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Buenas tardes.
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3.- En tercer lugar expongo otro aspecto que nace de su Corazón y que
podemos definir así: Del Corazón de Jesús fluye un amor misericordioso y como
lo comprendió y vivió la M. Amadora.
4.- Y en una última parte trato del Corazón de Cristo que nos inunda de
su amor, quiere ser amado, siente dolor por las ofensas que se le hacen y
desea reparación. Esta experiencia la podemos ver en la M. Amadora.
Ya desde muy joven sintió que Dios la quería para sí y a los quince años,
siente de modo especial la llamada del Señor e ingresa en la Congregación de
Siervas de San José en Salamanca, donde tenía dos tías religiosas hermanas de
su madre. Permanece en ella demostrando grande amor a su Orden y a sus
Fundadores; satisfecha y entregada al Señor. Día a día se iba realizando en ella
una transformación profunda debida a su exquisita fidelidad que desembocaba
en una vida de unión íntima con Él. Conduce su vida interior bajo el lema “Amar
a Dios sobre todas las cosas, al prójimo como a mí misma y el cumplimiento del
deber”.
Realiza en la Congregación de Siervas de San José sus Votos Perpetuos,
los estudios de Magisterio y su licenciatura en Ciencias Exactas, desempeñando
cargos de profesora y directora en los diversos Colegios que la Congregación
poseía en aquel entonces. Pero el Señor le pide lo que más le cuesta: realizar
una misión nueva y fuera de su querida Congregación a la que tanto quería, y
así, el 25 de marzo de 1942, en Zamora y durante la oración, sintió muy
fuerte en su corazón las frases de: “Tengo ansias de reinar... Escucha la
ignorancia... No me conocen y se pierden por eso... los pobres y abandonados...
¡Sígueme en mi Obra de amor!... El abandono de los Sagrarios”; y todo fuera de
la Congregación.
La Madre Amadora, movida por su ardoroso celo por las almas y por el
deseo de extender el Reino del Corazón de Jesús, realiza numerosas
fundaciones, donde las Celadoras se establecieron formando distintas
comunidades, pero siempre con un solo objetivo: ayudar a las personas
necesitadas.
Pues bien, aquí tenéis todos los detalles de la vida de la Madre Amadora
En los libros publicados por la BAC, y en último libro mío que se acaba de
publicar por la editorial EDICEP que está a la venta y que se titula: “llamadas a
un Reino de amor” podéis encontrar la ampliación de los datos de su vida y de
la Congregación
Nos repetía muchas veces: “El Sagrario es la caldera de vapor que calienta
toda la casa. Una casa y una persona con poco Sagrario no puede dar nada. Se
seca”. “Las criaturas no pueden darnos felicidad; el valor y la fuerza nos la
tiene que dar la Oración y la Eucaristía”, y “Me atraen fuertemente las almas, el
Sagrario, su Reinado, la gracia y todo lo que sea Él”.
En una de sus últimas frases, que pronunció poco antes de morir, decía:
“Doy mi vida por la Iglesia como siempre lo he hecho”. Para ella, la Iglesia era
su Madre y Maestra.
Pues bien, esta es la historia de un alma que pasó por este mundo
ardiendo en amor y en celo por el Señor y su Obra. Este es el perfil interior de la
Madre Amadora.
hombre para los demás. Un corazón que muere a su propio querer, humilde y
lleno de misericordia. Cuando Pablo invita a los Filipenses a tener los mismos
sentimientos de Cristo y luego desarrolla un precioso himno cristólogico
(Filipenses 2, 5-11) nos invita a unirnos al Corazón misericordioso de Jesús y a
identificarnos con él.
La Madre Amadora fue uno de estos testigos que pasó por la vida
irradiando el amor del Corazón de Jesús y trabajando por llevar muchas almas a
su Corazón.
Su espiritualidad fue tan optimista, positiva y sobre todo tan práctica que
atrajo a cuantos se cruzaron en su camino ganándolos para el amor de Cristo.
Quien se mirase en su espejo, veía y sentía el amor de Dios. Y todo lo que le
sucedía lo abandonaba y entregaba a su corazón misericordioso.
Los pobres, los pecadores, los enfermos, los niños, los marginados todos
encontraron refugio y consuelo en el cariño, la bondad y la misericordia de
Jesús que “pasó haciendo el bien” (Hch 10,38). Benedicto XVI nos lo dice en una
carta del 15 de mayo de 2006 manifestando que la manera de amar más clara
es la entrega total de Jesús hasta la cruz.
El amor más grande es el que da la vida por los suyos ( Jn 15,13) y ese
amor sale a nuestro encuentro en ese Corazón misericordioso:
- Amor gratuito, incondicional, sin marginaciones (Mt 5,44)
- Amor que, como buen pastor va en busca de la oveja perdida (Lc 15
1-7)
- Amor que como Padre misericordioso abraza al hijo perdido que le
he malgastado toda su fortuna(Lc 15 11-32)
- Amor sin medida: “os amo como el Padre me ama a mí”(Jn 15,9)
- Amor de amistad: “ ya no os llamo siervos sino amigos”( Jn 15, 11-
17)
- Amor tierno que abraza a los niños (Mc 10,13-16)
- Amor misericordioso: “Yo tampoco te condeno” (Jn 8,11)
- Amor que siente compasión de la muchedumbre: “ que estaban
como ovejas sin pastor”( Mc 6, 30-44)
- Amor ofrecido a los que nadie amaba ( Lc 7, 36-50)
La Madre Amadora entendió muy bien esta faceta del Corazón de Jesús y
la experimentó en su vida de una manera fascinante y lo manifestó en dos
aspectos muy marcados:
de su vida. Nunca decidió vivir nada sin contar desde el principio con el que fue
el motor de toda su vida: el Corazón Vivo de Jesús. Esta confianza le lleva a
arriesgar toda su existencia en quien sabe que le ama, como dice Santa
Teresa. A tal extremo llega su enamoramiento y su fe en el Corazón de Jesús y
en lo que Él le manifiesta ,que, dirigida por sus indicaciones, no duda en dar
pasos difíciles y seguros en la fundación de la Congregación; así lo vemos
cuando sale de su Congregación de las Siervas de San José, a la que tanto ama
y en tantos otros momentos. No duda, a pesar de las muchas dificultades, en
fundar la Obra de las Celadoras, como se puede apreciar en su historia. Guiada
como Abraham por un amor y una fe intrépida, se mete en una aventura, en la
que sólo Él es su guía.
que cada vez que perdona, se conmueve hondamente, como aquel padre:
Cuando aún estaba lejos, le vio el padre, se le conmovió el corazón, y corriendo
hacia él, se arrojó a su cuello y le cubrió de besos (Lc 15,20), M. Amadora en su
vida diaria se deja envolver por estos sentimientos y los manifiesta en infinidad
de ocasiones.
Así entendió la Madre Amadora la bondad del amor del Corazón de Dios
que está deseoso de nuestro amor y que nos repite una y otra vez: “He venido
a curar, a sanar” y “no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores (Mt.,
9,13).
Por último:
“He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres hasta
consumirse y como reconocimiento sólo recibe ingratitudes y desprecios había
manifestado el Corazón de Jesús a Santa Margarita en junio de 1675
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4º.- Cuida y fomenta todos los medios que más pueden dar a
conocer el Corazón de Cristo y así están insertos en la vida de todas
las Celadoras y los inculca a quien la trata, porque comprende que es la
fuente y manantial donde saciamos nuestra sed de paz y amor y la respuesta a
todas las necesidades del hombre. Una de las actividades que las Celadoras
tenemos en nuestro trabajo de apostolado y misión es dejar fijado todos los
medios que fomenten el amor del Corazón de Jesús, podemos comprobar todo
el trabajo de las Celadoras en cantidad de pueblos y ciudades, como son:
los hombres.
"Te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su Amor
omnipotente concederá a todos los que comulguen los nueve primeros viernes
de mes seguidos, la gracia de la penitencia final" (Benedicto XV, en la bula de
canonización de Santa Margarita María de Alacoque recoge estas palabras de
Cristo, para indicarnos lo que le agrada que dediquemos un día a repararle).
Cantidad de pueblos y parroquias son testigos del bien que han hecho las
Celadoras con esta práctica.
La Madre Amadora sabe muy bien que la imagen del Sagrado Corazón de
Jesús, nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama
con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene
un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso
amor no es correspondido. Por esto ella puso como escudo y medalla para el
hábito de las Celadoras la efigie del Corazón de Jesús. Y no sólo en la medalla,
sino en el encabezamiento de todos los escritos internos, en las pizarras de
nuestras aulas, en las jaculatorias continuas que ella nos ha enseñado y nos ha
dejado tan preciosas como:
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“Jesús, que deje de ser lo que soy para ser lo que Tú eres”, “Sagrado
Corazón de Jesús, inflámame con tu amor”
La Iglesia dedica todas las fiestas en honor del Sagrado Corazón de Jesús,
con la finalidad de que lo veneremos, lo honremos y lo imitemos.
Ella nos decía que debemos vivirlas demostrándole a Jesús con nuestras
obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y
que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose
en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros
depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.
Pues bien, quisiera terminar esta conferencia con una fuerte llamada a
concienciarnos:
Muchas gracias por haberme escuchado. A la salida podéis ver los libros
publicados de la M. Amadora. Ahora que estamos ya próximos a cerrar el
Proceso diocesano de su beatificación y el Centenario de su nacimiento,
invoquémosla para que ella nos ayude en nuestras necesidades y
preocupaciones y aprendamos de ella a ser apóstoles de su Reino.
Muchas gracias.