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No. 12-13
Consejo editorial: Germán Burgos, Joan Prats i Català, Mario Matus, Mila Gascó
Hernández, Mikel Barreda, Rafael Espinosa.
Secretaria de edición: Andrea Costafreda
Marketing y Comunicación:
Dirección: Mariano Fernández
Editor Jr: Wilson Osorio
Maquetación: Mario Chaparro
Edición y suscripciones:
Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya-IIG
Còrsega 255, 5º 1ª
08036 Barcelona, España
Tel: (34) 932 370 388
Fax: (34) 932 376 026
ISSN 1560-5264
D.L. B-40.547-1998
Impreso en Barcelona, España
Mayo 2002
Las opiniones publicadas en esta revista son responsabilidad exclusiva de los autores.
SUMARIO
Durante los últimos años José Ayala Espino había concentrado sus esfuer-
zos en el análisis de las variables neo-institucionales que lastraban el desarrollo
económico, con especial atención a América Latina y México. Sus obras dejaron
una honda huella entre todos los que tuvieron la satisfacción de leerlo. Cabe
sólo señalar sin ánimo de exhaustividad sus Economía pública. Una guía para enten-
der al Estado (México, UNAM, 1997), Instituciones y economía. Una introducción al
neoinstitucionalismo económico (México, FCE, 1999), Fundamentos institucionales del
mercado (México, UNAM, 2001) y su obra póstuma Instituciones para mejorar el
desarrollo que debería ver la luz bajo el sello editorial de su universidad y el
Fondo de Cultura Económica.
José Ayala Espino estuvo con nosotros en Barcelona con ocasión del Semi-
nario Internacional “La Reinvención de la Política y la Ciudadanía: La
Gobernabilidad Democrática para el Desarrollo Humano en América Latina”
(enero de 2001). Fue una oportunidad magnífica para conocer a una persona
que destacaba por su trato cálido y cordial, tanto como por su brillantez intelec-
tual. Sin lugar a dudas un ejemplo señero de la mejor tradición del pensamiento
mexicano. Su aportación al Seminario quedó recogida en el número 8-9 de Insti-
tuciones y Desarrollo con el título: “Políticas de Estado y arreglos institucionales
para el desarrollo en México” (pags. 203-228).
Douglass C. North
Senior Fellow, Hoover Institution, Stanford University,
Luce Professor of Law and Liberty at Washington University, St. Louis
E-mail: north@wueconc.wustl.edu
William Summerhill
William Summerhill Associate Professor of History, UCLA.
E-mail: bvalk@ucla.edu
Barry R. Weingast
Senior Fellow, Hoover Institution, and the Ward C. Krebs
Family Professor and chair, Department of Political Science, Stanford University
E-mail: weingast@stanford.edu
Resumen
1Traducción al castellano a cargo de Joan Oriol Prats, analista del IIG. El IIG ha adquirido los
derechos de publicación de la versión en castellano de este artículo.
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 9-59. Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
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North, Summerhill y Weingast
1. Introducción
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
Entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX los Estados
Unidos crearon una democracia política estable y fue también en virtud de ello
que se convirtieron en la economía más rica del mundo. Los fundamentos
institucionales fueron la Constitución, que reemplazó los Artículos de la Confe-
deración, y un sistema estable y bien especificado de derechos económicos y
políticos que proporcionaron un compromiso creíble, prerequisito necesario para
mercados económicos eficientes. En contraste, tras la independencia de la ma-
yoría de antiguas colonias españolas el continente estalló en una costosa y mor-
tal espiral de guerras, “pronunciamientos” y “caudillismos” que continuó hasta
mediados de siglo XX. El desorden persistió durante décadas, revelando la au-
sencia de arreglos institucionales capaces de establecer la cooperación entre
grupos rivales. El conflicto destructivo, basado en las luchas por la indepen-
dencia y las disputas por la construcción del incipiente Estado republicano,
desvió capital y trabajo de la producción y consignó a las nuevas naciones hacia
una senda de sorprendente bajo desempeño en comparación con los Estados
Unidos. Incluso las naciones que permanecieron bajo un relativo orden, como
Brasil y Chile, establecieron gobiernos centralizados y políticas económicas que
proporcionaban escasos incentivos para la expansión económica. En toda
Latinoamérica, los monopolios estatales previamente reservados a los reyes
persistieron bajo gobiernos independientes.
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North, Summerhill y Weingast
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
El orden político
Definimos orden político para un individuo como aquél que requiere de tres
aspectos fundamentales para su seguridad personal: la vida, la familia, y la fuen-
te de subsistencia. Argumentamos que el orden se sostiene en la sociedad cuan-
do se sostiene para la mayoría o todos los individuos. Así, el Desorden de la
sociedad es lo contrario, cuando una gran parte de la misma teme por sus vidas,
sus familias, o fuentes de subsistencia y riqueza.
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North, Summerhill y Weingast
El primer punto del orden político reconoce que el sistema político define y
refuerza los derechos de la ciudadanía, incluida su libertad para organizar e
intercambiar. No se ha hecho ninguna suposición acerca de cuán extensos son
estos derechos y libertades. Los puntos tres y cuatro requieren que estos dere-
chos y libertades existan en la práctica y no sólo en la teoría. Así pues, el tercer
punto requiere que estos derechos y libertades que existen en la práctica refle-
jen un grado de compromiso creíble, por el cual los cargos políticos tengan
interés en observarlas. El cuarto punto especifica que los ciudadanos tienen un
incentivo para seguir estas normas sociales y políticas existentes. Finalmente,
hay que tener en cuenta que el primer punto bajo el desorden implica la nega-
ción de los tres primeros puntos que caracterizan el orden político.
Nuestra respuesta a cuáles son las fuentes del orden político comprende a la
capacidad del Estado para crear compromisos creíbles. La garantía de derechos
de propiedad, por ejemplo, resulta esencial para cualquier economía de merca-
do. Todavía hoy, sin embargo, los economistas raramente piensan en los su-
puestos políticos necesarios para mantener la garantía de los derechos de pro-
piedad. Para ver que los economistas realizan supuestos políticos, considere-
mos el dilema político fundamental de una economía (Weingast, 1995): todo gobierno
3Una amplia lista de trabajos en ciencia política enfatizan este punto, como la literatura sobre conflic-
to étnico (Horowitz, 1985), el consociacionalismo (Lijphart, 1975), o la democratización (Diamond,
1999; O’Donnell y Schmitter, 1986).
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North, Summerhill y Weingast
Los instrumentos de política al alcance de los actores son los cambios en las
normas formales (constituciones, leyes, regulaciones), pero es la combinación
de normas formales, normas informales, y los mecanismos para hacerlas cum-
plir (enforcement) lo que comprende la matriz institucional que conforma el
desempeño. Los hacedores de políticas no tienen control, o al menos no a corto
plazo, sobre las normas informales y sólo un control muy imperfecto de los
mecanismos para hacerlas cumplir, tanto las normas formales como las infor-
males. Por consiguiente, las políticas – como la privatización en Rusia – produ-
cen resultados distintos a los anticipados.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
Proposiciones Teóricas
Existen dos bases diferentes de orden político, cada una con su tipo distinti-
vo de políticas, e instituciones políticas y económicas. Denominamos al prime-
ro base consensual para el orden político. Bajo este tipo de orden, los cargos
políticos observan una serie de derechos ciudadanos universales. Estos gobier-
nos tienden a ser democráticos y a poseer una economía de mercado. Denomi-
namos al segundo la base autoritaria del orden político. Bajo este tipo de orden
político, los cargos políticos no pueden sostener un conjunto de derechos uni-
versales y, por el contrario, abusan de los derechos de la mayoría, si no de toda
la ciudadanía. Estos gobiernos tienden a ser autoritarios, basar su apoyo en una
parte limitada de los ciudadanos, y a no ser capaces de mantener una economía
de mercado. En realidad, nuestros tipos ideales establecen un continuum de tipos
entre los ideales; para los propósitos de este artículo, no obstante, discutimos
los tipos ideales. A continuación discutimos la lógica subyacente a los dos tipos
de orden político.
4 Esta proposición se basa en el modelo de Weingast (1997), que a su vez se basa en una larga
tradición de la ciencia política, que incluye a Almond y Verba (1963), Lipset (1960), y Putnam (1993).
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North, Summerhill y Weingast
Para que estos derechos existan en la práctica, los cargos políticos deben de
alguna manera encontrar que estos derechos se adecuan a sus intereses. La cla-
ve de la base consensual del orden político es el establecimiento de limitaciones
creíbles al comportamiento de los cargos políticos. Dicho de otra manera, los
derechos ciudadanos y las limitaciones implícitas al gobierno deben verse
autoreforzadas por los mismos cargos políticos.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
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North, Summerhill y Weingast
5Utilizamos este término en el sentido de Barzel (1989), Frank y Cook (1995), Krueger (1974),
Milgrom y Roberts (1990), Tollison (1981), y Tullock (1975).
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
Nuestros cuatro principios tienen una implicación importante para los dos
tipos de orden político. Cuanto más pequeño es el conjunto de compromisos
creíbles del Estado, más grande es la captura de rentas; esto es, cuanto más
pequeño es el conjunto de compromisos creíbles, más grande es el valor de
capturar el Estado y mayor es el valor del riesgo de no mantenerse en el poder.
Pequeños grados de compromisos creíbles implican que los ciudadanos y los
grupos gastarán, agregadamente, amplias porciones de sus recursos para captu-
rar poder. A su vez, una mayor relevancia de las decisiones políticas en juego,
implica más recursos destinados a capturar el Estado y a protegerse uno mismo
del Estado y, por consiguiente, menos recursos destinados a la actividad pro-
ductiva. En el límite, en un sistema político en que todo está disponible para su
captura, ciudadanos y grupos disiparán la totalidad del excedente social tratan-
do de capturar el poder y protegiendo lo que tienen. Dicho de otro modo, pocos
compromisos creíbles genera un Estado que se encuentra a lo sumo estancado
y, en su peor situación, inmerso en una guerra civil6.
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North, Summerhill y Weingast
De acuerdo a nuestros principios de orden, si tras una crisis los nuevos gru-
pos son capaces de establecer un consenso acerca de una nueva forma de orga-
nización política, es posible establecer nuevos compromisos creíbles que man-
tengan el orden político. Estudiaremos más adelante cómo la Revolución Ame-
ricana se asimila a este caso. De todos modos, en ausencia de un nuevo consen-
so se hace mucho más difícil el establecimiento de compromisos creíbles. El
desorden político es más probable, tal y como se discute más adelante cuando
se aborda el caso de Latinoamérica.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
desorden que las constituciones que discriminan contra grupos particulares que,
de este modo, pueden sentirse tentados a usar la violencia para romper dicho
status quo.
Ofrecemos dos ideas más acerca del desorden. Primero, nuestra perspectiva
sugiere que los gobiernos que restauran el orden de forma autoritaria es más
probable que transgredan sistemáticamente los derechos de sus oponentes.
Debido a que los ciudadanos de estos regímenes no tienen medios para acordar
cómo deberían reforzarse los derechos de los ciudadanos, los derechos univer-
sales no pueden ser supervisados. Esto permite al régimen reprimir a algunas
partes de la sociedad mientras retiene el apoyo de otras. Observamos que los
regímenes autoritarios que han restaurado el orden normalmente reprimen a sus
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North, Summerhill y Weingast
Segundo, nuestra perspectiva sugiere que la base consensual del orden polí-
tico es menos proclive a experimentar el desorden que la base autoritaria. La
razón es que el consenso implica mayores derechos de ciudadanía y, por tanto,
limitaciones más estrictas al gobierno. Derechos más seguros y límites estrictos,
a su vez, disminuyen el ámbito de la política, lo que implica una amplia protec-
ción de los individuos. El modelo de De Figuereido y Weingast (1999) de emer-
gencia de desorden implica que cuánto mayor es este ámbito, más rápidamente
recurrirán los ciudadanos a la violencia para proteger lo que tienen. El desorden
tiende sobretodo a emerger cuando el orden se sustenta sobre una base autori-
taria, más que cuando lo hace sobre una consensual.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
ples niveles de gobierno, cada uno de ellos con una esfera de autoridad relativa-
mente bien definida. Hasta el final de la Guerra de los Siete Años en 1763, el rol
británico en América se limitó a la provisión de los bienes públicos de alcance
nacional, sobretodo aquellos relativos a la seguridad y el comercio internacio-
nal. Las asambleas coloniales, que trabajaban junto a un gobernador británico,
disponían de amplia autoridad sobre los bienes públicos locales, los derechos
de propiedad, la libertad religiosa, el cumplimiento de los contratos, todos ello
sometidos a los constreñimientos de la ley británica. En segundo lugar, las ins-
tituciones del imperio fijaban constreñimientos considerables al rol británico en
cada una de las colonias americanas. En tercer lugar, las instituciones británicas
crearon un mercado común en el imperio, previniendo así que las colonias au-
mentaran sus barreras comerciales.
La penetrante amenaza francesa unió ambos lados del Atlántico en una rela-
ción basada en el interés común. Debido a que ambos lados se necesitaban
mutuamente, fueron capaces de crear y adherirse a un sistema de autonomía
política y económica inherente a una estructura de imperio federal. A pesar de
que cada una de las partes estuviera tentada a engañar, ambas partes encontra-
ron conveniente la estructura federal de imperio. Es más, la estricta línea entre
las cuestiones de alcance general, de comercio y seguridad, y el resto de cuestio-
nes domésticas de las colonias (como la libertad religiosa, los impuestos, la
regulación social y de la propiedad) crearon un mecanismo de control (“bright
line” mechanism) para forjar un compromiso creíble. Bajo este sistema, resulta-
ba fácil detectar las desviaciones de alguna de las partes. En términos de nues-
tras propuestas para un orden político consensual, la estructura del imperio
federal creó una solución focal natural, resultando posible el control de las ac-
ciones de cualquiera de las dos partes.
Durante los cien años previos a 1763, los británicos aceptaron la libertad
política local a cambio de la aceptación por los colonos del control británico
sobre el imperio, incluyendo restricciones comerciales a los colonos. Las insti-
tuciones del imperio combinadas con el sistema compartido de creencias en el
que se apoyaban estas instituciones sostuvo la cooperación a ambos lados del
Atlántico.
A finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, las colonias británicas se
encontraban aisladas de la metrópoli británica, compitiendo fuertemente entre
ellas por el escaso capital y trabajo, así como por los mercados de productos de
la Gran Bretaña y Europa. Las teorías económicas acerca del federalismo predi-
cen que una colonia que falla en la promoción y protección de los mercados
fracasa simplemente en la obtención de recursos económicos y en el crecimien-
to. Las colonias de éxito adaptaron las instituciones locales para satisfacer las
necesidades locales. El fallo en la provisión de las condiciones requeridas por
una explotación eficiente de las oportunidades económicas representa una con-
dena al fracaso económico. Varias colonias británicas fracasaron por esta razón.
El resultado en el imperio (y, como Weingast 1995 sostiene, en la misma Ingla-
terra) fue un sistema federal preservador del mercado, con fuertes compromisos
institucionales protegiendo la estructura y, por tanto, los mercados.
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North, Summerhill y Weingast
En los doce años posteriores al fin de la Guerra de los Siete Años, surgió la
controversia y la crisis, que acabaron en revolución. Los principios discutidos
en la segunda sección permiten comprender adecuadamente la emergencia del
desorden.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
En una serie de pasos hacia atrás, los británicos divisaron varias formas de
obtener apoyo financiero de las colonias. En 1766, pidieron a los americanos
fondos para el cuarteo de las tropas británicas en las colonias. Los americanos
consideraban que las tropas no eran necesarias – después de todo, si no las
necesitaron mientras los franceses eran una amenaza factible, por qué las iban a
necesitar después de su derrota? Aún peor, muchos americanos creían que la
insistencia británica en establecer una política colonial doméstica sentaría un
precedente no deseable. La asamblea colonial de Nueva York rechazó la apro-
bación de la ley que apoyaba las tropas en la colonia. Los británicos reacciona-
ron fuertemente, en parte creyendo que una respuesta fuerte inhibiría más ac-
ciones y ayudaría a aislar a sus adversarios. Como castigo, los británicos suspen-
dieron todos los actos de la Asamblea de Nueva York hasta que la colonia
cumpliera con la denominada ‘Quartering Act’.
Algunos años después, los británicos aprobaron la Tea Act (1773), que ga-
rantizaba el monopolio efectivo en la importación de té de la Compañía de las
Indias Orientales. Un grupo de patriotas de Massachusetts protestaron ante la
ley arrojando té en el puerto de Boston. En este caso también, los británicos
actuaron rápidamente, creyendo que podrían aislar a los radicales a través de
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North, Summerhill y Weingast
una dura respuesta diseñada para desincentivar el apoyo de otras colonias a los
radicales. Específicamente, los británicos aprobaron las ‘Coercive Acts’, que
incluían cuatro leyes. La primera cerró el puerto de Boston y la segunda anuló
virtualmente la Carta de la colonia de Massachusetts, incluyendo la disolución
de la Asamblea. Las actas adicionales también se dirigían a castigar a
Massachusetts: la ‘Administración of Justice Act’ estipuló que los oficiales co-
loniales serían juzgados fuera de las colonias, y la aplicación de la ‘Quartering
Act’ se extendió a todas ellas, permitiendo a los oficiales imperiales expropiar
tierras para apoyar a las tropas si la asamblea colonial no asignaba los fondos
necesarios.
Rakove (1979) sugiere otras evidencias acerca del giro político de los mode-
rados, que pasaron de oponerse a dar apoyo a los radicales. Rakove sostiene que
hasta 1775, los moderados americanos hubieran aceptado un compromiso creí-
ble por parte de los británicos, aunque sólo lo hubieran realizado una vez. La
falta de voluntad de los británicos en generar un compromiso creíble proporcio-
nó más evidencias de que los radicales estaban en lo correcto. ¿Qué más puede
explicar el patrón de comportamiento británico, incluyendo las amenazas direc-
tas a la libertad americana? La falta de voluntad de los británicos a comprome-
terse y su aparente voluntad de castigar a todos los americanos, no sólo a los
primeros radicales, contribuyeron al giro del apoyo político de los moderados.
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North, Summerhill y Weingast
Los principios del orden político discutidos más arriba nos ayudan a mostrar
cómo la Constitución de los Estados Unidos resolvió muchos de estos proble-
mas. La Constitución disminuyó el alcance de la acción política nacional de
varias maneras, que incluían un complejo sistema de poderes: un sistema de
separación de poderes, y un sistema federal que imponía fuertes límites al go-
bierno nacional. Los debates durante las controversias revolucionarias y consti-
tucionales sirvieron para proporcionar un nuevo sistema de creencias comparti-
das acerca de los límites del gobierno nacional y la importancia de los derechos
de los ciudadanos y de la autonomía estatal.
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North, Summerhill y Weingast
10Weingast (1987) explora los mecanismos mediante los que un sistema ampliamente compartido
de creencias ayuda a supervisar los límites establecidos al comportamiento de los cargos públicos.
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desarrollo económico (la posición de Hamilton), la oposición conducida por Jefferson venció defi-
nitivamente a los federalistas en 1800 (véase Wood 1991).
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North, Summerhill y Weingast
Durante el siglo XIX Latinoamérica sufrió un serio rezago con respecto a las
economías en proceso industrialización del Atlántico Norte (Haber 1997). Así,
mientras que los Estados Unidos subían puestos apoyados en un firme creci-
miento económico, mercados cada vez más eficientes, y un conjunto de institu-
ciones nacionales que proveyeron de largos periodos ininterrumpidos de estabi-
14Los historiadores concuerdan al señalar que a lo largo de la Convención Constituyente, los sureños
requirieron protección institucional para sus peculiares instituciones. Véase, por ejemplo, Banning
(1995), Finkelman (1996), North y Rutten (1987), Rakove (1995).
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
Los historiadores han examinado durante mucho tiempo los fracasos de His-
panoamérica en el tumultuoso periodo que siguió a la independencia y las inte-
rrupciones inherentes al proceso de “construcción del Estado” en las antiguas
colonias españolas. Por ejemplo, Safford (1987) sostiene que:
15Como todas las generalizaciones, esta ignora algunas diferencias importantes entre las antiguas
colonias españolas. Por ejemplo, a la vuelta del siglo, Argentina se convirtió en una de las naciones
más ricas del mundo. El fracaso de Argentina para sostener este nivel de desarrollo es por tanto un
fenómeno del siglo XX.
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bierno central pudo abrogar este federalismo “de arriba a abajo” a su conve-
niencia, y así se hizo cuando fue necesario. El federalismo sostenedor del mer-
cado estuvo virtualmente ausente en estos casos. En lugar de competir para
movilizar los factores de producción, las elites provinciales competían por trans-
ferencias y protección en el legislativo nacional. Con la creación de institucio-
nes que protegían a los grupos de la agresión y la explotación, estas naciones
evitaron la agitación de Perú y México, y se salvaron ellas mismas de un declive
económico severo. Pero no se promovió el progreso material del modo en que
se hizo en Estados Unidos. El resultado fue un crecimiento económico relati-
vamente plano que solo mejoró cuando se reorganizó la política emulando a los
Estados Unidos.
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North, Summerhill y Weingast
un título legal reforzado por terceras partes neutrales, como las cortes, no hu-
biera servido a los intereses de la corona a largo plazo. Una vez creados, los
poseedores legales de derechos reforzados por un poder judicial independiente
no hubieran dependido por mucho tiempo de la corona y este mecanismo no
hubiera podido sostener una lealtad a la corona a largo plazo. A pesar de que
España era un estado “absolutista”, esto no significaba que la corona pudiera
actuar arbitrariamente; muchos privilegios estaban protegidos por las institu-
ciones y las costumbres, incluido el apoyo de los nobles a la Corona en las
Cortes. Este apoyo se perdió, por ejemplo, en 1465, lo que estuvo a punto de
provocar una guerra civil. En las colonias, los monopolios locales constituían
una importante característica de este sistema.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
comercio desde el Río de la Plata realizase la “ruta más tortuosa y larga a través de tierra hasta Panamá
y finalmente a lo largo del Atlántico” [30]. Tras la eliminación de las restricciones, el Río de la Plata
creció. En 1776, el puerto de Buenos Aires era “una ciudad pequeña y rezagada” pero creció convir-
tiéndose en una “ciudad de 50 mil habitantes ya en 1800”. [28].
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North, Summerhill y Weingast
tidos para maximizar el oro y la plata disponible para España (el lucrativo co-
mercio entre las colonias españolas y Asia provocó la fuga de parte del oro y la
plata).
Una faceta de la extracción de rentas española guarda relación con las expro-
piaciones bajo el absolutismo español. Consideremos la expulsión de los Jesui-
tas de todas las colonias españolas en 1767. Este caso ilustra cómo el absolutis-
mo español fracasó en la provisión de compromisos creíbles completos a los
que lo apoyaban. En este caso, España expropió la propiedad y revocó los dere-
chos y privilegios de una serie de grupos que habían resultado críticos, pero que
ya no lo eran. Después de la Revolución Gloriosa de 1688, nada comparable
podía ocurrir en Inglaterra o en Norteamérica. El hecho de que los Jesuitas
fueran uno de los mayores propietarios en Latinoamérica impulsó dicha vasta
expropiación. De acuerdo con Skidmore y Smith (1992, 28 y siguientes), “las
mejores propiedades de los Jesuitas fueron subastadas y los beneficios, por su-
puesto, fueron para la Corona”.
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su vez se colapsó virtualmente bajo el peso de los retos que los historiadores
denominan “construcción del Estado”. Carecían de instituciones autoreforzadas
que constriñeran las acciones predatorias. En frente de una situación de violen-
cia extendida, la organización política se desintegró en unidades más pequeñas,
típicamente organizadas en torno a un caudillo, un “hombre fuerte” que prove-
yera de protección.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
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gios corporativos; por ejemplo, los derechos de las elites territoriales sobre la
mano de obra, el poder y la independencia de la Iglesia y del ejército (Safford
1987: 117).
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
llegaron a compartir un sistema de creencias acerca del papel del gobierno, del
Estado, de los privilegios corporativos, y de la ciudadanía. Los conflictos seña-
lados arriba implicaron divisiones profundas acerca de la definición de la socie-
dad (que debería haber comprendido la ciudadanía) y acerca de las principales
ideas que deberían haber organizado la sociedad. Esto implicó una ausencia de
consenso sobre los fines legítimos del gobierno y, de ahí, acerca de la naturaleza
de las transgresiones del gobierno. Nuestro primer principio de orden político
sugiere que estas profundas divisiones implicaron el fracaso del sistema de creen-
cias compartidas necesario para fijar los límites al Estado.
Bajo estas condiciones, nuestra teoría muestra que en las nuevas sociedades
existían más probabilidades de que los ciudadanos no fueran capaces de adhe-
rirse a una política que limitara el poder político. Al contrario, estas condiciones
alentaron el desarrollo de un sistema autoritario. La ausencia de un amplio apo-
yo a los principios constitucionales hizo la adhesión a los mismos poco proba-
ble. Los principios acerca de la limitación de la captura de rentas y el poder
político, junto con la ausencia de consenso produjo las siguientes consecuen-
cias: debido a que los desacuerdos básicos afectaban a una gran parte de los
recursos, el ámbito de la política fue elevado; y, debido a que las cuestiones
básicas no fueron resueltas, tanto las recompensas por capturar el poder como
los costes de estar fuera de él eran grandes.
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North, Summerhill y Weingast
Este comportamiento del gobierno indujo a los grupos locales a buscar pro-
tección y, por consiguiente, a la emergencia del caudillismo y la contracción de
la economía. Los grupos que estaban al margen del grupo gobernante podrían
actuar aislándose a sí mismos, poniendo límites al crecimiento y a la autoridad
de aquellos en el poder. En combinación con la contracción económica, esto
implicó el crecimiento de la autonomía política de las regiones en cada uno de
los nuevos estados. En este clima, los grupos represivos buscaron mayores li-
bertades, a menudo utilizando la violencia para alcanzar la independencia local.
Todo esto diseminó las semillas de una espiral de desorden y contracción eco-
nómica. Cuando reemergió el orden, tomó la forma de coherción autoritaria.
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Orden, Desorden y Cambio Económico: Latinoamérica vs. Norte América
Conclusiones
Nuestra perspectiva teórica ayuda a explicar este desorden. En los años que
siguieron a la Independencia, a lo largo de Hispanoamérica no hubo acuerdo
sobre la base fundamental de la organización política, económica y social. En
consecuencia, no se llegó a un acuerdo sobre la forma básica de los derechos y
privilegios, de las instituciones políticas, y de los fines legítimos de los estados.
Más aún, a menudo no se estaba de acuerdo en quienes deberían ser ciudada-
nos.
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4. Conclusiones
Para prosperar, las sociedades requieren medios que aseguren el orden polí-
tico. Porque el orden político es una condición necesaria para el desarrollo eco-
nómico y político, debemos preguntarnos acerca de las condiciones que los pro-
veen. Los ciudadanos se comportan de modos muy distintos cuando temen por
sus vidas, sus familias y sus fuentes de subsistencia.
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América revolucionaria
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(1) Los imperios. Los españoles y los británicos trasladaron sus sistemas de
gobernación a los sistemas político y económico al otro lado del Atlántico. En
ambos sistemas, los derechos de la tierra en el nuevo mundo fueron inicialmen-
te garantizados por la corona. Pero pronto terminaron las similitudes. El impe-
rio español ubicó estos derechos dentro de un sistema de privilegio basado en
las relaciones personales y corporativas con la corona. En contraste, el sistema
británico ubicó los derechos en lo que devino un sistema de transmisión de
títulos reforzado por el sistema judicial.
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Los acuerdos sobre los derechos y las reglas del juego mantuvieron los cos-
tos de la captura de rentas al mínimo. Aunque emergieron algunos problemas
con respecto a la seguridad y al mercado común bajo los Artículos de la Confe-
deración, éstos fueron ampliamente resueltos por la nueva Constitución. En
resumen, los colonos británicos experimentaron considerables libertades políti-
cas y económicas bajo el imperio, y éstas fueron mantenidas tras la independen-
cia.
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Para concluir, observamos que algunos de los aspectos de los patrones estu-
diados permanecen a comienzos del siglo XXI. Los Estados Unidos conservan
un robusto sistema federal, democrático, así como un gobierno y un mercado
limitados. Por otro lado, gran parte de Latinoamérica conserva una democracia
únicamente segura de forma incompleta y unos fundamentos de los derechos
ciudadanos y los mercados cuestionados. De hecho, todavía hoy permanecen
aspectos importantes de los impedimentos al crecimiento económico instaurados
bajo los dos siglos de imperio. Aspectos centrales de los conflictos sobre los
derechos de la tierra, por ejemplo, nunca han sido completamente resueltos.
Como los recientes acontecimientos en Chiapas (México), sugieren, estas lu-
chas son todavía capaces de generar violencia.
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Referencias bibliográficas
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North, Summerhill y Weingast
FINKELMAN, P. Slavery and the Founders: Race and Liberting in the Age of Jefferson.
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59
La discriminación de la mujer en el mundo globalizado y en América Latina
Bernardo Kliksberg
Asesor de la ONU, del BID y de diversos organismos internacionales
E-mail: bernardok@iadb.org
Resumen
*Una versión anterior de este trabajo fue preparada especialmente para el Programa Regional de
Formación en Género y Políticas Públicas – PRIGEPP, con el auspicio de la Unión Europea.
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 61-90. Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
61
El mundo globalizado que surge, tiene como una característica central, que
lo que sucede en cualquier punto estratégico del mismo, puede tener impactos
inmediatos y muy intensos en muchos otros lugares y afectar especialmente a
los países en desarrollo por su alta vulnerabilidad.
62
Este debate tiene enorme trascendencia hoy en una América Latina, que ha
realizado grandes avances en el vital campo de la democratización pero experi-
menta serias dificultades económicas y una grave situación social.
63
the World (2002), del World Watch Institute; Macroeconomía y Salud (2002), de
la Organización Mundial de la Salud; Informe sobre Desarrollo Humano (2001),
del PNUD; La calidad del crecimiento (2000), del Banco Mundial. Entre las
tendencias que más alarma han despertado se hallan las que se presentan
resumidamente a continuación.
Buena parte de los habitantes del planeta viven muy por debajo de la línea
de la pobreza, aun estimada conservadoramente. Mientras que en los países
desarrollados es pobre aquel cuyos ingresos son menores a cifras del orden de
los 1.000 dólares mensuales, hay en el mundo 1.300 millones de personas que
ganan menos de 30 dólares mensuales, y 3.000 millones cuyos ingresos son
menores a 60 dólares por mes.
Reflejando las paradojas del mundo globalizado, mientras una parte del gé-
nero humano padece desnutrición, en el otro extremo en los países desarrolla-
dos, uno de los males más alarmantes de salud pública es la obesidad.
64
está produciendo entre los países y también al interior de los mismos. Entre
otros señalamientos al respecto, indica James Wolfensohn (2000), Presidente
del Banco Mundial: “la diferencia entre los países ricos y los pobres se está
haciendo mayor, los ricos se están haciendo más ricos, y los pobres más po-
bres”. Resaltando las enormes disparidades, ha destacado Koffi Annan (2001),
Secretario General de la ONU:
“Cómo podemos decir que los seres humanos son libres e iguales en dig-
nidad, cuando más de un billón de ellos vive luchando para sobrevivir
con menos de un dólar diario, sin agua corriente potable y cuando más de
la mitad de la humanidad carece de servicios sanitarios.
a. Las brechas entre el 20% de la población mundial que vive en los paí-
ses más ricos y el 20% que reside en los más pobres, son de gran magnitud
en todos los planos. El 20% más rico es dueño del 86% del Producto
Bruto Mundial, el 20% más pobre solo del 1%. Asimismo, los primeros
tienen el 82% de las exportaciones mundiales de bienes, los segundos el
1%. En materia de inversiones, el 68% de las inversiones extranjeras di-
rectas van a los ricos y solo el 1% a los pobres.
· Las tres personas más ricas del mundo tienen un patrimonio que
es superior al producto nacional bruto sumado de los 48 países más
pobres.
65
· Las 200 personas más ricas tienen activos que superan el ingreso
combinado de 2.500 millones de personas.
e. Ante datos de este orden las Naciones Unidas resaltan sin ambages
que “las desigualdades globales en ingresos y estándares de vida han al-
canzado proporciones grotescas”.
c) El acceso a la salud
66
Fuente: Informe de Desarrollo Humano 2001. Tabla 8 y cálculo del CMH usando las INdicaciones de Desarrollo
Mundial del Banco Mundial. La organización Mundial de la Salud (2002), “Macroeconomía y Salud”.
67
Otro aspecto es el manejo del inglés. Se utiliza ese idioma en el 80% de los
lugares de la web. Por otra parte, sólo lo habla el 10% de la población mundial.
El resto queda con acceso incierto, lento y costoso. Cuando los habitantes
de esos mundos viven y compiten lado a lado, la ventaja de estar conectado
relegará a los marginales y empobrecidos excluyendo sus voces y sus preocupa-
ciones de la conversación mundial”.
68
Las largas luchas por la equidad de género han generado importantes avan-
ces. Entre ellos, la igualdad de derechos jurídicos, la mayor participación políti-
ca, los progresos de la mujer en los diversos niveles de la educación y su rápida
y creciente incorporación a la fuerza de trabajo.
Con sus luces y sombras ¿qué está sucediendo con la condición de la mujer
en general en términos de cifras?
Un estudio reciente del Banco Mundial (2001) indica que las brechas son
aún muy amplias incluso en aspectos elementales. El estudio analiza las des-
igualdades en derechos básicos sociales, económicos y legales, y establece el
siguiente cuadro:
69
Nota: A value of 1 indicates low gender equality in rights, a value of 4 high equality.
Fuente: Rights data from Humana (1992); population weights from World Bank (1999d). The World Bank (2001).
Engendering development. Oxford University Press.
70
71
Todos estos avances se han dado en un marco muy especial, una América
Latina que en los últimos 20 años, ha experimentado por un lado, un proceso de
gran positividad, el de la democratización que ha creado un entorno político y
cultural muy favorable a la superación de discriminaciones de género, pero por
el otro lado, ha sufrido serios deterioros sociales, que empeoraron una situación
anterior plena en problemas de consideración.
1 Resalta al respecto la CEPAL en su Panorama Social 2000-2001: “El aporte económico de las
mujeres que trabajan, contribuye a que una proporción importante de los hogares situados sobre la
línea de pobreza, puedan mantenerse en esa posicion”, (Santiago de Chile, 2001).
72
En ese contexto general los avances logrados han tenido una contracara se-
vera. Algunas de sus principales expresiones son las que se resumen a renglón
seguido:
a) La feminización de la pobreza
73
Disease, Control and Prevention, 2002) indagó 11.000 mujeres arribando a las
siguientes conclusiones al respecto:
Total
Niveles de pobreza Niveles de pobreza
País nacio-
nal Total Total
Pobres No Pobres no
Indigentes Indigentes No pobres
no ind. pobres ind.
Argentina … 15 40 30 13 … … … …
Bolivia … 24 30 31 18 … … … …
Brasil 22 20 37 24 12 30 42 31 19
Chile 20 18 39 32 13 28 44 34 25
Colombia 22 19 32 24 13 28 33 26 26
Costa
25 21 54 35 16 29 44 41 26
Rica
Honduras 29 23 32 21 15 35 40 30 30
México 19 17 29 25 12 24 27 32 18
Panamá 23 20 40 32 15 33 50 37 24
Paraguay 28 19 38 32 11 40 … … …
Uruguay … 12 76 24 10 … … … …
74
Como se observa, las cifras de mujeres que han tenido hijos antes de los 20
años, son mucho más altas entre los pobres que en los no pobres en todos los
países. En total se estima que en los centros urbanos de la región, el 32% de los
nacimientos que se dan en el 25% más pobre de la población, son de madres
adolescentes. En las zonas rurales la proporción es aún mayor, 40%. En total
80% de los casos de maternidad adolescente en América Latina están concen-
trados en el 50% más pobre de la población, mientras que el 25% más rico sólo
tiene un 9% de los casos. En las áreas rurales, las cifras son 70% de los casos en
el 50% más pobre y 12% en el 25% más rico.
Bolivia … 24 51 34 22 8 33 … … … …
Brasil 22 20 33 20 7 3 30 35 21 11 2
Chile 20 18 36 38 18 7 28 43 36 18 7
Colombia 22 19 36 30 11 5 28 31 32 19 17
Costa Rica 25 21 32 33 13 4 29 48 31 8 4
Honduras 29 23 37 25 13 9 35 42 33 11 36
México 19 17 41 18 11 3 24 40 19 8 3
Panamá 23 20 33 37 17 5 33 48 43 19 4
Paraguay 28 19 35 27 14 (-) 40 44 40 33 12
Uruguay … 12 36 18 10 2 … … … … …
Venezuela 22 19 34 28 14 5 39 54 38 17 14
75
cente. Al tener hijos y ser titulares de familias muy débiles, abandonan total-
mente el sistema educativo. Las cifras disponibles indican que las madres po-
bres adolescentes tienen un 25 a un 30% menos de capital educativo que las
madres pobres que no han tenido embarazo adolescente. Al tener poco nivel
educativo estas madres jóvenes con hijos, tendrán pocas posibilidades de con-
seguir trabajos e ingresos adecuados y se profundizará su pobreza. En un cua-
dro de pauperización en ascenso como el de la región en las últimas décadas
estos círculos perversos tienden a afirmarse y ampliarse.
Las mujeres pobres, mayoría entre las mujeres en general de América Latina,
sufren también fuertemente el impacto de la pobreza en temas vitales muy cla-
ves, como el de la salud. La pobreza latinoamericana tiene como una de sus
expresiones, los altos déficits nutricionales. Advierten la CEPAL y la Organi-
zación Panamericana de la Salud (1998): “Se observa en casi todos los países
de la región un incremento en enfermedades no transmisibles crónicas asocia-
das con alimentación y nutrición. Las medidas de ajuste implementadas por los
países han afectado la disponibilidad nacional de alimentos y han tenido reper-
cusiones negativas sobre el poder de compra de los grupos más pobres amena-
zando la seguridad alimentaria”. Las madres pobres van a ser las mas directa-
mente afectadas por las condiciones de inseguridad alimentarias. Las va a impactar
a ellas y sus hijos. Según cifras de la CEPAL recientes (2000), efectivamente el
35% de los niños menores de dos años de edad de América Latina están hoy en
situación de “alto riesgo alimentario”.
Las dificultades nutricionales de la madre y del bebé, son uno de los factores
claves en elevadas tasas de mortalidad infantil que siguen produciéndose en la
región a pesar de los avances. Con ellas interactúan otros factores de escasez
como la falta de agua potable antes mencionada, de instalaciones sanitarias y
las condiciones generales de pobreza y todo ello lleva a elevadas tasas de mor-
talidad infantil superiores al 50 por mil, en países como entre otros Haití, Boli-
via, Perú, Brasil, Nicaragua, Ecuador y Guatemala. La Organización Panameri-
cana de la Salud (OPS) estima que mueren anualmente en la región por enfer-
medades perfectamente prevenibles como las enfermedades diarréicas y las in-
fecciones respiratorias, 190.000 niños.
76
77
Tasa general de
País Año Total Hombres Mujeres
desempleo
Argentina b/ 1990 5.9 4.4 4.3 4.5
1999 14.7 4.9 3.8 6.2
Bolivia 1994 3.2 3.2 3.2 3.1
1999 7.1 3.9 3.7 4.2
Colombia a/ 1994 8.0 5.9 5.6 6.1
1999 19.2 8.2 7.9 8.5
Ecuador 1994 7.1 4.6 4.1 5.1
1999 14.2 5.3 5.4 5.2
El Salvador 1999 6.9 1.9 1.8 2.0
Guatemala 1989 3.5 3.3 3.4 3.0
1998 2.8 2.2 2.3 2.1
Nicaragua 1993 14.1 4.7 5.1 3.9
1998 13.8 2.1 2.7 1.3
Panamá 1991 18.6 7.7 6.9 8.6
1999 13.1 6.3 5.6 7.2
Paraguay 1999 9.1 3.7 4.1 3.1
Uruguay 1992 8.4 5.5 4.9 6.0
1999 11.2 6.2 5.8 6.6
Venezuela c/ d/ 1994 8.4 3.0 2.9 3.2
1999 14.5 3.3 3.1 3.7
Fuente: CEPAL Panorama Social de América Latina, 2000-2001, sobre la base de tabulaciones especiales de
encuestas de hogares de los distintos países.
a/ Excluye aquellos cesantes que han buscado empleo por un período superior a dos años
b/ Corresponde al gran Buenos Aires
c/ La medición registra el tiempo que el informante lleva sin trabajo, no el tiempo que lleva buscando trabajo
d/ Corresponde al total nacional
78
Total Personal Profesionales Personal Trabajadores Total Personal Profesionales Personal Trabajado-
Directivo y técnicos administrativo Manuales directivo y técnicos Administrati- res
vo manuales
Bolivia 63.4 63.6 74.9 79.6 62.1 65.3 198.7 67.5 53.9 59.2
Brasil 65.0 62.7 50.3 48.6 56.1 66.8 102.4 42.8 58.1 54.8
Chile a/ 65.9 53.0 57.4 71.3 64.2 84.5 39.6 67.1 60.3 73.2
Colombia 75.4 73.6 74.9 92.1 67.6 65.9 105.3 61.2 95.9 55.1
Costa Rica 70.1 76.2 70.2 84.9 52.1 71.9 80.4 80.4 78.3 54.2
El Salvador 74.6 81.6 84.1 82.6 69.2 73.0 106.0 107.9 84.5 69.4
Guatemala a/ 55.2 27.8 69.6 88.4 53.0 39.9 37.6 48.3 67.9 33.8
Honduras 64.7 59.1 77.2 78.8 57.0 71.7 74.9 83.7 91.9 58.9
México a/ 57.0 49.2 54.9 56.6 63.0 52.3 11.3 73.0 46.6 74.2
Nicaragua a/ 65.1 71.3 48.8 91.7 68.8 88.2 75.9 77.4 64.7 86.0
Panamá 83.2 88.3 72.6 92.2 64.6 97.3 81.0 74.7 88.1 58.4
Paraguay 71.5 110.4 61.5 92.3 65.5 54.5 124.1 112.4 71.6 48.8
República 74.9 77.1 71.7 101.9 65.7 69.4 59.4 98.3 77.5 64.4
Dominicana b/
Uruguay 67.9 62.2 52.2 75.7 59.0 … … … … …
Fuente: CEPAL Panorama Social de América Latina 2000-2001, sobre la base de tabulaciones especiales de las
encuestas de hogar de los repectivos países.
a/ 1998
b/ 1997
c/ Total nacional
79
80
Fuente: CEPAL, Panorama Social de América Latina 2000-2001, sobre la base de tabulaciones especiales de
encuestas de hogares de los respectivos países.
a/ Se refiere a los establecimientos que ocupan hasta cinco personas. En los casos de Chile (1996), El Salvador,
Panamá, República Dominicana, Uruguay (1990) y Venezuela se incluye a los que tienen hasta cuatro empleados.
En los casos en que no se dispuso de información sobre el tamaño de los establecimientos no se proveen cifras
para el conjunto de las personas ocupadas en sectores de baja productividad.
b/ Se refiere a trabajadores por cuenta propia y familiares no remunerados sin calificación profesional o técnica.
c/ Incluye a personas ocupadas en la agricultura, silvicultura, caza y pesca.
d/ En el año 1990, se incluyó a los asalariados sin contrato de trabajo bajo "Microempresas".
e/ Datos provenientes de las encuestas de caracterización socioeconómica nacional (CASEN).
f/ A partir de 1993, se amplió la cobertura geográfica de la encuesta hasta abarcar prácticamente la totalidad de la
población urbana del país. Hasta 1992, la encuesta comprendía a alrededor de la mitad de dicha población, sólo
con la excepción de 1991, año en el que se realizó una encuesta de carácter nacional.
g/ Datos provenientes de las encuestas de nacionales de los ingresos y gastos de los hogares (ENIG).
h/ A partir de 1997, el diseño muestral de la encuesta no permite el desglosamiento urbano-rural. Por lo tanto,
las cifras corresponden al total nacional.
c) Actividad doméstica
Ello lleva a que en los hechos las mujeres se están integrando al mercado de
trabajo en condiciones muy desfavorables. Su retaguardia, la situación en el
hogar, no está cubierta sino sigue estando a su cargo íntergramente. Tienen una
doble jornada.
81
Colombia
Mujer 30.5 14.5 14.5 58.6 49.1 36.0 47.9 65.4
Hombre 0.9 0.6 0.6 2.2 0.7 0.5 0.2 1.6
Costa Rica
Mujer 33.7 19.2 37.0 43.3 52.6 39.7 57.6 57.9
Hombre 0.6 1.2 0.1 0.9 0.3 0.7 0.1 0.2
Ecuador
Mujer 28.3 15.6 30.6 41.5 … … … …
Hombre 0.2 0.4 0.1 0.5 … … … …
El Salvador
Mujer 26.5 21.3 26.2 33.2 50.8 46.3 53.2 53.0
Hombre 0.3 0.3 0.1 0.6 0.6 0.9 0.2 0.7
Guatemala a/
Mujer 32.9 23.9 33.6 44.3 55.7 54.6 56.1 56.8
Hombre 1.1 1.4 0.4 2.1 0.8 1.3 0.1 1.3
Honduras
Mujer 31.1 23.8 31.2 46.0 57.2 58.9 57.1 54.7
Hombre 1.6 3.1 0.4 1.7 1.0 1.6 0.7 0.7
México a /
Mujer 42.3 26.1 46.5 56.0 52.6 48.2 54.2 55.3
Hombre 0.3 0.6 0.1 0.2 0.3 0.6 0.1 0.3
Nicaragua a/
Mujer 23.8 23 26.3 19.1 52.6 51.3 56.2 46.6
Hombre 0.1 0.1 0.1 0.3 0.5 0.6 0.4 0.3
Panamá
Mujer 31.6 18.4 34.1 41.5 55.5 42.0 58.1 62.8
Hombre e/ e/ e/ e/ e/ e/ e/ e/
Paraguay
Mujer 26.8 15.6 30.5 34.6 44.5 42.1 47.2 42.4
Hombre 0.2 0.1 . 0.6 0.3 0.3 0.2 0.4
República Dominicana b/
Uruguay
Mujer 13.9 9.6 15.9 14.0 … … … …
Hombre 0.6 1.3 0.2 0.5 … … … …
Venezuela c/
Mujer 37.0 27.3 34.5 56.5 … … … …
Hombre 0.4 0.6 0.2 0.6 … … … …
Fuente: CEPAL, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogar de los repectivos países.
a/ 1998
b/ 1997
c/ Total nacional
d/ Estadísticamente no significativo
82
d) Participación política
18 Congreso 20 Ministerios
% del total de
16
% del total
15
lugares
14
10
12
5
10
8 0
r r la y
do do ma ua ua
y
ua ug
r
ag
ala
lva
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lva
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G N
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Sa
N
El
10 Alcaldías
8
% del total
6
4
2
0
Ec ia
Sa r
y
El ado
Gu dor
Ur a
N ala
ua
liv
u
rag
m
Bo
ug
lva
u
ate
ica
Fuente: “Women and Power in the Americas, a Report Card”, Inter American Dialogue 2001; y UNDP Development
Report 2000-2001.
83
Todo ello además como se ha visto, se paga con costos muy altos. La mujer
pobre es en muchos casos trabajadora informal u operadora en maquiladoras y
al mismo tiempo jefa del hogar con una vida por consiguiente, muy dura a dia-
rio. Las mujeres de los estratos medios, siguen a cargo de la responsabilidad del
cuidado de la familia y el funcionamiento del hogar, lo que implica importante
dedicación aun cuando cuenten con ayuda doméstica, y por otro lado, deben
trabajar intensivamente para demostrar su capacidad profesional y mantener
sus posiciones.
84
nación positiva. A pesar de los avances, las mujeres siguen siendo como lo
muestran los indicadores de desarrollo humano de las Naciones Unidas, el ma-
yor grupo discriminado de todo el planeta.
Una agenda de trabajo para encarar esta situación debería en primer término
seguir procurando que el tema mismo forme parte continua de las grandes agen-
das de discusión económica y social a nivel internacional y latinoamericano.
Hay que reforzar y profundizar en la visión colectiva la idea de que el tema es
crucial no sólo para las mujeres sino para la sociedad en su conjunto. Los efec-
tos de la discriminación son amplísimos. Amartya Sen (2000), los plantea agu-
damente: “La desigualdad basada en el género en los ámbitos económico y so-
cial, puede lesionar considerablemente el desempeño global en numerosas y
diversas áreas, afectando variables demográficas, médicas, económicas y socia-
les; el fortalecimiento de las capacidades de las mujeres y su consiguiente habi-
litación gracias a la escolaridad, las oportunidades de empleo, etc., surten los
efectos de mayor alcance en la vida de todos los involucrados: hombres, muje-
res y niños”.
Fuente: Education and immunization data from latest Demographic and Health Surveys; population weights
from World Bank (1999d). The World Bank (2001). Engendering development. Oxford University Press.
85
Algunas indagaciones van aún mucho más lejos. Folbre (1994) sostiene que
las mujeres tienen mayor tendencia al altruismo y a la cooperación. Una inves-
tigación sobre el capital social en comunidades campensinas en el Paraguay
(Molinas, 1998) verificó efectivamente que los comportamientos cooperativos
ocurrían con la mayor frecuencia en grupos con alta participación femenina.
Constató que: “la participación femenina efectiva en los comités campesinos
aumentaba la performance de dichos comités... y las posibilidades de las comu-
nidades campesinas de combatir la pobreza”.
El Banco Mundial sugiere otra correlación muy especial. Señala que “...ma-
yor igualdad en la participación de mujeres y hombres está asociada con empre-
sas y gobiernos más transparentes y con mejor gobierno. Donde la influencia de
las mujeres en la vida pública es mayor, el nivel de corrupción es menor”. Pro-
porciona al respecto en el siguiente cuadro:
Fuente: Información de the International Country Risk Guide (ICRG). The World Bank (2001). Engendering
development. Oxford University Press.
86
Debe haber políticas mucho más consistentes y agresivas que las actuales en
materia de protección de la familia. Ello puede mejorar sustancialmente la si-
tuación concreta de la mujer y permitirle su incorporación a la educación y el
trabajo en mucho mejores condiciones. Los apoyos públicos en campos como el
cuidado de los bebés, la multiplicación de oportunidades de preescolar, la ayu-
da en el cuidado de las personas de edades mayores y otras áreas, pueden ser de
alta utilidad práctica.
87
Junto a todas las políticas anteriores y muchas otras añadibles, debe seguir la
acción colectiva por producir cambios de fondo en las actitudes culturales y los
mensajes educativos, donde hay fuertes contenidos discriminatorios, que se hallan
enraizados en siglos de inferiorización de la mujer. Entre ellos es notable como
los currículums de educación básica siguen en muchos casos, ignorando el pro-
blema de la mujer, y diseminando los mismos estereotipos tradicionales sobre
su rol en la sociedad y sus supuestas limitaciones2.
88
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90
Resumen
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 91-129. Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
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autárquica, encerrada sobre sí misma durante los primeros veinticinco años del
franquismo y heredera de un proceso de industrialización liderado por el Esta-
do que se prolongó hasta la incorporación de España a la Comunidad Económi-
ca Europea el año 1986. Las empresas españolas, dicho de otro modo, tienen
un “handicap” histórico frente a sus competidoras internacionales. La brecha
que debía supera España en términos de presencia en los mercados internacio-
nales, acumulada durante toda la segunda mitad del siglo XX, se ha manifesta-
do en la asunción de un nivel de riesgos mayor que sus competidoras, el que se
ha pretendido compensar con un nivel mayor de apoyo público para su gestión
en el mercado local español.
1.3. América Latina como territorio de expansión estratégica para las em-
presas transnacionales españolas
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limita a los mercados más grandes y/o más seguros y estables, detectándose
una clara vocación regional, ya sea mediante la intervención directa en muchos
mercados o la adquisición de empresas de ámbito regional, como en el caso de
Enersis en el sector de la electricidad.
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Mirando hacia el futuro más próximo, hasta donde es posible prever las ten-
dencias actuales, es posible que la “agresividad” de las empresas españolas tienda
a moderarse, en lo que se refiere al nivel de riesgo aceptable en sus inversiones,
toda vez que en la actualidad ocupan posiciones menos débiles en los mercados
internacionales que hace una década atrás. Pero, como la competencia interna-
cional y las necesidades tecnológicas demandan cada vez tamaños mayores para
sostener procesos de innovación más costosos, se advierte que las fusiones y
adquisiciones de empresas competidoras serán cada vez más “agresivas”.
Cada vez parece más próximo el momento en que grandes empresas españo-
las de otros sectores, como es el caso de Repsol-YPF, que también cuentan con
los bancos en su directorio y fuertes inversiones en América Latina, tengan
interés en tomar participación en el negocio de la energía eléctrica y de las
telecomunicaciones. La posibilidad de que en el futuro se concreten alianzas
estratégicas entre las transnacionales españolas para enfrentar la competencia
internacional y las inversiones tecnológicas y de infraestructuras es cada vez
más cierta.
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Septiembre % variación
(en miles) 2000 1999 00/99
Líneas en servicio 41.271,1 37.466,2 10,2
En España 20.052,7 18.947,5 5,8
En otros países (1) 21.218,4 18.518,7 14,6
Clientes celulares 22.921,0 14.139,8 62,1
En España 12.801,5 7.699,7 66,3
En otros países (2) 10.119,5 6.440,1 57,1
Clientes TV de pago 917,7 693,9 32,2
En España 572,2 373,9 53,0
En otros países (3) 345,5 320,0 8,0
TOTAL 65.109,8 52.299,9 24,5
Fuente: Telefónica S.A. (1) No incluye CRT; (2) No incluye los clientes de Telesp Celular; (3) No incluye los
clientes de Cablevisión.
2Un cuadro completo de las adquisiciones de Telefónica en América Latina entre 1990 y 1998 se
puede consultar en CEPAL (2000: 152).
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Las alianzas que Telefónica realizó en el tiempo en que Juan Villalonga diri-
gió la entidad dieron lugar a que entraran en el Consejo dos consejeros
institucionales que, aunque tenían un número reducido de acciones indirectas
en su poder, eran importantes para el desarrollo de negocios estratégicos de la
compañía. Se trata de Miguel Horta Costa, que representaba los intereses de
Portugal Telecom, con quienes Telefónica participa en sus negocios en Brasil y
Portugal, y Bert C. Roberts, que lo hacía en representación de MCI Worldcom,
con quienes Telefónica tiene líneas de negocio en Estados Unidos y Europa.
En todo caso, cabe poner de relieve que la política de alianzas de Villalonga
encontró una fuerte contestación, llevándole a perder la confianza del gobierno
español y de una parte importante del Consejo de Administración, lo que le
hizo renunciar a la dirección de la empresa, quedando pendientes para el año
2001 (próxima Junta General de Accionistas) decisiones que deberá tomar Cé-
sar Alierta, nuevo timonel de Telefónica ante la renuncia de Villalonga. Estas
decisiones se refieren al cumplimiento de la alianza estratégica con el BBVA, y
la incorporación o no de los propietarios de Endemol (empresa holandesa dedi-
cada a la producción de contenidos multimedia), Jhon de Mol y Joop Van Den
Ende, primeros accionistas privados de Telefónica con un 1,82 por 100 y un
1,69 por 100, respectivamente.
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Por un tiempo limitado, la alianza con Sonera le siguió dando algunos resul-
tados para la expansión de Telefónica por Europa, lo que era la verdadera pre-
ocupación de César Alierta, permitiéndole ganar el 1 de septiembre del 2000 la
licencia UMTS en Suecia (Sonera, 45 por 100; Telefónica 20 por 100 y el fondo
de inversión sueco Industri Kapital el 35 por 100). Y el 27 de octubre se hizo
con una de las dos licencias UMTS italianas, encabezando un consorcio forma-
do por Telefónica, Sonera, Fiat y Banco di Roma.
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ampliación de capital ha representado, entonces, que el 31,9 por 100 del capital
de Telefónica esté en manos norteamericanas, el 26,8 por 100 en manos euro-
peas, y los inversionistas españoles mantengan el 34,7 por 100 (frente al 45 por
100 anterior), y los latinoamericanos tengan el 6,4 por 100 de Telefónica.
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100 en cada una de las licencias de los móviles de tercera generación en Europal.
Pero, en octubre del 2000, el BBVA seguía adelante con las empresas para el
desarrollo de nuevos productos. Movilpago, dedicada al negocio de medios de
pago a través de teléfonos móviles (que está siendo investigado por el Tribunal
de Defensa de la Competencia, por probable abuso de posición dominante), ha
entrado al fondo Communicapital Partners, junto con La Caixa, Telefónica y la
canadiense Onex para desarrollar de proyectos de telecomunicaciones; y ha
aportado el 49 por 100 del capital del banco por internet Uno-e del BBVA; y el
40 por 100 de Telefónica B2B dedicada a desarrollar el comercio electrónico
entre empresas. A lo anterior se agrega el que a finales de octubre, César Alierta
nombrara a Pedro Luis Uriarte, consejero delegado del BBVA, Vicepresidente
del Consejo de Administración de Telefónica.
Las mayores operaciones previstas por Telefónica para los años 2001 y 2002,
se habían orientado al desafío de desarrollar la tecnología UMTS. La apuesta de
César Alierta, que significaba ganar presencia en Alemania, Italia, Francia, Sue-
cia, Noruega, Bélgica y Suiza, necesitaba movilizar una cifra en torno a los
ocho billones de pesetas (unos 47.000 millones de euros), que incluía la com-
pra de las licencias y las inversiones para ampliar la red, significaba que el es-
fuerzo inversor de Telefónica se centraría más en Europa que en los mercados
emergentes. Sin embargo, la parálisis en que cayó la telefonía de tercera genera-
ción en Europa ha debilitado la estrategia general de Telefónica, lo que se ha
notado en su valor en bolsa y sus resultados anuales, afectados éstos por las
dificultades que han pasado algunos de los grandes paíes latinoamericanos –
Argentina especialmente-.
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El monto que el gobierno pactó con las empresas del sector para cubrir
esos costos es de 1,98 billones de pesetas, en condiciones que las inver-
siones realizadas no superaban los 900.000 millones. La diferencia, 1 bi-
llón de pesetas, es el resultado de una negociación muy favorable de las
empresas con el gobierno, en las que consiguieron que se les recompensa-
ra no sólo las inversiones, sino también los posibles beneficios de ellas.
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Nota al recuadro:
(1) La distribución de los CTC se realiza principalmente de acuerdo con el criterio RAMSEY, que establece que
los costes a cargar serán inversamente proporcionales a la elasticidad-precio de los consumidores de electricidad,
es decir, que los consumidores que sean más sensibles a aumentos en el precio, en otras palabras, que puedan
dejar de comprar electricidad o puedan pactar precios menores si los precios ofrecidos son altos, pagarán menos.
De este modo, la industria más intensiva en consumo de electricidad, con mayor poder de negociación, pagará
menos en concepto de CTC mientras que el resto de los consumidores, donde se encuentran los domésticos,
pagarían más.
En el terreno de las alianzas estratégicas, los años 1998 y 1999 fueron dejan-
do atrás esfuerzos que no llegaron a materializarse en alianzas estables, en el
sector eléctrico al menos. Diferente fue el caso de las telecomunicaciones y el
agua, como veremos más adelante. Endesa intentó alianzas estratégicas con las
alemanas Vega-Viag y también con la poderosa RWE, la mayor eléctrica de
europea, pero las negociaciones no prosperaron; al igual que las conversaciones
llevadas con la francesa Lyonnaise del Eaux. Por otra parte, existieron esfuer-
zos por cerrar acuerdos con Gas Natural y con Repsol, en vista a facilitar inver-
siones en el sector de la generación de electricidad en centrales de ciclo combi-
nado, que tampoco prosperaron. Conviene acotar aquí que para Endesa es es-
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tratégico el desarrollo de las centrales integradas que usan gas natural como
energía de generación, ya que todavía su estructura productiva lastra un peso
mayoritario de centrales térmicas basadas en carbón, las que están quedando
obsoletas técnicamente hablando, y elevan el costo de producción de la electri-
cidad. En ese sentido el futuro inmediato es reemplazarlas por centrales de
ciclo combinado, más todavía teniendo en cuenta la existencia de una “morato-
ria nuclear” que afecta de manera especial a Endesa.
En las décadas de 1960 1970, el sector eléctrico español hizo una apues-
ta muy seria a favor de la generación eléctrica utilizando centrales nuclea-
res, lo que ha dejado como herencia que un 15 por 100 de la generación
de energía del Grupo Endesa en España (23.000 MW) todavía se origina
en centrales nucleares. El objetivo inicial era reducir el costo de genera-
ción recurriendo a la tecnología más avanzada del momento. Sin embar-
go, en la década de los ochenta, el incremento de los costes provocado
por la financiación en divisas (tecnología importada de los Estados Uni-
dos), sumado al almacenamiento de residuos y la seguridad de las centra-
les, coincidió con una tendencia generalizada a valorar los riesgos de la
contaminación medioambiental. Como resultado de la suma de estos fac-
tores en 1983, el gobierno español implementó el primer “parón nuclear”,
que significó suspender el programa de instalación de nuevas centrales.
Habían alcanzado a entrar en servicio Zorita (1968), Santa María de
Gadoña (1971), Almaraz I y II (1981 y 1983) y Ascó I (1983). Asimismo
se terminaron las centrales que estaban en construcción, Ascó II,
Vandellos y Trillo, que entraron en funcionamiento en 1987 y 1988.
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Las alianzas estratégicas, sin embargo, no han sido tan fáciles de definir para
la primera empresa eléctrica española, a pesar de que subsiste el riesgo de una
OPA cuando concluya el proceso de liberalización del mercado eléctrico euro-
peo. En la práctica, a finales del 2002, todavía no se ha terminado de dibujar el
mapa eléctrico español, y no faltan intentos de alianzas y fusiones que impulsan
a las grandes transnacionales españolas a tomar posiciones estratégicas de cara
al futuro.
El trance generado a finales del año 1999 significaba abrir la puerta de Espa-
ña a las eléctricas extranjeras, o la toma posiciones de empresas españolas con
fuertes relaciones con el sector eléctrico, caso de Repsol-YPF y/o Gas Natural;
y como consecuencia de esto último, el distanciamiento entre Endesa y sus
anteriores potenciales aliadas.
Para obtener el apoyo público, cuestión que Martín Villa puso en su mento
como condición previa, la operación Endesa-Iberdrola tenía que superar al menos
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tres escollos y pagar un precio. Primero, para garantizar la regla de “cuatro me-
jor que tres”, que significa un número determinado de empresas para dar garan-
tías de competencia, solamente Endesa e Iberdrola acumulan juntas una cuota
de mercado suficientemente grande como para que la venta de una parte de sus
activos permita la entrada al mercado de nuevas empresas. Endesa-Iberdrola
tendrían un excedente de energía del orden de 16.000 GWh, los que vendidos a
terceros garantizaría el número de empresas que el gobierno español estima
indispensable para la competencia. La idea de Martín Villa e Iñigo de Oriol, era
que esas ventas les permitirían tomar participaciones en empresas europeas del
ramo.
Tercero, la fusión de las dos grandes eléctricas necesitaba de una nueva arti-
culación de los intereses de las grandes empresas españolas. En primer lugar el
BBVA y La Caixa, son accionistas de referencia en la nueva empresa, pero tam-
bién en Repsol-YPF y en Gas Natural, las competidoras potenciales de la alian-
za en formación. Y se daba la coincidencia, para nada casual, que ambas insti-
tuciones financieras están alineadas con Telefónica en el negocio de las teleco-
municaciones, en tanto que Endesa era accionista de referencia en Retevisión
(telefonía fija), Amena (telefonía móvil) y Eresmas (en internet), lo que podría
ser causa de la intervención del Tribunal Nacional de la Competencia. Al mar-
gen de la potencial conflictividad, todo hace pensar que el BBVA y La Caixa
tendrán un papel importante en la conciliación de intereses y en la definición de
las estrategias de alianzas del año 2001.
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anunció en junio de 2000, son invertir unos 1.300 millones de dólares en tres
plantas de generación en el nordeste de Brasil, y aumentar un 50 por 100 su
participación en el holding formado por el fondo de pensiones Previ y el Banco
de Brasil.
GENERACIÓN DISTRIBUCIÓN
ENDESA IBERDROLA ENDESA IBERDROLA*
Argentina 19% 34%
Brasil Guaraniana 50 % Coelba 42,8 %
Cosern 35,5 %
CELPE 31,2 %
Chile 45% 29% Grupo Essal
Colombia 26% 23%
Guatemala Iberdrola 100%
México Monterrey
(en construcción)
Perú 28% 25%
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Como se ha dicho antes, Telefónica y Endesa España son empresas que han
participado del proceso descrito, debiendo adecuarse a los cambios
institucionales, pero también participando activamente en la definición de las
características de los nuevos mercados y las nuevas regulaciones, tanto en Es-
paña como en América Latina. En ese contexto, están abiertos una serie de
temas que están dando lugar a litigios entre la Unión Europea y España y entre
las empresas y los estados.
Responder a esta pregunta exige tener en cuenta las características del pro-
ceso de privatización español –recuérdense los argumentos planteados antes-,
entre las que destaca el hecho de que al haberse realizado gradualmente, el
gobierno pudo conservar durante un periodo relativamente largo un importante
grado de control sobre la propiedad y sobre la gestión, sobre todo nombrando
los directivos de las empresas y poniendo en marcha estrategias empresariales
destinadas a constituir núcleos duros de accionistas españoles, especialmente
del sector financiero. Y más todavía, una vez concluido el proceso de
privatizaciones, el gobierno ha conservado grados altos de influencia en las
empresas privatizadas a través de la “acción de oro” y mediante el control polí-
tico sobre las nuevas regulaciones.
Por otra parte, como contrapartida, el gobierno ha permitido que las anti-
guas empresas monopólicas estatales, conservaran cuotas muy altas de merca-
do, ocupando posiciones dominantes en los servicios liberalizados. Telefónica,
en particular, todavía a finales de 1999 conservaba 9 de cada 10 usuarios de
telefonía fija local y metropolitana.
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Eso sí, como nadie puede renunciar a sus propias herencias y tradiciones, ha
sido frecuente que las empresas españolas que han llegado a ocupar posiciones
dominantes en los mercados americanos, como ha ocurrido con Telefónica y
Endesa en Argentina (en este último caso de manera más evidente después de
que controlara la chilena Enersis), intenten conservar sus prerrogativas a través
de la negociación y/o presión hacia las autoridades políticas con atribuciones
sobre las regulaciones y los procesos tarifarios.
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Los motivos ajenos a los objetivos de la ley que se han mencionado a lo largo
del debate en España, se refieren a un exceso de nacionalismo en las políticas
del Partido Popular en el gobierno, activados de una manera más aguda después
de la mayoría absoluta que disfruta en el parlamento desde 1999, y después de
que el gobierno portugués obstruyera la entrada de bancos españoles en su
mercado financiero (BSCH y Champalimaud), lo que fue interpretado como
una conducta “antiespañolista” en España. Asimismo, desde la oposición so-
cialista, se señala la opacidad del ejercicio del derecho a veto en las empresas
privatizadas, que escondería la intención de “crear una casta de nuevos empre-
sarios” proclives al gobierno (véase El País, www.elpais.es/p/d/2000/o6/
economia/ue.htm).
Otro de los frentes que ha abierto la Unión Europea a finales del 2000, es la
legalidad de las CTC (costos de transición a la competencia). Durante la segun-
da mitad del 2000, el Comisario para la Competencia de la UE, el italiano Mario
Monti, ha comunicado su intención de abrir un expediente sancionador a Bélgi-
ca, Austria, Alemania y España, argumentando que estas compensaciones a las
compañías eléctricas por los costos de adaptación al mercado libre ocultan en
realidad ayudas del Estado que irían en contra de la libre competencia.
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En una perspectiva de largo plazo, incluso más allá de las decisiones efecti-
vamente implementadas, la política promovida desde las instituciones euro-
peas ha servido para presionar a los actores del mercado y a los gobiernos a
favor de más competencia y menos intervenciones públicas sobre los mercados
regulados, favoreciendo el comportamiento independiente del regulador.
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4 La resolución número 515 decía en su considerando Séptimo: “En el caso del servicio telefónico
local, las nuevas regulaciones incorporadas por la Ley Nº 19.302 han facilitado el ingreso de nuevos
operadores y la ampliación de los servicios ofrecidos por los operadores menores. Sin embargo, la
competencia en este mercado es aún incipiente, concentrando CTC aproximadamente el 90% de las
líneas telefónicas en servicio a nivel nacional. CTC es la única proveedora de servicio telefónico local,
en las Regiones I a IV, y regiones VII y XII del país.”
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En España, entre tanto, Telefónica tiene su particular disputa con los regula-
dores españoles y europeos. Para el Comisario de la Competencia de la Unión
Europea, Mario Monti, los precios de Telefónica son “excesivos”, en especial
en las llamadas locales y en las tarifas aplicadas a las líneas alquiladas (El País,
29 de Septiembre 2000). Para los responsables de la Unión Europea, preocupa-
dos por potenciar la nueva economía en Europa y mejorar su competitividad en
esa materia frente a Estados Unidos, reducir los precios de las llamadas telefó-
nicas locales es fundamental. Las investigaciones en marcha en el año 2000 por
la UE pretendían determinar si en el sector de las telecomunicaciones se esta-
ban produciendo prácticas restrictivas a la competencia o posiciones de abuso
dominante. La investigación se dirigía de manera especial a vigilar los planes de
ofertas de las operadoras dominantes, ya que hasta que no se abra del todo a la
competencia la telefonía local, el monopolio de los grandes operadores seguirá
requiriendo de una regulación pública.
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sión de los partidos de Liga y Copa de fúlbol, mediante la propiedad por cada una de ellas del 40 por
100 de la sociedad Audiovisual Sport. Media Park, por su parte, llegó en julio de 1997 a un amplio
acuerdo con Vía Digital –participada por Telefónica Madia- para la gestión y comercialización de
contenidos de canales temáticos, emitidos por diversos operadores de televisión de cable.
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Esta situación ha dado lugar a una integración vertical muy intensa entre los
segmentos de generación y comercialización de energía eléctrica, en el que el
primero actúa como vendedor y el segundo como comprador. Pudiendo presen-
tarse situaciones en que por la evolución de los precios, las pérdidas de la gene-
radora sean compensadas por las ganancias de la comercializadora y viceversa.
Habría aquí una barrera a la entrada tanto para las empresas comercializadoras
que no tienen a la vez una generadora, como para las generadoras que no tienen
una comercializadora. Los nuevos generadores, en estas condiciones, se enfren-
tarían al riesgo de unos precios insuficientes para rentabilizar sus inversiones.
Además de ello, los nuevos entrantes se enfrentarían a un problema de informa-
ción asimétrica. Las distribuidoras integradas a un grupo eléctrico disponen de
información sobre las cantidades consumidas por cada cliente, lo que supone
saber quienes van entrando en la categoría de “clientes cualificados”, al mismo
tiempo que conocen las curvas de demanda de cada uno de los clientes. Así las
cosas, nada impide a las distribuidoras pasar esta información a las
comercializadoras del grupo, otorgándole así una clara ventaja competitiva a la
hora de diseñarles un contrato a la medida.
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4. Bibliografía
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UE. Second Report from the Commission to the Coouncil and the European Parliament, .
On the state of liberalisation of the energy markets. Bruselas: Unión Europea, 2000.
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Resumen
1. Introducción
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 131-145. Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
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Tal vez el debate en curso acerca de autonomías concentre las mayores con-
tradicciones que actualmente afectan a las organizaciones mapuche y sus pro-
pias acciones decidan si “lo nuevo” será un factor de articulación y unidad o, al
contrario, de disgregación e impotencia.
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Sin embargo -y como lo muestra el debate sobre autonomías- los datos demo-
gráficos destacan diferenciaciones entre la población mapuche de la región con
mayor concentración de comunidades agrarias y la población indígena en las
grandes ciudades (fuera de las áreas “históricas” de mayor relevancia). De acuerdo
al Censo nacional de 1992, resaltan dos hechos: una gran mayoría de los
autodeclarados mapuche viven en Santiago y algunas otras ciudades mayores;
los mapuche son minoría en la región “histórica” y con más comunidades -La
Araucanía- donde representan el 26% de la población total. No obstante, ante
el Estado-nación de Chile se auto-reconoce mapuche cerca de un 10% de la
población total del país.
Desde la perspectiva del cambio social, lo nuevo que está aportando el mo-
vimiento social mapuche es que mediante las acciones de creación de identidad
está ensanchando las posibilidades de “producir” sujetos sociales. Otros suje-
tos, distintos a los actores de periodos históricos pasados. Un rasgo relevante de
ellos es que ahora desconfían de la (tradicional) sociedad civil. Esta fue genera-
da en la modernidad y muchas de las organizaciones que la conforman se asig-
naron la misión de “totalizar” proyectos de cambio social. Por ejemplo, los
partidos, los movimientos enmarcados por grandes estructuras de tipo sindical
o tendencias religiosas articuladoras de visiones de mundo, empeñadas en “re-
presentar” a categorías, estratos o clases sociales en el control político (demo-
crático o no) del Estado.
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Ahora bien, la resistencia comunitaria puede ser un primer peldaño; los suje-
tos sociales fuertes pasarán desde la resistencia a impulsar un proyecto que
-siendo propio- esta llamado a cambiar las relaciones sociales, el “sistema” pre-
valeciente.
Si aceptamos que la identidad es, antes que todo, “la fuente de sentido y
experiencia para la gente” y que aquella experiencia/sentido arranca de la co-
munidad (“no conocemos gente sin nombre, ni lenguas o culturas...(sin) distin-
ciones entre el yo y el otro , nosotros y ellos...), eso no quiere decir que la identidad
sea una “esencia” inmanente e inmutable.
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2.2. En “la modernidad temprana o tardía” (del siglo XlX a los años 80 del
siglo XX) las identidades capaces de movilizar tras proyectos de cambio social
-como insiste Castells- se afincaron en movimientos ejes de la sociedad civil,
tal cual el movimiento obrero durante la era industrial. Pero hoy, el
agigantamiento de la globalización en los planos económico, político, cultural
hace impotente a la sociedad civil nacida en otra “era”. ¿Por qué? Porque la
relativa transparencia con que antes los sujetos formados en las organizaciones
clásicas de esa sociedad civil podían “ver” e identificar los espacios del poder y
a quienes lo ejercen decidiendo la suerte de “los de abajo”, ahora se ha hecho
opaca, indiscernible para la mayoría de los ciudadanos.
3. La historia reciente
1Médico, fisiólogo, nacido en Riga, Letonia, (1883-1980). Llegó a Chile en 1926 contratado por la
Universidad de Concepción. Optó por la nacionalidad chilena. Entusiasta del indigenismo y de los
estudios etno-históricos mexicanos, se volcó a la investigación de la comunidad indígena en América
Latina. En Chile se le otorgó el primer Premio Nacional de Ciencias. Desarrolló una interpretación
marxista en tanto conocedor acendrado de los clásicos; militó en el Partido Comunista de Chile y
ejerció influencia mediante sus estudios indígenas sobre líderes mapuche de la época como Venancio
Coñoepán y organizaciones mapuche, desde los años 40.
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Tal vez, bajo algún grado de impacto del discurso soviético y —hasta es
posible, del prestigio de A. Lipschutz, personalidad científica y militante co-
munista— se encuentran concisas y generales alusiones a la teoría de la cues-
tión nacional en una intervención del diputado del partido comunista, Adolfo
Moreno, a propósito de la legislación que facilitaba la sub-división de las tierras
comunitarias y alentaban la propiedad individual.
“Se nota de parte del gobierno una ausencia de doctrina para encarar el
problema indígena en su totalidad. Para nosotros (P. Comunista) es un
problema importante de la Nación (“chilena”, se entiende). Creemos que
al indígena debe tratársele como una minoría nacional porque es un gru-
po especial, porque tienen características propias, étnicas, idiomáticas,
hereditarias, etc., que los distinguen fundamentalmente del resto de la
comunidad nacional.
Desde las primeras décadas del siglo XX, las organizaciones mapuche
interlocutaron con los partidos que representaban una vía de acceso más cierta
al poder.
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Explica Bengoa que Coñoepán fue uno de los pocos indígenas que participa-
ron en el Primer Congreso Indigenista Interamericano. Dado que no había otros
interesados, le fue asignada la invitación que envió el Presidente Lázaro Cárde-
nas al gobierno chileno del Frente Popular; al fin de cuentas -se decía- “el tema
indígena no existía en Chile”. El indigenismo que se desarrollaba en México
expresaba claramente ideas y políticas de “integración” a la “mexicanización”,
dentro de una gran nación y Estado. Sin embargo, el representante mapuche-
chileno habría escrito a su esposa desde Pátzcuaro: “...estoy cada vez más con-
vencido de la necesidad de crear en Chile la República Indígena”. El devenir de
tal sentimiento, tal vez noción de acciones por enhebrar, quedaría librado a su
pragmatismo político.
Carlos Ibáñez del Campo había sido -en el segundo lustro de los años 20-
líder del movimiento militar adverso a la dominación oligárquica decimonónica
y, al mismo tiempo, al caudillo civil “mesocrático” Arturo Alessandri Palma.
Instauró una dictadura en 1927 que cayó bajo la movilización “civilista” en
1931. En 1952, Ibáñez emerge como postulante mesiánico a la Presidencia,
catalizando las frustraciones de las anteriores fases del “desarrollo”, y derrotó a
los partidos tradicionales (radicales y liberal-conservadores). Entonces Venancio
Coñoepán abandona sin sobresaltos su pasado reciente de parlamentario del
partido Conservador (tronco político de los latifundistas). Se gana un espacio
emblemático en tanto personalidad mapuche: Ministro “de Tierras” en el
ibañismo. El fulgor y fin del “populismo” ibañista frustrado, termina también
con la etapa de “indigenismo” actuado por indígenas que él encabezó.
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Al inicio del siglo XXI la sociedad chilena está viviendo el impacto de accio-
nes mediante las cuales numerosas comunidades -en diversos espacios mapuche
históricos- reivindican derechos sobre territorios que les fueron usurpados.
Enfrentamiento mapuche
Para poner fin a esta tensa situación el Gobierno anunció que nunca asig-
naría tierras a quienes apelaran a la violencia. A partir de 1994 se habían
entregado 170 mil hectáreas a las comunidades indígenas a través de dis-
tintos procedimientos como el traspaso de predios fiscales, compra de
predios en conflicto, subsidios o regularización de títulos de dominio.
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José Marimán afirma que “casi la totalidad del movimiento mapuche (distin-
tas organizaciones nacidas con la lucha contra la dictadura del régimen militar
de Pinochet (1973-1990) continuó operando en la lógica de la dependencia (...)
a las instituciones del Estado nacional”. ¿Qué significa esto? Que al instaurarse
el primer gobierno democrático, las organizaciones mapuche participaron del
consenso que dio nacimiento a la llamada Comisión Especial de Pueblos Indí-
genas (CEPI) y a la Ley Indígena, desechando así la “propuesta” o perspectiva
de una estrategia que vinculase la restitución de derechos y el reconocimiento
de la identidad étnica. A la conquista de un estatuto “nacionalitario”, a formas
políticas específicas de autonomía como nación mapuche (Marimán, 1997).
142
143
144
Referencias Bibliográficas
145
Resumen
1El presente trabajo corresponde a la versión resumida del Estudio de Caso “Modernización de la
Gestión Pública. El Caso Chileno (1994-2000)” y fue preparado especialmente para ser presentado
en el Curso “Reforma Gerencial en Países Iberoamericanos” organizado por la Escuela Iberoameri-
cana de Gobierno y Políticas Públicas (IBERGOP) – Escuela Nacional de Administración Pública
(ENAP), Brasilia – Brasil, entre el 18 de febrero al 1 de marzo de 2002. Las opiniones expresadas en
este documento, que no ha sido sometido a revisión de ningún tipo, son de exclusiva responsabili-
dad del autor y no comprometen a las instituciones en las que se ha desempeñado. Prohibida su
reproducción total o parcial sin citar la fuente. El autor agradece los comentarios, sugerencias e ideas
de Carlos Vignolo, Sergio Spoerer y Koldo Echebarría.
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 147-190. Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
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I. Introducción
“Al principio del siglo XIX decidimos que seríamos lo que eran ya los Estados Unidos:
una nación moderna. El ingreso a la modernidad exigía un sacrificio: el de nosotros mis-
mos. Es conocido el resultado de ese sacrificio: todavía no somos modernos pero desde enton-
ces andamos en busca de nosotros mismos”. -Octavio Paz
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6 Se apela además a que a partir del año 1974 bajo la dictadura militar, la CONARA (Comisión
Nacional de la Reforma Administrativa) llevó a cabo la llamada “Reforma Estructural” en donde
encontramos algunos aspectos relevantes como fueron: el sobredimensionamiento del aparato
público, la duplicidad e interferencia de funciones, la materialización del principio de subsidiariedad,
la reforma funcional (en cuanto a métodos, procedimientos, sistemas de información y apoyo), la
regionalización del Estado y la municipalización de los principales servicios sociales (salud y educa-
ción). Cabe destacar que según cifras estimadas por la misma Misión, la reducción de personal
público fue de 241.000 empleados en 1976 a 131.000 en 1984 (adicionalmente, el gasto corriente se
redujo de un 30,1% en 1984, a un 22,9% en 1988).
7 Este elemento pareciera responder principalmente a una cultura autoritaria bastante asentada en la
esfera de los servicios públicos y llevada al extremo (en la lógica del sometimiento) durante los años
80. Paralelamente, se explicitan una serie de factores de amarre y rigidez heredados en el cambio desde
la dictadura militar al régimen democrático, entre ellos figuran: la fijación del presupuesto para el
primer año del nuevo gobierno; congelación de las plantas de personal; limitación de los nombra-
mientos políticos o de exclusiva confianza; y sanciones a través de un conjunto de normas legales y
administrativas que restan flexibilidad a la gestión pública.
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Es así como años de reclamos, pérdidas de recursos tanto por parte de los
usuarios como del erario público y décadas de transformaciones insuficientes y
fuertemente arraigadas a sesgos ideológicos dieron paso a comienzos de los 90,
8 En este sentido tal vez convenga citar un fragmento del mensaje presidencial de Patricio Aylwin en
el inicio de la legislatura ordinaria del Congreso Nacional en Valparaíso el 21 de mayo de 1993:
“Tengo la convicción de que la Administración Pública chilena es honesta y proba. Podrá tildársela de
lenta, engorrosa, tramitadora a veces y aún, en muchos casos, ineficiente; pero no de falta de honra-
dez... [...] Es indudable que el aparato administrativo del Estado chileno requiere una moderniza-
ción, para ponerlo más a tono con las necesidades y urgencias del mundo contemporáneo y hacerlo
más ágil, capaz, responsable y eficiente. No es ésta tarea fácil, ni se cumpliría anunciando “reformas”
más o menos espectaculares. Desburocratizar no es sólo disminuir funcionarios, que en muchos
casos son menos de los que se requieren. Es necesario, sobre todo, agilizar la función pública,
dignificar, estimular el mérito y la iniciativa, agilizar los procedimientos y establecer parámetros
estrictos de responsabilidad. Mi gobierno está trabajando en los estudios pertinentes y espera lograr
conclusiones realistas y positivas que pueda legar al futuro gobierno un aporte útil en esta importan-
te y delicada materia...” (nótese que se deja de manifiesto que en materia de modernización de la
gestión pública, las prioridades no eran las más altas y ya se pensaba en heredar el desafío a la
administración siguiente).
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De este modo, nos situamos en 1994, año en que se marca el inicio del
segundo gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, año que a
su vez será recordado como el comienzo (real) del proceso de modernización de
la gestión pública bajo la óptica y estilo empresarial-gerencial que el Presidente
Eduardo Frei Ruíz-Tagle imprimiera durante el sexenio de su mandato a cargo
de la nación. En este sentido conviene observar los planteamientos que en este
ámbito figuraban en las Bases Programáticas del Segundo Gobierno de la
Concertación (Cuadro 1):
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podrán resolverse exclusivamente por mano del Estado; pero éste juega
un papel fundamental en la sociedad moderna.
· Para abordar con éxito los desafíos que tenemos por delante, necesita-
mos un Estado que represente a todos en función del bien común; que
apoye efectivamente a la gente en la solución de sus problemas concre-
tos; que proteja los derechos de los individuos y de las familias; que sea
eficiente en sus acciones, evalúe constantemente sus resultados y a su
personal, y asuma el compromiso de un servicio público de calidad, opor-
tuno y eficiente. En particular, nos proponemos mejorar la capacidad de
regulación y fiscalización del Estado; acrecentar las capacidades de ges-
tión del sector público y aumentar la eficiencia de sus empresas. Asimis-
mo, avanzaremos hacia el fortalecimiento de las relaciones entre el Esta-
do y la sociedad civil. La conexión entre los servicios públicos y los usua-
rios representa de hecho la expresión de esas relaciones.
Fuente: “Un Gobierno para los Nuevos Tiempos”. Bases Programáticas del Segundo Gobierno de la Concertación
de Partidos por la Democracia (páginas 11 y 12).
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Resulta evidente tras mirar los anteriores compromisos, que el desafío que
asumía el Gobierno de Frei en materia de modernización de la gestión pública
en Chile no era una apuesta sencilla ni humilde, por el contrario, pareciera que
la propuesta era poner en el centro y de manera bastante ambiciosa el tema del
funcionamiento de las instituciones y el “comportamiento adecuado” de los
funcionarios públicos. Tal vez es esta una de las razones que explique el por qué
de los resultados alcanzados después de seis años de mandato político.
“Cuando en su caída Alicia llegó al fondo del pozo vio varios caminos. Encontró un
gato y le preguntó: ¿Puedes decirme qué camino debo tomar? El gato respondió: Eso depende
de adonde debes llegar. Pero Alicia dijo: Es que no sé a donde quiero ir...” -Lewis Caroll,
Alicia en el País de las Maravillas
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propósito es anticipar (o resolver) quiebres”, o dicho de otro modo, “supone la práctica interpretativa
de producir un discurso para administrar los tipos recurrentes de quiebres que impregnan las prácti-
cas humanas”. De allí, que el diseño no sea un tema trivial sino que fundamental en cualquier tarea
que involucre mejorar de manera sustantiva las prácticas y efectividad de las organizaciones. Véase
Flores, Fernando. “Inventando la empresa del siglo XXI”, Colección Hachette Comunicaciones,
1989 (páginas 54-69).
14 Ya en 1995, se expresaba que “los avances habidos durante los últimos años en este campo sólo
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Lamentablemente como ocurre con toda buena idea o práctica que se trans-
forma en una obligación normativa, los PMG se han convertido hoy en un
“ritual” más que deben cumplir los servicios, todo lo cual erosiona el potencial
del instrumento y genera incentivos perversos en materia de compromisos via-
bles o en la confección de indicadores realistas y adecuados que efectivamente
den cuenta de las falencias en materia de gestión y calidad de las prestaciones.
15 Los PMG (Ley N° 19.553) buscan incentivar el mejoramiento de la gestión en las instituciones
públicas y lograr mayor eficiencia y eficacia de sus resultados, mediante la suscripción de compromi-
sos de desempeño que premian con un incentivo económico institucional el cumplimiento de
objetivos de gestión anual. Este programa se traduce en un compromiso de desempeño, el cual se
formaliza mediante un Decreto Supremo en que se establece una serie de objetivos de gestión,
ponderados según su importancia relativa y cuyo grado de cumplimiento se mide mediante uno o
más indicadores de gestión asociados a cada objetivo. El grado de cumplimiento global otorga el
derecho a un incremento por desempeño institucional para todo el personal del servicio en sus
remuneraciones durante el año siguiente, pagadero acumulativamente cada tres meses, de un:
- 3% de la remuneración mensual, si el grado de cumplimiento del servicio es mayor o igual a un
90%;
- 1,5% de la remuneración mensual, si el grado de cumplimiento es mayor o igual a un 75% e inferior
al 90%; y
- 0%, si el grado de cumplimiento es menor al 75%.
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Por último y sin lugar a dudas, uno de los aspectos más importantes dentro
del proceso lo constituye la elaboración del Plan Estratégico de Moderniza-
ción de la Gestión Pública, publicado en octubre de 1997.
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garantes del bien común”17. Además, encontramos en él una fuente básica para
evaluar los resultados obtenidos considerando que en él se plasman las líneas
de acción que se esperaba condujeran a modernizar el aparato público18.
1. Principios;
2. Objetivos y aspectos innovadores, y
3. Líneas de acción.
17Nótese que el solo hecho de definir un marco orientador a la estrategia de modernización involucra
en sí el establecimiento de un determinado “diseño” o plan de acción con fuertes dosis de pragmatismo,
cuyo basamento lo encontramos en las experiencias piloto que desde 1993 comenzaron a desarrollar-
se en algunos servicios públicos. Además, como dice Flores (1989), “la eficacia de un trabajo de
diseño, y de una teoría como base para un diseño, ha de valorarse dentro del contexto de las
consecuencias de la intervención” (en la perspectiva que considera a las organizaciones como estruc-
turas para la coordinación social de la acción), por tanto, “implica siempre una intervención en las
prácticas, quiebres y posibilidades ya existentes”. De este modo, el diseño de la estrategia modernizadora
será la prueba de validación de la interpretación que se tenga y haga sobre la situación en que se
encontraría el aparato público. 18 En este plan se establece claramente que el principal norte del desafío
modernizador es optimizar la calidad de atención al usuario para lo cual implicaría ocuparse de las
modalidades y contenido de las prestaciones, la planificación de sus actividades y los resultados de las
mismas. Además, se deja consignado que “la aspiración gubernamental es conferir un carácter
participativo a la modernización” lo cual supone impulsarla en acuerdo a la “formación de instancias
de coordinación e interlocución” entre las “reparticiones públicas, funcionarios, representantes del
ámbito privado, el mundo académico y político, y el conjunto de la sociedad civil” (Plan Estratégico,
1997: 13-14).
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Fuente: Adaptado del Plan Estratégico de Modernización de la Gestión Pública, Comité Interministerial de
Modernización de la Gestión Pública, 1997.
Con esto, por primera vez en la historia del país los funcionarios públicos
han recibido incrementos salariales vinculados con su desempeño individual y
19 A estos objetivos se suman ciertos aspectos innovadores que permitirían asumir este “complejo
proceso, gradual y de largo plazo”. El énfasis en tal sentido apuntaba a: incorporar una visión
estratégica; dignificar la función pública; orientar la acción a la obtención de resultados y hacia el
usuario final de los servicios; descentralizar la gestión; flexibilizar el manejo de los recursos involucrados
y fomentar sistemas de estímulo e incentivos a la innovación y creatividad en las reparticiones.
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Creación de un sistema de gerencia pública 21. Esta es una de las iniciativas más
significativas en materia de modernización de la gestión pública. Pretende que
los servicios públicos sean dirigidos por líderes capacitados y motivantes, que
reúnan un adecuado equilibrio entre los componentes políticos y técnicos que
se requieren para servir los cargos de alta dirección en el Estado. Lo anterior
supone un procedimiento de selección concursable, la celebración de conve-
nios de desempeño con indicadores de gestión y la evaluación de los compromi-
sos y remuneraciones en forma rigurosa y periódica. La propuesta elaborada por
esta División está siendo analizada al interior del Gobierno, dado que su
implementación requiere de una iniciativa legislativa.
que no alcanzó a concebirse durante el gobierno de Frei. Sin embargo, en el Balance de moderniza-
ción mencionado se afirmaba que “el proyecto servirá de base para las políticas que se adopten al
respecto en el tercer gobierno de la Concertación”. Conviene señalar que en la actualidad el tema ha
vuelto al debate público producto del escándalo de los pagos por concepto de indemnización a altos
directivos de empresas públicas. Se pueden consultar los artículos de Mario Waissbluth en el diario
La Tercera del 5 de Octubre de 2000, y otros en el Diario Financiero del 20 de Octubre de 2000,
páginas 34 y 35. Por otra parte, dada la importancia de este tema se deja de manifiesto que, si bien en
materia de gestión pública cada vez se hace más necesario implementar un sistema de estas caracterís-
ticas en un país como Chile, que al parecer ha alcanzado una “fase de meseta” en materia de moder-
nización, queda fuera de las ambiciones del presente estudio profundizar en él dado que en sí
constituye un ámbito muy amplio de discusión, y al respecto existe un variado abanico de investi-
gaciones y propuestas.
22 Entre 1994 y 1999 se incrementaron los recursos institucionales destinados a este ítem de un 0,4%
a un 1%.
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G O B I E R N O C E N T R A L ( 1- 2)
Notas:
1. Comprende el personal de los Ministerios y Servicios Públicos. No incluye al personal de las FF.AA.,
Carabineros e Investigaciones, Poder Judicial, Congreso Nacional ni Contraloría General de la República.
2. Este cuadro no incluye los contratos con personas naturales sobre la base de honorarios a suma alzada, los que
jurídicamente no constituyen dotación. Al respecto no existe información oficial, y recabarla es especialmente
complejo. En efecto, no bastaría saber cuántos contratos con personas naturales existen para hacerse una idea de
su incidencia. Sería necesario, además, determinar cuáles de esos contratos representan una jornada completa,
pues muchos se refieren a labores muy acotadas (como un informe en derecho, por ejemplo). Además, cuando
se trata de honorarios mensuales inferiores a 40 U.T.M. (Unidades Tributarias Mensuales) los decretos respectivos
son firmados por el Ministro respectivo y no van a toma de razón en la Contraloría, sino sólo a registro, que es
una modalidad de control a posteriori de esta entidad (a diferencia de la toma de razón que es un control ex ante).
3. La Ley N°15.076 (Texto refundido fijado por D.S. N°252/76) regula las relaciones de trabajo entre los médico-
cirujanos, farmacéuticos o químico-farmacéuticos, bioquímicos y cirujano-dentistas y los servicios públicos que
los emplean. 4. Considera formas excepcionales de contratación, como personal a jornal, algunos honorarios
asimilados a grado y contrataciones según el Código del trabajo.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de Información obtenida en la Dirección de Presupuestos.
23La duración de este programa fue de un año calendario, e incluyó asistencia a clases teóricas y
prácticas. La malla curricular se preparó pensando en un público objetivo de directores de servicios o
gerentes de empresas públicas, por lo que se procuró especialmente desarrollar habilidades gerenciales,
sin descuidar la actualización de los conocimientos técnicos en materia de gestión organizacional. El
Comité Interministerial mencionado actuó como contraparte de las instituciones académicas
involucradas (Universidad de Barcelona y el Instituto IEDE de España), velando porque el diseño
de los contenidos concordara con los requerimientos de capacitación definidos y coordinando el
proceso de selección de los alumnos. Es así, como dichos contenidos se dividieron en tres módulos:
a) visión estratégica y gestión del cambio; b) áreas funcionales de la gestión; y c) liderazgo y habilida-
des directivas.
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de soluciones creativas y novedosas, ejecutadas por las instituciones del Estado o servicios, departa-
mentos, unidades o secciones dependientes”. La evaluación era realizada por un panel de expertos y
los criterios aplicados fueron: grado de novedad en el ámbito nacional; el impacto al interior de la
institución o (preferentemente) en la ciudadanía; la sustentabilidad en el tiempo y la posibilidad de
replicabilidad. Nótese que a diferencia del premio a la calidad, se premian fundamentalmente las
iniciativas y no las instituciones donde estas son desarrolladas.
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Portal del Estado. Desde este sitio web la ciudadanía accede a servicios del
Estado en línea y a información de casi 400 instituciones públicas, siendo una
señal contundente en orden a acercar el Estado a la gente, favoreciendo la trans-
parencia y el libre acceso a la información pública. A la fecha, registra más de
360.000 visitas, con un promedio de 1.700 visitas diarias.
27 A principios de 2000, 72 de los 115 servicios incluidos en la Ley de Presupuestos cuentan con esta
unidad.
28 Esta iniciativa entró en operación en 1997 y a la fecha ha permitido evaluar programas por un
monto cercano a los US$ 1.545 millones. Los productos del mismo son los documentos que
contienen los resultados de la evaluación hecha al programa sometido a evaluación, que han sido
entregados a las Comisiones de Hacienda de la Cámara de Diputados y del Senado, como un
antecedente para la discusión del Proyecto de Ley de Presupuestos de la Nación. Con este Programa
se ha dado cumplimiento al protocolo de Acuerdo suscrito entre la Comisión Mixta de Presupues-
tos y el Ministerio de Hacienda en 1996, 1997 y 1998.
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Por último, un claro ejemplo del grado de avance en estas materias radica en
la elaboración de indicadores de desempeño por parte de los servicios públicos,
todo lo cual va ligado (como ya se dijo antes) a la confección de balances inte-
grales de gestión, a los convenios y esquemas de bonificación por desempeño30
institucional.
Fuente: Dirección de Presupuestos, Ministerio de Hacienda. (1) Promedio de indicadores por institución.
29 Los servicios comprometidos a esta iniciativa fueron: Dirección del Trabajo, Fondo Nacional de
Solidaridad e Inversión Social (FOSIS), Fondo Nacional de Salud (FONASA), Junta Nacional de
Jardines Infantiles (JUNJI), Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), Servicio de Cooperación Técnica
(SERCOTEC), Servicio de Impuestos Internos (S.I.I.), y el Servicio de Salud de Valparaíso.
30 Las dimensiones clásicas abordadas para medir el desempeño institucional en términos de evalua-
ción e indicadores son: economía (que permite medir la capacidad de un servicio para generar y
movilizar adecuadamente los recursos financieros necesarios para el adecuado cumplimiento de su
misión institucional); eficacia (que corresponde al grado de cumplimiento de los objetivos plantea-
dos con independencia de los recursos asignados para tal efecto); eficiencia (que mide la relación entre
los insumos utilizados para generar un bien y/o servicio y la producción física o nivel alcanzado de
éste); y calidad (que permite observar la capacidad del servicio para responder en forma rápida, directa
y oportuna a las necesidades de los usuarios en términos de accesibilidad, precisión en la entrega,
comodidad y cortesía en la atención otorgada).
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gestión municipal, atribuciones del Concejo Municipal y participación local”. Además, se plantea que
se diseñaron y ejecutaron 383 compromisos de desconcentración y se generaron nuevos instrumen-
tos de inversión regional (Inversiones Regionales de Asignación Local – IRAL, Convenios de
Programación y el Primer Concurso de Concesiones Regionales). No obstante, si bien entre 1990 y
1999 se registran cambios en las atribuciones acerca de las decisiones de inversión pública en regiones
de un 14% a un 45%, entre otros avances de relevancia en materia de descentralización y
desconcentración, nos parece que esta es una de las esferas donde más se observan tareas pendientes
ya que todas y cada una de las iniciativas ejecutadas o en actual desarrollo parecen insuficientes para
avanzar de manera concreta, toda vez que el proceso de modernización tuvo un notorio carácter
centralista y muchas veces, autorreferente.
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Decreto Supremo que valida el documento electrónico y firma digital en el Estado. Me-
diante él se valida, dentro de la Administración Pública el documento electróni-
co y la firma digital. Esta iniciativa permitirá que el Estado de Chile ingrese
plenamente a la era digital, incorporándose gradualmente las reparticiones pú-
blicas a partir de un plan piloto, actualmente en implementación34.
III.3. Las tareas pendientes frente a los resultados obtenidos: Una mira-
da crítica...
destacar que el 7 de enero de 2000, la Contraloría General de la República marcó un hito al materializar
el acto de toma de razón en forma electrónica, al efectuar dicho trámite con una resolución dictada por
el Director del S.I.I.
35 Se implementó esta iniciativa durante el año 2000, tras la publicación del Decreto Supremo Nº
5.996 del Ministerio del Interior, el 12 de noviembre de 1999. Según estimaciones permitiría ahorrar
alrededor de US$ 60 millones en cinco años.
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definidos tanto por el Comité Interministerial como por las líneas de acción
establecidas en el Plan Estratégico diseñado y ejecutado durante el período
mencionado.
siguientes líneas, se vincula más a la de un “observador activo” que interpreta los planteamientos de
los entrevistados desde una noción de “objetividad entre paréntesis” (Maturana, 1989). Por lo tanto,
distinguir entre las ideas y explicaciones dadas por los entrevistados y la interpretación propia puede
dar lugar a ciertas confusiones (como plantea Maturana: “Si alguien dice algo, yo escucho algo pero lo
que escucho está determinado en mí. El que escucha determina lo que escucha, no el que habla”). Al
respecto, y para evitar eventuales “distorsiones” de contenido, le propongo al lector que al enfrentar
el texto piense en la “conversación” en la que dichas ideas pueden haber surgido.
173
174
· Por último, se observa que casi todos los entrevistados manifiestan que
no habría existido en la práctica una “alta prioridad en la agenda de go-
bierno” de los temas relativos a modernizar el aparato público (en tal
sentido, parece al menos paradójico que desde la publicación del Plan de
Modernización donde el Presidente de la República reafirmaba “el com-
promiso por mejorar la gestión pública”, la percepción práctica de los
involucrados a la ejecución del mismo sea tan divergente y alejada del
“discurso”). La falta de voluntad política y del correspondiente apoyo de
recursos al desafío son las opiniones más frecuentes de los actores.
175
En este mismo sentido, la evaluación que hacen del trabajo realizado por el
Comité de Modernización durante su vida útil39 oscila entre un 5,2 y 5,7 (en una
escala de 1,0 –mala- a 7,0 –excelente-).
Lo anterior dice relación con la premisa de que siempre “quedan cosas por
hacer” y el desafío es encararlas en el corto y mediano plazo, toda vez que
cambios sustantivos en el aparato público no se dan “del día a la mañana” sino
que son producto de un largo recorrido y aprendizaje que genera frutos en el
39 En la actualidad (2002) el Comité ya no existe y en su lugar se ha creado el “Proyecto de Reforma
y Modernización del Estado”, bajo la iniciativa del Presidente Ricardo Lagos y la tutela de la División
de Modernización del Ministerio Secretaria General de la Presidencia. Al parecer, se optó por la
configuración de “proyecto” por las posibilidades de flexibilidad y orientación que una actividad
como ésta tiene, considerando que “la mirada de proyecto está puesta en un servicio de óptima
calidad a todas las ciudadanas y ciudadanos, por lo cual el conjunto de sus acciones apuntan a lograr
una gestión de calidad, participativa y transparente” (Egaña, 2000). En particular se plantean los
siguientes objetivos: a) rediseño y reorganización del aparato del Estado, lo que implicaría una
revisión de la institucionalidad existente, su marco de atribuciones y funciones; y b) modernizar la
Gestión Pública, donde se contemplan iniciar procesos de cambio en materia de recursos humanos,
calidad de servicio, gestión de servicios, participación ciudadana en la gestión, auditoría, transparencia
y probidad, y tecnologías de información y comunicación (en este objetivo se deja claro que se estaría
“continuando” con el trabajo realizado por el Comité de Modernización bajo una nueva óptica de
desarrollo). Ver al respecto el documento “Un Estado de Servicio para la Gente”. El Proyecto de
Reforma y Modernización del Estado, Ministerio Secretaría General de la Presidencia, 12 de abril de
2000.
40 Se plantea que la experiencia en Chile, tal vez, “fue legal pero no legítima”, es decir, se propuso
avanzar sobretodo desde un punto de vista ligado a la creación de instrumentos legales pero sin una
validación ni compromiso sentido por los actores involucrados (ministros, directores de servicio,
funcionarios y usuarios).
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lógica con la que opera el sistema financiero en la Administración Pública chilena. En la práctica, se
reconoce que no existen reales incentivos al ahorro público o a la generación de ingresos ya que se sabe
que si esto ocurre, en el primer caso el presupuesto del año siguiente se reduce y en el segundo caso,
se comienza normalmente una “cacería de brujas” ya que implícitamente es mal mirado (y legalmente
casi imposible) que los servicios generen excedentes en términos de recursos obtenidos a través del
cobro de algunas de sus prestaciones. Este hecho, según algunos, sería ir en contra del principio de
bien común sobretodo en lo que se refiere a los grupos más vulnerables. Sin embargo, existe
evidencia que demuestra que en determinadas situaciones, los usuarios estarían dispuestos a co-
financiar un servicio o pagar más, siempre y cuando esto signifique mejor calidad en las prestaciones
(desde un punto de vista microeconómico, inclusive es posible el conciliar la equidad con la eficiencia
sí los incentivos del sistema son bien diseñados o si la implementación de estos responde a los
objetivos planteados, tanto de los proveedores del servicio como de los beneficiarios o “clientes” de
éste, considerando por ejemplo, subsidios focalizados para quienes no tengan “capacidad de pago”
lo cual supone contar con sistemas de focalización e información adecuados y efectivos).
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IV. 1. Conclusiones
domina” (El Proceso Estratégico. H. Mintzberg & J.B. Quinn. Prentice-Hall, 1992).
45 Al respecto un aporte interesante es el que se despliega en el Informe de Desarrollo Humano en
Chile 2000. “Más Sociedad para Gobernar el Futuro”. PNUD – Naciones Unidas, marzo de 2000.
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Ahora bien, si en los hechos no existió una demanda explícita por parte de la
ciudadanía ni presiones por mejorar el funcionamiento en la provisión de servi-
cios públicos, es reconocible el hecho de que el gobierno de turno recogió las
inquietudes en esta esfera y logró posicionar un tema que hasta entonces se
mantenía sólo en el plano del discurso político. De tal modo, las iniciativas
llevadas a cabo durante el período contemplado, fueron respondiendo de mane-
ra heterogénea y dispersa a los objetivos de un desafío como éste: centrar la
gestión pública en las necesidades de los usuarios, avanzar en el tema de la
transparencia y rendición de cuentas e incorporar criterios de racionalidad eco-
nómica y técnica al uso de los recursos fiscales que manejan las instituciones
gubernamentales.
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Para alcanzar una fase de desarrollo más integral se requiere superar el enfo-
que hegemónico de considerar a las organizaciones públicas como la parte me-
ramente instrumental del Poder Ejecutivo. Dicha observación se basa en que
los servicios públicos son aún vistos como una prótesis del gobierno perfecta-
mente articulada a través del engranaje mecánico de la legalidad, de tal modo
que la burocracia estatal se concibe como la emanación organizativa de la ra-
cionalidad jurídica, dentro de un marco garantista que se complementa con una
orientación eficientista, donde la racionalidad económica supera cualquier in-
tento por incorporar infraestructuras administrativas que fomenten la adhesión
e incorporación de funcionarios y ciudadanos a la toma de decisiones y a la
gestión propia de la institución, generando una suerte de “babelismo” donde las
lógicas de acción se contraponen unas a otras, y esto provoca una parálisis casi
insuperable en la práctica cotidiana del quehacer público48.
47 No obstante, se deja claramente establecido, que en términos del ámbito de acción de la estrategia
modernizadora (abordadas por el Comité) no se consideraban los procesos de rediseño estructural
del aparato público ni tampoco el avance en las materia de reforma sectorial (como educación, salud,
etc.)
48 Conviene señalar que en este aspecto, el proceso analizado vuelve al punto de partida que da origen
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49 Inclusive el incumplimiento de normas que generan más normas lo que ha venido consiguiendo
es incrementar los vacíos legales (aunque parezca contradictorio), la discrecionalidad (dada la posibi-
lidad de interpretar de manera distinta una misma normativa) y más incumplimientos. Lo anterior
puede verse claramente reflejado en los “vicios implícitos” en la ejecución presupuestaria o bien, en
las acciones de fiscalización de actos públicos que realiza la Contraloría General de la República.
182
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Por otra parte, se hace necesario para pasar a una fase de consolidación de
los dispersos esfuerzos modernizadores, el superar la ambigüedad en materia de
política pública vinculada a los temas de gestión y desarrollo de la Administra-
ción Pública. Al respecto conviene señalar la opinión del Ex-Secretario Ejecu-
tivo del Comité de Modernización en relación a la falta de un marco institucional
y apoyo político en estas materias: “A pesar de que el Comité Interministerial de
Modernización de la Gestión Pública fue creado por el Presidente y está com-
50 Al respecto, ya en 1996, Marcelo Schilling (en ese entones, Subsecretario de Desarrollo Regional y
Administrativo) planteaba la necesidad de reducir de 21 a 12 los ministerios existentes. Además, se
manifestaba que “el sistema electoral que rige Chile ha creado un sistema ministerial estrechamente
ligado a los requerimientos electorales de los partidos. Ello explica en parte el paulatino aumento de
carteras sin justificación técnica y la consolidación de una suerte de remate ideológico de los ministe-
rios frente a cualquier crisis coyuntural o cambio de gobierno” (Véase, diario El Mercurio del 14 de
Enero de 1996).
184
puesto por los Ministerios más importantes del gobierno (Hacienda, Presiden-
cia, Interior, Trabajo, Economía), lo cierto es que éste no tiene la radicación
institucional que le permita llevar a cabo en forma óptima su tarea, al menos
por las siguientes razones: a) en la práctica está lejos del Presidente; b) su coor-
dinador (Secretario Ejecutivo) tiene rango de jefe de división, no es un minis-
tro; c) demasiados responsables al final también significa ninguno; d) precarie-
dad de medios, tanto financieros, humanos y jurídicos”51.
185
Es así, como la evidencia presentada nos hace pensar que avanzar en las
llamadas “destrezas relacionales” permitirían hacernos conscientes de que la
tarea por mejorar la gestión pública de manera permanente no es sólo la respon-
sabilidad de un comité o de un grupo de personas técnicamente idóneas, sino
que supone un espacio de reflexión permanente donde se privilegie la gestión
participativa, se facilite el aprendizaje de las personas que conforman las insti-
tuciones públicas (tanto en la esfera de los funcionarios como los usuarios) y
por ende, se reconozca que en última instancia toda organización está consti-
tuida por seres humanos que no sólo trabajan sino que operan en base a emo-
ciones (como dinámicas corporales que especifican los dominios de acción en
que nos movemos). Si queremos convivir en un contexto de servicios públicos
adaptables y sensibles a las múltiples necesidades sociales, que respondan de
manera adecuada a éstas y que expandan su campo de acción al deseo de incor-
porar al ciudadano, es necesario cambiar el “lenguajear” del espacio relacional
en el que opera la gestión pública.
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“En efecto, el lenguaje, como fenómeno que nos involucra como seres vivos y, por
tanto, como un fenómeno biológico que se origina en nuestra historia evolutiva,
consiste en un operar recurrente, en coordinaciones de coordinaciones conductuales
consensuales. De esto resulta que las palabras son nodos en redes de coordinación de
acciones, no representantes abstractos de una realidad independiente de nuestro que-
hacer. Es por esto que las palabras no son inocuas y no da lo mismo que usemos una
u otra en una situación determinada. Las palabras que usamos no sólo revelan
nuestro pensar sino que proyectan el curso de nuestro quehacer. Ocurre, sin embargo,
que el dominio en que se dan las acciones que las palabras coordinan no es siempre
aparente en un discurso, y hay que esperar el devenir del vivir para saberlo. Pero no
es esto último lo que quiero destacar, sino que el contenido del conversar en una
comunidad no es inocuo para esa comunidad porque arrastra su quehacer”
(Maturana, 1989).
“En este sentido, la ciudadanía implica una ampliación del espacio público frente a
la fuerza centrífuga que hoy tiene el espacio privado, de manera de crear más socie-
dad, una conciencia más difundida sobre las responsabilidades de los individuos y
los grupos respecto del conjunto de la organización social, espacios de deliberación y
formación de acuerdos entre ciudadanos, y participación directa de ellos en la creación
y disfrute de “bienes y servicios públicos” y “bienes de valor social”[...] El fortaleci-
miento de la ciudadanía como participación efectiva de los actores sociales en los
asuntos públicos es esencial para enfrentar el deterioro de la cohesión social. En
efecto, todas las sociedades de la región vienen experimentando, con mayor o menor
intensidad, una pérdida de sentido de pertenencia de las personas a la sociedad, de
identidad con propósitos colectivos y de desarrollo de lazos de solidaridad. Este
hecho destaca la importancia de fomentar lazos de solidaridad, desde el Estado o
desde la propia sociedad civil. Significa que “lo público” debe ser visualizado como
el espacio de los intereses colectivos más que como “lo estatal” [...] que permita
fortalecer una cultura de la convivencia y desarrollo colectivo, basada en la tolerancia
frente a la diferencia y en la solución negociada de los conflictos” (CEPAL, 2000).
Bibliografía
188
189
190
191
Resumen
Introducción
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 193-221 Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
193
Aun así, la reflexión sobre los vínculos entre derecho y desarrollo floreció
como una preocupación específica de análisis desde mediados de los 60 y se ha
mantenido bajo el ánimo de sociólogos del derecho, economistas y teóricos del
desarrollo. Los inicios de tal interés se correspondieron con el "movimiento
derecho y desarrollo" el cual vio la luz como parte de las políticas de asistencia
para el desarrollo encabezadas por el gobierno estadounidense hacia África,
América Latina y Asia y entraría en crisis a mediados de los setenta especial-
mente como producto de las críticas internas a sus objetivos, métodos y puntos
de partida teóricos. A finales de los 80 el tema recobra connotación nacional e
internacional bajo los planteamientos de la Nueva Economía Institucional
(NEI) y de las políticas del Banco Mundial y demás bancos regionales de desa-
rrollo y organizaciones internacionales, quienes llaman la atención sobre la
necesidad de conformar un verdadero Estado de Derecho como condición para
el desarrollo económico basado en el mercado.
194
nuestra referencia en tal sentido estará ligada a la manera como los plantea-
mientos de esta vertiente han sido particularmente apropiados en la concep-
ción y desarrollo de las agendas de acción desde las que se promueve el rol
activo del Estado de Derecho en el desarrollo económico.
Bajo el anterior interés, se afirmó que los sistemas jurídicos cumplían dos
roles fundamentales para el proceso de generación de desarrollo. Por una parte,
permitían garantizar el marco jurídico para el funcionamiento del mercado, es-
pecialmente por medio de la garantía de los derechos de propiedad. En otro
sentido, las normas jurídicas, especialmente de derecho público, debían encar-
nar las metas del desarrollo socio-económico. En concreto, las normas jurídi-
cas se constituían ante todo como proyecciones de una situación deseada en el
futuro bajo el carácter de programas objetivos (Reich, 1987). El Estado, en
cuanto actor central del proceso de desarrollo, tomaba el sistema jurídico como
herramienta para la realización de los fines del progreso económico y social.
1 Esta expresión es la traducción más común y casi literal de lo que en la academia estadounidense se
conoció como “Law and Development Movement”. La denominación de “movimiento” se entien-
de en cuanto, como se indicará, se incluyen aquí un diverso conjunto de iniciativas, especialmente
prácticas, y realizadas por un conjunto diverso de autores movilizados a favor de integrar el uso de
las leyes como medio para la transformación socioeconómica.
195
Una segunda fuente teórica del instrumentalismo jurídico, fueron los aportes
de la escuela de la "sociological jurisprudence" ligada al realismo legal
nacido en los EUA. De acuerdo con ésta, el sistema legal reconoce y protege
intereses sociales como respuesta a demandas en beneficio de personas, grupos
e instituciones en la sociedad. Las leyes por tanto deben ser administradas,
interpretadas y aplicadas de forma que garanticen el avance de los objetivos
sociales en ella expresados. Al encarnar tales intereses la ley se visualizó como
un medio adecuado para la reforma social.
Como resultado de esto, Weber creía que el derecho europeo fue mas racio-
nal que el sistema legal de otras civilizaciones, siendo altamente diferenciado o
196
2 En palabras de Trubek recogiendo a Weber: "The failure of other civilizations to develop rational
law help to explain why only in Europe could modern industrial capitalism arise" (Trubek,1972 p
222). No obstante, los planteamientos weberianos siempre han sido cuestionados a la luz de los
vacíos de su análisis frente al denominando "problema inglés". A pesar de que Inglaterra nunca se
ajustó al tipo ideal de derecho formal-racional ofrecido por Weber fue de lejos la experiencia más
exitosa de desarrollo del capitalismo en la Europa Occidental. Para un tratamiento en profundidad
de este tema puede verse R. Swedberg (1998).
3 En el contexto de la educación en derecho aplicada en los Estados Unidos, el método socrático
197
actividad económica. El Estado es visto como el vehículo a través del cual este diseño conciente es
articulado e impuesto sobre la población; el derecho moderno es el instrumento a través del cual los
objetivos del desarrollo son trasladados en normas ejecutables de carácter específico. En cuanto más
efectivamente tales normas definan y canalicen el comportamiento mayor será la probabilidad de que
el crecimiento económico tenga lugar” (Trubek, 1972 : 7).
198
199
200
8 Así según el Banco Mundial ".. the rule of law is not an end itself and it is only to the extend that
it establishes a set of pre-conditions for economic development that it is legitimate to bring it
whithin the pure view of the bank.” Rigo Andre: The Rule of Law. Paper Preparado como "back-
ground" para la "Task force on Governance” del Banco Mundial. Mimeo, 1991. Copia obtenida en la
Biblioteca de Derecho del Banco Mundial. p. 3.
9 Así en palabras de Rigo- Banco Mundial " The objective of the stability and predictability associated
with the rule of law is to create a climate where business risk may be rationally asessed and the cost
of transactions lowered" Op Cit p 3. De igual formal Shihata:" La "rule of law" en el sector privado
es una precondición para el desarrollo sectorial. Esta crea certeza y predecibilidad...lidera la baja de los
costos de transacción y gran acceso al capital (Shihata, 1993).
10 En términos de Ginsburg “ Just as Weber's view inspired the first law and development movement
in the 1960s and 1970s, North's ideas have had great influence in development agencies in the
"second wave" of law and development in the 1990s….. This view has become a new orthodoxy for
law and development programs all over the world” (Ginsburg, 1999). A este nivel es necesario
igualmente indicar que la nueva economía institucional está integrada por distintas tendencias,
ligadas a diversos énfasis y direcciones que no siempre son del todo coherentes o complementarias.
En el marco de esta diversidad, el presente trabajo retoma especialmente los aportes venidos de los
trabajos de North y la escuela de los derechos de propiedad. Con todo y por razones de comodidad
expositiva haremos referencia al neoinstitucionalismo.
201
"La estructura institucional provee los incentivos que dictan las clases
de habilidades y conocimientos percibidos para la maximización de
resultados......Economías exitosas han estado históricamente vinculadas
con la evolución de gobiernos representativos y derechos de propiedad
seguros con el estado de derecho.... ...Quiero atribuir un papel mucho
más fundamental a las instituciones en las sociedades; ...son el determi-
nante subyacente del desempeño de las economías" (North, 1993a)11.
202
Para que la actividad económica tenga lugar, los derechos de propiedad de-
ben estar claramente definidos, y los resultados de las acciones legales deben
ser fáciles de predecir.
12En términos de Benham, “ Improving the clarity of ownership is valuable in that it permits
owners and potential owners to seek out more highly valued uses across a wider set of individuals
and over a longer time horizon” (Benham y Benham, 1995).
203
and International Governance” en IDS Bulletin. Vol 29. No 2, 1998 ps. 60-64.
15 Según Glaeser, Johnson y Shleifer “Judges must able, and more importantly willing, to read
complicated contracts, verify whether the events triggering particular clauses have actually ocurred,
and interpret broad and ambiguous language. These requirements on the judges apply as strongly
to the judicial enforcement of laws, where the interpretation and application of particular statutes
requires significant investment” (Glaeser, Johnson y Shleifer , 1999).
204
Por último, son órganos del Poder Judicial y en especial la altas cortes las que
deben garantizar el cumplimiento y credibilidad de los compromisos con las
políticas de mercado y para lo cual es de vital importancia garantizar su inde-
pendencia17.
habrá que salvar para cambiar cualquier compromiso basado en las normas. Así la separación de
poderes aumenta la confianza en la estabilidad de éstas."... " El judicial está en una posición única
para apoyar el desarrollo sostenible, haciendo responsable a las otras dos ramas por sus decisiones y
fundamentando la credibilidad del ambiente político y de los negocios” (Banco Mundial, 1997: 100
y 115).
18 En el mismo sentido y en términos de Perry: "Entrepreneurs take refugee in the law when the
benefits to be gained from doing so outweigh the costs. It is not laws and the legal system per se
which concern business people, but rather their aim is to find the most efficient, comfortable and
profitable arrangement for the transactions at hand.....Businesses may avoid formalizing their
relationship or using the legal system to resolve their disputes for reasons unconnected with the
estate of the formal legal systems, like policy fluctuations and business culture." (Perry , 1999).
205
efficiency of economic transactions, rather than on the extent of their resemblance to rational
Western norms of law and jurisprudence" (Perry, 1999).
206
La influencia del derecho sobre la conducta surge “del impacto de las nor-
mas jurídicas en el cálculo autointeresado de los costes y beneficios de los cur-
sos de acción alternativos que tiene el individuo en presencia de la norma jurí-
dica: cumplir con la norma o no cumplirla, cometer un delito o no, cumplir con
un contrato o no cumplirlo, son decisiones que acepta el individuo como resul-
tado de un cálculo de costes y beneficios de las distintas alternativas, el derecho
21La noción de costos de transacción es fundamental para el análisis económico expresado en la
Nueva Economía Institucional inspirada en Coase. Se entienden como tal el "esfuerzo económico
que los agentes deben hacer para intervenir en el sistema de transacciones regladas en un mercado
específico."... estos " se pueden subdividir en tres órdenes de elementos: costes de información,
costes de negociación y costes de vigilancia y ejecución ( entendido como la fuerza necesaria para
imponer el cumplimiento de los contratos)" (Yánez, 1998)
207
solo sería una de las variables que influiría en la conducta o elección resultante”
(Mercado, 1994).
22El actual interés por el papel de las instituciones jurídicas en el desarrollo económico se ha tradu-
cido en la práctica en varios proyectos de asistencia dirigidos a la reforma de las leyes y los sistemas
de justicia en buena parte del mundo en desarrollo. De manera especial los cambios en mención se
han dirigido con especial atención a la reforma judicial y en particular a la mejora de su eficiencia e
independencia. En menor medida se ha considerado también el estudio de aquellas instituciones
informales que, producidas especialmente por los actores económicos, pueden ser de utilidad en
cuanto generadoras de predictibilidad y ejecución de los contratos (Banco Mundial, 1997; Hendley,
2000).
208
210
211
Una situación donde exclusiones entre fines diversos respecto de una misma
institución se hace expresa, tiene que ver con los objetivos sociales variados
asociadas a los derechos de propiedad. Como ya se ha anotado, para la NEI, la
clarificación y garantía de los derechos de propiedad especialmente respecto de
intervenciones arbitrarias o excesivas del Estado, es fundamental para crear los
incentivos por los que los agentes privados se movilizaran en el mercado.
Las tensiones tienen a su vez expresión concreta en las exclusiones entre las
agendas de fortalecimiento de las diversas dimensiones del Estado de Derecho.
Así, el énfasis sobre la eficiencia judicial (proveniente de los programas con
finalidad económica) puede chocar con un énfasis sobre el acceso a la justicia
( proveniente de los programas dirigidos hacia la democracia) ello como resulta-
do de que el incremento en el acceso a las cortes puede terminar por aumentar
el atraso de un sistema ya colapsado. Siguiendo a Carothers “el intento por el
desarrollo económico en mejorar el funcionamiento del sistema legal para algu-
nas elites económicas significa a veces presiones a favor de medidas tales como
un acceso especial a las cortes para los litigios económicos más importantes... lo
cual puede significar un traslado de los recursos de una justicia para muchos (un
imperativos democrático) a una justicia para pocos” (Carothers, 1999).
212
24 En la actualidad, por ejemplo, algunos analistas consideran que como producto de las reformas
legales y judiciales desarrolladas en varios países está ocurriendo un proceso de dualización de los
sistemas jurídicos, uno más eficaz y eficiente para la actividad negocial y otro con menores capacida-
des para el conocimiento de los asuntos comunes. Para el caso de El Salvador, M. Popkin ha
afirmado que la agenda de reformas judiciales en este país ha estado guiada más por motivaciones
de mercado que por la defensa de los derechos de las víctimas de violaciones a los derechos humanos
(Popkin, 2000).
25 En palabras de Mercado: “ En efecto en el AED, los individuos actúan racionalmente en su propio
interés y las normas jurídicas influyen en los cálculos racionales de éstas a la hora de elegir el curso de
acción más eficiente, pero difícilmente esta influencia sobre el comportamiento puede considerarse
como un motivo o razón de las elecciones de los individuos”... ”La fuerza normativa de una norma
jurídica por tanto proviene de que traduzca la decisión eficiente ya que si no es así las partes, al margen
del derecho, negociarán el acuerdo que maximice sus intereses de la forma más óptima” (Mercado,
1994).
213
Sin duda, una parte de las relaciones entre los individuos y normas son
explicables bajo el anterior marco de análisis, mas su aproximación resulta aún
parcial a la hora de explicar el mundo complejo de las normas tanto legales
como sociales. En primer lugar, no todas las normas existentes en una sociedad
son plenamente correspondiente con el interés de los individuos y en algunos
casos encarnan intereses sociales o limitan las pretensiones individuales. Esta
afirmación es válida aun para normas pertenecientes al derecho civil y comer-
cial especialmente concebido como el marco de reglas de juego de los indivi-
duos como sujetos privados (Fiss, 2000). En segundo lugar, una gran parte de
las personas tiende a obedecer las normas en razón de que las ha interiorizado
como aceptables y su cumplimiento no se asocia ni al miedo al castigo, ni a la
correspondencia con sus intereses individuales(Elster, 2000). En tercer lugar,
un importante número de comportamientos individuales especialmente ligados
a la cooperación, la reciprocidad o la distribución sólo pueden ser explicados en
cuanto acciones guiadas fundamentalmente por normas antes que por su co-
rrespondencia con los propios intereses26.
Economies: Western Transplants- A short cut to social market economic status? en International and comparative
Law Quarterly. Vol 43, Abril 1994; Edwald Willian: Comparative Jurisprudence II: The logic of legal
transplants en The American Journal of Comparative Law. Vol 43, 1995.
214
A manera de conclusión
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220
221
Sonia Fleury1
Investigadora del Área de Políticas Públicas de la Fundación Getulio Vargas
E-mail: sfeury@fgv.br
Resumen
1. Introducción
223
Todos estos factores han convergido para producir una proliferación de re-
des gestoras de políticas públicas, especialmente en el campo de las políticas
sociales, en el que tienen profundas repercusiones. En ese sentido, las redes se
han visto como la solución adecuada para administrar políticas y proyectos donde
los recursos son escasos, los problemas son complejos, hay muchos actores
interesados, existe interacción de agentes públicos, privados, centrales y locales
y se observa una creciente demanda de beneficios y de participación ciudadana.
Sin embargo, la gestión de redes dista de ser sencilla, lo que ha llevado muchas
veces al fracaso de programas y proyectos sociales, a pesar de las buenas inten-
ciones de los actores interesados.
224
225
226
nación y control de las actividades y permitió una unión virtual, en tiempo real,
de las personas y las organizaciones. Pal (2001) identifica algunas de las carac-
terísticas de la tecnología de información que permitirían la formación de redes
de políticas y señalarían un modelo sociocibernético de gobernabilidad, tal como
la inteligencia distribuida (derrumbe de los monopolios de conocimiento y dis-
tribución y acceso a información para todos los actores), la estructura horizon-
tal (la sustitución de las jerarquías por la conectividad) y la posibilidad de ac-
ción simultánea de los participantes.
3. Conceptos de redes
227
Sin embargo, la autora advierte que no hay concordancia entre los estudio-
sos en relación con el poder teórico del concepto de redes, visto por algunos
como una metáfora para demostrar que las políticas públicas entrañan una mul-
tiplicidad de actores diversos, y aceptado por otros como una herramienta ana-
lítica valiosa para el estudio de las relaciones entre los actores y el poder públi-
co; en tanto que otro grupo de autores entienden las redes de políticas como un
método de análisis de la estructura social. Miller (1994) considera que ni el
modelo tradicional de administración pública, basado en cultura de la raciona-
lidad técnica y de los controles y la coordinación jerárquica, ni la teoría econó-
mica de la selección racional, fruto de la motivación basada en la racionalidad
utilitaria, permiten comprender el fenómeno actual de las redes de políticas.
228
229
ción de una política, y apenas por medio de las redes de políticas se puede
garantizar la movilización de los recursos dispersos y dar una respuesta eficaz a
los problemas de políticas públicas.
Para algunos autores, el análisis de redes es una herramienta útil para expli-
car la unión de actores interdependientes, en tanto que para otros la innovación
sería representada por el desplazamiento del objeto de análisis del actor indivi-
dual al patrón de vínculos e interacción como un todo. En este último caso, el
acento se centra en la estructura y los procesos por medio de los cuales se
organiza como gobernabilidad la realización conjunta de las políticas públicas.
Para otros autores, más que una nueva perspectiva analítica, las redes indican
un cambio en la estructura política de la sociedad y representarían nuevas for-
mas de organización social en respuesta a los problemas políticos de coordina-
ción o de mediación social. Miller (1994:379) entiende que las redes forman
un tercer tipo de estructura social, distinta tanto del mercado como de las for-
mas jerárquicas porque la calidad de la interacción en el mercado se basa en el
interés racional, en las jerarquías y en la obediencia, en tanto que en las redes la
interacción es indeterminada.
230
Otra posibilidad de agrupar las explicaciones teóricas sobre las redes de po-
líticas se refiere al acento dado a los vínculos entre los diferentes actores o a las
estructuras de las redes. Los autores que trabajan con la explicación de los vín-
culos en general se basan en la disciplina de la psicología social y en la sociolo-
gía relacional.
232
Para el autor, las redes se colocan en una lógica que exige uniones y solidari-
dad, definición de objetivos comunes y reducción de fricciones y conflictos,
establecen una estructura horizontal para la presentación de exigencias y hacen
uso de la moderna tecnología de información para divulgar su postura (Jacobi,
2000:134). De la misma manera, Scherer-Warren (1997) considera que las re-
des constituyen un nivel intermediario crucial para entender procesos de movi-
lización, ya que por medio de esas redes las personas interactúan, influyen unas
en otras y participan en negociaciones, al mismo tiempo que producen los es-
quemas cognitivos y de motivación necesarios para la acción colectiva. Debido
a las tecnologías de informática, surgen aun las comunidades virtuales, de al-
cance cada vez mayor, creadas por actores que se identifican con causas comu-
nes que constituyen un nuevo tipo de imaginario colectivo, redimensionan los
territorios de influencia y de acción, y se comunican en tiempo real.
233
La posición de poder guarda relación con la influencia que tiene cada miem-
bro en la propia viabilidad de la red. Las organizaciones confían unas en otras
para alcanzar objetivos propios y, en ese sentido, el poder de una organización
aumenta en la medida en que su participación se convierte en una condición
esencial para la conservación de la red. Además, el gestor interviene en diver-
sas redes, en una estructura de superación de unas con respecto a otras o de
mutua influencia.
234
236
SITUACIONES INTRAORGANIZACIONALES
ESTRUCTURAS INTERORGANIZACIONALES
237
En relación con los actores, debemos considerar que están en una situación
de interdependencia en una red, creada por la necesidad de compartir recursos
para alcanzar un objetivo común. Cada actor específico tiene sus objetivos
particulares, pero se impondría una limitación al imaginar que su participación
en una red sería consecuencia de sus carencias y del propio comportamiento de
maximización para alcanzar su objetivo personal u organizacional. La construc-
ción de una red entraña más que eso, es decir, exige la construcción de un
objetivo mayor que pasa a ser un valor compartido, más allá de los objetivos
particulares que permanecen. La habilidad para establecer este megaobjetivo,
que implica una línea básica de acuerdo, tiene que ver con el grado de compati-
bilidad y congruencia de valores entre los miembros de la red (Mandell, 1999).
Para llegar a este tipo de acuerdo es necesario establecer sitios de negociación,
donde se puedan confrontar y negociar las percepciones, los valores y los inte-
reses.
238
Los actores obran en función de sus percepciones en relación con los demás
actores y las expectativas de sus patrones de comportamiento. A partir de estas
percepciones, sus recursos e intereses y las reglas establecidas, cada actor defi-
ne su estrategia de acción. Las redes se caracterizan por configuraciones especí-
ficas de percepciones que se relacionan con la historia y naturaleza de cada una
(Klijn et al., 1995:440). Muchas veces, la gerencia de las redes debe enfrentarse
a asuntos relativos al cambio de las reglas de interacción, a los valores y a las
percepciones que pueden promoverse a partir de debates abiertos, procesos de
evaluación y aprendizaje y por medio de la entrada de nuevos actores. Los ele-
mentos condicionantes del éxito de la gestión de redes señalados por Agrannoff
y Lindsay (1983) serían:
Para Klijn et al. (1995), la gerencia exitosa de redes debe basarse en las si-
guientes condiciones:
239
mentos que le permitan realizar investigaciones regulares sobre las alianzas que
tiene e identificar los puntos de coordinación del conjunto de actores (O’Toole,
1997).
Cada una de las estructuras identificadas exige diferentes funciones del diri-
gente, ya que para unas es vital la construcción de la propia mediación entre
pares, en tanto que para otras esta cuestión se ha resuelto desde la constitución
legal de la red y solo se requiere la coordinación de los procesos de negociación
y de gestión en situaciones de interdependencia. La autora identifica algunos
estilos de gestión estratégica, compatibles con las necesidades de cada contex-
to, en un continuo que va desde el autócrata benevolente, que asume la función
de un “director de orquesta”, hasta el mediador de trabajos, que apenas asegura
a las partes el cumplimiento del acuerdo, como un dirigente en un sistema de
laissez-faire”. En el centro de ese continuo está el dirigente democrático, que ac-
túa como un “productor de cine” y desempeña un papel activo en el logro de
resultados y la motivación de los participantes. Sin embargo, en todo caso, la
gestión de redes trae como consecuencia la gestión de situaciones de interde-
pendencia, lo que termina por aproximar los procesos de formulación e
implementación de políticas y exige el establecimiento de formas de coordina-
ción y control.
240
Sin embargo, conviene evitar los riesgos de crear estructuras formales que sean
inapropiadas para resolver el problema y cuyo diseño altere la estructura a tal
punto que amenace la propia existencia y el equilibrio dentro de la red.
241
242
243
244
Por último, es necesario tener en cuenta los nuevos desafíos impuestos por
los procesos de fragmentación y exclusión social que impiden la generación de
consensos y amenazan las condiciones de gobernabilidad en nuestras socieda-
des. Es decir, sin asumir una visión meramente instrumental de las redes de
políticas, tampoco podemos ser tan ingenuos como para imaginarnos que di-
chas estructuras constituyen la solución de todos los problemas surgidos en el
campo de las políticas públicas.
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249
Morelba Brito
Universidad del Zulia. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos
E-mail: acasellam@cantv.net.
Resumen
1. Introducción
Desde mediados de los 90 del siglo pasado, el tratamiento de temas como las
estrategias de desarrollo y la Reforma del Estado en América Latina han adqui-
rido una complejidad que contrasta significativamente con las anteriores expe-
riencias en este sentido. Una de las dimensiones que ha tomado gran relevancia
dentro de los planteamientos y recomendaciones acerca de los objetivos y me-
tas, tanto de las estrategias como de la reforma, es la de la creación de entornos
favorables para el buen desempeño económico y social: un contexto democráti-
251
co de calidad que opere con reglas que minimicen los costos de las transaccio-
nes sociales, estimulen el aprendizaje social y la eficiencia adaptativa –pública
y privada-, promuevan las relaciones de cooperación dentro de la sociedad y
garanticen la gobernabilidad. Este contexto estaría caracterizado por elementos
como: Estado de Derecho, sociedad civil fortalecida y gobernable -informada y
dispuesta a participar en la resolución de problemas públicos- y gobiernos con
elevada capacidad de respuesta y habilitados para catalizar el desarrollo y para
rediseñarse a sí mismos.
El propósito de este ensayo es, por una parte, ubicar el papel que podrían
jugar los gobiernos locales para alcanzar objetivos sociopolíticos de esta natu-
raleza y, por otra, exponer un inventario muy sintético de algunos dispositivos
que han sido implantados por algunos gobiernos locales –no sólo en América
Latina- y que coadyuvarían, a nuestro juicio, a la promoción de ese entorno
democrático que hoy es considerado necesario para el desarrollo económico.
Planteamos que se han ido estableciendo condiciones para ello gracias a los
procesos de descentralización –con sus avances, retrocesos y cuestiones pen-
dientes- y a algunas pequeñas innovaciones que han venido apareciendo en los
gobiernos locales como respuestas, la mayoría de las veces asistemáticas, pun-
tuales y aisladas, a las presiones y desafíos que les ha planteado el entorno.
Como de forma sugerente plantean Aramayo y Thévoz (1999), pequeñas inno-
vaciones pueden romper el desencanto de la comunidad respecto a la democra-
cia, a lo que añadimos que pueden perfeccionarla mejorando su calidad.
2Una estrategia de desarrollo es una propuesta de ordenamiento de las relaciones entre lo económico,
lo político y lo social, por medio de la cual una sociedad aspira alcanzar determinados fines y
objetivos.
252
estatales. Las primeras son aquellas que actúan dentro de la frontera del estado (por ejemplo, los
gobiernos en sus tres niveles y el parlamento) y las segundas como aquellas organizaciones políticas
que actúan dentro de las fronteras de la sociedad civil; ambas se encargan de mediar entre el Estado
y la sociedad. Las organizaciones políticas no estatales son organizaciones voluntarias que surgen de
la sociedad misma para transmitir y representar intereses y las estatales son las creadoras de las leyes
y de las decisiones que se imponen en un territorio.
5 Los costos de transacción se reducen en las sociedades que cuentan con reglas de convivencia social
253
eficiencia adaptativa6 y el aprendizaje colectivo7 -tanto del sector público como del
privado-; consolide y extienda los derechos de los ciudadanos y fortalezca su
capacidad de control sobre los gobernantes, y garantice la responsabilización
del sector público8.
Hasta los años 70 del S. XX, el énfasis teórico respecto al tema del desarro-
llo estuvo colocado en su planificación normativa y centralizada; el paradigma
organizacional se basó en una estrategia de creación –desde arriba- de polos de
crecimiento que debía ser implementada por corporaciones (o regiones) de de-
sarrollo y planificación estatal desconcentradas, carentes de autonomía decisional
y controladas desde el ente planificador nacional (Oszlak, 1997; Fleury, 1999).
Entre los años 80 y 90, el interés se traslada hacia aspectos como la descentra-
lización, la participación y democratización, culminándose con la incorpora-
ción –desde los 90- de propuestas de fortalecimiento de los gobiernos locales
como entes encargados de la organización de su territorio y de catalizar su desa-
rrollo (OIT, 2000). Se privilegian temas como el desarrollo económico local
endógeno, sustentable y competitivo; la coordinación y negociación de proyec-
tos municipales acordados y definidos por las propias fuerzas locales, y la
capacitación de los gobiernos municipales para viabilizarlos, encargándose de
6 La eficiencia adaptativa es la capacidad de una sociedad para aprender e innovar en la medida en que
necesita resolver los problemas que se le presentan en su continuo y necesario proceso de adaptación
a los cambios del entorno. Para los neoinstitucionalistas, esta capacidad está determinada por las
reglas que cada sociedad ha diseñado para regular la convivencia social. La eficiencia adaptativa depen-
de, según North (1993), de si las reglas del juego social incentivan o no la aptitud hacia la innovación
y la predisposición natural al aprendizaje que caracteriza al hombre; para este autor, la eficiencia
adaptativa es el grado en que la institucionalidad alienta en la sociedad y en la economía los experi-
mentos, los ensayos y las innovaciones, aprovechando el aprendizaje social. A mayor eficiencia
adaptativa, una sociedad tiene mayor posibilidad de explorar modos alternativos de solución de
problemas y mayor probabilidad de mejorar su desempeño socioeconómico.
7 El tratamiento del tema del aprendizaje colectivo está íntimamente vinculado al de la eficiencia
adaptativa (North, 1993). El aprendizaje colectivo es aquel proceso que le permite a la sociedad
convertir las soluciones eficientes encontradas a viejos y nuevos problemas sociales, en experiencia
acumulada a ser transmitida a otras sociedades o colectivos y a las nuevas generaciones. Es a partir del
aprendizaje colectivo que se generan los valores, las rutinas y las reglas de convivencia que regulan las
interacciones e intercambios sociales; de él proviene, también, el cambio en las actitudes y en la
cultura política y social. Para Behncke, (1996), es un proceso social fundamental al cual ninguna
escuela de ciencia política le ha dado la importancia que tiene para la evolución cultural y para la
adaptación del sistema social a las perturbaciones ambientales.
8 La literatura sobre este tema abunda. Véanse: Bresser-Pereira (1997, 2000); Stiglitz (1998, 2000);
Prats (1998, 1999ª, 1999b); Fleury (1999); Sen (1999); O´Donnell (2001).
254
255
256
La apuesta en este ensayo es que desde los gobiernos locales es posible im-
pulsar una parte sustancial de los requerimientos de la reforma: su dimensión
territorial y la cercanía de sus autoridades políticas a los ciudadanos, les pue-
den facilitar procesos de intervención expresamente dirigidos hacia propósitos
que hoy se incorporan dentro de sus parámetros.
257
están íntimamente relacionados con las dimensiones que han adquirido los procesos de descentra-
lización: administrativa, que comprende tanto la desconcentración territorial y funcional, como la
delegación de competencias a agencias semi-estatales; política, que significa la transferencia de compe-
tencia a organizaciones territoriales y funcionales políticamente autónomas, y económica, que ha
consistido en la transferencia de la provisión de bienes públicos a sociedad civil. Hoy, el bien y el
servicio público no se define por el hecho de que sea provisto por el Estado, sino porque, siendo
provisto por el Estado u organizaciones privadas, satisfacen necesidades colectivas y todos tienen
derecho a beneficiarse; cuando es provisto por organizaciones privadas, le corresponde al Estado
proveer el marco institucional que asegure el cumplimiento de esa condición. Siendo la descentraliza-
ción una forma de organizarse para la provisión de bienes públicos, ella comprende tanto la provi-
sión de bienes públicos por parte del Estado, como aquella otra que realizan o pueden realizar
organizaciones de la sociedad civil (Finot, 1998).
258
259
260
14Extensión de la esfera de lo público más allá del Estado (Cunill, 1997; 1999; Bresser-Pereira, 1997;
2000).
261
Autores como North (1993), Putnam (1994), Sen (1999) y Pasquino (2000)
han detectado una significativa relación entre democracias consolidadas, un
entramado social fuerte –capital social-, la confianza en las instituciones y el
desarrollo socioeconómico15. Es posible activar este círculo virtuoso a partir de
la acción de “Buenos Gobiernos” locales.
Para Arocena (1995), son dos las condiciones que permiten aplicarle a un
espacio el término de sociedad local: un territorio con determinados límites,
portador de una identidad compartida expresada en valores y normas
15Una opinión, si no al contrario, quizá más cautelosa, es la que sostienen Schmitter y Karl (1999),
para quienes no se pueden colocar demasiadas expectativas sobre los sistemas políticos democráti-
cos. Para ellos no necesariamente son económica y administrativamente más eficientes que otras
formas de gobierno.
262
Una de las funciones del gobierno local es detectar donde están esos acto-
res, movilizarlos y reforzar –o crear de ser necesario- los espacios para su en-
cuentro e interacción, auspiciando la formación de mecanismos de negocia-
ción permanente entre ellos mismos y entre ellos y el gobierno, de manera que
se optimizan sus procesos decisores.
263
Todo ello dotaría a los gobiernos locales de esa capacidad estratégica y so-
portarían el “Buen Gobierno” a este nivel.
Utilizaremos como criterios para ordenarlas los tres ejes que, según nuestro
criterio, deben ser sus resultados: Estado de Derecho, fortalecimiento de la so-
ciedad civil y capacidad de respuesta, para asegurar la gobernabilidad.
264
Tres fuertes tendencias han influido para colocar en el tapete el tema del
derecho a la información: la ampliación del espacio público, la creciente necesi-
dad de fortalecer a la ciudadanía para que comparta las responsabilidades del
desarrollo y las transformaciones y oportunidades que ha traído consigo la ac-
tual revolución tecnológica (Maurizi, 2001).
dentro de una visión eficientista y casi exclusivamente economicista de la reforma del Estado. Una
vez que se conectan reforma del Estado-descentralización e irrupción de la sociedad en el ámbito de
lo público, la preocupación por la eficiencia pública se ubica en el contexto que hemos venido
trabajando.
265
Por otra parte, casi todos los ámbitos de la gestión local requieren de la
participación de la comunidad y ésta ha comenzado a manifestarse de muchas
formas: solicitudes de información, debate público y negociación. También
ha derivado en formas concretas de cooperación en la ejecución, evaluación y
control en la gestión de servicios públicos, por parte de organizaciones de la
sociedad.
266
1. Referéndum y plebiscito20.
2. Revocación y derecho de reclamación de mandato u ordenanzas.
3. Iniciativa legislativa popular.
4. Iniciativas cívicas para influir en los planes municipales.
5. Planes concertados de mejoría de servicios.
6. Comisiones sectoriales de carácter consultivo o colaboradoras, confor-
madas por representantes de organizaciones de la sociedad. Generalmen-
te se organizan en áreas como vivienda, seguridad pública, salud, educa-
ción, urbanismo, ambiente y programas sociales.
7. Recepción de propuestas de nuevos modelos de gestión y de mejora-
miento de procesos.
267
268
269
270
contacto con los ciudadanos para la construcción de apoyos a las políticas pú-
blicas y ii) para su diseño e implantación.
7. Consideraciones finales
Referencias Bibliográficas
BANCO MUNDIAL. Más allá del Consenso de Washington. La hora de las Institucio-
nes. [en línea] Washington D.C.: Banco Muncial, 1998. <http://www.iigov.org/
pnud/bibliote/bibl0021.htm>. [Consulta: 14 enero 2001].
271
272
GINER, S. y SARASA, S., ed. Buen gobierno y política social. Barcelona: Editorial
Ariel, S.A., 1997.
273
JESSOP, B. El ascenso del ‘Buen Gobierno’ y los riesgos del fracaso: el caso del desarrollo
económico [en línea]. Ponencia presentada en el Coloquio Les enjeux des debats sur
la governance. Universidad de Lausana, 1996. <http:// www.UNESCO.org/155j/
rics115/jessopspa.htlm>. [Consulta: 18 marzo 2001].
274
276
277
Gabriel Murillo
Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes
E-mail: gmurillo@uniandes.edu.co
Rodrigo Restrepo
Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes
E-mail: rodrestrepo@mail.com
Resumen
279
Sería Gramsci quien ampliaría la propuesta marxista, pues afirma que la do-
minación no sólo es de orden estructural -económico y material-, sino también
superestructural -cultural e ideológico. Plantea que la sociedad civil, como es-
fera, como arena, encarna la posibilidad de crear ideologías y relaciones de pro-
ducción distintas a las de la sociedad y los valores burgueses. Es un espacio del
que surgen formas de oposición a la cultura burguesa; en este sentido contrasta
con Marx, quien asocia la sociedad civil con las relaciones de producción, o sea,
con la estructura. Gramsci tiene claro que la sociedad civil pertenece también a
la superestructura, en tanto media entre las relaciones meramente económicas
de la sociedad y el Estado. De aquí se deriva que su función en el conjunto del
sistema social tiene rasgos culturales e ideológicos y también políticos, al posi-
bilitar la creación de resistencias al ejercicio del poder y proponer alternativas
de cambio.
Es tal vez Gramsci quien mejor entiende la dialéctica del concepto de socie-
dad civil: a la vez que reconoce que ésta se origina en la dinámica económica de
la sociedad, y que en este sentido tiene que ver directamente con intereses
privados, comprende que cumple una función política como arena de discu-
sión, como fuente de posibilidades y como punto de resistencia. Es evidente
que si la sociedad civil es planteada desde esta perspectiva, como espacio abier-
280
281
El dilema es claro. Como expone Bonamusa (1996), “¿es sociedad civil todo
lo organizado que está por fuera de la esfera del Estado o bien hay algún tipo de
criterio que configura per se la pertenencia o exclusión de ciertos actores?” Una
interesante solución a esta encrucijada es propuesta por la autora, al seguir el
argumento de Salamon en el cual este criterio puede definirse por el tipo de
relación que establecen los mismos actores entre sí a fin de mantener la idea de
sociedad civil como un campo abierto. Según esta visión, un actor pertenece
legítimamente a la sociedad civil si sus acciones denotan respeto por la existen-
cia y puntos de vista de los demás. Las reglas del juego definitorias de la dinámi-
ca interna de la sociedad civil deberán ser entonces establecidas y acatadas por
sus mismos integrantes, pero se basan en el supuesto democrático de permitir la
existencia del opositor y del disenso, o sea, de no minar las bases mismas de la
democracia y el Estado de Derecho, de reconocer la alteridad, el respeto por el
otro.
282
Para concluir esta primera parte es preciso referir un elemento ideal que salta
a la vista; a saber: la deseable relación interdependiente entre las esferas de la
sociedad civil y del Estado, como componentes determinantes de la política, y
por ende de la fuerza del espacio público convergente en donde se construye el
bien común. En efecto, si bien este espacio público resultante de la intersección
entre ambas esferas y de convergencia plural, donde se refleja el cambio de
conductas por parte de gobernantes y gobernados, debe surgir de la interacción
misma que se da al interior de la sociedad, de sus conflictos inmanentes, parece
necesario que el Estado –ahora su complemento- sea capaz de “garantizar una
serie de estímulos, protecciones y reconocimientos institucionales, los cuales
cristalizan en derechos y libertades civiles como la libertad de opinión, de ex-
presión, de asociación y de reunión” (Bejarano, 1995), entre otros.
Bejarano (1995) señala que es en este punto donde se hace visible el proble-
ma de la interrelación entre las dos esferas de la política. Para garantizar una
autonomía en la existencia misma de la sociedad civil, al tiempo que una in-
fluencia efectiva sobre los centros de decisión política y económica, es necesa-
ria “la existencia de un conjunto de derechos fundamentales y prácticas
operativas” por parte del Estado, que aseguren el ejercicio libre y público de la
deliberación sobre temas fundamentales que afectan a toda la sociedad. En
pocas palabras: una sociedad civil fuerte demanda la existencia de un Estado
fuerte. Esto implica la importancia de concebir acciones recíprocas entre las
dos esferas de la política que generen un fortalecimiento de mutuo beneficio.
Podría decirse entonces, que el de sociedad civil es, ha sido y seguirá siendo,
un concepto difícil de aprehender operacionalmente porque va de la mano con
el complejo y desigual desarrollo de la sociedad y el Estado contemporáneos.
Representa un anhelo, muchas veces un ideal, una intuición que en ocasiones
toma forma, pero una forma dependiente de las condiciones idiosincrásicas de
su surgimiento, es decir, del contexto nacional en el que se configura. De la
283
2Esta definición, si bien no es textual, representa el sentido reiterado que sobre esta voz hace el
pensador colombiano José Bernardo Toro en sus distintos abordajes orales y escritos.
284
mantuvo – e incluso se incrementó- en las elecciones parlamentarias del 2002, con respecto a las de
1998: 56,31% en 1998; 58.06% en el 2002. La situación induce a pensar que no sería descabellado que
la abstención aumentara con las votaciones presidenciales (como usualmente ocurre); aunque, de ser
así, lo haría proporcionalmente al crecimiento geométrico de la opción autoritarista. Por otro lado, es
preciso recordar la nociva persistencia de la politización de la justicia, del llamado poder de los jueces
y del perverso efecto del parágrafo del artículo 120 de la Constitución de 1886 como expresiones de
la inercia del régimen político excluyente. Para un mayor detalle al respecto ver Murillo y Sánchez
(1993).
6 Aquí se alude a la llamada ‘Pequeña constituyente’ de López; al intento de reforma constitucional de
285
286
población, sino más bien entre posiciones extremas. Lo que muchos creen es que la negociación de
la paz se podrá reiniciar una vez se haya reducido a la guerrilla militarmente en el corto plazo, de
modo que las pautas de la negociación sean de iniciativa del Estado.
287
ra haya perdido el liderazgo con respecto a las demás, sino más bien que se
reducen sus posibilidades de ganar por mayoría absoluta en la primera vuelta de
las próximas elecciones presidenciales de mayo. Cabe anotar que su surgimien-
to, así como su desarrollo, se da paralelo a la agudización del conflicto en el
lapso de los últimos cuatro a cinco meses. La posterior definición de la fórmula
vicepresidencial con el periodista Francisco Santos ha suscitado reacciones en-
contradas. Quienes la comparten, consideran que el proyecto se fortalece con el
ascendiente de Santos en el mundo de las ONG’s y de la lucha contra el secues-
tro. Además consideran que amplía sus posibilidades de acceso al apoyo esta-
dounidense y que lo ayuda en el manejo de la estrategia para paliar la descon-
fianza del periodismo internacional por causa de sus nexos históricos con las
autodefensas. Quienes la rechazan, consideran que esta decisión podría poner
en peligro la posibilidad de ganar las elecciones presidenciales de mayo en la
primera vuelta por causa de las reacciones negativas producidas por la vincula-
ción de un miembro de la oligarquía a su campaña, por la inexperiencia adminis-
trativa y por la fogosidad irreflexiva que caracterizan a su compañero de fórmu-
la.
9 La evaluación de los programas de los candidatos presidenciales de Colombia concluyó que el más
completo, técnico y acorde con la problemática del país es el del movimiento “Sí Colombia” de
Noemí Sanín.
10 Como demuestra Miguel García, de quien proviene esta expresión, el liberalismo oficialista pasó de
tener el 47,3% de los votos para Senado en 1998, al 25.13% en 2002. UNPeriódico, marzo 17 de 2002.
P.4.
288
289
290
Colombia es, sin duda, un país de paradojas tan sorprendentes como el he-
cho de que en el momento de mayor agudización de la crisis del régimen políti-
co, alumbra la esperanza de la acción civil como un recurso legítimo de resisten-
cia y expresión de la pluralidad esencial a toda sociedad. La nación vive uno de
291
292
Si algo refleja este proyecto es que en los últimos años la sociedad civil
colombiana, heterogénea y plural, rural y urbana, comunitaria y municipal, am-
biciosa y sobria, empieza a buscar con fuerza caminos pacíficos como alternati-
va a una tradición de violencia política que ha predominado a lo largo de las
últimas décadas en el país. Esta opción de empoderamiento comunitario, que
contrasta de manera radical con el habitual poder del miedo y de la violencia,
tiene en todas sus expresiones un elemento común: la convocatoria al pacifis-
mo y al civismo como un instrumento vital para la convivencia. Es decir, se
inscribe dentro de la lógica de la noción de resistencia civil. El recurso se en-
cuentra allí, en manos de la población; existe y se refleja como un elemento
legítimo de la lógica del Estado Social de Derecho.
13Según el texto de la Vicepresidencia, editado por Renata Durán, en cuanto a la primera categoría, se
reúne un total de 50 iniciativas en convivencia y resolución de conflictos. En cuanto a la segunda
categoría, esto es, las iniciativas en cultura de paz y pedagogía, se tiene un total de 70 iniciativas. La
mayoría de los proyectos son de carácter municipal y comunitario, con sede en gran parte de los
departamentos. Las ciudades capitales, por su parte, se encuentran rezagadas con relación a las
iniciativas de la zona rural colombiana, pero también reflejan iniciativas cívicas.
293
Conclusiones
294
· Por fuerte que sea el arraigo de la crisis política del régimen, sus raíces no
impiden el surgimiento de numerosas acciones cívicas atenuantes. Pero no bas-
ta con que estas sean numerosas y se localicen en todo el territorio nacional.
Ellas deben articularse y constituirse en un agregado que, bajo la lógica del
efecto “bola de nieve”, rete e invierta la asimetría existente.
295
· Los partidos políticos pueden y deben aprovechar esta situación para asu-
mir una posición de liderazgo en la tarea de encauzar la articulación y agrega-
ción de acciones que se puedan tomar y las que ya resultan de la iniciativa
cívica e independiente. Aquí es importante señalar que no se está proponiendo
que los partidos políticos usurpen lo que han venido haciendo las entidades
independientes de la sociedad civil. Más bien se sugiere que, en aras de recupe-
rar tanto la legitimidad perdida como su actuación cabal en la reivindicación de
la función como organizaciones y articuladores del interés público, precisan de
mecanismos incluyentes y eficientes de reclutamiento y movilización electoral
para poder competir formalmente por el poder. A los partidos les corresponde
un protagonismo central como integradores de la fragmentación y la atomiza-
ción de la sociedad civil. Sería su buen desempeño en esta labor el vehículo
para lograr la simétrica interdependencia entre una sociedad civil fuerte y un
Estado fuerte en Colombia.
Referencias Bibliográficas
BEJARANO, A.M. “Para repensar las relaciones Estado, sociedad civil y régi-
men político. Una nueva mirada conceptual”, Controversia, (1995) No. 167.
EBERLY, D. The Essential Civil Society Reader: Classic Essays, USA: Rowman &
Littlefield Publishers, 2000.
296
297
Resumen
1. Introducción
*Preparado para ser discutido en la reunión de 2001 de la Latin American Studies Association,
Washington D.C., 6 – 8 de septiembre de 2001.
Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 349-391. Institut Internacional de Governabilitat de
Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
331
1Diversos autores han tratado de identificar las causas de esta desatención a la oposición. Ver Massari
(1990/1997), Ionescu y Madariaga (1968) y Kirchheimer (1957).
332
Dahl (1966) Bajo la expresión “modos”, propone una diferenciación de las oposiciones respecto a:
a) cohesión o concentración de opositores: depende del sistema, cohesión, disciplina
b) nivel de competitividad de la oposición: depende concentración oposición
c) Puntos clave de desarrollo de la competitividad entre oposición y mayoría
d) Carácter distintivo e identificable de la oposición: deriva de lo anterior
e) Sede de desarrollo: parlamentaria o extraparlamentaria
f) Objetivos y estrategias de la oposición: según los medios y fines
Eva Kolinsky (1987) Focaliza los cambios operados en la oposición en Europa después de Dahl
333
se han ido acumulando, presenta también una lista de factores o condiciones que pueden, de algún
modo, incidir sobre las diferencias de los diversos modelos nacionales: estructura constitucional y
sistema electoral; premisas culturales ampliamente compartidas; subculturas; el recuerdo de los
agravios; fracturas económicas y sociales; modelos específicos de actitudes y opiniones; polarización.
Por lo tanto, si bien Dahl presenta algunos factores o condiciones para conjeturar acerca del surgi-
miento de semejantes modelos de oposición, su estudio tipológico es eminentemente clasificatorio,
por lo que mantiene su vigencia ordenadora.
4 Ver Massari (1990/97: 115).
5 La selección de casos para el presente estudio tiene su razón de ser en la intención de obtener un
equilibrio entre una muestra lo suficientemente representativa de países para evaluar el funciona-
miento de un Indice de Capacidad de Influencia de los principales partidos de la oposición latinoa-
mericana contemporánea, que presentase un rango de variación aceptable en las variables incorpordas
como condicionantes, evitando en todo momento la incorporación de un excesivo número de
países que dificultara el manejo de los resultados en esta primera exploración. Temporalmente, se
limita el estudio a las últimas legislaturas elegidas hasta el año 2000 de las que se dispone de los datos
necesarios para poder comprobar el funcionamiento de la oposición en cada uno de los países.
334
335
336
6 Oposición es “enfrentamiento, sea cual fuere su grado, con respecto a una determinada postura
política. (...) En efecto, como institución democrática, la oposición consiste en una alternativa
vertebrada de poder que se postula frente a la mayoría gobernante”. Sin embargo esta idea queda
oscurecida en los sistemas multipartidistas. “La labor desarrollada en la oposición sirve de muestra
clara a los electores sobre las intenciones y comportamientos de la minoría que aspira al futuro
turno” (Molina y Delgado, 1998:85). Ver también Ionescu y Madariaga (1968:9).
7 Así en el sentido más amplio, se asocia a conflicto político y disenso, y en su sentido más restringido,
oposición política se convierte por eso en la institución que corona una sociedad plenamente
institucionalizada [...] Como institución, la oposición política tiene una historia (Ionescu y Madariaga,
1968: 9).
337
que tienen escaños en el Congreso que no son del partido del gobierno o que no
forman parte de la coalición electoral que eligió al presidente. Gobierno es el
partido o la coalición de partidos que controla el ejecutivo como resultado de
unas elecciones determinadas y coalición de gobierno el conjunto de partidos
que presentaron un único candidato presidencial bajo una misma etiqueta. El
problema que plantea esta definición es que deja fuera del análisis el juego de
coaliciones post-electorales, muy frecuentes por otra parte en la política parla-
mentaria latinoamericana. No obstante, el diseño de investigación que aquí se
plantea permitiría la utilización de estas mismas herramientas para la observa-
ción de las variaciones en la capacidad y en la actuación efectiva de la oposi-
ción a lo largo de una misma legislatura.
Pero incluso en los casos en los que los partidos obtienen representación
más o menos acorde con su caudal electoral, la capacidad de influencia sobre el
proceso de elaboración de políticas públicas no está garantizada (Powell
2000:97). El grado de efectividad de la oposición depende a la par, de su habi-
338
lidad para mover las políticas públicas en dirección a sus preferencias o preve-
nir movimientos que se alejen de éstas (Samuels, 2001:7). La oposición no so-
lamente expresa una alternativa sino que el diseño institucional le otorga (ade-
más) instrumentos para el ejercicio de otro papel: el de influir en el proceso de
toma de decisiones (Mustapic,1996).
1) Tamaño de la oposición
2) Fragmentación de la oposición
339
3) Distancia Ideológica
Sin embargo, la mayor parte de los trabajos hasta ahora realizados han parti-
do de la presunción no testada empíricamente de que todos los partidos tienen
en esencia la misma probabilidad de participación en el gobierno. A pesar de
esto, la literatura sobre democracias avanzadas (ver especialmente Powell,
2000:115-120) ha puesto de manifiesto que esta afirmación no es del todo exacta
ya que: a) se puede considerar un espacio de política pública a partir del eje
izquierda-derecha y b) los partidos del gobierno tendrán menos disposición de
otorgar capacidad de negociación a los partidos que quedan más lejos de sus
posiciones en dicha escala. Por lo que hace al gobierno, las coaliciones en que se
articule aparecerán lógicamente como más poderosas si son ideológicamente
consonantes (Sartori, 1992:154).
4) Coherencia ideológica
5) Sistema de comités
Todas las legislaturas tienen algún tipo de sistema de comités para llevar a
cabo su trabajo y la naturaleza de ese sistema distribuye de manera diferencial
la capacidad de influencia sobre las decisiones legislativas relevantes (Sinclair,
1995:12). Los sistemas de comités afectan las relaciones gobierno-oposición,
340
12Los datos utilizados para la elaboración de este trabajo provienen en su mayor parte del proyecto
"Elites Parlamentarias en América Latina" (PELA) (Ref. SEC95/0845), dirigido por el Prof. Manuel
Alcántara Sáez, Catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Salamanca y financiado por la
Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. Ocasionalmente y apareciendo oportunamente
señalado, se ha utilizado los datos de la investigación "Partidos Políticos y Gobernabilidad en
América Latina" (Ref. SEC97-1458), dirigido asimismo por el Prof. Manuel Alcántara Sáez, Univer-
sidad de Salamanca, y financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
341
hace al caso colombiano, la extrema laxitud que caracteriza a las etiquetas par-
tidistas en este país, cuestión ésta sobre la que se volverá de nuevo más adelan-
te. Los resultados que se presentan en la Tabla II ponen de manifiesto las
distorsiones introducidas por el sistema electoral en la representación con res-
pecto al porcentaje de votos obtenidos. El sistema más desproporcional con
diferencia es Guatemala (13,98), debido en buena parte al elevado número de
circunscripciones uninominales con que cuenta para la adjudicación total de
escaños por lista departamental y a pesar de la existencia de un segundo nivel
distrital a nivel nacional para la elección de una porción de los representantes.
Chile, debido al sistema binominal que al sobrerrepresentar a las fuerzas de la
derecha garantiza un contingente legislativo significativo a la oposición en el
Congreso, México debido a su sistema mixto y Venezuela son los países que,
detrás de Guatemala, presentan una mayor distorsión de la representación efec-
tiva de los votos. En el otro extremo, Nicaragua y Uruguay son los países cuya
oposición goza de una representación más efectiva.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de los Tribunales Electorales de los países correspondientes.
342
Es interesante asimismo señalar, que puesto que los efectos del sistema elec-
toral actúan diferencialmente dependiendo del tamaño del partido y de la distri-
bución geográfica de sus apoyos electorales, tendiendo a perjudicar en términos
generales a los más pequeños y dispersos geográficamente, si se observan las
diferencias entre los porcentajes de votos y escaños para los principales parti-
dos de la oposición (Tabla I), esto es, los más grandes, es apreciable a primera
vista que éstos obtienen bien una representación ajustada a su caudal electoral,
bien se encuentran sobrerrepresentados. Sin embargo, si observamos esta mis-
ma relación para la oposición total de las asambleas, donde se incluye a los
partidos más pequeños, es muy evidente también que la oposición se encuentra
subrrepresentada, a excepción de los casos de Nicaragua y Uruguay, como ca-
bría esperar a partir de los resultados de los índices de desproporcionalidad
anteriormente mencionados13.
343
aquella oposición que no está formada por coaliciones sino por partidos que
operan individualmente. A su vez, la oposición no coaligada puede dividirse
según su fuerza legislativa en: a) Mayoritaria (OM) cuando el apoyo es igual o
superior al 50% de la Cámara, no incluyéndose los partidos que apoyan al go-
biernos desde el Congreso o los supporting parties y b) Minoritaria (Om) cuando
es inferior al 50%; 2) oposición coaligada; aquellas coaliciones tanto electorales
como post electorales que forman la oposición. En la misma línea, la oposición
de coalición mayoritaria (CM) sería aquella que tiene al menos el control del
50% de los escaños en el Congreso. La oposición de coalición minoritaria (Cm)
sería aquélla que controla menos del 50% de los escaños.
344
345
∑o /∑o 2
i i
i =1 i =1
IEO = n n
∑ g /∑ g
i =1
2
i
i =1
i
El Cuadro III presenta en la primera columna, los valores que arroja el cálcu-
lo del IOE para los países y las legislaturas objeto de estudio en este trabajo.
Como se puede observar, el rango del IOE para los países considerados varía
entre el 0.239 de Guatemala en 1995, que presenta la capacidad de influencia
de la oposición más reducida de todos debido al elevado nivel de fragmentación
señalado anteriormente, al que se añade el reducido porcentaje de escaños del
principal partido de la oposición, para 1995-1999 el PRD (25%, ver Tabla I), y
el 1.703 de Argentina en 1999, cuya oposición se presenta con la mayor capaci-
dad de influencia de entre los casos considerados, a partir del tamaño de los
partidos de la oposición y la fragmentación del sistema en relación siempre a la
fuerza política del gobierno en los mismos términos.
346
La correlación de los datos que arroja el IOE en estos casos con los índices
de desproporcionalidad presentados en la Tabla II, es significativa para un nivel
de confianza del 95,5%, con un valor de -.457 en el caso de la
desproporcionalidad total y de -.363 para la desproporcionalidad de la oposi-
ción. Todo lo cual, refuerza la afirmación relativa al impacto del sistema electo-
ral sobre la capacidad de influencia de la oposición medida en términos de su
tamaño y fragmentación; a medida que incrementa la desproporcionalidad del
sistema, disminuye la capacidad de influencia de la oposición.
347
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de PELA (1996; 1998/2000) y PPAL (2000)*Elaborado a partir de
las desviaciones típicas de las autoubicaciones ideológicas. Ver Ruiz y García, 2001. [1-(desv. Tip/9)]. .
348
15 El cálculo de la polarización ideológica se ha realizado ponderando los datos por el peso de los
i =1
349
Chi = 1−
xd .t
9
xi − xgp
DIp = 1 −
9
350
[
CIO = IOE * Chi * DI p ]
Donde IOE es el Indice de Oposición Efectiva (Altman y Pérez-Liñán, 1999),
Chi es la coherencia ideológica del partido iésimo de la oposición y DIp es la
distancia ideológica entre la oposición y el gobierno.
∑ (o )
n n
i
2
* Chi / ∑ oi
CIOi = i =1 i =1
∑ (g )
n n
i
2
* Chi / ∑ g i
i= 1 i =1
351
guay (1999) y El Salvador (1999), mientras que México (1997), Venezuela (2000)
y Guatemala (1995) cuentan con la oposición de menor capacidad de influen-
cia. La comparación de estos resultados que arroja CIOi con los obtenidos me-
diante el cálculo del IOE (ver gráfico 1 a continuación), no presenta variacio-
nes en las posiciones de la oposición con menor capacidad de influencia (Méxi-
co 1997, Venezuela 2000 y Guatemala 1995), si bien la magnitud del índice se
reduce al penalizar la capacidad de influencia con los niveles de coherencia
ideológica interna. La oposición con mayor capacidad de influencia, sigue sien-
do la oposición de Argentina (1999), Uruguay (1999) y Colombia (1998), pero
con CIOi la oposición en Colombia (1998) pasa de ser la tercera en capacidad
de influencia entre los países considerados a arrojar el índice más elevado, mientras
que Argentina (1999) y Uruguay (1999) adoptan el segundo y tercer valor más
alto17. Es significativo asimismo, el hecho de que el cálculo de CIOi hace valer
el grado de cohesión ideológica interna del Frente Sandinista y Camino Cristia-
no en Nicaragua, identificando a la oposición en este país con mayor capacidad
de influencia de lo que hubiese resultado de tomar en cuenta únicamente el
tamaño y la fragmentación ideológica de la oposición en este país. El proceso
inverso se produce en Chile (1997), si bien la magnitud de la penalización es
más reducida.
i
2
*Chi * DI p / ∑ oi
CIO = i =1 i= 1
∑ (g )
n n
i
2
* Chi * PI p / ∑ gi
i =1 i =1
352
Gráfico 1
Gráfico 2
353
Gráfico 3
354
355
19No obstante, y si bien el sistema electoral colombiano consigue dotar de una representación
bastante ajustada a las preferencias de la oposición en la cámara con capacidad de influencia sobre el
proceso de toma de decisiones, la forma en que esta capacidad se traduce en poder efectivo y el coste
en términos de clientelismo y localismo al que se produce este proceso no debe dejar de subrayarse
como una cuestión de diferente índole y merecedora de consideración y valoración a parte (Gutiérrez,
1998:218).
356
1) Confianza en el Parlamento
2) Estrategia de oposición
valor de .661.
21 Pregunta nº 8: “Y en relación al Presidente de la República, ¿qué grado de confianza, mucha
bastante poca o nada, le merece su actuación en la vida pública de su país?”. Fuente: PELA, 1998.
357
23 La correlación entre ambas variables es significativa para un nivel de confianza de 0.05 y arroja un
valor de .705.
24 La correlación entre ambas variables es significativa para un nivel de confianza de 0.05 y arroja un
valor de -.782.
25 Pregunta nº 56: “Pensando en al trabajo que desempeña como Diputado, ¿cuál es el grado de
importancia que le otorga usted durante su actividad parlamentaria a controlar la actuación del
gobierno?. Fuente: PELA (1998).
26 La correlación entre ambas variables arroja un valor de -.565, si bien el nivel de significación alcanza
valor de .834.
358
29 La variable voteseeking, es una variable creada sumando las puntuaciones de las variables 59 (05) y 59
(03) que están medidas en la misma escala y formuladas bajo la misma pregunta general: “¿Hasta qué
punto tiene usted en cuenta la opinión pública general y la de los medios de comunicación a la hora
de tomar decisiones políticas?”. Fuente: PELA (1998).
30 La variable voteseek ha sido creada sumando los valores de las variables 5905 y 5906, que utilizan la
misma escala de medición y son formuladas en el cuestionario bajo el mismo epígrafe general. La
correlación entre CIO y esta nueva variable arroja un valor de -.646 significativo para un nivel de
confianza del 95.5%.
359
360
Por tanto, a priori, puede afirmarse que en Guatemala el papel de las comi-
siones como arenas de influencia sobre el proceso de elaboración de políticas
públicas es relevante. Sin embargo, solo doce de estas comisiones encuentran
su equivalente ministerial, lo que pone en duda el grado de efectividad de las
restantes 19 comisiones. Dicho de otro modo, y de acuerdo a los parámetros
establecidos anteriormente, solo un 38,7% de las comisiones encuentra su
correlato gubernamental en materia de su jurisdicción. De hecho, de los 763
dictámenes emitidos en este período, el 61,2% fue requerido a solo 4 de las 31
comisiones existentes en la actualidad: Finanzas Públicas y Moneda, Legisla-
ción y Puntos Constitucionales, Relaciones Exteriores y Gobernación. Es de-
cir, el 12,9% de las comisiones se ocupó del 61,2 % de los dictámenes emitidos
en ese período legislativo.
361
Por último, los niveles de asistencia promedio pueden ser también un buen
indicador para evaluar el grado efectivo de compromiso con la función parla-
mentaria. La menor asistencia correspondió a los diputados independientes
(81.3%) y la mayor a la bancada oficialista (92.2%). DCG 87.7%, FRG 87.3·%,
FDNG 83.6%, lo que aparece en clara correlación con el grado de eficacia
legislativa de estos tres partidos señalado anteriormente.
362
363
Los análisis preliminares a título casi orientativo que aquí se presentan pare-
cen indicar que a medida que incrementa la capacidad de influencia de la opo-
sición de acuerdo a las dimensiones señaladas como relevantes en este trabajo,
incrementa la confianza de la oposición en el funcionamiento del Parlamento
como institución, se potencian las estrategias de cooperación en detrimento de
las de confrontación con el ejecutivo y se produce un mayor grado de implica-
ción de la oposición en la actividad parlamentaria para la que los representantes
fueron elegidos evitándose así el uso de la arena parlamentaria por parte de la
oposición, como mero trampolín para la movilización de opinión pública a la
captura de un mayor número de votos.
No obstante y a pesar de que hay mucho más por hacer que realizado en lo
que al estudio de la oposición parlamentaria latinoamericana se refiere, si este
364
Anexo
365
Gráfico 4
3,2
Costa Rica
Argentina
3,0 Honduras
Chile
2,8 Colombia
Mexico
Venezuela
2,6 REGION
El Salvador Mexico
Nicaragua
2,2 Total Population
0,0 ,5 1,0 1,5 2,0
CIO
Gráfico 5
3,2 Colombia
Chile
Argentina
3,0 Costa Rica
Honduras
2,8
2,6
2,4
Nicaragua
1,6 Total Population
0,0 ,5 1,0 1,5 2,0
CIO
366
Gráfico 6
2,0
Venezuela
1,8
Nicaragua
1,6
GuatemalaMexico
1,4 El Salvador
Argentina
1,2
1,0 REGION
Mexico
,8 Costa Rica
America del Sur
DIFP708
,4 Total Population
0,0 ,5 1,0 1,5 2,0
CIO
Gráfico 7
3,7 Costa Rica
Venezuela
3,6 Guatemala El Salvador
Mexico
3,5 Colombia
Nicaragua
3,4
Chile
3,3
Argentina REGION
3,2
Mexico
3,1
America del Sur
Honduras
P5604
CIO
Gráfico 8
2,6
Argentina
Colombia
2,4
El Salvador
2,2
2,0 Honduras
Venezuela Costa Rica
Guatemala REGION
Chile
Mexico Mexico
America Central
Nicaragua
1,6 Total Population
0,0 ,5 1,0 1,5 2,0
CIO
367
Gráfico 9
7,0
El Salvador
6,5
Venezuela
Guatemala
6,0
Nicaragua
Mexico Argentina
5,5 REGION
Honduras Colombia
Mexico
VOTESEEK
CIO
Gráfico 10
1,0 Venezuela
,9 Honduras
,8
Mexico
,7
Nicaragua
Guatemala Costa Rica
,6
,5 REGION
Chile
Argentina Mexico
,4
P29MENOS
,2 Total Population
0,0 ,5 1,0 1,5 2,0
CIO
368
Bibliografía
369
370
KATZ, R.S. (comp.): Party Government: European and American Experiences, Ber-
lín: Guyter, 1987.
371
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BOBBIO, N. [et al.] Diccionario de Política., G. Siglo XXI Editores, 1982. Prepa-
rado para ser discutido en la reunión de 2001 de la Latin American Syudies
Association, Washington D.C., 6 – 8 de septiembre de 2001.
373
Mauricio Morales Q.
Cientista Político de la Pontificia Universidad Católica de Chile
E-mail: mjmorale@puc.cl
Resumen
299
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
1. Introducción
Es por ello que los objetivos de investigación, fuera de los señalados al prin-
cipio, se refieren a la descripción de los antecedentes ideológicos de esta colec-
tividad que se encuentran, principalmente, en las revistas Estanquero, Portada y
Realidad en las décadas del 40, fines de los 60 y 80 respectivamente. Más ade-
lante, haremos una reflexión sobre la continuidad y cambio de la élite dirigencial
del partido, enfatizando en el perfil de sus personalidades, para finalizar con un
análisis político-electoral de la UDI en lo referente a su relación con Renova-
ción Nacional (RN) y a su presencia en los sectores “populares” y de alta con-
centración de votantes. El estudio no considera la participación del “gremialismo”
durante el régimen autoritario, pues el objetivo consiste en describir a la UDI en
democracia a partir de su comportamiento político y electoral, y su impacto en
el sistema de partidos políticos2.
La hipótesis central que guía nuestro estudio consiste en que la UDI es una
expresión de la continuidad y discontinuidad del sistema de partidos con res-
pecto a la fase democrática previa a 1973, puesto que recoge una tradición
ideológica que proviene de grupos intelectuales de la década del 40, pero es un
partido nuevo si consideramos que surgió en el régimen autoritario, planteando
una orgánica rígida que le ha permitido establecer importantes cuotas de estabi-
lidad dentro de su dirigencia, donde las principales personalidades políticas par-
ticiparon activamente de ese régimen, conformando una élite con un pasado
común y con una ideología compartida. Así, esta colectividad se fundamenta en
patrones ideológicos y logísticos totalmente distintos a los que sustentó la dere-
cha tradicional respecto a su foco electoral y visión de la democracia como
forma de Gobierno, lo que provoca constantes fricciones con sus aliados de RN
a raíz de diferencias evaluativas sobre el régimen autoritario y sobre el tipo de
régimen político para Chile. Además, y como otra diferencia entre ambas ver-
tientes, constatamos la notoria “vocación popular” de la UDI, que ha apuntado
a un electorado descuidado por la derecha tradicional, al trabajar con sectores
de escasos recursos. Así, definimos a la UDI como una “Nueva Derecha”, no en
300
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
a Felipe Agüero. Ver Tirón y Agüero (1999). Para confrontar la visión de estos autores con la de
Samuel Valenzuela, ver Valenzuela (1999).
301
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
3. Antecedentes político-ideológicos
De esta forma, se asume que los partidos políticos no son los canales más
adecuados para realizar el enlace entre la población y el gobierno, pues velan
por sus propios intereses y no por los del pueblo.
“Insistir en que en Chile vivimos un momento de crisis política que se expresa por la
disgregación de los partidos, por su incapacidad para gobernar, por su falta de sen-
sibilidad para captar el interés público y por la caducidad de sus doctrinas y de sus
programas, es enfrentarse seria y lealmente con la realidad y preparar el terreno a la
creación de nuevas y grandes corrientes de opinión, limpias de taras y con el vigor
302
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
suficiente para salvar al país del caos moral, económico, social y político en que se
encuentra sumido” (Estanquero, 1948: 15/Nº65)8.
8 Además, para un análisis más profundo sobre el desprestigio de la política, ver Estanquero, (1948:
16/N°53).
9 Sobre el mismo tema ver Estanquero, (1949: 15/N°150).
10 Ver Estanquero, (1948:3/N°61).
11 Ver Estanquero, (1949:14/N°117).
12 Ver Estanquero, (1953:3/N°99). Para los columnistas de la revista, la democracia “sólo es posible
cuando la mayoría de un pueblo es lo suficientemente culta para permitir que los verdaderamente
cultos gobiernen y resuelvan y cuando dispone de una juventud dispuesta a prepararse para asumir
oportunamente la responsabilidad que le incumbe”, Estanquero, (1948: 15/N°68).
303
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
La crítica a los políticos y a los partidos se hace presente a raíz de las elec-
ciones parlamentarias del 2 de marzo de 1969, donde la revista pronostica la
desintegración paulatina y sostenida del régimen político, debido a que ninguna
de las alternativas presidenciales de 1970, logrará un Parlamento con una ma-
yoría suficiente que le permita realizar un buen desempeño.
“Nuestros políticos saben que se hallan en este laberinto, pero ignoran cómo salir de
él. Y al igual que los niños que silban en la obscuridad para espantar el miedo, los
políticos tejen hipotéticas combinaciones para solucionar el problema parlamentario
del futuro Presidente. El más ingenuo de estos silbidos en la obscuridad, consiste en
suponer que un Presidente con gran votación popular “se impondría al Congreso
(….) Hace casi veinte años que el país viene reclamando una Presidencia de la
República menos trabada por el partidismo político y por la zancadilla parlamenta-
ria, más ágil y expedita y, por ende, más eficaz y más responsable”
(Portada, 1969: 4-6/Nº3).
304
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
zan por su anacronismo y falta de sensibilidad para acoger las demandas ciuda-
danas, por lo que propone un reemplazo de la élite dirigente al constatar la
“crisis de hombres” que experimenta el país (Portada, 1970: 6/Nº9).
Realidad entrega una visión bastante clara sobre el ideario político que ten-
dría la futura UDI, en conjunto con un ataque constante y sistemático hacia
posturas de corte nacionalista-corporativista, cuyos representantes criticaban
la fisonomía de la Constitución de 1980, debido a su intención de reemplazar el
sufragio universal por uno corporativo, a fin de generar autoridades provenien-
tes de entidades gremiales y regionales. Así, los redactores de la revista advier-
ten que dichas fórmulas sólo son aplicables dentro de un “totalitarismo fascis-
ta” (Realidad, 1980: 3/Nº3), el que no está presente en la nueva carta funda-
mental.
“En el fondo, lo que ellos buscan es cambiar el carácter de un Régimen que podría
definirse como autoritario y pre-democrático, por uno que fuera de dictatorialismo
indefinido o directamente fascista (...) Y detrás de las fórmulas corporativistas que
algunos ofrecen, descalificando el sufragio universal como “inorgánico” y los partidos
políticos como intrínsecamente perniciosos y “divisionistas”, se esconde el deseo de
13 Ver, Portada, (1970: 6/N°14). Sobre el pensamiento de Jorge Alessandri, ver Arancibia, Góngora,
y Vial (1996).
14 Nació en 1979. Su primer y único Secretario General fue el ex presidente de la FEUC, Javier Leturia.
305
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
De esta forma, el medio que, como señaláramos, estaba liderado por la élite
dirigencial “gremialista”, comienza a sentar las bases de lo que sería su platafor-
ma ideológica, estableciendo desde un comienzo la separación de planos entre
el “gremialismo” y los postulados políticos de la naciente UDI, puesto que,
según ellos, la “doctrina gremialista” cruza las fronteras políticas, aunque des-
echa los totalitarismos15.
306
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
“Unión Demócrata Independiente sostiene que el gobierno debe velar por los sectores
más pobres y sin voz organizada, prescindiendo de criterios demagógicos que lo in-
duzcan a favorecer arreglos entre los grupos empresariales y sindicales más influyen-
tes, con menoscabo de la mayoría de los trabajadores asalariados y olvido de los
estratos más pobres no asalariados ni sindicados (....)”. (Guzmán, 1978: 9).
Una vez realizado el análisis ideológico sobre las principales corrientes que
influyen en el pensamiento político de la UDI, nos corresponde desarrollar la
segunda fase del estudio que se refiere a la descripción de la colectividad duran-
te el período democrático, es decir, desde 1990, pero creemos necesario realizar
una breve descripción general sobre la derecha chilena y sus principales líneas
de acción. Es importante considerar la participación del “gremialismo” en el
régimen autoritario a partir de las diversas zonas institucionales, tales como la
Secretaría Nacional de la Juventud y el Frente Juvenil de la Unidad Nacional,
cuyos dirigentes tuvieron como objetivo otorgar el soporte suficiente a la admi-
nistración autoritaria. Como señaláramos, este estudio no pretende describir la
participación del “gremialismo” durante este régimen, sino que apunta a exami-
nar la fisonomía de la UDI en democracia18. Para abordar preliminarmente este
tema, rescatamos la noción de Enrique Cañas (1998: 53-89)19 en cuanto a la
existencia de tres derechas agrupadas en un bipartidismo, el que también se dio
18 En este tema recomendamos el trabajo de Carlos Huneeus, quien sostiene que la estrategia de
largo plazo utilizada por los integrantes del “gremialismo” apuntaba a constituir un partido hege-
mónico al momento de realizarse las primeras elecciones competitivas. Huneeus, (1998). Tal hipóte-
sis cobra validez si consideramos la temprana organización del “Movimiento Gremial” en regiones,
donde destacaron jóvenes como Francisco Bartolucci, Eugenio Cantuarias, Juan Carlos Bull, Carlos
Vío, entre otros, quienes actuaron en las principales ciudades del país, tales como Arica, Antofagasta,
Concepción y Valdivia.
19 Sobre la división de la derecha en el post-autoritarismo y sus principales causas, ver Renovación
(1986: 8-10).
307
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
A diferencia del MUN, la UDI fue un partido que se generó dentro de las
estructuras del régimen autoritario, siendo bastante funcional a éste debido a la
aplicación de un proyecto político sustentado en la “democracia protegida”, la
que fue definida por Augusto Pinochet en el discurso de Chacarillas en 1977
(El Mercurio, 10 de julio de 1977) como una democracia autoritaria, integradora,
tecnificada y de participación efectiva.
20 Ver Allamand, (1998). Sobre el proyecto social del MUN, ver Renovación (1986: 8-12/ N°11); y sobre
su proyecto económico, ver Renovación (1986: 8-12).
21 En 1987 se logra la unidad de la derecha en Renovación Nacional, donde confluyen el MUN, la
UDI y el Frente Nacional del Trabajo (FNT), pero tal proceso se interrumpe en 1988 a raíz de rencillas
entre los dirigentes debido a las elecciones internas. La lista de los 351 fundadores de RN se encuentra
en Renovación (1987: 13-14/N°18).
308
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
UDI22, partido que desde un comienzo mantuvo una fuerte lealtad al régimen
autoritario, característica que se manifestó en su intransigencia para reformar la
Constitución en los articulados que generaban más debate23. Además, la UDI
no se identifica como “derecha tradicional”, lo que nos da pie para afirmar que
es un partido totalmente distinto, que presenta estrategias políticas y electora-
les novedosas si consideramos el comportamiento de la “derecha tradicional”,
pues apunta a una base urbana y popular, marcando severamente sus principios
rectores (Valenzuela, 1995: 66).
22 Alan Angell califica la asociación “gremialismo”- “Chicago-Boys” como una “acrobacia ideológi-
ca”, debido a la distancia entre ambas vertientes, las que sin embargo lograron un importante grado
de unidad política. Angell, (1993: 99).
23 Entiéndase por ellos a la autonomía militar (inamovilidad de los Comandantes en Jefe de las
309
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
25 Claudio Fuentes profundiza este análisis desde una perspectiva netamente político-coalicional.
Fuentes, (1999: 191-220).
26 Así define a la UDI Julio Dittborn. “La UDI es un partido de cuadros, con una sólida organización
de base. La derecha tradicional actúa desde la cúpula y sintoniza con la base a través del marketing
político. Las apariciones de los líderes de la derecha tradicional ante el gran público son las que le
confieren representatividad. El exponente característico de la derecha tradicional es el político de
prensa. El más representativo dirigente de la UDI es el de base. Esta diferencia se explica por la
presencia popular de la UDI. El electorado clásico de la derecha tradicional se informa de la política y
toma posición frente a ella por los medios de comunicación social. A quien no está presente entre los
sectores populares le basta actuar a través de los diarios y la televisión”. Cuevas Farren, (Op. Cit.: 92).
310
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
M O D E L O E C O N ÓM I C O Neoliberal Neoliberal
EVALUACIÓN DEL RÉGIMEN Se considera depositaria del legado Diversidad de visiones: una crítica
AUTORITARIO autoritario. (liberal) y otra condescendiente
(conservadores).
UDI 14,5 13,0 13,4 15,0 13,7 13,0 17,2 21,2 21,1
27Para un análisis sobre las elecciones de 1989 y 1993, ver Huneeus, ( 1998). Para las elecciones de
1993, ver Revista Estudios Públicos, (1994/N°54), otoño 1994. En las elecciones de 1993 la UDI
obtuvo 816.076 votos y RN 1.099.108, mientras que en las de 1997, la UDI aumenta a 827.324 y RN
baja a 962.247. Las mayorías más significativas en las parlamentarias de 1997 por parte de la UDI,
fueron Juan Antonio Coloma, con 62.788 votos; Iván Moreira, con 57.916; y Pablo Longueira, con
171.921.
311
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
En %
25
20
15 RN
10 UDI
5
0
1989 dip 1989 1992 1993 dip 1993 1996 1997 dip 1997 2000
sen mun sen mun sen mun
Diput. Senad. Munic. 1992 Diput. Senad. Munic Diput. 1997 Senad. Munic.
1989
29 1989 1993
30
1993
31 1996 32 2000
33
1997
28 Para el caso de las elecciones municipales, el primer número corresponde al número de alcaldes y el
segundo al de concejales electos.
29 El total para la derecha en las elecciones de ese año fue de 48 parlamentarios. La suma entre los de
RN y la UDI incluyendo a los independientes por cada partido es de 47, lo que se produce por la
consideración de “independiente-independiente” de Antonio Horvath.
30 El único “independiente-independiente” que consideramos fue Rosauro Martínez.
31 Se renovó la mitad del Senado, al igual que en las parlamentarias 1997. El total de votos para la
elección de senadores en 1989 fue, según el TRICEL, de 6.800.410, en 1993 de 1.874.127, y en 1997
de 4.239.366.
32 En 1997 la derecha alcanza 50 escaños, sumando 45 entre RN y la UDI, a los que debemos sumar
los independientes Rosauro Martínez, Roberto Delmastro y Rosa González, además de Alejandro
García Huidobro y de María Ovalle de la UCC.
33 Consideramos dentro de la sumatoria a los 22 alcaldes electos de RN y a los 26 de la UDI que
fueron como independientes. Debemos señalar que estos resultados son sólo preliminares.
34 A la bancada de la UDI, además de Jovino Novoa, Carlos Bombal y Andrés Chadwick, conside-
ramos a los independientes Evelyn Matthei, Rodolfo Stange, Marco Cariola y Sergio Fernández.
312
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
Sin perjuicio de las disputas entre RN y la UDI, desde una perspectiva elec-
toral y aliancista, ambos partidos se requieren, pues de lo contrario la derecha
perdería toda capacidad de negociación, especialmente en la Cámara de Dipu-
tados. Lo mismo sucede para el caso de la Concertación, la que necesariamente
debe mantenerse unida a fin de lograr la mayoría suficiente para aprobar deter-
minadas leyes. El siguiente cuadro da cuenta de esta afirmación:
1989 48 46 26
1993 50 39 31
1997 50 44 26
313
Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
plazo, la que consistía en trabajar directamente con las bases sociales, instancia que posteriormente le
permitiría constituirse como un partido hegemónico. Ver Huneeus, (125-158).
314
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
los 14 diputados electos por la UDI en 1989 ocuparon alguna alcaldía durante
el régimen autoritario, lo que se mantuvo en 1993, cuando obtiene 16 diputa-
dos, y que sube a 12 en 1997, aunque debemos considerar que en esa ocasión la
UDI logró 22 diputados, resaltando figuras jóvenes y emergentes. De un total
de 26 representantes que han pasado por la Cámara, 10 de ellos están desde
1989, 6 han sido electos en dos ocasiones, y 10 en una oportunidad.
Pero tal proceso no surge de la nada, sino que de una estructura partidaria
definida y clara en sus objetivos, lo que se expresa, como señaláramos, en la
fisonomía de un partido de cuadros, donde prácticamente no existen tendencias
internas significativas que hagan peligrar la unidad de la colectividad, cuestión
que se grafica en la continuidad de su élite dirigente a partir de la conformación
de sus directivas nacionales, en las que desde 1988 sólo han estado presentes
15 dirigentes, quienes han ocupado diversos cargos dentro de la institución:
40 Tal información aparece en la página web del partido, www. udi.cl. En las elecciones municipales
de 1996, Joaquín Lavín logró un impresionante 78% en la comuna de Las Condes, alzándose como
la principal figura de la oposición.
41 En la segunda vuelta electoral, Ricardo Lagos obtuvo un 51,31% y Joaquín Lavín un 48,69%.
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Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
El último tema que nos queda por analizar se refiere a la presencia de la UDI
en las zonas populares y de alta concentración de votantes, elemento que estu-
diamos desde una perspectiva electoral, considerando las capitales regionales y
algunas comunas de la Región Metropolitana, para lo que utilizaremos las tres
elecciones municipales que se han dado en nuestro país. Posteriormente, sólo
nos valdremos de la elección municipal de octubre del año 2000 para analizar
las 20 comunas con más bajo Indice de Desarrollo Humano y las 10 comunas
42Los datos que analizamos en esta sección, fueron extraídos de la página electoral del gobierno:
http://www.elecciones.gov.cl.
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La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
con más votantes. Como señaláramos, la comparación se realizará sólo con RN,
puesto que este artículo se concentra en un partido que pertenece a un sector
político.
Es importante señalar que la elección del año 2000 marcó una nueva etapa
en las relaciones RN-UDI, ya que estos partidos acordaron una lista de candida-
tos privilegiados a alcaldes, permitiéndoles ganar más alcaldías que en los
comicios de 1996, pues pasó de 132 a 165, en tanto que la Concertación redujo
su poder local de 197 alcaldías en 1996 a 16944.
43 El tema municipal fue considerado desde un comienzo por la dirigencia de la UDI como algo
prioritario, en conjunto con la integración de independientes. Así la da a conocer Pablo Longueira en
un documento interno “Ello se lograba al concentrar los votos en aquellas figuras que presentándo-
se como independientes, los partidos de común acuerdo decidían privilegiar a cada
comuna…obtuvimos más votos que en la elección municipal anterior, más alcaldes, más concejales,
más consejeros regionales…”. Longueira, (1997).
44 El nombre de los candidatos privilegiados por las respectivas coaliciones se encuentra en El
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Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
70
60
50
40 Munic.92
30 Munic.96
20 Munic.00
10
0
Santiago Maipú Huechu. Conchalí C.Navia La L. Granja S.
Cister. Bernar.
En el análisis por comunas de más bajo IDH, vemos que la UDI se impone a
RN en 12 de las 20 comunas con más bajo IDH, logrando importantes votacio-
nes en localidades como Tortel, Ollagüe, Trehuaco, Melipueco, Carahue, Pinto
y Tirúa. Varias de estas comunas pertenecen a zonas rurales, por lo que, si bien
la UDI se caracteriza por su potencial urbano, la presencia en zonas campesinas
no se debe dejar fuera del análisis. También es importante señalar que la VIII
Región se constituye en el foco electoral donde la UDI logra desempeñar de
mejor forma su poderío local, al alcanzar la alcaldía de la capital regional, Con-
cepción, y de centros rurales adyacentes.
70
60
50
40
RN
30 UDI
20
10
0
Yumbel Lumaco L.Verde Pencahue Carahue Saavedra Renaico
318
La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
nacional, alcanza una destacada presencia en localidades con bajo IDH, ya sea
en el territorio urbano o rural.
70
60
50
40
RN
30
UDI
20
10
0
Valpo. L. L. Cond. Concep. Maipú
Florida
Los porcentajes obtenidos por la UDI en algunos centros urbanos, son bas-
tante diferentes a los logrados en zonas pequeñas que no tienen mayor visibili-
dad electoral, de lo que podemos deducir una mayor optimización de recursos
económicos y políticos al presentar candidaturas en zonas donde existe una
posibilidad real de lograr escaños. Es el caso de la V Región, donde las zonas
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6. Conclusiones
www.elecciones.gov.cl.
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La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
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Mauricio Morales y Rodrigo Bugueño
de esa colectividad. De esta forma, la UDI poco a poco está logrando materia-
lizar su proyecto hegemónico dentro de la derecha: lo que en su momento, 1987,
no pudo realizar Jaime Guzmán, lo está estructurando el partido a base de la
figura de Joaquín Lavín. En 1987, la UDI, si bien contaba con el liderazgo de
Guzmán que decidió unirse al FNT y al MUN en RN, no poseía la mayoría del
sector, donde sobresalía otra importante figura, Sergio Onofre Jarpa. A raíz de
este elemento podemos deducir la importancia que la UDI le atribuyó a la elec-
ción senatorial por Santiago Oriente, donde la principal figura de RN en ese
instante, Andrés Allamand, fue derrotado por Carlos Bombal, con lo que se
sepultó provisoriamente la emergencia de algún otro candidato capaz de en-
frentar a Lavín, descabezando absolutamente la tendencia con la que la UDI
presentaba mayores grados de conflicto.
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La UDI como expresión de la nueva derecha en Chile
Mar’ Mar’ Abr’ Mar’ Mar’ Mar’ Mar’ Jul’ Sep’ Dic’ Jul’ Sep’ Dic’ Abr’
93 94 95 96 97 98 99 99 99 99 00 00 00 01
PDC 33 35 28 26 25 23 20 15 15 19 18 15 15 14
UDI 4 4 4 6 6 7 13 10 15 18 10 13 14 24
PS 7 7 6 6 7 6 10 8 10 10 7 7 10 11
PPD 12 8 10 9 9 8 15 16 17 14 10 11 8 12
RN 7 7 10 9 9 9 7 8 9 10 13 10 8 7
PR 1 0 -- -- - - - - - - - -
PC 2 2 2 -- 2 2 3 2 3 6 2 1 1 1
PH - 1 1 -- -- 1 0 1 1 1 2 0 1 0 1
V
PRS 0 0 -- -- 1 0 1 1 1 1 1 0 1 1
D*
UCC 4 1 -- -- 1 1 1 1 1 1 1 0 1 1
P
Otro 2 2 6 7 2 2 4 2 1 1 3 1 1 0
s
Nin/ 17 2 22 21 12 19 15 21 7 5 15 16 8 6
Ind
NS/ 9 10 12 16 24 19 10 12 16 9 15 17 21 10
NR
N 1240 1240 1240 1200 1200 1200 1194 1200 1200 1200 1200 1200 1200 1173
63% 63% 63% 67% 67% 67% 67% 67% 67% 67% 70% 70% 70% 70%
*El año 1998 se preguntó por recuerdo de voto en las elecciones parlamentarias de Diciembre de 1997.
Fuente: Encuestas Nacionales CERC.
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18- 11 14 9 18 12 9 6 7 11 9 5 13 8 13 6 7 10 5 10 10
25
26- 11 14 17 24 13 8 7 6 16 15 13 14 14 10 11 14 9 9 10 12
40
41- 12 12 15 27 13 12 9 10 21 15 17 14 9 13 8 12 6 7 11 9
60
61 8 8 11 25 13 14 11 7 21 21 20 15 10 8 5 8 4 7 10 11
y+
Tot 11 13 14 24 13 10 8 7 18 15 15 14 10 11 8 12 7 7 10 11
al
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Referencias
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NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES
(Torres, Velasco y Cerezo, 1998:111-215) Una referencia de tres autores (coma e “y”)
(Torres et al., 1998:111-215) Una referencia de cuatro o más autores, (et al.)
(Torres, 1998; Torres, Velasco y Cerezo, Dos o más referencias, (punto y coma)
1998; Velasco et al., 1998:111)