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El Capital
Louis Althusser
Hitos biográficos.
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1844. “Manuscritos de 1844” (inéditos hasta 1932). Inyección de Hegel
en Feuerbach. Marx comunista utópico.
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Advertencia a los lectores del libro I de El capital.
¿Qué es El capital?
Sobre esta obra debe ser juzgado Marx. Sobre ella sola, y no sobre
sus “obras de juventud” aún idealistas (1841–1844); no sobre obras
todavía muy equívocas como La ideología alemana1; ni tampoco los
“Grundrisse”, borradores traducidos al francés bajo el erróneo título de
“Fundamentos de la crítica de la economía política”2; ni siquiera sobre
el célebre “Prefacio” a la Contribución3, en el que Marx define con
términos muy equívocos (por hegelianos) la dialéctica de la “corres-
pondencia y no correspondencia” entre las Fuerzas productivas y las
Relaciones de producción.
5
humana: el descubrimiento del sistema de conceptos (por lo tanto, de
la teoría científica ) que abre al conocimiento científico lo que podría-
.
6
clase económica (los sindicatos) y política (al principio los partidos
socialistas, luego los comunistas), que aplican una “línea” de masa de
lucha para la toma del Poder de Estado: “línea” fundada sobre “el
análisis concreto de la situación concreta” (Lenin) en la que tienen que
combatir (“análisis” efectuado por una justa aplicación de los concep-
tos científicos de Marx a la “situación concreta”).
4 Ver. por ejemplo, el comienzo del texto de Lenin El Estado y la revolución. [Hay
varias ediciones en castellano: en las Obras completas, las Obras escogidas, o en
fascículo separado. (N. del T.)]
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cuenta (no se pueden dar cuenta) de la extraordinaria potencia y
variedad de la empresa ideológica a la que son sometidos en su “prác-
tica” misma. Salvo algunas excepciones, no se hallan en condiciones de
criticar ellos mismos las ilusiones en que viven y que contribuyen a
mantener porque, literalmente, están cegados por ellas. Salvo algunas
excepciones, no se hallan en condiciones de realizar la revolución
ideológica y teórica indispensable para reconocer en la teoría de Marx
la teoría misma de la que su práctica necesita para volverse finalmente
científica.
Frente a El capital hay dos tipos de lectores: los que tienen expe-
riencia directa de la explotación capitalista (ante todo, los proletarios u
obreros asalariados de la producción directa y también, con matices
según su lugar en el sistema de producción, los trabajadores asalaria-
dos no proletarios) y los que no tienen experiencia directa de la
explotación capitalista pero que, con todo, son dominados, en sus
prácticas y su conciencia, por la ideología de la clase dominante (la
ideología burguesa). Los primeros no experimentan dificultad ideoló-
gico–política para comprender El capital, puesto que habla a las claras
de su vida concreta. Los segundos experimentan una extrema dificul-
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tad para comprender El capital (aunque sean muy “sabios”, yo diría:
sobre todo si son muy “sabios”), puesto que existe una incompatibili-
dad política entre el contenido teórico de El capital y las ideas que
tienen en la cabeza, ideas que “reencuentran” (puesto que las ponen en
ellas) en sus prácticas. Es por ello que la dificultad nº1 de El capital es,
en última instancia, una dificultad política.
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verdaderamente son determinantes en última instancia para toda
lectura de El capital y de su libro I.
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del “plusvalor total”, nadie puede tocarlo con las manos ni contarlo;
sin embargo, estos dos conceptos abstractos designan realidades
efectivamente existentes. Lo que hace que la abstracción sea científica
es justamente que designa una realidad concreta que existe verdade-
ramente, pero que no se puede “tocar con las manos” ni “ver con los
ojos”. Por lo tanto, todo concepto abstracto da el conocimiento de una
realidad cuya existencia revela: concepto abstracto quiere decir,
entonces, fórmula aparentemente abstracta, pero en realidad terrible-
mente concreta a causa del objeto que designa. Este objeto es terrible-
mente concreto en tanto es infinitamente más concreto, más eficaz, que
los objetos que podemos “tocar con las manos” o “ver con los ojos”; y
sin embargo, no podemos tocarlo con las manos ni verlo con los ojos.
Lo mismo ocurre con el concepto de valor de cambio, el concepto de
capital social total, el concepto de trabajo socialmente necesario, etc.
Todo esto se puede aclarar fácilmente.
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capital. Marx lo dice: es “el modo de producción capitalista y las
relaciones de producción e intercambio que le corresponden”. Ahora
bien, se trata de un objeto abstracto. En efecto, y a pesar de las apa-
riencias, Marx no analiza ninguna “sociedad concreta” —ni siquiera la
Inglaterra de la que habla todo el tiempo en el libro I— sino el MODO
DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA y nada más. Este objeto es abstracto:
esto quiere decir que es terriblemente real y que no existe en estado
puro nunca, puesto que existe solamente en las sociedades capitalistas.
Simplemente: para analizar estas sociedades capitalistas concretas
(Inglaterra, Francia, Rusia, etc.) es necesario tener en cuenta que están
dominadas por esta realidad terriblemente concreta e “invisible” (a
simple vista) que es el modo de producción capitalista. “Invisible”: por
lo tanto, abstracta.
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Por ello, un primer consejo de lectura. Tener siempre muy pre-
sente esta idea de que El capital es una obra de teoría que tiene por
objeto los mecanismos del modo de producción capitalista y de él solo.
13
¿De quiénes se va a componer, fundamentalmente, este público?
5º De estudiantes.
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fueron expuestas sin ningún esfuerzo de imaginación notable [24]
cuando aún vivía Marx y luego repetidas incansablemente. Estas ideas
falsas han sido fabricadas y defendidas desde hace un siglo por todos
los economistas e ideólogos burgueses y pequeñoburgueses5 para
“refutar” la teoría marxista.
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parte, público obrero–asalariado; por otra parte, público intelectual. Se
entiende que estos dos grupos se recortan en una de sus franjas
(algunos asalariados son al mismo tiempo “trabajadores intelectua-
les”);
16
PUNTO I.
Este consejo es más que un consejo: con todo el respeto que les
debo a mis lectores, es una recomendación que me permito presentar
como una recomendación imperativa.
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prenden sin ninguna dificultad puesto que se trata simplemente de la
teoría científica acerca de aquello de que tienen experiencia cotidiana:
la explotación de clase.
Siguen luego dos secciones muy densas, pero muy claras y decisi-
vas para la lucha de clases, aún hoy.: la sección III y la sección IV.
Tratan de las dos formas fundamentales del plusvalor de que dispone
la clase capitalista para llevar al máximo la explotación de la clase
obrera: lo que Marx llama plusvalor absoluto (sección III) y plusvalor
relativo (sección IV).
Por experiencia, todos los proletarios saben esto que Marx de-
muestra en la sección III: la tendencia irresistible del sistema capitalis-
ta al acrecentamiento máximo de la explotación por medio de la
prolongación de la duración de la jornada de trabajo (o de la semana
de trabaje). Este resultado se alcanza ya sea a pesar de la legislación
existente (en realidad, las 40 horas nunca fueron aplicadas), ya sea en
el medio de la legislación existente (por ejemplo, las “horas extraordi-
narias”). Aparentemente, las horas extraordinarias les “cuestan muy
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caro” a los capitalistas, puesto que las pagan veinticinco, cincuenta y
hasta ciento por ciento por encima de la tarifa de las horas normales.
Pero en realidad, son ventajosas para ellos, porque permiten que las
“máquinas”, con la vida cada vez más breve a causa de los rápidos
progresos tecnológicos, funcionen veinticuatro horas por veinticuatro.
Dicho de otra manera, las horas extraordinarias les permiten a los
capitalistas sacar el máximo provecho de la “productividad”. Marx ha
mostrado muy bien que la clase capitalista no paga ni pagará jamás
—en detrimento de su salud (su renta)— horas extraordinarias a los
obreros para complacerlos o para permitirles prosperar, sino para
explotarlos por más tiempo. El plusvalor relativo (sección IV), cuya
existencia acabamos de percibir en filigrana en esta cuestión de las
horas extraordinarias, es sin duda la forma nº1 de la explotación
contemporánea. Es mucho más sutil porque es menos visible directa-
mente que el aumento de la duración del trabajo. Sin embargo, los
proletarios reaccionan por instinto si no contra él, al menos, como
vamos a ver, contra sus efectos. [26]
19
y demostrado en El capital, que el modo de producción capitalista se
caracteriza por una “revolución ininterrumpida en los medios de
producción”, ante todo en los instrumentos de producción (tecnolo-
gía). Algo que viene sucediendo desde hace ciento cincuenta años es
declarado “sin precedente” en grandes proclamaciones, y es verdad que
desde hace algunos años las cosas van mucho más rápido que antes.
Pero se trata de una simple diferencia de grado, no de naturaleza. Toda
la historia del capitalismo es la historia de un prodigioso desarrollo de
la productividad a través del desarrollo de la tecnología.
20
mente a la clase obrera ; muy por el contrario, puesto que se realiza,
.
21
capitalista. En esta sección, reconocerán que, en el plano del salario o,
como dicen los ministros y sus “economistas” respectivos, en el plano
del “nivel de vida” o de las “rentas”, la lucha de clase económica de los
proletarios y otros asalariados no puede tener más que un sentido: una
lucha defensiva contra la tendencia objetiva del sistema capitalista al
aumento de la explotación en todas sus formas.
22
de la duración del trabajo y la disminución del salario), o tome una
forma política y, por lo tanto, ofensiva (lucha por la conquista del
poder de Estado, la revolución socialista y la construcción del socialis-
mo), todos los que conozcan las distinciones hechas por Marx, Engels y
Lenin saben qué diferencia separa la lucha de clase política de la lucha
de clase económica.
23
Los lectores podrán pasar luego a la sección VII (“La acumulación
del capital”), que es muy clara. Marx explica que la tendencia del
capitalismo consiste en reproducir y ensanchar la base misma del
capital, en transformar en capital el plusvalor extraído a los proleta-
rios, por lo tanto, que el capital no deje de “crecer como una bola de
nieve al rodar” para extraer sin cesar más plustrabajo (plusvalor) a los
proletarios. Y Marx lo muestra en una magnífica “ilustración” con-
creta: la Inglaterra que va de 1846 a 1866.
24
ción I (La mercancía y el dinero).
3º Leer atentamente las secciones II, III (La producción del plus-
valor absoluto) y IV (La producción del plusvalor relativo).
PUNTO II.
25
culizar una lectura rápida y, en algunos puntos, hasta muy atenta del
libro I de El capital. [29]
26
Hoy ya no es ése el caso. En efecto, disponemos de los cuatro li-
bros, en alemán9 y en francés10. Indico a aquellos que puedan hacerte
que se preocupen lo más posible por remitirse constantemente al texto
alemán para controlar la traducción no sólo del libro IV (dado que
abunda en errores graves), sino también de los libros II y III (algunas
dificultades de terminología no siempre están resueltas) y, por último,
para el libro I, traducido por Roy en una versión que Marx mismo
revisó completamente y rectificó en algunos pasajes, e incluso aumentó
sensiblemente. Porque Marx, que dudaba de las capacidades teóricas
de los lectores franceses11, a veces atenuó peligrosamente la nitidez de
las expresiones conceptuales originales.
10 Editions sociales, Paris, para lo» libros I, II, III. Editions Cosles para el libro IV. (En
castellano: Siglo XXI Editores para los tres primeros libros, Editorial Cartago para el
cuarto. (N. del T.)]
11 Ver el texto de la carta de Marx a La Chatre, su editor francés. (En castellano: Marx,
K. El capital, T. I. Vol. I, p. 21, Siglo XXI, México, 1991. (N. del T.)]
27
buena medida por este prejuicio hegeliano. Por otra parte, Marx releyó
una decena de veces este comienzo antes de darle su forma “definitiva”
—como si se hubiera encontrado con una dificultad que no era sola-
mente de simple exposición— y con razón. [30]
28
se, una vez separada la parte necesaria para la reproducción de las
condiciones de producción, se reparte entre los miembros de la “co-
munidad” (primitiva, comunista). En las sociedades de clases, una vez
separada la parte necesaria para la reproducción de las condiciones de
producción, es extraído por las clases dominantes a las clases explota-
das. En la sociedad de clases capitalista, donde, por primera vez en la
historia, la fuerza de trabajo se vuelve una mercancía, el plustrabajo
extraído adopta la forma del plus–valor.
29
menos en principio— como lo prueba la correspondencia con Engels13.
Pero, materialmente, no era posible que Marx pudiera poner “todo lo
proyectado” en el libro I de una obra que debía componerse de cuatro
libros. Además, si bien Marx tenía “todo en la cabeza”, no dispo-
[31]nía de todas las respuestas a las preguntas que tenía en la cabeza; y
en ciertos puntos, el libro I padece las consecuencias de ello. No se
debe al azar si sólo en 1868, por lo tanto, un año después de la apari-
ción del libro I, Marx escribe que la inteligencia de la “ley del valor”, de
cuya inteligencia depende la inteligencia de la sección I, está al alcance
de un “niño”.
30
sino de los restos, en el lenguaje y aun en el pensamiento de Marx, de la
influencia del pensamiento de Hegel.
14 Cf. Pour Marx, Editions Maspéro, Paris. 1965. [En castellano: Althusser, Louis. La
revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México. 1967. (N. del T.)]
15 Editions sociales, Paris. (En castellano: Marx, K. Crítica del Programa de Gotha,
Biblioteca Proletaria–Ediciones Compañero, Bs. As., 1972. (N. del T.)]
16 Le Capital. Editions sociales, Paris, Tome III, p. 241–253. (En castellano. Marx, K.
31
toda huella de influencia hegeliana.
32
rentes, acerca de la utilidad social de los productos por una parte y del
valor de cambio de los mismos productos por otra parte con términos
que de hecho tienen una palabra en común, la palabra “valor”: por una
parte, valor de uso, y por otra parte, valor de cambio. Si Marx clava en
la picota con el vigor que sabemos al tal Wagner (ese vis obscurus ) en
.
las Notas marginales de 1882, se debe a que Wagner finge creer que co-
mo Marx se sirve en los dos casos de la misma palabra (valor.), el valor
de uso y el valor de cambio resultan de una escisión (hegeliana) del
concepto de “valor”. Lo que sucede es que Marx no había tenido la
precaución de eliminar la palabra valor de la expresión “valor de uso”
y hablar simplemente, como hubiera debido, de utilidad social de los
productos. Aquí vemos por qué Marx, en 1873, en el Postfacio a la
segunda edición alemana de El capital, pudo volver sobre sí mismo y
reconocer que se había arriesgado, “en el capítulo sobre la teoría del
valor” (justamente la sección I), a “coquetear” (kokettieren) “con la
terminología particular de Hegel”. De esto debemos sacar una conse-
cuencia, que llevada al límite supone que se re–escriba la sección I de
El capital de manera que se vuelva un “comienzo” ya no “arduo”, sino
simple y fácil.
33
Ultima huella de la influencia hegeliana, y esta vez flagrante y ex-
tremadamente dañosa (ya que todos los teóricos de la “reificación” y la
“alienación” han encontrado en ella con qué “fundar” sus interpreta-
ciones idealistas del pensamiento de Marx): la teoría del fetichismo (“El
carácter fetichista de la mercancía y su secreto”, parte IV del capítulo I
de la sección I).
Agrego aún algo para evitar al lector del libro I un muy grave ma-
34
lentendido, que esta vez ya no tiene nada que ver con las dificultades
que acabo de evocar, pero que surge de la necesidad de leer muy de
cerca el texto de Marx.
35
= sesenta millones [sesenta por ciento]). En este ejemplo cifrado, por lo
tanto, Marx no habla de una empresa o de otra, sino de una “fracción
del capital total”. Para comodidad del lector y para “fijarle las ideas”,
razona sobre un ejemplo “concreto” (por lo tanto, cifrado); pero este
ejemplo concreto le sirve simplemente de ejemplo para hablar del
capital social total.
36
progresivamente de las grandes empresas industriales urbanas a las
empresas capitalistas agrarias y luego a las formas complejas de otros
sectores (artesanado urbano y rural: explotaciones “agrícolas familia-
res”, empleados y funcionarios, etc.) no sólo en un país capitalista, sino
en el conjunto de los países capitalistas y, por último, en el resto del
mundo entero (por medio de la explotación colonial directa, apoyada
por la ocupación militar [colonialismo.] y la indirecta, sin ocupación
militar [neocolonialismo.]).
37
Naturalmente, Sucede lo mismo —a pesar de la desaparición
formal de la Internacional— en lo que respecta a la lucha de clase
política. Es por ello que es necesario leer el libro I a la luz no sólo del
Manifiesto (“Proletarios de todos los países, ¡uníos!”), sino también de
los estatutos de la primera Internacional, de la segunda y de la tercera,
y, naturalmente, a la luz de la teoría leninista del imperialismo.
38
burguesía. Por el contrario, todo esto es muy fácil de comprender si se
es un proletario, es decir, un obrero asalariado “empleado” en la
producción capitalista (urbana o agraria).
¿Por qué esta dificultad? ¿Por qué esta relativa facilidad? He creído
responder estas interrogantes siguiendo los textos mismos de Marx y
las precisiones que da Lenin cuando, en los primeros tomos de sus
Obras, comenta El capital de Marx. Lo que sucede es que los intelectua-
les burgueses o pequeñoburgueses tienen un “instinto de clase”
burgués o pequeñoburgués, en tanto que los proletarios tienen un
instinto de clase proletario. Los primeros, cegados por la ideología
burguesa que hace cualquier cosa por escamotear la explotación de
clase, no pueden ver la explotación capitalista Los segundos, por el
contrario, a pesar de la ideología burguesa que pesa terriblemente
sobre ellos, no pueden no ver esta explotación ya que constituye su
vida cotidiana.
39
ción teórica bajo la forma de explicaciones y demostraciones objetivas,
lo que les ayuda a pasar del instinto de clase proletario a una posición
(objetiva) de clase proletaria.
40
Rudimentos de bibliografía crítica.20
41
de los “Grundrisse” (traducción en curso en Ediciones Anthròpos, bajo
el título desgraciado de “Fundamentos de la crítica de la economía
política”), notamos una fuerte influencia hegeliana combinada con tu-
fillos de humanismo feuerbachiano. Junto con La ideología alemana,
los “Grundrisse” van a proporcionar todas las citas dudosas que
necesitan las interpretaciones idealistas de la teoría marxista: podemos
preverlo sin temor a equivocarnos.
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II y del libro III, dado que habla extensamente sobre la teoría de la
renta de la tierra y la baja tendencial de la tasa de ganancia (que
aparecerán sólo en el libro III, publicado después de su muerte por
Engels).
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“propiedad colectiva” (noción jurídica) “de los medios de producción”,
sino su “apropiación colectiva” lo que define al modo de producción
socialista. Tesis fundamental: no hay que confundir las relaciones
jurídicas con las relaciones de producción.
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epistemológicos del descubrimiento científico de Marx. Afirmación
categórica de que la dialéctica de Marx no tiene nada que ver con la de
Hegel.
21 Las obras citadas de Lenin existen en traducción francesa en las Obras comple-
tas (Edición francesa), o en fascículos separados. [Lo mismo vale para la Edición
castellana. (N.del T.)]
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15. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, de Lenin
(1913).
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