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Por otro lado el Obispo Ulloa no entiende o no quiere entender que los
Estados democráticos no requieren de la religión para ser
considerados legítimos: el Estado debe ser, ante todo, autónomo
y autosuficiente, capaz proveer por sí mismo las razones de
su existencia y, es de tener en cuenta, que el derecho natural
difiere del derecho legal.
Estimo que las palabras intimidantes de José Francisco Ulloa, las que
no son las primeras ni por supuesto serán las últimas, se deben al
olvido del prelado costarricense que además de diversas religiones
existen distintas concepciones de la divinidad y que la concepción
que la Iglesia Católica tiene no es la verdadera ni su religión única.
Una sola cuestión para concluir: ¿cómo es posible que los voceros del
Estado más poderoso de la tierra, el Vaticano, prediquen y defienden
la idea que el orden democrático en los Estados debe fundarse en la
moralidad y la ley natural si el Obispo de la Iglesia Romana ejerce
por sí solo la autoridad suprema del Estado Vaticano?: el Papa "es
cabeza del Colegio de Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia
Universal en la tierra; el cual, por tanto, tiene en virtud de su función,
potestad ordinaria, que es suprema, plena, e inmediata y universal en
la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente" (Canon 331) y que
"en virtud de su oficio, el Romano Pontífice no sólo tiene potestad
sobre toda la Iglesia, sino que también ostenta la primacía de
potestad ordinaria sobre todas las Iglesias particulares y sobre sus
agrupaciones…” (Canon 333 § 1)