Harbour Se tenía que dar una vez por todas. ¿Recuerda señora? En una de las historias pasadas del teleteatro de la vida, se mencionaron unos submarinos hundidos al sur de Bahía Blanca que Basho, el jefe del Cotolengo Nazi, planeaba sacar a flota para atacar al imperialismo estadounidense (única nación que siguió “progresando”). Así que luego de meses de espera, llegó un delegado fachista a la Torre del Terror... -Cacho, ¡no hay más jabón en el baño!- protestó el Abuelo desde adentro del baño de 2X2 de la Torre del Terror-. -¡Calláte y usa el detergente que deje!- le contestó Cacho, mientras abría una cerveza-. Por Dios, cada vez más cheta la gente, ¡todo fino lo quieren! Entonces, alguien llamó a su puerta. -¡Me tiene podrido esa puerta de mierda, en cualquier momento la arranco!- gritó el fétido remisero, luego de descubrir que lo que había abierto era su muestra de orina de hace tres años-. Cacho abrió la puerta mientras sujetaba un puñal escondiéndolo detrás de su espalda. El visitante era un hombre vistiendo un uniforme militar lleno de medallas y detrás de él estaba estacionada una tanqueta. -¿Otra vez vos?- dijo Cacho-. -No, pero... -¡¿Otra vez vos?! ¡Dejame romper las pelotas, veinte veces te lo dije! ¡La semana que viene sacó a la señora de ahí! -No, usted se está confundiendo, yo soy del Cotolengo Nazi y quería ver al Abuelo. Es urgente. -¡Che, locura, acá hay un tipo medio nazi que te quiere ver ya!- llamó Cacho-. -¡Salgo, salgo! Luego de unos minutos, el Abuelo salió a ver al visitante vistiendo su uniforme militar, junto a Ken the Monkey, que seguía dándole duro a los habanos. Hablaron en alemán mientras Cacho, traicioneramente por la espalda, les hacía caras raras. Cuando terminaron de conversar, el delegado se metió en su tanqueta y se fue. -Qué flash... -agregó Cacho-. Yo creo que igual era gay. Y el Abuelo, con una expresión de emoción descontrolada, se acercó a Cacho: -¡Cacho, llegó nuestra hora culmine! -¿Nuestra hora qué? -¡Basho logró sacar a flote los submarinos nazis y nos llamó para empezar la operación “Cuarto Reich”! ¡Vamos a atacar Pearl Harbour!- dijo el Abuelo, conmocionado hasta el extremo-. -Ah- respondió, luego de perderse en el “hola”-. Así que los cuatro valientes héroes empacaron sus valijas y fueron al Cotolengo Nazi en el remis de Cacho para ir a ver a Basho, Dios Emperador del Cielo Tormentoso (¿?). Luego de llegar al Cotolengo Nazi, que estaba disfrazado tras una fachada de una pinturería, empezó la cosa interesante. -¡Salgan de acá, pendejos del orto!- les gritó Cacho a unos negritos que estaba oliendo pinturas en la entrada, al tiempo que mostraba su vieja escopeta casera. Los pendejitos salieron corriendo-. ¡Yo y tu vieja, negro homosexual! -Cacho, sos un despótico- dijo el Abuelo-. -Calláte vos, toma esta revista y resolveme el crucigrama-. Entonces, entraron a la supuesta pinturería y fueron directamente a la caja. -Buenas tardes, ¿qué andan buscando?- les dijo el cajero-. -Buscamos a Basho. Clave GWD 538. -¿Por qué siempre hay una clave y nunca es original?- murmuró Cacho-. El cajero, después de escuchar la clave, abrió la puerta que daba teóricamente al cuarto de empleados y les dijo que entraran rápido, porque la reunión ya estaba empezando. Luego de bajar unas escaleras, llegaron frente a una modesta puerta de madera con un guardia armado vigilándola. Éste les abrió la puerta sin decir nada, y nuestros valientes cruzados de la verdad y la piedad entraron al lugar de reunión. Allí había una mesa circular de madera algo sucia y vieja y, sentados alrededor de ella había tres hombres. Uno era Basho, el Dictador Supremo Vitalicio del Cotolengo Nazi, llevando como siempre su parche en el ojo y vistiendo un traje formal. A su derecha e izquierda respectivamente había otros dos hombres sentados, vistiendo uniformes militares. Uno era el Jefe de Propaganda del Cotolengo Nazi, nuestro viejo amigo Chopper, y el otro era el Comandante de las Fuerzas Militares del Cotolengo Nazi, ¡el supuestamente muerto Dr. Charanga! -¡Horror y masacre, es Charanga!- exclamó el Abuelo-. -¿Alguien puede sacar a este viejo antes de que se haga encima?- le murmuró Charanga a Basho después de ver la reacción del Abuelo-. -No, Charanga, este es el Abuelo, uno de nuestros más fervientes seguidores- le aclaró Basho-. Y quienes lo acompañan son Cacho, que según sus reportes es su mulo, el loro Paco y ya debes conocer a nuestro honroso líder del Movimiento Fauna con Mussolini, Ken. -¿Yo, tu mulo, viejo homosexual?- le gritó Cacho al Abuelo al tiempo que lo agarraba por el cuello-. -Bueno, bueno, no se exciten- intervino Chopper-. Tomen asiento y charlemos-. Ken se subió al hombro del Abuelo mientras el venerable anciano se sentaba en una silla. -¡Che, no me queda silla, loco!- dijo Cacho-. -¡Agarrá un banquito, tachero!- le gritó Chopper-. -¿Qué dijiste, flaco?- le contestó Cacho violentamente-.¡Mano a mano en la esquina ya mismo! -¿Querés mano a mano, gordo? ¡Acá nomás! Y Cacho y Chopper salieron de la reunión para seguir con su ritual de decadencia. Mientras tanto, Basho, el Abuelo y Charanga continuaron con la reunión. -Qué negras sucias- dijo Basho-. Escuchen: en 3 días nos reuniremos todos en nuestra sede de Ushuaia, lugar donde estamos reparando los submarinos. Traigan todo su equipaje neo- nazi y no le digan a nadie a donde van, esto queda entre nosotros obviamente. En Ushuaia recibirán mas instrucciones. -¿Pero qué hace vivo Charanga?-exclamó el Abuelo-. -Tuve que desaparecer de la vista de la C.I.A, que me estaba persiguiendo desde que se enteró que yo estaba trabajando en un nuevo armamento que los va a dejar así: ¡Fa! -¡Fa! -¡Fa! -Eso mismo. -¿Y qué es este nuevo armamento?- preguntó el senil hombre-. -Es súper secreto. Lo vamos a instalar en los submarinos para invadir Pearl Harbour y lo va a hacer a todos pupa. -¿Y por qué invadimos Pearl Harbour? Sería mejor que invadiéramos otro lugar más importante porque ahí viven indios nomás. -¡Abuelo! ¡No cuestione a sus superiores!- dijo Basho-.¿Cuál es nuestro lema? -“Creer, obedecer, combatir”, Herr Basho.
De vuelta en la Torre del Terror, un día luego de la reunión, el
Abuelo empezó a empacar sus cosas. -A ver...mis muñecos de Dragon Ball, unas tabletas contra mosquitos, un kilo de mandarinas...está todo creo. ¿Y tus cosas Cacho? -Pará...unas Quilmes, mi escopeta casera, unos puchos, pornografía...ya está todo listo. -¿Y a quién dejamos a cargo de la Torre? Va a aparecer semi- incendiada si la dejamos como la otra vez... -Los Caballeros del Zodíaco quedan a cargo. -Bueno, mete a los dos animales en sus jaulas y vamos a tomar el avión entonces.
Y así era la cosa: como el mundo estaba tan devaluado, las
aerolíneas no eran de lo mejor. Como no había dólares, los únicos a los que se podía contratar para volar aviones eran ex de Al-Qaeda, la clase más baja no tenía vidrio en las ventanas y la mayor parte de los aviones estaba hecha con cañas de azúcar. -Tiene un look tropical por lo menos- defendió Cacho-. -Che Cacho, pero no me quedó claro, ¿cómo es eso de que los Caballeros del Zodíaco cuidan nuestra casa? -Bueno, ¡te mentí, la puta que te parió, boludo! -¡Gordo marxista leninista! -¡No, tirame la goma, puto de mierda! Sonó la voz de una azafata en los parlantes del avión informando que se daría comienzo a la hora del almuerzo, por lo que una azafata pasaría por el pasillo entregando comida. Entonces pasó una azafata y les dio uno de esos platitos de plástico que tiene diferentes “comidas”. -¡Mirá, hay mondongo gratis!- festejó Cacho-. -Qué joda, por lo menos puedo elegir con qué envenenarme... -¡Es verdad esto es pura mierda! Mira al pollo, ¡tiene escamas y más de dos ojos! -¡Hay un pelo en mi puré de papas! -Yo mejor- dijo Cacho- me voy a hacer una payana, para olvidar esta bosta. Vuelvo en diez minutos. Así que Cacho se levantó y se fue a Dios sabe dónde. -Qué me habrá querido decir con eso...
Luego de arribar a Ushuaia, se encontraron con Chopper, que
estaba comiendo un súper pancho. -Che, este tipo Basho los espera en los puertos dentro de 2 horas- les comunicó Chopper-. Allí, en la parte más al sur, está el Cotolengo Nazi reunido con sus aliados de la ultra derecha. -Oiga don- le dijo Cacho a Chopper, haciéndose el amigo mediante engaños y traición-, ¿me podría decir dónde puedo comprar un súper pancho? -Afuera, en la entrada nomás esta el puesto de panchos y choripanes Mac Chorri.
-¡Dale Cacho, por buscar el Mac Chorri estamos hace 20
minutos dando vueltas por el aeropuerto! ¡Me van a crucificar los del Cotolengo!- exclamó el venerable Abuelo con Ken en su hombro-. -¡Es por tu puto sentido de dirección! ¡Si no sabes ni en qué calle vivís! -¡Pero yo me traje la malla para mostrarte como uso mi Vuelo Submarino en la costa; ahora no va a haber tiempo! -¡Qué Vuelo Submarino ni qué nada! ¡En la pelopincho te tenes que poner los bracitos, ridículo!- dijo Cacho, llevando a Paco en su hombro-.
Y bueno. Llegaron al puerto. No pregunte cómo, llegaron y
con eso basta. Y allí, en la parte más al sur del puerto, se veían dos submarinos oscuros en el agua, brillando tanto que parecían nuevos y con una gran cantidad de gente cerca de ellos, mirándolos y charlando entre ellos. Unos eran miembros del Ku Klux Klan, otros eran altos jerarcas y soldados del Cotolengo Nazi, y también había asirios contratados como mercenarios a sueldo y mucamas baratas. Para su sorpresa, estaba Rafa con su Ejército Camélido de Élite del Club del Comic (E.C.E.C.C). -¿Qué haces, guacho?- saludó Cacho-. -¡Cacho! ¿A vos también te trajeron diciéndote que esto era una feria americana?- le preguntó Cacho desde su camello-. -No, no, no. Yo vengo con el vejestorio del Abuelo. Este viaje va a ser una mierda, ese lugar Peral Jarvor o como se llame me dijeron que queda en la loma del orto. -Vos no te hagas drama, vieja loca, que yo traje unas películas de ninjas y unos pochoclos para pasar el rato. -¡Pero vos sos Dios, pibe!- le contestó Cacho-.¿Y la pirata china de Dragon Ball con gentuza? -Obvio, pichi. Y traje también los capítulos grabados de “El Clon”. Y Cacho besó sus pies.
Entretanto, el Abuelo fue a anunciar su llegada a Basho.
Luego de hacerlo, fue a ver al Dr. Charanga para averiguar sobre las armas que instaló en los submarinos nazis. -Buenas Charanga, ¿cómo le va? -Bien, bien. Me di cuenta que tenía una ampolla en el pie izquierdo, pero que le vas a hacer... -¿Y las armas que instaló en los submarinos? -¡Ah, cierto! Te explico, ¿te acordás de los misiles Tomahawk de los yankis? -¡Sí! -¿De esos que viajan kilómetros y kilómetros, y que tenían una fuerza terrible? -¡Me acuerdo! -exclamó el Abuelo, emocionándose al pensar en el terrible armamento que hizo Charanga-. -Bueno, nada que ver con eso. -Uh... -¡Qué querés! Cuando fuimos a buscar los misiles a Villa Sacapuntas, los únicos que quedaban eran los petardos del depósito de Florencio Varela y unos misiles vencidos. Pero bueno...igual les instalé lanzamisiles ocultos bajo la superficie a los lados de los submarinos. Entonces, cuando emergen, se abre esa parte de la superficie del submarino para que salgan los lanzamisiles listos para disparar. Al rato, escucharon a Basho que estaba anunciando a cuál submarino iría cada uno. Para simplificar el asunto, se bautizó a los submarinos U-Boot 1 y U-Boot 2. En el U-Boot 1 viajarían los jerarcas importantes mientras que en el U-Boot 2 irían todos los negros del pozo. Al Abuelo y a Ken les tocó el lujoso U-Boot 1, donde estarían Basho, Charanga, Chopper y otros más. Mientras, en el U-Boot 2 irían los asirios, el E.C.E.C.C, Cacho, Paco y los ejércitos del K.K.K y el Cotolengo Nazi (todos amotinados como ganado). Y empezó la larga travesía hacia Pearl Harbour, yendo al principio por la costa chilena para empezar luego a internarse en el Océano Pacífico. Para alargar todavía más esta insulsa historia, contaré un poco lo que sucedió en ambos submarinos.
En el U-Boot 1, el Abuelo, junto a Ken, se hospedó en una
lujosa habitación, con jacuzzi, sillón masajeador, televisor de pantalla plana con HBO y toda la cosa linda. Cada tanto, venía una de las mucamas contratadas con comida, la ropa planchada, revistas del depósito del submarino o DVD’s para mirar en el televisor. Así, la vida del Abuelo fue un monumento al vicio y a la relajación, mientras lo único que hacía que joder con la rejilla giratoria del ventilador y jugar al dominó con Ken. La verdad es que no hay nada destacable que contar del trayecto del U-Boot 1, pero con el U-Boot 2 el tema fue bien distinto.
Los problemas empezaron bien rápido. Resulta que el
submarino tenía varias fallas en su interior, lo que hacía que se moviera a paso de tortuga. El nazi a cargo llamó al U-Boot 1 para solicitar instrucciones. Le dijeron que eso es lo que había, así que para seguirle el paso al submarino tendría que tener cincuenta personas las 24 horas empujando el submarino. El nazi se dio cuenta que esto no sería un problema, ya que tenía gente al pedo de sobra, pero como era un racista elitista, decidió que sacaría a los de raza inferior a empujar y que rotarían cada dos horas. Fue a los cuartos de los asirios a comunicarles la nueva y los asirios reaccionaron tirándole piedras, armadillos, caños y un bidet. Era obvio que iba a necesitar que fueran a empujar si no quería joder toda la operación pero los asirios eran mayoría, por lo que fue a buscar al K.K.K, al E.C.E.C.C y a Cacho para que lo ayudarán. Así, al otro día fue con toda la patota a ver a los asirios, que al momento que los vieron, empezaron a hacerles llover de todo. -¡Eh, guacho, bésame el sapito!- les gritó Rafa al cargar contra ellos desde su camello, rebanando gente con su cimitarra-. Cacho sacó su escopeta casera y empezó a disparar “a discreción”. -¡Todo por unas tabletas Fuyí! Al final los asirios fueron reprimidos y aceptaron ir a empujar. Al poco rato, alcanzaron al U-Boot 1 y todo marchó sobre ruedas. Pero cuando ya habían pasado la mitad de su viaje hacia Pearl Harbour, surgió otro problema. Luego de estar por semanas sin ver a una mina, la gente comenzó a ir al baño cada dos segundos por “razones desconocidas”. Al poco rato, los baños estaban ocupados permanentemente con personas “jugando al Solitario” y nadie podía usarlos para lo que estaban hechos, como bañarse, por lo que el submarino terminó atestado por un olor a casita de mono terrible. Entonces, el nazi a cargo decidió tomar cartas en el asunto e instaló cámaras en los baños para vigilar lo que la gente hacia allí. Cuando se enteró la tripulación, se originó el rumor que el nazi a cargo era un gay reprimido que quería ver a los hombres en bolas. Por lo tanto, cada vez que el supuesto gay se paseaba por los pasillos, la gente se le reía entre dientes pero nadie se atrevía a decírselo cara a cara por miedo a las consecuencias. Hasta que Cacho se enteró. Apenas lo vio venir, no pudo resistir a gritarle “¡Che, puto, pará de acogotarla!”. Y Cacho se ganó una estadía con todo pago en los tubos de ventilación.
Igualmente, aunque con setenta y tres asirios menos, ambos
submarinos llegaron a Pearl Harbour, emergiendo al instante para disparar su armamento hacia el objetivo según lo planeado. Claro que, como estaba el mundo, Pearl Harbour se parecía más a un pedazo de carbón que a un lugar tropical, pero en fin... Basho comenzó a dar órdenes ambos submarinos velozmente mientras cantaba alegremente su himno nazi con el Abuelo al ver los misiles volar. -¡Lo logramos, Basho! ¡Nuestra conquista mundial se acerca!- decía el Abuelo, regocijándose-. -¡Sí!- contestaba Basho, brindando con el Abuelo- ¡Ya veo nuestro imperio de mil años! De repente, vieron a Cacho junto a Paco llegar mojados totalmente. -¿Qué hacés acá, Cacho?- le preguntó el Abuelo-. -Me escapé porque el forro del capitán me había encerrado en los tubos de ventilación. -¿Y qué hace ese pedazo de tentáculo en tu boca? -Es muy larga la historia... -¡Pero qué importa!- exclamó el Abuelo-. ¡Nuestra campaña para conquistar el mundo empezó con el pie derecho porque casi ya destruimos nuestro objetivo! -¡Un rotundo éxito!- agregó Basho, con su copa de vino en la mano-. ¡Ya vamos a desembarcar! Se acercó un soldado un solado con la cabeza gacha y lloriqueando hasta Basho. Al verlo, Basho dijo: -¡Vamos, ponéte con buena cara! -Señor, nos han reportado que tres cabezas nucleares yankis nos golpearán en veinte segundos... Y Basho se desmayó al instante y el vaso de rompió en varios pedazos. Todo quedó en silencio. -Cacho, fuiste un buen tipo- dijo el Abuelo-. -¡Callaté, no te pongas maricón!
Y todo voló por el aire. La explosión se oyó a kilómetros de
distancia ,y nadie no pudo no escucharla y preguntarse qué había sido eso. Hubo olas enormes ese día. Los submarinos volaron y se hicieron básicamente polvo, junto con Pearl Harbour. La Marina estadounidense mandó barcos para verificar el lugar de la explosión y no encontró ni a un superviviente ni a un desaparecido. Todos bien muertos en la superficie.
Y así termina nuestra pequeña y humilde saga, con todos más
muertos que...no sé...algo muy muerto. Concluimos así, luego de unos años, las desventuras de Cacho en la República Gada junto al neo-nazi del Abuelo, en lo que lo único que importaba es que todo fuera un desconche de ridiculeces sin sentido. Lo único que queda es decir ¡adióx y que tenga un buen día!