamiento para uso público del patrimonio, incentivos al ámbito privado y financiamientos
mixtos).

Es necesario valorar el desarrollo que el Estado ha logrado en términos de constituir una cuenta
satélite para el sector cultural. El instrumento, aunque se encuentra en desarrollo, permite
importante información para la política y la investigación sectorial. La cuenta satélite, respuesta a
los primeros esfuerzos de investigación sobre el impacto del sector cultural en el producto interno
bruto en el año 1999 por la Universidad del Rosario y en el año 2000 por el Convenio Andrés Bello,
es un avance notable que inicia la visibilización y posterior reconocimiento del sector como eje
estratégico del desarrollo socioeconómico nacional.

6. Participación pasiva o poco crítica y cualificada de los públicos, audiencias, ciudadanos y


consumidores de la música

En las abundantes reflexiones escuchadas en el Congreso, sin dudarlo, las voces centrales fueron
aquellas de los llamados agentes del sector: músicos, institucionalidad pública, medios de
comunicación, empresa privada. Para estos agentes del sector la interlocución fue incompleta,
como parte de las dificultades del campo, la pasividad en la participación de los receptores de las
prácticas musicales, constituye una seria carencia. Este diagnóstico constituye un reto para el
sector en su interpretación y tratamiento.

Las asociaciones de públicos, de aficionados y de consumidores de la música son altamente


complejas de promover y consolidar, sin embargo, una política con visión de campo puede hacer
mucho si las incluye como parte importante de sus relaciones con la comunidad y la sociedad.
También resultan esenciales para establecer las llamadas fan base y otro tipo de construcciones de
fidelidad entre músicos y públicos.

28
Adicionalmente, la política para el campo musical puede revisar muchos temas si no pierde de
vista el valor activo y determinante de los públicos, audiencias, consumidores y ciudadanía en la
industria, la política cultural y cualquier fin social que la música pretenda. La población no puede
ser vista solamente como consumidores sino como audiencias susceptibles de cualificar, cada vez
más profunda y críticamente su vínculo con la música, como ciudadanos en la perspectiva de
garantizar su derecho a conocer, practicar y disfrutar la música.

Con esta precaución pueden insertarse discusiones sobre la importancia del músico aficionado o
amateur, aquel que practica la música en total ausencia de aspiración profesional o de oficio y sin
remuneración. Este tipo de músico resulta crucial para el sector, es, por ejemplo, literalmente el
soporte de la industria estadounidense de constructores de instrumentos musicales: los músicos
aficionados representan el 98% de la demanda, en tanto los músicos profesionales son tan solo el
2%7.

El fomento de la base social de la práctica musical (índice de la vitalidad) es la preocupación


principal de la política musical actual expresada en el PNMC, está basada en la práctica de las
músicas y prevé como principales beneficiarios a los jóvenes y los niños. SI bien es necesario
fortalecer la formación musical desde la primera infancia para lograr públicos y practicantes que
hagan de la música un hábito cultural continuado y parte de su desarrollo humano, al tiempo es
necesario formar a los pedagogos musicales y docentes en general para que su labor garantice que
la experiencia educativa en la música se haga con calidad, capacidad de apreciación crítica y
pertinencia en los contextos locales en todo el país. Claramente el desarrollo profesional, incluso
“industrial” de la música está relacionado cercanamente con el fortalecimiento de una amplia
base social de consumos, apropiación y uso de la música en la cultura.

7. Carencia de políticas para la investigación y escasa circulación de los desarrollos


investigativos y reflexiones sobre la música entre instituciones, universidades y agentes
del campo

El problema tiene diversos orígenes. En primer lugar, no se han formulado políticas de


investigación en música desde el Estado y; aunque desde la universidad las hay, en menor o mayor
madurez, corresponden a las particularidades de cada institución. No existen, por lo tanto, los
marcos que orienten los procesos de fomento investigativo y fortalezcan los desarrollos
existentes. En segundo lugar la inversión en investigación es muy escasa. Los resultados de
análisis, estudios, reflexiones o investigación suelen ser promovidos por las universidades e
instituciones del campo con escasos tirajes y poca socialización. No son suficientemente visibles
los órganos de comunicación y divulgación de estos resultados entre la comunidad académica y
hacia fuera de ella.

Adicionalmente, hay una importante debilidad de asociaciones de investigadores en música que


diversifiquen la noción tradicional de la investigación individual y se arriesguen a explorar formas
de transferencia de información y resultados, así como ejercicios de indagación que involucren a
las poblaciones y las hagan participes del conocimiento que arroja los estudios de los cuales son
objeto.

7
En: Bass player magazine. A view about NAMM. June, 2002.

29
A la falta de una formulación de lineamientos políticos específicos en esta dirección, hay que
sumar la poca contrastación y sistematización de experiencias que permitan generar documentos
publicables y un cuerpo teórico de conocimiento al respecto, así como la ausencia de
comunicación de los resultados de la tarea científica en el ámbito y con los diferentes y múltiples
miembros del campo musical del país. Este vacío en la divulgación social de los resultados de la
investigación en música compromete la cualificación argumentativa del campo e impide la
actualización de referencias, tecnologías e ideas innovadoras en los actores sociales involucrados.

Es necesario generar políticas interinstitucionales y de largo plazo para fomentar la investigación


musical y fortalecer la inversión en formación para investigación, especialmente en las
universidades, pero igualmente en centros de documentación, en las escuelas y festivales, en las
colectividades en donde se produce la música. También es necesario fortalecer los sistemas de
información y su acceso, base también de la labor de investigación.

8. Limitaciones en las condiciones laborales y de valoración social del músico

Como situación recurrente fueron señaladas las carencias de seguridad social y dignidad del
trabajo de los músicos y docentes de música. Es necesario profundizar en la reflexión sobre la
precaria valoración social del músico y su condición subsidiaria frente a otras disciplinas, palpable
en los niveles de empleo, remuneración salarial, las fuentes de estabilidad laboral y la brecha que
separa a los músicos reconocidos de aquellos emergentes.

La valoración social no sólo es un concepto de relevancia sociocultural, tiene importancia


económica y política, permite observar la estimación de una práctica en la sociedad. Claramente
es un tema poco investigado, hay poca claridad con respecto a cómo valora la sociedad a sus
músicos, con qué otras prácticas se les asocia, con qué ideas se les vincula. Debe entenderse que
la valoración social es una condición para determinar la categoría llamada profundidad del
mercado.

En efecto, los mercados pueden ser extensos de acuerdo al tamaño, al número de consumidores
que son capaces de concentrar y, especialmente, a la capacidad de compra de los mismos. En los
países latinoamericanos no suelen darse condiciones para mercados extensos, normalmente
vinculados a sociedades de alto consumo, pero existen, en determinados bienes y servicios ‒que
pueden ser culturales y musicales‒ mercados profundos. Estos están relacionados con la
formación de un hábito de consumo que tiene por origen su estima o valor social, estos son
consumos que comprometen importantes porcentajes del ingreso.

Infortunadamente, pocas prácticas de la música en el país, probablemente sólo el vallenato,


tienen mercados profundos, una demanda significativa al margen de las condiciones de ingreso de
los demandantes. Sin embargo, otros países latinoamericanos son altos consumidores de sus
propias músicas: México, Argentina y Brasil, especialmente. Colombia consume poco sus músicas
en contraste con su producción; en el caso de Bogotá la extraordinaria producción de rock, por

30
ejemplo, tiene una demanda insignificante en el mercado aun cuando sea visible potencialmente
en un festival gratuito8.

La ausencia de profundidad en el mercado es síntoma de esa escasa valoración social. Debe


observarse como expresión de las debilidades del mercado interno de la música. La política
cultural futura deberá considerar los medios para promover los mercados internos de la cultura,
como centro de sus alternativas para la cualificación de las condiciones y producción de la música
y las artes; reto mayor que integra objetivos económicos, educacionales, políticos y sociales. Así
mismo, deberá reflejar, en las prioridades y montos de inversión, la valoración que la
institucionalidad da a los músicos y sus prácticas.

Como situación recurrente fueron señaladas las carencias de seguridad social y dignidad del
trabajo de los músicos. Aunque poco puede añadirse a las discusiones que tanto abordaron el
tema de condiciones laborales y que pueden consultarse en la relatoría general del Congreso,
debe profundizarse en la reflexión de la valoración social.

El problema sobre la calidad del trabajo en el mercado laboral del músico resulta crucial para la
valoración social. No es un problema aislado de una problemática de valoración del trabajo
artístico dentro del mercado laboral del país, la situación marginal del artista debe superarse en su
conjunto.

9. Los temas adicionales

Dentro de la amplitud del diálogo aspectos fuera de la agenda reclamaron atención y merecen
lugar en el presente análisis. En diferentes momentos se hizo un llamado a un estudio comparado
de casos que permitiera una lectura y valoración de los antecedentes de legislación para la música
en Iberoamérica. El estudio puede tener especial valor si de él es posible una síntesis que sea
manejable como insumo para las discusiones entre el sector y el Ministerio de Cultura en dirección
a construir colectivamente la normatividad para el país.

Desde múltiples voces y escenarios hubo demandas por una mayor cantidad y refinamiento de la
información sobre el sector. Aún se desconoce aspectos de información clave para reconocer
proporciones y dinámicas del sector. Esta información no solamente responde a requerimientos
de investigación, es fundamental para todos los agentes participantes. Dado que el levantamiento
de la información es costoso deben priorizarse aquellos datos de información crítica y diseñar los
instrumentos aplicables para la obtención de resultados, este diseño de instrumentos debe prever
la continuidad de la aplicación para construir las series históricas indispensables para el análisis
histórico del sector. Es especialmente importante iniciar las exploraciones de las actividades
informales de docencia musical y la chisga, prácticas especialmente problemáticas pero
fundamentales para la indagación, es importante generar estudios de caracterización de perfiles
de docentes (escolaridad, experiencia, referentes pedagógicos) que permita una evaluación de
necesidades de formación para docentes, entre otros estudios.

8
Niño Morales, Santiago. Memoria Social. Festival Rock al Parque 1995-2007. Evaluación socioeconómica y
organizacional de su desarrollo y reconstrucción de incidencias e impactos del Festival Rock al Parque en el
sector musical y la ciudad. Secretaría Distrital de Cultura, Bogotá, 2007.

31
Se propone desde distintas voces mantener el Congreso Nacional de Música como Consejo
Nacional de la Música ampliado, con periodicidad anual o bienal. Sus versiones deben progresar
en términos de organización y calidad de productos. Se sugiere una organización por capítulos:
educación, investigación, creación, industria, etcétera, encargados de abordar problemáticas
específicas, aunque los asistentes no podrán asistir a la discusión de todas las temáticas, se
obtienen mejores posibilidades de interlocución entre los participantes; estos harán parte de las
mesas de trabajo a partir de lecturas y materiales preparatorios para el debate, el análisis y el
estudio distribuidos con suficiente anterioridad para su lectura y análisis. Este no es un problema
solamente de organización y logística para un futuro Congreso, tiene relación con la capacidad del
sector para convocar a sus intereses específicos y generar procesos.

Finalmente, es importante referir que, durante el Congreso Nacional de Música, se realizó una
encuesta, como parte de la Beca Nacional de Investigación en Música titulada “Perspectiva de
Género en el PNMC. Una Mirada diagnóstica a Orquestas, Bandas, Escuelas de Músicas
Tradicionales y Coros; y propuestas para la implementación del Enfoque de Género en el PNMC”,
de la investigadora Alejandra Quintana. La encuesta tuvo como objeto indagar los simbolismos de
género (femeninos y masculinos) otorgados a los instrumentos y roles musicales, así como la
participación de las mujeres en la práctica de la música en Colombia. El resultado de ésta
investigación podrá conocerse

10. ¿Por qué una normatividad para la música?

El trabajo sobre esta temática hace parte de una pregunta sustantiva: ¿Por qué una ley para la
música? Su respuesta implica al conjunto amplio de reflexiones desarrolladas en el Congreso
Nacional y justifica los esfuerzos de construcción democrática y participativa de la norma. En
general, el proceso de formulación, socialización, debate y promulgación de una ley para el sector
de la música debe surgir del reconocimiento, por parte de la sociedad y del Estado, de la práctica
musical como elemento de identidad y de fundamental importancia social y económica. Cuando el
Estado asume esta responsabilidad interpreta la necesidad de los múltiples colectivos de la
música, media los intereses sectoriales con los generales, legisla por lo tanto para regular y
establecer los derechos y deberes de los ciudadanos e instituciones del campo cultural y musical,
concreta disposiciones laborales que aportan a la dignificación de los diferentes trabajos
practicados por los músicos y formalizan actividades para generar beneficios sociales y
económicos para toda la sociedad. Estas responsabilidades son el conjunto de tareas
fundamentales que acomete el Estado, sin embargo, todas estriban en la capacidad del sector para
sumar suficiente capacidad política y visibilidad social de modo que el Estado encuentre razonable
incluir en una agenda usualmente estrecha la formulación, debate, promulgación y desarrollo de la
norma.

En particular, una ley de música tiene impacto en las disposiciones de la institucionalidad pública
responsables de la hacienda pública, el bienestar social, la educación y la cultura inicialmente; y,
eventualmente, en la planeación nacional, el desarrollo económico y el comercio exterior según la
claridad con la cual haya sido establecido el lugar de incidencia de la música en el desarrollo
socioeconómico nacional. De forma más específica, una ley de música, permite el diseño de
mecanismos orientados al fomento de las actividades económicas implicadas, incluye a la
investigación académica como generadora de insumos para el diseño de las políticas, regula y
establece las exigencias para la protección del patrimonio musical, pero principalmente

32
democratiza las oportunidades de desarrollo profesional y del oficio en los músicos, y garantiza el
derecho de las audiencias y de la ciudadanía de toda condición al pleno disfrute, intelección y
práctica de las músicas. Desde el punto de vista institucional la ley permite la creación de entes y
organismos, destina recursos y asigna funciones con el propósito de diseñar, proponer y ejecutar
la política pública para la música en el país. Ninguno de los desarrollos a los que aspire la ley son
posibles sin fijar explícitamente criterios de equidad y de representatividad.

Una decisión afortunada y consecuente del Ministerio de Cultura ha consistido en prever


escenarios eficaces para la participación real del sector en el proceso de formulación, debate y
promulgación de la Ley para la música en Colombia. El Ministerio responde con ello al importante
grado de madurez logrado por el sector ‒sin afirmar que haya alcanzado un crecimiento óptimo‒
que demanda, gracias a ello, interlocución y visibilidad; también responde a su continuidad en la
aplicación de principios de inclusión y de construcción de consensos que tiene antecedente en la
formulación de la Ley General y el Plan Decenal de Cultura, los cuales contaron con amplias
convocatorias, el diseño y aplicación de una metodología participativa que garantiza el concurso y
escucha de los agentes en el papel de interlocutores. El recto seguimiento de estos principios y
procedimientos no solamente es garantía para la gestión política que debe adelantarse en el
Congreso de la República, garantiza la legitimidad y la apropiación social de la propuesta.

No obstante, aún se requiere de concertación y acuerdos entre los múltiples agentes, colectivos,
actividades, subsectores o sub-campos, prácticas, industrias y la institucionalidad de la música,
esta negociación requiere una comprensión que permita entender que beneficios particulares
concedidos por una norma a un grupo, fracción o parte pueden no ser extensivos al conjunto del
sector y perjudicarlo incluso en el largo plazo. Esta negociación exige tiempos razonables que
permitan la exposición de los argumentos de todas las partes involucradas y requiere de capacidad
de escucha cierta y aplicada para la comprensión del logro del bien común como condición
primera y sine qua non del bien particular. Este es, en suma, un ejercicio compartido de análisis a
fondo de las implicaciones de largo plazo de los contenidos de la norma en el conjunto del sector.

Es necesario un ejercicio comparado y una más amplia discusión sobre las fortalezas y debilidades
de las dos gestiones en curso hacia la formulación de la Ley de la Música en Colombia. De un lado,
es necesario considerar dos iniciativas que cursan en el Congreso de la República, una formulada
por el representante a la Cámara, Venus Albeiro Silva Gómez, y otra presentada por la senadora
Piedad Córdoba con significativo apoyo de Sayco. Sobre ambas iniciativas el Ministerio de Cultura
y varios agentes del sector se han pronunciado aportando una visión crítica, activa y constructiva;
no obstante, actores importantes del sector no han participado del estudio de las propuestas e
igualmente carecen de los canales para comunicar sus aportes. De otro lado, también es viable
promover estrategias para fortalecer, desde los actuales desarrollos, el PNMC como iniciativa del
Estado en coordinación con el sector musical, para la definición de la política pública para el
campo, mediante una construcción concertada ampliada que considere a todos los diversos
agentes y las regiones del país. Esta formulación tienen ventajas importantes: cuenta con
resultados concretos en seis años continuos de desarrollo y aplicación, en el año 2010 se llegará al
final de la segunda etapa del PNMC y es obligación del Ministerio hacer una prospectiva para
definir los nuevos lineamientos de la política pública para la música dentro del plan, ajustes y
recomendaciones serán necesarios para el futuro de la política pública en música expresada en el
PNMC. La potenciación del PNMC representa una oportunidad formidable para el diálogo con el

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sector musical y para concitar expectativas y objetivos futuros, sin embargo se abren interrogantes
sobre las formas de relación de los desarrollos del plan con las músicas urbanas y académicas,
medios de comunicación e industrias culturales de la música, entre otros sub-campos. En cualquier
caso, existe un consenso amplio sobre la necesidad de una ley que afiance, expanda y profundice
los logros del PNMC y le permita mayor integración con los objetivos educacionales,
socioeconómicos (de emprendimiento e industriales), académico-investigativos, entre otros,
integración indispensable para una política pública en música coordinada y sinérgica.

Una plataforma fundamental para avanzar en los diálogos en torno a la ley se ha obtenido gracias
a los criterios expuestos por el Ministerio de Cultura y que cuentan con una aprobación general.
Estos criterios no resultan opuestos a numerosas opiniones al respecto, socializadas en el
Congreso Nacional de Música, son ellos:

 Reconocimiento de los derechos de todos


Consolidar una ciudadanía de vocación y compromiso democrático, participante y
promotora de la cultura, desde las actividades y prácticas de la música. La ley debe
procurar un equilibrio entre las reivindicaciones necesarias para favorecer a la ciudadanía
en términos de acceso, y garantizar el reconocimiento de los derechos de los agentes del
sector musical. De fondo, ambos objetivos son fuertemente coincidentes, son
simplemente dos enfoques aplicables al mismo desarrollo: demanda y oferta, dos caras de
la misma moneda.

 Visión de campo
Criterio favorecido por dos importantes antecedentes: el PNMC y la Ley General de
Cultura. Ambos son antecedentes fundamentales de integración de múltiples
colectividades, agentes y prácticas y de consideración de las particularidades orientadas al
beneficio general.

 Respeto por las autonomías regionales


Deben ser consideradas las diferentes formas en que las músicas tradicionales y urbanas
son enseñadas y aprendidas como un principio de reconocimiento de todas las músicas
practicadas en el territorio nacional. La ley debe propiciar las condiciones para una
relación sistémica e integrada entre la formación musical no formal y la educación formal,
entre la formación para el trabajo y el desarrollo humano y la conducente a titulación
profesional en el campo de la música. El diálogo debe superar los prejuicios que han
paralizado la comprensión de los alcances y características de cada modalidad, cada una
indispensable y evidentemente complementarias. Por otra parte la ley debe pronunciarse
sobre el derecho de todos los niños colombianos, garantizado por el Estado, a una
educación musical desde edad temprana, de alta calidad y permanentemente cualificada
gracias a investigación académica.

 Reconocimiento de la diversidad como condición para la equidad


La multiplicidad de las músicas del país constituyen un reto principal para la construcción
de la norma, todas ellas son de igual importancia frente a la ley atendiendo al principio de
igualdad. La ley debe procurar entonces la expansión de las músicas al margen de su
aceptación popular, su lugar y comunidad de origen, capacidad infraestructural de
producción, uso o desuso de soporte físico, grado de difusión mediática, interviniendo con

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diversos mecanismos de compensación que procuren permanentemente la multiplicidad y
diversidad de la oferta musical. El Ministerio de Cultura ha propuesto partir del concepto
plural de identidades con relación a este criterio, con ello invita a una ampliación del
concepto que admite, desde su definición, la opción abierta, inacabada, diversa y compleja
que ofrece la música en la construcción de las identidades individuales y colectivas de la
Nación.

 Recursos para la ley en procura de la sostenibilidad del campo con inversión del estado
La ley debe incluir con claridad las fuentes presupuestales de financiamiento que permitan
su aplicación, viabilicen sus objetivos y garanticen su sostenibilidad de largo plazo. La ley
debe incluir al Consejo Nacional de Música, como órgano representante del sector, y
establecer su responsabilidad en la priorización del gasto previo análisis, estudio y
evaluación de la situación objetiva y con prelación del bien común.

 Restructuración del Consejo Nacional de Música


A partir de este criterio se define al concejo como un órgano con funciones rectorales y
poder decisorio, capaz de representación amplia y legítima de los subsectores, agentes,
prácticas, géneros, actividades, industrias e instituciones de la música de todo el país. El
concejo representa un foro nacional permanente decisor sobre las formas particulares de
desarrollo de la política pública cultural en música.

 Responsabilidad social
La ley debe aceptar la responsabilidad social que comparten el Estado y el sector musical
para aportar en la construcción de la equidad, la democracia, la justicia y el bienestar de
los colombianos en lo correspondiente a la práctica de las músicas. La ley debe entenderse
como en un instrumento de transformación positiva de la realidad, para ello urgen
diagnósticos y análisis del sector que aporten información crítica y fiable para efectuar los
seguimientos y la evaluación de la política, para poder establecer las series históricas de
comportamiento de variables estratégicas. Este criterio se alimenta permanentemente de
actividades de investigación que objetiven los impactos de las acciones promovidas por la
política pública cultural en música en la sociedad y la economía, aporte a la detección de
nuevas problemáticas y sugiera las alternativas de solución, provea el mejoramiento de los
instrumentos de evaluación y seguimiento, sugiera con claridad y oportunidad al Concejo
Nacional de Música y al Ministerio de Cultura las prelaciones y ajustes de la política con
apego a la ética científica.

Por otra parte la ley debe hacer explícito reconocimiento a los derechos a la dignidad,
reconocimiento, educación, disfrute y participación en la música de músicos y poblaciones
en condición de especial protección: tercera edad, infancia, incapacitados físicos y
mentales y población bajo desplazamiento forzado.

 Construcción concertada para un sistema de la música en Colombia


Bajo este criterio la ley debe procurar la organización y estructuración del sector como
objetivo central de la política. La definición del sistema de la música en Colombia está
dirigida a establecer competencias y funciones del Estado, las bases y directrices para el
desarrollo del sistema y las normas que definen el sentido de la cooperación entre los
diversos agentes del sector de la música.

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 Articulación
El criterio atiende la necesaria conjunción de esfuerzos y acciones de diferentes agentes
cuyas competencias tienen relación e incidencia en los logros de los objetivos de la política
cultural en música y se vinculan de diversa manera al sistema. De manera especial se
requiere un diálogo activo y permanente con el Ministerio de Educación Nacional y el
Sena. Sin embargo, también deben ser consideradas las relaciones con el Ministerio de la
Protección Social, el Ministerio de Desarrollo Económico, el Departamento de Planeación
Nacional, Proexport, Ministerio de Relaciones Exteriores, Icetex, Icfes, y otras instancias
del nivel central con las cuales deben iniciarse agendas de trabajo con relación a temas
que afectan al sector musical desde cada una de sus áreas de interés. Igualmente deben
establecerse los mecanismos de relación con las secretarías departamentales y locales de
cultura y educación.

Las conclusiones del análisis. Hacia un sistema de la música en Colombia

Es necesario mantener y fortalecer una política que fomente el despliegue de la cadena de valor
de la música y mantenga una inversión en cada uno de sus componentes, buscando su articulación
en el fortalecimiento de todo el campo musical del país.

Por otra parte, no es posible dedicar los esfuerzos de la política solamente a atender la educación
musical de los niños y jóvenes a riesgo de instrumentalizar la práctica musical, mantener la escasa
valoración y democratización de la práctica musical y perder el potencial de diversidad y, por
tanto, de calidad con que cuentan los colombianos.

Para ello se hace necesario integrar a la política basada en el fomento a las escuelas los incentivos
a la industria, a la producción independiente de la música y a la inversión pública para el sistema
orquestal profesional. Esta es la visión sistémica por la que propende un Congreso que en efecto
congregó un campo reconocido por sus dificultades internas para encontrase en objetivos
comunes.

El Congreso Nacional de Música es un instrumento para un propósito superior: la articulación de


los agentes del sector entre sí, con las demás expresiones de la cultura, con la sociedad, la política
y la economía país. Esta articulación, propiciatoria, colaborativa y enriquecedora es propiamente
la aspiración del sistema de la música en Colombia, al cual aspiramos como partes actuantes del
mundo musical del país. El Congreso es, sin duda, un logro sobresaliente del sector musical en su
conjunto, obtenido gracias al prominente liderazgo del Ministerio de Cultura, la institución
responde a la dinámica y madurez del sector musical que prueba, con este evento, su madurez en
la dirección de encarar activamente las tareas para la visibilidad y valoración social del oficio y la
profesión, así como para asumir las responsabilidades que le atañen en el desarrollo social y
cultural del país.

La política cultural en música y la educación musical son dos eslabones estratégicos puestos en
discusión, fundamentales no sólo para las preocupaciones específicas del sector musical, también
y de manera clara para el sector cultural en su conjunto. El problema de relación entre la
educación y la cultura entraña uno de los retos de integración de políticas más importantes de la
agenda dentro de una perspectiva integrada para el desarrollo sociocultural de los próximos años.

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El sistema de la música en Colombia deberá sostener una activa interlocución con los ámbitos de
la educación y la cultura, diálogo en la cual la música reconoce su papel en conjunción con estas y
otras esferas de la sociedad nacional. Esto es crítico porque la política pública del sector cultural, y
musical en particular, es para todo fin esencial una política educativa; por otra parte, no hay
manera de establecer logros estructurales de la política educativa sin pensar la cultura.

Las diferentes maneras en que la música es enseñada y aprendida confirman que, en todas las
prácticas y expresiones de lo musical, se dan profundos procesos de estructuración de los sujetos;
frente a cualquier expresión de la música, se forma mediante ella significación y sentido, se ponen
en juego importantes procesos de configuración de la subjetividad. Este tema resulta capital
porque, nuevamente sin importar la música en particular, la educación musical tienen que ver con
las formas en que el sector interviene para contribuir positivamente en la posibilidad de los
ciudadanos para complejizar, densificar, diversificar sus vínculos con la cultura, con su vida social.
El sistema de la música en Colombia es entonces, dentro de esta lógica, un gran mecanismo de
educación ciudadana basado en las músicas como sustrato de significaciones y construcciones de
sentido compartidas.

En esta dirección el PNMC constituye un antecedente primordial como una estrategia de singular
valor para proponer alternativas a millares de niños y jóvenes, pero igualmente como mecanismos
transformador de la realidad social. Sin embargo, el PNMC requiere una ampliación que
multiplique sus principios y permee su acción al conjunto de la sociedad en cuanto espera ser
conducida por amplias y heterogéneas formas de experimentar sus músicas, sin las fronteras y
límites construidos por las distinciones y la fragmentación de los géneros, las prácticas y las
tradiciones; también y sobre todo, para superar la restricción de acceso a los códigos que
permiten el uso de mayor cantidad y diversidad de músicas, para considerar los mecanismos de
compensación, para promover la capacidad de compra del producto o el servicio musical, y para
desestructurar la vieja e empobrecedora exclusión de las culturas musicales distantes de la
institucionalidad y del mercado. En cuento se cree que el PNMC tiene relación solamente con la
música y la cultura se comete un sesgo, porque sus implicaciones implican la reinvención de las
maneras como participamos de la cultura, de la vida, mediante las músicas pero más allá de ellas,
en cuanto se interpretan como metáforas de la democracia y la participación, del respecto y el
afecto.

Con relación a esta responsabilidad social, el sector debe entender que su articulación como
sistema de la música en Colombia es una respuesta para situarse a la altura de los requerimientos
de la sociedad. Esta le exige proveer las maneras en que las músicas que crea y promueve
converjan en la cotidianidad de los ciudadanos, todas ellas, todas concurrentemente, sin
excepción, pues la falta de una de ellas debilita la diversidad en la cual se basa la riqueza de la
identidad. Adicionalmente, las músicas convergen no solamente para el gusto, apreciación y el
espectáculo, deben hacerlo como expresión de un derecho ciudadano. El sistema de la música en
Colombia es, en este sentido, un medio de compensación que crea formas de acceso a la música
para los ciudadanos.

El sector ha demostrado conciencia sobre el hecho de representar las múltiples posibilidades de la


música en Colombia: no es una cuestión solamente de las muchas músicas que pueden hacer los
colombianos, es una cuestión de cuán diferentes podemos ser como colombianos y por lo tanto
cuán diferentes son nuestras músicas. La abundante riqueza de la expresión sonora de las culturas

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colombianas: urbanas, tradicionales, juveniles, académicas, y cómo tienen cabida dentro del
sistema, es un problema esencialmente de construcción política para la democracia.

También el sector ha observado con claridad que existen problemas básicos en la capacidad de
circulación y socialización de su creación, irónicamente ocurre frente al crecimiento de los medios
de comunicación y recursos para la producción de la música. Este reto, concerniente a la
comunicabilidad de las músicas, es central: cómo ampliar la circulación de las músicas incluyendo
aquellas que eligen ser ajenas a las tecnologías de información y comunicación, debe ser un
problema resuelto con imaginación y respeto, sin salidas elementales y torpes que desvirtúen
aquello que las músicas representan: distintas posibilidades de ser, el derecho a la diferencia debe
consagrarse tácita o explícitamente. La comunicación amplia, más allá de su reducción a la
tecnología, pero también con lo que aquella aporta puede generar una intensa comunicación con
un sustrato fecundo de tradiciones propias y ajenas que la multiculturalidad dinamiza para la
expansión de la creación.

En efecto, en el momento presente, las músicas que el sector genera no transitan con suficiente
dinámica ni amplitud. Aún se suele situar la dificultad de circulación en la debilidad, cierta, de la
oferta mediática y la relativa debilidad de las redes; sin embargo, es conveniente insertar en la
agenda preguntas sobre cómo las músicas son usadas, adquiridas, apropiadas, consumidas, cómo
son socializadas; con este énfasis el sector puede encontrar las causas y motivaciones de las
demandas (económicas), los requerimientos (sociales) y las necesidades (políticas) de la sociedad
por la música.

Por otra parte, el crecimiento del sector es incuestionable. Avanza en modelos de organización
cada vez más complejos e incluyentes, que abren emocionantes posibilidades para una integración
sistemática como a la cual se aspira. Aún con debilidades de representatividad y coordinación,
pero con potencialidad, el sistema de la música en Colombia cuenta con las bases para vincular
asociaciones, agremiaciones, sociedades, organizaciones comunitarias, entes administrativos y un
largo etcétera. También porque se expande la conciencia sobre la importancia de la educación, la
investigación y el lugar de la música en la configuración de la identidad cultural de los ciudadanos
y esta base permite valorar el tema frente a cualquier interlocutor actuante o no dentro del
sector. Sin embargo, aún desde marcos teóricos débiles y referentes que exigen urgente
actualización ha sido general el modo de situar la práctica musical como un derecho de todo
ciudadano.

Sin embargo, una notable ausencia pudo observarse en el Congreso: los ciudadanos, los públicos,
las audiencias. Al respecto: ¿Qué música escuchan los colombianos, hombres, mujeres, niños,
ancianos, pobres, clases medias o adineradas? ¿Por qué escuchan alguna en detrimento de otra,
en qué ciudades o regiones? ¿Por qué medios de comunicación y con qué tecnologías? ¿Dónde y
con qué frecuencia escuchan música en su cotidianidad? ¿Cuántos colombianos han recibido
educación musical? ¿De qué tipo? ¿Los colombianos compran productos o servicios musicales:
cuántos, con qué frecuencia compran, cuánto de su ingreso destinan a este fin? ¿Cómo valoran la
profesión o el oficio del músico, lo consideran importante o irrelevante?... La lista de preguntas
podría continuar, lo evidente es que el sector musical carece de respuestas para estos
cuestionamientos, lo cual evidencia un preocupante desconocimiento. El sector parece no incluir
al ciudadano como parte integral de su estructura, por lo tanto el sector se encuentra susceptible
a importantes errores en la interpretación de la realidad y la ponderación de los resultados de sus

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decisiones. Si el sector no puede comprender que, en ausencia de la demanda, de los usos, de las
vinculaciones de la ciudadanía con la música, su perspectiva adolecerá de un sesgo prominente.

El sector apunta a una mayor conciencia sobre la necesidad de instrumentar una política pública
en música. Las políticas en música, por supuesto tienen precedentes, pero por primera vez se
comprenden las responsabilidades del sector no sólo cómo depositario de las decisiones, sino
como líder de sus implicaciones y procesos. Esta claridad, sin embargo, ha sido asimétrica con la
capacidad de numerosos subsectores para superar posiciones demandantes y obcecadas por
objetivos inmediatos y particulares. No coincide siempre que los beneficios específicos de un
subsector generen sinergias favorables al sector en su conjunto, y esta perspectiva de visión global
sobre las implicaciones de la política en música no es suficientemente robusta en el estado actual.

Por otra parte, el notable crecimiento de las fuentes de información y los medios de circulación del
conocimiento, el Centro de Documentación Musical, las universidades, los bancos de partituras,
los mapas musicales interactivos, los análisis de los componentes pedagógicos, los escenarios de
discusión (congresos, seminarios, foros y conversatorios) se han multiplicado para claro beneficio
de la comunicación entre los agentes del sector. Sin embargo, aún se necesita refinar el diálogo
con el opuesto y la contraparte dentro y fuera del sector musical. En efecto, se logra gracias a este
aumento de información y recursos más diálogo, pero tiene tendencia a convocar a los próximos y
cercanos. En este sentido, el Congreso y el Consejo Nacional proveen espacios de invaluable ayuda
para el contacto de lo múltiple y lo heterogéneo, inevitablemente problemático, pero
extraordinariamente enriquecedor.

La ley de música, la cual condensará aspectos básicos de derechos para el sector, debe ser
también clara en las responsabilidades correspondientes. El sector requiere profundizar en las
consecuencias de la autorregulación, como compromiso ético y de buena práctica, instaurar
mecanismos que establezcan las formas en que las acciones emprendidas por el sector son
vigiladas por el sector mismo, ciudadanía capaz de responsabilizarse por la ciudadanía. Sin ello, la
debilidad del sector se identificará en su permanente dependencia de decisiones exógenas, en la
pérdida de su voz como rector de sus propios trayectos, de la priorización de los temas y
valoración de los objetivos.

Las implicaciones del sector en la economía se evidencian todavía con instrumentos en


construcción y en proceso de refinamiento, se entiende, de manera generalizada, la importancia
socioeconómica del sector musical. Desde hace años y desde enfoques diferentes, se ha
encontrado esencial a la práctica musical para regenerar el tejido social y contribuir con ello a la
conformación de capital social. Contrasta el incuestionable desarrollo del diagnóstico al respecto
con lo mucho que aún debe profundizarse en el diseño de modelos para el análisis y desarrollo
socioeconómico a partir de la cultura.

Los esfuerzos presenciados en el Congreso Nacional de Música son evidencia de las formas en que
la música participa para favorecer los procesos de democratización de la Nación. En efecto, la
preocupación por democratizar la producción-creación, la distribución-circulación y la apropiación-
consumo de la música es una expresión de cómo la cultura, específicamente la música, interviene
políticamente y estructura formas concretas de transformación social contra la exclusión, la
ignorancia, la intolerancia y la inequidad. Este espíritu subyacente ha sido también un propósito
motivado, de manera laboriosa y constante, desde el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de

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Música y el Plan Nacional de Música para la Convivencia que han permitido abrir oídos a las voces
múltiples, contrastantes, de un denso contrapunto, sonoridades de una obra musical creciente,
hermosa, rica e impredecible; en la cual cada colombiano siente que su voz resulta indispensable,
tan invaluable como la de todos sus compañeros de canto, una obra sonora llamada la Nación.

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