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Wiesenfeld, E. (1994). Paradigmas de la Psicología Social Comunitaria. En Psicología Social Comunitaria.

Montero, M. (Comp.). 1ª Ed., Universidad de Guadalajara, México, pp. 15-31

PARADIGMAS DE LA PSICOLOGIA SOCIAL-COMUNITARIA


LATINOAMERICANA.

Esther Wiesenfeld.
Universidad Central de Venezuela.

Antecedentes y estado actual de la psicología social comunitaria.

La psicología comunitaria (PC) o psicología social comunitaria (PSC), como se le


conoce comúnmente en América Latina, es una especialidad de origen reciente dentro de la
psicología. Surge en Estados Unidos en 1965, motivada por la insatisfacción de psicólogos
preocupados por la orientación de la psicología clínica hacia la salud mental, la injusticia
social y las limitaciones del paradigma psicológico vigente para enfrentar esta
problemática.

Newbrough (1992) distingue tres etapas en el desarrollo de la PC. La primera abarca


desde 1965, año en el que se realizó la conferencia de Swampscott a la cual se atribuye el
nacimiento oficial de la disciplina, donde se pretendió definirla y desarrollar modelos de
entrenamiento del psicólogo comunitario, hasta la conferencia de Austin en 1975, que
marca el cierre del primer periodo con el reconocimiento de la posibilidad de modelos
alternativos de entrenamiento. La segunda etapa abarca desde 1975 hasta 1989, y se
caracteriza por un énfasis preventivo en la salud mental comunitaria orientada por el
enfoque ecológico y el abordaje de problemas sociales padecidos por grupos marginados
socialmente. La tercera etapa se caracteriza por una mayor consideración de los problemas
sociales, su abordaje interdisciplinario y por la integración del conocimiento generado.

Al principio del segundo periodo del desarrollo de la disciplina, Rappaport(1977)


planteó que las definiciones que hasta entonces se habían elaborado, no representaban su
verdadero alcance, ya que la experiencia había demostrado que el énfasis en la salud mental
quedaba estrecho como objetivo, y que el acento en los factores ambientales como rasgo
definitorio, era demasiado general, ya que el mismo, caracterizaba no sólo a esta disciplina,
sino en general a la psicología moderna. Propuso entonces no delimitarla sino considerarla
como una perspectiva orientada a la búsqueda de nuevos paradigmas, o nuevas formas de
comprender y actuar, las cuales a su modo de ver, debían considerar tres elementos
importantes: a) la relatividad cultural; b) la diversidad humana y el derecho de la gente a
acceder a los recursos de la sociedad y elegir sus metas y estilo de vida y c) la ecología o
ajuste entre personas y ambiente en el que se destaca el social como un determinante del
bienestar humano. La consideración de estos elementos requiere el desarrollo de recursos

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humanos, el compromiso con la actividad política orientada al cambio social y una actitud
científica dirigida a la investigación y conceptualización, aspectos de difícil integración.

De acuerdo con Rappaport, los paradigmas psicológicos no han sido diseñados para
dar cuenta de los problemas que la PC quiere resolver por centrarse en la persona y no en su
ambiente, en la adaptación de la persona al ambiente y no en el ajuste entre ambos (enfoque
ecológico); por fundamentarse en la fe en la autoridad y no reivindicar el derecho a la
diversidad y el acceso equitativo de oportunidades para un mayor poder y control sobre sus
vidas. Sugiere, en consecuencia, desarrollar un nuevo paradigma que considere estos
problemas.

En las ciencias sociales, a juicio de Rappaport, puede haber más de una manera de
ver estos problemas; por lo tanto, podrá haber más de un paradigma. Por otra parte, dada la
eficacia relativa de los paradigmas, ya quede lo contrario no cumplirían la función de
orientar a la búsqueda de problemas, debemos identificar los aportes de los paradigmas
existentes para la PC, tanto en lo conceptual como en lo metodológico. Para Kuhn (1975),
por el contrario, los paradigmas son incompatibles entre sí ya que el surgimiento de uno
nuevo implica la caducidad del anterior para dar cuenta de problemas relevantes y en
consecuencia el nuevo chocará con los supuestos básicos del viejo. Comparto con
Rappaport el empleo del término paradigma de una manera laxa, en virtud de que el cuerpo
de conocimientos que es necesario generar para consolidar un paradigma es imposible
tenerlo en su punto de partida sin que ello desmerezca la calidad de dichos conocimientos.
Con base en estas consideraciones Rappaport utiliza los términos, marcos, modelos,
orientaciones, paradigma, de una manera indistinta.

En vista de que en sus inicios ningún paradigma está en condiciones de solucionar


los problemas para los cuales fue creado, resulta interesante, a quince años de la propuesta
de un paradigma diferente para la PC, analizar cuales han sido sus logros.

Newbrough (1992) en un análisis acerca del estado actual de la PC en Estados


Unidos, explica que recientemente esta disciplina se ha volcado hacia problemas sociales
específicos tales como el SIDA, la carencia de vivienda, con la doble perspectiva de
abordar problemas y generar conocimientos, objetivos planteados en la conferencia de
Swamscott en 1965, pero no enfrentados hasta ahora desde la perspectiva social
comunitaria. Se espera además que se logren integrar los dos componentes del nombre de la
disciplina: psicología y comunidad, dentro de una nueva teoría. Al respecto, Newbrough
cita a Dokecki (1922) quien ofrece una alternativa para esta integración a partir de lo que
denomina: “personas en comunidad”, que promueve el desarrollo conjunto de ambas
orientada por los principios de fraternidad, igualdad y libertad. La fraternidad se refiere al
desarrollo social efectivo, la igualdad a los recursos para el crecimiento y desarrollo, y la
libertad a las oportunidades para el desarrollo individual. Otro aspecto que reivindica
Newbrough para esta nueva era posmoderna, es una orientación interdisciplinaria a los
problemas sociales.

Todos los aspectos señalados conducen a una redefinición del rol del psicólogo ó
psicóloga comunitario como el de un colaborador efectivo. Dokecki (1992) concibe ese rol
como el de un practicante reflexivo-generativo (reflexive-generative practitioner,, p. 27) lo

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cual es una combinación del practicante reflexivo propuesto por Schon en 1983 y del
teórico generativo descrito por Gergen en 1978. El primero es un interventor que intenta
contribuir al bienestar humano a través del intercambio entre el uso y la generación del
conocimiento, visto a través del desarrollo teórico contribuir al bienestar humano guiado
por un conjunto de valores. Este rol es cónsono a la estrategia de la investigación acción, la
cual “... es un ciclo generador de conocimiento que comienza y culmina con la práctica, y
que a lo largo del proceso emplea de manera sistemática la investigación y la reflexión...”
(p. 20). La fortaleza del campo está en su actividad social.

Las implicaciones de esta perspectiva se sintetizan en “... el desarrollo de una praxis


que contribuya a unificar conceptual, funcional y metodológicamente el campo”... (p.21).
Desde el punto de vista conceptual, el concepto unificador que ha emergido con más fuerza
es el de empowerment o fortalecimiento, propuesto por Rappaport (1981), y el cual según
Newbrough debería pensarse no sólo en términos del ideal de libertad, sino también del de
fraternidad e igualdad. Queda por dilucidar cómo hacerlo.

Funcionalmente sustenta que es necesario desarrollar un sentido de comunidad


dentro de la disciplina, con el fin de integrar los esfuerzos de entrenamiento e investigación,
hasta ahora aislados. Esto es interesante por cuanto se aplican a la comunidad de
profesionales los principios que ellos intentan trabajar en las comunidades que participan y
que es ciertamente un tema de interés teórico además de aplicado.

Desde el punto de vista metodológico defiende el empleo de múltiples


procedimientos. A. Respecto Dokecki propone una clasificación de los métodos con base
en dos criterios: niveles de indagación (micro y macro) y dos tipos de indagación
(cualitativa/impersonal y cualitativa/personal). El nivel microcuantitativo está re-presentado
por la investigación evaluativa; el micro/cualitativo por la fenomenología; el
macro/cuantitativo por el análisis conductual de sistemas y el macro/cualitativo por la
filosofía política. El primero corresponde a estudios experimentales y funcionales, análisis
de costo-efectividad, los cuales ayudan a la PC a determinar las relaciones causales entre
variables y que caracteriza la investigación tradicional en psicología. Los segundos
corresponden a estudios interpretativos, metodología fenomenológica, y otros métodos
cualitativos que permiten comprender los significados, intenciones e interpretaciones en
torno a situaciones de la comunidad tales como aquellas en las que se han encontrado
relaciones significativas entre variables empíricas: esto ha sido del dominio de los
psicólogos humanistas. Los terceros se refieren a métodos cuantitativos multivariados
aplicables a la comunidad, organización, y permiten entender el funcionamiento de
relaciones en redes o sistemas y ha sido el contexto en el que han trabajado muchos
psicólogos comunitarios. El cuarto se refiere a la exploración de las visiones de mundo y
ayudan a entender sistemas sociales y políticos en los cuales se contrastan valores,
ideologías, en éste un abordaje que según el autor han evadido los psicólogos. Es
interesante que la variedad metodológica descrita corresponde a diferentes paradigmas, lo
cual defiende el autor alegando que dad a la complejidad de los fenómenos que enfrentan,
los psicólogos comunitarios deben abordar de este modo su objeto de estudio.

En el balance descrito, Newbrough no hace referencia a paradigma/s pero sí a una


demanda de unificación teórica. No queda claro sin embargo, si está partiendo del supuesto

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de un paradigma único que hasta el presente ha orientado el desarrollo del campo, o si
asumiendo su diversidad aboga por su integración. De la posición de Dokecki en lo
metodológico, se desprende un pluralismo paradigmático con el que aparentemente
concuerda Newbrough. ¿Es todo posible a la luz de los tres criterios que de acuerdo a Guba
(1990) definen un paradigma: el ontológico, el epistemológico y el metodológico? ¿Implica
lo anteriormente expuesto reconocer que es posible combinar aspectos de diferentes
paradigmas e incluirlos en uno nuevo, o que es posible desarrollar uno nuevo que requiera
de otros para ampliar la comprensión y solución de los problemas? Responder esto resulta
muy ambicioso, sin embargo es factible iniciar la búsqueda de respuestas a estas
interrogantes delimitando la tarea al análisis del quehacer de la PC en una región específica,
donde la disciplina ha tenido un desarrollo propio: América Latina. Por otra parte y para
efectos de este trabajo, intentaremos detectar las orientaciones teóricas de diferentes países
de la región a partir del análisis de casos de intervención comunitaria así como de artículos
teóricos.

La psicología social comunitaria en América Latina.

Algunas consideraciones.

En América Latina son los psicólogos y psicólogas sociales quienes, haciéndose eco
e los cuestionamientos a la psicología social en la década del setenta promueven un giro de
la disciplina orientado hacia la aplicación del conocimiento en la solución de los problemas
sociales. Este cuestionamiento motivó a los profesionales del área a movilizarse, salir del
aula e ir a los contextos en los que los problemas sociales se estaban manifestando, siendo
las comunidades, particularmente marginales, una de las más representativas.

Las concepciones sobre la disciplina apuntan a su objetivo de estudio (grupos en


situación de desventaja), un objetivo (promoción del cambio de las condiciones adversas),
estrategias (concientización, aumento del poder y control sobre el ambiente), rol del
psicólogo, (facilitador comprometido, colaborador reflexivo), entre otros. Una definición
que engloba estas concepciones es la de Montero (1984) quien la define como:

... la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que
permitan desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden
ejerces sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y
lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social (Montero, 1984, p. 390).

Desde sus inicios, son numerosas las experiencias llevadas a cabo en comunidades
por los profesionales de la psicología social. Es notable, sin embargo, el énfasis aplicado en
estas experiencias, que va en detrimento del desarrollo teórico de la disciplina. En efecto, el
papel de psicólogos y psicólogas comunitarios se convierte en el de facilitadores, cuyos
conocimientos y grado de compromiso con la comunidad contribuyen a que ésta se
organice y participe activamente en la solución de sus problemas a través de la toma de
conciencia de su posición dentro de la sociedad y del cuestionamiento a la misma, apoyada
en la metodología de la investigación-acción participativa. Pero cabe preguntarse: ¿Cuáles
son los fundamentos teóricos que orientan estas experiencias? ¿Pertenecen éstos a un
mismo paradigma? ¿ a cuáles?.

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La revisión y análisis de artículos, tesis y trabajos de investigación en el área
realizados en algunos países de América Latina (Brasil, Colombia, Chile, México, Puerto
Rico, Venezuela), revelan el empleo de diferentes paradigmas aún dentro de un mismo
proyecto (Sánchez y Wiesenfeld, 1991).

A continuación presentamos las orientaciones teóricas en las que se basan dichos


trabajos y sus posibilidades de integración en un modelo coherente que permita aborda de
manera sistemática el trabajo en comunidades y avanzar en el desarrollo teórico de la
disciplina.

Orientaciones teóricas en la PSC latinoamericana.

El análisis que presentamos a continuación se basa en: 1) los artículos publicados en


el número especial de la revista Applied psychology: An International Review (Sánchez y
Wiesenfeld, 1991), dedicado a la PSC en América Latina, en el cual participaron colegas de
Brasil (Lane y Sawaia), Colombia (Granada), Chile (Krause-Jacob), México (Reid y
Aguilar), Puerto Rico (Serrano-García y López Sánchez) y Venezuela (Sánchez, Cronick y
Wiesenfeld), 2) los capítulos que aparecerán publicados en el libro Contribuciones
latinoamericanas a la psicología social comunitaria (Sánchez y Wiesenfeld, coords. En
prensa), en el cual participan colegas de Argentina (Chinkes, Lapalma y Nicemboin), Brasil
(Lane y Sawaia), Chile (Asun, Krause, Aceituno, Alfaro y Morales) Colombia (Granada),
México (Reid y Aguilar), Puerto Rico (López Sánchez y Serrano-García) y Venezuela
(Wiesenfeld y Sánchez), 3) artículos teóricos de Escovar (1977,1989) de Panamá, Lane y
Sawaia (1991b), de Brasil, Montero (1980, 1984, 1988, artículo en prensa), de Venezuela,
Rivera Medina y Serrano-García (1985), Serrano-García (1990), Serrano-García y López
Sánchez (1990) de Puerto Rico.

En primer lugar enumeraremos los conceptos, teorías, paradigmas, así como la


metodología y técnicas que aparecen mencionadas en las referencias arriba citadas, las
cuales si bien no agotan la literatura sobre el tema en la región ni abarcan todos los países
en los cuales hay un desarrollo de la PSC en América Latina, constituyen una muestra
importante del quehacer de los profesionales de la disciplina.

Brasil

Los trabajos detectados en este país fueron ampliados con base en dos etapas de su
desarrollo: la primera que culmina en 1981 con el Primer Encuentro Regional de Psicología
de la Comunidad realizado en Sao Paulo, en el cual se analizaron trabajos realizados
durante la década del setenta, y la segunda que recoge trabajos realizados entre 1981 y
1988, los cuales fueron discutidos en el Segundo Encuentro Regional en Belo Horizonte en
1988. Ambos encuentros fueron organizados por la ABRAPSO (Asociación Brasilera de
Psicología Social).En el primero se notó la mayor atención en la educación popular,
orientada por los principios de. Concientización y problematización de Paulo Freire. Se
aspiraba a que a través de estos dos procesos se lograse una organización y movilización de
las comunidades en la solución de sus problemas. También encontramos trabajos orientados
a la acción clínica con énfasis del psicólogo por considerar que la misma asume una visión

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fragmentada del ser humano al abordar de manera independiente los procesos
mencionados: educación y aprendizaje, terapia y concientización. Lo común a los tres
procesos es la relación grupal, que a juicio de las autoras es la que permite descubrir
nuestra individualidad, la realidad y la sociedad. Consideran al ser humano como una
totalidad y demandan respuestas acerca de la especificidad psicológica de la práctica
comunitaria.

En el segundo encuentro se destacan las técnicas de dinámica de grupos como


procedimientos para lograr la organización popular, lo cual ayuda a definir la actuación del
psicólogo o psicóloga, orientada a desarrollar grupos concientizados, aptos para el
autocontrol de sus condiciones de vida a través de actividades cooperativas y organizadas.
Se destaca el concepto de poder y el rescate de la subjetividad para la comprensión de las
representaciones del mundo, así como de las emociones y afectos que definen la
individualidad.

Desde el punto de vista metodológico emplean la estrategia de la investigación-


acción-participativa que según las autoras coincide con los presupuestos ontológicos y
epistemológicos de la PSC. No especifican el paradigma al cual corresponden esos
presupuestos, pero consideramos que se insertan en las ciencias críticas o teoría crítica para
la cual la realidad es ontológicamente ideológica y epistemológicamente subjetiva, mediada
por los valores. La actividad está orientada a preparar al grupo como colectivo, a enfrentar
la alineación en el trabajo. Destaca también el papel de la emoción como mediador en el
proceso de tona de conciencia, y por tanto de la praxis de la PSC. En este sentido un hecho
objetivo se transforma en un contenido psíquico que despierta un cúmulo de emociones que
se comparten, y al compartirlas se objetiva la subjetividad y se subjetiviza la objetividad.

La IP es empleada de diversas formas que reflejan las modalidades de inserción del


profesional. Por una parte la investigación de inserción del profesional. Por otra parte la
investigación puede verse como una fuente de información para hacer más eficiente la
acción militante, pero sin incorporar la acción a la investigación, la acción indisoluble de la
acción, la investigación como estrategia de movilización y organización de la población
con fines políticos, la investigación como un momento de reflexión y sistematización de
una acción en desarrollo para hacerla más eficiente. La reflexión se emplea para decidir el
rumbo de la investigación, para discutir las interpretaciones a la información recogida, para
devolver a la comunidad esa información. Las reflexiones se hacen generalmente en
pequeños grupos con la ayuda de técnicas grupales como el psicodrama, sociodrama,
técnicas de dinámica de grupo.

Las técnicas fundamentales de recolección de información en la IP con cualitativas


(historia de vida, diario de campo, entrevista abierta, entrevista de grupo), sin embargo se
emplean también la encuesta y el cuestionario para levantar el perfil del grupo e identificar
sus problemas.

En síntesis la PSC en Brasil, persigue el carácter liberador de la ciencia y la


emancipación del ser humano. Conciencia y actividad se confrontan y superan por la
reflexión. Se reivindica la importancia de la emoción la cual es considerada como mediador

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de la conciencia y de la práxis. Es este un paradigma que caracteriza a la teoría crítica de
corte marxista.

Colombia.

En Colombia, describe Granada (1991) las dificultades a nivel académico de romper


con una tradición en cuanto a la formación académica de muchos profesionales conscientes
de las limitaciones del paradigma positivista. Sustenta, sin embargo, que la naturaleza y
magnitud de los problemas sociales del país, así como la cantidad y características de la
población impactada por los mismos, ha demandado la búsqueda de respuestas alternativas
y propias. Esto de hace preferentemente desde las universidades.

Entre los problemas que se han abordado se mencionan: a) la rehabilitación de


farmacodependientes con antecedentes delictivos a través de estrategias no tradicionales
fundamentadas en la capacitación y trabajo autogestionario, rechazo a la
institucionalización, b) la prevención de la accidentalidad vial a través de la investigación
sobre la percepción y valorización del riesgo de accidentalidad por parte de conductores y
usuarios de vehículos a fin de utilizar la información recogida para el diseño de campañas
preventivas y educativas (no se mencionan los enfoques teóricos empleados, solo se alude a
la psicología ambiental como la perspectiva disciplinaria desde la que se aborda el
problema), c) la investigación del comportamiento participativo de una comunidad,
partiendo de la reconstrucción crítica de su historia de participación, d) la aplicación de
técnicas de intervención basadas en el principio de mercadeo social para la participación
comunitaria, e) estudio sobre la relación personalidad y cultura a través de la significación
del curanderismo basado en hierbas medicinales y empleando el método etnográfico y
estudio de caso, f) programa de atención integral a la salud del escolar a través del
diagnóstico de necesidades y la reflexión y sensibilización hacia los problemas, lo cual
favoreció cambios de actitudes de padres y escolares hacia su realidad y les permitió
desarrollar procesos organizativos para el cambio de políticas institucionales, orientar el
diseño de un programa de atención materno-infantil basado en la autogestión grupal para la
investigación y el análisis y solución de problemas relacionados con la gestación y parto, g)
promover el desarrollo de la conciencia crítica en una comunidad marginal a través del
problema de la basura y promover la solución autogestionaria de dicho problema, basada en
la investigación-acción-participativa, familiarización con la comunidad, detección y
reflexión en torno a las necesidades, movimiento o práxis hacia la solución del problema
elegido, evaluación general de la experiencia.

Los problemas abordados son de distinta naturaleza, la participación es un principio


común a todos, el contexto socioeconómico, político y cultural se propone como elemento
necesario para la comprensión de los problemas. Aunque en la formulación inicial de los
mismos participan los psicólogos, a lo largo del proceso se incorporan otros profesionales y
se reivindica en todos la importancia del saber popular.

A partir de la enumeración de estos problemas, Granada concluye que los mismos


se abordan de una manera empírica antes que teórica, es decir cuando hay una demanda
externa y apremiante que requiere de un ritmo distinto al del científico y donde se busca el
efecto social antes que la generación de conocimientos, la puerta en marcha de tecnología

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inmediata de solución antes que estrategias a largo plazo. Los estudios e intervenciones
descritos se han efectuado con métodos y diseños convencionales: modalidades casi
experimentales y estudios de campo, diseños aleatorios o autoseleccionados, técnicas como
la entrevista, la encuesta, registros observacionales, diferencial semántico, escalas,
cuestionarios, y se recurre a técnicas de análisis tanto cualitativas como cuantitativas. La
investigación acción es, según Granada, un ideal más que un logro, ya que los intentos de
promover la participación de la comunidad no suelen pasar de la etapa de diagnóstico y
planeación de la acción. En consecuencia las fases de diseño, ejecución y evaluación no son
tan participativas, y representan un reto que deben enfrentar los investigadores e
investigadoras.

La variedad de casos descritos revela una etapa de evolución de la disciplina que


aún permanece apegada al paradigma positivista, en el que una realidad externa, percibida
como problemática, demanda atención. Esa realidad es explorada a través de diversas
técnicas, y la información recogida se intenta poner, además de a disposición del agente que
la requirió que no necesariamente es la comunidad, al servicio de la comunidad. También la
comunidad puede participar en la identificación y reflexión de sus problemas. Es esta una
combinación de una orientación ontológica y epistemológica positivista con una
metodología tanto positivista como crítica basada en los principios de la investigación-
acción-participativa (IAP) de Fals Borda y de la problematización y concientización de
Freire.

La falta de información específica en relación con los fundamentos teóricos en los


casos descritos, dificultan un análisis más profundo de los mismos, sin embargo
consideramos que existe una contradicción entre los objetivos que orientan las
investigaciones e intervenciones y el modo de abordarlas, estando los primeros motivados
por una aproximación que no sólo desde la perspectiva metodológica reivindique el papel
protagónico de la comunidad, sino también considere la construcción que ella hace de su
propia realidad y donde la práxis no se conciba como un proceso independiente de dicha
construcción. ¿Es esto pluralismo paradigmático? Pensamos que no, en la medida en que
los procesos se consideran de manera fragmentada y donde no hay intentos de integración
de objeto y objetivo, así como tampoco de teoría, práxis y metodología.

Chile.

El caso de Chile reviste un interés particular dado que ese país estuvo sujeto a un
régimen dictatorial durante una etapa importante del desarrollo de la PSC en América
Latina, de allí que la misma tuvo una evolución diferente a la del resto de los países
analizados en este trabajo.

Así como en otros países de la región la universidad ha jugado un papel


fundamental en la investigación e intervención de comunidades, en Chile, este proceso (el
cual tiene sus antecedentes en 1969 con el modelo asistencial para las comunidades
propuesto por el psiquiatra Juan Marconi) se vio truncado, y la única manera de
aproximarse a las comunidades era con fines asistenciales y con el apoyo de la iglesia.

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El desarrollo comunitario persigue como objetivo el desarrollo de los recursos y
potencialidades de las comunidades para la solución de sus problemas. Se requiere, en
consecuencia, identificar junto con la comunidad ambos aspectos: recursos y problemas, y a
partir de la reflexión de los mismos, promover la participación comunitaria en su solución.
En este enfoque hay una clara orientación hacia la intervención o praxis, sin embargo la
dimensión teórica, crítica, investigativa, parece relegada. Como referencias conceptuales
Krause Jacob cita a Alinski (1971) y Rothman (1974), los cuales proponen guías o modelos
para la acción. La descripción de esta orientación está basada en el relato de una
experiencia de una villa seriamente dañada desde el punto de vista físico por el régimen
militar. En dicha villa se logró organizar a la comunidad y motivarla hacia la promoción de
la salud a través del desarrollo de redes sociales.

La educación popular basada en los principios de Paulo Freire es otra orientación


detectada en la PSC en Chile. En ella se desarrolla la conciencia social a través del
desarrollo cognitivo mediante el diálogo, y el profesional acompaña a la comunidad en este
proceso con una actitud comprometida.

El caso que ilustra el proyecto de salud mental comunitaria y rehabilitación social,


no es precisamente típico de la PSC. Más bien es un ejemplo de lo que no se debe hacer, ya
que el mismo tuvo como propósito proveer asistencia a jóvenes drogadictos. Es decir, el
carácter curativo en contraposición al preventivo prevalecía y en el mismo imperaba el
modelo médico de atención al paciente y no uno ecológico.

En los dos primeros casos se nota un compromiso político del profesional con las
comunidades pobres y una orientación hacia el desarrollo y participación de diferentes vías.
Nos encontramos ante el caso en el que no está explicitado el modelo teórico, más aún, no
hay una relación entre el práxis y la generación del conocimiento popular, el mismo no se
incorpora a la reflexión teórica del profesional. La actividad práctica tampoco está
claramente orientada por la metodología de la investigación-acción-participativa, y los
principios de Freire son utilizados como herramientas para la acción. Podemos concluir que
la PSC en Chile requiere de la consideración de esta limitación a fin de promover su
desarrollo para enfrentar los apremiantes problemas de esa realidad, factibles de abordar en
virtud del cambio reciente de régimen político.

México.

La información relativa al caso de México proviene de dos fuentes: los artículos


sobre la PSC en ese país escritos por A. Reid y M. Aguilar, y la aportada por J. Gómez del
Campo y descrita en un artículo realizado por S. Wingenfeld y R. Newbrough sobre la
psicología comunitaria desde una perspectiva internacional (en prensa).

En México no hay una influencia teórica dominante en la PSC, existe más bien un
análisis crítico de teorías tradicionales del desarrollo y un intento de vincular la práxis
comunitaria con los temas de preocupación de la psicología social.

Se han identificado los siguientes enfoques teóricos (a los cuales se adscriben


respectivamente grupos de profesionales pertenecientes a diferentes universidades): el

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enfoque humanista de C. Rogers que promueve el desarrollo humano por medio de la
participación y actualización, se trabaja también la pasividad y la falta de poder
(Universidad Iberoamericana), el modelo ecológico transaccional propuesto por
Newbrough (1973, citado por Reid y Aguilar, 1991) (ITESO), el enfoque de las
representaciones sociales de S. Moscovici, destacando el papel de las minorías activas y su
participación activa para la solución de sus problemas (COAHUILA), el análisis conductual
aplicado (Universidad Nacional autónoma, ENEP Iztacala), el análisis crítico basado en la
teoría marxista, psicoanálisis y el concepto de conciencia, que intenta clarificar los procesos
grupales a través de la autorreflexión, inspirado en el enfoque de los grupos operativos de
Pichon Riviere (1977, citado por Reid y Aguilar, 1991), el cual parte del principio de que
para cambiar las condiciones de vida de un grupo es necesario comenzar analizando dicho
grupo. También se han estudiado los temas de la marginalidad, vida cotidiana, cultura
popular, movimientos sociales, atribución, identidad social, y se ha analizado su aplicación
en los procesos de intervención comunitaria, se han empleado conceptos de la psicología
ambiental para analizar problemas ambientales de la comunidad: espacio personal,
privacidad, percepción, representación y apropiación del espacio.

Los fundamentos teóricos enumerados se aplicaron, entre otros, al estudio e


intervención de los siguientes problemas, a) organización y fortalecimiento de comunidades
populares a fin de promover la autoconfianza y su eco y etnodesarrollo mediante la
combinación del conocimiento popular y científico, análisis individual y colectivo de la
experiencia incluyendo algunos endógenos y exógenos, reportes y evaluaciones periódicas
del proceso de la experiencia, la recuperación de la historia de la comunidad, b) promoción
de paraprofesionales en servicios comunitarios, para lo cual se partió del análisis de
conflictos urbanos a través de la estrategia de la investigación-acción-participativa, ka
psicología de las minorías activas y los procesos de influencia, resistencia y cambio social,
la perspectiva humanista de C. Rogers, particularmente las nociones de crecimiento, poder
personal y autoestima. Estos fundamentos teóricos orientaron el desarrollo de centros
comunales que prestan servicios de distinto tipo (salud, educación, etc.), u en el cual
participan activamente miembros de la comunidad empleando destrezas previas o
aprendidas en el proceso, c) impacto social de la construcción de una central de abasto, lo
cual ameritaba la reubicación de los residentes de la zona; para su abordaje se realizó un
análisis crítico de las teorías de desarrollo, marginalidad, cultura de la pobreza, se recogió
información de distintas fuentes y a través de diferentes procedimientos tanto cualitativos
como cuantitativos. La intervención consistió en campañas informativas a las comunidades
acerca del impacto de la construcción planificada, volantes informativos, presentación de
audio-visuales, y en información basada en la aportada por los mismos residentes. La
información recibida propiciaba la reflexión y la movilización par la solución de los
problemas identificados. Las discusiones proveyeron información, cuya interpretación se
realizó conjuntamente con la comunidad y permitió una recuperación de su historia e
identidad cultural, fortaleció sus vínculos con las comunidades en cuestión y su arraigo con
el lugar, d) impacto de desastres naturales (terremotos), el propósito de este trabajo fue el
de contribuir por una parte a aliviar el estrés generado por las condiciones de vida
impuestas por el terremoto a las personas que se quedaron sin hogar, y por la otra, a ofrecer
espacios alternativos físicos y psicosociales para la vida comunitaria. Se realizaron varios
proyectos de investigación simultáneos, con diferentes grupos y propósitos, cada uno de los
cuales derivó en sus respectivas intervenciones (trabajo con niños para la construcción de

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áreas de juego, trabajo con mujeres para su alfabetización, adquisición de destrezas
artesanales, talleres de educación popular, usos del espacio urbano, satisfacción con el
proyecto de vivienda ofrecido, etc.).

Es interesante notar que la variedad de enfoques empleados representan paradigmas


diferentes que aunque se presentan en la mayoría de los problemas enumerados como
independientes, hay experiencias como la de la promoción de paraprofesionales, liberizada
por L. Quintanilla (Quintanilla et. Al 1980, citada por Reid y Aguilar, 1991) en la que éstos
se integran. El empleo de la teoría de las representaciones sociales que podríamos ubicar en
el paradigma constructivista o en los términos de Munné (1989) en el interaccionismo,
unido al enfoque humanista correspondiente al personalismo, es ejemplo de ello. De
muestra que la práxis demanda conocimientos, que una vez identificados, se utilizan sin
consideraciones a las violaciones epistemológicas, probablemente debido a las demandas
reales del proyecto y a la inexistencia de otros conocimientos afines al paradigma en
cuestión. Esta modalidad confirma lo expuesto en la primera parte de este trabajo por
Firestone (1990), en el sentido de que el profesional orientado a la práctica enfrenta
demandas diferentes al teórico, y que el empleo combinado de paradigmas, en la realidad
demuestra que es algo que se puede hacer y además hace falta.

Excluyendo el caso de Quintanilla, la tendencia es más bien a una diferenciación de


los grupos que trabajan en el área con base en las orientaciones empleadas. La variedad
conceptual también se ha expresado en la multiplicidad de métodos empleados, estudio de
casos, historia oral, entrevistas en profundidad, recuperación de la memoria colectiva,
observación participante, entre otros, los cuales más que a inquietudes teóricas responden a
las necesidades prácticas que el proyecto demanda.

Puerto Rico.

Al contrario de México, la experiencia de Puerto Rico refleja una homogeneidad


conceptual y metodológica, derivada no sólo del nivel de desarrollo de la disciplina dentro
del contexto académico de una universidad, sino de los desarrollos conceptuales propios en
dicho contexto. La teoría de la construcción social de la realidad de Berger y Luckman
provee las bases conceptuales de la disciplina, teoría ésta que pertenece al paradigma
constructivista. Es interesante el empleo de la teoría en el contexto que estamos
describiendo, ya que las construcciones de las personas, unidas a la información
proveniente de diversas fuentes, aportan los conceptos que definen las situaciones
problemáticas y orientan la intervención.

El desarrollo metodológico propuesto es coherente con el conceptual, en el sentido


que debe facilitar la libre expresión de la construcción de las personas participantes. La
información obtenida debe provenir de diversas fuentes además de la psicológica (otras
disciplinas, del conocimiento popular, y debe contar con un análisis histórico). Este modelo
metodológico es el de la “intervención en la investigación” propuesto por Irizarry y
Serrano-García (1979), en el que ambos procesos son inseparables y simultáneos. Otras
premisas de este modelo son la explicitación de los valores del profesional, el desarrollo de
relaciones horizontales entre los participantes, el reconocimiento de las potencialidades de
las comunidades para resolver sus problemas y el desarrollo de un compromiso del

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investigador con los sectores oprimidos de la sociedad. Dichas premisas están basadas en el
constructivismo social y en la necesidad de cambio social, regido éste por las nociones de
empowerment (fortalecimiento o potenciación) que implica un aumento progresivo del
poder y control de las personas sobre su ambiente para reducir la opresión y mejorar su
calidad de vida. Adicionalmente emplean los conceptos de desarrollo de la comunidad y
problematización. El primero requiere la participación activa de la comunidad y un
incremento en la confianza en sí mismos (Ander Egg, 1980, citado por Serrano-García y
López Sánchez, 1991b). La problematización consiste en el cuestionamiento de situaciones
consideradas naturales y su análisis crítico a nivel colectivo, con el fin de considerarlas
como producto de la realidad social e históricamente construidas (Freire, 1974). Este marco
conceptual orienta las intervenciones de la comunidad hacia la concientización de sus
miembros sobre los problemas sociales.

La intervención en la investigación requiere de la realización de las siguientes fases:


familiarización con la comunidad, identificación de necesidades y recursos, reuniones con
residentes y/o sectores de la comunidad, trabajo colectivo y establecimiento de metas a
corto y largo plazo.

Algunos ejemplos de “intervención en la investigación” abordados por esta


perspectiva los constituyen: a) la construcción de un puente que facilite el acceso de los
residentes a su comunidad y el desarrollo en dicha comunidad de actividades orientadas a
combatir la delincuencia juvenil y la criminalidad, b) la identificación de necesidades,
recursos y la aclaración de factores que facilitasen el trabajo conjunto entre homosexuales y
heterosexuales, c), el desarrollo de actividades dirigidas a los jóvenes, preparación de un
periódico comunitario y negociación con agencias gubernamentales para mejorar los
servicios que recibía la comunidad, d) brindar sostén a las iniciativas locales para
desarrollar redes de apoyo comunitario para personas con alteraciones emocionales, e) la
incorporación de nuevos miembros a la asamblea de jóvenes de una iglesia protestante, f) la
creación de un comité de rescate para la salud de un grupo de mujeres afectadas por escapes
de gas provenientes de un complejo industrial, para lograr que el gobierno reconociera que
la condición de salud de dichas mujeres trabajadoras era producto de esos escapes, les
ofreciera servicios gubernamentales y las compensara económicamente, g) incrementar la
participación de la comunidad en el mejoramiento de los servicios de salud de dicha
comunidad.

En todos estos problemas se identifica algo común: el énfasis en actividades y de


planificación, en el que el aumento del nivel de conciencia es un elemento central.

Visto desde el problema de la posibilidad de integración entre paradigmas, nos


encontramos con una situación en la que existe una coherencia conceptual dada por la
teoría que orienta desde el punto de vista conceptual las intervenciones. ¿Qué sucede sin
embargo con lo metodológico?, el modelo de la intervención en la investigación, unido al
empleo de técnicas para promover la investigación participativa, tiene el objetivo
fundamental de aumentar el nivel de conciencia para promover el cambio social, objetivos
estos que encontramos dentro de la teoría crítica. Se integran de este modo las orientaciones
ontológicas y epistemológicas del paradigma constructivista con las metodológicas de la
teoría crítica. Nuevamente nos preguntamos ¿estarán los autores cometiendo un error, o el

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éxito de las experiencias por ellos descritas revela que los paradigmas no son incompatibles
sino combinables, al menos entre las dimensiones ontológica y epistemológica de uno
respecto a la metodología del otro?.

Venezuela.

El caso de Venezuela es similar al de México en lo que a variedad teórica se refiere.


En las experiencias detectadas en ese país los elementos teóricos han abarcado principios
de desarrollo organizacional, una adaptación del enfoque de la tecnología social en la que
son los miembros de la comunidad -y no la tecnología social- quienes definen los
problemas y participan activamente junto al profesional en su solución, el modelo
psicoecológico, inspirado en el enfoque ecológico, en el cual se sustituye el concepto de
control sobre el ambiente por el de reciprocidad, indicando con esto la necesidad de
intercambio constante entre los componentes del sistema e incluyendo dentro del mismo al
elemento tecnológico por su influencia en la organización social. En este modelo se
proponen tres tipos de cambios: personal, socio-cívico y tecnológico (Cronick, 1989),
además principios del análisis conductual aplicado, tales como la distribución selectiva de
la recompensa.

Desde el punto de vista metodológico adopta la estrategia de la investigación-


acción, participativa en la que el investigador o investigadora se involucra desde el inicio
del proyecto con la comunidad y conjuntamente participan en la obtención de información
necesaria para llevar a cabo los objetivos.

Las técnicas para la recolección de información e intervención han incluido tanto los
procedimientos tradicionales como las entrevistas individuales o grupales, cuestionarios,
reflexión grupal sobre materiales impresos, la observación, hasta los registros fotográficos,
registros anecdóticos, técnicas de dinámica de grupos, dibujos colectivos, debates,
periódico hablado, entre otros.

Los problemas abordados han sido de diversa naturaleza: a) mejorar los servicios de
salud en la incorporación de sus miembros a dichos servicios. Como una derivación de la
reflexión-acción, se trabajó el desarrollo lingüístico, debido a que los miembros de la
comunidad coincidieron en que la pobreza del lenguaje interfería en la construcción y
análisis crítico de su realidad, b) pavimentación de las rutas principales de acceso a la
comunidad, construcción y equipamiento de cuatro escuelas rurales, electrificación de área
circundantes, equipamiento de una clínica dental, organización de una biblioteca pública,
construcción de un parque, creación de una tienda de consumo popular, y un mercado
campesino, reparación del sistema de drenaje y del acueducto del pueblo, c) la autogestión
de una comunidad en el diseño y construcción de sus viviendas, al cual se añadieron
posteriormente la construcción de un preescolar, de un parque infantil, la alfabetización de
la comunidad, d) mejoramiento de las condiciones ambientales de una comunidad a través
de la creación de tecnologías alternativas no contaminantes destinadas al reciclaje de
residuos sólidos, el uso de métodos orgánicos en la agricultura, la creación de un programa
de clasificación y recolección de basura y la implantación de un programa de purificación
de aguas de uso doméstico, y e) el control de la enfermedad del mas de Chagas a través del
mejoramiento de viviendas de bahareque en una comunidad rural.

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El análisis de los problemas revela la importancia de la naturaleza de la ideología,
de la conciencia y de las necesidades para la movilización comunitaria, el papel de la
tecnología en el cambio social, la importancia del lenguaje para la comprensión, análisis e
interpretación de los problemas y las necesidades, la redistribución equitativa de los
recursos materiales y psicológicos para el logro de la reciprocidad entre los elementos de un
sistema.

La revisión realizada en el caso de Venezuela revela un desarrollo teórico,


metodológico y aplicado heterogéneo. Por una parte hay interés por el desarrollo teórico de
la disciplina, reflejado en los trabajos de naturaleza teórica de autoras como Montero, quien
ha aportado una definición de la disciplina, y recientemente ha incluido el papel de las
necesidades en la concientización, conversión y desideologización en el trabajo
comunitario (en prensa), Cronick quien ha propuesto un modelo teórico que denomina
psico-ecológico al cual ya hicimos referencia. Estos desarrollos son producto de la
estrategia metodológica de la investigación-acción-participativa, en el sentido que surgen a
partir de la práxis y no como un desarrollo independiente de la misma.

Por otra parte, la variedad teórica presente en los trabajos en comunidades, revela la
ausencia de un paradigma único, si bien los autores se limitan al empleo de una o más
teorías pertenecientes a un mismo paradigma. Los paradigmas empleados se ubican en la
corriente positivista (análisis conductual aplicado, tecnología social) y constructivista.
Desde la perspectiva metodológica, algunos métodos y técnicas empleados son coherentes
con los enfoques teóricos, como es el caso de la distribución selectiva de las recompensas
en el análisis conductual aplicado, en otro sin embargo no hay tal coherencia.

La problematización y concientización están presentes en todos los trabajos, sin


embargo, esta perspectiva crítica no es compatible con las teorías cognitivas que en algunos
casos han orientado las intervenciones. Nuevamente nos encontramos ante la adopción de
estrategias metodológicas de un programa, aparte del que apoya la fundamentación teórica
del proyecto.

A modo de síntesis.

A lo largo de la última parte de este trabajo hemos intentado identificar enfoques teóricos y
metodológicos que en algunos países y experiencias han orientado los trabajos
comunitarios.

Esta revisión nos ha revelado que las intervenciones en comunidades, desde la


perspectiva de la PSC, están orientadas por las nociones de cambio social a través de la
concientización y subsecuente participación de las comunidades en la solución de sus
problemas. Este proceso requiere que la comunidad acceda a recursos materiales y
psicológicos, y adquiera a través de ellos un mayor control sobre su ambiente. Esta
perspectiva ecológica supone que la concientización y la acción son inseparables y
simultáneas, lo cual implica que la “toma de conciencia” no es una deconstrucción que la
persona hace de su realidad, al margen de su participación en la misma, ni que la actividad
de la persona ocurre al margen de su reflexión en torno a la misma. Este punto fue

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mencionado al analizar los paradigmas de las ciencias críticas y el constructivismo. Al darle
contenido a nuestro planteamiento de integración entre estos dos paradigmas a través de la
evidencia de la adopción de esta estrategia y de su conveniencia, podemos concluir que los
paradigmas pueden combinarse, cuando la práxis y la reflexión en torno a ella demandan la
incorporación de los mismos, es decir, las integraciones no se establecen a priori, sino que
emergen en la medida que la realidad las requiera.

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